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Sin mi, no eres nada por RLangdon

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Una luz mas clara y fuerte iluminó la sala por completo, la mayoría de los individuos había salido por la puerta trasera. Buscó con la mirada a ese bastardo pero no lo encontró.


El hombre de la máscara se acercó hacia donde estaba, llevando al chico junto a él. No dijo nada, ni siquiera se dignó a ver al menor, tan solo sacó la billetera del bolsillo de su pantalón, tomó una hoja de la misma y garabateó la cifra correspondiente sobre el pagaré.


El adulto tomó gustoso el papel y se dio media vuelta para alejarse.


El chico se mantenía cabizbajo sin articular palabra alguna, no estaba consciente de lo que ocurría y apenas podía mantenerse de pie.


El pelinegro llevo la mano hacia su cabellera, haciéndola hacia atrás. Actuar por impulso no era ninguna novedad para él, sin embargo ese movimiento tan absurdo para molestar a ese cretino no solo le había costado bastante caro, sino que ahora no tenía la más mínima idea de qué hacer con el chico.


Suspiró con pesadez, mil usos podría darle, después de todo ya era de su propiedad. Media sonrisa surcó sus labios, no podía negar que el chico era realmente sensual.


Sujetó al menor de los hombros para indicarle la salida, pero el chico miraba confundido a su alrededor. Le observó extrañado ante la inusual conducta, pasó delante de él para ver con detenimiento las pupilas azules dilatadas, no había duda, el chico estaba bajo los efectos de alguna droga, “simplemente magnifico” ahora tendría que cargarlo.


Dio un respingo al percatarse de la situación y sin más se quitó el saco, sería una imprudencia de su parte salir de aquel sitio con un menor semidesnudo, aunque su automóvil no estaba muy lejos de allí.


Cubrió al rubio con su chaqueta negra y, acto seguido, lo sujetó de las piernas para dirigirse a la salida con el menor en brazos.


Estaba a unos pasos de llegar a su destino cuando fue interceptado por el mismo sujeto de la máscara blanca, se abstuvo de recriminarle el motivo de la interferencia cuando el individuo le ofreció una copa con licor.


Con notoria ansiedad abrió la portezuela del vehículo para depositar en el asiento del copiloto al chico, después se volvió hacia el hombre, este le ofreció el trago, mismo que se vio obligado a tomar, mas por cortesía que de gana, miró dentro del vaso el ambarino líquido con tres cubos de hielo y sin mayor interés le dio un ligero sorbo.


-Disculpe la irrupción- habló el sujeto, claramente intimidado ante la seriedad y visible molestia del otro. –Solo para advertirle que el muchacho no cuenta con ninguna clase de identificación, el acta de nacimiento y los documentos de relevancia serán enviados a su domicilio…


-Si pretende sacarme cualquier tipo de información- le interrumpió enseguida. - O datos personales, olvídelo- sacó de su pantalón otro cigarrillo y lo encendió, agobiado por el hecho de tener que lidiar con el papeleo, lo cual significaría mas pérdida de tiempo.


El hombre le miró con un deje de sospecha, aunque no era de sorprenderse que una persona de prestigio o renombre evitara proporcionar datos a toda costa para no inmiscuirse en problemas mayores.


-De acuerdo, en ese caso- le entregó un trozo de papel doblado. –Los documentos serán dejados en esta oficina de correo dentro de dos días, el nombre del chico es Naruto Uzumaki y por favor disculpe la molestia- el Uchiha le observo partir antes de subir al vehículo, no podía arriesgarse a que alguien más lo viera, pero especialmente quería evitar un encuentro cara a cara con ese bastardo, en dado caso que aún estuviera rondando por el lugar.


Subió al automóvil y cerró la puerta con desgano, estaba exhausto, había perdido más de 3 horas y gastado sus ahorros para sus próximas vacaciones, aunque lo último no sería problema, el dinero estaba de sobra pero la disposición para hacerlo se asemejaba a una estúpida utopía.


