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Lo que no puede ser profanado por ti (ItaDei) por MekhmenehBahnu

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Notas del capitulo:

 

Capítulos para que reaparezca Itachi: 02

Capítulos para el seggs: 05

Tal vez esa pérdida sería el hecho más doloroso que compartirían el resto de sus vidas. Pocos días después ya hacían sus actividades habituales, claro que todos notaron que algo había cambiado, se notaban totalmente decaídos.

Eso solo se reflejaba en una falta de compromiso por parte del Tsuchikage que llegó a preocupar a ciertas personas dentro del concejo pues era inaudito que por un resfriado -como habían justificado su aislamiento los días pasados- se retrasaran tantos compromisos.

En cuanto esas discusiones clandestinas llegaron a oídos de Sasuke no tardo en tomar acción para que ese asunto no se hiciera más grande, quitarle poder a Deidara significaba alejarle de su objetivo.

En realidad no importaba quién había comenzado a sembrar la duda en contra del doncel así que no se preocupó por investigar con diligencia y al primero que le pareció prudente le hizo castigar y exiliar. No lo hizo con un simple chivo expiatorio, fue un oficial de rango medio para dejar bien claro que sin importar de quién se tratara siempre protegería al Tsuchikage de habladurías, no solo como su esposo sino como encargado de la seguridad de la Roca.

La acción del Uchiha molestó a algunos, pero secundado por el enojo y decepción del Tsuchikage al saber que sus más cercanos hacían amasijos en su contra logró calmar los ánimos por el momento.

Con esta acción por parte de su esposo, que Deidara agradecía sinceramente, también sentía que agregaba peso a una deuda con Sasuke.

 

 

- ¿Su majestad, se encuentra bien? –Le preguntó al verlo de nuevo en solitario al tomar su ya clásico té a media tarde con la diferencia de que desde su supuesta enfermedad dejaba que se enfriara sin apenas tocarlo.

- E... –se aclaró la garganta –Estoy bien –Ya se había acostumbrado a responder lo mismo cada que se le hacía esa pregunta y normalmente eso bastaba pero Kurotsuchi no dejó de mirarlo con sus penetrantes ojos negros. Aunque ya se había desahogado con Sasuke aún le atormentaba la culpa.

- Vamos, su majestad

Lo ayudó a levantarse de su silla y lo guio al jardín a una parte bastante privada pero muy hermosa donde a ella le gustaba ir cuando quería estar sola.

- Sabe que no puedo obligarlo a decir nada y tampoco quiero presionarlo de ninguna forma para hacerlo, solamente quiero que sepa que yo puedo escuchar lo que sea que tenga que decir. –Deidara la miró fijamente pensando si a ella debía contarle, tal vez era horrible pensar que al exponer su secreto la culpa disminuiría pues ya no sería el único con esa carga pero necesitaba externarlo y a dios rogaba que la pelinegra no le juzgara con dureza.

- Kurotsuchi... –no quería mirarla cuando le dijera la verdad así que se acercó a un arbusto alto a mirar las hojas como si a él le hablara –Sasuke y yo casi tuvimos un hijo –ella levantó la ceja intrigada, ¿a qué se refería con eso? –pero... –tomó aire y cerró los ojos recordando rápidamente todo lo que había sucedido –pero lo perdí, yo lo perdí –abrió los ojos y se giró para comprobar que ella siguiera ahí y que no le mirara con odio.

Siempre la había visto como una mujer muy fuerte digna de admirar y que apreciaba en demasía porque le hizo sentir como alguien capaz e importante pero sin lambisconería y ahora esa mujer tan fuerte lo miraba con comprensión aunque su rostro reflejaba tristeza. Ella no dijo nada pero era duro enterarse que a pesar de querer mantener todo en un plano estrictamente profesional Deidara ya era muy especial en su vida y ella no había sido capaz de protegerlo ni de apoyarlo en ese momento de dificultad.

- Fue mi culpa, fue mi culpa –Dijo un poco histérico –porque yo no quería, fue todo mi culpa porque yo no quise tener a eso –Entonces para ella quedó muy claro que Deidara no sufría porque hubiese perdido a su hijo, lo que le atormentaba era el hecho de que ese aborto le trajo alivio y le libró de una responsabilidad que no deseaba.

Kurotsuchi no supo qué hacer, no le juzgaba en absoluto ni cambió su forma de pensar hacia Deidara.

