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Nuestra luz por aisaka-san

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Sus piernas se movieron mucho antes que su mente.

 

Cuando menos se dio cuenta, Kazuki ya estaba sosteniendo la mano de Hikari mientras corrían a través de los pasillos del estadio; detrás de ellos una horda de fanáticos desenfrenados los seguían muy de cerca, casi como si fueran estrellas de cine o algo parecido.

 

“¡Es que somos demasiado populares!”, recordó que alguna vez Hikari le dijo eso hace años atrás. Cuando ambos estaban en la cúspide de su éxito con Hikari ganando el título nacional y él siendo el segundo lugar, los fanáticos los perseguían a cualquier lado al que fueran mientras ellos corrían para tener aunque fuera un simple descanso.

 

Con el paso del tiempo las cosas se habían calmado a tal punto en que ambos podían pasearse por las calles sin ser hostigados, un paparazzi ocasional los llegaba a sorprender de vez en cuando pero no era algo del otro mundo.

 

Pero parecía que los incidentes de hoy habían avivado de nuevo esa llama del pasado. Kazuki miró a Hikari quien parecía igual de sorprendida y un tanto arrepentida por lo que había hecho.

 

—¡Lo siento! No lo pensé muy bien, creí que no iban a reconocerme —dijo Hikari con desesperación a su amigo, el hecho de que no dejaran de perseguirlos hacía difícil entablar una buena conversación.

 

—¡Claro que lo harían! La gente aún sigue recordando quienes somos —respondió Kazuki un tanto agitado, no estaban preparados para que algo así sucediera así que la resistencia de ambos estaba decayendo rápidamente.

 

Afortunadamente sintieron un jaloneo que los obligó a cambiar de dirección, apenas y pudieron procesar que habían sido arrastrados a una sala vacía. Ambos chicos se miraron confundidos entre sí pero luego volvieron su atención a los que los habían llevado a ese lugar.

 

Aiga y Ranjiro los observaban atentamente, como si quisieran encontrar respuestas y no encontraran la forma de hacer las preguntas que querían. Por otro lado Hikari se llevó ambas manos a la boca, sorprendida, feliz y emocionada por tenerlos tan cerca como quería; mientras que Kazuki se congeló en su sitio sin saber muy bien que hacer, no sabía si esconderse de ambos evitando sus miradas o simplemente actuar como si fuera una persona más y aguardar la esperanza de no ser reconocido.

 

El silencio en la habitación era palpable, únicamente el barullo que los fanáticos hacían en los pasillos lograba disipar un poco la tensión que nacía entre ellos. De esa forma siguieron por varios minutos hasta que finalmente Aiga dio un par de pasos al frente, acercándose a Hikari con lentitud. Eso claramente alarmó a todos los demás en la habitación pero no dijeron nada, solo se mantuvieron expectantes a lo que pudiera suceder después.

 

—Tú… ¿De verdad eres Hikari Kurenai? ¿La hija de Shu? —preguntó Aiga completamente intrigado, Hikari logró concentrarse un poco más y dejó de lado su admiración por el momento, el tono con el que Aiga hablaba era demasiado serio y sorpresivo.

 

—Yo… ejem. Si, lo soy —respondió ella un poco nerviosa, después de todo estaba un poco intimidada por la presencia de Aiga. A diferencia de la seguridad que demostró tener en el estadio hace algunos momentos, ahora se encontraba inquieta pero expectante a lo que fuera a decirle.

 

Aiga la observaba con detenimiento, se acercó a ella y la miró de pies a cabeza. Hikari notó como la mirada del mayor se iluminaba entre una extraña mezcla de cariño y tristeza.

 

—Creo que has crecido bien, te pareces tanto a Shu. ¿Cuántos años tienes?

 

—Diecisiete años, pronto cumpliré los dieciocho —respondió la chica un tanto avergonzada, después de todo se estaba presentando frente a uno de sus ídolos.

 

—¿En serio? ¿Ha pasado tanto? —preguntó Aiga en voz alta a lo cual la chica lo miró ciertamente confundida.

 

—¿Disculpe? ¿Tanto desde que?

