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La ira de JongIn. por DenisseZepol

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KyungSoo trató de no estremecerse cuando el extraño tocó su hombro para mostrarle una cama. Con el clima tan frío, KyungSoo no había tenido otra opción que ir al refugio de gente sin hogar más cercano. Estaba prácticamente helando. No le agradaba la idea de dormir con tantos extraños. No tenía nada de valor, pero aun así KyungSoo estaba asustado. No le gustaban las miradas que algunos hombres le estaban dando. 

 

Intentando envolverse mejor en la delgada y áspera manta gris, KyungSoo supo que no iba a conseguir dormir. Sin embargo, su estómago estaba lleno. En el refugio lo habían alimentado. Con su pequeño cuerpo no se necesitaba mucho para llenarlo. Daba gracias por eso ya que la porción que servían era bastante escasa. KyungSoo se preguntó lo que JongIn estaría haciendo ahora mismo. Era muy probable que, a esta hora ya estuviera en el trabajo. 

 

Su compañero probablemente ni siquiera pestañeó cuando KyungSoo se marchó. ¿Era tan difícil querer a KyungSoo? Girándose, KyungSoo vio a un hombre mirarlo estrechamente. El hombre tenía esos duros ojos, del tipo que gritaba ‘poco fiable’. Bajando sus ojos, KyungSoo esperó que el hombre volviera su interés hacia otra parte. No era un luchador. KyungSoo no poseía las habilidades para defenderse adecuadamente. 

 

Ni siquiera podía cambiar completamente. ¿Qué tipo de maldito oso era de todos modos? KyungSoo odiaba el que no pudiera cambiar. Había sido un problema al recorrer las solitarias carreteras. Todo lo que podía hacer era tratar de encogerse y rezar para desaparecer del radar de los demás, mientras estuviera en el refugio. 

 

Antes del amanecer KyungSoo era un bulto de nervios destrozados. No sólo era que no hubiera podido dormir, sino que además tenía que dejar el refugio durante el día. Esas eran las reglas. Estaba tan cansado. Todo lo que quería hacer era volver a acostarse y conseguir unas horas más de sueño. El hombre con los ojos poco confiables no lo había molestado, pero sin embargo, KyungSoo había mantenido un ojo abierto toda la noche. 

 

Cuando salía del refugio, KyungSoo fue detenido por uno de los hombres que trabajaban allí. —¿Puedes entrar en mi oficina? — KyungSoo cabeceó y lo siguió, tomando asiento dentro de la pequeña y abarrotada oficina—. Uno de mis amigos es encargado en el supermercado calle abajo. Le hablé esta mañana sobre ti. Tiene un trabajo de reponedor, si estás interesado. Piénsalo bien, no suelo ofrecerles esto a la mayoría de los que vienen aquí. Porque la mayor parte de los hombres que buscan refugio aquí no tienen deseos de trabajar. Dime si me equívoco, pero te veo como alguien que sí lo tiene. 

 

KyungSoo rápidamente asintió. Ahora podría conseguir dinero para alquilar un cuarto y comer. Estaba agradecido de que algunas personas aun mostraran bondad. El trabajo podría no pagar demasiado, pero KyungSoo no era melindroso. 

 

—Entonces lo llamaré. Aquí está la dirección. Ve allí y lo buscas. Su nombre es Ken. 

 

KyungSoo agarró la tarjeta de visita que el hombre le ofreció, leyó la dirección y, entonces, sonrió al hombre que le ofrecía un trabajo. Sacudió la mano del hombre y se apresuró a salir de la oficina. 

 

KyungSoo se sintió nervioso durante todo el trayecto en autobús. ¿Y si no conseguía el trabajo? ¿Qué haría entonces? Volver con JongIn no era una opción. KyungSoo no era un felpudo que llevaran de acá para allá. Realmente tenía su orgullo. Sabía cuando no lo querían. KyungSoo entró en el supermercado y entregó la tarjeta a una cajera. Ella llevó a KyungSoo a la oficina trasera, regresando a KyungSoo su tarjeta. El hombre sentado detrás de su escritorio se puso de pie cuando KyungSoo entró y estrechó su mano. 

