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Sin mi, no eres nada por RLangdon

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Naruto trató de moverse cuando escuchó el suave sonido producido de un objeto al caer. No había podido escapar, luego de que el sujeto de cabellera rojiza lo sujetara de la espalda para colocarle un pañuelo en el rostro, no supo nada más. Su visión se había vuelto borrosa y un penetrante aroma a alcohol inundó sus fosas nasales.


La cabeza le daba vueltas. Estaba mareado, demasiado mareado, aun más que en aquellas ocasiones que ingirió droga. La irritación en el estómago volvió a suscitarse sin que tuviera tiempo de reparar en qué lugar se encontraba.


Aunque, como si pudiera reconocer el sitio. Los escasos lugares a los que había acudido Naruto habían sido la casa de Sasuke, la comisaría y el hospital. Irónicamente ni siquiera conocía el camino a su casa. Estaba lo suficientemente aturdido para recordarlo.


-Amárrale las piernas- la voz se escuchó lejana, a pesar de encontrarse en un espacio reducido, una habitación quizás. Naruto cerró los ojos unos segundos, volvió a abrirlos con la esperanza de poder visualizar algo.


Nada.


Sombras, oscuridad.


Las muñecas le dolían, no podía moverlas tampoco. Estaban anudadas a lo que seguramente se trataba de alguna mesa. La superficie era plana, fría, casi podía intuir que metálica.


Sus labios vibraron ligeramente, intentando articular palabra. No lo logró. No era capaz de levantarse y nuevamente tenía miedo, terror de no saber en donde se encontraba y mucho menos de lo que pretendían hacerle esos sujetos.


Un gemido casi inaudible escapó de su garganta al ser despojado de su camisa. Lo que fuera que quisieran hacerle, era grave y él estaba completamente indefenso, a su merced.


Debió quedarse en el hospital pero ¿para qué engañarse?


Naruto no se sentía seguro en ningún sitio, aun al lado de Sasuke se sentía desprotegido. No era para menos, después de que Sasuke se comportara de manera arbitraria con él. Le decía que lo amaba y lo trataba como si lo odiara.


Y aun así, lo había perdonado.


Su espalda se arqueó involuntariamente al sentir el helado líquido sobre su estómago. No dolía pero era incómodo y la temperatura apenas era soportable.


Sin darse cuenta, Naruto empezó a hiperventilar. La incertidumbre de no saber qué era lo que pretendían hacerle, seguía haciendo estragos en su cabeza. Estaba asustado y como siempre, no tenía a quien recurrir.


Detestaba esas sensaciones, especialmente porque no eran nuevas. Cuando sus padres lo habían entregado, conservaba recuerdos borrosos de lo que ocurrió ese día.


Apenas si recordaba a Itachi siendo acompañado por otros cinco hombres que vestían una túnica negra. Lo habían atado de la misma forma en que ahora se encontraba, y esa sustancia desconocida que ahora abarcaba gran parte de su estómago también le fue colocada con anterioridad. La misma sensación, mismo proceder, mismo miedo.


Entonces tuvo que resignarse, pero actualmente no quería hacerlo. Estaba completamente inmovilizado. Los nervios lo carcomían, pero Naruto no deseaba rendirse. Simplemente no podía permitir que experimentaran con él.


Abrió los ojos cuando la sensación de mareo disminuyó. Tenía a alguien, Naruto tenia a alguien importante en su vida, y pese al daño que le hizo…lo amaba.


Fue por esa razón que se apartó de Kakashi, que cortó cualquier vínculo que pudiera existir entre ellos. Porque sabía con antelación de los sentimientos de Sasuke. Y él ya no quería ocasionar mas riñas entre Sasuke y el agente.


Apreciaba a Kakashi y no sería justo que permaneciera a su lado cuando no le correspondía de la misma manera.


Sus puños se cerraron con mucha fuerza, sintió dolor cuando sus uñas se hincaron en las palmas de sus manos, devolviéndolo a la realidad, a su realidad.


