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Sin mi, no eres nada por RLangdon

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Lentamente fue abriendo sus ojos, no estaba consciente de cuántas horas había dormido pero si de la intensa noche con el chico de ojos azules.

Se levantó de golpe al percatarse de que ya había amanecido. Observó a Naruto aun dormido sobre la colchoneta, su hermoso cuerpo desnudo sobre el cual se apreciaban varias marcas rojizas. 

Tomó sus prendas del suelo y procedió a vestirse con rapidez. Ni siquiera tendría tiempo de tomar una ducha o desayunar, ya lo haría cuando llegara de la universidad.

Terminó de ponerse los zapatos y se dirigió a la puerta, pero un singular detalle lo obligó a devolverse sobre sus pasos…el chico, Naruto. Vaya torpe, no podía dejarlo ahí pero tampoco era prudente llevarlo consigo, ¿Qué podía hacer?

Después de meditarlo unos segundos, se encaminó hacia el chico y lo cargó hasta su habitación, donde lo depositó sobre la cama, debía recordar asearlo cuando regresara, la higiene era una cuestión que no omitía jamás.

Una manzana, pasta, jugo de naranja y pan serían alimento más que suficiente durante su ausencia.

Se preguntó cuánta droga le habrían suministrado al chico para mantenerlo dormido tanto tiempo.

Avanzó hasta la puerta, cuando un leve murmullo hizo que se mantuviera estático.

-Itachi- murmuró el menor entre sueños.

Cerró ambos puños con fuerza al escuchar el nombre. ¿Qué coño tenía que ver el chico con ese bastardo?, posiblemente se habían visto con anterioridad, eso explicaba el hecho de que ese maldito ofreciera tanto dinero en la subasta para comprarlo.

Abrió el cajón del armario junto a la cama y extrajo de su interior unas esposas que pertenecían a un policía corrupto, con el cual se había topado meses atrás.

Deslizó las esposas sobre las muñecas del menor, cerró una sobre la mano derecha del rubio y ajustó la otra sobre la base de la cama, de modo que no pudiera moverse cuando despertara. 

Un quejido apenas audible escapó de la garganta de Naruto.

No le importó, tomó la mordaza que yacía sobre el cajón y se aseguró de anudarla bien en la boca del rubio, este se quejó por lo bajo, imposibilitado para despertarse debido al cansancio.

No se inmutó, ni siquiera sintió lastima por el pequeño bastardo, después de todo, ahora que estaba enterado de que existía alguna clase de vínculo entre Naruto e Itachi, consumaría su venganza de manera más placentera.

Se aproximó al extremo contrario de la cama y de un manotazo tiró la bandeja de alimentos que anteriormente había colocado para ese maldito. Que agradeciera el que no le haya cortado la garganta en ese momento.

Bajó las escaleras, conteniendo la furia que sentía en ese momento, era tarde para detenerse a descargar esas emociones. Abrió la nevera y tomó una bebida energética, de igual forma guardó una barra de proteína en su bolsillo, tal vez no sería una merienda nutritiva pero le aportaría la energía necesaria para mantenerse centrado en los asuntos que tenía pendientes.

Salió de su casa con suma molestia, sopesando la idea de faltar ese día a la universidad, sin embargo no deseaba levantar sospecha alguna por el motivo de su ausencia, ya que él no era de ese tipo de personas desobligadas que gustaban de ausentarse de sus empleos con la única finalidad de descansar, o en su caso, reponerse de una ajetreada noche, dicho sea de paso.

No tardó mucho en llegar a su destino, estaba lo suficientemente molesto como para pensar con claridad, se había revolcado con un simple chiquillo que seguramente lo había confundido con Itachi…”que imbécil”, ya le formularía varias preguntas cuando despertara de su agradable sueño.

La azulada fachada de la universidad le recordó los profundos ojos azules de ese infeliz, ahora no podría sacárselo de la cabeza hasta que ajustara cuentas con el.

Los estudiantes se abrían paso entre los pasillos, presurosos por el reciente cambio de hora que les indicaba la siguiente materia que sería impartida.

Caminó con desgano hasta su oficina, con el portafolio en brazos, sin duda su material de trabajo era más pesado que…no, solo eran improperios, no debía pensar en eso ahora, ni en nada referente a esa situación.

Un grupo de jóvenes mantenía una controversial conversación afuera, señalaban con notorio interés alguna papeleta colocada sobre el mural, donde eran expuestas las actividades del día.

Motivado por la intriga ante el alboroto a deshoras y la intención de olvidarse de sus divagaciones, se dirigió hacia el mural, los estudiantes le dieron paso apenas lo vieron. Más de un suspiro por parte de las chicas, y algunos comentarios negativos y cargados de celos por los chicos.

