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Nuestra luz por aisaka-san

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Aiga y Ranjiro se apresuraron en encontrar la puerta de la cabaña, Kazuki estuvo a punto de seguirles el paso pero se detuvo en cuanto notó la ausencia de alguien.

 

Volteó para mirar a Hikari quien retrocedía con una expresión en blanco en el rostro, las manos le temblaban como gelatina y parecía que las piernas iban a fallarle en cualquier momento. Por otro lado se escuchaba el llamado que Aiga hacía a la persona dentro de la cabaña, aún sin encontrar la entrada; solo decía una y otra vez quién era para crear alguna especie de confianza con el sujeto al interior independientemente de quién se tratara.

 

Todo estaba ocurriendo muy rápido, se notaba que Hikari no podía con la situación así que Kazuki decidió que se quedaría con ella hasta que se sintiera mejor.

 

—¿Qué pasa? —preguntó acercándose a la chica, ella lo miró con una expresión incomprensible para el chico, pero aun así esperó pacientemente a que la chica respondiera.

 

—Yo… Yo no creo que esto sea una buena idea —dijo pasando de lo que parecía una calma irrevocable a la desesperación en poco tiempo.

 

—¡No! Hikari, no pasa nada —Kazuki se acercó a ella con rapidez, tomándola de las manos con suavidad pero la chica no pareció relajarse ni un poco.

 

—Esto está mal —Hikari escuchó los murmullos de Aiga a lo lejos así como el silencio que vino después de ello, luego otra voz respondió a ese llamado y eso terminó por alterarla aun más—. ¡Yo no debería estar aquí!

 

Hikari giró sobre sus pies y salió corriendo, Kazuki no pudo reaccionar a tiempo para detenerla y en medio de la preocupación y el miedo de que fuera a sucederle algo a la chica, solo atino a gritar su nombre con fuerza.

 

—¡Hikari!

 

El grito no logró que Hikari retrocediera ni se detuviera un poco, sin embargo sí logró llegar a otras personas que se hicieron presentes en cuestión de segundos.

 

—¿Qué pasó? ¿A dónde fue Hikari? —Aiga preguntó tan rápido como llegó, Kazuki batalló un poco en encontrar sus propias palabras.

 

—E-Ella entró en pánico, corrió muy rápido, no pude detenerla.

 

Su corazón palpitaba apresuradamente, no sabia que hacer si a Hikari le ocurría algo, después de todo él fue quien la alentó a seguir en esa travesía. No esperó mucho a seguir aclarando la situación cuando de un solo salto comenzó a bajar la colina, pero justo antes de llegar a la valla metálica fue detenido.

 

—¡Espera!

 

Se quedó completamente helado al darse cuenta que aquella voz no pertenecía a Aiga ni a Ranjiro, así que debía ser justamente de la persona a quien fueron a buscar en primer lugar.

 

No notó que bajó con lentitud de la valla hasta que sus pies tocaron el suelo; respiró profundamente un par de veces antes de finalmente, darse la vuelta.

 

Detrás del alto pastizal estaba Aiga mirándolo con una expresión preocupada pero algo molesta a la vez, a su lado Ranjiro lo observaba con seriedad, como diciéndole "compórtate para este momento". Finalmente, detrás de ambos emergió otra figura.

 

Se trataba de un hombre un par de centímetros más alto que Aiga, casi de la misma estatura que Ranjiro, vestía ropas sucias y notoriamente viejas, su cabello azul, casi negruzco por la suciedad se complementaba perfectamente con su rostro demacrado y pálido, por el vello facial de su rostro era evidente que el cuidado personal no era su prioridad en ese momento.

 

Vaya que fue una gran sorpresa, si ese de ahí era Valt Aoi entonces Kazuki era el maldito dios del mar. Claramente el chico se puso a la defensiva pues pensó que era un desconocido cualquiera que estaba a punto de atacarlos o algo por el estilo; él no juzgaba a las personas por su apariencia pero dada la situación, no podía pensar en nada más lógico que eso.

 

Pareció que Ranjiro y Aiga notaron su reacción así que se apresuraron a corregir al chico.

 

—Kazuki, no actúes tan impulsivo —dijo Ranjiro en un tono serio y autoritario, el chico como si se tratara de un perro obedeció al instante.

 

—Y-Yo, lo siento tio Ranjiro —balbuceó Kazuki llamando sin querer la atención del supuesto vagabundo—. Es que Hikari nunca ha actuado de está manera, tengo miedo de que pueda lastimarse por hacer algo imprudente.

