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Lo que no puede ser profanado por ti (ItaDei) por MekhmenehBahnu

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Notas del capitulo:

Semana nueva, capítulo nuevo.

¡Espero disfruten!

Capítulos para el seggs: 01

Ya había pasado un mes desde la partida de los de la Arena; no debía pensar tanto en Itachi a pesar de haberle dado tantos momentos increíbles. Se sonrojaba solo de recordar todo lo que habían hecho. Estaba seguro de que nadie les había descubierto por lo que los rumores no eran nada de lo que debiera preocuparse.

En realidad lo que más le pesaba era su conciencia. A diferencia de él que intentó ser muy discreto con su falta, Sasuke cada vez se comportaba más como un patán y le daba descaradas pruebas de que ahora tenía otro doncel en su vida. Tal vez los otros no notaron nada, sin embargo estaba seguro de que su esposo sí se había percatado de sus acciones. No podía sacarse de la cabeza que quizá fue él mismo quien lo obligó a buscar cariño en otros brazos al nunca demostrarle que lo amaba y a la primera oportunidad correr hacia Itachi, por esa misma razón no había prestado demasiada importancia al tema.

No entendía este sentimiento. Encontraba inmoral la infidelidad, excepto que no se arrepentía ni hallaba nada vergonzoso en amar a Itachi ni en la manera en que lo habían demostrado. Anhelaba visitar prontamente la Arena, ya había hablado con el Kazekage y le ofreció con toda amabilidad recibirlo cuando él así lo deseara. Estaba seguro que en cuanto lo hablara con Sasuke él sabría que no lo hacía solo por ayudar a esa aldea sino que también lo hacía por su hermano.

Boruto tal vez era la persona a la que más temía decepcionar en el futuro, ahora era un bebé pero pronto crecería y antes de siquiera estar preparado para responder preguntas él se daría cuenta de que sus padres no se querían. Le atemorizaba que algún día lo llegara a odiar, porque si odiaba a alguien definitivamente sería a él; él fue quien nunca amó a Sasuke, agregando que al principio no quería tener hijos y principalmente porque no era su verdadero padre. Por eso lo consentía y mimaba tanto, esperaba tenerlo todo el tiempo posible y alejarlo de Naruto para que no sintiera alguna clase de conexión biológica.

Ya varias veces había discutido con Sasuke ese tema, no podía creer que ese campesino siguiera viviendo en la torre después de tanto tiempo. Aguardaba el día en que se fuera, esa era siempre una gran discusión, tal vez el primer indicio de que todo iría en picada.

 

Esa noche miraba a su hijo dormir tranquilamente, ya pronto tendrían que mudarlo a otra habitación pues la cuna comenzaba a quedarle pequeña. Estaba tan concentrado viéndolo que su corazón casi dejó de latir cuando Sasuke lo tomó por los hombros y lo obligó a alejarse de Boruto.

- ¿Qué te pasa? –Le dijo un poco molesto, era importante cumplir con los horarios de su hijo pero bien pudo pedírselo de otra manera.

- Lo ibas a despertar. –Comenzó a quitarse su uniforme.

- Estás equivocado, no iba a despertar solo por mirarlo. –Se metió en la cama, siempre esperaba a que Sasuke llegara a su habitación aunque le pareció extraño que esta vez regresara con el uniforme puesto, normalmente lo traía en la mano y solía llegar más tarde. Estaba al tanto de que primero pasaba a hacerle visitas a Naruto.

Apagó las velas que quedaban prendidas junto a la cabecera y se cubrió con las mantas ya dispuesto a dormir. Esperaba escuchar el sonido de la puerta abriéndose y cerrándose de golpe para saber que su esposo ya se había ido pero en lugar de eso sintió su cuerpo pegándose al suyo, eso de verdad le sorprendió. Le levantó el camisón para acariciar sus piernas, en ese momento se giró para encararlo.

- ¿Qué haces? –tenía el ceño fruncido.

- Eres mío, te recuerdo. Hace mucho que no estamos juntos –Siguió acariciándolo a pesar de los intentos de Deidara por frenar sus manos –¿No te gusta? ¿Como ya has seducido a Itachi ya no quieres cumplirle a tu esposo?

- ¿De qué estás hablando?

- ¿Creías que te ibas a salir con la tuya?