 

—Soy Ken. Estaba esperándote. —Ken agitó una mano hacia un asiento, para que se sentara, delante del pequeño escritorio metálico. El cuarto estaba tan abarrotado como la oficina del refugio—. Oí que buscas trabajo. 

 

KyungSoo rápidamente asintió. 

 

—También me dijeron que eres mudo. 

 

KyungSoo sacudió la cabeza otra vez. 

 

—Bien, puedo ponerte a trabajar como reponedor. Podría contratar a otro cajero, pero necesito más a un reponedor. 

 

En otras palabras, Ken no quería un mudo en las cajas. Estaba bien para KyungSoo. No quería pasar la mayor parte del día tratando de comunicarse con los clientes. Ser reponedor era el trabajo perfecto para él. 

 

—Entonces puedes comenzar por la mañana. 

 

KyungSoo no pudo detener la sonrisa que se le formó cuando sacudió enérgicamente la mano de Ken. 

 

*****

 

Dos meses habían pasado desde que KyungSoo había encontrado a su compañero. No había visto a JongIn desde la mañana en que abandonó el apartamento del cabeza hueca, y KyungSoo había echado de menos al enojado oso más de lo que alguna vez creyó posible. Había tantos cambios en su vida, y quería compartirlos con su compañero. 

 

Había contestado un anuncio del periódico, y ahora vivía con una anciana que era lo suficientemente agradable como para alquilar un cuarto a alguien como él. KyungSoo había estado malditamente contento de salir de aquel refugio. El hombre con los ojos poco fiables había seguido mirándolo mientras estuvo allí, pero por suerte nunca intentó nada. 

 

Había una cosa buena de alquilar un cuarto allí, no tuvo que preocuparse por las comidas. Victoria, la anciana dueña de la casa, estaba decidida a engordarlo. No paraba de decir que KyungSoo era solo piel y huesos. Victoria sabía que no podía hablar, pero esto no la detenía de charlar a su alrededor. La escuchaba, aunque realmente no entendía la mayor parte. 

 

‘Eran balbuceos de una anciana. Sin embargo, comenzaba a adorarla’. 

 

Los pensamientos de KyungSoo volvían a su compañero la mayor parte del tiempo estuviera en el trabajo o en casa. Para este momento, KyungSoo ya se habría movido a la siguiente ciudad, pero sabiendo que su compañero estaba aquí, KyungSoo se quedaría. JongIn podría no quererlo, pero estar en la misma ciudad hacía que KyungSoo se sintiese conectado a JongIn aunque fuese de un pequeño modo. 

 

En este momento, estaba sentado en un cuarto al cual Victoria llamaba ‘sittingroom’. KyungSoo no entendía esto. ¿Las personas no se sentaban en todos los cuartos en una casa? Era casi como llamar al cuarto ‘living room’. ¿Las personas no vivían en cada parte de sus casas? No tenían sentido para KyungSoo. 

 

Victoria lo acarició en la rodilla para ganar su atención mientras le ofrecía una taza de té. — Conozco esa mirada, joven. Estás enamorado. ¿Entonces... quién es el hombre afortunado? 

 

A KyungSoo le sorprendió que supiera que era gay. No se lo había dicho ni a ella ni a nadie. No estaba avergonzado de ser quien era, pero la comunicación ya era bastante difícil. ¿Qué señal debía hacer para decir que era gay? Tenía algunas ideas, pero ninguna lo bastante apropiada como para mostrársela a Victoria. 

 

KyungSoo interiormente se rió tontamente ante la imagen. 

