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Sin mi, no eres nada por RLangdon

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El agua de la tina comenzaba a enfriarse. El chico permanecía tan sumido en sus pensamientos, que no estaba consciente de cuánto tiempo llevaba dentro de la bañera… ¿Minutos, horas?

Se encontraba en un estado de completa calma. Sus brazos reposaban a los costados de la bañera, el agua cubría tres cuartas partes de su cuerpo. La irracional idea de permanecer junto a Sasuke lo abrumaba de sobremanera.

-Todos tienen a dónde ir- pensó, trayendo consigo la imagen de su madre. Quien algún día le brindara cariño. Recuerdos de los pocos que conservaba, y que, a su vez, intentaba mantener consigo. –Todos, menos yo…- no importaba si su madre había consentido venderlo como si se tratara de un simple objeto, aun así, le seguía guardando mucho amor y cariño. Sin embargo no pensaba volver a su antigua casa, no, claramente solo había sido una molesta carga para sus padres. No volvería a importunarlos con su presencia de nuevo.

Salió de la bañera y tomó la toalla que yacía sobre el tocador, procedió a colocarla alrededor de su cintura, sin mucho ánimo se acercó al espejo. Observó con detenimiento sus facciones, no era el mismo de antes, se notaba claramente decaído, un tanto más pálido debido a la falta de exposición al sol.

-Patético- se dijo a sí mismo. Con la mirada fija en el espejo. Estaba consciente de no poder cambiar su pasado, pero aun podía decidir qué rumbo tomaría su vida. –Puedo hacerlo- se repitió, forzando una sonrisa.

-Eso es, sonríe…a nadie le importa saber que no estás bien…- trastabilló apenas hubo escuchado el murmullo, solo logró dar dos pasos, las gotas de agua que escurrían de su cabello habían formado un diminuto charco a sus pies, se sujetó del lavamanos a tiempo, evitando así un golpe certero contra el suelo. Buscó con la mirada el origen de aquella voz, pero estaba solo. Podía sentir el acelerado latido de su corazón, golpeando con insistencia en su pecho… ¿Acaso había alucinado?

Abrió la puerta del baño y se dispuso a entrar a la habitación. Probablemente el encierro le estaba afectando, no debía tomarle tanta importancia, aunque, esa voz le había parecido tan real.

Tomó la maleta que días antes el Uchiha le había entregado. Dentro de ella había varios cambios de ropa, aun no comprendía como Sasuke había acertado en la talla. Quizás solo lo había… adivinado...

Sacó el primer cambio que le llamó la atención. Unos pantalones en tono naranja, una chamarra del mismo color, y una playera blanca. Comenzó a vestirse el conjunto. Definitivamente Sasuke tenía buen gusto para vestir.

Terminó de probarse la ropa. Una sonrisa adornó su rostro. Lucía más fresco y hasta algo animado. Tenía que ver hacia adelante y dejar el pasado atrás, no sería nada fácil pero estaba dispuesto a hacer lo que fuera para retomar su vida.

Recorrió con la mirada cada mueble en derredor. Sabía muy poco acerca de Sasuke. Apenas estaba enterado de que tenía un hermano, vivía solo, y trabajaba durante las tardes. Esa información era prácticamente inútil. Quería saber quién era, que hacía, y lo más importante, ¿Qué pretendía hacer con él?

Situó la mirada en el suelo. La genuina sonrisa se desvaneció al recordar lo sucedido hace una semana... ¿Realmente podría confiar en Sasuke?

Una persona inestable emocionalmente, con problemas familiares que trascendían más allá de una simple discusión, esa era la impresión que se había formado del joven, partiendo de la confusión suscitada entre ambos.