- ¿Yo? ¿Qué me dices de ti? Todo este tiempo lo has pasado con él, ¿no es cierto? A pesar de que Boruto ya ha crecido lo suficiente ese sigue aquí, hace meses que debió irse. Solo démosle su dinero y que se marche, ya ha hecho aquí lo que debía.

- Él no se irá, no porque tú lo quieras.

- ¿Entonces es verdad no? Ese chico es tu amante, por eso quieres mantenerlo aquí pero no permitiré que me engañes descaradamente y que además me levantes falsos.

- ¿Me vas a negar que todo el tiempo que estuvieron aquí los de la Arena no te encontrabas con Itachi a escondidas mientras Naruto cuidaba a su hijo?

- ¡No es su hijo! Es nuestro y jamás lo descuidé, no pasé con él menos tiempo de lo que paso ahora –estaba a la defensiva, aunque tuviese que mentir no dejaría que Sasuke lo tachara de infiel y mal padre. –Vete, no te quiero cerca.

- Cómo quieras –se levantó y se fue.

Los ojos de Deidara se llenaron de indignación. Estaba muy molesto con la actitud de Sasuke, definitivamente al día siguiente hablaría con Naruto; ya era hora de que se fuera, no lo quería más tiempo cerca de su familia.

 

 

 

Solo había pasado un mes desde que dejaron la Roca pero ni un solo día en que no pensara en Deidara, cerraba los ojos y recordaba cada detalle de los momentos que compartieron ¡incluso podía escuchar su voz! Así de loco estaba por él, anhelaba la ocasión en que pudiera verlo de nuevo en persona. Sabía que de momento era imposible, esos recuerdos debían bastar y mesurarlos hasta su próximo encuentro.

De tanto repasar a detalle su estancia en esa aldea le hacía pensar si de verdad fue así de real o tan solo una jugarreta de su mente. ¿Sería soberbio de su parte creer que ahora Deidara estaba dispuesto a pelear por él y por su relación? Así lo sentía.

Pero también cuando pensaba –y sobre pensaba –fríamente su situación se daba cuenta que esa relación resultaba conflictiva. Acaso Deidara era de verdad consciente de todo lo que arriesgaba, porque para ser sinceros él no tenía absolutamente nada que perder pero Dei tenía un nombre y posición que mantener.

Sí, estaba seguro que Deidara tenía una noción. Lo único que no le gustaba recordar era esa mirada asustada y frustrada cuando lo detuvo en su último encuentro. Su rubio a pesar de todo era un buen hombre, quería dejarse llevar y rendirse ante el amor y la pasión aunque su rectitud era superior y le hacía detenerse contra todo instinto primario. Tal vez jamás llegarían a estar en la cúspide de su romance mientras continuara unido a su hermano.

Se acercó a cerrar la ventana cuando la temperatura ya era muy baja como para estar cómodo. Miro el cielo, sentía que en el desierto había una concentración mayor de estrellas, tal vez solo parecía así porque no había ningún árbol que las escondiera de su vista; era lo único que le gusta de la Arena.

Esta aldea era triste, atosigante. No había mucho que hacer además de resolver problema tras problema. Después de la guerra apenas sí se habían mantenido en pie, sin embargo no habían quedado en tan buenos términos con su vecinos por mandar todo hombre disponible a ayudar a la Hoja, una mala táctica que causo la pérdida de varios inocentes. Ahora su esperanza había sido la Roca, cuando lo escuchó tuvo que ser obstinado y rogar porque le dejasen acompañarlos.

Rebajó el orgullo para insistirle al representante de la Hoja en ese lugar porque le dejaran ir. Fue difícil, no porque ese hombre en particular fuera inaccesible sino porque desde el principio no quiso involucrarse ni entablar relación con nadie; quería mantener todo estrictamente profesional. Además, su superior le resultaba especilamente molesto, era un tipo de persona que no se veía en absoluto dentro de su clan. Era taimado, un indagador de las vidas ajenas.

Sabía que en cuanto planteara la posibilidad de que le dejasen ir lo atosigaría hasta que le confesara la razón por la que quería salir de la aldea si no tenía nada que hacer en la Roca, esa visita no involucraba a los de la Hoja. Pudo haber mentido, era un gran mentiroso; sin embargo ninguna razón resultaría convincente para Sai, y si bien sus sentimientos hacia Deidara no podrían haber sido relevantes para ningún otro lo serían para ese hombre que siempre reaccionaba de la manera menos esperada; por eso desde un comienzo decidió hablarle con la verdad aunque sin ser demasiado específico.

