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Lo que no puede ser profanado por ti (ItaDei) por MekhmenehBahnu

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Notas del capitulo:

Ámonos recio con la continuación.

Por fin después de una semana se habían marchado los Uchiha, no es que fuera ingrato y le molestaran sus presencias pero todavía no se acostumbraba a tener tanta gente a su alrededor, sonrío tontamente al pensar la suerte que tenía Sasuke al ser parte de esa gran familia. Prometió que pronto los visitaría en la Hoja.

Ahora debía enfocarse en la visita próxima por todos los pueblos de la Roca. Sus consejeros estaban complacidos y molestos al mismo nivel. Kurotsuchi le contó todo esto; a sus ojos le había prestado demasiada atención a su familia política y ahora debía trabajar a marchas forzadas para afinar detalles sobre los acuerdos con varias aldeas aunque no podían negar que el beneficio que trajeron consigo los líderes Uchiha fue muy importante, ahora Sasuke parecía muy enfocado en entrenar a su ejército y ya no delegaba todo a Juugo ni se la pasaba merodeando por los alrededores de la aldea.

Parecía que ya habían dejado todas las frustraciones en el pasado y ahora volvían a ser muy buenos amigos, esa era una estupenda señal de que todo mejoraría; entendía que no cumplía con una labor primaria como esposo, no sabía cómo ser un buen amante y Sasuke ya no había mostrado otro intento de acercársele de esa manera desde aquella noche en que le pidió esperar.

¿Qué otra cosa hacían los recién casados además de compartir el lecho? No pudo encontrar una respuesta concreta. ¿Hablar? ¡Vaya que hablaban! ¿Pasear? Bueno, de vez en cuando caminaban por el jardín y ya pronto podrían viajar juntos. ¿Divertirse? Era extraño, porque no podía decir que ellos se divertían aunque tampoco diría que era aburrido estar junto a Sasuke... trató de pensar en otra cosa que hicieran las parejas, ¿qué era eso que les faltaba en la relación? No podía encontrar una explicación a porqué no podía dejar de ver a su matrimonio como una gran farsa si se trataba de la única relación sólida que había tenido en la vida.

Ya al final de la jornada estaba realmente exhausto, todo el día lo había pasado revisando solicitudes y firmando acuerdos. Si bien se quejaba internamente de algunas labores prefería mantener su mente enfocada en asuntos políticos y no en pensar cosas que lo entristecían; era difícil tener la mente alejada de todo lo que se relacionara a Itachi, le dañaba mucho y lo sabía pero todo le recordaba a él. Brevemente antes de ir a dormir se permitía fantasear con una vida juntos porque incluso aunque esa felicidad fuera ficticia y durara tan poco le reconfortaba para seguir afrontando sus decisiones, lamentaba profundamente haberse enamorado de quien lo hería tanto.

 

 

Suspiró afligido al verse sentado solo en ese gran comedor para la cena, leyó con claridad en los rostros de sus sirvientes la lástima que le tenían y solo podía aparentar que nada de eso le afectaba. Parecían decirle en silencio lo mucho que sentían que su esposo hubiera regresado a los viejos hábitos tan pronto; pero él no lo creía así, estaba seguro que lo que fuese que le dijo su padre lo hizo cambiar. Además ellos eran personas adultas e independientes, no tenían por qué estarse vigilando todo el día, seguramente estaba entrenando o en otra parte de la torre pues tampoco había tenido la desdicha de encontrarse con Juugo y siempre que Sasuke salía lo dejaba a su cuidado.

Comió poco y ligero, el raro clima transitorio entre estaciones le quitaba el apetito. Se dirigió a su habitación pensando en los deberes del día siguiente, llamó a una de las doncellas para que le ayudara a quitarse el kimono y ponerse la ropa de noche. Mientras leía un libro que le habían hecho llegar como obsequio los de la Hoja se quedó taciturno pensando en la situación de la Arena; ellos en ese momento no tenían nada que ofrecerles pero tampoco podía dejarlos a la deriva, pactarían un encuentro con la hermana mayor representante del Kazekage y escucharía lo que tuviera que decir. Nunca había visitado esa aldea y todos parecían ariscos a realizar algún tratado de gran importancia con ellos, no conocía a ninguno de los dirigentes en persona además eran contados los nativos de la Roca que decidían migrar a esas tierras, debía ser un ambiente difícil. Su aldea tampoco era un paraíso si se le comparaba con otros lugares con mejor ambiente y de terreno menos dificultoso, pero la Arena, ese lugar le parecía demasiado hostil. Era un misterio como sus habitantes habían logrado sobrevivir tanto tiempo.

