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Una Canción Lloró A La Medianoche por Ana Reiko

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Naruto abrió los ojos abruptamente, haciendo una expresión de completo terror y tristeza, esa pesadilla, que le mostraba como Sasuke moría a manos de Kaguya, lo había atormentado otra vez.


Se descubrió sudando, su frente estaba empapada, y su corazón se agitaba al ritmo que su mente no dejaba de repetir aquellas imágenes nefastas, como si fueran un carrete de película vieja cuya la sala de cine era su mente, remanentes de un mal sueño.


Como un acto reflejo, se llevó las manos al rostro, sólo para darse cuenta que su mano izquierda fue la única que alcanzó su cara. Ese fue su golpe de realidad, que lo terminó sacando a flote de aquel estado de ensoñamiento y depresión.


-Es verdad, perdí un brazo en la batalla contra Sasuke-murmuró con parsimonia recordando el motivo que lo había dejado en esas condiciones.


En ese preciso instante, un repentino pensamiento cruzó por su cabeza, ¿Dónde estaba, Sasuke?. Volteó a su alrededor, levantándose con pánico al notar su ausencia, se suponía que estaba a su lado.


¿Olvidaste que murió?


Esa extraña cavilación acudió a su pensamiento, percibió una fuerte y dolorosa opresión en el pecho, entrando a un estado de negación. Él recordaba que ambos habían sobrevivido a su batalla en el valle del fin, no podría ser mentira esa escena cuando sinceraron sus sentimientos, exponiendo sus corazones al desnudo. Entonces una revelación relampagueante apaciguó su agitado espíritu, había sido como si el lazo qué lo unía al Uchiha se hubiera tensado, para gritarle que la llama de la vida de ambos estaba ardiendo al mismo tiempo, todavía.


No, Sasuke sobrevivió, ha estado viviendo conmigo hasta que pueda irse a su viaje de expiación.


Se golpeó cada mejilla con su mano izquierda, debía despabilarse para que su cerebro le dejara de jugar malas pasadas con sus recuerdos. Suspiró aliviado, un poco más calmado, se dejó caer en la cama. Seguramente el Uchiha estaría en alguna parte del apartamento, tenía el hábito nocturno de beber agua o a vaciar la vejiga.


Pero todavía siendo así, con su vínculo más precioso a salvo. Su ánimo que había pasado del infierno al cielo, ya que reflexionando con cabeza fría técnicamente nada había cambiado mucho, aún con Sasuke fuera de la oscuridad, no estaba disfrutando de ningún beneficio que se planteo. El Uchiha tenía intención de instalarse a Konoha, no se había convertido en Hokage, si bien la gente había dejado de despreciarlo y lo veían como alguien importante, pasaban de interactuar con él.


El tic tac de su reloj despertador, posado en una repisa cercana, se convirtió en cómplice de su ataque de miedo intenso, al mismo tiempo que se confirmaba que era la medianoche.


Con temor volteó a la derecha de su cama, encontrando ese flanco vacío, concluyendo que en cuanto Sasuke se marchara, la soledad sería su única y fiel compañera.


Además se planteó una posibilidad, si Sasuke era asesinado en su viaje, prácticamente se quedaría sin nadie en este mundo, pues sus lazos con Sakura o Kakashi eran tan frágiles, que no sería extraño que siguieran sus vidas en sus carreras, como ninja médico y Hokage respectivamente, dejándolo atrás sin chistar. Las pruebas sólidas que justificaban sus sospechas ya se estaban materializando, cada vez pasaban menos tiempo juntos.


Lágrimas amargas formaban pequeños surcos en sus mejillas al presagiar ese tipo de escenario.


