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Sin mi, no eres nada por RLangdon

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-Naruto Uzumaki- saludó con una cálida sonrisa a su paciente. El aludido desvió la mirada del escritorio para situarla en el recién llegado. Un joven de unos 25 años cuando mucho, alto, cabello grisáceo casi blanco, sujeto en una coleta, ojos negros enmarcados por unos anteojos circulares, sonrisa carismática. Devolvió el saludo, su voz salió apagada, triste. Sasuke ni siquiera había acudido a verlo al hospital. Era lo mejor pero dolía, se sentía herido, traicionado por la persona que mas amaba. Tenía razón después de todo, no tenía un pilar en el cual apoyarse ahora. Dependía enteramente de Sasuke todo el tiempo.


Sasuke no iba a cambiar, pero él sí, podía intentarlo. Ya no perdía nada. Kakashi le ofrecía nuevamente su ayuda, su casa. Había accedido a quedarse con él hasta que encontrara un empleo, no obstante, debía cumplir con las indicaciones del médico, antes de hacer cualquier otra cosa, cualquier estupidez de la cual se arrepentiría. Tenía que acudir a ver un psicólogo. De igual forma él solo no podía lidiar con sus problemas pero le resultaba verdaderamente incómodo tener que hablar de ellos con alguien más, centrar su confianza en esa persona y olvidarse de lo demás. Después de todo no era cualquier persona, era una capacitada en la rama de la psicología.


Suspiró afligido antes de estrechar su mano con la del psicólogo.


-Kabuto Yakushi- se presentó, ajustando sus anteojos con el dedo índice. –Leí parte de tu expediente médico- anunció, tomando asiento frente al chico que no hacía más que observar los cuadros de la pared, reconocimientos, diplomas, fotografías. No se había percatado de ello al estar tan sumido en sus dolorosos pensamientos.


-No volveré a hacerlo- se excusó bajando la mirada. Había hablado seriamente con Kakashi durante casi dos horas, llegando a la conclusión de que sin importar cuán grave fuera el problema que se presentara, no volvería a atentar contra su vida.


Intento de suicidio, la idiotez más grande de todas, su cobardía le había orillado hasta ese extremo, al punto de querer renunciar a todo. Las personas suelen evadir su realidad con diversos factores, actividades. Conocía a la perfección los medios que empleaba Sasuke para evadir sus problemas, sexo, cigarrillos, píldoras.


Él no necesitaba nada de eso, sin embargo, dependía completamente de Sasuke, y eso era peor que cualquier adicción o actividad a la que pudiera haber recurrido antes.


-¿Tienes algún familiar además de tu novio?- y las preguntas comenzaban. No podía hacerles frente, no si eso significaba recordar su duro pasado de nuevo. Atraer esos recuerdos deliberadamente lo hería de manera abismal.


-No. –hizo una pausa antes de continuar. -Y ya no somos novios- ni siquiera se percató de la enorme sonrisa que por unos instantes esbozó Kabuto. No estaba poniendo mucha atención a las preguntas, solo respondería lo necesario, no más, no menos. Era indispensable que se sincerara para conseguir un avance pero tampoco podía sacarlo todo en una cita. Se rompería en mil pedazos si confesaba que tenía a sus padres, los dos seres amorosos que debían brindarle apoyo en momentos como ese, y sin embargo, no era de esa manera. Sus padres lo habían entregado a unos completos desconocidos por dinero.


-Tengo entendido que es tu segundo intento de suicidio… ¿es así?- preguntó de lo más normal, tratando de no sonar ansioso. Los labios de Naruto temblaron ante el cuestionamiento. No estaba listo para responder todo de una vez, y menos si se trataba de temas tan delicados, además, la mayoría relacionados con Sasuke. No quería saber nada más del Uchiha.


"Quien ama perdona, pero quien realmente ama, no te lastima". Eran las palabras que le había dicho Kakashi al momento de tener aquella platica tan reflexiva que aun hacía estragos en su cabeza.


-Sí, pero ya le dije que…


-No volverás a hacerlo- le interrumpió, se puso de pie para buscar un frasco en uno de los estantes.