 

—Cierra tu boca, joven. No hay necesidad para que estés tan sorprendido. Una mujer sabe estas cosas. —Ella le guiñó un ojo y tomó un sorbo de su té—. ¿Entonces quién es él, un compañero de trabajo? 

 

KyungSoo sacudió su cabeza. No, aunque DongYoung, el cajero principal, lo había invitado a salir, KyungSoo se había negado. A sus ojos, estaba apareado. Ningún otro lo satisfaría ahora. Su compañero podía no haberlo reclamado, pero KyungSoo no lo engañaría, aun si eso significaba que estaría solo el resto de su vida. 

 

¿Estaría solo JongIn? ¿Tendría a alguien para calentar su cama? ¿Habría llevado, JongIn, a alguien a su pequeño apartamento? El pecho de KyungSoo se contrajo al imaginar a alguien más en los grandes brazos de JongIn. 

 

Frotó su mano a través de su esternón, la imagen de JongIn haciendo el amor con alguien más era angustiosa. 

 

—Ahora, querido, no puede ser tan malo. Dile a Victoria por qué ese hombre rompió tu corazón. ¿Sabe qué estás interesado? — Victoria se rio tontamente. 

 

—¿Quiere hacer cosas traviesas para las cuales no estás listo? 

 

‘KyungSoo no mantendría una conversación sexual con una mujer de ochenta años’. Eso no sucedería. Sonrió cortésmente a Victoria y luego pidió disculpas para ir a prepararse para el trabajo. ‘Dejaría que su mente vagara por las posibilidades’. Eso le daría algo que hacer. 

 

—Terminarás contándomelo, KyungSoo. — Victoria se rio tontamente desde la sala. 

 

KyungSoo puso sus ojos en blanco. «Eso no pasará». Por una vez, estuvo complacido de ser mudo. KyungSoo todavía se reía silenciosamente entre dientes mientras se preparaba para el trabajo. Llegó a trabajar con tiempo de sobra y trabajó durante toda la mañana. 

 

Le gustaba su trabajo. Era fácil, y la mayor parte de las personas nunca lo molestaban. Caminaba alrededor de la tienda mientras colocaba las estanterías y ayudaba a la gente mayor a llevar sus comestibles a sus coches. Era un trabajo que lo satisfacía. Cuando acabó su almuerzo, KyungSoo guardó el recipiente vacío en la bolsa de viaje que Victoria había insistido que usase para llevarlo. 

 

También se aseguraba de embalarle el almuerzo justo después que lo cocinaba. KyungSoo no sabía lo que habría hecho sin ella. Era una joya de mujer. KyungSoo echó un vistazo a DongYoung, que almorzaba al mismo tiempo, cuando el hombre aclaró su garganta. —Deberías venir conmigo al club esta noche. Bailar y beber suena perfecto. 

 

KyungSoo empujó los recipientes plásticos en su bolso, sin hacer caso a DongYoung. 

 

El hombre no tomaría un no como respuesta. Parecía que el tipo no registraba el rechazo. DongYoung no era un hombre de mal aspecto. Tenía un bonito cabello castaño rojizo y ojos en forma de almendra que mostraban algún rastro de ascendencia asiática en sus genes. Pero KyungSoo sacudió su cabeza, porque sin importar lo lindo que DongYoung fuera, la respuesta seguía siendo no. 

 

—Bien, sigue viviendo una vida de solterona con esa vieja —escupió DongYoung mientras se giraba y salía como un vendaval del salón de empleados. 

 

KyungSoo guardó su bolso en su armario y volvió a trabajar, las palabras de DongYoung lo habían afectado más de lo que le hubiera gustado. Si JongIn no lo quería, entonces, estaba condenado a una vida de solterona como DongYoung afirmó. KyungSoo echaba tanto de menos a JongIn que sentía que su corazón estaba siendo rasgado de su pecho. 

 

«Una sola vez». 

