Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La ira de JongIn. por DenisseZepol

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

JongIn echaba de menos a KyungSoo. Sólo habían pasado cuatro horas desde que lo había dejado en casa de Victoria, pero la necesidad de sostener a su compañero en sus brazos lo llenaba de dolor y vacío. Estuvieron de acuerdo en que KyungSoo no se mudaría hasta que consiguiera el apartamento. Ya que su alquiler estaba pagado hasta primeros de mes, ellos tenían más de dos semanas para hacerlo. Era demasiado tiempo en opinión de JongIn. No era un hombre paciente, y menos cuando se trataba de tener a KyungSoo lejos. 


 


—Te veo distraído. — MinSeok tiró a JongIn de su brazo—. No te pago para estar aquí de pie y lucir ojos de bobo mientras piensas en tu novio. 


 


JongIn sabía que MinSeok estaba burlándose. El hombre había intentado realmente con fuerza trabar amistad con JongIn desde que comenzó a trabajar, pero JongIn había llevado su ira a cuestas, manteniéndolos a todos a raya. —Le pedí a KyungSoo que se mudara conmigo. Vamos a alquilar el apartamento de una habitación independiente en mi edificio. 


 


—¿Entonces porqué luces esa ácida cara? Me parece que deberías sacar el palo de tu culo. 


 


JongIn gruñó. Sólo dejó a MinSeok escaparse de algo así porque el hombre era muy viejo. Además, JongIn realmente trataba de pasar página. Pero sabía que tarde o temprano alguien más sacaría sus dientes de sus amígdalas. Lo estaba intentando por KyungSoo, pero demonios si JongIn no sabía que no había cambiado tanto. 


 


—No me gruñas. Guarda eso para tu joven. Ahora, dime que tienes metido en tus calzoncillos. 


 


«Uno de estos días» 


 


—Tengo que esperar dos semanas antes de que pueda mudarse, y no me gusta que KyungSoo viva hasta tan lejos hasta entonces. —Normalmente JongIn era una persona introvertida. Nunca admitiría tener nada más que emociones hostiles... mucho menos unas tan suaves. Pero KyungSoo lo había ablandado por dentro, y JongIn no sabía qué hacer sobre ello. 


 


—Me suena como que es un maldito afortunado. Esto se resolverá. — MinSeok acarició a JongIn en el hombro y se giró para alejarse, pero se volvió atrás, con una mirada extraña en su rostro—. ¿Necesitas el dinero para la fianza? 


 


JongIn estaba anonadado. ¿Por qué sería tan generoso MinSeok después de que JongIn fuese menos que amable en su bar? La pregunta de MinSeok lanzaba a JongIn una cuerda. Odiaba pedir, pero, no tendría que hacerlo. MinSeok se lo había ofrecido. Además, JongIn había olvidado totalmente que se requeriría de fianza para el apartamento más grande. El propietario no la había pedido por el que JongIn vivía ahora. 


 


No había manera alguna que KyungSoo y él pudieran permitirse el coste de mudarse si no tomaba un préstamo de MinSeok. —Lo devolveré. 


 


MinSeok agitó su mano desdeñosamente a JongIn. —No tienes que hacerlo. Es mi regalo para ti y tu novio. Uno de Navidad, Acción de gracias, Hanukkah, o cualquier otra fiesta que tú celebres. 


 


JongIn torció su dedo dentro de su oreja. —¿Dilo otra vez? Podría jurar que me acabas de decir que me regalas el dinero. Debo estar sordo. 


 


—Sabelotodo. A caballo regalado no se le mira el diente. — MinSeok lo fulminó con la mirada antes de alejarse. 


 


Bueno, si esto no era una sorpresa. JongIn estuvo de pie allí atontado durante un momento, ante la generosidad de MinSeok y luego sonrió. Hombre, qué viejo tan loco. Tal vez debería presentarle a MinSeok a Victoria. ¿No sería divertido? JongIn podía ver a Victoria meter en cintura a MinSeok. Sólo aquel pensamiento hizo a JongIn querer juntar al par. MinSeok estaba en sus largos setenta. Ellos se acercaban bastante en edad. 


 


JongIn no podía esperar para contarle a KyungSoo las buenas noticias. Parecía que las cosas finalmente lucían bien para él. Aunque el dinero todavía fuera escaso, KyungSoo y él tenían dos sueldos que ellos podrían usar. La cabeza de JongIn todavía giraba ante la idea de tener un compañero. Simplemente no parecía verdad. 


 


—Estás distraído otra vez —gritó MinSeok desde el otro lado del cuarto. 


 


JongIn se guardó la sonrisita. No ayudaría a su personaje de hombre malo que alguno de estos borrachos lo viera sonreír. Ya era bastante duro mantenerlos bajo control. 