Se desperezó al oír la puerta abrirse, cerró el libro y miró a Sasuke. De inmediato notó lo inconveniente de su estado, apenas podía mantenerse en pie y eso con ayuda de la pared.

- ¿Sasuke qué sucedió? –De inmediato se levantó a auxiliarlo, con toda la fuerza que tenía lo ayudó a mantenerse de pie y a caminar en dirección a su recamara. Su cuerpo olía a alcohol y le causó un extraño mareo que no lograba identificar si era debido al asco o a la sensación de temor que tuvo al verlo en tal estado. –Vamos, ya estamos cerca. –Le seguía hablando con calma a pesar de que solo escuchaba balbuceos de parte de su esposo.

Llegaron al borde de la cama e intentó recostarlo pero Sasuke parecía reacio a hacerlo, no sabía cuáles eran sus intenciones pues sus movimientos eran erráticos, lo tomaba por los hombros y lo movía con debilidad; quiso saber lo que intentaba pero no entendía palabra alguna.

De repente Sasuke soltó un gruñido de molestia y le echó todo su peso encima para tirarlo a la cama, se quedaron así un rato. La primera reacción de Deidara fue intentar quitárselo de encima pero este parecía apretarlo más contra su cuerpo hasta que por fin se rindió, en realidad no le era incómodo simplemente se impresionó demasiado por ese movimiento. Comenzó a acariciar los cabellos azabaches, si su esposo había bebido tanto como para quedar en este estado debía sentirse muy abrumado, al menos así lo justificó; pobre Sasuke, él también sufría solo y sin poder contárselo a nadie.

Sin esperarlo unos labios atacaron su cuello cubriéndolo de suaves besos cortos y húmedos, no sabía si detenerlo o dejarlo seguir; cerró los ojos solo por unos segundos intentando separar lo que su cuerpo sentía de lo que su lado consciente le decía pero fue en vano cuando Sasuke se acomodó mejor y se empezó a tocarlo con una mano por encima de su fina ropa para dormir mientras la otra le ayudaba a no dejar caer todo su peso encima. Podía sentir las caricias a lo largo de todo el cuerpo, no sabía exactamente dónde pues los besos delineaban un camino entre su clavícula y la oreja una de sus zonas más sensibles confundiendo su mente y sus sentidos. Comenzaba a notar la piel cada vez más caliente, escuchaba claramente la respiración agitada de Sasuke que por una razón que no comprendía lo excitaba.

Ya había perdido la noción del tiempo, no podía decir si fue pronto o si las caricias ya habían durado horas pero nada le había preparado para sentir ese fuerte apretón en la base de su miembro ya erecto que le hizo soltar un gemido muy fuerte a la par que tensaba todo el cuerpo; su esposo no se detuvo ahí, empezó un endemoniado movimiento de arriba a abajo para provocarle un gran placer, apretaba las sabanas bajo su cuerpo tratando de mitigar el goce de la estimulación y esa sensación de volverse loco.

Sasuke ya había recuperado un poco la lucidez arrebatada por el alcohol, lamentaba que las cosas se hubieran dado así pero sabía que de otra forma no habría encontrado el valor para acostarse con su esposo. El tenerlo revolcándose de placer bajo su cuerpo debido a las caricias le facilitó el trabajo de acomodarlo con el rostro hacia la cama. No quería mirarlo a la cara y prefería no hacer más que lo estrictamente necesario para dejarlo en cinta, por suerte bastaron sus gemidos y un poco de imaginación para ponerlo duro como una piedra; suponía que su estado de embriaguez también le ayudaba a relajarse y dejar que la sangre fluyera libremente para mantener su erección. Debía admitir que aunque al principio definitivamente no quería tener relaciones con él ahora sus instintos más primitivos lo controlaban y estaba deseoso por poseer ese cuerpo virgen, en particular lo que más le excitaba era el hecho de sentirse tan poderoso y capaz de hacer lo que quisiera con ese doncel que era el tesoro más preciado de su hermano.

Le levantó el camisón hasta media espalda y con ambas manos recorrió los costados de ese cuerpo, no era musculoso ni tampoco fuera de forma pero sí lo suficientemente delgado como para sentir sus huesos bajo la suave piel. Retiró la ropa interior sin pudor alguno para revelar la parte más íntima del doncel. Conocía de sobra la manera de hacer gozar a un hombre como él sin embargo no tenía la intención de ir con calma, le urgía ultrajar su inocencia.

