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Provocación por Dazftel

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El fin de semana se acabó y ese lunes muy temprano llovía a cántaros, pero ni eso fue suficiente para que cancelaran el viajé a las montañas con la excusa de que a donde íbamos el clima estaba perfectamente… helado.

Cubrí mi cabello corto con la capucha de mi sudadera y miré distraídamente cómo íbamos subiendo colina arriba a paso tortuga.

- ¿Por qué vamos tan lento? – Preguntó una de las profesoras al chofer.

El hombre calvo que conducía miró un poco preocupado y luego le indico algo detrás del volante.

-Tendremos que detenernos por unos treinta minutos. - Advirtió. - Es extraño pero el medidor está pasando el límite de temperatura y ni siquiera hace calor.

Todos los adolescentes se quejaron cuando el autobús se estacionó y apago el motor. La profesora no tardó en levantarse para pedir calma y que sólo sería unos cuantos minutos.

Bostece con aburrimiento, era demasiado temprano y ya había problema. Solo habíamos viajado por dos horas, aún faltaban otras dos horas en llegar.

Cerré los ojos, quedándome dormida a los pocos minutos.






Fruncí el ceño cuando un flash se disparó frente a mí cara, abrí los ojos sintiéndome algo desorientada al ver a mi compañera.

-No molestes Sarah. – Me queje bajando más la capucha de mi sudadera para evitar que me vuelva a sacar fotos.

-Eres adorable cuando duermes. – Dijo entre risas mirando la foto recién tomada.

Suspire aburrida, para luego bostezar sin cubrir mi boca. Seguí con la mirada a Sarah que había ido a tomar asiento con su grupo de amigas, entre ellas Sofía.

Estaba con los brazos cruzados y la mirada perdida. Rasque mis ojos y me levante para acercarme a aquel grupo.

- ¡Ey! – Saludé sentándome entre Sofía y Sarah, rápidamente la vi fruncir el ceño al verme.

Todas me saludaron menos una castaña que se dedicó a mirar por la ventana, la vi temblar ligeramente.

- ¿Tienes frío? – Pregunté bajo para qué solamente lo escuché ella.

-Que te importa. -Me contestó sin mirarme.

Ladeé la mirada y volví a girar el rostro hacía el grupo de chicas que me estaban hablando.

-Definitivamente deberíamos salir, pero no invites a esos chicos. – Escuché a Laura y miré confundida para luego sonreír.

- ¿Te refieres a Christian y Fabián? – Pregunté y todas asintieron con la cabeza. -Que malas. – Me reí y Sarah me abrazo.

-Son unos pesados, no sé qué haces con ellos. – Dijo.

-Ella es igual o incluso peor que ellos. - Dijo de golpe Sofía, captando la atención de todas.

-Creo que me odia. – Susurre a las chicas fingiendo que Sofía no estaba a mi lado.

Todas rieron divertidas.

-En fin, saquémonos una foto, quiero mostrarles a mis amigos de lo que se perdieron aquí.

Todas se sintieron halagas menos Sofía, que puso la mirada en blanco decidida a no salir en la foto conmigo a su lado.

-Espera. – Pedí cuando vi que una de las chicas ya iba a tomar la foto.

Me saque el abrigo, desordenando aún más mi corto cabello. Apenas me lo saque se lo tire en el rostro a Sofía, y pase el brazo detrás de Sarah, ignorando completamente la mirada fulminante de Sofía al sostener con fuerza la sudadera.

Sonreí justo cuando el flash se disparó. Apenas me enseñaron la foto, fingí una asombrada expresión, agregando lo guapa que eran todas. Este grupo era demasiado fácil de conquistar.

-Tengo que irme. - Dije señalando a la profesora que se levantaba a mirar los asientos de todos. - Ahí viene la profesora y seguro Sofía dirá que estoy molestando. – Las chicas asintieron divertidas. Estaban acostumbradas a nuestra rivalidad.

Volví rápidamente a mi lugar y miré a Sofía que justo volteo a buscarme con la mirada. Aproveche para sacarle el dedo del medio, ladeo la mirada y luego paso mi sudadera por la cabeza, vistiéndola.