En lugar de irse a casa después de su turno, JongIn decidió caminar hasta el supermercado. No podía esperar hasta las cinco para ver nuevamente a su compañero. 


 


Un beso de buenos días era buena idea. KyungSoo era el maldito mejor besador del mundo, aunque JongIn no tuviera mucha experiencia con los besos. En la entrada se paró en seco cuando vio a un tipo con el pelo castaño rojizo inclinarse demasiado cerca de su compañero. El primer instinto de JongIn fue querer aporrear al hombre con sus puños. Pero JongIn trataba de cambiar. La violencia no podía ser su primera solución cuando se enfadaba. 


 


KyungSoo nunca lo perdonaría. JongIn giró en sus talones y comenzó a caminar por la acera con rápidos pasos. Lo hizo por media calle antes de detenerse de repente en medio de la acera. El pensar en otro hombre tocando a su compañero lo comía vivo. No podía hacerlo. JongIn se volvió y bajó como una tormenta hacia el supermercado. Sus manos apretadas en puños mientras trataba de mantener el control de su oso gris. Su enlace con su compañero estaba siendo amenazado, y su oso quería alejarlo... muy violentamente. 


 


Cuando JongIn volvió a entrar en el supermercado, la caja registradora estaba vacía, así como el frente de la tienda. JongIn caminó por la tienda, comprobando cada pasillo. Estaban todos vacíos. Para un supermercado abierto, el lugar lucía como un maldito pueblo fantasma. Y entonces JongIn oyó algo en el almacén trasero. Siguiendo el ruido, que sonaba como duros roces de cuerpos, JongIn se preparó para lo que encontraría. No sabía si podría realmente controlarse si veía a KyungSoo con alguien más. No tenía ese tipo del control. 


 


Su oso gris traspasaría su línea, y entonces todo el mundo lo pagaría. JongIn caminó entrando en el corredor que daba a la parte de empleados. Inclinó su cabeza y escuchó el ruido de roces de piel otra vez, todavía sin saber a ciencia cierta lo que era o de qué dirección venía. Cuando volvió a escuchar otra vez ese sonido, JongIn lo siguió a una puerta que tenía un cartel anunciando ‘Solo Empleados’. JongIn agarró el pomo y empujó la puerta. Durante un momento, su mundo se estrelló por completo cuando cada sueño que tenía en el mundo se esfumó. KyungSoo estaba en el suelo y el tipo con el pelo castaño rojizo que había visto coqueteando con KyungSoo estaba encima de él. Ellos se besaban. 


 


Por primera vez desde que había oído bajar el mazo del juez condenándole, JongIn sintió lágrimas colmar sus ojos. Se había jurado en aquel momento que nunca soltaría otra lágrima. Y sin embargo, aquí estaban. Aquello sólo hizo que JongIn se cabreara tanto que veía rojo. Tenía el deseo perverso de ver más rojo, preferentemente cubriendo al hombre que besaba a su compañero. JongIn caminó con majestuoso paso a través del cuarto y aferró al tipo por la nuca, arrojándolo lejos de KyungSoo. 


 


Trataría con su infiel compañero más tarde, después de que hubiera aporreado a este intruso hasta llevarlo al coma. JongIn levantó su mano libre para golpear al hombre en la cara cuando un pequeño quejido de KyungSoo lo congeló en su lugar. Echó un vistazo abajo hacia su compañero y lo que vio arrancó el alma de JongIn directamente de su cuerpo. Dejó caer al tipo al que había estado a punto golpear hasta sacarle la mierda y corrió al lado de KyungSoo. Tan suavemente como pudo, levantó a KyungSoo en sus brazos y acunó a su compañero cerca de su pecho. 


 


Los ojos azules de KyungSoo estaban turbios, pero miraron a JongIn con tal alivio que él tuvo que tragar con fuerza sólo para respirar. JongIn no podía hacer que sus dedos dejasen de temblar cuando los levantó hasta acariciar el costado del rostro de KyungSoo KyungSoo. Parecía que era el único lugar que no estaba magullado o hinchado. El rostro de KyungSoo era una masa de contusiones. Su labio inferior estaba hinchado y rajado, un chorrito delgado de sangre goteaba de un corte particularmente feo. 


 


JongIn hizo una lectura rápida del cuerpo de KyungSoo, tanto como pudo sin soltarle. Su camisa estaba medio rasgada, y él tenía varios rasguños rojos oscuros en su pecho. Su pantalón estaba desabrochado, pero el alivio corrió por JongIn cuando vio que no habían sido bajados. JongIn no sabía qué hacer. No sabía hasta donde podría tocar a KyungSoo sin causarle más dolor. KyungSoo tenía que estar muy dolorido. JongIn tenía que ayudarlo, pero no sabía cómo. Sentía que había fracasado completamente en lo que a su compañero concernía. Había pensado que su compañero le estaba siendo infiel. Si KyungSoo alguna vez averiguara lo que había pensado, JongIn no tenía duda de que su compañero lo abandonaría en un segundo. 


