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Nuestra luz por aisaka-san

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Las manos le temblaban provocando la agitación de la foto en ellas; eventualmente terminó soltándola, dejándola caer mientras miraba a su padre con una expresión en blanco.

 

Hikari no sabía cómo reaccionar ante ese descubrimiento, o más bien no sabía que decir ante ello. Todo se revolvía con todo, su sorpresa, su ansiedad, el sentimiento de traición que nacía desde su pecho y se atoraba justo en su garganta, la tristeza de no saber algo tan fundamental en la vida de su propio padre y principalmente, el miedo que le recorría de pies a cabeza. Parecía como si sus instintos le advirtieran que no debía quedarse a escuchar a su padre, que no le iba a gustar lo que dijera y que sería uno de esos momentos que te cambian la forma de ver a una persona muy importante en tú vida.

 

Pero no pudo moverse, sus manos dejaron de temblar y está vez parecían estar congeladas a sus costados; ni siquiera fue capaz de darse la vuelta y afrontar a su padre frente a frente, se quedó ahí, intentando reunir el valor para mirarlo.

 

No supo cuánto tiempo pasó antes de poder obligarse a sí misma a moverse para quedar en una mejor posición, está vez miraba a su padre de frente. No supo qué clase de expresión tenía como para que él la mirara con tanta culpa que nunca antes había visto en su vida; inconscientemente sus labios se fruncieron hacia abajo.

 

El sonido de la voz de su padre quebró la tensión entre ellos.

 

—No pensé… que ibas a encontrarlo tan pronto.

 

Hikari finalmente pudo reaccionar, pero no fue de la mejor manera.

 

¿A que se estaba refiriendo con eso? ¿Encontrarlo tan pronto? ¡Habían pasado al menos más de 20 años antes de encontrar esa foto!

 

Pensamientos como ese calentaron su juicio, se molestó tan rápido que no fue capaz de formular algo coherente que decir. Sin embargo, su rostro enrojecido junto con su ceño fruncido fueron demasiado evidentes sobre su molestia, lo cuál Shu no pudo pasar de largo.

 

Hasta ese momento, Shu no había entrado por completo al ático ya que en primer lugar sólo se había asomado porque escuchó unos cuantos ruidos. Finalmente entró y se sentó a un par de metros de Hikari, cerca de las fotos que la chica había revisado hace pocos minutos.

 

Suspiró profundamente, pues sabía que debía ser muy cauto y delicado al hablar de este tema con su hija; mucho más de lo que nunca había sido. Otro comentario inoportuno terminaría por hacerla estallar en rabia sin darle la oportunidad de explicar lo que sucedió.

 

—Hikari —dijo con el tono más suave que pudo formular, sin lograr que la expresión de su hija se relajara ni un poco—. Créeme que esto no será nada fácil de digerir, pero quiero que tengas la fuerza suficiente y te quedes a escucharme hasta el final.

 

Finalmente la expresión de Hikari se relajó aunque fuera mínimo el cambio, su ceño fruncido no se desvaneció pero su dura mirada ya no era tan intensa.

 

—Esto tampoco es fácil para mí, después de todo es algo que no solo cambió mi vida, sino la de muchas personas que me importan.

 

El tono decaído de Shu volvió a darle a Hikari el mal presentimiento de descubrir algo que no quería ni debía, pero también la llenó de esa curiosidad e impulso de conocer la verdad, lo cuál no la dejó marcharse y dejar las cosas como habían estado hasta ese momento de su vida, en un misterioso vacío.

 

—Esa fotografía es justo lo que parece —dijo Shu en voz baja, cerró los ojos apretandolos y continuó—. Valt y yo fuimos muy unidos por prácticamente toda nuestra vida, la idea de terminar juntos por el resto de ella fue natural para nosotros. Solo fue cuestión de tiempo que tomaramos esa decisión.

 

Hikari continuó escuchando atentamente a su padre, quien comenzó su relato desde la adolescencia que compartió con Valt.

 

Le contó sobre el día en que finalmente habló con Valt sobre sus sentimientos en la plenitud de la adolescencia, las emociones intensas que estaban a punto de desbordarse desde lo más profundo de su corazón y que no podía contener por más tiempo.

 

En una tarde poco calurosa fue que citó al de cabellos azules a buscar unas cuantas piezas de reemplazo para su lanzador. Mientras esperaba en la plaza cerca del complejo donde recientemente se había instalado, Shu miró hacia el cielo notando el excelente clima que había; sonrió pensando que este sería un gran día.

 

Extrañamente no se encontraba nervioso, al contrario; la emoción que lo embargaba era tal que podría llegar a ponerse a saltar de puntitas o a cantar alguna melodiosa canción. Pero como ninguna de esas cosas eran propias de él, solo se quedó ahí de pie, mirando su teléfono para matar el tiempo mientras esperaba la llegada de Valt.