 

Sólo por un momento KyungSoo se iba a permitir ir al bar para echar un vistazo a su compañero. Si JongIn estuviera feliz con otro hombre, entonces eso daría a KyungSoo su final. Tendría que ser capaz de dejar la ciudad con un corazón quebrado y una conciencia libre de culpa. 

 

«Sólo un vistazo». 

 

KyungSoo se fue a casa después del trabajo con el plan de espiar a JongIn más tarde esa noche. Después de cenar con Victoria, KyungSoo se duchó y se puso su mejor ropa, aunque, sabía que su compañero no lo vería, porque planeaba quedarse detrás del bar. Todo lo que quería hacer era ver a JongIn, no enfrentarse a él. Se contempló en el espejo y sonrió. Se sintió bien, y lucía bien. Pero estaba preocupado de lo que encontraría una vez caminara dentro del bar en el que JongIn trabajaba. KyungSoo sonrió con satisfacción. Tal vez JongIn lo vería por casualidad después de todo. ¿Por qué desperdiciar una ropa tan buena? 

 

*****

 

—Cuatro cincuenta — JongIn siseó mientras apoyaba de golpe la botella de cerveza sobre la barra. 

 

—Maldición, JongIn, hemos hablado de tu actitud —MinSeok gruñó mientras cerraba sus puños y los plantaba sobre sus caderas. 

 

JongIn tomó un profundo suspiro en sus pulmones y lo soltó despacio. 

 

Desde la pérdida de su compañero, se había vuelto insoportable, hasta para él mismo. El carácter de JongIn llameaba aún más fácil de lo que habitualmente ya lo hacía. Nadie estaba seguro de su ácida disposición o de su cólera. El cliente delante de él rápidamente tiro unos cinco dólares en la barra, agarró su cerveza, y se marchó. 

 

MinSeok ya lo había amenazado con despedirlo dos veces. En los dos últimos meses había espantado a más clientes de los que a MinSeok le gustaría contar. Le gritó que prefería que destrozaran su lugar, de vez en cuando, a no tener a nadie a quien servir alcohol y comida. 

 

JongIn trató de permanecer tranquilo mientras trabajaba. Francamente lo intentó, pero el conocer a KyungSoo durante una sola noche, y luego actuar como un completo bastardo hacia su compañero, comía vivo a JongIn. Quería sentir a KyungSoo en sus brazos cuando se fuese a dormir. JongIn quería encontrar a su pequeño oso esperándolo cuando regresara a casa del trabajo. 

 

JongIn sólo quería a KyungSoo.

 

No había querido ser un idiota.

 

Si sólo KyungSoo volviera y le diera a JongIn otra oportunidad. 

 

Cada noche JongIn observaba el bar buscando a su compañero. Cada mañana rodaba de la cama y abría su puerta, esperando que KyungSoo estuviera enroscado al otro lado. Había estado tomando el autobús urbano hasta las afueras de la ciudad y luego caminaba millas suplementarias para correr libre en el bosque cercano. El corazón de JongIn dolía. 

 

¿Por qué había sido tan estúpido? 

 

Podía estar amargado por lo que la vida le había hecho, pero encontrar a un compañero era más raro que sacarse la lotería, y hacía dos meses había dejado que sus ganancias se escurrieran entre sus dedos. 

 

JongIn pensó en su delgado compañero. El pequeño oso era tan cariñoso, tan atractivo. Lo que no daría por poner los ojos en KyungSoo una vez más. JongIn quería dormir enroscado alrededor de su compañero cada noche. La cima de la cabeza de KyungSoo sólo llegaba a la mitad del pecho de JongIn. Su compañero era tamaño bolsillo. JongIn se rió de eso. 

 

—¿Puedo pedir una cerveza? 

 

JongIn gruñó. No le gustaba que nadie interrumpiera cuando pensaba en KyungSoo. Recordando la advertencia de MinSeok, JongIn forzó una sonrisa en su cara, y luego sonrió abiertamente hacia el hombre. El tipo tragó visiblemente y retrocedió. 