Lo odiaba, odiaba sentirse impotente, ser un inútil y no poder hacer nada para ayudarse a sí mismo. Ya estaba harto de tener que depender de alguien más para solucionar sus problemas.


Se prometió a sí mismo ser fuerte y debía cumplirlo, porque no quería morir. Se estaba aferrando a la vida con muchas fuerzas. Anhelaba vivir, incluso más que cuando estuvo con sus padres.


-Anda, tómatelas.


Naruto apretó con fuerza la mandíbula al ser tomado con brusquedad del cuello. Fijó su mirada en su interlocutor y la confusión envolvió su cuerpo de inmediato. ¿Estaba soñando otra vez?


No podía tratarse de su psicólogo, ¿Cuántos más?


¿Cuántos individuos más que lo rodeaban formaban parte de eso?


-Hazlo- exigió Kabuto, ejerciendo mayor presión en el cuello de Naruto. Era menester que el chico ingiriera todas las píldoras de una vez. Ya no había tiempo.


Su intención era suministrárselas de a poco para corroborar que el organismo de Naruto las tolerara, sin embargo, apenas habían transcurrido un par de días y todo se había salido de control.


No esperaba que el Kyubi se manifestara tan rápido. Tal vez la cantidad era excesiva. Si lo que decía Naruto era cierto, y aquella pesadilla y las sensaciones que experimentó al tenerla eran reales, esperar más tiempo sería una colosal imprudencia.


Naruto ya había asesinado a alguien. Si ocurría de nuevo, les sería imposible encubrir el hecho. La policía ya estaba siguiéndoles la pista, luego de que a la idiota de la mamá de Naruto se le ocurriera confesar todo.


Ni él, ni ningún miembro de la organización, dudaban de que Itachi hubiera dicho algo también. Era certero que confesaría, por ello era indispensable matarlo.


Por su traición el asunto se complicaba. Ni todo el dinero de Madara sería suficiente para evadir los cargos que les serian impuestos al ser descubiertos.


Al menos diez leyes habían sido violadas y era una cuestión que no pasaba desapercibida para ninguno de ellos. Si uno caía, todos lo harían.


Con la muerte de Deidara y la sorpresiva traición de Itachi, la palabra confianza ya no existía en el grupo. Cada quien debía cuidarse, vigilarse entre ellos y asegurarse de que nadie más cometiera otra estupidez.


-Vamos.


Kabuto presionó con mayor fuerza el cuello del rubio, esta vez usando ambas manos. El resto de individuos lo miraban expectante. Tanta incompetencia por parte de Kabuto comenzaba a exasperarles.


Y aunque la respiración ya era casi nula, Naruto seguía reusándose a cooperar. Se cuestionaba si realmente lo matarían, si no podría llegar a cumplir sus sueños. Los propósitos que tenía en mente se esfumaban, al igual que el aire de sus pulmones.


Pronto la silueta de Kabuto se tornaba borrosa, apenas una mancha violácea.


Kabuto frunció el ceño al no ver resultado en el chico. Naruto se negaba a tragar las píldoras y las miradas de los Akatsuki lo incomodaban en demasía.


-¡Abre la maldita boca…!


La fuerte detonación hizo eco en el lugar. Kabuto se apartó del rubio para centrar su mirada en la entrada del almacén. No había forma de que supieran su ubicación.


-Que sorpresa- se burló Orochimaru, dando un paso al frente. –Pero si son los hermanitos, ¿qué paso con el odio entre ustedes?- inquirió, ampliando una sonrisa.


Sasuke no se inmutó al escuchar la intimidante voz proveniente del fondo del lugar.


Solo reconocía al muchacho de cabello rojo, y al rubio de las perforaciones, además del tétrico individuo de ojos color ámbar que lo había mordido en el bar.


Recorrió el lugar con la mirada. La construcción apenas era alumbrada por algunas velas colocadas estratégicamente en las esquinas de la habitación.


-Naruto- llamó en voz alta, bajando el arma casi de inmediato. Hubiera querido dispararle a alguno de ellos, pero Naruto también se encontraba ahí. Su visión no era muy buena por la oscuridad y la policía pronto acudiría. No necesitaba volver a prisión, solo quería recuperar a Naruto.