 

—¿Me tarde mucho?

 

Sintió su pulso acelerarse con esas simples tres palabras, afortunadamente logró mantener la compostura y solo le brindo una suave sonrisa a Valt quien, de alguna manera, se miraba mucho más resplandeciente en ese día.

 

Al paso de los años el carisma que tanto caracterizaba a su amigo no había desaparecido como en la mayoría de los casos cuando llega la etapa de la adolescencia, al contrario; está solo había crecido más y más. Por supuesto que ya no dejaba que su ingenuidad e inocencia se notaran tanto cuando estaba en público, pero era uno de los afortunados que aún podían ver esas características de Valt cuando estaban a solas, en el espacio seguro y privado que ambos compartían.

 

Ni que decir de su sonrisa, era lo que más amaba del chico. Cuando le sonreía parecía que te podría asegurar que todo saldría bien, sin importar que tan imposible pareciera la situación; pero al mismo tiempo, llenaba a su corazón de una calidez y alegría que sabía que no podría volver a experimentar con nadie más.

 

No había manera en que dejara ir a este chico.

 

Caminaron juntos por la rivera, un espacio que todavía no había sido invadido por los fans de Valt o los incómodos paparazzis que los seguían a ambos a todos lados. Se sentaron juntos bajo el árbol donde recordaba, Valt entrenaba cuando seguía siendo todo un novato. 

 

Sonrió ante el recuerdo y también ante su situación actual. Si en esos tiempos le hubieran dicho que terminaría enamorándose de su mejor amigo seguramente no lo creería, o quizás si después de analizarlo un poco; después de todo, Valt siempre había sido su persona favorita en el mundo.

 

Pero lo que más importaba en este momento era el ambiente tan romántico que se había formado entre ambos, Shu no lo había planeado de este modo, no era el tipo que se consideraba a sí mismo como alguien cursi por lo que simplemente había planeado declararse cuando sintiera que era el mejor momento de hacerlo, quizás ni siquiera lo haría e iría por todo con un beso.

 

Pero este parecía ser el momento perfecto, con el viento soplando delicadamente y el río reflejando el cielo y al sol. Miró a Valt quien se había quedado callado como él justo después de un chiste que salió de la nada; por un momento se llegó a preguntar si Valt tenía la mínima idea de lo que le quería transmitir en ese instante.

 

Hasta ese momento, Shu nunca estuvo seguro de que Valt sintiera lo mismo que él; el chico seguía siendo denso en cuanto a los temas románticos, en más de una ocasión Shu había intentado sacar a flote el tema pero Valt siempre parecía incomodarse y terminaban hablando de algo más.

 

Suspiró profundamente y miró la mano de Valt reposando en el pasto, justo a unos cuantos centímetros de la suya. Casi escuchó los latidos de su propio corazón cuando empezó a acercarse más y más, su esqueleto vibró cuando finalmente sintió con la yema de sus dedos la calidez de la mano de Valt.

 

El chico desvió su mirada de la copa del árbol hacia él, Shu se alivió cuando no vio desaprobación en ella, solo parecía estar un poco confundido.

 

—Estás un poco frío.

 

Shu instintivamente estuvo a punto de alejarse, sin embargo Valt terminó por envolver su mano fuerte pero con delicadeza.

 

Por supuesto que el albino no se había esperado para nada esa situación, se había convertido en una extraña mezcla entre la banalidad y la intimidad. Pero el cambio abrupto del ambiente no lo haría retroceder a este punto.

 

Llevó la mano de Valt que se entrelazaba con la suya y le dió un suave beso mientras cerraba los ojos; sintió que se sonrojó un poco pero no le importaba en absoluto, lo único relevante era ver la reacción de Valt.

 

No espero nada mejor que lo que vio.

 

El chico era un caos total, su rostro se había pintado de escarlata hasta las orejas, casi podía jurar que veía vapor salirle de la cabeza. Sin contar la mirada incrédula que le daba y el temblor de todo su cuerpo; parecía que quería decir algo pero nada salía de su boca, Shu no pudo imaginar a nadie más tierno en este mundo.

 

Estuvo seguro que su intensa mirada rojiza tuvo algo que ver para paralizar a Valt por esos breves segundos, pero después de un rato el chico finalmente soltó el agarre de su mano y se cubrió el rostro.

 

—¿P-Por qué hiciste eso? —preguntó tartamudeando y en un susurro, Shu sonrió.

 

—No lo sé.

 

Respondió susurrando, marcando aún más el tono grave que adquirió su voz en estos últimos años. Supo que surtió el efecto que esperaba en Valt cuando saltó en su lugar y hundió aún más su rostro entre sus manos, sonrió y se acercó al oído de Valt quien no podía verlo, nuevamente susurró.