Comenzó a prepararlo, adentró dos dedos ya untados en su propia saliva e ignoró el chillido de dolor y esa mano que intentaba detenerlo. Lo lastimaba más de lo debido pero tampoco era algo que supiera que el cuerpo no pudiese soportar; pronto aumentó un dedo más y recibió como respuesta otro grito. Quería callar ese dolor a como diera lugar, no era un monstruo y el torturar a Deidara tampoco era su objetivo.

- Shh tranquilo –Bajó un poco la velocidad con la que sus dedos entraban y salían. Pegó su cuerpo al otro y comenzó a repartir algunos besos por la espalda. Esto pareció calmar un poco al rubio. Con la mano que tenía libre bajó sus propios pantalones y preparó su miembro para penetrar a su esposo.

Respiró profundo para darse valor antes de hacerlo, esto no era menos doloroso para él de lo que seguramente era para Deidara. Se hincó y levantó el trasero del doncel para dejarlo en la posición que deseaba y solo introdujo una porción de su longitud, lo suficiente para hacer llorar de nuevo a Deidara. Escuchaba perfectamente como le hacía saber su malestar y solo le pidió que resistiera.

Comenzó a masturbarlo para hacer que su cuerpo se relajara de nuevo. No quería ser salvaje pero su cuerpo le exigía seguir rozando esas paredes ardientes que lo apresaban, aunque estuviera consciente de que ese no era el cuerpo de la persona que amaba a su libido no le importaba en absoluto y quería de una vez por todas derramarse en un orgasmo dentro de la calidez que se le ofrecía.

Deidara estaba muy confundido, cuando comenzó a tocarlo de nuevo ya no sabía si sentía más dolor o placer. Le gustaba sentir la mano de Sasuke moviéndose frenéticamente y no era ignorante de que su pene ya goteaba líquido, señal inequívoca de que estaba disfrutando; mordió la almohada para ya no dejar salir más sollozos ni gemidos, cerró los ojos ya cansados de llorar. Sintió perfectamente como el Uchiha movió su pelvis hacía adelante para adentrarse un poco más y aunque temía y las piernas le temblaban horriblemente la reacción de su cuerpo fue empujar en dirección contraria para sentir dentro de su ser todo lo que Sasuke le daba.

Sintió cada centímetro de carne que se adentraba en él, ya no resultaba del todo doloroso pues a final de cuentas para su anatomía era natural expandirse y adaptarse a la penetración de un hombre, de su esposo. Pronto las embestidas se hicieron más rápidas y contundentes, su cabeza estaba totalmente nublada de júbilo y solo podía aferrarse a la almohada y ahogar en ella sonidos cargados de gozo. Ya no soportaba más esto y en un grito largo por fin llegó al orgasmo contra la sabana, sus rodillas no aguantaron más y se dejó caer mientras permitía que Sasuke lo llenara con su semilla.

Los ojos azules se le llenaron de lágrimas, por fin se había entregado en cuerpo a un hombre y no fue tan terrible como llegó a creer, lo había disfrutado bastante a pesar de todo. Sintió a Sasuke caerle en la espalda y respirar agitadamente, lo entendía pues él tampoco había terminado de recuperarse del acto que acababa de acontecer.

Se sintió mucho más a gusto cuando el pelinegro se giró para quitarle el peso de encima; sin decir aún palabra alguna lo cubrió con una manta la cual aceptó gustoso, para Deidara fue un acto ordinario acomodarse el camisón y girarse dándole la espalda para acurrucarse él solo y quedarse plácidamente dormido, en cambio para Sasuke resultó una ofensa, no esperó ese acto tan descarado de rechazo.

Dormitó un poco y cuando despertó miró de nuevo a Deidara que seguía descansando tranquilamente. Ya en ese momento sentía la mente más lucida, el alcohol ya no estaba dominante en su sistema. Prendió un cigarrillo esperando no despertar al rubio, solo debía repetirse constantemente que todo era por el Clan; si lograba llevarlos a la gloria todo habría valido la pena.

