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Nuestra luz por aisaka-san

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—Esto no puede ser real —exclamó Wakiya con asombro e incluso pudo jurar que su pulso se detuvo por un instante.

 

Ante la mirada de todos los presentes, tomó unos guantes de la mesa y se los puso con tanta rapidez que estaban arrugados en sus manos. No le importó mucho más y tomó el layer de aquel bey, la pieza cúspide y fácilmente distinguible entre las demás que habían en la caja.

 

—Papá, es Spriggan —dijo Hikari lo que todos podían apreciar perfectamente pero que ninguno de ellos se atrevía a comentar—. Es tú bey papá.

 

—Increíble —comentó Kazuki en un suspiro, pues nunca pensó que podría llegar a ver tal pieza tan cerca.

 

—¿Cómo es esto posible? ¿Cómo sucedió? —pregunto Hikari quien aun seguía emocionada, miró a los adultos en la habitación notando que a diferencia suya, no se encontraban felices ni emocionados por lo que estaban presenciando. Aún emocionada pero un poco confundida volteo hacia donde su padre, notando que este estaba perdido en sus pensamientos—. Papá, finalmente lo encontraron, ¡Spriggan regreso!

 

Pero para sorpresa suya, Shu no respondió y solo bajo la mirada, no espero a nadie más y salió del laboratorio a un paso apresurado. Hikari y Kazuki se miraron por un breve instante sin saber que pasaba y tuvieron como primer instinto seguir a Shu a donde quiera que fuera, pero fueron detenidos por Rantaro en el acto.

 

—No, ustedes quédense aquí —indicó en un tono serio con el que pocas veces el rubio se dirigía a ellos, por lo que no tuvieron más opción que obedecer—. Yo iré tras él, no se separen de Wakiya.

 

Y tal cual dijo, salió detrás del albino con apuro mientras que Wakiya miraba la situación en silencio; luego dejó al bey en la mesa y tomó una libreta de la mesilla donde empezó a hacer apuntes, mirando cada tanto a Spriggan con detenimiento.

 

—¿Qué acaba de pasar? —preguntó Kazuki a Hikari sacándola de sus pensamientos, está lo miró y negó con la cabeza.

 

—No tengo idea —respondió preocupada, volvió a mirar a Wakiya y al layer en sus manos antes de continuar—. Recuerdo desde niña que mi padre siempre quiso ver de nuevo a Spriggan pero ahora que está aquí se fue.

 

—Es realmente extraño —comentó Kazuki pensativo, miró en la misma dirección que su amiga antes de continuar—. En primer lugar, no entiendo porque tu papá no tenía a Spriggan, quiero decir, era su bey desde que tenía 11 años ¿No es así?

 

—Ahora que lo mencionas es verdad, él me había dicho por qué no lo tenía pero no puedo recordarlo, ha pasado mucho tiempo que hablamos del tema —respondió Hikari razonando cada vez más y más la situación. Repentinamente escucharon el sonido de algo caer al suelo y voltearon en dirección a Wakiya quien hasta ese momento había guardado silencio.

 

El rubio levantó unas pinzas metálicas del suelo que al parecer, fueron las que originaron el ruido. Después de eso volteó hacia ambos chicos y hecho un rápido vistazo detrás de ellos para comprobar que nadie se estaba acercando.

 

—Hikari —se dirigió a la mencionada antes de lanzar un suspiro—. Es cierto que tú padre ansiaba ver a Spriggan, no dudes de eso pero tampoco olvides que en teoría, su bey no estaba perdido, se lo dejo encargado a alguien más.

 

La chica abrió ampliamente sus ojos rojos, ahora empezaba a recordar un poco de la conversación de su infancia que tuvo con su padre.

 

—Papá —Está vez fue Kazuki quien habló—. ¿Estás diciendo que Shu lo que quería en realidad era ver a Spriggan para poder encontrarse con esa persona también?

 

El rubio miró a su hijo y asintió, luego observó a Hikari notando que la chica ya estaba atando cabos en su mente.

 

—¿Recuerdas a quien le dio tú padre su bey, Hikari? —cuestiono Wakiya mirando atentamente a la albina quien asintió levemente en respuesta, se mordió ligeramente los labios y respondió.

 

—A su mejor amigo de la infancia, Valt Aoi.

 

Kazuki guardó silencio ante tal revelación, no podía recordar que Hikari le dijera sobre algo así a pesar de ser tan importante en su apasionada búsqueda por Valt. Miró a su padre quien pareció leer sus dudas y asintió, confirmando lo que la chica había dicho.

 

—Era una promesa entre ambos, no importaba que sucediera. Si uno tenía el bey del otro entonces era más que seguro que volverían a reencontrarse —dijo Wakiya guardando a Spriggan nuevamente en la caja, luego la cerró y se quedó mirándola un buen rato—. Pero entregar las cosas de este modo cortó esa posibilidad.

 

—Pero mi padre no tiene a Valkyrie en ningún lado —dijo Hikari al mayor y este negó—. Entonces ¿quién lo tiene? ¿Cómo esperaban reencontrarse de una forma tan superficial como está?

 

—Hikari, las cosas entre tú papá y Valt no son…

 

Pero Wakiya se detuvo antes de continuar y decir algo que el sabia, no le correspondía revelar. Hikari y Kazuki lo miraron, expectantes de que continuara pero al darse cuenta de que no lo haría, la chica nuevamente estalló en frustración.

 

—¿Qué pasa? ¿Qué pasó entre ellos? ¿Por eso no puedo conocerlo? Es por eso que no quieres que lo siga buscando ¡¿Verdad?!