Me reí en silencio, era una estúpida. Jamás hubiera aceptado si se lo ofrecía amablemente y menos delante de sus amigas.

Luego de casi tres horas llegamos a lo que parecía un lugar asquerosamente húmedo, al menos la lluvia se había detenido, dejando grandes charcos de agua cada tres centímetros.

Me reí por dentro al ver la espalda de Sofía y como le quedaba bastante holgado mi abrigo.

-Ayúdame Julia. - Escuche la voz de Sarah, al mismo tiempo que tocaba mi hombro.

Volteé el rostro, viéndola aun en la puerta del autobús. Le di la espalda y rodeo mi cuello con su brazo, inmediatamente sentí sus pechos en mi espalda. Trague grueso.

- ¿Dónde vamos? – Le sonreí levantando levemente el rostro.

-Lejos de aquí. - Rio divertida.

-Dudo que la profesora nos deje ir diez metros lejos de ella. - Ladee la mirada cuando la profesora justo me observo.

- ¡Julia! Ya baja a Sarah ahora mismo. - Suspiré y tuve que arrodillarme para que Sarah bajara.

-Es una pesada. - Murmuro la más baja.

Le sonreí y empecé a seguir a la profesora, sospechaba que me odiaba, no podía aun confirmarlo.

Llegamos a unas cabañas y la profesora no tardo en dividirnos en grupos, los varones en un lado y las mujeres por otro.

Esperé que todos pasarán a la cabaña, deteniendo a Sofía del brazo, está se sorprendió y al verme frunció el ceño.

-Te vas a arrugar muy rápido así. - Dije enarcando una ceja por su expresión de asco al verme.

-No lo puedo evitar, es muy desagradable verte. - Agrego levantando los hombros.

Ladee la mirada tratando de no enojarme.

-Ya puedes regresarme la sudadera. - Dije con muy poca paciencia.

- ¿Cuál sudadera? – Dijo totalmente confundida.

- ¿En serio? – Contesté curvando mis labios en una sonrisa incrédula.

- ¿Este? – Fingió estar desorientada. - Es mío. - Agrego, levanto la mirada y me sonrió divertida.

-No te lo regale. - Sentencie con molestia. - ¡Es mi favorito! - Me queje al ver que solo se rió.

- ¡Que dices, es mío! – Elevo la voz en una queja.

Sin avisar, ni soltarle de uno de sus brazos, lleve mi mano libre a la parte inferior de mi sudadera y lo levante con su blusa incluida, notando aquel abdomen plano y pálido.

Chillo con fuerza apenas sintió el viento frio chocar contra su piel, resistiéndose y evitando que lograra subir por encima de la altura de sus codos.

- ¡Sofía! – Le grite molesta porque no quería entregármelo.

- ¡Julia! - Me grito la profesora que apareció por la puerta. - ¿Qué piensas que estás haciendo?

Rápido solté a Sofía y la miré molesta, está bajo la mirada con un fingido miedo hacia mí.

- ¡Es mi sudadera! – Grite señalando la prenda que llevaba Sofía.

- ¿Es verdad? - Pregunto mirando a Sofía y esta negó rápidamente con la cabeza.

- ¡Es obvio que dirá no! ¡Profesora! - Chille llevando la cabeza para atrás, cuanta impotencia.

- ¡Basta Julia! Vete adentro o escribiré un reporte ahora mismo.

Presioné mis dientes y fui enojada para el interior de la cabaña, no podía creer que siempre creían a esa enana y no a mí.

Definitivamente la profesora entraría en mi lista de personas con quienes no me llevaba bien.

Se detuvo fastidiada cerca de la puerta. Sofía no tardo en pasar a su lado sin antes dirigirle una mirada a la rubia, la vio morderse el labio inferior tratando de contener una risa burlona, aún tenía a la profesora atrás.

Esta sería la última vez que volvería a ser amable con esa maldita castaña.







En toda esa mañana no hubo más cruces de palabras, salvo una que otra mirada de odio entre las dos, mientras que las horas pasaban, caía la tarde y el frio era cada vez más evidente, tanto que el aliento de Julia se visualizaba en el aire.