-¿Qué es?- preguntó Naruto, confundido al tener el frasco de píldoras en la mano. Kabuto sonrió levemente para después entregarle la receta.


-Son antidepresivos- la mirada del chico se apagó de inmediato. No quería volver a consumir ninguna otra pastilla a menos que fuera urgentemente necesario. –No contienen sustancias químicas- formalizó al notar el semblante de duda en Naruto. –Sus componentes principales son plantas medicinales- mintió con tranquilidad.


-¿Entonces para que la receta?- cuestionó el rubio, incrédulo ante lo que se le decía. Era extraño que le diera una transcripción médica siendo que eran píldoras a base de plantas.


-No las encuentras en ninguna otra farmacia o tienda naturista, solo aquí, conmigo y con esta receta.


-¿Puedo irme ahora?- inquirió Naruto, guardando la receta en el bolsillo de su pantalón. –No me siento muy bien- admitió cabizbajo. Anhelaba descansar, dejar de pensar en tantas tonterías que ya no tenían sentido. No volvería con Sasuke ni aunque su vida dependiera de ello. Lo hirió como nunca, no eran las palabras o los golpes lo que más daño le habían causado, sino la infidelidad con el pelirrojo que, según sabía, seguía frecuentando a menudo.


Que idiota era, Sasuke estaba en lo cierto. Era un tremendo idiota que se merecía todo lo que le pasaba y más, pero no por ello se dejaría lastimar otra vez, no mas.


-Por ser la primera cita, dejaré que te retires- habló Kabuto con seriedad. –Procura tomar una píldora por la noche.


-Si- salió con su mirada fija en el suelo, por alguna razón no se sentía digno de mirar en alto, sentía vergüenza de sus propios actos. -¿Kakashi?- alzó la mirada confundido al tener de frente al agente, sonriéndole con carisma. Debía dejar de divagar tanto y concentrarse en lo que estaba haciendo.


-Escuche de una feria cerca de aquí. –tomó a Naruto de los hombros para verlo a los ojos. Ya que el chico evadía constantemente el contacto visual. -Quiero que vengas conmigo- las pupilas azules brillaron con emoción, tenía tantas ganas de salir a un lugar que no fuera un restaurante o un centro nocturno como había frecuentado anteriormente con Sasuke que, por unos instantes, todo el dolor se desvaneció, dando lugar a un sentimiento de felicidad enorme.


-Si quiero ir- confesó apenado. –Pero…- observó su ropa, no estaba presentable para ir a ningún sitio con esas prendas, sus demás cambios estaban en la casa de Sasuke, además, el Uchiha las había comprado. No quería tener ningún tipo de contacto con él. Estaba triste, herido y sobretodo molesto por su fría y hostil conducta hacia él.


-Por supuesto- reaccionó Kakashi al percibir la incomodidad de Naruto en cuanto a su vestimenta. –Primero iremos a comprarte algunos cambios- el chico se sonrojó al sentir la mano del mayor alborotando su cabello. Ese instinto paternal lo envolvía con mucha fuerza cuando estaba cerca de Kakashi, solo que era diferente. Le gustaba pero no estaba enamorado de él.


Después de hacer las compras necesarias, acudieron al departamento del agente. Naruto no tardó en ir a ducharse, quería ir rápido a la feria, no recordaba haber ido nunca a una. La última salida con Sasuke había sido un desastre. No vio ninguna película, había hecho el ridículo en el cine al tropezar y vaciarse las bebidas encima. Ahora sería diferente, tenía la esperanza de comenzar de nuevo, incluso podría tratar de darle una oportunidad a Kakashi, lo que fuera con tal de salir de ese agujero negro que lentamente lo consumía.


Se vistió el pantalón negro de vestir y la camisa blanca que Kakashi le había comprado. Era un atuendo demasiado formal, pero era mejor a usar la misma ropa de hace dos días. Curiosamente le gustó el mismo conjunto que al agente. Tenían gustos similares en cuanto a ropa se refiere.


Al salir del baño observó al agente. Ya estaba listo. Se sonrojó al sentir la mirada penetrante de Kakashi sobre él.


-Te ves perfecto- sus mejillas se encendieron por el comentario. Sasuke nunca le decía lo bien que se veía cuando estaban juntos, por el contrario, se centraba en sus defectos, lastimándolo en reiteradas ocasiones.