Optó por recostarse boca arriba sobre el colchón. Un error cualquiera lo comete, de eso no tenía la menor duda, tal vez Sasuke no estaba arrepentido de sus acciones, quizás ni siquiera le tomó importancia, mucho menos se dignó a disculparse. Tampoco esperaba que lo hiciera, una semana le había bastado para darse cuenta de la clase de persona que era Sasuke. Un sujeto frío, impulsivo, inestable, serio, y aun así no podía negarlo. Sería capaz de engañar a los demás pero no a sí mismo, Sasuke… le gustaba.

Dejó escapar un suspiro mal contenido y se encaminó a la cama dispuesto a distraerse, ciertamente el Uchiha estaba tardando más de lo usual, y esa cuestión lo inquietaba.

Permanecer tanto tiempo encerrado en esa habitación debía estarle afectando la cabeza. No había forma de que sintiera atracción alguna hacia un extraño con pinta de peligroso que además recién acababa de conocer. Aunque en el fondo aquella sensación de haberlo conocido antes, no desaparecía.

Esos pensamientos abandonaron su mente tan pronto como escuchó las llantas de una motocicleta derrapar. Se levantó de la cama con rapidez, era extraño que una motocicleta se hallara fuera de la casa, siendo que, en contadas ocasiones, había escuchado el sonido de un automóvil, momentos antes de que Sasuke llegara.

Se aproximó a la puerta y tomó la perilla entre sus manos. Dudoso, la giró sin mayor dificultad, su expresión era de completa confusión, esta vez Sasuke se había olvidado de cerrarla con llave, no, Sasuke no omitiría un detalle tan importante a propósito, ¿o sí?

Salió sigilosamente del cuarto, pero apenas hubo dado unos pasos fuera de la habitación cuando el sonido de unas llaves en la parte baja de la casa lo alertaron. Resopló con fastidio y acto seguido se devolvió al cuarto, sopesando la idea de que el Uchiha se molestara, o malinterpretara la situación como un intento de escape, en caso de que le viera fuera de la pieza.

*

Sasuke introdujo la llave correspondiente a la cerradura. Aquel percance lo metería en problemas, no ignoraba las posibilidades de volver a toparse con ese individuo.

Ingresó a la sala, portando los documentos correspondientes de Naruto bajo el brazo. Un asunto menos que tratar. Una semana y ya tenía acumulados más problemas con los cuales lidiar al respecto.

Miró con extrañeza el almuerzo que había dejado sobre la mesa… un plato con fruta, pan integral, jugo de naranja y una natilla. Estaba seguro de que Naruto bajaría a comer algo en cuanto tuviera hambre, aparentemente su teoría fue errónea, puesto que, la comida se encontraba intacta.

-Curioso- profirió en voz baja, desenrollando el periódico que momentos antes tomara de la puerta. Hojeó un par de páginas, aun no era exhibido ningún indicio y por consiguiente, algún avance vinculado a la desaparición de los chicos. Se decidió por cerrar el diario, era demasiado temprano  para empezar a divagar formulando  hipótesis sin fundamento alguno. Debía ser paciente, sin embargo, tiempo era de lo que menos disponía.

Se dirigió a las escaleras y procedió a subirlas. Los documentos originales del chico habían sido incinerados, siendo reemplazados por los falsos, se había encargado de pagar una buena suma para la alteración y activación de los mismos. Y pese a tratarse de funcionarios, no faltaba un corrupto en las oficinas. Personas de mente sumamente débil, manipulables, individuos que serían capaces de exponer su trabajo a cambio de una considerable paga en efectivo, simples malhechores encubiertos de subordinados, cuya finalidad primordial consistía en ver por ellos mismos, siendo el egoísmo su principal y único impulso.

Abrió la puerta de la habitación. Lo primero que vio fue al chico rubio sentado en el borde de la cama, aseado y vistiendo uno de los conjuntos que se había dignado a conseguirle, después de todo, debía tener algunos cambios de ropa, más adelante se encargaría de lo demás.

-No bajaste a comer- afirmó, cruzándose de brazos. El menor sonrió apenado al percatarse de estar en lo correcto, Sasuke había dejado la puerta del dormitorio abierta intencionalmente.

