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Por siempre amándonos. por Yakaylex2

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Notas del capitulo:

Aquí la parte final de la historia, ¡que la disfruten!

Pasaron los años. Durante este tiempo tuve un par de novios (Henry en la preparatoria y Leo en mi primer año de la Universidad), pero en ambas ocasiones me rompieron el corazón. Quizá era mi castigo por la forma en la que había tratado a Rika. Tal vez fuera torpe en ese entonces, pero me he dado cuenta de que las cosas pudieron ser diferentes. O me hubiera gustado que lo fueran. Por un tiempo traté de establecer contacto por medio del correo electrónico, pero nunca pude hacerlo. Me preguntaba con regularidad que había pasado con ella, en quién se había convertido.


Y entonces un día regresó.


Estaba atendiendo la taberna de mi padre, cuando sonó el teléfono. A menudo los clientes llamaban para hacer algún tipo de reservación, pero eran ya las once de la noche. Dudaba mucho que fueran a reservar por un par de horas más.


- Taberna Kato, ¿qué se le ofrece? - Le pregunté con voz amable.


- Hola, Yuri... - Mi corazón dio un vuelco y sentí que mis piernas no me sostendrían. Habría reconocido esa voz en cualquier lugar.


- Ri... Rika... - Miré a mi alrededor, tratando de ver si alguien había notado el nerviosismo en mi voz, el sonrojo en mi rostro. Pero todos los hombres charlaban en gran algarabía y nadie había reparado en mí.


- ¡Me recuerdas!  - Me dijo con esa voz melodiosa y fuerte. Un poco más grave que antes. Sentí que mis ojos se llenaban de lágrimas. – Iré a visitar a mi abuela en una semana y pensaba... no sé...


- ¿Te gustaría salir conmigo? - Le pregunté rápidamente. Ante el breve silencio que se hizo agregué. - Ya sabes, para recordar tiempos pasados.


- Me encantaría... - Susurró y yo sentí que mi corazón palpitaba con más fuerza.


Establecimos las condiciones y quedamos de vernos el siguiente sábado. Me hubiera gustado que nos viéramos en otra ciudad, lejos de aquí, en donde nadie nos conocía. Pero lo hecho, hecho estaba. Todos los días, durante esa semana, hablamos sin falta por teléfono. Para saber que habíamos hecho en el día, que haríamos al día siguiente. Gracias a que mi padre se retiraba temprano de la taberna, tenía todo el espacio libre para mi y sus clientes no representaban una molestia en lo absoluto. Me encantaba el sonido de su voz. Me hacía estremecer como nunca lo había hecho. La imaginaba igual que antes. Incluso fantaseábamos sobre lo que haríamos en nuestra próxima “reunión”, realizando retos sobre situaciones vergonzosas o comida asquerosa. Por primera vez estaba feliz.


El viernes por la tarde la taberna se cerró temprano, algo extraño en realidad, por lo cual solo la llamé rápidamente para confirmar nuestra cita. Mi padre me apresuró para salir. Al llegar a casa pude ver un auto desconocido y varias personas adentro charlando con mi madrastra. Mi padre me sonrió con benevolencia y me condujo a la casa.


- Ha llegado el momento, hija mía. – Miré con sorpresa a las personas enfrente de mí y sentí como poco a poco mi corazón se rompía en miles de pedazos.


Al día siguiente, tratando de no pensar en la reunión del dia anterior, llegué puntualmente a la cita. Y allí estaba. No había cambiado nada -o al menos yo lo supuse. - Llevaba el mismo corte de cabello, con la misma ropa obscura. Creí que estaba soñando. Cuando la abracé, pude oler un perfume de violeta que me permitió darme cuenta de que no era un sueño. Me hubiera encantado hacer tantas cosas en ese momento. No quería soltarla, quería acercar mi rostro al suyo y poder sentir al menos por una vez esos delgados labios. Pero me contuve y solo la estreché como lo haría con una prima lejana.


- ¡Hola, Rika! – Le dije con toda la alegría que sentía.


- ¡Hola, Yuri-chan! - Fue la primera vez que me llamaba así, y me fascinó por completo.