 

Pero no obtuvo una respuesta, Aiga solo retrocedió un poco y pareció callar algo, detrás suyo Ranjiro palmeó su hombro llamando su atención. El rubio asintió a Aiga y este suspiro pesado, nuevamente volvió a mirar a Hikari y habló.

 

—En verdad no es la primera vez que nos vemos. Cuando eras una bebé tú padre quería que te conociera —dijo Aiga en un tono melancólico, Hikari no se sorprendió demasiado ya que había supuesto un escenario como este.

 

—Ah, ya veo. Supongo que era algo normal, después de todo ustedes eran amigos —menciono la chica, Kazuki se dio cuenta que su último comentario iba con toda la intención de sacarle más información a Aiga.

 

—Así es, lo éramos —respondió Aiga con un deje de tristeza. Ambos chicos se miraron sin entender qué estaba pasando o que iba a suceder después de esto.

 

Hace un rato que el revuelo de afuera había dejado de escucharse pero nuevamente volvió el sonido cerca de ellos así que Ranjiro reaccionó.

 

—Es mejor hablar de esto en otra parte, aquí no es seguro —mencionó obteniendo la aceptación de todos los presentes.

 

Una vez que el sonido se disipó nuevamente fuera de la habitación todos empezaron a salir uno a uno, primero Aiga, detrás de él Hikari y luego Kazuki. En ese momento el rubio sintió que un brazo lo detuvo, volteó y miró a Ranjiro quien lo observaba fijamente.

 

—¿Te he visto en otro lado? —preguntó seriamente el mayor, Kazuki se congeló un momento por la impresión, después analizo un poco si estaría bien o mal contarle a su tío quien era en realidad.

 

Decidió que en realidad daba igual a estas alturas, si ya se habían dado cuenta de Hikari entonces no tenía sentido que él siguiera con la farsa. Solo que antes de responder Hikari regresó y lo tomó del brazo.

 

—Andando, ya están regresando.

 

Y así sin decir nada salieron todos del estadio, por supuesto que usando una puerta de servicio y no la entrada principal para no ser molestados nuevamente. Fue ahí cuando Aiga se devolvió hacia los chicos.

 

—No creo que estar en un lugar muy público sea adecuado —comentó a lo que los chicos asintieron—. Estoy alojándome en la casa de mis padres, no está muy lejos de aquí así que si quieren podemos ir ahí.

 

Tanto a Hikari como a Kazuki se les iluminó la mirada, ambos conocían por los archivos de los bladers que el bosque que rodeaba a la casa de la infancia de Aiga fue el sitio donde entrenó y se fortaleció incluso antes de ser oficialmente un blader. Debido a ello es que ambos habían ido ahí hace algunos años atrás y se entrenaron antes de que empezaran sus carreras como bladers.

 

Todos esos recuerdos los invadieron a ambos por igual mientras miraban a través de las ventanillas del auto de Ranjiro el paisaje.

 

—Hikari, ¿recuerdas cuando te caiste de ese árbol? —comentó Kazuki, la chica se sonrojó un poco y asintió.

 

—No tenía tanta fuerza en los brazos. Por cierto, ¿no fuiste tú quien rodó colina abajo como si fuera una pelotita de goma? —dijo la chica con cierta burla, Kazuki solo miró a otro lado.

 

—Creo que me estás confundiendo con alguien más.

 

Aiga se rió un poco ante los comentarios de ambos llamando su atención.

 

—No sabía que ya habían venido aquí.

 

—Así es —dijo Hikari con alegría—. Entrenamos aquí en nuestra infancia, sabíamos que tú lo hacías así que decidimos intentarlo y déjame decir que fue muy, muy duro.

 

Aiga sonrió a modo de decir que lo entendía pero en realidad para él era algo normal, pero repentinamente su atención se desvió hacia el chico quien casi no había dicho nada en todo el camino.

 

—Por cierto, se que eres amigo de Hikari pero ¿puedo saber tú nombre?

 

Kazuki se sorprendió un poco, miró a Hikari quien le sonrió nerviosa; parecía que lo incentivaba a decir la verdad.