- Pero debo hacerlo por Sasuke y por la aldea, ¿verdad? –Apretó los puños.

- No tiene que hacer nada que no quiera, ni por nosotros ni por su esposo. Un hijo no es sinónimo de felicidad, mucho menos de prosperidad.

- Supongo que tienes razón. –No era la respuesta que esperaba; aunque de hecho le habían dicho lo que quería escuchar no se sentía mejor. Era un lío, si ella hubiese dicho lo contrario y lo hubiera alentado sentiría el respaldo de alguien además de Sasuke y él podría buscar ese hijo con una mejor actitud.  –Lo siento Kurotsuchi no debí molestarte con mis problemas cuando tenemos otros temas de verdad importantes que resolver.

Se fue de ahí, tenía mucho que pensar. Esto le atormentaba.

 

 

Se dirigió a la habitación para seguir poniéndose al día con sus compromisos. Ya que habían mantenido el aborto en secreto aún seguían en pie los planes de irse por un tiempo de la capital de la Roca. No eran vacaciones de ninguna forma pero Deidara quería al menos alejarse un poco de este lugar que ahora le traía amargos recuerdos.

Cuando Sasuke entró lo saludo como siempre con un suave beso en los labios y le preguntó cómo estaba a pesar de ya haberlo hecho varias veces en el día, como de costumbre respondió que bien. Se sentó frente a él mientras terminaba de acomodar unos papeles para ponerle total atención a su esposo.

- Pedí que trajeran la cena a la habitación.

- ¿De nuevo? Ya te dije que estoy bien, incluso pensaba en salir a la aldea. Hace mucho que no lo hacemos.

- Es muy pronto, esperemos que te recuperes completamente y haremos todo lo que quieras además debes descansar todo lo posible antes de irnos. –Sasuke tenía razón y aunque solo habían sido unos días sentía que llevaba años encerrado en esa torre. –También debo darte una buena noticia, he pedido a Karin que nos ayude.

- ¿A qué? –puso su total atención en lo que iba a decir.

- A intentarlo de nuevo, por supuesto.

- ¡Tan pronto! –Notó como ese rostro esperanzado pasaba a la total decepción en un parpadeo –Quiero decir, no deberíamos tomarnos este asunto con calma.

- No me refiero hoy ni mañana pero ¿a ti te parece apresurado? –Tomó las manos del rubio sobre la mesa –Lo siento Deidara de nuevo estoy pensando solo en mí, ¿verdad? No debí haberlo ni mencionado es solo que... bueno no importa –en ese momento tocó la puerta la servidumbre –comamos, no dejemos que esto nos arruine la noche.

Deidara lo miró levantarse a abrir con tal de no seguir mirándole. Se sentía como la peor persona del mundo, de verdad como un monstruo; su esposo todos los días a cualquier oportunidad que tenía lo buscaba para estar a su lado y asegurarse de que estuviera bien pero si su memoria no fallaba no había sido reciproco, él jamás le había preguntado a Sasuke si se encontraba bien, tal vez su cuerpo había sido el único lastimado físicamente pero ambos habían perdido lo mismo.

Sasuke no lo obligaría, no lo presionaba por más que miraba en sus ojos el deseo y la añoranza de que ya estuviera listo para intentarlo de nuevo. No lo estaría, no en un futuro cercano; jamás había pensado en tener hijos, no podía siquiera imaginarlos en su vida. Sin embargo era lo que Sasuke más deseaba en ese momento, era asfixiante esa necesidad y que pusiera todo su anhelo sobre él...

No poder hacer feliz a Sasuke sabiendo que solo debía efectuar algo tan natural como tener descendencia con su esposo consumía todas sus energías. No podía seguir así, es decir, tener un hijo era todo lo que debía hacer, nueve meses y podría delegar su cuidado si era una carga. ¿No podía ser tan difícil o sí?

- Deidara lo siento. No te preocupes –le acarició el cabello –Seguimos siendo tú y yo a pesar de todo –El rubio asintió después de haber estado perdido en sus pensamientos.

 

 

Karin fue a revisarlo como todas las noches con la buena noticia de que su herida sanaba correctamente y su cuerpo no había sufrido mayores descompensaciones aunque seguiría con chequeos diarios hasta que sanara completamente.