- ¡No se queden atrás! – Grito la profesora, esperando a los últimos en bajar.

Bostecé como si fuese la última vez en hacerlo, y miré con fastidio a aquella mujer de unos treinta y cinco años que se hacía llamar profesora.

Repentinamente se giró hacia mi dirección y torpemente fingí mirar algo en otra lugar.

- ¡Julia! – Grito, asustándome.

-Tú me ayudaras aquí. -Señalo una cabaña distinta a donde se encontraban las habitaciones.

- ¿Por qué yo? – Me quejé. - Mira allá, están los varones. – Dije tratando de persuadirla con ello.

-No los quiero a ello. – Contesto esperando que la siguiera.

Qué demonios significa eso, ¿solo estaba buscando molestarme? Era la única profesora con la que no tenía buena relación, y eso que llevaba enseñando menos de un año. Suspiré un tanto fastidiada y la seguí arrastrando mis pasos.

Me crucé con Sofía en el camino y no perdió la oportunidad de sacarme la lengua, antes de ingresar a la cabaña contigua a la que estaba yendo con la profesora.

-Es una…- Murmuré, desviando la mirada cuando Sofía desapareció tras cruzar la puerta.

- ¿Esto? – Señalé con el pulgar unas cajas que tenía detrás del hombro cuando ingresé a la cabaña.

-Sí, pero espera, quiero sacar unas cosas de aquí primero. – Pidió.

La vi acercar una pequeña caja que lo deposito frente a mis pies y se agacho para abrirlo. Automáticamente mis ojos se centraron en el escote de sus senos que se dejaban ver por la forma en como se había inclinado la mujer.

Desvié la mirada con incomodidad, solo faltaría que me acusara de algo. Suspiré justo cuando sentí su mirada sobre mí.

Se hizo un silencio que para mí resulto bastante incomodo, podía sentir su mirada examinando detenidamente mi rostro, inevitablemente tragué duro y la vi bajar la mirada mientras esbozaba una ligera sonrisa que se escondía entre los mechones de sus cabellos que caían efecto de la gravedad.

-Lleva esto a tus compañeras. - Pidió.

Asentí con torpeza, mientras levantaba unas cuantas sabanas dobladas que puso encima de las cajas que llevaría.

Sujeté la caja y sentí su mano tocar mi brazo, subiendo a mi hombro y luego me soltó. Miré detenidamente la caja tratando de disimular la incomodidad.

-Lo llevaré. - Avisé dando un paso adelante intentando escapar con disimulo.

Suspiré aliviada cuando el viento helado choco contra mi rostro al salir de ahí.

Entre a lo que sería nuestra habitación por esa noche, había como diez camas alineadas correctamente una de otras.

Me acerque en la cama donde se encontraba Sofía charlando con sus amigas y deje caer la caja a su lado, asustándola.

-La profesora ordeno que cambies todas las sabanas. - Le avisé dándome la vuelta.

-Mientes. - Dijo con un tono muy seguro, provocando que vuelva a mirarla.

-Si quieres puedes preguntarle. - Señale a la profesora que justo pasaba la puerta y miraba en otra dirección.

Me reí por dentro al ver su expresión dudosa y sin decirme nada, puso la mirada en blanco, dándome la espalda nuevamente. Sabía que no iría a preguntarle a la profesora si dijo o no aquellas palabras.

Luego de unos cinco minutos mire entretenida como cambiaba cama por cama y cuando llego a una donde estaba la profesora hablando con una estudiante, está la detuvo, intercambiaron unas cuantas palabras y rápido desvié la mirada al techo cuando la profesora miro en mi dirección.

Como pude contuve la risa y puse mi mejor expresión de pokerface, para luego fijarme en la mirada de odio que me estaba dedicando Sofia. Le sonreí cuando la profesora dejo de mirar hacía acá.





La noche cayo, y todos tuvimos que mudarnos a otra cabaña donde se estaba preparando la cena de esa noche.

Nos sentamos en una mesa larga para compartir entre todos.

- ¿No es la sudadera de Julia? – Pregunto Sarah sentándose a mi lado y mirando a su amiga que tomaba asiento frente a ella.