 

—Claro —dijo el chico ciertamente inquieto, miró a Ranjiro quien parecía ponerle total atención a su conversación mientras conducía. Tomó un largo suspiro y dijo—. Perdón por no mencionarlo antes, la situación estaba muy alocada. Me llamo Kazuki Kiyama.

 

Un fuerte frenon los sacudió dentro del auto, Ranjiro volteo a mirarlo completamente sorprendido.

 

—¿Kazuki? ¿En verdad eres tú? —preguntó Ranjiro incrédulo, este asintió un tanto avergonzado—. ¿P-Por qué no lo dijiste antes? Has crecido mucho, eras tan pequeño la última vez que te vi.

 

—Sí bueno, supongo que han pasado algunos años desde que nos vimos por última vez —dijo Kazuki sin afán de parecer molesto pero no lo logró, en realidad si estaba un poco enojado con su tío por su descuido de años.

 

Ranjiro no dijo nada, solo miró con cierto arrepentimiento a su sobrino y continuó manejando, murmurando una disculpa a la vez.

 

Después de eso un silencio incómodo se instaló en el lugar, perduró todo el camino hasta llegar al hogar de Aiga.

 

Los chicos se bajaron y esperaron a que Aiga y Ranjiro hicieran lo mismo, se estaban tardando un poco, parecían estar discutiendo algo.

 

—Oye, ¿estás bien? —preguntó Hikari a su amigo de la infancia, este la miró y asintió—. Bien, sabes que puedes decirme lo que sea.

 

Kazuki la miró brevemente, suspiró un poco y dijo.

 

—Si, creo que esto me está afectando un poco más de lo que debería. Creo que me estoy dejando llevar.

 

—Tranquilo —dijo Hikari sonriendo amablemente—. Tómate las cosas con calma, además que sabes que si necesitas alejarte de esto solo hazlo, no me enojare contigo.

 

—No es nada de eso —respondió Kazuki alarmado pero seguro—. Solo es un pequeño drama personal.

 

Hikari lo miró un tanto compasiva, conocía a Kazuki y sabía que estaba guardando algo que no quería compartir, pero no iba a obligarlo a decirle de qué se trataba así que simplemente guardó silencio.

 

Al poco tiempo de terminar con su pequeña charla, Ranjiro y Aiga salieron finalmente del auto y se dirigieron con ellos.

 

—Muy bien chicos, vamos adentro —dijo Aiga guiándolos hacia el interior de la casa que se encontraba algunos metros alejada del granero.

 

—¿No seremos inoportunos con tú familia? —preguntó Ranjiro a su amigo quien negó.

 

—No están en casa, salieron de vacaciones y me dejaron quedarme aquí unos días.

 

Sin más entraron al lugar, el silencio de la casa se volvió un poco más pesado cuando se sentaron en el comedor para continuar con su charla.

 

—¿Quieren agua o algo para tomar? —pregunto Aiga intentando ser un poco amable con sus visitas quienes negaron.

 

—Así estamos bien, creo que hay otras cosas más importantes de qué hablar —dijo Hikari un poco nerviosa, pero eso no la detendría de conocer que sucedía.

 

Aiga suspiro un poco, miró brevemente a Ranjiro y comenzó a hablar.

 

—Bien, creo que es mejor comenzar hablando de tú padre —carraspeó un poco antes de continuar—. El y yo no estuvimos en buenos términos la última vez que nos vimos, por eso nos hemos alejado tanto con el paso del tiempo; de hecho ni siquiera estoy planeando en verlo.

 

—Lamento si soy imprudente —dijo Hikari ciertamente consternada—. ¿Pero podría explicarme que paso?

 

Aiga la miró de la misma forma en que la gente la miraba cada vez que hacía una pregunta sobre su pasado.

 

—Lo siento, eso es algo personal entre él y yo.

 

La chica ciertamente se sintió decepcionada por la respuesta recibida y su semblante decayó un poco, aun así Aiga continuó con su relato.

 

—Pero hay algo que debo contarles, la verdad es que no vine a Japón solamente a un evento de exhibición.

 

La habitación se quedó en un corto silencio que pareció perdurar más para los dos adolescentes. Aiga se tomó un tiempo para continuar.

 

—Vine para buscar a Valt.

 


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