Eso ya era pasado. Sacudió la cabeza y esbozó una tímida sonrisa. Necesitaba cambiar, deseaba salir, anhelaba sentirse… amado.


Dudó en tomar la mano de Kakashi pero finalmente lo hizo. A pesar del nerviosismo que sentía. El mayor sonrió al sentir la fría mano de Naruto. La frotó contra su camisa un poco para devolverle el calor, provocando que un pronunciado sonrojo se expandiera por el rostro del chico.


Kakashi miró por última vez los ojos azules antes de emprender la caminata hacia la salida. Deseaba que Naruto fuera feliz, y nunca lo sería al lado de una persona violenta e inestable emocionalmente. Además de egoísta y egocéntrica, así era Sasuke y así seria siempre, sin importar cuantas veces lo negara.


Apenas llegaron a la entrada notó la radiante sonrisa en los labios de Naruto. No pudo evitar sentir cierta nostalgia. A pesar de que fuera mayor de edad, Naruto seguía siendo un adolescente, y estaba consciente de las necesidades de los muchachos de su edad. De sus intereses. Su edad difería con la de Naruto, pero no por ello era ignorante para no saber los gustos de un chico de su edad.


Pagó las entradas para después entrar al lugar, siempre tomando la mano de Naruto.


**


Estaba jodido, lo supo en cuanto abrió los ojos y lo único que pudieron apreciar sus abisales pupilas fue la oscuridad. La mordaza le impedía articular palabra alguna, asimismo, sus manos estaban atadas tras de su espalda.


El espacio era pequeño. Las constantes vibraciones y el movimiento le permitieron adjudicar su actual posición dentro del compartimiento de un vehículo.


Su frente estaba ligeramente perlada por el sudor. Respirar ahí dentro era complicado. El fino halo de luz proveniente de la pequeña abertura al frente, llamó de inmediato su atención.


No podía usar los brazos, sin embargo, sus piernas no habían sido atadas. Eso creía, puesto que no sentía presión en las mismas.


Giró su cuerpo con dificultad para quedar boca arriba. Trató de normalizar su respiración. De nada le servía alterarse. Lanzó una fuerte patada a la superficie de acero laminado. El primer intento fue inútil, pero no iba a rendirse tan fácil. Lo último que recordaba era el hospital, a Naruto dormido, pidiéndole perdón, al idiota de Kakashi juzgando su actuar. Había salido a caminar para calmar sus nervios y al mismo tiempo esperar a que Naruto despertara para hablar a solas con él.


Frunció el entrecejo. Ya recordaba cómo fue que terminó ahí. El olor a formol acompañó la borrosa imagen de un individuo con capucha negra. Vaya estúpido, debió quedarse en el hospital, ir a la sala de espera y ser paciente. Ni siquiera de eso era capaz. No gozaba de la misma virtud que poseían varias personas.


Odiaba esperar y por consiguiente estaba ahí encerrado, con mayores ansias que nunca. La desesperación envolvía su cuerpo. No sabía a dónde se dirigía el vehículo. Cuál era su maldito destino, no obstante, estaba consciente de los enemigos que lo rondaban. No solo a él, esos sujetos buscaban a Naruto, y seguramente eran los mismos que actualmente lo tenían en aquella incómoda y asfixiante situación.


Con todas sus fuerzas pateó por segunda ocasión. El quejido de dolor se ahogó en la mordaza. Se había lastimado el pie izquierdo, pero la ranura de la cajuela era más amplia, apenas unos centímetros. Lo suficiente para permitirle ver los automóviles en la carretera.


¡¿Carretera?!... ¿a dónde rayos lo llevaban?


La cuerda que mantenía fija la parte superior del maletero se tensó al recibir el tercer golpe. El vehículo se movía cada vez más rápido. La velocidad se había incrementado en consecuencia de sus actos.


Pateó una vez más, sintiendo la desesperación envolver su cuerpo. Su respiración se normalizó al cabo de unos segundos. No lograría nada alterándose. En cuanto el vehículo se detuvo en uno de los cruces, continuó pateando con fuerza la puerta del maletero. Suspiró con pesadez. Tenía poco tiempo antes de que el automóvil siguiera su camino. Dos golpes más subsiguieron a los anteriores.