 

—¿Crees que ella sería capaz de hacer algo así? —Está vez fue Aiga quien captó la atención del vagabundo quien repentinamente pareció comenzar a preocuparse.

 

—No, bueno no a propósito —aclaró el rubio—. Ella suele ser algo descuidada y ahora está muy abrumada, podría hacer algo imprudente.

 

La preocupación y alarma con la que hablaba Kazuki era evidente para todos los presentes, así que decidieron dejar de perder el tiempo ahí y comenzaron a planear qué hacer.

 

—No conocemos bien la zona, así que sería estúpido ir separados para buscarla —Aiga claramente tomó la iniciativa, Kazuki prestó atención—. Ranjiro y yo buscaremos por el este, tú ve con él por el sur.

 

La expresión que Kazuki hizo al escuchar la propuesta demostró a la perfección su confusión y, de cierta forma, el desacuerdo con el plan pues no se fiaba del todo aún con ese desconocido.

 

—Quizás sea mejor que yo vaya con Kazuki —Afortunadamente su tío se dió cuenta de la incomodidad del muchacho, Aiga estuvo a punto de replicar pero no lo logró.

 

—Pienso que es mejor que vaya contigo Aiga.

 

Por primera vez, el “vagabundo” habló dejando a todos los presentes sorprendidos. Si bien era cierto que ya había dicho algunas cosas antes, solo se había limitado a preguntas simples y cortas sin tomar en ningún momento la iniciativa hasta ahora.

 

Kazuki sentía que se estaba perdiendo de algo ya que ambos adultos observaron hacia el hombre de aspecto descuidado por unos breves segundos; Aiga parecía realmente conmovido por alguna razón y una gran sonrisa se plantó sobre su rostro mientras que Ranjiro solo sonrió.

 

Observó también el momento justo en que Aiga y Ranjiro se miraron con complicidad antes de llevar a cabo una última jugarreta.

 

—¿Ven ese mapache de allá?

 

Kazuki y el otro hombre miraron hacia donde Aiga señaló, ninguno sin entender a qué se refería. Pero al momento de devolver la mirada todo quedó claro.

 

—Nosotros tampoco lo vimos —grito Aiga del otro lado de la valla, tanto él como Ranjiro ya estaban corriendo en el sentido en que planearon desde el inicio dejando atrás a sus supuestos acompañantes, asombrados por su audacia en un momento crítico.

 

—¡Oigan! No pueden dejarnos atrás.

 

A pesar de los gritos de Kazuki, ninguno de ellos devolvió la mirada ni regresó como el chico esperaba.

 

Kazuki respiró lleno de nerviosismo, no se confiaba del todo de la persona con la que le tocaría explorar el lugar para buscar a Hikari. Aún así sabía que su amiga era aún más importante en estos momentos que su propia inseguridad así que rápidamente se armó de valor y volteó hacia el adulto.

 

—Tenemos que irnos —dijo en un tono serio para no parecer tan intimidado cómo se sentía, no esperó respuesta alguna y se apresuró en lograr saltar la valla.

 

Al poco tiempo fue seguido por su acompañante quien con un poco de torpeza, logró realizar la misma hazaña que él.

 

—Ya soy algo viejo para hacer esto.

 

Lo escuchó susurrar Kazuki, a pesar de ello no le respondió y continuó caminando, estableciéndose rápidamente como el líder de la expedición.

 

Después de unos cuantos minutos caminando entre la hierba alta y el interminable silencio entre ambos, la incomodidad surgió por si sola siendo algo que Kazuki difícilmente era capaz de tolerar.

 

<<Demonios>>, pensó lleno de frustración, <<Si él es quien creo que es, no debería ser tan malo y darle una oportunidad>>.

 

El chico volvió a mirarlo llamando la atención del sujeto quien lo observó en silencio con mucha menos seriedad que la que Kazuki transmitía, quizás se sentía hasta curioso sobre el muchacho.

 

Kazuki claramente no se confiaba del todo de este tipo, pero sabía que no podía continuar siendo tan hostil con él así que decidió empezar una corta charla.

 

—Cuidado por donde pisa, es fácil resbalarse con este pasto así de húmedo.

 

Quizás el tono con el que Kazuki empezó la plática no fue el más suave ni el más simpático, pero a pesar de ello notó como la expresión de su acompañante se suavizaba un poco y le ofreció una ligera sonrisa.

 

—Es lo que noté, gracias…

 

No terminó su frase, el chico rápidamente se dio cuenta a donde quería llegar y respondió.