Se acurrucó entre los brazos de Sasuke para sentir su calor, era muy cómodo estar así protegido entre sus brazos. Se pegó lo más que pudo a su pecho para escuchar sus latidos. Sabía que era un mimado, que apenas acababa de dejar de ser un niño y por eso no conocía una vida lejos de ser procurado y cuidado por alguien más, que apenas conocía nada del mundo real y aunque no consideraba que sus dificultades fueran banales tampoco podía justificar con ellas su cobardía; pero Sasuke le mantenía a flote porque al igual que su hermano poseía todas las características de las que él carecía empezando por una gran fortaleza que bastaba para sostener a ambos.

- Está bien Sasuke, lo intentaremos de nuevo –¿Cuál era la verdadera motivación que lo llevaba a acceder? No estaba seguro, tal vez la razón principal sí era al menos complacer con esto a su esposo y así retribuir todo el amor al que jamás podría corresponder de la misma manera; quizás agradecer su lealtad o asegurar que así no se iría de su lado ni dejaría de resguardarlo.

 

 

Ya había escuchado infinidad de veces cómo te cambiaba la vida el ser padre, podía imaginarlo, de verdad que podía visualizar claramente en su mente un montón de posibilidades y todas sus variantes sobre la crianza de su hijo, se adaptarían y lograrían ser una familia sino idílica al menos bastante feliz... excepto que nunca había pasado por su cabeza el calvario que significaría quedar embarazado de nuevo.

¿Qué había de malo en su cuerpo?

Acaso la naturaleza le castigaba por no querer a su hijo nonato.

Ya estaba recuperado completamente de su herida, Karin le había confirmado que gozaba de buena salud. No quería perder más el tiempo así que a pesar de que en un par de días saldrían a su tan sonado viaje por toda la aldea de la Roca le hizo saber a Sasuke la buena noticia. Este aunque no había sido demasiado expresivo al respecto le sonrío y acarició la cabeza para mostrarle lo bien que le había sentado la noticia.

Por supuesto que Sasuke estaba feliz, esta era la oportunidad perfecta para quebrar completamente la voluntad de Deidara. Con Kurotsuchi lejos de él para apoyarlo, solamente rodeado por sus aliados y con la seguridad de que su salud se deterioraría lo único a lo que podría aferrarse sería a él y con tal de complacerlo estaba seguro de que accedería a cualquier cosa. Ya había sacrificado bastante y se estaba cansando de actuar.

Deidara sin saberlo había provocado su propia desgracia.

 

 

En el carruaje iban solos Karin y Deidara, Sasuke prefería andar a caballo además de que era la oportunidad perfecta para que los dos hablaran a solas; en los días que estuvieran fuera la misión de Karin sería volverse lo más cercana posible al Tsuchikage. No sería difícil pues en su afán de llevarse bien con la que él veía como amiga de su esposo no se negaba a ninguna conversación, aunado a esto ella guardaba uno de los secretos más grandes del matrimonio.

- ¿Karin-san será prudente intentar ahora tener un hijo? –Le avergonzaba hablar sobre eso con la mujer pero en sus planes estaba quedar embarazado durante ese viaje para regresar con la buena noticia.

- Si usted se siente listo para intentarlo de nuevo no existe ningún contra –No sentía un remordimiento grande al mentirle pero tampoco estaba de acuerdo con los planes de Sasuke –Solamente debe recordar que puede ser doloroso y frustrante porque no hay garantía de que sea tan rápido como ustedes esperan o incluso puede no funcionar.

- Eso me queda claro –apretó su kimono –Pero dime algo Karin, ¿en tu experiencia qué es más probable?

- Siendo lo más honesta posible, no lo sé su majestad. Es incierto cómo reaccionará su cuerpo pero le pido que no se angustie, una vez que comience todo veremos el progreso y lo sabremos. –Le sonrió.

Ya Karin les había explicado a ambos cuál sería el tratamiento, la verdad es que ninguno de los dos jóvenes tenía un vasto conocimiento sobre medicina por lo que ella les explicó lo mejor que pudo cuales fueron las causas más probables que llevaron al aborto y lo que haría para asegurarse de la fertilidad del doncel, así mismo el tratamiento y las medidas posteriores a la fecundación para que el embarazo llegara a buen término.