Itachi se había encargado de husmear en los registros del cuarto donde se llevaban a cabo aquellas juntas bizarras, realizadas con la finalidad de compartir información respecto al ente que trataban de invocar.


Lo que fuera. Para Sasuke aquello se trataba de una estúpida secta y lo seguía sosteniendo.


-Sa-Sasuke- Naruto apenas si pudo articular palabra al reconocer la voz del susodicho. Había ido por él.


Finas lágrimas se deslizaron por las mejillas de Naruto. Creyó que Sasuke no lo encontraría, y si lo hacía, sería tarde. Nunca estuvo más agradecido de equivocarse.


Sasuke no lo dejaría solo, le prometió que iba a cambiar y sobre todas las cosas, Sasuke le dijo que iba a protegerlo.


Dudó de que Sasuke cumpliera su palabra, había roto tantas veces su promesa de no lastimarlo que le costaba asimilar que realmente pudiera cambiar.


Itachi palpó la pared a sus espaldas, en busca de algún interruptor. No veía casi nada. Solo el tenue brillo proveniente de las flamas en las velas.


Sasuke avanzó unos pasos, con su dedo índice situado en el gatillo, listo para accionar el arma en el momento adecuado. No tenía la seguridad de acertar, tampoco tenía la intención de disparar realmente al frente, lo haría solo hacia el techo como lo hizo al ingresar al oscuro establecimiento.


-Te acercas y le corto la garganta- tajó Kabuto al escuchar los pasos cada vez más cerca.


Sasuke se frenó en seco, con su corazón golpeando fuertemente su pecho. Sudó frio al recapacitar en sus actos, no debía ser impulsivo. No hasta que Naruto estuviera a salvo.


-Madara- Kabuto acercó el filo del bisturí al cuello de Naruto. Estaba seguro de que nada resultaría bien y por lo tanto, su líder tenía la obligación de actuar rápido. A pesar de que era un lote baldío, si Itachi y su hermano ya estaban enterados de la ubicación, lo más probable era que la policía también.


-Continua Kabuto- la voz firme y gruesa de Madara alteró al susodicho, esperaba otra orden, no esa.


-De acuer…


-¡No te atrevas a tocarlo!- Sasuke gritó tan fuerte que su garganta le ardió segundos después. Con un suave carraspeo, repitió la frase. No era una sugerencia, tampoco se trataba de una humilde petición o una burda advertencia. Era una amenaza, clara y certera.


Había dejado de escuchar los pasos de Itachi a sus espaldas, y aunque no quisiera dudar nuevamente de su hermano, ya lo estaba haciendo. Itachi no volvería con ellos, sería una idiotez que siquiera reconsiderara el hecho de ayudarles, sin embargo, la idea de que se acobardara y lo abandonara en ese momento, se había intensificado demasiado.


No lo necesitaba, de igual manera ya lo había ayudado a encontrar a Akatsuki, y por consiguiente a Naruto. Ahora debía arreglárselas solo pero no sabía cómo proceder. Estaba armado y desprotegido a la vez.


No podía hacer nada hasta tener la certeza de que no fueran a dañar a Naruto.


-Si eres inteligente, te irás por donde entraste- comentó Sasori, posicionándose del lado derecho de Naruto, el cual movía insistentemente las manos con la intención de liberarse. Era imposible, las cuerdas estaban sumamente reforzadas por cuero, asimismo, sus piernas estaban apresadas.


Seguía siendo un inútil después de todo. No quería que lastimaran a Sasuke y él no podía moverse.


-¿Qué?- preguntó el Uchiha con una sonrisa irónica impresa en el rostro. Que le pidieran tal estupidez no era lógico, acudió ahí por Naruto y no se iría hasta llevarlo consigo. Aun si estaba en clara desventaja contra ellos por el simple hecho de no poder usar el arma. Solo tenía que ser paciente, solo eso.