-Naruto Uzumaki- profirió en voz baja, le resultaba un nombre inusual, al igual que el apellido, posiblemente fuera falso pero no podía comprobarlo de momento hasta disponer de los documentos.


Tamborileó los dedos sobre el volante, indeciso, cansado, estresado. No cabía la menor duda de que volvería a encontrarse con Itachi, pero eso era exactamente lo que quería, mas sin embargo no ese día, ese maldito tenía que pagar todas y cada una de las acciones que lo llevaron al fracaso, a la ruina, al…odio.


Años de humillación, de promesas rotas. Siempre había sido un niño impotente para enfrentarse a él, cada ocasión que lo intentaba, fracasaba. Recordó como el día que sus padres murieron fue arrojado a la calle por su propio hermano, cual si de un perro se tratase.


Cada lágrima, cada gota de sangre derramada sería cobrada con venganza, pero no podía darse el lujo de ser impulsivo, no esta vez, tenía que planearlo meticulosamente, le haría sufrir en demasía, ya que, gracias a él, su vida se había ido a la basura. Sintió un amargo sabor en la boca, el odio puro correr por sus venas, anhelaba la pronta venganza, pero debía ser paciente.


Tomó del portavasos el whisky que le había sido entregado momentos antes y lo bebió de un solo trago para después encender el vehículo, necesitaba dormir, otro día pensaría con más calma como podría consumar su venganza contra ese bastardo.


Los escasos minutos que duró el trayecto le parecieron sofocantes, un leve picor en la garganta y una desenfrenada ansiedad se habían apoderado de su cuerpo.


Azotó la puerta del automóvil apenas lo hubo estacionado en la cochera, se dirigió al asiento del copiloto y cargó de inmediato al chico, tal vez si tomaba un poco de agua conseguiría tranquilizarse.


El menor se había quedado profundamente dormido, incapaz de razonar lo que había sucedido o lo que estaba a punto de suceder.


Se encaminó a la entrada de la enorme casona y sacó las llaves de su bolsillo, ingresó con prontitud a la sala, donde depositó al menor en la colchoneta que rara vez usaba para dormir, a menos que se quedara despierto hasta muy tarde, viéndose ocupado en la elaboración de los trabajos  de la universidad que requerían más tiempo que esfuerzo.


Avanzó hasta la cocina sin miramientos y se dispuso a tomar agua, había bebido dos vasos y la ansiedad solo iba en aumento, sintió su ritmo cardiaco acelerarse, tomó de nueva cuenta el vaso y recordó ineludiblemente el trago de “whisky” que le había sido entregado, no le llevó más de tres segundos dar por sentado que aquel trago no era otra cosa que algún fuerte afrodisiaco mezclado con el licor.


"Mierda"


Un arrebato de descontrol había surtido efecto en su persona, además de la fuerte punzada que se expandía por su entrepierna, estaba agotado, molesto y con ganas de follar, sería idiota ir a un hotel a revolcarse puesto que ya era bastante tarde, las patrullas custodiaban la zona por el anochecer, por otro lado, en su condición le sería imposible volver a conducir hasta otro día, o en su defecto, hasta que el efecto cesara.


Pasó su mano derecha sobre su entrepierna, por encima de la tela, su hombría empezaba a ponerse rígida…demasiado.


El sonido del florero al romperse lo interrumpió de su actual labor. Caminó de prisa hasta la sala donde el chico daba señas de querer levantarse, aún en su estado.


Juntó los vidrios del suelo para evitar que el menor se lastimara con los mismos, pero el dolor en su entrepierna le hizo doblarse y presionar inconscientemente los vidrios en su mano, las gotas carmesí no tardaron en brotar de su herida, hizo una mueca de disgusto y tiró los trozos en el bote de basura, en definitiva, ese no era su día, terminó de enjuagarse con un poco de agua, después colocaría desinfectante, cuando tuviera tiempo.


Regresó con la intención de cargar al menor y llevarlo a su recámara, se arrodilló para quitarle el saco que lo cubría, fue entonces que pudo observarlo con detenimiento, ese hermoso cuerpo compaginaba a la perfección con su infantil rostro de finas facciones, ojos cual profundo mar azul.