 

—Kazuki, me llamo Kazuki Kiyama —Se presentó sonando un poco más formal de lo que deseaba y continuó—. Pero supongo que ya sabía quien soy.

 

—Si —susurró el de cabello casi negruzco—. No te había visto en tantos años, es increíble lo rápido que pasa el tiempo, o eso me gustaría decir.

 

Kazuki lo miró un poco confundido, el adulto se dio cuenta de ello y suspiró para después continuar.

 

—A decir verdad, todos estos años han sido terriblemente lentos para mi.

 

El mayor se quedó viendo por unos breves segundos a la nada, con una afligida expresión en el rostro pero pareció reaccionar a su deplorable estado y nuevamente miró al chico con un semblante más relajado.

 

—Pero eso no importa, cuéntame, ¿cómo han estado tus padres?

 

Kazuki intentó no fijarse mucho en las expresiones de su compañero y aunque era algo malo para fingir, se concentró lo mejor que pudo en su cuestionamiento.

 

—Uh, yo supongo, digo, han estado bien. Eso creo.

 

Era evidente que Kazuki no se sentía del todo bien con el rumbo que había tomado la conversación y esa incomodidad nuevamente los volvió a rodear a ambos, sumergiéndolos nuevamente en el silencio perpetuo.

 

Pero para Kazuki, eso no sería impedimento en continuar averiguando quién era este sujeto así que eligió ser directo.

 

—Tú eres Valt Aoi, ¿verdad?

 

La agresiva pregunta ciertamente descolocó al adulto pues su expresión dejó entrever su sorpresa y confusión. Kazuki por otro lado esperaba casi impacientemente por la respuesta, apretando los puños e involuntariamente respirando con mucha lentitud.

 

El adulto lo miró, sonrió levemente y desvió la mirada hacia algún punto en el suelo.

 

—¿No se nota? —murmuró como respuesta, Kazuki contuvo una risa nerviosa.

 

—A decir verdad, no mucho —Kazuki de inmediato se avergonzó por lo que dijo, así que rápidamente trato de enmendar su error—. Es decir, es que no ha salido mucho en la televisión últimamente y bueno, eso dificulta un poco reconocerlo en persona, además que creo que ahora ha cambiado un poco su estilo, hasta su voz es un poco más ronca…

 

—No hace falta que sigas —El mayor lo interrumpio, le sonrió nuevamente y dijo—. Sé perfectamente que no me parezco en nada a lo que alguna vez fui.

 

Sin duda alguna el rubio se afligió por la afirmación recibida, debido a ello no dijo nada, no quería arruinar más el ambiente de lo que ya había hecho.

 

—Dime —Los pensamientos de Kazuki fueron interrumpidos por el mayor, lo miró esperando a que continuara—. Hikari, ¿Ella acaso…?

 

—¡Allá está!

 

Kazuki no pensó mucho en guardar silencio cuando vio a la chica caminar cerca de ellos, ella notoriamente se sorprendió mucho al ver a su amigo y sin siquiera percatarse de que estaba acompañada de alguien más, nuevamente le dio la espalda y comenzó a correr en dirección contraria, dirigiéndose colina abajo a gran velocidad.

 

—¡Oh no! ¡¡Hikari, alto!! —grito Kazuki con todas sus fuerzas pero sus intentos de advertirla del inminente peligro fueron ignorados por la albina quien no se detuvo en ningún instante.

 

La pesadilla para Kazuki se volvió una realidad cuando vio a Hikari resbalarse en el fango y caer estrepitosamente cuesta abajo; se dio cuenta que en uno de sus intentos por aferrarse a alguna rama cercana, la chica terminó perdiendo su guante al quedar atorado entre los arbustos que no pudieron servirle de soporte. Antes de que Kazuki pudiera comenzar a pensar en bajar por ella antes de que resultara herida, la persona que lo acompañaba ya le llevaba varios metros de distancia haciendo la misma tarea.

 

Valt corría como si su vida entera dependiera de ello, ignorando el dolor que sentía en el cuerpo por no moverse de aquella manera en años así como las múltiples veces en que resbaló y estuvo a punto de caer del mismo modo; procurando siempre levantarse sin importar que. Escuchó los alaridos de dolor que daba Hikari en cada momento mientras no podía detenerse, sintiendo las ramas, piedras y rocas golpearla por todos lados.

 

Decidido, terminó arrojándose sobre el suelo, logrando tomarla del brazo mientras usaba su propio cuerpo como contrapeso. Finalmente el peligro ya había pasado.