Durante los meses posteriores al aborto ya había estado guiándolo con su alimentación y dándole algunos tés y vitaminas para que gozara de la mejor salud. Deidara había sentido la mejoría, ya no estaba cansado para nada, se concentraba en sus actividades e incluso se sentía mucho más feliz a pesar de lo que le había sucedido.

Ahora empezaría el tratamiento con algunas hierbas medicinales que según les había explicado Karin debían ser tomadas con rigurosa exactitud; además advirtió de efectos secundarios que podían ser desde simples molestias hasta grandes dolores y ambos debían estar preparados, Deidara para soportarlos y Sasuke para apoyarlo.

 

 

El señor feudal de la región y su esposa se encargaron de recibirlos con toda clase de detalles, durante el recorrido por uno de los senderos principales la gente salía a ver a su gobernante con singular admiración. Al frente de la marcha iba Sasuke quien era percibido con asombro, nadie era indiferente a lo que transmitía su porte; incluso en ese pequeño lugar donde casi todos eran campesinos sabían lo que representaba el clan Uchiha.

Al llegar a la mansión principal Sasuke notó la carencia de seguridad, le preocupaba que fueran un blanco fácil para un ataque pero parecía ser que ninguno de los originarios de la Roca compartía su paranoia. Apenas bajó del caballo se dirigió al carruaje para ayudar a bajar a su esposo, este se presentó ya vestido con la tan característica túnica blanca y sombrero usados exclusivamente por los Kages, pocas veces lo había visto así pues en la torre no la utilizaba.

Fueron reverenciados por todos los presentes y este solo respondió con una pequeña inclinación de cabeza a los anfitriones, Sasuke muy a su pesar lo imitó.

- Tsuchikage-sama y Uchiha-san por favor sean bienvenidos a su aldea. –Al pelinegro le molestaba tanta amabilidad, a él le parecía falsa.

- Gracias por cuidar bien de la aldea –respondió el rubio.

Se les invitó a pasar a una habitación bien decorada aunque modesta si se le comparaba con la suya en la torre. Nadie había mencionado nada sobre la muerte del antiguo Tsuchikage pues aún era un tema sensible pero todos se alegraban que su nieto se viera tan recuperado a comparación de los días en que lo vieron para el funeral y todo se lo atañían a su matrimonio.

Notaban que Sasuke no era tan animoso ni platicador como solían serlo los gobernantes de la Roca; sin embargo no le criticaban por ello. Notaron lo atento que era con el rubio y ya con eso los había convencido casi por completo como una persona digna de dirigir su aldea. Terminaron por aceptarlo en cuanto les habló de esforzarse más por garantizarles una mejor defensa de sus tierra y que apenas llegaran de nuevo a la ciudad comenzaría a trabajar en un plan de reestructuración como la siguiente etapa de lo que habían empezado los padres de Deidara con el ejército.

Todos parecían complacidos con la visita, mucho más seguros del porvenir con el nuevo Tsuchikage y aunque no se lo hubiesen dicho de frente quien causó mejor impresión fue el heredero Uchiha, él tenía toda la fortaleza de carácter y espíritu por dirigir una nación de lo que parecía poseer el rubio. Claro que eso no demeritaba el papel de Deidara, a pesar de que todos seguían mirándolo como el pequeño sucesor veían en él todas las características positivas de su antecesores.

No podían quedarse mucho tiempo en cada lugar, la visita de los gobernantes se centraba principalmente en hablar con los señores encargados de cuidar esas tierras. Otros delegados de la Roca eran responsables de entrevistarse con los habitantes y de encontrar sobre todo algunos talentos que pudiesen desarrollarse en la ciudad.

Después de tres días partieron a la siguiente región de la Roca. Más o menos en cada lugar era lo mismo, la única diferencia era que entre más avanzaban los señores feudales quedaban más impresionados con Sasuke y no era por mérito propio, sino que al compararlo con su pareja el Tsuchikage, este se notaba cada vez más enfermo.

Los compatriotas que lo acompañaban desde el principio de la travesía también lo notaban pero cada vez que le preguntaban directamente este negaba que se sintiera tan mal como se veía, contestaba que era una simple descompensación por el viaje pero que Karin ya se estaba ocupando de ello.

En realidad todo se debía al tratamiento que le daban cada noche y cada mañana, estaba consciente de que la pelirroja ya les había hecho la advertencia de que esto pasaría y que ambos decidieron llegar hasta las últimas consecuencias.

