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Destino por Iztaxochitl

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Notas del capitulo:

Avanzamos!

 

Espero lo disfruten mucho

El timbre de salida retumbó en todos los salones. Era hora de ir a casa y continuar con su vida.


Podía ser alguna clase extraescolar, algún trabajo de medio tiempo, o de manera simplista solo pasar la tarde sin hacer mucho, como lo hacía Mokuba Kaiba.


 


A pesar de ser un Kaiba, heredero de una enorme fortuna y una gran empresa, Mokuba no tenía un pasatiempo especial. Disfrutaba pasar las tardes en su habitación leyendo un buen libro o jugando algún entretenido videojuego. De vez en cuando también salía a pasear en los grandes jardines de la mansión en la que vivían él y su hermano. Pero de ahí en más, carecía de algún interés en particular por alguna otra actividad.


 


Cumplía con su parte en la escuela porque debía hacerlo, pero ni siquiera le gustaba mucho asistir. No tenía amigos, y esa parte le afectaba a profundidad. No es que fuera anti social ni nada por el estilo. Era solo que no le gustaba la gente superficial, que solo hablaba de si misma, o presumía. Y su colegio, al ser uno de los de élite de la comunidad en la que vivía, estaba plagado de chicos y chicas así.


 


Era por eso que prefería estar solo. Y aunque de niño había sido súper social, ahora disfrutaba más el tiempo consigo mismo.


 


Por supuesto que todo esto no lo sabía su hermano. Nunca le había dicho nada acerca de lo que pensaba, pues creía que lo decepcionaría de alguna manera. Prefería guardar silencio y no molestar, y de alguna manera sortear las situaciones cuando Seto le preguntaba acerca de la escuela o sus amigos.


 


De un momento a otro regresó a la realidad, y se dio cuenta que solo un pequeño grupo de chicas permanecía en el salón, igual que él. Se dispuso a guardar todo sus útiles, y cuando estaba por salir del salón, una de las chicas lo detuvo.


 


-Kaiba kun, tienes un minuto?- el pelinegro se detuvo y volteó a ver a las chicas. Eran Hana, Hoshi y Tsuki, 3 de las chicas más populares del salón, y de las que se decían rumores no muy honorables.


 


-Claro, ¿Qué sucede?- contestó sin querer regalarles nada de atención.


 


-Nos preguntábamos si te gustaría acompañarnos de compras. Siempre es lindo ir acompañado de un chico apuesto y amable como tú- Fue Hoshi la que le extendió la invitación. Y casi de inmediato Mokuba supo que lo único que querían esas chicas era un acompañante que les ayudara a cargar sus compras.


 


-Lo siento, estoy algo ocupado el día de hoy. Quizás en otra ocasión- Ante todo, Mokuba era educado. Su hermano siempre le había echo énfasis en ser un caballero, y era algo que ya tenía como programado.


 


-Oh, que mal. Debes de ser alguien muy ocupado, siendo un Kaiba- esa expresión tenía un tono extraño, y el pelinegro lo notó con facilidad.


 


-Pues, no en realidad. Es mi hermano quien se encarga de todo. Yo no hago gran cosa- aunque su intención era zafarse de esas molestas chicas, en realidad hablaba con verdad. Lo único que él hacía para la empresa era probar videojuegos novedosos. De ahí en más, estaba enfocado en su educación, tanto la escolar como el crecimiento propio.


 


-¿Por qué no llamas a tu casa y pides permiso para ir con nosotras? Seguro que nos divertiremos mucho- Hana era persistente.


 


-Lo siento, en verdad no puedo. Tengo que irme. Nos vemos mañana- sin esperar respuesta, dio media vuelta y salió del salón. Se sentía algo sofocado por la situación que acababa de vivir. No le encantaba hablar de si mismo, y menos con gente que consideraba superficial y hasta déspota.


 


Salió de la escuela y buscó a su chofer con la mirada. No lo puso encontrar. Fue entonces que se dio cuenta que era apenas la 1:55 p.m.


De seguro los habían dejado salir un poco más temprano y él ni cuenta se había dado. Podía marcar por celular y su chofer estaría ahí en nada, pero se sentía algo ofuscado y prefirió caminar. Al fin y al cabo, un par de cuadras relajarían su mente y calmarían su ansiedad.


