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Lo que no puede ser profanado por ti (ItaDei) por MekhmenehBahnu

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Notas del capitulo:

A leer compis que este dramón apenas va comenzando.

Itachi regresó a la hoja, si lo que su hermano dijo era cierto no lo recibirían bien así que lo más conveniente en esta situación sería escabullirse hasta quedar frente al Hokage y poder hablar con él en privado. No fue difícil lograrlo ya que conocía los horarios y la forma en que la guardia hacía el cambio, también tenía conocimiento de todas las puertas y pasillos de la torre incluso aquellos que no eran visibles.

Nunca sabría con certeza si su aparición de verdad sorprendió al Hokage pues él también era un guerrero excepcional y muy avispado, no por nada se había ganado su puesto como líder de la aldea. Ambos se miraron sin expresar nada, Itachi al no ser recibido como antes supo que algo andaba mal; se desprendió de todas las armas que tenía para demostrar de la manera más sincera posible que no llegó con la intención de atacar.

El Hokage lo seguía mirando sin expresión alguna, era consciente de que a su edad podría lastimar de gravedad al Uchiha pero definitivamente si alguien saldría muerto de ese enfrentamiento sería él y tampoco se confió del gesto de paz pues bien podría esconder cualquier clase de arma en un lugar insospechado; sin embargo le daría el beneficio de la duda ya que no llegó a clavarle una espada directamente como bien pudo haber hecho.

- Itachi, supongo que has venido a hablar de tu actual estatus dentro de la aldea.

- Precisamente. No tengo manera de explicarlo ni pretendo hacerle perder su tiempo, así que seré franco; debido a razones personales me encuentro en conflictos con el clan Uchiha, no debí salir de la aldea sin presentarme primero ante usted pero puede estar seguro de que mis acciones pasadas o futuras no han sido ni serán en contra de esta aldea. –Hizo una reverencia prolongada.

- Escucha Itachi, el líder del Clan Uchiha ha sido muy claro al retirarte todo apoyo y acusarte de alta traición.

Para el Hokage quedaba claro que el hijo de Fugaku debió haber hecho algo realmente grave para hacerlo enojar de esa manera. No tenía pruebas de que el padre estuviera mintiendo, incluso había presentado como testigos a los miembros del escuadrón de Itachi que con vergüenza –tal vez bien actuada– habían confesado que en las últimas misiones el joven había tenido comportamientos fuera de lo usual y que les preocuparon bastante. Los abandonaba a media noche y sus sospechas eran que se encontraba con otras personas aunque no conocían con qué propósito lo hacía. Entendía que con esas acusaciones hacían quedar a Itachi como un traidor y las leyes dictaban que debía ser encarcelado y puesto a juicio donde la única condena sería la muerte ya que era demasiado peligroso para solo exiliarlo. Sin embargo, de ser traidor ¿por qué regresaría si ya había logrado huir? ¿Y si su padre ya sabía todo esto por qué no lo detuvo?

- Sabes lo que eso significa, ¿verdad? Que debemos llevarte ante los altos mandos para analizar tu situación.

- Pero tiene sus dudas acerca de esa aseveración, lo sé porque si creyera que es verdad ya habría mandado a buscarme y las fronteras estarían plagadas de guardias y miembros del clan para atraparme. ¿No es así?

- Te estoy ofreciendo el beneficio de la duda, tú mismo lo mencionaste, nunca has realizado nada en contra de esta aldea así que te doy la oportunidad para que me digas tus razones.

- La única razón que tengo es que no estoy de acuerdo en la forma de actuar del clan. Mi padre ya ha elegido a su sucesor, a alguien que está conforme con su manera de actuar y que es capaz de doblegarse ante cualquier orden que dé sin cuestionarlo ni pensar por sí mismo aunque eso signifique la perdida de todo aquel bienestar por el que hemos trabajado por años. –Cada vez iba aumentando el volumen de su voz –Ellos no me dieron la espalda, yo se la di a ellos porqu...