 

—¡Suficiente!

 

Una voz se dejó sonar en la habitación, todos voltearon hacia la puerta donde Shu miraba a su hija con una expresión severa, detrás suyo estaba Rantaro quien los observaba a todos con la misma seriedad.

 

—Pero…

 

—¡Ya basta Hikar! —detuvo Shu a la chica, dio un par de pasos hasta quedar frente a ella—. He sido demasiado suave y condescendiente sobre el tema contigo, pero ya debes parar Hikari.

 

—Papá, no puedes…

 

—Si puedo y lo haré —El albino la pasó de largo y se acercó a la mesa con Wakiya, sin voltear a mirar a su hija dijo—. Ve al auto y espera ahí.

 

—Papá… —susurró Hikari aun confundida pero también decepcionada y un poco arrepentida por su arrebato, sintió una mano sobre su hombro y vio a Kazuki quien la miraba con compasión.

 

—Vamos Hikari.

 

La albina no dijo más y caminó al lado del chico rubio, salieron de la habitación dejando atrás a los tres adultos a solas.

 

Shu suspiro un tanto irritado a lo que Rantaro se acercó con afán de cambiar el tema de conversación.

 

—Bien, aquí estamos. Es hora de la identificación —comentó mirando a su marido quien asintió y le dio espacio a Shu para que se acercara.

 

El albino así lo hizo y abrió con lentitud la caja. Miro adentro verificando que estaba completo y a diferencia de Wakiya, él tomó las tres piezas y empezó a observarla detenidamente; detallando a través de las bolsas que las envolvían, las superficies de las piezas una a una y recordando tantos momentos agridulces de años pasados.

 

A lo lejos, Wakiya y Rantaro lo observaban en silencio. El primero observó a su esposo y preguntó.

 

—¿Cómo lograste que volviera?

 

Rantaro le sonrió y le guiño un ojo.

 

—Sabes que soy bueno convenciendo a las personas. Solo tuve que recordarle lo mucho que quería volver a ver a Spriggan y si incluso Valt no estaba en este momento, si estaba bien conservado entonces significaba que lo había cuidado bien después de todo. ¿Por qué no venir a comprobar eso?

 

Wakiya parpadeo repetidamente, sorprendido de la audacia de su marido para plantear una razón como esa a Shu.

 

—Vaya, casi 20 años de casados y aun sigues sorprendiéndome —comentó el menor de los dos con tanta honestidad que su halago fue más bien tomado como un insulto.

 

—¡Oye! Yo también puedo tener ideas brillantes cuando quiera, no por nada me decían Audaz.

 

—Te decíamos así por tú audacia de meterte en problemas, en serio, eres como un imán para ellos.

 

—Pff, como sea —dijo el más alto con un ligero escarlata tintando sus mejillas. Luego se puso serio y miró hacia el albino quien seguía analizando al bey entre sus manos—. Ahora lo más importante es averiguar qué es el verdadero Spriggan.

 

—Espero que no lo sea, pero por lo que vi sí lo es. Quizás es el final definitivo de todo esto.

 

Ambos se miraron con la misma expresión en el rostro, tristeza, duda y resignación de por medio. Sus últimas esperanzas de ver a su viejo amigo se habían esfumado en esa pequeña caja.

 

Shu finalmente terminó de ver a Spriggan y lo guardó sin atreverse a sacarlo de sus envolturas para poder armarlo. Cautamente alejó la caja de él y dio media vuelta, mirando a sus amigos y asintió.

 

—Es mi Spriggan —se dirigió directamente a Wakiya y continuó—. Tienes mi permiso de exponerlo en el museo.

 

—Shu, ¿estás seguro de eso? —preguntó el de ojos azules con más seriedad de la necesaria a lo que Shu simplemente asintió y se encamino a la salida.

 

—Espera —exigió Rantaro al albino, este se detuvo pero no volteo a mirarlo—. Se que no debo meterme en estos asuntos pero somos amigos, no puedo pasar algo tan importante por alto. No te gustara lo que voy a decir pero aun así lo haré, habla con Hikari sobre esto, ella merece conocer respuestas, merece saber la verdad.

 

—Rantaro —respondió Shu sin voltear por completo hacia la pareja—. Con todo respeto, es mi hija y yo sabré cómo manejar está situación.

 

—¡Eso lo sé perfectamente! —respondió el de mirada marrón con ímpetu—. Solo digo que si de verdad te importa, guardarle estos secretos por más tiempo es injusto. Ella debe saberlo todo.

 

Shu no dijo nada ni hizo algún ademan en respuesta, Rantaro chisto dispuesto a continuar argumentando pero sintió un apretón en su brazo. Wakiya lo miró y negó rotundamente, deteniendo a su marido, este apreto los dientes pero sabía que tenía razón.

 

Rantaro salió pasando a Shu de largo, no tenia caso seguir en algo que solo terminaría en un conflicto más grande; detrás suyo iba Wakiya quien se detuvo y momento y dejó que su esposo se le adelantara un poco, solo lo suficiente para decirle algo ultimo a Shu.

 

—Normalmente no estoy de acuerdo con él pero está vez tiene razón. Shu, sé que es doloroso para ti pero si este es el final que Valt decidió para su relación, deberías decírselo a Hikari. No voy a obligarte a hacerlo, pero sabes que tienes nuestro apoyo.

 

Dio un par de pasos y se detuvo abruptamente, volteó hacia Shu quien aun seguía con la mirada baja y susurro.

 

—Ambos lo tienen.

 


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