Para el Tsuchikage era realmente duro no tirar la toalla, lo único que le daba la fuerza para continuar era el apoyo incondicional de Sasuke. Solo quería que todo acabara lo más pronto posible.

Según les había comentado la medico bastaba con preparar su cuerpo por unas semanas y después de eso podían comenzar con los verdaderos intentos de concebir. Cada vez le parecía que esa fecha era más lejana, de verdad que esas hierbas que le daba eran desagradables; le mantenían con constantes mareos y aunque varias veces Karin trató de disuadirlo para que abandonara el tratamiento y esperara a que naturalmente se diera la oportunidad de nuevo él se negaba incluso yendo contra su sentido común.

- Deidara –le acariciaba el cabello mientras lo mantenía abrazado en la cama para calmarlo –Imagina que ya pronto seremos muy felices. Nuestra familia se hará todavía más grande. –el rubio sonrió débilmente –ya me lo imagino, un pequeñito con tus lindos ojos y el pelo rubio –Sasuke le hablaba con tanta dulzura que él también comenzaba a imaginarlo.

- Dime más –quería distraerse del malestar además de necesitar constantes recordatorios de que valdría la pena.

- Ya puedo verlo en su cuna estirando sus manitas para atrapar las nuestras. Y la felicidad que sentiremos cuando nos diga papá por primera vez no se comparará con nada. Todo será perfecto a su alrededor, incluso cuando estemos tan cansados como para mantener los ojos abiertos querremos verle dormir y admirar a esa personita que será la muestra de todo nuestro amor. Lo veremos crecer en nuestros brazos y ya no recordaremos estas noches, eso que hoy nos cuesta y nos duele el día de mañana lo veremos como el pago que dimos por la gran dicha que tendremos. Ya lo verás Deidara.

Un par de noches después Sasuke le pidió a Karin ajustar la dosis, no quería que Deidara se rindiera por no soportar el dolor. Además ya lo veía bastante cansado, muy seguro estaba de que manteniéndolo así se rompería pronto.

 

 

Siguieron en su recorrido y ya para la tercer semana Sasuke tuvo que insistirle a su esposo para que se mantuviera al margen porque se veía realmente cansado, con la piel tan pálida que daba miedo; aun así el rubio se mostraba entusiasmado por el hecho de que ya pronto se cumpliría el tiempo de la parte más difícil de este tratamiento. También le sentaba bien el hecho de que todos parecían aprobar de buena fe y no a regañadientes su matrimonio con Sasuke.

- Muy bien su majestad ha llegado el momento. –Le dijo Karin revisando sus signos vitales esa mañana.

- ¿De verdad? Parece que ha pasado toda una vida desde que comenzó esto –en su mente lo definía como tortura pero se negaba a externarlo, no quería contagiarlos de su negatividad.

- En la noche vendré a verlo de nuevo. –Le sonrió, miró a Deidara antes de irse y se preguntó cómo era que el hijo de una eminencia médica podía ser tan crédulo, por no decir algo peor.

Esa tarde Sasuke se dedicó por completo al rubio, quería que lo sintiera de verdad emocionado por lo que pasaría esa noche. Todavía no llegaba al punto de no retorno pero sabía que tampoco se arrepentiría de nada, aunque no lo demostrara la irá en su interior era tan dominante que le orillaba a fingir demasiado bien ese falso amor.

Escuchar a Deidara cuando confesó a Kurotsuchi su verdadero sentir hacía su primogénito le llenó de tanto enojo pero no en una forma común, le hirió tan profundo que odió el momento en que se propuso ser un buen esposo y abandonó todo futuro con su amor verdadero; por eso haría sufrir a Deidara más de lo necesario... por eso recuperaría todo lo que había dejado ir.

Permitió a Karin hablar a solas con su esposo. Para él Deidara era un libro abierto, sabía perfectamente que de manera inconsciente buscaba agradar a las personas –tal vez no a todas– pero definitivamente la pelirroja era una de ellas. La pelirroja ya se había ganado su confianza y reconocimiento por lo que cualquier cosa que ella dijera el rubio la tomaba como cierta por más inverosímil que está fuera, claro que también había que darle crédito a Karin pues resultaba una mentirosa por excelencia.

- Está listo –le dijo Karin al salir de la habitación.

Ya habían corrompido el sistema de Deidara para que este no recordara nada al día siguiente, solo seguía la parte más fácil: convencerlo de que habían mantenido relaciones.