La paciencia no era una de sus cualidades. Había sido paciente mucho tiempo sin ningún beneficio a cambio. No obstante, no lo hacía por él, era Naruto quien estaba en peligro.


-Creí que vendrías a pedirme poder- Sasuke entrecerró los ojos al diferenciar el cambio de voz, esta vez era el tipo que lo mordió. -¿No es eso lo que quieres, Sasuke?, ¿no es eso lo que tanto de…?


-¡Cállate de una puta vez!- accionó el gatillo, con la punta del arma en dirección del techo. La detonación lo aturdió unos segundos.


-Que lástima que cambiaras de parecer- murmuró Orochimaru, decepcionado.


-No quiero tu asqueroso poder- masculló Sasuke, dando otro paso al frente. –Quiero a Naruto y no me iré sin él- consiguió gesticular, seguro de sus palabras.


-Naruto solo es un contenedor, no te será útil después de que el Kyubi salga.


-Si valoras tu vida te largaras…ahora.


Malditos enfermos. Sasuke mordió su labio inferior con visible frustración al escuchar el movimiento proveniente del fondo, donde seguramente estaba Naruto.


-Tienen razón- Sasuke retrocedió un paso, bajando el arma a un ángulo de cuarenta y cinco grados. –Valoró mi vida- una sonrisa jugo en sus labios. –Naruto- volvió a llamarlo en voz alta, obteniendo un suave gimoteo a cambio. –Ahí- los pasos a su derecha lo alertaron. Bajó más el arma, tratando de apuntar hacia el objetivo. Cubrió su oído derecho con su dedo índice antes de disparar.


El desgarrador grito le anunció su buen tino. Suspiró ansioso, retomando la guardia.


-Orochimaru, idiota- le recriminó Madara al reconocer la voz de su subordinado.


-No se preocupe, maestro- sonrió Kabuto, ajustando sus gafas. Naruto había abierto la boca al responder el llamado de Sasuke, momento que aprovechó de inmediato para introducir las píldoras, les había sido de ayuda ese entrometido después de todo. –Casi está listo.


Naruto mantenía la mirada fija en el techo. Solo debía confiar en Sasuke, era lo único que le quedaba. Los múltiples escalofríos seguían ascendiendo por su espalda desde el momento en que le aplicaron aquella sustancia fría en el estómago.


Las manos de Sasuke temblaron al escuchar la afirmación. Cerró los ojos, intentando calmar sus nervios para apuntar correctamente en dirección de la esquina izquierda de la habitación, donde escuchó la voz apartada del sujeto que tenia a Naruto.


-Vamos.


Y por más que trataba, sus manos no dejaban de temblar. ¿Y si estaba equivocado y Naruto estaba con el otro individuo?


¿Si fallaba el tiro, si hería a Naruto?


Tantas preocupaciones, lo alteraban a niveles inimaginables.


Inhaló y exhaló hondo, posicionando una vez más su dedo índice en el gatillo del arma.


-¡Sasuke!- el aludido se sobresaltó al escuchar el grito a sus espaldas. 


Era Itachi, menudo momento para que se presentara. ¿Se habría arrepentido de huir?, de todas formas no podía hacer nada tampoco.


-¡La policía está afuera!


Sasuke sintió el alivio embargar su cuerpo al saber de la presencia de los oficiales. Al fin y al cabo no eran tan inútiles.


-¡Vámonos!- ordenó Madara, retrocediendo en dirección a la puerta trasera. Kabuto se quedó estático al escuchar la afirmativa, ¿habían fallado?


¿Tanto esfuerzo había sido inútil?, no iba a permitirlo. Se había arriesgado demasiado para huir con las manos vacías.


-Ah…- Naruto se quejó al sentir el filo del bisturí rozando una de sus muñecas. La cuerda cedió ante el fuerte tirón hecho por Kabuto. Repitió la misma operación en la otra muñeca.


Y el fuerte puñetazo lo hizo caer de espaldas. Con un dolor punzante en la mejilla, Kabuto trató de incorporarse, siendo devuelto del mismo modo al piso.