El menor tenía su mirada pérdida, solo podía visualizar una silueta borrosa a su lado, sentía como si todo a su alrededor estuviera dando vueltas y el malestar del sedante no daba indicios de desaparecer pronto.


La mano del mayor rozó suavemente su rostro, intentando identificar qué eran esas extrañas marcas en sus mejillas, el rubio sujetó con dificultad la mano del otro y con completa parsimonia comenzó a lamer las heridas de la misma. Un intenso escalofrío recorrió la espalda del Uchiha, cuyo dolor se acrecentaba con el paso de los segundos.


Continuó observando extasiado su cuerpo, permitiendo que el menor lamiera su muñeca, era una sensación dolorosa y placentera a la vez, ahora comprendía por qué motivo el maldito de su hermano quería…no, apenas un atisbo del recuerdo de ese bastardo bastó para que el odio diera cabida en su persona, porque todo lo que tuviese que ver con él no era más que simple basura inservible.


Apartó de inmediato su mano, para posicionarse con rudeza sobre el menor, dejando ambas piernas a los costados de la cadera del rubio, ¿y que si era incorrecto?, él había pagado por el chico y por ende se aseguraría de que le satisficiera como era debido.


El menor emitió un leve gemido al sentir la fría mano acariciando su cuerpo, pasando desde el torso hasta sus piernas.


Aprovechó el momento en que los finos y rosados labios se entreabrieron un poco más para acercar su rostro y dar inicio a un desenfrenado y apasionado beso mientras acariciaba el miembro del menor por encima de la ropa interior.


El chico no estaba consciente de la situación en la que se encontraba, sin embargo comenzaba a reaccionar ante las lujuriosas acciones del otro, aunque solo se limitaba a seguir con torpeza los movimientos de lengua del mayor.


El Uchiha degustaba sin pudor alguno la húmeda cavidad del chico, estaba tan excitado en ese momento que podría correrse sin la necesidad de tocarse, pero el dolor continuaba haciendo estragos en su entrepierna.


Exploró cada rincón de la dulce y húmeda boca del menor, era todo un delirio tenerlo tan sumiso y frágil.


La piel del menor se erizó, Sasuke retomó el beso pero esta vez con mayor intensidad, degustando cada rincón, permitiendo que sus lenguas jugaran por un rato, mientras el menor le correspondía con torpeza. El cuerpo de Naruto vibraba ante las reacciones que el mayor rápidamente comenzaba a infundirle.


Naruto gimió irremediablemente cuando su cuello fue atacado ferozmente por los dientes del Uchiha. Sentía una molesta y a la vez placentera sensación recorrer su cuerpo cada vez que los dientes se hincaban a lo largo de su cuello, marcándolo, lastimándolo.


En cambio, el Uchiha se regocijaba con los quejidos ahogados que escapaban de la boca del menor.


Las mordidas fueron sustituidas prontamente por los cálidos labios, repartiendo suaves besos y lamiendo por toda la extensión las rojizas marcas que él mismo había provocado.


Sus uñas rasgaban con fuerza la suave piel del chico que cerraba fuertemente los ojos sintiendo el violento recorrido en su cuerpo, aunado a un delicado cosquilleo, producto del sedante.


Un firme empujón en su pecho lo obligó a recostarse de nuevo sobre la colchoneta, su piel ardía. Un fuerte suspiro salió de sus labios cuando el mayor lo sujetó con firmeza de ambas piernas, separándolas con su rodilla para luego colocarlas a los costados de su cadera.


Se inclinó al frente con suavidad, relamiéndose los labios con lascivia. Ensalivo con prontitud tres de sus dedos, mirando fijamente los hermosos rasgos del rubio.


Este se quejó de inmediato al sentir la incómoda intromisión en su interior pero antes de poder protestar en contra del punzante dolor, sus labios fueron apresados por los del pelinegro, el cual se apresuraba a dilatar la estrecha entrada, moviendo sus dedos en círculos.