Odiaba saber que la única razón por la que le dejaron ir fue porque parecía ser que el Kazekage amaba molestar a su hermano de cualquier forma posible, y aunque no quisiera aceptarlo le debía a Sai que no se hiciera mayor drama sobre su dimisión como guerrero de la Hoja.

Ahora todo había regresado a la normalidad, solo desperdiciaba el tiempo cuidándole la espalda a alguien que no sería atacado ni por error y que insistía en tenerlo como guardia a pesar de que ya no eran compatriotas. Era terrible la espera, una espera incierta porque al final podía resultar que Deidara nunca fuera a visitarlo y en su bajo rango no podría presionar para que ellos visitaran de nuevo la Roca. No quería rebajar más su orgullo frente a Sai para que intercediera en su lugar, era un buen hombre sin duda, quería pensar eso aunque siempre había un tinte de diversión escondido en sus buenas acciones.

Le ofreció hacerle llegar cartas a su enamorado, solo debía firmarlas a nombre de Sai y él se aseguraría de hacerlas llegar a la Roca. Definitivamente si pedía la ayuda de Kurotsuchi para este plan disparatado la mujer lo haría por ver feliz a su líder pero Sai... él decía que apoyaba toda acción en nombre del amor, era ridículo, creía que en realidad lo hacía por aburrimiento.

Aceptó porque nunca le admitiría a nadie más que a Deidara el estar enamorado hasta la médula. Tiró un montón de papeles, desecho cientos de ideas y se retractó de una gran cantidad de introducciones ridículas que no le hacían justicia a lo que sentía antes de por fin decidirse a enviar algo.

 

Deidara,

En lo lúgubre que cubre este lugar te amo,
solo pienso en la luz que irradias,
en lo hermoso que sería tenerte iluminando este lugar.

Eres tú esa ligereza, esa gracia,
tu cabeza coronada de flores frescas y coloridas,
eres inocente, solemne,
eres la luna llena de cada noche.

Te asemejas al suave amarillo de la nieve tras fundirse;
eres el verde fresco de los delicados brotes nuevos;
en tus colores transmites una tierna alegría,
y las aguas llevan la blanca flor de loto de tus sueños.

No pasa un segundo en que no te tenga presente.

Tuyo, Itachi.

 

Era tan breve que dudó si valía la pena hacérselo llegar, al final así lo hizo. Sabía que tardaría en regresar la respuesta, aun así continuó escribiendo un montón de pensamientos en su nombre para estar listo al recibir sus palabras.

 

- A pesar de que siempre te sientas a escribir para él y puedo jurar que todo el día lo tienes presente, cuando te miro lo único que puedo pensar es ¿Por qué Itachi parece tan molesto? Lamento que las cosas no hayan salido como planeaste pero tal vez esperabas demasiado.

- ¿De qué estás hablando?

- Debe ser duro cuando de verdad amas y te corresponden. Por cierto, ¿te has enterado que pronto nombrarán a tu hermano como líder del clan? Escuché que el Tsuchikage también asistirá, claro que eso no es sorpresa.

- ¿Y para qué me dices todo eso?

- Llegó carta de la señorita Kurotsuchi –se la mostró ya abierta y leída, lo que enfureció a Itachi pues ese no era su trato. –De verdad es dirigida a mí... bueno, lo es una parte. Quiere que te deje ir a la Hoja, ¡cómo si eso fuera mi decisión! Toma, esto es para ti –Le acercó otra carta perfectamente sellada.

 

Uchiha Itachi,

Tal vez el señor Sai ya le haya comentado lo que pasará dentro de poco, su hermano será nombrado líder del clan y como parte del protocolo nuestro Tsuchikage asistirá a esa celebración. No quiero sonar paranoica ni que crea que esta es una conspiración contra su hermano, sin embargo si a alguien debo confiar mis pensamientos siento que debe ser a usted. Temo por la integridad de mi señor cada vez que pone un pie lejos de la torre desde el atentado contra su bienestar antes de que naciera su primogénito sobre todo al saber que Uchiha Sasuke estaba presente y no pudo evitar el ataque. Intentaré acompañar de incógnito al Tsuchikage la mayor parte del camino pero en definitiva no soy capaz de cruzar la frontera con la Hoja.

Deidara ha recibido sus cartas con particular alegría. Sus razones tendrá para no responder pero le aseguro que no le es indiferente.

Kurotsuchi.