-Maldición.


Itachi dirigió la luz de la vela hacia la plancha de metal donde yacía el aturdido chico. Sasuke dejó caer el arma para retirar las cuerdas restantes de las piernas de Naruto.


-Todo va a estar bien- musitó, sujetando el bisturí de la mesa para proceder a cortar las cuerdas. Itachi colocó la vela en el extremo opuesto de la mesa para que Sasuke pudiera ver mejor y cortara con cuidado.


-Gracias- Naruto escupió a un lado las pastillas que había estado guardando debajo de su lengua, tenía miedo de que se disolvieran con la saliva pero afortunadamente no ocurrió.


Los ojos de Kabuto se abrieron grandes al toparse con las píldoras que, falsamente, creyó Naruto había tragado.


Rechinó los dientes antes de tomar el arma que yacía a unos metros de distancia. ¿Qué más daba? Ya estaba todo perdido, la mayor parte de la investigación que le tomó meses hacer estaba resguardada en ese lugar. La estratagema de la organización se hundía al igual que él.


Las sirenas de la patrulla ya eran audibles en la bodega.


-¡Cuidado!- Itachi reaccionó antes de que la bala alcanzara su objetivo. Empujó con fuerza a Sasuke de la espalda en un intento de proteger a su hermano, sin embargo, ese no era el verdadero objetivo de Kabuto, y no lo supo hasta que las llamaradas comenzaron a expandirse.


-Gasolina- masculló Sasuke, observando en dirección del galón que contenía aquella sustancia. –Naruto- de inmediato abandonó el suelo para terminar de desanudar las cuerdas que aun mantenían al chico inmóvil sobre la plancha de metal.


-No hay pruebas, no hay crimen- se burló Kabuto, ampliando la sonrisa que acompañó aquel arrebato desesperado.


-Eso está por verse- Itachi lo sujetó con firmeza del cuello de la camisa para propinarle un fuerte golpe con el puño cerrado. Tenían las pruebas de sobra para adjudicarlos a todos ellos. Las copias de los escritos que aún conservaba en su departamento serían de mucha ayuda. No importaba si con ello lo arrestaban a él también, ese asunto era completamente superfluo.


Fue su culpa, desde el momento en que decidió integrarse a esa organización y volverse su líder, sabía que las consecuencias vendrían tarde o temprano, y no se rehusaría a enfrentarlas. Lo menos que podía hacer ahora era encarar la situación y aceptar su responsabilidad en Akatsuki.


-Itachi, ayúdame- el aludido dejó de golpear a Kabuto para aproximarse a Sasuke. Las llamas se expandían con rapidez…demasiada.


Era la última maldita cuerda la que no cedía al filo del bisturí. Estaba demasiado gruesa.


Tal vez si lo hacían de afuera hacia adentro, cedería más rápido el nudo. Ya que la cuerda estaba forrada con cuero, lo prudente sería cortar la parte más susceptible.


-¡Así no idiota!- se alteró Sasuke al ver a su hermano cortando la cuerda desde afuera. Podía lastimar a Naruto.


-Deja de ser tan pretencioso y ayúdame- replicó Itachi, deteniendo su actividad.


Naruto se sentó, sintiendo un fuerte dolor de cabeza al hacerlo. El miedo, el estrés, la preocupación, todas las emociones juntas le habían producido una migraña de la que no se desharía pronto.


Sujetó sus sienes con ambas manos, debía dejar de pensar en tonterías.


-Ya esta- anunció el mayor de los Uchiha, cubriendo parte de su rostro con el cuello de su camisa. El humo ya abarcaba una parte considerable de la bodega, tenían que apresurarse o de lo contrario se asfixiarían.


-Me temo que no irán a ningún lado- el chirrido de la puerta metálica cerrándose, se escuchó segundos después de ser emitida la frase. Itachi miró en derredor, Kabuto había escapado, aunque no iría muy lejos, la policía ya se estaba movilizando fuera de la construcción.


Aun así, la bodega no resistiría en pie mucho tiempo y ellos tampoco si permanecían ahí.