Ya lo tenía todo bien planeado, con Deidara embarazado se aseguraba su lugar en la aldea además estaba convencido de que se le daría mayor autoridad en las decisiones y ya no sería solo el encargado de dirigir y entrenar a los hombres de su ejército. Pero para que esto sucediera ya no bastaba con mantener a Deidara a base de chantajitos baratos y con palabrerías, la descendencia era primordial para dominarlo y si bien en eso le daba la razón a su padre no bastaría para controlar la Roca. Era muy evidente que el recuerdo de su hermano seguía latente y si quería erradicarlo por completo lo que hizo fue totalmente necesario para comenzar a borrar el pasado, tuvo que sacrificar lo que más amaba para centrarse en este matrimonio de mierda.

Ahora obligaría a Deidara a olvidar, resignarse y acostumbrarse a esta vida; él también estaba haciendo un gran esfuerzo y no se permitiría ser el único encadenado a esta farsa.

 

 

Apenas comenzó a amanecer y Sasuke ya estaba bien despierto, recién bañado y ordenando el desayuno para cuando su esposo abriera los ojos. No le era molesto que su servidumbre se enterara de lo sucedido la noche anterior. Mataba dos pájaros de un tiro, su hermano terminaría por enterarse de esto y Deidara se sentiría más comprometido con el matrimonio por el simple hecho de sentirse acorralado ante el escrutinio público; ya había notado que el rubio le daba demasiada importancia a lo que la gente pensara de él, especialmente si se trataba de su labor como Tsuchikage.

Poco a poco sus ojos azules se acostumbraron a la luz, él no solía levantarse tan tarde, mucho menos dormir con las cortinas abiertas. Su mente tuvo un breve lapso de confusión al no descifrar donde se hallaba, quiso levantarse pero al sentir dolor en todos los músculos los recuerdos vinieron a su mente, dejó caer el cuerpo y miro al techo. Reconoció consigo mismo que esto tenía que pasar tarde o temprano.

- Por fin despiertas –Le dijo Sasuke, de inmediato se sonrojo aunque no tenía claro porqué –Pedí que prepararan la bañera y te trajeran el desayuno a la cama.

- Gracias –Lo vio ya listo con su uniforme de batalla, para nada se notaba afectado por todo el alcohol que había tomado el día anterior. –Sasuke...

- ¿Sí? –Lo miró pero en realidad no sabía qué decir, este se acercó hasta quedar sentado en la cama. –¿Te sientes bien? –También lo notaba un poco avergonzado tal vez temeroso de su rechazo.

- Pero me prometí que lo intentaría –Se repitió y le tomó la mano –Estoy bien, Sasuke –Le sonrió. –¿Te veré en la comida, de acuerdo?

Solo tuvieron relaciones un par de veces más y aunque comenzaron a dormir juntos todos los días no se mostraban más cariñosos ni cercanos en público.

 

 

En realidad las semanas pasaron fugaces especialmente porque aún tenían mucho que arreglar antes de partir a su viaje. Deidara jamás había sentido tanto estrés, le solicitaban para tantas cosas que no podía concentrarse en nada más que no tuviera relación con la aldea; estaban en una época crucial.

Básicamente la aldea se mantenía de enviar a sus compatriotas más calificados a ayudar a otras aldeas con previa aprobación del Tsuchikage y a cambio ellos recibían un pago para nada despreciable cuyo mayor porcentaje se quedaba en la aldea y aun así se les daba buen pago a los que hacían el trabajo. Ya llevaban varios años sobreviviendo de esa manera, eran bastante solicitados especialmente los médicos educados bajo la tutela de su madre.

También pronto llegaría la época de sembrado, estaba a punto de terminar comenzar el invierno y ya debía planear el primer semestre del año para reafirmar acuerdos con otras aldeas. Veía principalmente su plan de visitar al Hokage, teniendo sus tratados firmes con él las demás aldeas serían pan comido; claro que también pensaba en que no debían depender tanto de ellos pues la Roca era un territorio independiente y no debía dejar que los otros pensaran lo contrario.

En fin, había tantas cosas en las cuales concentrarse que tampoco podía estar al pendiente de las necesidades de Sasuke además de que siempre que iban a su habitación se encontraban hablando de temas políticos, en realidad su esposo era un gran guía y le daba nuevas perspectivas sobre el camino que debían trazar para la Roca.

Esa noche los ánimos se calentaron pues el Uchiha insistía en darle prioridad a su ejército y aunque no lo decía claramente sus palabras dejaban entrever que sugería comenzar a expandir su nación pero eso no era lo que él como Tsuchikage buscaba, mucho menos lo que sus antepasados hubiesen deseado.

- ¡Por su puesto que no vamos a considerar si quiera comenzar un pleito con alguna aldea vecina! –Le gritó.