- ¡Basta! No digas ni una palabra más, piensa antes de hacer cualquier declaración –Le advirtió. No quería desconfiar ni de él ni de su padre, si ellos tenían rencillas personales más les valía no involucrar la seguridad de su aldea por desacreditar el honor del otro. Itachi siempre había sido de su simpatía pero el recibirlo en la aldea le traería problemas con Fugaku y el resto del clan, por el contrario si apoyaba a Fugaku temía que su hijo se convirtiera en amenaza para la Hoja, creía en su capacidad para destruir toda la aldea si se lo proponía. Debía tener a ambos como aliados hasta que ellos resolvieran sus problemas pues le resultaba inverosímil creer que alguno de los dos era un traidor. –Te enviaré a la Arena para cuidar a nuestros compatriotas en esa tierra, creo en ti y en tu buena fe. Itachi por favor no decepciones a tu aldea. ¿Te queda claro?

Itachi se quedó callado apretando los puños con fuerza, su padre había ganado. Le había quitado todo lo que amaba y deseaba proteger; a su querido Deidara, a la aldea y al clan. Entendía la posición del Hokage al elegir a los Uchiha sobre su persona, declararle la guerra a la parte más poderosa de su ejército sería su perdición además de la vía rápida de su padre para encontrar una excusa y hacerse con la aldea de la Hoja.

Aunque la revelación de su padre respecto a sus planes futuros de traición eran el mejor argumento en su contra si lo decía ahora sonaría como un hijo resentido y seguramente nadie le creería. Ante todo debía recuperar primero su honor y hacerse de aliados que le ayudaran a recuperar aquello que le había sido arrebatado. Su líder le estaba dando la opción de crear su defensa en la Arena y no le llevaría la contra, cuando llegara el momento le regresaría este favor cuidándolo a él y a toda la gente de la Hoja de su propia familia.

 

 

Sasuke miró a su esposo antes de salir a entrenar como todas las mañanas. Dormido le parecía menos hermoso que despierto, lucía como una escultura; su cabello tan brillante y lacio que nunca se despeinaba ni siquiera cuando estaba dormido; la piel perfecta y fresca, toda su cara es una obra de arte. Deidara de verdad le gustaba mucho y a pesar de ello su perfección le hacía enojar; inteligente, amable y una belleza, ese hombre era el prototipo de esposo ideal.

Nunca le habían agradado las personas como ese rubio que la vida y el destino les habían brindado todo favoritismo, justo como a su hermano. Lo analizó de arriba a abajo cubierto por el fino edredón de seda.

- Si te amara Deidara definitivamente todo sería más fácil. –Pensó, pero ya alguien más había ocupado ese lugar. Era una verdadera lástima que no fueran capaces siquiera de compartir la misma cama pese a llevar tanto tiempo casados. Las personas inocentes no se merecían ser la carne de cañón para el objetivo del clan aunque para su mala suerte no podía ser de otra forma.

 

 

Cuando por fin el legítimo Tsuchikage despertó se dirigió a la parte de la alcoba de su esposo con la esperanza de no encontrarlo. No sabía si era un secreto para el resto de la aldea que ellos no habían consumado su matrimonio, sin embargo era bien sabido que en realidad la alcoba de los gobernantes estaba dividida en dos y cada uno ocupaba su propio espacio. A Deidara no le parecía del todo extraño pero no le gustaba sentir las miradas de sus súbditos que tal vez no lo juzgaban como líder –era lo que más le importaba– pero como doncel le hacían sentir inseguro.

No vio a Sasuke en su cama y seguramente tampoco lo vería en el desayuno, ya se había acostumbrado y entendía que cumplía con sus deberes por lo que tampoco le reclamaba nada. Los últimos días que se mostró atento fue cuando Itachi estuvo de visita. Ahora la soledad le gustaba más por el hecho de no tener que enfrentar la mirada de reclamo de su esposo, lo seguía viendo con desdén y no sabía cómo cambiar ese hecho. Ya tampoco lo besaba ni le dedicaba mimos, sabía que era su culpa, se lo tenía bien merecido pero no podían continuar así.