 

—¿Te haces alguna idea de por qué lo hice?

 

Está vez Valt soltó un pequeño grito, como el maullar de un minino. Shu no necesito ninguna otra confirmación para saber que Valt se sentía exactamente igual que él.

 

Decidió juguetear un poco más, le estaba gustando mucho abrumar a Valt de esta manera además de que quería escuchar su respuesta.

 

Empezó a besar las zonas de su rostro que el de cabellos azules no podía cubrir con sus manos, como sus sienes y parte de sus mejillas. Valt se revolvió y finalmente descubrió su rostro; miró a Shu e intentó alejarlo, o al menos lo aparentó ya que no usó mucha fuerza en sus intentos.

 

—¿Estás bromeando conmigo? —preguntó tímidamente, parecía esperar que Shu respondiera afirmativamente y todo regresara a la normalidad. Pero el albino lo tomó de las muñecas y acercó su rostro, hasta que solo unos cuantos centímetros quedarán entre ellos.

 

—¿Te parece que bromearía sobre esto? —El albino lo miró seriamente, justo como Valt bien sabía qué hacía cuando era sincero. Unas cuantas lágrimas escaparon de los ojos del menor.

 

—Shu…

 

Finalmente cedió y dejó al albino acercarse, cerró los ojos esperando lo inevitable. Shu se sintió bien recibido y sello el inicio de su relación romántica con una oleada de suaves besos.

 

No hicieron mucho después de eso, solo se quedaron más tiempo bajo ese árbol, dándose uno que otro beso ocasional mientras se abrazaban cálidamente.

 

Shu adoró ese momento en su corazón durante muchos años después, luego sufriría terriblemente ante el recuerdo.

 

Los años pasaron, años en los que ambos compartieron su amor con sus seres queridos siendo aceptados por todos ellos, pareciera que solo esperaban a que finalmente dieran el primer paso por sí mismos ya que nadie se sorprendió por la noticia. Al mismo tiempo, ambos decidieron que era mejor restringir su relación del medio público, preferían mantener su privacidad en este tipo de temas, por lo que nunca se pronunciaron al respecto ante los medios.

 

Ni siquiera el día de su boda.

 

Aquel día fue el más feliz para la pareja, por su lado Shu estaba maravillado ante la propuesta que Valt le hizo de forma inesperada hace unos cuantos meses atrás, durante una de sus muchas visitas que le hacía al chico en el BC Sol. Recordaba que Valt había mencionado algo parecido a “ser su venganza” después de su vergonzosa y abrumadora declaración de noviazgo. Por su lado, Valt parecía feliz y orgulloso de lograr que el increíble Shu Kurenai se quedara a su lado por el resto de su vida.

 

La ceremonia fue hermosa, todos sus amigos y familiares estaban invitados y por supuesto, los medios nuevamente fueron completamente descartados de sus planes.

 

Así, la vida de los que algunas vez empezaron siendo mejores amigos, continuó como una pareja completamente formal en su fase más joven de la adultez.

 

Pero las cosas comenzaron a complicarse a partir de ese punto.

 

Las diferencias que nacieron entre Shu y Valt se marcaron notoriamente con el paso de los años, pues el primero se miraba tan ilusionado con la idea de formar una familia mientras que Valt se negaba rotundamente a ello. Siendo está la primera razón que comenzó a distanciarlos.

 

Y el juicio de Shu se nubló con el pasar del tiempo. Hizo cosas de las que se arrepintió mucho tiempo, pero no tanto como una tarde que llegó a casa, las luces estaban apagadas y el único sonido que escuchó al entrar fue un sollozo lejano.

 

Un mal presentimiento lo invadió y se instaló en su corazón, justo al lado de la culpa constante que sentía desde hace algunos meses atrás.

 

Rápidamente se dirigió a su habitación, donde Valt yacía debajo de las sábanas blancas cubierto hasta la cabeza. Parecía tan pequeño debajo de ellas, casi como un frágil niño.

 

Shu hizo ruido al entrar, provocando que Valt levantara su mirada, inundada en lágrimas y un sentimiento profundo de reproche, traición y dolor. Una combinación tan terrible e intensa que Shu nunca antes había visto y que no olvidaría jamás.

 

Antes de que el albino pudiera preguntar qué sucedía, Valt sacó debajo de las sábanas un folder y lo aventó hacia él, cayendo en el proceso varias fotografías.

 

Todas ellas eran de Shu acompañado de una mujer, caminando juntos, abrazándola, besándola.

 

Y un frío desolador lo dejó congelado; durante los reclamos de Valt no dijo casi nada, cuando le pidió explicaciones quizá dijo algo que no pudo recordar bien, algo que seguramente hizo que Valt tomara sus cosas y no mirara atrás.