 


—¿KyungSoo? —JongIn susurró suavemente—. ¿Puedes decirme donde te duele? 


 


Un grosero resoplido en la esquina del cuarto recordó a JongIn que no estaban solos. Sus ojos se estrecharon cuando su cabeza se giró para contemplar al hombre que había dañado a su compañero. JongIn soltó un bajo gruñido con su garganta y comenzó a bajar a KyungSoo al suelo, así podría ir a arrancarle la cabeza al hombre. El quejido suave de KyungSoo lo frenó.


 


Quiero irme a casa —susurró KyungSoo a través de su enlace—. Por favor, sólo llévame a casa. 


 


KyungSoo... —JongIn comenzó a decir cuando volvió la mirada hacia su compañero. Vacilaba en el borde de su control. Su necesidad de proteger a su compañero, la necesidad de buscar venganza por lo que le había pasado a KyungSoo, todo lo hacía sentir como un tren carguero sin frenos. 


 


KyungSoo aferró la camisa de JongIn hasta que sus dedos palidecieron. 


 


—¿Por favor


 


Tanto como JongIn quería desgarrar al extraño, pieza por pieza, KyungSoo necesitaba que lo cuidase y tenía que mantenerse lejos del hombre que lo atacó. JongIn siempre podría volver a por él más tarde, después de que KyungSoo estuviera en algún sitio seguro. Recogió a KyungSoo en sus brazos y se puso de pie. JongIn fulminó con la mirada al hombre que lo miraba con suficiencia a través del cuarto. Sabía que no ganaría nada con amenazar al hombre. Alguien como la sanguijuela parada delante de él necesitaba una lección práctica para entender la rabia que JongIn sentía dentro. —Regresaré por ti. 


 


—Tócame y te demandaré —contestó el hombre a la vez que le daba a JongIn lo que pretendía ser una mirada amenazante. El hombre falló completamente. JongIn recordó al tipo. Era el cajero. JongIn se reservó aquella información mientras sacaba a KyungSoo del cuarto. 


 


—¿Qué sucede aquí? —Un hombre moreno estaba de pie delante de una oficina, sus llaves colgaban en su mano cuando miró de KyungSoo a JongIn—. ¿Quién es usted, y por qué tiene a mi empleado en sus brazos? 


 


Es mi jefe, Ken — KyungSoo susurró apoyando su cara en el pecho de JongIn. 


 


JongIn estrechó sus ojos en Ken. No le gustaba que alguien lo cuestionara sobre KyungSoo. —Porque uno de sus otros empleados creyó que sería divertido dañar a mi compañero y asaltarlo. 


 


La cuestionadora mirada de Ken se convirtió en cólera directamente ante los ojos de JongIn. Sus dedos se rizaron alrededor de las llaves a la vez que se acercó, su voz sonó como un gruñido. —¿Quién dañó a KyungSoo? 


 


—¿Cuál es su nombre, KyungSoo


 


— DongYoung. 


 


— DongYoung —dijo JongIn en voz alta—. Estaba atacando a KyungSoo cuando entré en la sala de descanso. 


 


Ken asintió, girándose abrió la puerta de su oficina. JongIn comenzó a andar hacia la salida cuando Ken salió de su oficina y lo detuvo. —Estoy llamando a la policía. No vayas a ningún lado. 


 


—¿Por qué? No he hecho una maldita cosa mal, aunque quisiera asesinar a DongYoung con mis propias manos. 


 


Ken pareció sorprendido, pero sacudió su cabeza. —Los policías son para DongYoung, pero guardaré su confesión para mí mismo. 


 


JongIn nunca había tenido un policía de su lado. Por lo general ellos lo interrogaban como si fuera el criminal. ¿Harían ellos lo mismo ahora? JongIn no quería quedarse para que lo acosasen, pero sabía que si dejara a DongYoung irse impune, buscaría venganza. Y realmente trataba de no volver a prisión. Tenía un compañero que cuidar. Si iba a prisión no podría dedicarse a mantener a KyungSoo seguro. 


 


Lo haría aunque verdaderamente no quería hablar con los policías. Su tiempo en la prisión todavía estaba demasiado fresco en su mente, y cuando pensaba en los policías solo lograba enfadarse. 


 


—Ellos están en camino. Traiga a KyungSoo a mi oficina. No quiero una confrontación con DongYoung mientras KyungSoo está cerca de él. 