-No tenía hambre- mintió, observándolo curioso. Por primera vez se veía tranquilo, un tanto estresado quizás, mas no había atisbo alguno de furia en su semblante.

-Tenía- remarcó el Uchiha, recargándose contra el marco de la puerta. –Es decir que ya tienes hambre- objetó con total seguridad. El Uzumaki le miró con atención, esta vez Sasuke vestía diferente, una camisa tipo polo color azul marino y pantalones cortos en tonalidad beige. No negaba el hecho de que Sasuke era atractivo pero no debía dejarse guiar por las apariencias, sobretodo después de lo ocurrido días antes.

-Bueno, yo…- no sabía exactamente qué responder a ello. Ciertamente tenía hambre pero le preocupaban otros temas, entre ellos, el poder salir a la calle. El lugar era hermoso pero aunque la jaula sea de oro, no deja de ser prisión.

-Tomaré eso como un sí, puedes bajar cuando lo desees- frío, directo. Había vuelto a ser la misma persona centrada de antes. Ya no sentía esa ansiedad inmensa aunada con la creciente ira. Y entonces todo era más confuso, ¿Por qué Naruto le hacía sentir tan extraño?

El timbre de la puerta resonó por toda la casa, anunciando alguna visita. Se detuvo a mitad de las escaleras sujetando con firmeza el pasamanos. Era imposible que lo hubieran seguido hasta su casa, se había asegurado de efectuar cada movimiento con suma precaución. El timbre sonó por segunda ocasión, lo dudo un momento, miró por sobre sus hombros la habitación del chico.

Sacudió ligeramente la cabeza, solo estaba desvariando. Terminó de bajar los escalones, no dio tiempo al intruso de hacer sonar el timbre por tercera ocasión. Retiró el seguro y abrió la puerta con fingida parsimonia.

Un hombre se hallaba de pie junto a la puerta. Reconoció al instante el uniforme con el distintivo adjunto. Era un agente de la policía.

Alto y delgado, cuyo platinado cabello le daba una apariencia más madura, una notoria cicatriz recorría parte de su ojo izquierdo.

-Hatake- pronunció con claridad, mirando lacónicamente al otro.

-¿Perdón?- Sasuke arqueó ligeramente una ceja al no comprender aquello.

-Kakashi Hatake- completó el susodicho, mostrando su respectiva identificación dentro de su billetera.

-Se puede saber, ¿a qué se debe su visita?- inquirió lo más neutral que le era posible. A sabiendas de que podrían interrogarle sobre el reciente caso de los chicos desaparecidos. El oficial le observó con detenimiento, claramente se trataba de un chiquillo de no más de veinticinco años, lo cual, en parte, le resultaba insólito.

-Permíteme responder tu interrogante con otra- tajó con una sonrisa altanera. -¿Eres dueño de un BMW negro?, para ser más específicos con estas placas- mostró el apunte sobre un trozo de papel que guardaba dentro de la billetera. Sasuke se pasmó unos segundos, estaba consciente de que la policía daría con el vehículo, pero no esperaba que fuera tan pronto.

Tomó con molestia el papel, forzandose a mirarlo un momento.

-Si, en efecto, es mío.

-Ah, entonces es extraño que no lo reportaras como robado, o es que… ¿Simplemente te tomaste la molestia de abandonarlo en un lote?- sintió un leve picor en la garganta ante la pregunta.

-Una simple jugarreta de mi parte- continuó el Uchiha, entregando de nueva cuenta el papel. –Un desconocido me estaba siguiendo- fue breve, tenía que ser honesto o de lo contrario complicaría más el asunto.

-De modo que, ¿Se trató de alguna clase de estrategia para burlar a un desconocido? – Sasuke asintió en ademan. Sosteniendo la dura mirada de Hatake. -¿Cómo estas tan seguro de que intentaban seguirte a ti?, me refiero a que es contradictorio afirmar que se trataba de un desconocido, hasta donde sé, podría tratarse de alguna confusión- prosiguió, incrédulo a las respuestas del otro.