Después de tomar sus lecciones matutinas se dirigió a supervisar el entrenamiento de su ejército, no es que fuera mal pero ya Sasuke no se hacía cargo de esa labor; contrario a lo que había pensado todo el concejo el tener al Uchiha como su pareja no se tradujo en un avance más rápido ni en un mayor número de reclutas. Todo se lo había delegado al que veían como su mano derecha, a Juugo. Suspiró fuerte, ya estaba escuchando los reclamos de los concejeros para que pusiera presión sobre su esposo pero no podría enfrentarse a él aunque debiera hacerlo.

Todos los días era lo mismo, las cosas cada vez se ponían más monótonas y las preocupaciones de su relación se traducían en una falta de concentración en lo que era primordial para la aldea además de no se sentirse preparado para enfrentar las consecuencias de sus actos como gobernante.

Para su suerte Kurotsuchi era una mujer excepcional y le ayudaba a plantear posibles escenarios cuando le tocaba decidir sobre cosas importantes acerca de la Roca; muchas veces quiso preguntarle sobre lo relacionado a su vida matrimonial pero no debía aprovecharse así de ella y tampoco quería incomodarla.

 

 

Tal vez fue su desespero por tener alguien con quien hablar que el destino lo escuchó y al día siguiente se presentaron de imprevisto unos miembros del clan Uchiha.

En cuanto le hicieron saber la noticia se apresuró a recibirlos con el oculto deseo de que cierto pelinegro estuviera entre los invitados. Se adentró al salón y continuó sonriendo a pesar de no sentirse complacido en lo absoluto por las personas que se encontraban frente a él.

- Señor Uchiha, Mikoto-san, bienvenidos –Apenas sí hizo una reverencia con la cabeza por cortesía, ellos respondieron con el mismo gesto. Miró a los demás miembros que no conocía, en la comitiva solo se encontraban algunos guardias que seguramente eran miembros alejados de la rama principal del clan y junto a su suegra una bonita mujer de piel muy blanca y cabello negro brillante. –Por favor siéntanse cómodos, haré llamar a Sasuke para que llegue lo más pronto posible. –Hizo un gesto con la mano para indicarle a un guardia que se encargara de eso. –Los llevarán a sus habitaciones para que descansen y nos reuniremos más tarde –No quería ser grosero pero la familia Uchiha lo intimidaba, especialmente el padre; Mikoto era amable y siempre lo hacía sentir querido, lo abrazaba para que se sintiera como parte del clan y aunque todas sus acciones y gestos eran afectuosos sus ojos parecían estar vacíos.

Deidara se retiró a su habitación, tenía varios pendientes por concluir antes de que acabara el día. Después de su matrimonio comenzaron a llegar varias felicitaciones de otras aldeas ofreciendo su amistad y deseándoles lo mejor, debía contestar a todos además de planear algunas visitas a los pequeños pueblos pertenecientes a la Roca. Era algo que recordaba hacer con su abuelo al menos una vez al año; estaba seguro que todos se alegrarían de verlo, su familia siempre era bien recibida, lo sentía en la calidez de la gente.

Suspiró cansado, nunca se imaginó que su abuelo y sus padres hicieran tantas cosas que desconocía. No recordaba mucho de su madre ni de su padre en lo que él definía como 'roles de adulto', las imágenes que le quedaban en la memoria eran de él escondiéndose tras el kimono de su madre mientras ella hablaba frente al concejo o de su padre cargándolo mientras paseaban por el jardín. Sus padres hablaban y bromeaban, tal vez habían tenido épocas difíciles pero solo podía recordarlos felices y riendo. Sonrió nostálgico porque esa le parecía una situación lejana a lo que era su realidad conyugal.