Tuvo que hacer un gran esfuerzo para evitar demostrar algún signo de asombro en sus inalterables facciones al ver las fotografías de chicos desaparecidos, eran pocas, sin embargo existía la posibilidad de que Naruto se encontrara en alguna de ellas, de ser así, su plan se venía abajo.

Observó con detenimiento las fotografías, una por una, ignorando las invitaciones a comer de algunas estudiantes que no dejaban de mirarlo con suma atención.

Detuvo su mirada en el retrato de un chico pelirrojo, recordó haberlo visto en la supuesta galería de arte, en efecto, se trataba del primer chico en ser subastado.

Un repaso más por el mural, observando a detalle cada fotografía, cada dato específico sobre los chicos, 17 en total y ninguno de esos pertenecía al chico rubio que había adquirido. Y es que, a pesar de sentir un gran alivio, estaba convencido de que no estaría fuera de la mira de los detectives en caso de que le vieran con el muchacho, ¿Qué iría a decirles, que era un pariente cercano?, no tenía similitud alguna con él, de hecho eran exactamente opuestos físicamente, por añadidura sería indispensable mantenerlo dentro de su casa hasta que dieran con el paradero de los chicos, ya haría algo al respecto con esa situación, después de todo disponía de las herramientas para llevar a cabo su plan.

Entró a su oficina un tanto alterado, tenía que ser excesivamente cuidadoso con ese asunto porque el mas mínimo error y podría irle dando la cordial bienvenida al FBI a su casa, cuestión absolutamente desfavorable en todo sentido.

**

El chico rubio yacía acostado boca abajo sobre la cama, presionando con fuerza las sábanas color vino bajo su cuerpo. Mantenía su cabeza ladeada sobre la almohada. Las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos azules, sentía un fuerte dolor en su cuerpo, la cabeza le dolía y no sabía en donde se encontraba.

Miraba confundido a su alrededor, definitivamente ya no estaba en el vestíbulo, el lugar era por mucho más limpio y lujoso, tiraba una y otra vez de las esposas, lastimándose la muñeca.

Hizo un intento de quitarse la mordaza que le impedía hablar, gritar, pero era inútil, el nudo había sido hecho con demasiada fuerza para poder retirarla con las manos.

El recuerdo de hace unos meses azotó su mente sin piedad.

Estaba de pie junto al portón blanco. No entendía qué había sucedido y mucho menos que estaba por suceder. En un momento se hallaba junto a sus padres volviendo del colegio, la rutina de cada mañana, y al siguiente dos sujetos desconocidos y de apariencia intimidante lo habían llevado a un sitio extraño. No era ingenuo, había observado con claridad como su padre tomaba un fajo de billetes, entregando con ello su vida.

-Naruto, obedece- eran las palabras que habían permanecido grabadas en su memoria. ¿Qué había hecho mal?, bajó la mirada. No existía causa aparentemente justificada para su actual situación.

Pronunció quedamente a su madre pero no obtuvo respuesta alguna. Un minuto había sido más que suficiente para que los individuos lo subieran por la fuerza a la camioneta negra estacionada frente a la acera de su casa. Ni siquiera tuvo tiempo de gritar cuando las gruesas manos se posaron en sus labios, impidiéndole articular palabra alguna.

No podía observar el exterior puesto que los vidrios de la camioneta estaban polarizados, todo había sido planeado con anticipación y eso lo inquietaba.

No estuvo consiente de cuanto duró el trayecto, pero sus lagrimas no cesaban. Mil preguntas rondaban su mente y no lograba responder ninguna. El cinturón lo mantenía fijo al asiento y la aterradora mirada del sujeto a su lado era más que suficiente para mantenerlo quieto. Tenía miedo, pero no quería demostrarlo, su silencioso sollozo se vio interrumpido cuando el vehículo se detuvo.

Supo que era su oportunidad en cuanto uno de los sujetos descendió de la camioneta, sus ojos azules siguieron cada movimiento del individuo, la portezuela de su lado se abrió y en un abrir y cerrar de ojos oprimió el botón de su cinturón, liberándose del mismo. Bajó con rapidez del vehículo y emprendió la carrera sin mirar una sola vez atrás, quería alejarse lo antes posible y pedir ayuda…lo último lo alertó, era exactamente lo que debía hacer.

-Maldito chiquillo- oyó que gritaban tras de él, a una distancia cercana. –Atrápalo.

Vaya vida de porquería la que tenía, 17 años de mantener esa forzosa y fingida sonrisa, tan…hipócrita, buscar el lado positivo de cada situación que se presentase, sin importar cuán dura y dolorosa, todo para no demostrar esa faceta de niño débil que se estaba quebrando por dentro a causa de la tristeza, si, ese era él…Naruto Uzumaki.