-Cada mañana, acostumbro a tomar el desayuno en la cafetería del instituto- comenzó Sasuke, reprimiendo las ganas de darle un merecido golpe a ese insolente que se atrevía a juzgarlo de mentiroso. –La cocinera sufre de cierta manía hacia el acomodo de las comidas, por tanto, cada vez que sirve los alimentos, lo hace de manera sistemática. El pan en la esquina inferior derecha de la bandeja, la sopa en la parte superior central, la fruta en el centro, y el café...- hizo una pausa para cerciorarse de que Kakashi razonara el punto al que quería llegar. –El café lo sirve en la esquina superior izquierda.

-De acuerdo- le interrumpió. –Una cocinera bastante ordenada… ¿Qué con eso?

-Esta mañana, el café estaba del lado contrario- explicó, dándole a entender que alguien ajeno al personal de la cafetería, posiblemente había alterado su bebida.

-Comprendo- anunció el mayor sin interés. –Asumiendo que alguien tocara tu desayuno, ¿Cómo sabes que se trata de la misma persona que te seguía?- preguntó expectante ante el rostro de aburrimiento de Sasuke.

-No consumí el desayuno- enfatizó con desgano. –Abandoné la cafetería minutos después de percatarme de ello, por lo general guardo un espejo de bolsillo cada vez que salgo, simple estética- se encogió de hombros. –Escuché pasos, así que utilicé el espejo para evitar detenerme, admito que los rayos del sol dificultan la visión del reflejo, solo visualicé una figura, quizás era mujer, llevaba puesta una bata oscura, es todo lo que sé.

-Correcto- afirmó, analizando lo dicho, todo coincidía, no había margen de error en la historia, lo que le sorprendía era el hecho de que un muchacho de unos veintitantos años fuera capaz de estructurar aquella conjetura en base a su rutina matutina. –En ese caso podrás recoger tu vehículo dentro de setenta y dos horas, si lo que dices es cierto, no habrá necesidad de que pagues la multa correspondiente, sin embargo, ya que no hay forma de comprobar tu historia…

-Puede revisar las cámaras de seguridad- le sugirió Sasuke con arrogancia.

-No es mala, idea- meditó Hatake. –Pero las cintas de video de cualquier establecimiento son desechadas cada veinticuatro horas.

-Entonces debe apresurarse a realizar su investigación, oficial- lo miró con soberbia. Si lograba desviar a ese intento de policía con asuntos irrelevantes, conseguiría un poco más de tiempo.

-Hum… si- acomodó el flequillo sobre la cicatriz de su ojo. -¿Vives solo?- el Uchiha frunció ligeramente el ceño. Había escuchado a Naruto bajar las escaleras momentos antes, era de esperarse que Hatake también le escuchara. No podía mentir.

-No- respondió al instante. –Un primo vive conmigo- tamborileó los dedos sobre sus piernas. No podía seguir hablando al respecto, había muchos cabos sueltos por los cuales lo inculparían si revisaban la casa. Entre ellos, la documentación falsa del chico, algunas armas sin licencia y por supuesto, contradicción en el interrogatorio. Aún no le comentaba a Naruto sobre lo que debía responder a los cuestionamientos de cualquier índole.

-Entraré a hacer una breve inspección- soltó el agente, mirando el dubitativo semblante de Sasuke.

-No lo hará- tajó de golpe, cerrándole el paso al mayor con su brazo derecho. –Hasta que me muestre una orden de cateo- Kakashi Hatake lo observó con un deje de sospecha en la mirada. El muchacho claramente ocultaba algo, sin embargo estaba en lo cierto, no podía ingresar a realizar una revisión hasta contar con una orden previa. El chico era astuto.

-¿Uchiha Sasuke, cierto?- miró nuevamente la hoja dentro de su billetera. El interpelado asintió en ademan.