Sasuke no lo trataba mal –exceptuando el altercado después de la visita de Itachi– también conversaban bastante cuando les era posible aunque siempre eran cuestiones relacionadas a la aldea; no es que eso fuera malo, de hecho pensaba que era lo correcto, excepto que eso no le causaba felicidad alguna. Uno de los únicos consuelos que le quedaban eran los invernaderos de su abuelo o la biblioteca de su madre aunque ya tampoco podía pasar mucho tiempo ahí y cuando se podía lo disfrutaba al máximo.

- Su majestad lo busca la señora Uchiha –Anunció Kurotsuchi.

- Por supuesto, déjala pasar. –Mientras no le miraron preparó su mejor sonrisa para la mujer.

- Querido hijo lamento interrumpirte.

- No, adelante. –La invitó a sentarse frente a él. –¿Qué tal estuvo su viaje? Sé que no es fácil trasladarse a un lugar tan lejano, debo admitir que me tomó por sorpresa saber que estaban de vuelta tan pronto.

- No te preocupes por nada de eso querido. Siempre estaremos felices de visitar a la familia además estaba muy preocupada. Deidara, cariño sé que mi otro hijo ha venido a molestarlos...

- No, para nada fue una molestia –La interrumpió abruptamente para aclararle la situación.

- Sé que no lo ves así porque la presencia de Itachi, para ti, siempre será bien recibida; pero no me puedes negar que ha fastidiado tu relación con Sasuke, lo veo en tus ojos. Hijo te lo dije en ese entonces y te lo repito ahora, hiciste bien en escoger a Sasuke. Mira a la pobre Izumi, ella vino de tan lejos y en su estado para conocerte a pesar de todo.

- ¿En su estado, a qué se refiere? –Izumi, la esposa de Itachi, definitivamente debía ser la mujer tan bonita que los acompañaba.

- Izumi está esperando a su primer hijo, en su estado no debería estar preocupándose por lo que hace su esposo. Ella es tan buena que no quiso desistir de la idea de visitarlos. Sé que no es tu culpa, tampoco es de ella y aunque no lo admita tenía la esperanza de encontrar a su esposo aquí para arreglar las cosas.

- ¿Qué dice Mikoto-san, por qué lo encontraría aquí? ¿Qué acaso él no regresó a la Hoja? –Esta historia lo estaba poniendo ansioso.

- Sí, claro que él regresó, fue solo para pelear con su esposa y después desaparecer en la nada; desde entonces no le hemos vuelto a ver. Estoy segura de que discutió con su padre pero en él jamás encontraremos la respuesta.

Aunque Mikoto no lo decía abiertamente sentía que le culpaban a él ¿dónde diablos se había metido Itachi? Acaso lo había visitado y declarado su amor incluso sabiendo que su esposa estaba embarazada. Esta situación le causaba mucho estrés.

- Pero te lo digo en serio Deidara, tú no debes preocuparte por esto. Insistí en venir porque me siento responsable. Todo lo que Itachi haga no debería afectar tu matrimonio con Sasuke. –Hizo una pausa dejando a su yerno asimilar lo que le había dicho –a veces el amor no lo es todo Dei –Le acarició el rostro maternalmente –No tienes por qué enfrentar esto solo, me tienes a mí y tienes a tu esposo, confía en él. Sé que Sasuke se molesta con facilidad y que puede aparentar ser frío pero él te ama de verdad, tiene miedo de que esto no funcione y te haga sufrir. No sabe cómo protegerte pero dale la oportunidad de demostrártelo.

Eso le dejó pensando si acaso Sasuke se comportaba como lo hacía para no incomodarlo; podía decir con toda seguridad que no era feliz en ese momento, era evidente, pero no se había puesto a pensar en la posibilidad de que fuera él mismo quien no permitía que llegaran a armonizar y llevar una relación aceptable.

Se avergonzó ante esta verdad, todo el tiempo que habían pasado juntos desde que se casaron le era más cómodo mantener cierta distancia con Sasuke y tal vez los escasos intentos de su esposo por acercársele se debían a que no quería importunarlo; Sasuke era una buena persona que lo respetaba demasiado, no quería sentir remordimiento por inconscientemente actuar como si no le interesaran los sentimientos del otro.