 

Así que las cosas habían sido así de graves para Deidara, tanto que no podía responderle unas simples palabras. Le urgía verlo una vez más para hablar con él.

 

- Tu solicitud para salir de la Arena fue negada. Tampoco le insistiré al Kazekage para que cambie de opinión. –Itachi frunció el ceño y apretó los labios en muestra obvia de disgusto.

- Pensé que estabas de mi lado.

- Estoy de tu lado, el que parece no estarlo eres tú mismo. ¿Qué ganas con vigilar al Tsuchikage? Él no estará ni enterado de tu presencia, entiendo tu preocupación pero no le pasará absolutamente nada. Piensa las cosas fríamente, ¿crees que tu hermano opacaría su nombramiento con algún accidente planeado? ¡Claro que no! –El Uchiha se relajó –Es lo que te digo Itachi, cuando se trata de él no puedes poner las cosas en perspectiva. Tienes que aprender a pensar a pesar de Deidara no a través de él.

- No entiendes, esta vez quiero hacer las cosas bien.

- ¿Bien? ¿De qué estás hablando? La oportunidad de hacer las cosas bien ya desapareció hace mucho. ¿Piensas que de repente un día Sasuke se dará cuenta que le jodió la vida a todos, recapacitará y te entregará a Deidara mientras les pide perdón? Eso jamás pasará, tu hermano ocupará al Tsuchikage tanto como le sea posible. Solo toma lo que él pueda ofrecerte en su posición y deja que él tomé todo lo que quiera de ti.

- No lo hará.

- Convéncelo.

Al final por más que cobró favores no se le permitió ir a la Hoja aunque escuchó a algunas personas decir que ese día la pareja de la Roca se veía como sacada de un cuento. Al parecer Sai tuvo razón y nada malo pasó.

Unos meses más tarde se enteró por el pelinegro que el Kazekage había recibido una carta desde la Roca, al parecer se estaban comprometiendo a visitar su aldea en unos meses más.

- Pero no te alegres Uchiha que el Kazekage aún tiene que aceptar y el que vengan los de la Roca no significa que venga el Tsuchikage. –No quería que Sai lo viese sonreír pero estaba muy seguro de que su querido Deidara lo visitaría.

 

 

 

Estaba realmente ansioso, jamás había visitado la Arena, mucho menos puesto sus conocimientos a prueba frente a extranjeros y sus nervios empeoraba al saber que Itachi estaría ahí.

Preparó el equipaje poniendo sus mejores Kimonos dentro aunque probablemente terminaría usando Yukatas. La Roca no tenía el clima más benevolente en épocas de calor y seguramente el desierto sería aún peor; por esa razón había esperado a que pasara el cumpleaños de su hijo para ir a finales de invierno.

¿Por qué llevaba a Boruto? La verdadera explicación era bastante tonta, no se la había dicho a nadie pero creía que al tener a su hijo presente le detendría de rendirse por completo ante los encantos de Itachi. Claro que a todos los demás les decía lo mucho que lo extrañaría si lo dejaba en la Roca, no estaba listo para separarse de él.

 

Ese día en la mañana se miró en el espejo por enésima vez, se había vestido con un elegante Kimono rosado casi blanco con motivos florales bordados en él, ¿sería demasiado infantil? Debería usar algo más serio, aunque a final de cuentas terminaría presentándose con la característica túnica blanca de los Kages. ¿Y su rostro? ¿Había subido de peso? ¿Sus mejillas se verían más redondas o tal vez lo pómulos más pronunciados? ¿Había bajado de peso? ¿Y su cabello? ¿Se vería más seco, más largo, más rubio? Tenía tantas dudas.

- Hagan sonar las celestas que pareciera que ha llegado un ángel. –Ese comentario sarcástico le molestó como casi todo lo que decía Sasuke últimamente. Decidió ignorarlo, no quería pelear antes de irse. Suspiró y pasó a su lado pero este no le dejó seguir. –Deidara jura por tu hijo que no harás nada indecente. –Le regresó la mirada indignado.

- ¡Por supuesto que no! –Lo encaró, cosa que ahora ya le resultaba más fácil –¿Sasuke si me voy ahora me prometes que no regresaré con la sorpresa de que los rumores son ciertos?

Ahora en la aldea se corría la voz de que el esposo del Tsuchikage tenía un romance con el doncel que cuidaba de su hijo, por suerte nadie sospechaba la verdadera relación entre ellos y no es que necesitara que lo admitiera porque ya lo sabía, pero era difícil estar preparado para escucharlo.