-¿Alguien más está enterado de mi domicilio?- cuestionó pensativo.

-Solo yo fui asignado y enviado a inspeccionar, nadie más posee conocimiento sobre los datos del propietario del BMW- Sasuke se sintió aliviado con la afirmación. Probablemente ya no debía preocuparse por aquel extraño, aunque la duda de ¿Quién era? Y ¿Qué quería? Aun rondaba en su cabeza. –Se hace tarde, volveré otro día, tenlo por seguro- esbozó una amplia sonrisa que, el Uchiha juzgó de hipocresía pura.

No le dio más importancia. Cerró la puerta en cuanto el peliplata comenzó a alejarse.

-Nar…- volvió la mirada a la mesa. El rubio ya había terminado de comer, permanecía sentado en el comedor, apoyando los codos sobre la mesa y la cabeza sobre sus manos, con la vista situada en la puerta.

-¿La policía?- se aventuró a preguntar, el mayor frunció el ceño con molestia.

-Preocúpate en memorizar tu identidad nueva- resopló Sasuke con cierto aire de superioridad, enseguida desvió la mirada de los hermosos ojos azules de Naruto, indicándole los papeles sobre la mesa. El rubio parpadeó un par de veces, confundido por la actitud del joven.

Alargó la mano hasta los documentos y procedió a leer la información de los mismos. Leyó cada párrafo con aburrimiento, mismo nombre, misma descripción, diferente apellido, un año más de edad, prácticamente Sasuke había conservado la mayoría de los datos reales intactos, pasando a alterar únicamente su apellido, edad y parentesco con él. Dejó los papeles junto al sobre amarillo encima del periódico. Le sorprendía la capacidad que tenía Sasuke en el manejo de falsificación de documentos, aunque, interiormente persistía la sospecha de que alguien más le hubiese ayudado.

Sintió como la intensa mirada oscura con matices escarlata que poseía Sasuke, lo observaban minuciosamente, cada movimiento que hacía, cada gesto, sabía que no pasaba desapercibido para el Uchiha. Su respiración se agitó de súbito cuando el mayor abandonó la silla para acercarse hacia él, una mezcla de inseguridad y pánico lo invadió.

***

La oscura habitación era apenas iluminada por una luz tenue, Itachi permanecía absorto desde que hubo finalizado aquella reunión. Se vio obligado a relatar el pequeño pero irreparable incidente que pudo evitar, movilizándose según lo planeado. No obstante, nunca imaginó que la vida de su ignorante hermano también correría peligro. Tras escuchar el argumento de la organización, logró darse cuenta de ello. Todo compaginaba a la perfección, según lo informado por Deidara, aun así no podía hacerlo, era demasiado.

-Itachi- le llamó el rubio desde el sofá. El aludido no se movió, seguía inmerso en sus pensamientos, debía maquinar un plan pronto, sin embargo no disponía de lo necesario.

***

Sasuke se detuvo unos pasos antes de llegar al chico. Esa sensación de ansiedad nuevamente se estaba suscitando, un fuerte escalofrío recorrió su columna. Consiguió a duras penas sujetarse de la mesa para no caer. Naruto se levantó con rapidez para ayudarle a incorporarse pero rechazó de inmediato la ayuda.

Ahora comprendía todo, su ritmo cardíaco empezaba a acelerarse, dio por asegurada la teoría de que el café había sido adulterado, peor aún, desde hacía una semana. Droga, eso explicaba con certeza las reacciones que experimentaba horas después de salir del instituto. Debió ser más atento al respecto.

-Síndrome de abstinencia- dijo para sus adentros. No había duda, estar expuesto a cierta cantidad de dicha sustancia por un tiempo prolongado, había desencadenado en una leve pero peligrosa dependencia a la misma. No quería ingerir esa basura, el único vicio que concebía era el del cigarrillo, mas sin embargo estaba consciente del daño que le ocasionaría evadir esos síntomas. Se vio en la necesidad de salir de la casa, ignorando por completo al preocupado chico que se empeñaba en preguntarle sobre su actual estado.