-Naruto, sujétate de mis hombros- pidió Sasuke, cargando al rubio sobre su espalda. Al igual que Itachi había cubierto su rostro para resguardarse del humo, pero la temperatura ya era insoportable. Naruto tosió un par de veces antes de acatar el pedido.


-No es la única salida- dedujo Itachi, dando por sentado que sus antiguos compañeros de grupo no habían tenido tiempo de cerrar la puerta trasera que ahora era visible al fulgor de las llamaradas.


Sasuke trastabilló con algunos objetos al dirigirse a la salida, solo tenía una cosa en mente y era salir de ahí, proteger a Naruto como se lo prometió.


-Sasuke- Itachi detuvo su rápido andar al visualizar a su hermano menor de rodillas en el suelo, jadeando con dificultad. El humo se había infiltrado a sus pulmones. – ¡Rápido!- corrió en su dirección para ayudarlo a levantarse, sin percatarse de la gruesa viga que estaba por venirse abajo.


Sasuke alzó la mirada al escuchar el crujido proveniente del techo.


-¡Muévete!- alcanzó a pronunciar, empujando a Itachi del pecho.


-Sasuke- el mayor se levantó en cuanto la viga cayó. Alarmado, trató de acercarse, pero el fuego se lo impidió.


-Lleva…- Sasuke tosió estrepitosamente mientras con mucha torpeza se ponía de pie. –Llévatelo- emitió, rodeando la viga con mucho cuidado. Itachi tomó a Naruto entre sus brazos, el chico estaba inconsciente, producto del humo inhalado.


Y entonces la realidad le cayó encima al mayor de los Uchiha. Sasuke seguía jadeando en el suelo y él no era capaz de dejarlo.


-¡Vete imbécil!- espetó Sasuke, alzando la mirada. Rápidamente sus fuerzas se agotaban, así como la respiración.


-Volveré por ti- gesticuló Itachi, avanzando hacia la salida lo más rápido que le era posible. Sin reparar en la sonrisa irónica de Sasuke. La última despedida quizás.


Apenas estuvieron afuera, Itachi bajó con cuidado a Naruto en el suelo. Logró visualizar como Kabuto era subido con brusquedad a la parte trasera de la patrulla, con las manos esposadas.


-¡Naruto!- el grito desgarrador captó su atención. Era la madre de Naruto. Mordió su labio inferior, frustrado. No debía preocuparse por eso, los oficiales ya se estaban encargando de la situación.


Las llamas ya eran perceptibles desde afuera de la construcción, así como la negra nube de humo sobre la misma.


-¡Hey!- antes de que Itachi consiguiera emprender la carrera hacia la bodega, fue detenido firmemente del brazo. Desesperado, se dio la vuelta para encontrarse con uno de los oficiales de cabello platinado, ya lo había visto antes.


-Sasuke sigue ahí- trató de cortar rápidamente la conversación y el posible planteamiento de preguntas que le serían hechas, primero tenía que ayudar a Sasuke.


-No te puedo dejar ir.


Las oscuras pupilas se entornaron al presenciar como la fachada de la bodega se derrumbaba.


-¡Suélteme!- sus ojos se cristalizaron y él ya no podía hacer nada. – ¡Sasuke!- sus sentidos se nublaron, pronto dejó de escuchar lo que el oficial le decía. Su vista seguía fija en la bodega, con la estúpida esperanza de que su hermano apareciera…nada


Sus rodillas tocaron el suelo, golpeó con fuerza el pavimento con los puños cerrados, sin terminar de asimilar lo que había sucedido.


-Sa…Sasuke- lentamente Naruto abrió los ojos, lo primero que sus ojos azules lograron vislumbrar fue a la pelirroja abrazándolo con fuerza, con sus ojos llenos de lágrimas.


-No te esfuerces, mi amor- Kushina se negaba a soltar al confundido chico que veía a su alrededor, como buscando a alguien. –Perdóname- tomó las manos de Naruto para besarlas una y otra vez, esperando el perdón de su hijo.