El Uchiha decidió parar las acusaciones, no quería que Deidara se arrepintiera de viajar. Lo creía capaz de cancelar su visita con tal de que la gente dejara de hablar de ellos y seguramente en un par de días lo encontraría molesto por haber perdido la oportunidad de ver a su hermano.

- Ve Deidara, no quemaré tu aldea, no me desapareceré, nada de lo malo que estás pensando pasará. Solo cuídate y cuida a Boruto. –El rubio asintió ya más calmado. No besó a Sasuke, no lo extrañaría.

 

 

Por suerte el viaje a la Arena era mucho más corto que a la Hoja, aunque más pesado. Como ya sospechaba sería una tortura usar sus tan acostumbrado kimonos en el desierto, un par de días antes de llegar tuvo que cambiar completamente su vestimenta y optar por una yukata mucho más fresca pero igual de hermosa. También notaba lo mucho que Boruto sufría el cambio de clima pero no se arrepentía de traerlo consigo, le gustaba mucho compartir tiempo con su hijo.

Al fin veían a lo lejos la torre del Kazekage, dentro de unas horas por fin estarían ahí. No quería pensar en ver a Itachi, tal vez sería decepcionante si ponía sus expectativas muy altas.

En la entrada de la aldea ya se encontraban los tres hermanos Sabaku esperándolos. Había hablado con la hermana mayor y el Kazekage, al otro hermano jamás lo había visto. Entre pláticas cordiales llegaron a su residencia. El pequeño Boruto parecía demasiado emocionado por estar en un lugar nuevo, estiraba sus pequeñas manos para tocar todo lo que le llamaba la atención y aunque esto le parecía adorable a Deidara se resistía a mostrar su lado tierno y paternal frente al otro Kage. Después de un rato optó por no cargar más a su hijo y dárselo a una chica que Temari amablemente había llamado, el pequeño rubio estuvo a punto de soltarse en llanto pero de inmediato su padre lo calmó con una acaricia en la cabeza y le pidió que se portara bien como si de verdad entendiera las palabras.

Ya que había sido un largo viaje el Kazekage propuso hablar sobre los temas relevantes hasta el día siguiente, por lo mientras solo se presentaría ante los altos funcionarios de la Arena; todo como mera formalidad antes de dejarlo descansar y desempacar. Más tarde darían un pequeño festín en su nombre.

Después de las presentaciones lo guiaron a la que sería su habitación durante esas semanas. Le acompañó la chica que al parecer habían designado como la niñera de Boruto. Ya que la cena no sería un evento formal decidió ponerse una yukata negra sin adornos porque tampoco quería ponerse algo demasiado alegre, no quería dar la impresión de que seguía siendo infantil aunque a él en realidad le encantaran los colores llamativos.

Se divirtió con Boruto el resto de la tarde hasta que Temari fue a buscarlo para guiarlo al salón donde se reunirían. En el camino le contó algunas curiosidades de la torre, era una mujer conversadora y eso le agradaba; sin embargo nunca encontró el momento de preguntar por cierta persona que ya ansiaba ver.

Dentro de su austeridad la celebración fue divertida, a él en realidad no le importaba que la mesa no estuviera llena de platillos ostentosos como en otros lugares que había visitado, tampoco que la decoración fuera mínima, al menos era de buen gusto. Le sentaron al lado derecho del Kazekage, al parecer de ese lado estaban todos los extranjeros; le pareció curiosa la distribución, a su lado estaba un representante de la Hoja y frente a ellos los hermanos del Kazekage seguidos por todos los concejeros.

Agradeció que el hombre de la Hoja fuera tan extrovertido, todo lo contrario al pelirrojo que se dedicó a comer y a contestar con monosílabos todo lo que le preguntaban. Además de ser una persona importante sentado en esa mesa también llamaba la atención de forma positiva su pequeño hijo al que varios se acercaron a mimar. Ya la velada se había extendido y Boruto no estaba acostumbrado a tanto bullicio por lo que terminó irritado y cuando ya no pudo calmar su llanto prefirió retirarse para no incomodar. Le pidió a la chica que se adelantara con él mientras daba su agradecimiento a los asistentes, ella así lo hizo.

Solo dedicó algunas palabras por tan cálida bienvenida, también les hizo saber su buen augurio sobre una relación larga y sólida entre ambas aldeas. Varios se acercaron a hablar personalmente con él aunque no demasiados pues ya muchos se habían retirado, entre ellos el Kazekage y el hombre de la Hoja, al menos fueron de los pocos que reconoció su ausencia.