-Me lo regalo. - Contesto divertida.

-No te lo regale, me lo robaste. - Me quejé. - Pero igual planeo recuperarlo. - Aclaré dando un mordisco a mi cena.

La escuche reírse en voz alta.

-Olvídate, porque será eternamente mío. - Hizo una pausa para empezar a comer. - Me lo veras usar todos los días en el colegio. - Continúo divertida, buscando provocarme con sus palabras.

Resople por la nariz.

-Sigue soñando que será así. – Le aclaré.

-Si no se pelearan tanto, juraría que ustedes dos se gustan. - Dijo Sarah mirándome con atención.

Ambas nos miramos en silencio, pero Sofía fue la primera en hacer un sonido con los labios para luego reírse burlonamente.

-No es amor, es odio, definitivamente, tendría que estar loca para gustarme de ti. - Me señalo con su tenedor.

Ladee la mirada a su insistente señalamiento.

-Solo por esta vez estoy de acuerdo con esa enana, así que dejen de esparcir esos rumores desagradables. - Me quejé y todas las amigas se rieron.

Últimamente había escuchado más de una vez ese comentario, a veces transformada en una pregunta, ¿había algo entre nosotras? NO.

- ¿Enana? ¿No serás tú una jirafa? – Enarco una ceja y automáticamente le sonreí.

-No lo sé, pero Internet dice que sí mides 160cm eres un HOBBIT. - Apenas terminé de decirlo, sentí el impacto de la salsa que tenía su tenedor en mi mejilla y parte de la ceja.

La escuché reírse con ganas, y fruncí el ceño con intención de contra atacar, pero la voz de la profesora acercándose al lugar me detuvo. Me limité a mirarla con odio, pero rápidamente oculto su rostro burlón entre sus manos para que la profesora no la viera.

-Te quedaba bien, así ocultas ese rostro. - Dijo en voz baja cubriéndose una parte de la cara.





Volvimos a dividirnos por grupo de varones y mujeres, dirigiéndonos a las habitaciones para terminar con ese día.

Me senté en mi cama, esperando. Algunas luces se iban apagando y noté a un grupo muy pequeño acercarse al baño del fondo de aquella cabaña.

Miré con disimulo a Sofía que llevaba su equipo de limpieza para el rostro, rumbo al baño.

Espere unos minutos asegurándome de que demoraría y me acerque al bolso que se encontraba en su cama y lo abrí buscando algo que pudiera querer intercambiar por mi sudadera favorita.

No encontraba nada interesante, hasta que toque algo duro, dando con su celular. Sonreí.

Lo estiré y vi como cayo su cepillo de dientes a un lado de la bolsa, miré sorprendida y levanté la mirada llevando rápidamente hacía donde se había ido Sofía, casi al mismo tiempo que ella miraba desde la distancia como estaba sosteniendo su celular en la mano.

Jadee y me moví rápidamente, rodeando la cama para que no pudiera tocarme.

- ¡Julia! – Exclamo tratando de no gritar, algunas ya estaban intentando dormir. - ¡Dámelo! - Pidió en queja, frunciendo el ceño.

Se subió a la cama y trato de atajarme del brazo, pero la esquive y empecé a correr, abriendo una puerta, pero antes de intentar cerrar la puerta, sentí su mano en mi abdomen empujándome, sonreí levantando las manos, viendo que ni saltando lo podría coger.

-Dame mi sudadera y te doy tu celular. - Ordené.

Di varios pasos para atrás por sus empujones y como se agarraba a mi brazo para que lo bajara.

- ¡Que no! – Chillo. - ¡Dámelo, Julia! – Insistió.

- ¡Sofia! – Me queje. - Solo tienes que entregármelo y te regresaré tu celular. - Dije bien bajo.

- ¡Ya te dije que es mi sudadera! – Enarco una ceja y sonrió cuando logro atrapar el celular entre sus manos, uso su propio peso para forzarme a bajar el brazo, pero no lo había soltado aún.

Llevo el celular a la altura de su estómago y trato de ocultarla ahí con mi mano incluida, me dio la espalda y su cuerpo choco contra mi pelvis, rápidamente la rodee con mi brazo evitando que me quitara de las manos el celular.