Entró a la habitación ya oscura, la luna apenas ayudaba a distinguir las líneas del cuerpo que se hallaba sobre la cama esperando con las mejillas sonrojadas y jadeando en su aturdimiento. Caminó hacia él tranquilamente y lo miró victorioso.

Se acercó para hablarle al oído.

- Deidara –Recibió un ronroneo en respuesta. Le aportaba a su orgullo saber que incluso en ese estado respondía a su voz. Le besó la mejilla porque así lo deseaba, qué triste que esa persona a la que llegó a considerar un amigo hubiese decidido ponerlo en su contra.

Salió con pasos lentos para no perturbar a su esposo. Esa noche tenía otros planes, debía preparar el siguiente paso; su corazón latía de excitación por lo que pronto ocurriría.

- Juugo –Llamó a su hombre de confianza –Encárgate de Deidara. –Se alejó junto a Karin; aunque la seguridad era precaria en ese lugar debían tener cuidado de que nadie se enterara de su salida nocturna.

El pelinaranja asintió a su líder. Unos minutos después escuchó ruido dentro de la habitación, un poco alarmado entró solo para asegurarse que todo estuviese bien, sin embargo nada le preparó para tal imagen. Ese momento quedaría grabado para siempre en su memoria.

Era sabedor de su gusto por las mujeres, le encantaban las curvas pronunciadas, las sonrisas de coquetería, dulces voces, maquillaje suntuoso, perfumes refinados... en fin, todo aquello a lo que el Tsuchikage era opuesto y contra todo pronóstico terminó siendo hipnotizado por ese rubio; poco a poco todas esas miradas furiosas le fueron atrapando. Por supuesto que no pensó en llegar si quiera a tocarlo sabiendo que era el esposo de Sasuke y vaya que debía significar mucho si decidió dejar al otro rubio.

Deidara era inalcanzable para él, totalmente prohibido, agregando que el ojiazul jamás lo vería como posible amante ¿pero qué diablos significaba esto?

- Hmmm –otro gemido más del chico le hizo tragar fuerte. ¡Era una trampa! Eso debía ser, de otra forma no encontraba sentido a lo que sucedía, ¿o por qué Sasuke dejaría a su hermoso esposo que le enloquecía a su cuidado y en este estado?

Claro, Sasuke no sabía de ese deseo; debió dejarlo a su cargo porque no lo creía capaz de intentar algo sabiendo que nunca le habían atraído los donceles.

Miró embelesado a Deidara retorciéndose de placer en posición fetal apretando fuertemente sus piernas con una mano metida entre ellas, tocando su sexo casi con timidez. Cada vez los sonidos de placer eran más altos, no podía dejar de verlo y era imposible que su propia anatomía no reaccionara ante tal espectáculo. Volteó a la puerta solo para asegurarse que la hubiese dejado bien cerrada y se acercó a un costado de la cama para mirarlo más de cerca.

Estaba a tan corta distancia que ese cálido aliento chocaba contra su rostro en cada exhalación. De nuevo miró a la puerta, ¡no debía ser atrapado! Con el dorso de la mano perfiló el rostro hermoso de Deidara, su piel estaba tan caliente que le invitaba a gritos a cometer un gran error. Ese chico sin quererlo le provocaba pues pegó su mejilla a la mano para no dejar de sentir el roce.

No le negó nada y acarició la mejilla ya con más confianza. Paseó la mano por todo el largo del cuello sintiendo la dureza agradable de los huesos, continuó bajando hasta el esternón y de nuevo subió pero esta vez se desvió a su pelo y hundió los dedos en esas suaves hebras doradas. Juraba que a su majestad le gustaba ser tocado de esa manera, se perdió en ese momento; miró tanto como quiso al rubio y deseó desesperadamente que esos ojos azules le miraran de vuelta.

Se alejó súbitamente al escuchar pasos acercándose, eran dos personas hablando, reconoció que no eran Sasuke ni Karin. Se detuvieron frente a la habitación mientras el chico seguía perdido en el placer, tal vez lo habían escuchado y por eso se alejaron de la habitación.

Esto había sido peligroso. Sudando y con el corazón latiendo frenéticamente Juugo prefirió retirarse antes de que de verdad su líder se apareciera y lo descubriera.

 

 

 

 

 

¿Cuál será la próxima malicia de Sasuke?




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