 


Por un momento se preguntó qué pensaría Seto si supiera de su debilidad y su ansiedad. De seguro se sentiría decepcionado de él. ¿Cómo podría él llevar el mando de una empresa como Kaiba Corp si la situación se diera? Rezaba a todos los dioses que conocía que nunca pasar algo así.


 


Levantó la vista y se dio cuenta que había avanzado más un par de cuadras. Entonces se sintió vulnerable y algo inútil. ¿Qué haría si se perdía? Por supuesto que lo más sencillo sería llamar por teléfono a su chofer y tratar de guiarlo hasta él. También podría abrir un mapa en su celular y orientarse por si mismo. Pero de alguna manera sentía que no podría lograrlo.


 


Mierda.


¿Desde cuando se había convertido en alguien tan débil, vulnerable, cobarde... inútil?


 


Sintió pena por si mismo. Sentía como una nube negra por encima de él todo el tiempo.


Hizo lo más sensato. Dio media vuelta y empezó a caminar por donde venía. Y vaya que estaba absorto en sus pensamientos, que había caminado demasiado sin darse cuenta.


 


Unos pasos más adelante, vio una linda tienda al otro lado de la calle. El lugar llamó su atención y cruzó la calle para ver el aparador.


Parecía una tienda de recuerdos. Plumas, almohadas, figuras de plástico y vidrio, juegos de mesa, juguetes y muchos peluches. Eso era tan solo una parte de lo que tenían en exhibición. Todos eran lindos detalles, y Mokuba se alegró al verlos. Fue hasta que su teléfono sonó y lo sacó de su ensoñación.


 


-Diga?... Ah sí, estoy a unas cuadras... Voy para allá... No, no te preocupes, yo voy... No tardo- colgó el teléfono y empezó a trotar hacia la escuela.


 


Se fijo al cruzar, y nadie venía del sentido que debían venir los autos, así que cruzó la calle.


O eso intentaba, porque se desató un caos.


 


-Cuidado!!!!- escuchó un grito cuando estaba a media calle, y volteó hacia atrás, solo para ver un carro venir en sentido contrario y a punto de impactarlo.


 


Mokuba se congeló.


El miedo lo paralizó.


El carro estaba por golpearlo, y justo cuando pensó que iba a sentir el impacto, este llegó desde su izquierda, empujándolo con bastante fuerza, fuera de la trayectoria del auto.


 


Dolió la caída, y también las raspadas que se hizo. Pero estuvo seguro que fue menos de lo que le hubiera sucedido si lo hubieran atropellado.


Entonces volteó, vio el auto que lo iba a arrollar salir a toda velocidad y huir de ahí, una bicicleta en el suelo casi destrozada y un tipo rubio inconsciente.


 


Con la agilidad que su lastimado cuerpo le permitió, se acercó a quien de seguro lo había salvado. Le tocó el hombro y solo confirmó que se había desmayado.


 


Se obligó a si mismo a no perder el control. Sacó su teléfono. Por un momento pensó en hablarle a su hermano, pero sabía que no podría ni controlar su voz, y eso alteraría de sobremanera a su hermano mayor.


 


Entonces decidió hablarle al hombre de confianza de Seto, que también era su amigo.


 


-Atemu al habla- por fin había contestado.


 


-Yami! Ayúdame!- no era su intención gritar, pero su tranquilidad se iba perdiendo. Estaba en medio de la calle, y no sabía con exactitud qué hacer.


 


-Quién habla?- pero que... ¿por qué rayos Yami le preguntaba quién era? Si se supone que su número estaba registrado.


 


-Yami! Soy yo, Mokuba! Necesito ayuda!- una vez más, su voz salió descontrolada. Pero pues no había mucho que pudiera hacer para controlar eso.


 


-Qué sucedió?- justo cuando iba a hablar, el pelinegro se dio cuenta de que por un costado del hombre que lo había ayudado se asomaba un poco de sangre. Cosa que lo alarmó más.