Tomó las llaves, descorrió el cerrojo y se encaminó a la motocicleta para dirigirse a alguna farmacia cercana, de ser necesario buscaría algún proveedor de sustancias ilegales. Era indispensable conseguir alguna droga sintética, se ocuparía de disminuir la dosis hasta dejarla por completo.

Subió a la motocicleta y acto seguido procedió a colocarse el casco, quitó el freno y la puso en marcha intentando disipar esas sensaciones de ansiedad y escalofríos que recorrían su cuerpo con rapidez.

Aceleró lo suficiente para rebasar los autos que le salían al paso, debía darse prisa, aunque no era estúpido, tenía que apegarse a las leyes de tránsito dentro de lo posible. Evitó pasarse los altos.

No pudo evitar pensar con qué afán le habían suministrado la droga, no descartó la idea de que se tratara de alguna sustancia fuerte, siendo que, en apenas una semana, le había ocasionado una dependencia de esa magnitud.

-Mierda- masculló, deteniendo la motocicleta frente al único establecimiento de medicamentos que se mantenía en servicio las 24 horas. La fila de personas que se expandía hasta la entrada era inmensa, las manos comenzaban a temblarle, ni siquiera accionó el freno, aceleró en dirección contraria, dio vuelta en el primer callejón, era peligroso ingresar en esa zona, lo sabía mejor que nadie, pero era necesario, necesitaba conseguir la droga.

**

Había pasado dos horas fuera, buscando algún proveedor, y lo había encontrado. No tardó en ingerir la dosis recomendada, se sentía ligeramente aliviado aunque con un fuerte deseo sexual despertando. Sopesó la idea de ir a algún hotel a satisfacer sus deseos sexuales, después de todo era hombre, también tenía esas necesidades.

Esa idea desapareció de inmediato al recordar a Naruto, aquel bello chico de ojos azules lo esperaba en su habitación, estaba dispuesto a aprovechar su compañía todo lo necesario.

Centró momentáneamente su mirada en el periódico. Sintió la necesidad de repasar una vez más las páginas que había pasado por alto. Un anuncio publicitario llamó su atención, la penúltima página del diario exponía exclusivamente la apertura de un nuevo bar, sus ojos centellearon en sorpresa al percatarse de la dirección de dicho establecimiento de bebidas, la avenida central, justamente donde había encontrado a Naruto, muy cerca de aquella encubierta exposición de arte, y la misma donde se topara con el bastardo de su hermano.

Eran mínimas, incluso podían ser nulas las posibilidades de encontrar de nueva cuenta a Itachi, pero ese no era su objetivo, los delincuentes claramente se estaban movilizando para centrar la atención en el nuevo establecimiento hasta desalojar por completo y borrar cualquier pista o huella impresa dentro de la supuesta galería de arte, debía reconocerlo, eran más hábiles que la policía.

Ese hecho podría serle de utilidad. Si alguno de los individuos de la subasta llegaba a presentarse a la inauguración del bar, bastaría con amenazarlo para sacarle cualquier tipo de información que le fuera de utilidad para dar con Itachi, hasta el más simple dato le sería de provecho ahora que había vuelto al principio.

Ideas iban y venían en su mente, una tras otra. El efecto de la droga ya estaba surtiendo efecto, podía pensar, más no razonar sobre sus propios planes, de pronto todo le parecía banal y estúpido, tal vez no encontraría nada en el sitio pero no tenía nada que perder.

Concluyó que asistiría de todas formas, la inauguración se llevaría a cabo después de la media noche.

Demasiadas emociones, profundas sensaciones. Observó la fotografía de Naruto, anexada con el resto de los documentos, un chico tan inocente, tan único.