- No es lo que estoy diciendo pero debes darte cuenta que no les estamos haciendo un favor dejándolos a su suerte. Piensa un poco Deidara si los tomamos bajo el cobijo de la Roca les irá mejor que siendo ignorados por sus gobernantes. –El rubio le concedía a Sasuke un punto válido.

- ¿Sabes lo que eso significaría? Si quieres mejorar hablemos con los responsables. No tenemos porqué ser invasivos –Sasuke soltó una risilla.

- Sigue soñando Deidara, no han hecho algo por sus ciudadanos y no lo harán solo porque tú se los digas –En realidad a Sasuke tampoco le importaban esas personas solo lo veía como una perfecta excusa para comenzar a conquistar y al mismo tiempo verse magnánimo.

Deidara ya molesto por esta discusión se levantó rápidamente del lecho para ir a tomar aire fresco; sin embargo un mareo lo invadió y se sentó en la cama agarrándose la cabeza.

- ¿Estás bien? –Le dijo su esposo tomándolo gentil por los hombros pero Deidara no contestó. –Lo siento no debí sacar este tema teniendo en cuenta tu estado. –Se levantó para darle un vaso con agua.

- ¿Mi qué? –Dijo ya recuperándose un poco. Tomó el vaso y bebió agua. Sasuke se sentó a su lado y le tocó el vientre.

- ¿No lo habías pensado? –Dejó el vaso en la mesita de noche y puso su mano sobre la contraria con incredulidad. ¡Por supuesto que no lo había pensado! No sentía nada raro en su cuerpo pero era posible después de todo habían tenido sexo. Lo miró consternado, no sabía cómo reaccionar.

- ¿Tú crees que...? –Dejó la pregunta incompleta porque incluso tenía miedo de que al decirlo se hiciera realidad.

- Me gustaría, si es a lo que te refieres –Deidara nunca había visto esa expresión en el rostro de Sasuke, no era felicidad, era algo más sincero y profundo ¿sería la ilusión de ser padre? –Espero que así sea. –Quitó la mano de su cuerpo solo para rodearle por la espalda y acercarlo hasta dejar su cabeza reposando sobre su hombro. Deidara continuó tocando su vientre. ¿De verdad estaba esperando un hijo de Sasuke? No sabía si asustarse o alegrarse.

Al día siguiente despertó solo como de costumbre. No le afectaba pues estaba acostumbrado a que incluso antes de que los rayos del sol se mostraran Sasuke ya estuviera entrenando para mantenerse en la mejor condición posible.

Se levantó y fue directo a mirarse al espejo, pegó el camisón a su vientre analizando si se veía más grande que de costumbre pero él aún lo notaba plano. Recordó a Izumi y su embarazo ya notorio, se comparó con ella pero le parecía totalmente irreal que pudiese estar esperando un hijo, no se sentía listo para esa responsabilidad.

Evitó a toda costa tocar ese tema con Sasuke aunque ahora la posibilidad de estar embarazado no abandonaba su mente. Incluso todos comenzaron a darse cuenta, si sumaban el hecho de que ahora el matrimonio estaba más unido –o por lo menos pasaban gran parte del tiempo juntos –con la acción inconsciente de Deidara tocando su vientre constantemente era bastante evidente que al menos la pareja ya había comenzado con los intentos de tener un hijo.

El rubio comenzó a contar los días como si se trataran de una condena. Sasuke solía tomar descansos por la tarde abrazándolo por detrás y colocando las manos sobre su estómago. Todo le indicaba que su esposo estaba muy contento con la noticia; por su parte no estaba tan seguro, es decir, si estuvieran de verdad esperando seguramente amaría a su hijo... pero si le dieran a elegir preferiría no estarlo.



Evitó a toda costa tocar ese tema con Sasuke aunque ahora la posibilidad de estar embarazado no abandonaba su mente. Incluso todos comenzaron a darse cuenta, si sumaban el hecho de que ahora el matrimonio estaba más unido –o por lo menos pasaban gran parte del tiempo juntos –con la acción inconsciente de Deidara tocando su vientre constantemente era bastante evidente que al menos la pareja ya había comenzado con los intentos de tener un hijo.

El rubio comenzó a contar los días como si se trataran de una condena. Sasuke solía tomar descansos por la tarde abrazándolo por detrás y colocando las manos sobre su estómago. Todo le indicaba que su esposo estaba muy contento con la noticia; por su parte no estaba tan seguro, es decir, si estuvieran de verdad esperando seguramente amaría a su hijo... pero si le dieran a elegir preferiría no estarlo.