Por su mente cruzo la fugaz idea de que si se relajaba descubriría que las palabras de Mikoto eran ciertas, olvidaría a Itachi y se quedaría con Sasuke. De inmediato se molestó consigo mismo ¿Qué era esta broma? ¿Por qué le temía y hasta cierto punto rechazaba toda felicidad que no fuera al lado del mayor de los hermanos?

- No te molesto más hijo. –Se despidió su suegra con una sonrisa –Nos veremos en la cena ¿de acuerdo?

- Claro que sí señora. –Su mente seguía un poco ausente.

Toda la familia Uchiha era tan buena, al menos ellos lo procuraban en el tema familiar como nadie más podía hacerlo en la Roca.

Mikoto salió satisfecha de su plática con Deidara, no tenía remordimiento alguno al mentir y jugar así con los hilos de ese matrimonio. Si Itachi hubiera cumplido con su deber de líder ellos no tendrían que intervenir; en cambio con Sasuke era todo lo contrario, ese niño todavía no era capaz de cumplir los objetivos que le exigía el clan a pesar de ser su única opción y por eso muy a su pesar debían ayudarlo. Pero bueno, ya Fugaku se ocuparía de ponerlo en su lugar.

 

 

La cena fue realmente incomoda aunque todos sabían fingir muy bien. Deidara apenas sí probó bocado, de vez en cuando miraba a Izumi; era muy hermosa, tanto que le parecía irreal que fuera una guerrera distinguida. Solo necesitó un vistazo para notar lo alta que era, caminaba con una gracia difícil de explicar, y en cuanto sus miradas se encontraron le dirigió una sonrisa tan serena que lo estremeció e hizo sonrojar. Trato de ser discreto y miró su vientre que aún no era tan prominente, quizá porque ella era delgada y apenas llevaba pocos meses de embarazo.

Platicaron de algunas cosas sin importancia, quien más hablaba en realidad era Mikoto. Su suegro estuvo demasiado serio pero no llegó al extremo de la descortesía. Entendía que había sido un viaje largo y que sus invitados tampoco tuvieran la intensión de alargar la velada así que en cuanto pidieron retirarse no insistió en que se quedaran a conversar mientras tomaban el té en alguno de los salones.

Caminó junto a su esposo en silencio hasta llegar a la habitación. Ya dentro Sasuke lo besó castamente como hace mucho no lo hacía.

- ¿Sasuke pasó algo con tu padre? –Le preguntó con sinceridad mirándolo a los ojos.

- ¿Por qué lo dices? –respondió con fanfarronería. Deidara levantó lo hombros.

- No lo sé, tuve esa impresión durante la cena. Por cierto, –cambiaría el tema para no enfadarlo –¿Sabías que Izumi pronto tendrá un hijo? –Lo dijo muy feliz porque de verdad le alegraba la noticia a pesar de saber quién era el padre.

- ¿En serio? ¿Te lo ha contado mi madre? –Ahora entendía completamente a que habían venido sus padres.

- Sí ¿no te parece maravilloso? ¡Pronto seremos tíos!

- Sabes que no tienes que fingir conmigo, ¿verdad? –Le causaba incertidumbre esa actitud de Deidara, sobre todo sabiendo que seguía muy enamorado de su hermano.

- ¿Sobre qué? –Sasuke le puso una cara de lástima, hizo una mueca extraña llena de compasión que le hizo saber a Deidara que estaba bien no alegrarse tanto por el próximo nacimiento, fue entonces que el doncel relajó el rostro y dejó su sonrisa atrás. Su esposo lo guio a la cama para estar más cómodos.

- Mi madre a veces no sabe cuándo dejar de hablar, no debió molestarte con esos temas. –Deidara suspiró con fuerza.

- Debe estar muy feliz con la noticia después de todo es su primer nieto. –Se tiró hacia atrás para quedar recostado, ahora comprendía porque Sasuke le pidió no fingir. No era creíble que tuvieras reacciones tan positivas cuando la persona que jurabas amar a los cuatro vientos resultaba estar formando un hogar por otra parte.