 

Hikari respiro agitada, sintiéndose aliviada de que todo haya terminado, de igual forma estaba asustada y avergonzada por las idioteces que hacía. Intentó moverse para ponerse de pie o cambiar a una posición más cómoda pero al intentarlo el dolor la recorrió por completo.

 

—No te muevas —escucho que alguien murmuró y su pulso se aceleró, no reconoció la voz de Aiga, Ranjiro y mucho menos de Kazuki, así que solo una persona tenía que ser la que estaba ahí con ella.

 

Miró con asombro al hombre que la salvó de caer hasta el final de la colina, notando a tan corta distancia la marca que yacía sobre su pómulo izquierdo.

 

Mientras ella lo miraba anonadada, Valt rápidamente se posicionó junto a Hikari mirando que tanto daño había recibido. Casi entra en pánico al ver los golpes, rasguños y cortadas que se había llevado en esa caída de tan solo cuatro segundos que para él parecieron una eternidad. Luego, se detuvo en seco cuando miro la mano de la chica.

 

La miró tan aturdido que Hikari reaccionó, pensando que algo realmente malo le había ocurrido sin que se hubiera percatado.

 

—¿Qué.. Qué le pasó a tus dedos?

 

Hikari sintió a su pecho apretarse en dolor, contuvo con fuerza las lágrimas que sintió emerger y respondió con una voz adolorida.

 

—Tú… en verdad no lo sabes, no sabes absolutamente nada de mi.

 

Valt sintió que en ese preciso instante su corazón caía estrepitosamente en un pozo profundo. La tensión entre ambos era obvia pero afortunadamente Kazuki hizo aparición, arrancando prácticamente a Hikari de los brazos de Valt para acunar en los suyos.

 

—Tú, terca idiota —pronuncio en el tono más falso de seriedad, pues su voz se quebraba en un lamento—. ¿Es que no puedes hacerme caso ni una sola vez?

 

La mirada de Hikari se suavizó y correspondió el abrazo de Kazuki sin importar que tanto le doliera el cuerpo con tan solo hacer eso.

 

—¡Oigan! —escucharon un grito a lo lejos que los sacó de la ensoñación, todos miraron hacia arriba de la colina encontrándose con Aiga y Ranjiro quienes los miraban con gran preocupación—. ¿Están todos bien?

 

Valt miró a Kazuki e Hikari, suspiró y respondió.

 

—Necesitamos ayuda, llamen a una ambulancia.

 

Ranjiro tomó el teléfono mientras que Aiga se acercó rápidamente hacia ellos, su clara habilidad le facilitó la tarea y rápidamente empezó a preguntar que paso. Kazuki quiso abstenerse de responder está vez pero noto que Valt estaba inquieto alrededor de Hikari.

 

—¿Podría… llevar a Hikari a la cima mientras esperamos la ambulancia? —pregunto a Valt sin darle alguna opción a nadie cuando se acercó a Aiga y lo apartó de ellos, explicando que había sucedido.

 

Mientras tanto Valt miró afligido a Hikari, quien desvió la mirada a otro lado sin atreverse a mirarlo directamente de nuevo.

 

Pero se sorprendió cuando sintió a Valt tomarla de los hombros con gran delicadeza para después, alzarla en sus manos como si se tratara de una princesa. Y se sorprendió aún más cuando recordó a Shu hacer lo mismo, levantándola de aquella manera en sus días de infancia cuando fingía quedarse dormida después de jugar con él o antes de terminar la tarea.

 

<<De alguna manera… es como estar en casa>>.

 

Su pensamiento la paralizó y asustó al mismo tiempo, pero no por eso dejó de sentirse cómoda entre sus brazos, sin darse cuenta terminó recostando su cabeza sobre su pecho.

 

Valt por otro lado, sintió una interminable preocupación por Hikari, deseando protegerla del peligro que podría presentarse alrededor, interrogándose una y otra vez sobre lo de su mano y las extrañas marcas en sus brazos.

 

La espera por la ambulancia se le hizo interminable, siendo aún peor el momento en que los paramédicos llegaron y se la quitaron de los brazos, subiéndola a ese sitio tan frío y hostil para llevarla a otro lugar igual de desconocido.

 

—Iré con ella —dijo Aiga apartándolo a un lado, Valt estuvo a punto de replicar pero el castaño pareció adivinar sus pensamientos—. Debes tranquilizarte un poco, ve con Ranjiro y Kazuki. Nos alcanzaran en el hospital.

 

Las puertas de la ambulancia se cerraron e inmediatamente partieron velozmente, dejando atrás a un Valt confundido y preocupado.

 


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