De pronto una imagen se hizo presente en su memoria, un joven apuesto de cabello oscuro y ojos negros cargándolo en sus brazos. No, tenía que ser un sueño, quería convencerse de ello, aunque en caso de que lo fuera…sería una pesadilla.

Dejó de forcejear, no tenía a donde ir, estaba solo y a merced de un desconocido. Lentamente su vista fue aclarándose.

Claramente se encontraba en la casa de alguna persona adinerada puesto que era demasiado ostentoso para tratarse de la vivienda de algún individuo de clase media.

Observó cada detalle del dormitorio. Un par de pinturas extrañas sobresalían de entre los demás cuadros que adornaban la pared, frente a la cama yacía un escritorio color caoba con detalles grabados en los bordes, a su derecha, un armario de aproximadamente metro y medio. Se giró con dificultad sobre la cama para mirar hacia su izquierda, topándose con un enorme ventanal, el cual era cubierto por unas lujosas persianas de tonalidad crema, sin duda, una habitación por demás diferente a la suya, mucho más amplia, cómoda y lujosa, miró de nueva cuenta las esposas que lo asían a la cama.

Meditó un momento su situación, tal vez le sería más sencillo escapar de ahí, siendo que el actual inquilino de esa singular casa estaba ausente, solo debía idear una estrategia para lograrlo, por mas difícil que esta fuera.

Aun así, no iba a rendirse, tenía que salir de ese lugar sin importar que. La neblina en su mente se disipó de repente, el efecto de la droga se esfumó, mas no así el dolor en su cuerpo que a cada segundo se incrementaba, fue entonces que recordó lo que había sucedido.

El mismo joven de cabello negro y atractivos rasgos estaba sobre él, penetrándolo, mancillando su cuerpo, aun podía sentir esa sensación tan dolorosa pero a la vez tan placentera…. ¡placentera!

Se reprimió mentalmente por pensar semejante cosa, aquel tipo había tenido relaciones sexuales con él pero lo que más le inquietaba era que no había hecho nada para evitarlo, aunque de nada hubiera servido en su estado. Recordó haber intentado levantarse en la madrugada, sin resultado alguno, sentía su propio cuerpo demasiado pesado y adolorido, el joven a su lado repetía constantemente el nombre de Itachi ¿Quién rayos era Itachi?

**

Terminó de ordenar alfabéticamente los archivos que le habían sido asignados en el historial de cada estudiante.

Se dispuso a guardar las carpetas correspondientes en su portafolio, medio turno, 5 horas y todo el maldito tiempo no podía sacarse de la cabeza a ese insolente de Naruto.

El timbre de salida sonó dos minutos después de que abandonara el instituto, los estudiantes se arremolinaban en torno a la salida, no le tomó mayor importancia y se dirigió al estacionamiento ubicado en la parte trasera del patio.

Un joven de cabello rubio se mantenía oculto entre las sombras y demás automóviles del estacionamiento, observando con detenimiento como el joven de cabello negro entraba en su vehículo para segundos después dar marcha al mismo, miró las placas y procedió a anotarlas en su antebrazo antes de que se alejara de su periferia.

Sonrió satisfecho mientras se disponía a marcar un número en su celular. Dos timbradas bastaron para que la voz le respondiera del otro lado de la línea.

Un simple intercambio de palabras.

-Si Itachi estoy completamente seguro, encontré a tu hermano.

**

Devolvió la mirada al buró junto a la cama, hizo un esfuerzo para alcanzar el cajón y abrirlo con su mano libre, revolvió un par de objetos dentro del mismo y comenzó a sacarlos uno a uno, probablemente hubiera alguna llave que le sirviera para forzar la cerradura de las esposas.

Perfumes, gel para el cabello, spray y otros utensilios similares cayeron al suelo, ¿Acaso ese tipo era metrosexual?

Continuó revolviendo hasta sacar un bote de crema, si conseguía untarse un poco en la muñeca, podría servir como lubricante, de modo que pudiera deslizar su mano con facilidad, sin embargo la tapa no cedía, estaba demasiado adherida.

Aplicó mayor fuerza, pero el sonido de un vehículo cercano le hizo distraerse de su actividad, ¿Sería la policía?, quizás debió centrarse primero en retirarse la mordaza para poder pedir ayuda, pero no había utensilio alguno que pudiera servirle para eso.

Comenzaba a impacientarse, ¿Cuánto tiempo más tendría antes de que el dueño de la casa llegara?

La puerta de la entrada se cerró de golpe aclarando sus dudas.


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