 

 

Sudaba frío al darse cuenta como cada día su vientre se notaba más hinchado, ¡entonces era verdad! En unos meses tendría a su hijo entre los brazos, sonrió forzándose a sí mismo a aceptarlo como una bendición. Según sus cálculos ya estaría entre la sexta y la octava semana, ¿debía decírselo a los del concejo? ¿O al menos a Kurotsuchi? No le entusiasmaba la idea de que todos se enteraran aunque no debía sentirse avergonzado porque era algo totalmente natural, sin embargo y por más esfuerzo que pusiera en alejar esos pensamientos algo dentro de sí rechazaba tener a este bebé.

Solo podía sentir temor de enfrentar la realidad. No quería involucrar a nadie dentro de este hecho, seguía siendo un secreto entre el matrimonio.

Sasuke insistía muy ferviente en llamar al médico para que hiciera la confirmación y Deidara se negaba con esa misma energía aunque el tiempo no paraba y era inminente enfrentar las consecuencias de sus actos.

Si bien el varón Uchiha pudo actuar por su cuenta y tomar acciones para que todo el mundo se enterara de una buena vez que pronto tendrían descendencia su instinto le dijo que guardara silencio y que llevara la fiesta en paz al obedecer el ritmo que Deidara quisiera llevar a la vez que utilizaría su vergüenza para hacer un movimiento más en su favor.

Le habló con entendimiento a su esposo doncel y prometió que todo se manejaría con la mayor discreción hasta que él se sintiera cómodo de hablar pero también debía entender que era muy importante la revisión de su estado físico, así que le ofreció llevar a la mejor médico de la Hoja que conocía y que era de absoluta confianza.

 

 

Sasuke sabía que en un futuro cercano podría tener a Karin a su lado sin esconderse, sin embargo ahora la colaría en la torre con cautela durante la oscuridad.

- Deidara ella es Karin mi médico personal –El rubio detalló sus rasgos físicos. Era una mujer mayor que ellos, quizá unos 20 o 25 años, su cabello rojo destacaba tremendamente, jamás había conocido a alguien así además de ser muy bella.

- Su majestad –Le hizo un reverencia y se acercó a revisarlo. Deidara solo se dejó hacer bajo la atenta mirada de Sasuke. Le tomó el pulso con mucha tranquilidad y solo eso bastó para que confirmara que efectivamente el Tsuchikage esperaba un hijo.

- ¿Pero estás segura?

- Sí su majestad. -Deidara miró a Sasuke rindiéndose ante la verdad e intentando sonreír.

Era muy extraño saber que algo se desarrollaba en tu interior, algo que eventualmente cuidarías y protegerías. Intentó verlo desde su posición como gobernante, era increíble que eso le daría tanta estabilidad a su aldea. No solo eso, ahora su rol como padre de la nación parecía tener más sentido y claridad

Ahora solo quedaba prepararse para vocear la noticia ante toda la aldea. Era una buena noticia, era una excelente noticia se intentaba convencer Deidara cada día. Llevó ambas manos al vientre, ya había tocado la hinchazón antes pero ahora con resignación lo acarició con ternura y con el pensamiento le prometió que ya no temería al futuro.

 

 

- He estado pensando Deidara –Le habló Sasuke mientras se preparaban para dormir –Quizá deberíamos posponer esos viajes hasta que nazca nuestro hijo. Debemos procurar la salud de ambos –En realidad al Uchiha sí le preocupaba bastante ese embarazo pero no tanto por el rubio.

- ¿De qué hablas? No es algo que se pueda posponer, de hecho ya es preocupante que no lo haya hecho antes. Además no estoy convaleciente ni enfermo. –A pesar de que ya aceptaba el hecho de tener a su heredero en el vientre jamás lo había admitido en voz alta. –Esos viajes se realizarán. No te angusties, no serán más de dos meses y no pasará nada –Intentó convencerlo.

- ¡Definitivamente no! –Le levantó la voz –Tu prioridad en este momento debemos ser nosotros.

Deidara lo enfrentó frunciendo el ceño, no le gustaba que Sasuke quisiera cambiar lo que ya era una norma para su familia como gobernantes. Debían ser las hormonas porque cada vez se sentía más harto de la postura que tomaba su esposo. Al ver que ninguno de los dos cedería se acostó a la orilla de la cama dándole la espalda al pelinegro.