 


-Un accidente! Fue mi culpa! Iba distraído, yo... él se atravesó, y me empujó...- No pudo más, estalló en llanto mientras hablaba. Eran demasiadas emociones en tan poco tiempo.


 


-Dime donde estas- Mokuba una vez más se obligó a calmarse para tratar de hablar bien y no cometer errores.


 


-Estoy a unas 2 cuadras del colegio, hacia el norte. Necesito ayuda Yami! Y rápido!- su voz lo denotó desesperado. Y es que se sentía como un niño de 5 años que no estaba seguro de qué hacer.


 


-Voy para allá, no te muevas- después de esas palabras se escuchó como se colgó la llamada, y entonces el menor de los Kaiba fue consciente de que el ruido de una ambulancia se acercaba. Alguna gente se había reunido en la banqueta, solo observando pero sin atreverse a acercarse.


 


Y ese acto se le hizo de verdad ruin al pequeño Kaiba.


¿Acaso no había nadie que pudiera ayudarlos?


 


Una vez más, movió el hombro del chico rubio, quien siguió sin despertar.


 


-No lo muevas mucho, puede ser contraproducente- con rapidez volteó a su izquierda para ver a un chico con el cabello muy parecido al de Yami.


 


-Esperemos a que se detengan los paramédicos. ¿Tú como estas?- esta vez volteó a la derecha, de donde provenía la segunda voz.


Y vaya que decía ser una broma del destino.


 


Esa voz pertenecía a una chico que parecía de su edad, pero que se parecía muchísimo a su hermano, solo con el cabello verde. ¿De veras? ¿La vida podía ser tan extrañamente cínica?


 


Primero el incidente con sus compañeras de clase, luego el accidente, y ahora los únicos que se acercan a auxiliarlo son un par de tipos parecidos a su hermano y su amigo. Ironías de la vida.


 


Pero Mokuba seguía en shock, y no supo ni siquiera qué responder.


 


La ambulancia no tardó en llegar, y con agilidad y velocidad, un par de enfermeros bajaron y con sumo cuidado revisaron al muchacho rubio.


El Kaiba menor solo podía observarlos.


 


-Ven, será mejor que los dejemos hacer su trabajo- el chico parecido a Yami le tendió una mano, pero el pelinegro negó con la cabeza.


 


-No, quiero ir con él. Necesito saber cómo se encuentra- los dos chicos que habían abordado al pelinegro se miraron a los ojos, y asintieron.


 


-Esta bien. Hablaré con alguien para que te dejen- el que se parecía a Seto se acercó a la ambulancia sin interrumpir el trabajo de los paramédicos, esperando poder hablar con alguien.


 


Subieron al rubio en una camilla y luego a la ambulancia. Prendieron la sirena, y justo antes de arrancar regresó el peliverde.


 


-Bien, irán al hospital central de Dómino. Puedes ir con ellos, o podemos llevarte nosotros- el chico de cabello tricolor asintió, secundando a su evidente amigo.


 


Mokuba se vio entonces en una encrucijada mental. Podía ir en la ambulancia junto con el rubio, a quien no conocía pero sentía que le debía mucho por haberle salvado de ese accidente, o podía ir con ese par de chicos que fueron los únicos que se acercaron a ayudarlo cuando estaba tirado a media calle, de los cuales no sabía nada de nada, y que en realidad le inspiraban algo de confianza.


 


En ambos casos, no estaba su hermano con él, y eso lo hacía sentir inseguro. Cayó en cuenta de que se había vuelto dependiente de Seto en demasía.


 


-Creo... creo que iré en la ambulancia...- fue casi un susurro, que hizo que los dos acompañantes del pelinegro se voltearan a ver, comunicándose con la pura mirada.


 


-Está bien. Yugi irá contigo y yo los veré allá- fue más una orden que otra cosa, pero no les importo. El chico de cabello tricolor ayudó al menor de los hermanos Kaiba a ponerse de pie, y juntos se acercaron a la ambulancia. Subieron y de inmediato partió hacia el hospital.


 


El otro muchacho, el de cabello verde, con agilidad se subió a su camioneta, tomando otro camino para tratar de llegar más rápido que los demás.


 


 


 

Notas finales:

Hermoso día!

Linda noche!


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