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La Sangre Más Bella. por Calcifer98

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Notas del capitulo:

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Capítulo 4.

 

Ravenna estaba eufórica se sentía invencible, ese pequeño rose de labios la habia llenado de energía y aprovecharía cada momento con su ahora esposa para prolongar esa sensación.

En la gran recamara la bruja esperaba por la joven. 

Ciertamente la mujer nunca habia sido fanática de compartir alcoba, pero dado a la aversión que la joven le profesaba, esta era una obligación.

Ravenna sabía que debía pasar tiempo con la niña. De lo contrario nunca conseguiría su corazón.

Y que mejor manera de ganar algo de confianza que compartiendo la cama.

Sería algo íntimo. Algo solo para ellas, y con el tiempo y la audacia suficiente, sus cuerpos se adaptarian, y se convertiria en una necesidad tenersen cerca.

La bruja tenía muy claro que de  la necesidad nace el anhelo.

Ravenna y su ambición eran insaciables. El poder era lo único que la bruja deseaba más que nada y ahora Blancanieves había despertado un lado de su magia que no conocía. Una fuente infinita de vitalidad.

Era tan poderosa que la bruja lo sentía, su cuerpo lo sentía. Eran como si huracanes remolinearan  debajo de su carne gritando por salir y demostrar su majestuosidad.

La comprensión era tangible para la bruja y está sabía que Blancanieves tenía poder. Quizas no como el que ella poseía. El de la joven no era destructivo en lugar de quitar el de la niña daba y Ravenna lo quería todo.

Y pensó que si el toque de sus labios evocaba algo tan magnético. Si poseía el cuerpo de la niña sería la cumbre del poder máximo.

Pero este pensamiento fue descartado tan pronto como llegó. Ella era malvada, era ambiciosa, la muerte misma echa mujer. Pero ella también fue una vez alguien puro.

Pero su inocencia solo le llevó desgracia. 

Ravenna conocía el dolor. Ella fue bendecida con la gracia. Pero ser el diamante más puro solo consiguió que manos sucias quisieran poseerla. Y cuando está bruja al fin se libero de quienes la usaron, su odio era tan grande que nunca pudo perdonar.

Y su único alivio era la venganza.

Así que cuando Blancanieves llegó carisbaja y temblorosa. Ravenna comprendió.

— No vamos a tener intimidad si eso es lo que te aqueja — dijo la mujer mayor comprendiendo el porque del estado de la chica.

El alivio se estendio por el cuerpo de la joven. Llevaba algunas horas deambulando tratando de no pensar en su noche de bodas. Pero ahora con la declaración de la bruja se sentio ligera e incluso agradecida.

— Gracias — declaró la joven con gratitud.

Pero su tranquilidad duro poco cuando vio a la bruja desorganizar la cama y tomar una daga Para empezar acercarse a ella.

— Dame tu mano — ordenó mujer mayor. Pero al ver que la niña no le hizo caso, la tomó con fuerza  y la acercó a la cama. Apunto la daga a uno de los dedos de esta y lo pincho. 

Una vez que la sangre empezó a salir de él dedo dolorido de la niña, dejo su mano a la altura de la mitad de la cama y espero que unas cuantas gotas calleran.

Cuando creyó que eran suficientes con un leve movimiento curo la herida de la chica.

— Ahora nuestra union esta consumada — dijo la bruja — Buenas noche esposa — se despidio la mujer una vez que se acostó en la cama dispuesta a dormir.

Blancanieves aún pretificada por lo que había pasado reacciono y apesar de la duda también  se acostó en la cama lo más alejada posible de la bruja.

Blancanieves era una joven inteligente pero aún así no sabía que pensar de la bruja. Verla con la daga en la mano la había echo recordar a su padre y su cuerpo inerte sin vida y eso la lleno de temor. 

La joven reina se imaginó mil escenarios con solo un resultado posible. Su muerte. Pero esto no había sucedido y tener a la mujer más malvada que había conocido a menos de un metro de distancia era tan irreal.

Todo era tan repentino. Era reina, cosa que había descartado desde hacía mucho. Era esposa, curiosamente de la misma persona que era su verdugo. Era aliada pero compartía la cama con el enemigo.

Así no era como se supone que sería. Cuando la joven escapó del castillo, se imaginó llegando al duque con sed de libertad y una vez que el hierro fuese fundido y moldeado en largas espadas, encillarian caballos con caballeros dispuesto a luchar con ella a la cabeza conduciendo el estandarte.

Pero ella no estaba allí. Ella estaba mortalmente quieta compartiendo lecho con el nombrado angel de la muerte.

Decir que las primeras semanas de las reinas del norte  fueron incómodas sería un eufemismo. Ninguna quiera a la otra, pero ambas se necesitaban. Aunque la reina Ravenna definitivamente estaba más receptiva que la joven.

Todos en el reino desconfiaban de la bruja. Pero el poder militar que está poseía la hacía intocable y esto tenía al duque frustrado.

A pesar de que la resistencia ahora residía en el reino, aún no habían encontrado una vía para desacersen de la bruja. Blancanieves por su parte se había enfocado en evitar a su esposa y  en ayudar y abastecer a los aldeanos en lo que fuese posible pero esto no era suficiente.

La joven enfrentaba un gran problema. Los recursos eran limitados y las tierras eran  improductivas y su consorte no movería un dedo por nadie que no fuese ella misma.

Blancanieves se sentía sola y las cosas no estaban llendo bien. El duque estaba tan sumergido en destronar a Ravenna que no había considerado en guiar a la joven que claramente no estaba lista para tal responsabilidad.

William, su llamado mejor amigo le había dado trato frío e indiferente después de escuchar  hablar a unas sirvientas sobre la mancha de sangre que había en las sábanas de su noche de bodas. Y Erick había vuelto a su cabaña cerca del bosque. 

Blancanieves estaba sola y de cierta forma esto la derrumbó.

Ella quería ser fuerte y valerosa. Quiera ser todo lo que su madre siempre le inculco que fuese. Ella queria ser lo que su pueblo necesitaba pero tenía miedo.

Aunque a esta joven miedo nunca la detuvo.

Bajo una nueva luz, Blancanieves busco a la persona menos probable pero si la mas indicada. La joven decidió que su dolor no mancharia su juicio. Y ella necesitaba de Ravenna.

 

 

 

 

 

 

 

 


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