 

—Luces como si estuvieras a punto de comerte a alguien. —MinSeok se rió—. Tal vez las sonrisas no son tu fuerte. Ve a tomar tu descanso. 

 

JongIn tiro el trapo de la barra hacia MinSeok, con un fingido ceño en su cara, y entonces entró en la cocina para cenar. Después de aquella mañana con KyungSoo, JongIn rehusaba comer chile. Su olor le hacía pensar en el rubio Adonis, y esto sólo lo hacia sentirse más solo. ¿Dónde estaría KyungSoo? ¿Estaría bien? ¿Pasaría frío su compañero o estaría hambriento? Las preguntas y el no saber lo volvían loco. 

 

Apartando su plato, JongIn se preguntó cómo iba a hacer para encontrar a su compañero. Rechazó aceptar la idea de que KyungSoo estuviese perdido para él. Camino hacia la calle a través de la puerta de empleados, y miró fijamente a las estrellas, preguntándose donde estaría KyungSoo y si ambos estarían mirando la luna al mismo tiempo. 

 

«Prometo tratar bien a mi compañero si me lo devuelves». 

 

JongIn miró hacia el cielo nocturno durante unos momentos más y regresó dentro dirigiéndose hacia el cuarto de baño, inseguro de a quién había enviado su pedido. Sólo rezó que alguien lo escuchara. JongIn se sentía atormentado por los remordimientos y sabía que si alguien dañase a KyungSoo, lo despedazaría. Cuando salía del baño, JongIn se congelo cuando el olor a melocotones y canela flotó en el aire. Era apenas perceptible, pero JongIn captó el olor. 

 

JongIn corrió hacia el bar y exploró el cuarto. Tragó algunas veces, tratando de recordar como respirar, cuando descubrió a KyungSoo en una de las oscuras esquinas. Su compañero lucía como si tratara de no ser notado. 

 

Su hombre. Su pequeño oso. Su compañero. 

 

JongIn miró arriba al cielo de la noche durante un momento más y luego entró, limpiándose sus palmas en el frente de sus vaqueros. JongIn apartó a la muchedumbre con un gruñido mientras caminaba hacia KyungSoo. Se paró delante de su mesa. JongIn no estaba seguro de que decir. Se mantuvo allí de pie observando a KyungSoo hasta que su compañero levantó la mirada hacia él. El tiempo se había congelado, y todo lo que JongIn podía hacer era rezar para no joder esta segunda oportunidad. 

 

Con JongIn, eso era una posibilidad. No había nada más que decir. 

 

Los deslumbrantes ojos azules alzaron la mirada a Al JongIn an, buscando en su rostro cualquier señal de ira. Era todo lo que KyungSoo podría buscar porque era todo lo que JongIn le había dado alguna vez. La culpa lo hundió por el modo en que había tratado a KyungSoo. 

 

—¿Estás bien?

 

KyungSoo asintió lentamente.

 

 

—¿Tienes hambre?

 

KyungSoo negó. 

 

JongIn frotó la palma de su mano sobre la parte de atrás de su cuello, de repente inseguro de cómo manejar el ver a su compañero otra vez. Sabía lo que le quería decir, pero el puente entre su cerebro y su boca de repente colapso. Todo lo que podía hacer era contemplar aquellos enormes ojos azules. KyungSoo sostenía la mesa con las yemas de sus dedos, sus labios ligeramente separados mientras contemplaba a JongIn. 

 

— JongIn, te necesito en la barra —llamó MinSeok desde el otro lado del cuarto. 

 

JongIn miró sobre su hombro para ver a MinSeok tratando de mantenerse al corriente de los clientes y supo que tenía que ir a ayudarlo. Su jefe no lucía demasiado feliz, pero MinSeok nunca lo era cuando tenía que manejar solo la barra. Volviéndose hacía KyungSoo, inseguro de que su pequeño oso fuese receptivo, JongIn ofreció su mano y esperó. 