Últimamente se sentía cansado durante todo el día por lo que apenas tocaba la cama se quedaba profundamente dormido. Esa noche no fue la distinta, excepto que escuchó con claridad como Sasuke le pedía perdón y lo abrazaba. Aceptó ese gesto y enlazó sus dedos como acuerdo de una tregua al menos por esas horas, después se quedó dormido hasta que sintió el dolor más horrible del mundo.

Abrió sus ojos azules y todo el cansancio que pudo haber sentido desapareció en medio de la obscuridad de la habitación. Quiso gritar pero era tanto el dolor que ni siquiera le salía la voz, por suerte bastó con su repentino despertar para que Sasuke le atendiera. No podía hablar pero el otro entendió perfectamente en cuanto lo vio agarrar con ambas manos su estómago.

Pareció irreal la velocidad con la que Sasuke le pidió a Juugo que mandara a llamar a su médico de confianza y amenazarlo con que estuviera ahí ya.

Regresó a la habitación, jamás había sentido tanta angustia por alguien más. Lo ayudó a recostarse de nuevo mientras intentaba calmarlo diciendo que todo estaría bien. Deidara le prensó un brazo fuertemente mientras lloraba y apretaba los dientes para no gritar.

- Deidara por dios, cálmate y respira –Veía como ya no podía coordinar y cada vez parecía sufrir más.

De verdad Juugo se apresuró a traer a la médico aunque se reclamaba a sí mismo que no la hubiese traído antes de forma permanente a la Torre para que estuviese al pendiente de la salud de Deidara.

- ¿Cuánto tiempo lleva así? –Le preguntó a Sasuke mientras comenzaba a preparar sus instrumentos médicos.

- ¡No tengo una puta idea, haz algo rápido! –Confiaba en ella pero le asustaba la situación –¿Y tú qué haces aquí? –Le habló a Juugo dándole a entender que se marchara.

Vio a la pelirroja darle a oler algo a su esposo para que detener el sufrimiento y la dejara trabajar. Después le levantó el camisón y revisó su estado, ella ya estaba segura de lo que había pasado así que prosiguió a sacar al producto.

Limpió la piel y tomó el bisturí para cortar.

- ¿Qué haces? –La detuvo Sasuke.

- El chico tuvo un aborto, le estoy ahorrando horas de sufrimiento al sacarlo ahora. –Ya que los donceles solo podían alumbrar por cesárea sus abortos eran especialmente dolorosos. No morían pero su cuerpo buscaba la forma de deshacerse de lo que ya no le era útil y eso era una verdadera tortura para ellos.

- ¿Cómo? ¿Estás segura? –Se molestó demasiado, cómo era posible si hace unas horas estaba todo normal.

- Claro que estoy segura –Siguió con lo suyo y con un pequeño corte le bastó para sacar lo que pudo haberse convertido en una persona. Lo envolvió en la sabana y suturó limpiamente la herida. –No te preocupes, se recuperará. Despertará en un par de horas. –Guardó su material y dejó todo lo más limpio que pudo incluso se llevó la carne ya sin vida. Sasuke la tomó del brazo antes de que saliera.

- No se lo digas. –la pelirroja asintió.

- Llámame cuando despierte.

Sasuke se sentó frustrado a los pies del rubio, ya comenzaba a amanecer. Se quedó mirándole sin poder pensar nada en concreto, vio como poco a poco su cuerpo se iba cubriendo de la luz dorada del nuevo día.

Si odió con todo su ser tener que dejar la vida que quería por formar una familia con Deidara ahora odiaba un millón de veces más saber que nada había valido la pena, esta situación solo retrasaba sus planes.

Se levantó y con lágrimas de rabia amenazando con salir fue a tomar por la barbilla a Deidara, lo apretó con una fuerza inmerecida pues comprendía que tampoco había sido culpa del rubio. Lo soltó sin delicadeza, quería desquitarse con alguien pero debía ser sabio y no hacerlo con su esposo.

 

 

Cuando Deidara despertó lo primero que enfocó su mirada fue a Sasuke viendo por la ventana. No dijo nada por unos minutos y se dedicó a contemplarlo, era tan hermoso, su porte era digno de la posición como líder; parecía tan fuerte en todo sentido que le resultó especialmente doloroso cuando lo miró de frente y sus ojos revelaban algo que creyó que jamás pasaría, se notaba que había llorado además de albergar una profunda tristeza.