 


JongIn entró en la oficina de Ken, y el sentimiento de asfixia lo hundió. Su apartamento era diminuto, pero JongIn sabía que podría salir de él en cualquier momento. Saber que debía quedarse pegado en este espacio apretado y hablar con los policías le infundía pánico. Podía sentir que su corazón comenzaba a correr mientras que sus nervios se anudaban duros como acero. 


 


—¿Qué está mal? — KyungSoo preguntó cuando sintió crecer la tensión en los brazos de JongIn—. ¿Por qué tiemblas


 


—No me gustan las oficinas pequeñas o los policías. 


 


Podemos marcharnos. No tenemos que quedarnos, JongIn. 


 


Apreció el gesto más de lo que podría expresar alguna vez, pero esto no era sobre él. KyungSoo necesitaba que castigaran a DongYoung por lo que le había hecho. Echar un vistazo a su compañero y ver las contusiones sólo le recordó lo que tenía que hacer. 


 


—No, si la policía no se encarga de DongYoung, yo lo haré. Prefiero que esto quede en manos de la ley. —Sólo esperaba que ellos no trajeran a DongYoung por aquí. 


 


JongIn no estaba seguro de poder controlarse. Luchaba justo ahora para impedir a su oso hacerse cargo. Observar a su compañero magullado y asustado hacía a JongIn, y a su oso, enloquecer. 


 


—La policía está aquí —dijo Ken asomando su cabeza por la puerta de la oficina—. Uno de ellos fue a hablar con DongYoung. El otro está aquí mismo. — Ken retrocedió, permitiendo al policía entrar en el ya apretado espacio. 


 


—¿Quién de ustedes fue agredido? —preguntó el policía. 


 


— KyungSoo —JongIn respondió por su compañero. Llevó la mayor parte de la conversación, pero KyungSoo tuvo que escribir lo que había sucedido hasta que JongIn los encontró. Cuando JongIn escuchó a su compañero. Ya que KyungSoo expresaba mentalmente lo que pasó a la vez que lo escribía, JongIn se sintió enfermo del estómago. 


 


DongYoung había hecho varias jugadas y se volvía cada vez más agresivo, y KyungSoo no le había dicho una palabra. JongIn sintió que le había fallado a su compañero. 


 


—De acuerdo, tengo su declaración oral y su declaración escrita —dijo el policía. 


 


—¿Qué va a pasar con DongYoung? —JongIn preguntó cuando volvió a coger a KyungSoo en sus brazos. No le preocupaba lo que pensaran los demás. KyungSoo era su compañero y lo necesitaba. 


 


—Le detendremos por asalto agravado. Tenía un cutter para cajas en su bolsillo, y hay sangre en él. 


 


—Pero no usó un cutter en KyungSoo —advirtió JongIn. 


 


—Pero con eso lo retendremos. Tenemos que enviar el cutter al laboratorio para ver si es su sangre. Afirma que se cortó trabajando. 


 


—¿Y KyungSoo? —preguntó JongIn. 


 


—Tengo su declaración escrita. El fiscal se hará cargo del caso desde aquí. 


 


JongIn echó un vistazo hacia la puerta de la oficina cuando vio a DongYoung pasar esposado. Nunca se había alegrado tanto de que la ley finalmente estuviera a favor suyo y de KyungSoo. Pero eso no detuvo que un bajo gruñido escapara de sus labios. El policía se dio vuelta hacia JongIn, una ceja se elevó lentamente. Ken sonreía nerviosamente mientras acompañaba al policía fuera de su oficina. 


 


—¿Podemos irnos a casa ahora


 


JongIn se inclinó y besó a KyungSoo suavemente en su mejilla. —Sí, podemos irnos de aquí. 


 


—¿Tú volverás, verdad? —Ken preguntó cuando se encontró con JongIn y KyungSoo en la puerta—. DongYoung ha sido despedido. No tienes que preocuparte más por él. Sólo lamento no saber de antemano que te acosaba. 


 


Dile que regresaré. 


 


¡Infiernos, no! 


 


JongIn, díselo —dijo KyungSoo más firmemente, sus labios tan apretados, que en opinión de JongIn lucía malditamente doloroso. No quería que su compañero sufriera más de lo que ya sufría. 


 


Bien —JongIn echó un vistazo a Ken que lucía un poco preocupado—. KyungSoo regresará. —Y luego se inclinó más cerca de Ken—. Y mantendré un ojo sobre él. 


 


Ken asintió, su mandíbula apretada cuando echó un vistazo a KyungSoo y luego la sostuvo en JongIn, con una fuerte resolución en sus ojos. —Yo también. 

Notas finales:

Gracias por leer. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).