Charlamos sin cesar, de las cosas pasadas, de los amigos, de la situación del país. De todo. Menos de nuestros sentimientos. Conforme estuvimos hablando, me di cuenta de algo triste, o quizá no tanto, considerando mi situación actual. Su forma de ser había cambiado. Ya no era la misma chica inocente de la que platónicamente me había enamorado. Había algo más en su personalidad. Aunque quizá solo era mi forma de verlo. Yo también había cambiado.  Tal vez para bien, tal vez para mal. Pero lo había hecho. Después de un rato, nos detuvimos en un puesto callejero de ramen, pero parecía que allí todos me conocían. ¿Por qué la mitad del pueblo tenía que ir a la taberna de mi padre? Por fin decidimos ir a una vieja plaza, que tenía varios locales vacíos. El guardia de seguridad pasaba de vez en cuando. Era el momento idóneo.


- Cuando te fuiste, - le dije - me sentí traicionada. - Me miró y desvió la mirada. - Todo ese fin de semana lo estuve pensando. Y aunque era todavía una niña, estaba decidida a enfrentarme a mis padres. A romper los convencionalismos. Y a corresponderte.  - La mirada de Rika se dirigió con sorpresa hacía mí. - Pero con tu partida, no tuve razones para desafiarlos.


- Entiendo... - Me miró triste. - Lo siento mucho. Mi madre es así. Cambia de ciudad como cambia de ropa interior. - Sonreímos. - Pero...


- ¿Todavía sientes algo por mí? - Asintió velozmente. - ¿A pesar de tener mi cara de tonta y no parecerme a todas las bellas modelos con las que has estado en las pasarelas de tu mamá? -


- ¡No digas eso! Tú no tienes cara de tonta. Eres muy linda. - Se acercó a mí y me abrazó por los hombros. - Yo te quiero...


Me di la vuelta y nos abrazamos con fuerza, como si el mundo no importara. Nos fundimos en un abrazo intenso y desesperado. Quería besarla. Pero otra vez el decoro no me lo permitía. Solo esperaba ver en cualquier momento al guardia acercarse y decirme "¡Hey, conozco a tu padre!". Así que por miedo no me atreví a hacer nada más.


- Vámonos juntas, Juri. - Me dijo de improviso. Podía sentir su cálido aliento entrar por mi nariz. -Vámonos juntas y huyamos de aquí. ¡No nos atraparan!


 - No puedo hacerlo. - Sonreí tristemente.


- ¿Por qué? ¿Acaso tu no sientes nada por mí? - Me dijo un poco molesta mientras me soltaba y se ponía de pie.


- Siento algo muy especial por ti. - Me levanté para quedar a su altura. - Algo tan grande que me hace desear todos los días saber cómo estás, que haces, que piensas. Que me hace querer besarte con cariño. - Fue en ese momento que se acercó con rapidez a hacia mis labios, pero logré interceptarla. Justo antes de que apareciera el guardia a lo lejos. - No puedo.


- ¿De verdad? ¿Es por miedo a tus padres o qué?


- ¡Estoy comprometida! - Le dije fuertemente y vi como su rostro se volvía cenizo. No podía ocultarlo más. - Mi padre arregló mi matrimonio ayer por la noche, aunque llevaba meses negociándolo a mis espaldas. Voy a casarme con Takato-kun.


- Takato Matsuda es un imbécil. - Me dijo con furia en su voz. Sonreí a pesar de todo.


- Es un buen chico.... - Ambas nos quedamos calladas por un momento. – Pero yo te quiero a ti. - Me miró y su color volvió a aparecer.


De nuevo nos abrazamos. De nuevo nos acercamos. Y entonces... llegó el guardia para avisarnos que la plaza cerraría pronto. Allí se acabó toda mi osadía. Aun así, comenzamos a caminar por las calles obscuras, tomadas de las manos.


- No importa, ¡tendremos toda la vida para hacerlo! - Me dijo entre divertida y molesta. Reí.


- ¿Cuál es tu plan? - Le pregunté mientras le apretaba con fuerza la mano.