Dejó los papeles sobre la mesa, ya no razonaba con lucidez, una sola idea cruzó por su cabeza en ese momento. Avanzó hasta las escaleras y comenzó a subirlas con lentitud, apoyándose en el barandal para evitar caerse, se sentía ligeramente mareado. Llegó a la habitación donde se instalaba el chico, retiró el cerrojo y entró a la recámara.

Naruto yacía recostado boca abajo sobre la cama, mantenía ambas manos debajo de la almohada y su cabeza reposaba sobre la misma. Únicamente se había retirado la chamarra para dormir, dejándose los pantalones y la camisa.

Ni siquiera lo meditó un momento, subió con sigilo a la cama, aproximándose al cuerpo del chico, podía ver claramente sus bellas facciones, gracias a la luz de la luna que se filtraba por la ventana. Era toda una delicia tenerlo tan sumiso y bajo su merced.

Acercó su rostro al cuello de Naruto y aspiró el dulce aroma que desprendía. Mordió sus labios con lascivia.

El menor abrió lentamente los ojos al sentir el suave cosquilleo, producido por el contacto del cabello de Sasuke contra su cuello.

Se despabiló, frotando enérgicamente sus ojos con ambas manos, se dio la vuelta sobre la cama y observó con escepticismo a Sasuke a su lado, contemplándolo con esa mirada que días antes poseía.

Pasó saliva ante la burda pero posible idea de lo que el mayor pretendía hacer. No le dio tiempo de reaccionar, menos de actuar. Sasuke se posicionó sobre él, colocando ambas piernas a los costados de su cadera, sus rostros quedaron a escasos centímetros de distancia, estaba tan cerca que podía sentir la respiración de Sasuke sobre su rostro.

El Uchiha lo sujetó de la nuca, obligándole a alzar la cabeza. Sus labios se tocaron, apenas un roce que, Naruto no rechazó, pero tampoco correspondió, algo estaba mal otra vez y no sabía qué era. La última vez que había visto a Sasuke fue cuando salió de la casa, aparentemente en busca de medicamento, ahora nuevamente se mostraba dominante y con ganas de tener relaciones.

Apenas se hubo separado de sus labios, Naruto hizo un intento de incorporarse, pero el peso de Sasuke sobre él se lo impedía. 

Sasuke procedió a morder y lamer el cuello del chico, su mano derecha descendió hasta los pantalones naranjas del rubio, este se estremeció ante el contacto y de inmediato le detuvo, posando ambas manos sobre la de Sasuke.

-Por favor, no- pidió en un murmullo, sintiendo como su cuerpo comenzaba a traicionarlo. Sasuke sonrió déspota ante la suplica, entrelazó los dedos del rubio entre los suyos para evitar que lo detuviera otra vez. Lentamente deslizó su mano debajo de la camisa de Naruto y recorrió con la yema de sus dedos cada suave centímetro de la piel del rubio. Naruto dejó escapar un leve gemido a causa de las placenteras acciones que el mayor le brindaba.

Continúo trazando figuras imaginarias, los pequeños suspiros que soltaba Naruto de vez en cuando comenzaban a excitarlo aun más.

Acercó su rostro al oído del chico, el cual lamió provocativamente, obteniendo a cambio un fuerte suspiro de parte del menor.

-No quiero- se quejó en voz apenas audible, pero su mente dejó de obedecerle y las reacciones en su cuerpo se hacían cada vez más notorias.

Sasuke retiró de un jalón la camisa de Naruto, se deshizo de la suya y se posiciono sobre él, comenzó a repartir suaves caricias por el torso del rubio.

Sus labios se unieron en un desenfrenado y demandante beso, juntaron sus lenguas en una lucha insaciable por el control del beso, explorando sin pudor alguno la húmeda cavidad del otro. Sasuke mordió con delicadeza el labio inferior del rubio y posteriormente se vio obligado a separarse por la falta de aire.

Naruto lo observó, confundido cuando Sasuke se levantó de la cama y salió de la habitación.




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