- Mi padre me hizo ver un par de cosas –También se echó hacía atrás para quedar junto al rubio mirando al techo –No había notado lo mal que lo estoy haciendo como tu compañero, se supone que cuando decidimos casarnos también prometí dar lo mejor de mí para tu aldea y no es así.

- ¿Mh? ¿De qué hablas? –Se giró para ver el perfil perfecto de su esposo –Todo está bien.

- Pero podría estar mejor... –Ambos sabían que estaban gobernando de una manera apenas aceptable –...todo debería estar mejor –Deidara entendió los significados posibles que encerraban esas palabras.

- Sasuke... –Lo hizo girar para verse de frente. –No dejes que nada te aflija, ninguno de los dos se ha comportado como debieramos. Te prometo que daré lo mejor de mí para que esto funcione –Se refería principalmente a su matrimonio porque para él ese sería el punto de partida para que lo demás empezara a marchar bien. Sasuke tomó su mano con firmeza.

- Ambos lo haremos –Para Sasuke, Deidara era un elemento extraño en su vida. No, no lo amaba pero había algo en su presencia que lo hacía comportarse de una manera que no le agradaba en absoluto; no quería ser cruel con él porque le agradaba a pesar de todo.

Él era el mal y la salvación de su clan, Deidara no era su enemigo solo era la pieza que hacía encajar los planes de los Uchiha e Itachi debió moverla en la dirección correcta para hacer todo más fácil y procurar el menor daño posible a las personas que más querían.

Era totalmente ridículo lo que Deidara le hacía pensar, si su padre supiera que tenía dudas seguramente se burlaría de él; no podía permitirse ser así de débil, no en este momento en que se le exigía hacer los sacrificios necesarios para avanzar a favor de su clan.

Se puso encima de su esposo, dejándolo aprisionado entre su cuerpo y la suavidad de la cama, lo besó con calma esforzándose porque ese gesto le hiciera sentir algo pero fue en vano; acarició con su lengua esos labios húmedos y después la lengua del otro, con total soltura se posicionó entre las piernas del rubio que no se resistió a gemir en cuanto rozó su pelvis con la propia, en cuanto se separó pudo ver esa cara perfecta y temerosa llena de confusa excitación, sonrió al saberse capaz de dominar a Deidara.

- Sasuke no creo estar listo aún –Desvió la mirada avergonzado, hace unos minutos había dicho que se esforzaría porque su relación se convirtiera en un matrimonio real.

- Está bien, no pasa nada. –Acarició su mejilla con ternura, pensaba jugar un poco más antes de dejarlo pero tampoco le importaba mucho parar en ese momento, su mente estaba confusa y demasiado exhausta como para pensar. Se tiró de nuevo a un lado de Deidara y lo atrajo a su cuerpo.

Esa noche fue la primera que pasaron juntos como esposos. El joven durmió pacificamente entre los brazos de Sasuke, aunque quisiera negarlo el pelinegro ahora se había convertido en una parte indispensable de su vida; dentro de su entorno él era el único con quien la soledad parecía desaparecer por breves momentos.

Sasuke lo miró descanzar tranquilo, él estaba entrenado para no dormir profundo como lo hacía el doncel en ese momento. Ahora ya más calmado y con todo el tiempo que le ofrecía la noche podía enfocarse en sus pensamientos, sonrió para sí con amargura.

Definitivamente Deidara no valía la pena como para perder todo; no, Deidara no lo valía pero la Roca sí. Se repitió varias veces que su deber con el clan y la satisfacción de su padre eran lo primordial porque después de todo si Naruto de verdad lo amaba como decía hacerlo le perdonaría tener a su primogénito con el Tsuchikage.

 

 

 

 

 

Notas finales:

¿Acaso Sasuke también tiene su corazoncito?

¿Deidara resistirá la soledad o cederá ante el deseo?


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