- ¡Suéltalo! – Chillo dando varios pasos hacia atrás por mi culpa.

Choque contra un escritorio, haciendo temblar todo lo que estaba encima. Escuchamos como la puerta era cerrada y ponían seguro, nos quedamos inmóviles y vimos a la profesora sacarse la blusa, quedando en un sostén negro que rápidamente cayó al piso.

Jadee sorprendida y me quede más paralizada que Sofía, increíblemente la profesora no había notado nuestra presencia.

Se encontraba demasiado distraída y un tanto agitada, se acostó en la cama y Sofía aprovecho ese momento para jalarme en un pequeño rincón, donde no podría vernos por la pared, a no ser que viniera hasta ahí.

-Te mataré si nos descubre. - Me susurro super bajo.

Apoyé mi espalda contra la pared y miré a Sofía acercarse a mí, tratando de empujarme aún más contra la pared.

-No empujes, idiota. - Le dije en un tono más bajo.

Vi como llevo su mano a su boca y con dos dedos hacia un gesto de que cerrará la boca, fruncí el ceño y acepté de mala gana, tampoco quería ser descubierta luego de haber visto los senos de aquella mujer.

Si antes ya me odiaba, luego de saber que estábamos ahí, estaba segura que haría que me suspendan del colegio por supuesto acoso.

Nos quedamos en silencio escuchando que hacía unos movimientos, y regresaba a la cama. Giré el rostro buscando la puerta con la mirada, no había forma, nos vería si intentábamos irnos.

-Aaa..

Baje el rostro sin poder creerlo, buscando la mirada de Sofía que me observo sumamente sorprendida queriendo confirmar si había escuchado bien a través de mis ojos. Cubrí mi boca con una mano y sentí como su frente se apoyaba contra mi pecho sin aguantar la vergüenza.

No podía creerlo, ¿en serio se estaba tocando nuestra profesora? Bueno, es decir, es normal, claro que sí, ¿pero tenía que hacerlo justo aquí? Con todos sus estudiantes al otro lado de la puerta.

Lleve la cabeza para atrás, apoyándola contra la pared sorprendida mientras escuchábamos como estaba gimiendo una y otra vez.

Mantuvimos silencio sin movernos mientras escuchábamos una mezcla de sonidos que asumía yo que eran de la fricción de su mano con su entrepierna.

-Esto es demasiado…- Susurre sin saber ya donde mirar.

Sentía como el calor subía a mi rostro, tenía el cuerpo de Sofía demasiado pegado al mío, mientras escuchaba esos jadeos salir de la garganta de nuestra profesora.

-Julia, no hables…- Susurro intentando mirarme mal, pero no lograba hacerlo.

Su rostro estaba demasiado ruborizado, con miedo de ser descubierta.

Los minutos pasaban, diez minutos se transformó en veinte y al llegar los treinta minutos, escuchamos como se abría un cajón y sentí un gran alivio ¿había acabado ya?

El cajón se cerró y traté de inclinarme para mirar, pero las uñas de Sofía se clavaban en mis brazos con intención de que no mirará, pero necesitaba saber si iba a dormir ya.

Muy ligeramente y con mucho cuidado miré, quedando asombrada con aquella escena de ver a mi profesora absolutamente desnuda con las piernas abiertas y con algo entre las manos a punto de introducirlo dentro de ella. Sentí las manos de Sofía tocar mis mejillas y forzarme a que la mirará a los ojos.

- ¡No mires! - Dijo sin emitir sonido, solo moviendo los labios.

Tenía el rostro tan caliente, mi corazón se había disparo mientras miraba el color tan profundo de aquellos ojos. Jadee cuando escuche mi nombre, pero Sofía llevo rápidamente su mano a mi boca para que no emitiera ningún sonido.

La mire aterrada cuando escuche mi nombre salir en un gemido.

Lleve las manos a la cabeza para cubrir mis oídos al escuchar por segunda vez mi nombre. la mirada de Sofía estaba puesta en mis ojos, igual de asombrada que yo.