Fue entonces que la conciencia regresó y se llevó una mano al vientre sintiendo el dolor de la herida. Sus ojos azules se llenaron de lágrimas por la pérdida, Sasuke se acercó rápidamente a abrazarlo aunque no dijo nada solo lo reconfortó con caricias que iban desde la cabeza hasta media espalda. Deidara no podía salir del estupor, no podía dejar de repetirse a sí mismo que todo había sido su culpa.

Al no desear con todo su corazón a ese hijo lo había perdido.

- Tranquilo Deidara. Estoy aquí contigo. –Lo apretó aún más fuerte –Siempre voy a estar contigo –Ni siquiera Sasuke sabía de donde sacaba esas palabras que incluso él sentía como verdaderas. El rubio por fin correspondió al abrazo y siguió llorando, ¡se sentía tan mal! Ni una maldita felicidad le había podido dar a Sasuke y todavía así este le seguía tratando como si fuese una joya, definitivamente no se lo merecía. –Llamaré a Karin para que te revise.

Lo soltó solo por un momento para mandar a llamar a la médico. Antes de que ellos se encontraran debía hablar con la pelirroja.

- Necesito que se recupere lo más pronto posible. Dime una cosa, ¿cuánto tiempo puede tomar para que quede embarazado de nuevo? –Sí, ese bebé había muerto pero eso no quitaba el hecho de que su padre le exigía un heredero a la brevedad.

- Físicamente debería esperar algunos meses para recuperarse por completo, mentalmente no lo sé. Además es demasiado joven o su cuerpo demasiado débil, aunque quedara embarazado de nuevo no hay garantía de que esto no vuelva a pasar.

- ¡Mierda! –Estaba muy molesto, ni para eso le serviría Deidara.

Karin pasó a la habitación del matrimonio, ahora ya bien iluminada por los rayos del sol podía contemplar su grandeza y esplendor. Deidara seguía recostado y gimoteando.

- Todo parece estar en orden pero deberé revisarle hasta que su herida sane completamente además le pediré que tome algunos remedios para que se mejore pronto. –Le dijo Karin después de revisarlo.

 

 

Los días posteriores se quedaron solos y a nadie se le permitió siquiera acercarse a la habitación, solo se les hizo saber que el Tsuchikage estaba enfermo pero que ya era tratado por la médico de la Hoja.

La habitación estuvo en silencio por mucho tiempo. Para Sasuke era la primer perdida realmente cercana que acontecía en su vida, y claro que nunca había llegado a pensar que esa primera vez sería al perder un hijo.

Observó a Deidara en apariencia mucho más tranquilo, solo miraba hacían enfrente incluso parecía no parpadear, mantenía su labios apretados aunque no podía asegurar que se tratara de un gesto de tristeza, solo lucía taciturno, enfrascado en sus propios pensamientos. Tan perdido estaba que brincó de sorpresa al sentir a Sasuke tomándolo de la mano pues ni siquiera había notado el momento en que se sentó a su lado.

- ¿Estás bien Deidara? –Lo miró pero este no respondió y de nuevo se quedó perdido en la nada. Pasaron minutos pero seguía sin hacer movimientos significativos. –Mírame Deidara. Necesito que me hables –Lo tomó por el rostro con ambas manos para que hicieran contacto visual pero este se rehusó desviando la mirada.

- Cuando mis padres murieron creo haber llorado, supongo que lo hice durante mucho tiempo porque los amaba demasiado pero era tan pequeño que solo lo recuerdo vagamente... –hizo una pausa para tomar aire –cuando mi abuelo murió también lloré por semanas, eso está muy claro en mis mente; fue un vacío tal que creí, en serio creí, que moriría de dolor porque él era todo lo que me quedaba, todo lo que había tenido en la vida desde el momento en que tuve consciencia, habían sido años en que siempre estuvo conmigo y para mí –poco a poco se atrevió a mirar esos ojos negros, lo que diría era cien por ciento verdadero aunque no hubiese sido la persona más feliz con el embarazo –Creí que no existiría nada que doliera más que ese momento pero... –de nuevo pausó para respirar profundo– no puedo creer que ni siquiera lo conocimos, que solo estuvo unos días con nosotros y aun así el que ya no esté... –miró hacía el techo intentando retener las lágrimas –siento que si empiezo a llorar ya jamás podré detenerme. Solo quiero que esto que siento abandone mi cuerpo, solo quiero olvidar todo por un momento para no perderme. –Intentó sonreír pero solo fue una lastimera mueca torcida.

Notas finales:

 

No, el infortunio no acaba aquí.

Pido disculpas por ver tantos dramas históricos chinos y coreanos.


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