Su hombría palpitaba, punzaba, no soportaba mas, debía poseerlo. Rompió el forzoso beso que uso como distracción y acercó la punta de su miembro a la entrada del menor.


Naruto mordió sus labios con fuerza, sintiendo como se abría paso en su interior. Dolía, quemaba. Estrujó las sábanas con ambas manos en un inútil intento de soportar el inmenso dolor que lo recorría.


El Uchiha volvió a retomar el beso, inclinándose levemente a medida que introducía su miembro en el menor, posó su mano libre en la del rubio, entrelazando sus dedos con los de él mientras con la otra lo sujetaba con firmeza de la cadera.


Naruto se mantenía con los ojos cerrados, presa del inmenso dolor del cual estaba convencido no poder acostumbrarse. 


El mayor término de introducir por completo su miembro, le había resultado sumamente complicado y hasta un tanto doloroso ante la fuerte presión que las entrañas del menor ejercían en su urgido miembro.


Lentamente abrió sus azuladas pupilas, la enigmática mirada escarlata lo observo con suma atención ante su actitud cohibida, consecuencia de alguna droga.


Dejó escapar un doloroso gemido, aquel joven había comenzado a mover sus caderas, separando el fuerte agarre que ejercía en su muñeca, para sujetarlo con ambas manos.


Arremetió lentamente contra la entrada del menor, escuchando los dolorosos gemidos que el chico fallidamente trataba de contener.


Incómodo, Naruto jadeó, sus facciones seguían tensas por el dolor indescriptible que el duro miembro del mayor le ocasionaba.


Las embestidas comenzaron a intensificarse, y extrañamente el dolor se disipaba.


Deseoso y complacido ante las reacciones del chico, se dio a la tarea de masturbar el miembro del rubio, buscando incrementar aún más el placer. Ver el frágil y delgado cuerpo del menor estremeciéndose debajo suyo a la vez que las uñas del mismo se hincaban en su piel, era todo un delirio.


Constantes gemidos y jadeos resonaban en esa sección de la casa, mechones negros de cabello se adherían inevitablemente a su rostro el cual estaba ligeramente perlado por el extenuante esfuerzo que efectuaba.


La excitación se incrementaba a medida que las embestidas aumentaban en fuerza y velocidad, era un delirio escuchar los constantes gemidos del rubio contra su oído. Deseaba que se volviera a repetir y se aseguraría de ello.


Una feroz corriente eléctrica recorrió su espalda, provocando un ligero espasmo en su cuerpo, estaba a punto de tener su orgasmo.


Aun mas deseoso y excitado, comenzó a moverse enérgicamente, sujetando ambas piernas del rubio y afirmándolas sobre sus hombros para penetrarlo con más fuerza e intensidad.


El menor emitió un gemido vibrante. Pronto el desenfrenado y arduo ritmo les hizo perder la razón, abandonados únicamente por el delirante y desesperado deseo que los recorría, los gemidos y suspiros eran ahogados en los labios del mayor, quien extasiado devoraba la boca del rubio.


Naruto no soportó mas, y sin previo aviso sintió su espalda arquearse al tiempo que una exquisita sensación se contraía en su interior liberando su semen entre ambos vientres.


Exhausto continuó arremetiendo con insistencia, sintiendo aun más presión en la cálida entrada del menor, un gemido ronco salió de su garganta, sus piernas flaquearon mientras una fuerte descarga ascendía por su espalda, el menor tembló debajo de su cuerpo, no pudo más y con una salvaje embestida terminó por llegar al clímax, derramando su líquido seminal de manera satisfactoria dentro del rubio.


Salió con cuidado del interior de Naruto y se recostó exhausto a su lado. Lo único audible en el cuarto era el fuerte sonido de sus incontrolables respiraciones, que lentamente recobraban el ritmo normal.


Los minutos pasaban y no lograba conciliar el sueño, ¿Por qué demonios había sido tan bondadoso con el chico?, observó las heridas en su mano con detenimiento, trayendo consigo la imagen de Itachi, la próxima vez, sería diferente.


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