Recordaba perfectamente cómo llegar a su habitación sin necesidad de pedir ayuda. Sus mejillas ya dolían un poco de tanto sonreír, hacía algún tiempo que no estaba en una celebración tan llena de vida y disfrutando sin tener la mirada de su esposo sobre él. Eso le recordó lo que por unas horas había olvidado, uno de los motivos por los que decidió ir personalmente y no simplemente mandar a sus compañeros que bien hubiese sido suficiente.

Giró en el último pasillo, su habitación estaba algo escondida y el camino levemente iluminado. No se quejaba, no le asustaba de ninguna forma. Al parecer había tardado más de lo previsto pues la chica lo esperaba fuera de la habitación para informarle que su hijo ya estaba en su cuna dormido. Le dio las gracias por la ayuda durante ese día, ella simplemente lo reverenció y se fue. Se quedó mirando hacía la ventana por un instante antes de entrar en la habitación, no pensaba nada en particular solo quería disfrutar un poco de la vista.

En la Arena parecía haber más estrellas que en cualquier otra parte que hubiese estado o tal vez solo era el hecho de que no había nada que te distrajera de ellas.

- Deidara... –Dio un imperceptible salto, reconoció esa voz a su espalda.

Antes de permitirle girar lo aprisionaron contra la pared aunque no de manera violenta. No se resistió ni intentó voltear, se concentró en sentir la calidez del otro. Sus cuerpos cada vez estaban más pegados, podía sentirse completamente cubierto por Itachi; sabía que era él. Se quedó quieto recibiendo la energía que le transmitía el pelinegro, su corazón permanecía agitado y aunque realmente no hacía algo en extremo provocador bastaba con tenerlo así de cerca para olvidar como respirar.

- Te extrañe, no sabes cuánto... –¡Itachi era terrible! No debía decirle esas cosas que le endulzaban el oído cuando se encontraba tan expuesto. Sus palabras chocando contra la piel de su cuello le estremecían, tuvo que morderse el labio para no gemir alto; solo soltó un ronroneo erótico dedicado al pelinegro.

Este no resistió, necesitaba mirar al doncel de frente, no bastaría con solo mirar sus orejas enrojecidas. Bajó las manos hasta la cintura y enterró gentilmente sus dedos, lo hizo girar con facilidad sin soltarlo. Ese rostro hermoso que aliviaba e iluminaba todo a su alrededor se dedicaba exclusivamente a mirarlo, no se podría contener más, estaba seguro de que ambos anhelaban lo mismo. Se acercó a sus labios y depositó un corto beso pero no fue el único, le siguió otro, y otro, y otro, cada vez más largos y profundos. Deidara tardó poco en reaccionar y echó ambos brazos al cuello de Itachi, se paró de puntas; amaba las caricias que le propiciaba esa lengua y la forma en que lo guiaba a la perdición.

Ya estaba sudoroso, el calor lo aturdía y la sangre se agolpaba en sus partes bajas, ¡quería más! ¡Necesitaba más! ¿Sería la lejanía de su hogar lo que lo volvía tan desinhibido?

Un llanto bien fuerte lo espabiló. Rompió el beso mas no el contacto y aún tomando al pelinegro por el cuello lo miró a los ojos. Itachi lo supo de inmediato, esos ojos azules le pedían una disculpa porque no podrían continuar pero también era algo más; veía una súplica para que no le reclamara nada y había un poco de enojo –tal vez con su hijo o consigo mismo –respiró profundo y asentó las manos que ahora estaban en la espalda para que Deidara se parara correctamente.

- Nos veremos mañana –Le dio un suave beso en la frente y le abrió la puerta de la habitación como todo un caballero.

Sabía que Itachi de ninguna manera tuvo la intención de humillarlo, este sentimiento de bajeza no tenía que ver en absoluto con el pelinegro. Él era su propio enemigo, estaba actuando tan mal, tan incongruente, se sentía ruin.

Estaba muy cansado y dormir le ofrecía una solución rápida para su cuerpo y alma, así ya no pensaría en nada. De estar en la Roca estaba seguro que habría tomado a Boruto entre sus brazos para arrullarlo y descansar abrasado a él pero en esta ocasión no se le apetecía.

 

 

 

 

 

 

¡Deidara ya entregate a Itachi! Primer aviso >:(


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