Odio más que nada estar solo, realmente lo odio


Abrazó sus rodillas, como un niño, atrapado en una aldea sin ningún tipo de estaciones, ya que para una persona solitaria no había diferencia, ya que la frialdad de los demás provocaba eso. Aunque ya no era considerado un paria, sino un héroe de guerra todos se mantenían alejados de él. Incluidos aquellos que llamaba amigos, como Shikamaru, Kiba o Lee, siempre preocupados por sus propias vidas, sin ningún espacio en sus ajetreadas agendas para ir a acompañarlo con su amistad, sí, la misma que le pregonaban en el exterior solamente.


Por apariencias, por lástima lo hacen, me demuestran que les importo, porque no esta bien hacerme sentir mal por que ya soy famoso.


-Viva el héroe de Konoha~...-canturreó aquella frase famosa, que muchos le dedicaron al regresar cubierto de gloria de la cuarta guerra ninja. Su voz sonaba rota mezcla entre tristeza y burla para sí mismo.


En ese punto no pudo más, comenzando a llorar. ¿Por qué? ¿Por qué seguía odiando tanto estar solo? ¿Por qué no podía seguír adelante como los demás?. Contuvo un grito de dolor usando su mano, no era de llorar abiertamente.


Una canción lloró a la medianoche, desde ese momento y para siempre yo...


-¿Naruto?-llamó una voz jovial y grave con cierto grado de confusión.


El dueño de aquella voz era Sasuke Uchiha, quien sostenía un vaso de agua con su única mano, todo este tiempo había estado en la cocina, saciando su sed pero también reflexionando arduamente acerca de su partida. Se había acostumbrado a vivir su día a día al lado de Naruto, ya que lo primero que veía al despertar era el rostro del rubio y era lo último que veía, adicionalmente compartieron los alimentos y hasta al misma cama.


Fue inevitable para el Uchiha empezar a desarrollar sentimientos mucho más profundos que un lazo amistoso. Y precisamente por ese amor secreto, era que estaba atrapado dentro de este espiral de duda.


Su consciencia le dictaba intermitentemente que se fuera pues no debería estar retrasando al Uzumaki de su sueño de ser Hokaga. Desde que Sasuke salió de la cárcel, Naruto detuvo su asistencia a las clases particulares, que le permitirían obtener su título Chunnin y Jounin.


Por todo lo anterior, Sasuke llegó a la conclusión que había tomado la decisión correcta de haberle informado a su mejor amigo que se iría a un viaje para expiar sus pecados, y que partiría en dos días. En eso estaba cuando escuchó un sollozo ahogado proveniente de la habitación de al lado.


El Uzumaki volteó a verlo en automático al percatarse de su presencia, olvidando por completo que su apariencia no era para nada la mejor. Sus ojos azules estaban todavía empujando su aflicción en forma de lágrimas saladas, algunas ya habían hecho un recorrido que se seco, era visible a plena vista, gracias a la luz de la luna que entraba por la ventana. En ese momento se asemejaba mucho a un amante nostálgico por la ausencia del amor de su vida.


-No tengo nada, tuve una pesadilla solamente-informó tratando de excusar su estado de fragilidad, limpiándose las lágrimas rápidamente, como si tratara de que se restará importancia a su estado emocional.


Sasuke depositó el vaso de agua en un pequeño ropero, que se ubicaba cerca de la cama, la verdad ahora no era él momento para seguir sacando su sed, cuando existía un asunto mucho más importante que resolver. Tomó asiento en el borde del colchón, colocándose frente a un vulnerable Uzumaki, aunque intentara hacerse el fuerte y minimizar sus emociones que estaban a flor de piel, el portador del Sharingan ya conocía perfectamente lo que había en su corazón. A veces pensaba que su vínculo era tan grande que se asemejaba a un Soulmate.


Era ahora o nunca, abriría la última caja de Pandora que resguardaba lo más íntimo de su ser, tendría que saltar al abismo y confiar en que Naruto le brindaría un paracaídas para amortiguar la caída en el caso de ser rechazado.


-Si no quieres que me vaya, dímelo ahora-expresó de pronto, mostrando una seriedad nunca antes vista, no había soberbia o broma en su voz, simplemente una frase franca, concisa y directa.