- Mañana a las 6:00 am, nos veremos en la central de autobuses. No es necesario que traigas una maleta. En mi casa tengo ropa más que suficiente para las dos. Solo trae tu mochila con tus artículos más importantes. - Sonreí. Rika parecía un general en guerra. Pero tenía razón. Si salía con una maleta llamaría la atención de mis padres.


- ¡Muy bien! - Estaba muy animada.


Por fin podría dejar de fingir ser alguien que no era. Mis padres me odiarían, quizá mi familia y mis escasos amigos. Pero no me importaba. Iba a estar con ella. Para siempre. Cerca de mi casa nos soltamos las manos. Caminábamos con cierta distancia y yo deseaba que llegara el día en el que dejaría de esconder esto que sentía y poder mostrarle al mundo la verdad. Llegamos a la entrada de mi casa. Por suerte, mi madrastra aun no volvía. Mi casa estaba vacía.


- Pasa... - Le dije.


- No puedo, si alguien me ve... - Miraba con nerviosismo.


- Solo un segundo... -Le susurré.


Entramos sigilosamente y entonces, en cuanto se cerró la puerta nos volvimos a abrazar con fuerza. Con más fuerza que antes. Levantó su rostro. Volví a sentir su aliento cálido. Y ya no pudimos evitarlo más. Nos besamos con prisa. Como si pudiera llegar alguien en cualquier momento. La emoción de lo prohibido era muy excitante. Algo que quizá jamás podría sentir con Takato-kun. Sus manos ardían mientras recorría con ansiedad mi cintura y mi espalda bajo mi abrigo. Las mías alborotaban su cabello, recorrían su espalda. Nos besamos con una pasión prolongada. Como si quisiéramos saciar nuestra sed. El timbre del teléfono nos regresó a la realidad. Me separé y contesté de inmediato. Mientras arreglaba mi ropa y ella hacía lo mismo, escuchaba por el teléfono los gritos de mi padre, diciéndome que me había retrasado para ayudarle en la taberna.


- Tengo que irme. - Le dije una vez que colgué el teléfono. - Debo trabajar.


- Lo sé, lo siento. - Parecía avergonzada. - Te hice meter en problemas.


- No pasa nada. - Le sonreí. - Mi padre siempre me grita así. - Salimos de la casa y cada quien tomó su camino.


-Mañana a las 6:00 am, ¿de acuerdo? - Le dije con una sonrisa.


- Si... en la central de autobuses. - Me dirigió una sonrisa triste. Como aquella vez que me preguntó qué pasaría si una chica se me confesaba. Creí que estaría preocupada por los gritos de mi padre, pero al día siguiente le explicaría todo con más detalle.    


 


A las 5:40 de la mañana yo ya me encontraba en la central de autobuses. No había podido dormir bien, estaba muy emocionada. Supuse que en cualquier minuto Rika aparecería. Pero los minutos avanzaban con rapidez. ¿Habría comprado ya los boletos? ¿Hacía donde nos dirigíamos? Mi nerviosismo aumentaba. Había muy poca gente. Faltaban cinco minutos para las 6:00 am cuando tuve una idea brillante. Me dirigí al mostrador.


- Disculpe, señorita. ¿Podría decirme si tiene algun boleto vendido para el autobús que sale a las 6:00?


- Si, tengo varios. - Me sonrió con condescendencia. Como si fuera yo una tonta.


- Me refiero a si tiene uno a nombre de Rika Nonaka. - Le sonreí amablemente, aunque por dentro quisiera golpearla por su falsa sonrisa.


- Mmm, veamos... Esa es información privada y no puedo decirla. - Me dirigió otra vez su sonrisa hueca.


- Por favor, solo quiero saber si no me confundí de hora. Es mi amiga, ¿sabe? Quisiera despedirme de ella.


- Esta bien... - Al parecer se compadeció de mí. - Según los registros Nonaka-san tomo el autobús de las 5:00 am.


- ¿Cómo? - No podía creerlo. - ¿A dónde?


- Lo siento, esa información no la puedo divulgar. - Y con un ademán me pidió que me alejara del mostrador.


¿Qué había pasado? No entendía nada. ¿Acaso todo había sido un engaño, como cuando me confesó sus sentimientos? Pero esta vez, a diferencia de hacía casi cuatro años, me dirigí a su antigua casa. Para mi sorpresa, estaba iluminada. Tal vez solo se trataba de un error y Rika se había quedado dormida. Toqué el timbre, pero una mujer mayor salió.