Se acercó lo más que pudo a la abertura frente a él, impulsándose con las piernas. Se quejó al resentir el fuerte dolor en su tobillo pero no le tomó mayor importancia. Su prioridad era salir de ahí antes de que el vehículo siguiera su rumbo. Muy probablemente no se detendría de nuevo. No sabía  a donde se dirigía su secuestrador, y por lo tanto, no podía arriesgarse ni mucho menos hacerse falsas ilusiones de que hubiera algún semáforo más adelante.


Apenas si podía ver parte de la carretera pero el camino seguía siendo incierto, desconocido para él.


Pensó en Naruto y sus energías regresaron de inmediato. Quizás su vida importaba poco y tenía nulo sentido pero con Naruto todo era diferente. Podía cambiar, tenía que pedirle perdón y demostrarle que realmente podía controlarse. Haría lo que le pidiera con tal de conseguir su perdón, solo necesitaba salir de ahí para poder verlo.


Su cuerpo entero resintió la caída al asfalto. Una mueca de dolor se hizo perceptible en su rostro. No le importó, rodó hacia la izquierda para apartarse del camino antes de que el semáforo cambiara a verde.


Se incorporó de rodillas para posteriormente ponerse de pie. No podía caminar bien, ni siquiera sabía en donde estaba. Miró los letreros situados a los costados del camino. No era confiable pedir que lo llevaran puesto que correría el mismo peligro.


Observó un taxi pasar y no dudó un segundo en interponerse para que se detuviera. El individuo descendió rápidamente al ver el estado del muchacho, la mordaza en su boca y los raspones en su rostro, debía llamar a la policía.


**


El lugar era inmenso. Habían demasiadas personas a su alrededor. Establecimientos de comida, bebidas, recuerdos. Estaba tan concentrado en lo que veía, que no se dio cuenta de que el mayor lo había soltado para posar su brazo sobre sus hombros, atrayéndolo con suavidad a su cuerpo. Parpadeó confundido al sentir la cercanía de su cuerpo con el de Kakashi. Nuevamente bajó la mirada, apenado.


Había mucho ruido, sin embargo, no le molestaba en lo absoluto, se sentía un tanto cohibido al estar rodeado de tantas personas pero pronto el sentimiento de incomodidad se esfumó. La gente ni siquiera se detenía a observarlo, aunque estuviera de una forma un tanto comprometedora con Kakashi. Cada individuo estaba disfrutando enormemente de lo que la feria exhibía, desde objetos, alimentos, los juegos.


Sus ojos brillaron al observar la rueda de la fortuna. Le tenía miedo a las alturas pero de seguro la vista allá arriba debía ser hermosa. Se desilusionó al ver la enorme fila para poder subir.


Kakashi se percató de lo que tenía tan embelesado a Naruto. Suspiró al ver la altura del juego. Se encogió de hombros, después de todo quería que Naruto se divirtiera. No lo haría si le prohibía aquello que llamaba tanto su atención.


-Fórmate, iré a comprar algo- señaló la fila para después dirigirse a uno de los locales. Naruto permaneció inmóvil unos segundos, sus acciones eran demasiado predecibles, tanto así que no había tenido necesidad de comentarle al agente sobre las inmensas ganas que tenía de subirse a aquel juego.


Se encaminó a la fila para esperar su turno. Observó a una pareja delante de él. Su mirada ensombreció al recordar a Sasuke. Realmente quería olvidarlo. En realidad deseaba borrar su imagen de su mente, pero por más que lo intentara no podía, seguía atrapado en el comportamiento tan extraño de Sasuke.


Esta vez no iba a buscarlo como siempre hacía. No más errores de su parte. Acudiría a esas citas con el psicólogo, haría lo necesario para continuar con su vida, por más doloroso que le resultara no tener a la persona que amaba a su lado. Si se lo proponía no solo podía olvidarlo, sino también reemplazarlo. No era el único chico en el mundo. Ciertamente era muy apuesto e inteligente pero su personalidad era de las peores. Todas sus heridas se las debía a Sasuke. Tanto físicas como psicológicas, si bien sus padres también tenían que ver en ello. Sasuke le había prometido cambiar, y él…él como todo buen estúpido que era, le creyó.