 

Dejando a Shu ahí en la soledad, justo como el albino hizo con él durante ese tiempo en que lo engañó.

 

El tiempo siguió pasando, Shu no sabía qué rumbo tomar después de aquella soledad que llegó a él así que solo se le ocurrió llenar ese vacío que Valt dejó trayendo a casa a su nueva amante, sin mencionar la compañía de su hija quien era tan pequeña como para siquiera entender lo que estaba pasando.

 

Los trámites de divorcio fueron difíciles, pues tanto Shu como Valt debían presentarse a declarar los motivos de su separación al mismo tiempo frente al juez.

 

En esas reuniones, Valt nunca le dirigió la palabra, ni una sola mirada.

 

Shu nunca se sintió tan roto como en esos momentos.

 

La decadencia de su salud mental se reflejaba en lo que podría llamar, su hogar. No es que su pareja actual fuera una mala persona, después de todo se dedicaba a cuidar e intentar sostener los cimientos de la casa para que no se viniera para abajo, teniendo la tarea de encargarse de su hija mientras él se embriagaba en su propia miseria. Pero sabía que el tenerla ahí no se sentía como lo correcto, no creía  que encajaba en su vida ni en su corazón; sabía que solo estuvo con ella para satisfacer de alguna manera sus sucios impulsos que no pudo dejar en Valt.

 

Una noche ella se ausentó por un corto periodo de tiempo, pues necesitaba hacer unas compras de último minuto. Al estar a pocas cuadras del apartamento donde residían, ella escuchó el barullo y las sirenas de las ambulancias dirigirse rápidamente hacia algún lugar.

 

Sabía que algo no estaba bien, debía tratarse de su apartamento.

 

Confirmó las sospechas cuando vió una gran columna de humo alzarse justo en el último piso del edificio donde residían. En su hogar.

 

Shu no dejó de culparse el resto de su vida por el accidente, pues él fue quien descuidó la instalación eléctrica cuando en medio de su embriaguez, derramó alcohol sobre ella y el incendio comenzó. Pensó que estaba alucinando al principio por los efectos del alcohol en su sistema, incluso si en algún momento llegó a pensar que las llamas y el calor que lo rodeaban eran reales, estaba dispuesto a dejarse morir en ese mismo instante.

 

Pero unos llantos lo detuvieron.

 

Su hija.

 

Reaccionó ante el llamado de auxilio que la pequeña bebé de tan solo seis meses le hacía, pidiendo ayuda, ser rescatada.

 

Corrió entre las abrasadoras llamas, sintiendo el insoportable calor rodeándolo, pero eso no iba a detenerlo. Entró a la habitación de la pequeña bebé, la tomó en brazos y la protegió lo mejor que pudo con su propio cuerpo, sabía que era más peligroso intentar escapar a quedarse a ser rescatado así que la cubrió lo mejor que pudo, recibiendo el fuego en el lugar de su hija.

 

Dió su mejor esfuerzo para no desmayarse por el humo, no quería aplastarla.

 

Cuando los bomberos llegaron, se las dio teniendo la certeza de que ellos la pondrían a salvo y finalmente cedió a la inconsciencia, sintiéndose reconfortado al ver que había logrado cuidar aunque sea de su pequeña bebé.

 

Despertó en el hospital, Wakiya y Rantaro entraron después de que el doctor le dijo que estaba fuera de peligro por el momento. Ellos le explicaron lo que sucedió después, cómo fue rescatado por los bomberos casi al mismo tiempo que sacaron a Hikari y también, se encargaron de darle las malas noticias.

 

Su cuerpo estaba lleno de quemaduras graves, tenía mucho tejido muerto y dañado que debía ser tratado, sería una recuperación muy difícil que duraría años; eso sin contar lo que sufrió Hikari.

 

Shu se sintió tan inútil e impotente cuando le dijeron que ella había perdido tres dedos. A pesar de que le habían dicho que pudo llegar a perder sus extremidades de no haber sido por él, no podía sentirse mejor en absoluto.

 

Y cuando finalmente pudo verla después de ese incidente, decidió que no volvería a dejar que sufriera por nada, siempre estaría ahí para ella.

 

Incluso si por dentro se quería morir, debía vivir para asegurarse que ella estaría bien.

 

No le importó tener que ir a juicios para demostrar que seguía siendo apto para su cuidado después del accidente, no le importó el escándalo mediático que surgió a partir de ese momento pues, hasta ese momento no había declarado tener una hija y las circunstancias solo sirvieron para alimentar a los medios. Tampoco le importó que su anterior pareja se cansara y lo dejara después del incendio.

 

—Solo me importabas tú —dijo Shu al terminar su relato, miró a Hikari en todo momento esperando su reacción.

 

No hubo palabras después de eso.

 


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