- Ah, buenos días. Tú debes ser Kato-chan, la amiguita de mi nieta Rika.


- Si... su amiga... - Esas palabras me dolieron en el fondo de mi corazón.


- Mi nieta me dijo que podrías venir. Al parecer tenía que entregarte un libro o algo así. Solo que tuvo que marcharse antes de lo previsto.


- ¿A dónde? - Le pregunté, ella me miró confundida.


- No lo sé, Rika es igual a Rumiko, su mamá. Atan y desatan lazos muy rápidamente. Se mudan de ciudad cada tres meses y no dejan ninguna dirección. - Me tendió el libro.


- Gracias. – Le dije con una sonrisa forzada.


Me despedí de la agradable mujer y me dirigí hacía la plaza del día anterior. Con manos temblorosas abrí el libro. Cada página estaba ilustrada con recortes, dibujos y poemas, en donde se hablaba de ese amor idílico que habíamos compartido durante años, aún en la distancia y sin podernos ver. Se mencionaban sueños, ideas y sobre todo planes a futuro entre nosotras dos. Comencé a llorar fuertemente, evocando lo que hubiera podido ser y que jamás sería. Por fin, en la última página encontré una carta:


 


"Yuri-chan:


Antes que nada, quiero pedirte perdón por no haber llegado a nuestra cita. No perderé el tiempo en excusas tontas pues sabes que ese no es mi estilo. Te quiero tanto, como jamás he llegado a sentir en mi vida. Pero no quiero ser la culpable de que pierdas esos lazos familiares a los que estás acostumbrada y de los que yo carezco. He pasado por tantas cosas en mi vida que jamás podrías creer. Más malas que buenas. Y no quiero tampoco ensuciar tu pureza con mi obscuridad. Tu eres linda, tierna y hermosa. Eres la luz en mi túnel de obscuridad. Gracias por corresponder a mis sentimientos. Tal vez en otra época, en otro lugar, donde las circunstancias nos lo permitan, podremos estar juntas.


Por favor sé feliz con Takato, tienes razón al decir que es un buen chico. Algo torpe y cobarde, pero lo es. Y por favor no me busques más, pues yo tampoco lo voy a hacer. No porque no quiera. Al contrario. Te extrañaré y pensaré en ti cada día, durante toda mi vida. Si quieres destruirlo todo, para no tener problemas, no hay problema por mí. Solo llévate en tu memoria mi despedida.


Por siempre amándonos, Rika y Juri." 


 


 


Había tomado una decisión. Egoístamente, por las dos. Como en el pasado. ¿Quién era ella para decidir lo que yo quería, lo que yo deseaba para mi futuro? La odie. La odié tanto como antes. La odie porque me había abandonado, porque me había obligado a aceptar un destino que yo no quería. La odie... porque realmente la amaba...


Después de haber llorado durante un largo tiempo, cuando la luz del amanecer empezaba a aparecer en el horizonte, tomé el cuaderno y la carta y comencé a romperlas en pequeños pedazos de papel. Cuando terminé, me dirigí a un bote de basura cercano y allí lo deposité, sintiendo que con ellos se iba también una parte de mi vida. Traté de arreglarme lo más presentable posible y salí de la plaza, directo hacia la "Panadería Matsuda", propiedad de los padres de Takato. Si alguien me preguntaba porque había salido tan temprano, diría que había ido a visitar a mi prometido.

Notas finales:

Bueno, hasta aquí la historia – hermanos, pásenme los pañuelos por favor -. ¡Primer yuri completo que escribo! Había hecho algunas menciones en fanfics pasados, pero ya escribir una historia completa está complicado, más si no estás familiarizada con este género. Aunque en lo personal me pareció una linda historia, ya que para escribir sobre el amor y las penas - sea cual sea el género -, siempre habrá fuentes de inspiración, tanto en tu vida diaria como en la de alguien a tu alrededor. Espero que les haya gustado y ya saben que cualquier comentario es bienvenido. ¡Nos vemos en el siguiente!


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