No solo eso, lo perdonó una y otra vez, sin importar cuánto daño le hiciera.


Sin darse cuenta comenzó a sollozar, llamando la atención de las personas en la fila.


-¿Te sientes bien?- cuestionó un muchacho de cabello negro y ojos del mismo color.


-No Sasuke, no estoy bien- respondió con sus ojos llenos de lágrimas. El muchacho arqueó una ceja al escuchar la respuesta.


-¿Eh?


Reaccionó al percatarse de sus palabras. Se retiró apenado de la fila, sin siquiera mirar atrás. Era demasiado pronto para estar bien, para integrarse de nuevo a la sociedad y especialmente para olvidar a Sasuke.


Mirando al suelo, caminó con ambas manos dentro de los bolsillos de su pantalón. Chocó de frente con otra persona. Trastabilló pero no cayó al suelo. Alzó apenado la mirada para ver a Kakashi con dos algodones de azúcar en las manos.


-Creí que querías subir a…


-Cambié de parecer- sonrió con melancolía. Kakashi lo miró fijamente a los ojos. Las lágrimas aun humedecían los ojos azules. Fingió no darse cuenta, no quería afligir mas a Naruto preguntándole la causa de su llanto. Sonrió para después entregarle el algodón de azúcar.


-Gracias- miró gustoso el dulce antes de llevárselo a la boca. Sus ojos tintinearon tan pronto los labios de Kakashi se posaron sobre los suyos. Se mantuvo estático unos segundos antes de corresponder el beso con timidez.


Apenas un momento, un roce de labios. Abrió ligeramente la boca al separarse, pero Kakashi no le dio tiempo de preguntar. Lo tomó firmemente de la mano para llevarlo de nueva cuenta a la fila. Naruto trató de no ver a las personas que estaban formadas, estaba avergonzado de que lo vieran llorar en público.


La fila avanzó rápido. Solo podía sentir la calidez en su mano. No estaba consciente de lo demás. Sus altibajos emocionales eran similares a una montaña rusa. En un momento estaba bien pero al recordar a Sasuke todo se iba en declive. Estaba tan confundido, su vida era un completo desastre pero al menos contaba con el apoyo de Kakashi para seguir adelante.


-Vamos.


Naruto asintió al percatarse de que ya era su turno. Se adentró con timidez a la atracción principal de la feria, y la que mas curiosidad le daba de todas. Kakashi se sentó a su lado, ni bien se acomodaron en sus lugares, Naruto alzó la mirada. Tragó saliva, arrepintiéndose de inmediato de haberlo hecho.


-Me quiero bajar- dijo en un murmullo, sus manos temblaron ligeramente en consecuencia del miedo que se había apoderado de su cuerpo. –Me quiero ba…- alzó la voz fallidamente. El encargado ya había activado el botón, dando inicio a la atracción. Se encogió en su asiento, pasando saliva a medida que el suelo se alejaba de su vista. Cerró los ojos para no ver nada más.


-Tranquilo- Kakashi pasó su brazo sobre los hombros del chico para tratar de relajarlo. No obstante, también se sentía algo nervioso.


Naruto abrió lentamente los ojos. De nada servía haberse subido a esa atracción si no pretendía ver nada. El paisaje desvaneció sus temores internos. Ya eran perceptibles algunas estrellas en el cielo, y podía ver las demás atracciones a la distancia, asimismo, las luces que las adornaban.


Sonrió ampliamente, sintiendo un hormigueo en el estómago. La vista era verdaderamente hermosa y, por poco se la perdía al dejarse dominar por el miedo.


-A veces es bueno arriesgar- musitó Kakashi en su oído. Un comentario de doble sentido que hizo sonrojar a Naruto. Asintió en ademan, recargando su cabeza en el pecho del agente. Disfrutando de la hermosa vista y olvidándose de todo lo demás que lo mantenía preocupado, angustiado, herido. Por primera vez se sentía bien y quería aferrarse lo más posible a ese momento.


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