 

KyungSoo mordisqueo su labio inferior mientras miraba desde la mano de JongIn a su rostro. Los ojos de su compañero rogaban, que JongIn, no le hiciera daño otra vez. JongIn había sido un tonto una vez. Rezó para no serlo una segunda vez. KyungSoo soltó su apretón de la mesa y puso su pequeña mano en la palma de JongIn. Podía sentirlo temblar, por el miedo al rechazo si se acercaba a su compañero. JongIn tiró a KyungSoo de la mesa y entonces gruñó a la gente en su camino mientras llevaba a su compañero al taburete que había puesto allí la noche siguiente a que se marchara, dos meses atrás. 

 

KyungSoo se sentó, mirando a JongIn estrechamente mientras que atendía a los clientes hasta que ninguno quedó sin servir. Estirándose bajo la barra, JongIn sacó un cuaderno que había comprado con la esperanza de que un día KyungSoo volviera a él. Deslizándose delante del pequeño oso, JongIn tomó un bolígrafo de la taza delante de la caja y se lo entregó a KyungSoo. 

 

—¿Dónde has estado? Te busqué por todas partes. 

 

KyungSoo garabateó y luego le pasó el cuaderno, una mirada cautelosa llenaba su rostro. JongIn echó un vistazo a la escritura. 

 

«Por ahí.» 

 

Tragarse el orgullo era algo extraño para JongIn, pero sabía que para compensarlo y arreglar las cosas, tendría que tragarse un montón de ello. Sólo con las palabras garabateada, JongIn supo que había herido y enojado a su compañero. No culpó al hombre, ni un poco. JongIn estaba agradecido de que alguien hubiera respondido a su rezo y hubiera enviado a KyungSoo de regreso a él. Ahora todo lo que tenía que hacer era mantener al hombre. Eso parecía un gran logro, considerando que JongIn era un maldito gruñón. Se movió de un pie al otro, preguntándose como pedirle a su compañero que fuera a casa con él. 

 

—¿Necesitas donde quedarte?

 

KyungSoo no se molestó en anotar algo. Sólo negó. JongIn gruñó. —¿Por qué, tienes novio? 

 

Antes de que KyungSoo pudiera responder, una mujer agitó una mano hacia él. JongIn camino hasta la otra punta de la barra, agarró la cerveza que le pidió, y la empujó hacia ella. Si su pequeño oso tuviera un novio, JongIn iba a desgarrar al hombre. Nadie tocaba lo que era suyo. ¿Y qué si él había sido un completo idiota? Aun así KyungSoo estaba predestinado como suyo, y no toleraría el engaño. 

 

Con malhumor, JongIn pisó fuertemente para volver a donde estaba KyungSoo, pero su compañero se había ido. JongIn supo en su corazón que había espantado a KyungSoo. JongIn recitó un párrafo entero de maldiciones mientras pasaba sus manos por su cabello, tirando de unos mechones. Le había dado una segunda oportunidad, y la ira de JongIn lo había hecho volar. No tenía sentido correr detrás de él. 

 

KyungSoo probablemente se había marchado hacia rato. JongIn tomó el cuaderno y notó más escritura en el. Se quedó congelado y echó un vistazo a la página, su corazón golpeando con fuerza en su pecho. 

 

«Trabajo en el supermercado calle abajo. Si realmente quieres verme, deja de lado tu ira y ven a buscarme.» 

Notas finales:

Pequeña nota de traducción: KyungSoo se refiere a un juego de palabras que pierde el sentido en español, sittingroom y living room son lo que en español llamamos comúnmente salas de estar. Sittingroom muy literalmente seria cuarto de sentarse, y living room cuarto de vivir

 

 

 

Gracias por leer. 


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