-¿Qué?-preguntó anonadado, parpadeando debido a la sorpresa de aquella declaración que demandaba una respuesta de forma pasiva.


-Sé que odias estar solo, no es necesario que me lo digas-espetó con total seguridad en sus ojos negros, que se dedicaban a escrudiñar a la perfección el corazón herido y confuso del rubio, el cual se reflejaban en cada expresión facial.


Naruto abrió los ojos azules de sobremanera y abrió un poco la boca al quedar estupefacto de lo que bien que Sasuke lo estaba leyendo, le daba hasta miedo como no había caído en las trampas en donde simulaba estar perfectamente bien.


-No quiero truncar tus planes.-confesó, cuando ya había salido de su asombro inicial. Bajó la mirada de forma sumisa, tratando de reprimir ese deseo que le carcomía los labios.


-Usuratonkachi, siempre pensando en los demás-soltó sonriendo con ironía, su adorado Naruto nunca iba a cambiar, pero en este momento eran sólo ellos dos buscando su felicidad-Piensa más en ti, se egoísta, y dime que me quede-incitó inclinándose ligeramente hacia el Jinchuriki.


-Yo...-balbuceó vacilando si era correcto interferir en el camino que ya había elegido su mejor amigo, aquel que hacía unas horas atrás le comunicó.


Levantó sus ojos azules hasta encontrarse con lo ojos dispares que poseía el Uchiha. El resplandor lunar bañaba su figura dándole un aire sobrenatural, sin embargo tanto el ojo derecho, teñido en un color negro obsidiana, como el ojo izquierdo, ese amenazador y enigmático Rinnengan, lo observaban expectantes pero también irradiaban calidez, como si lo que invitaran a ser honesto con sus anhelos emocionales.


Su corazón comenzó a latir como un loco pero por la emoción, la conmoción y percibir ese apoyo incondicional tan sincero. De ese modo, añadió:


-¡No quiero que te vayas, permanece a mi lado'ttebayo!-exclamó con toda la potencia que su propia garganta le dio, parecía que se le iba a desgarrar.


La canción de la medianoche gritaba


Odio estar solo más que cualquier otra cosa.


-No me iré, me quedaré aquí -decretó, sonriendo satisfecho con la sinceridad manifestaba por Naruto.


Escuchar aquella decisión provocó que el rubio simplemente compusiera una sonrisa tierna, y que lágrimas de regocijo barrieran con los caminos melancólicos secos pero visibles en sus mejillas, que se habían marcado debido al llanto de pena de unos instantes atrás.


Aunque no me lo digas para ser honestos, las lágrimas de emoción ya han formado.


Sasuke atrajó con suavidad la cara de Naruto, empleando su mano derecha, dejando unos escasos centímetros entre los labios de ambos, y es que cuando sus miradas se encontraron, fue cuando se dieron cuenta de que estaban por atravesar la línea de la amistad.


Permanecieron unos segundos contemplándose mutuamente, como si estuvieran esperando el consentimiento de otro para continuar. Únicamente bastó una sonrisa amplia de parte del rubio para que el pelinegro supiera que estaba bien seguir.


La distancia entre los dos niños hambrientos de amor se acortó, en tan sólo un segundo. Como si la señal de salida se hubiera dado, Naruto rompió el contacto tan íntimo, solamente para pasar al siguiente paso que su cuerpo necesitaba urgentemente experimentar, se desplazó hacía adelante acogiendo a Sasuke entre los vestigios de sus brazos. El Uchiha cedió el control, permitiendo ser tendido en el acogedor colchón, y con un nuevo beso se inauguró una nueva etapa para ellos, que tendría como eje principal el júbilo de estar juntos.


Todo lo que necesito es ser capaz de recoger la felicidad con una pequeña cuchara


Siempre que tenga a alguien con quien compartirla.


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