No sé cuánto tiempo había pasado pero las manos de Sofía se pusieron encima de las mías para que dejará de presionar mis orejas que se encontraban rojas, me hizo una seña con su dedo apuntando al piso.

Fue ahí cuando note que llevábamos más de una hora paradas en la misma posición, se veía muy agotada.

Con cuidado fui deslizando mi espalda por la pared, hasta que mi trasero toco el piso frio. Levanté el rostro indicándole de que podía bajar, y con el mismo cuidado que yo, se sentó entre mis piernas y apoyo con cansancio su espalda por mi pecho.

Me quede quieta, confirmando que no había movimiento en la cama, al fin había acabado.

Centre mis ojos en el celular de Sofía, no recordaba siquiera en qué momento me lo arrebato de las manos, pero estaba escribiendo un mensaje en mi propio número telefónico para luego mostrarme.

“Haremos una tregua hasta salir de aquí” Fue lo que pude leer cuando me lo enseño.

Levanto la mirada asegurándose de que lo había leído, para luego entregármelo.

“Cuanto tiempo tendremos que esperar hasta que se duerma, o al menos estar seguras que se durmió?”

Se lo entregue y se quedó pensativa, y sin escribir nada volteo ligeramente el rostro y levanto los hombros en señal de no tener la más pálida idea, puse la mirada en blanco.

“No sabía que tenías algo con la profesora” Agrego luego.

Pase mis brazos por debajo de sus pechos atrayéndola aún más hacia mi cuerpo, y lo más bajo que pude le susurre.

- ¿Estás loca?

Sentí como su cuerpo se estremeció entre mis brazos, quizás había susurrado muy directamente en su oído.

Sin poder evitarlo, amplié mis labios en una sonrisa y ella lo noto, tensando su cuerpo.

- ¡No te atrevas a molestar ahora! – Sonreí divertida al ver el movimiento de sus labios con mucho nerviosismo.

Agarré devuelta el celular y empecé a escribir bajo la inquieta mirada de Sofía.

“¿Porque te pones nerviosa?” Leyó y supe que quería golpearme, pero se contenía.

“No me pongo nerviosa, es una reacción natural del cuerpo” La vi ladear la mirada cuando me lo entrego para que leyera.

“Es decir ¿te vas a sonrojar con cualquiera?” Pregunte con mucha curiosidad y le entregue el celular.

“Que te importa eso” – Contesto y sonreí divertida.

“Me importa” Agregue tratando de calmar mis nervios al escribir aquello.

“Sí, claro, solo te gusta hacerme enojar”

“También” Fue lo único que respondí.

No podía negar que era divertido ver su rostro enojado o en un estado de nerviosismo.

“Cambiando de tema, a uno más importante, eres algo así ¿Cómo el amor platónico de la profesora?”

Miré con incomodidad, pero definitivamente no podría hacerle nada a la mujer que estaba en aquella cama.

“Si no me llevará 20 años, quien sabe” Lo leyó y la vi sonreír.

Abrí grande los ojos, era la primera vez que me entregaba una sonrisa no burlona, no dije nada, por alguna razón no quería incomodarla en este momento.

“Ahora ya sabemos porque no te soporta” Leí y resoplé por la nariz.

“Estaba segurísima que me detestaba, ¿puedes creerlo? Es decir, mi sudadera te dobla en tamaño y cree que es tuyo”

“¿Pero me queda bien?” Pregunto cambiando totalmente de tema.

Me entrego el celular y sentí que las manos me sudaban, estaba segura que era una pregunta trampa.

“Te queda como un pijama” Contesté, evitando con ello sentirme vulnerable.

“Olvídate de tu sudadera entonces” Sin entregarme el celular, solo me permitió que lo leyera y luego lo guardo dentro del abrigo.

La vi girar ligeramente el rostro y mover los labios, indicándome que probemos salir dentro de quince minutos, asentí con la cabeza y cerré los ojos cuando la vi mirar enfrente, dejando apoyar su cabeza contra mi hombro.

Por increíble que me pareciera aquella situación, iba a extrañar esta sensación de tener a Sofía entre mis brazos.

CONTINUARÁ...


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