Naruto parpadeó, su garganta ardía mucho.


-¿Dónde está Sasuke?- se apartó de Kushina, pero no consiguió respuesta.


Los paramédicos recién llegaban al lugar.


Naruto se petrificó al ver las llamaradas envolviendo lo que anteriormente era una bodega. Su cabello rubio se meció con suavidad cuando los bomberos se acercaron velozmente al establecimiento.


-No-  continuó avanzando hacia adelante, no sentía sus pies, no sentía su cuerpo, era como si todo se tratara de otro sueño, más bien una pesadilla, la peor de todas. –No…


-Tranquilo- la voz de Kakashi inundó sus oídos, devolviéndolo a la realidad, rodeándolo con sus brazos para acercarlo hacia su pecho. No quería que Naruto siguiera contemplando la escena.


Se suponía que no debía volver a ver a Naruto, a hablar con él, a…tocarlo.


Sin embargo, en cuanto Kakashi se enteró de la denuncia hecha por el hermano de Sasuke sobre los individuos a los que continuaba siguiéndoles el rastro con las escasas pistas obtenidas, no dudó en acudir al lugar. Desafortunadamente se dio cuenta diez minutos después.


-No…- pero ya era tarde, las lágrimas impregnaron la chaqueta negra del agente. – ¡No!- Naruto negaba con la cabeza, rehusándose rotundamente a aceptar lo ocurrido. Sasuke no podía dejarlo, le prometió cuidarlo, le prometió estar con él.


Lo perdonó y lo haría de nuevo, Sasuke era su mundo ahora, y todo lo que amaba le era arrebatado siempre. Debió haberlo intuido, él no podía ser feliz, era como si se le negara ese sentimiento que en ocasiones creía poseer, solo con él, con Sasuke.


Y la vida le escupía de nuevo en la cara, burlándose de él por su ingenuidad, por haberle quitado a la única persona que amaba para…siempre.


-Naruto- esta vez fue Kushina quien decidió acercarse. Naruto se mostraba más confiado con Kakashi que con ella y eso en cierta forma la hería. Lo tenía merecido por dejarse manipular por su marido. –Naruto- pero el chico seguía en estado de shock, con su mirada pérdida en la nada y su rostro empapado en lágrimas.


Kakashi lo aferró con mayor fuerza, le destrozaba inmensamente ver a Naruto así, y lo peor de todo era que no podía ayudarlo esta vez.


Itachi se mantenía de rodillas en el suelo, permitiendo que las lágrimas fluyeran libremente, porque todo era su culpa. Por anhelar cumplir un deseo utópico para hacer feliz a Sasuke, lo había perdido, ahora estaba completamente solo y lo tenía bien merecido.


Su mente lo llevó a rozar la irrealidad cuando la silueta de su hermano pasó de largo, apenas pudo distinguirlo por la sombra que se tambaleaba por las baldosas del suelo.


-Si no lo…sueltas- la apenas audible voz rompió con el incómodo, doloroso y tenso silencio que se había formado. Itachi se levantó casi por inercia, incrédulo, miró a Sasuke de espaldas. –Te juro que te…- las palabras fueron acompañadas de una fuerte tos.


Kakashi soltó a Naruto.


Clavó su mirada en el muchacho de cabello oscuro que apenas si podía mantenerse de pie, con su rostro lleno de polvo y varias heridas en uno de sus brazos.


-Naruto- llamó su mamá en voz suave, el aludido no respondía. Kakashi lo tomó de la mano para que se diera la vuelta.


-Sasuke- y los ojos azules se iluminaron una vez más.


Naruto se abalanzó a los brazos del Uchiha, dejando escapar el llanto sobre su hombro. Frotó su mejilla contra la de Sasuke mientras sus brazos se asían con mucha fuerza de su cuerpo.


-Debí imaginarlo- suspiró Kakashi, sonriendo forzadamente. –Mala hierba nunca muere.


Sasuke frunció el entrecejo al escuchar el insulto.


-¡Cálla…!- pero sus piernas no resistieron mas.


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