Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Niños... por Yakaylex2

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Digimon…y todos los personajes y nombres aquí utilizados pertenecen a sus respectivos autores (Akiyoshi Hongo y Toei Animation). Las amistades particulares y los elementos basados en este libro también pertenecen a su respectivo autor (Roger Peyrefitte). Fanfic sin ánimo de lucro. Hecho por una fan para fans.

Notas del capitulo:

¡Hola, hola, amigos! Después de días sin aparecer por aquí me da gusto saludarlos de nuevo. Tuve una “ligera” situación en mi vida, pero otra vez estamos escribiendo con todos los ánimos. Aquí con una nueva historia AU, - si ya lo sé, Digimon otra vez, pero que puedo hacer si amo escribir sobre estos chicos, - inspirada por el hermoso libro de "Las amistades particulares" de Roger Peyrefitte. Mi historia no es la misma que en la novela - o sería un plagio, - pero si hay elementos muy parecidos que pueden tomarse como spoiler, así que están advertidos. Si no han leído el libro se los recomiendo mucho, es dulce, tierno y muy romántico. ¡Que lo disfruten!

La primera vez que sentí sus labios sobre los míos, supe que mi vida cambiaria de manera radical. Y vaya que lo hizo.


Todo comenzó una tarde cuando Sora, nuestra malvada madrastra - bueno no precisamente, ya que somos de la misma edad, - nos invitó a formar parte del "Club de Teatro y Dramaturgia ", un campamento en donde además de recibir clases, estaríamos participando en varias obras y el mejor participante ganaría un premio por $100.00 dólares. En ese entonces yo era un tipo tímido y callado, y no me sentía con ánimos de participar en algo así - aunque realmente el premio no estaba nada mal. -  Pero al final, mi amigo me convenció.


Yamato y yo habíamos llegado con algunos meses de diferencia a la "Casa File", - una especie de Casa Hogar administrada por los padres de Sora, hecha para los chicos que, por diversas razones, no pueden vivir con sus padres. - Una vez que ingresabas allí, debías considerarte como huérfano. Yamato y yo nos habíamos conocido un año antes, en los buenos tiempos, cuando asistíamos a la escuela pública. Él siempre estaba solo, igual que yo. Así que comenzamos a charlar y nos habíamos hecho amigos. Pero cuando llegué aquí me di cuenta de que todo había cambiado.


Ahora era un tipo popular y siempre estaba rodeado tanto de chicas como de chicos. Una especie de fuego ardía en mi interior cada vez que lo veía de esa manera. Me hubiera encantado que yo fuera cualquiera de ellos; tal vez podría ser Sora, que se aferraba a su cuello o quizá Joe, el típico nerd que siempre lo abrazaba de los hombros. ¿Cómo había logrado ese grado de popularidad? No lo sabía.


Siempre había sido muy atractivo, pero con cada día que pasaba se volvía mucho más apuesto - al menos para mí. - Su cabello rubio dorado, su piel tan clara y sus hermosos ojos azules, lo hacían parecer un ser de otro mundo. He de confesarles que siempre me había gustado mucho, pero jamás me atreví a decir nada. Éramos unos niños después de todo. Además, ese tipo de sentimientos estaban prohibidos dentro de la Casa… Quizá simplemente estaba confundido. Eso debía ser.


Cómo les iba contando, Yamato y yo nos inscribimos al Club y pude notar que varias personas también lo habían hecho. Me imaginé que sería muy difícil poder ganar con tantas personas, pero afortunadamente pude tener mi oportunidad. Sin ser narcisista o algo parecido, puedo decirles que yo era muy bueno en verdad. Los diálogos y la actuación se me daban de manera natural. Incluso el profesor Gennai me comentó que hablaría con algunos conocidos para que pudiera actuar en obras en donde podrían pagarme. Estaba completamente feliz. Conforme avanzaron los días, muchos fueron expulsados pues no cumplían con los requerimientos exigidos por el profesor.


Al final quedamos tan solo un puñado de personas - aproximadamente unas diez -, entre ellas Yamato, que soñaba con convertirse en un actor profesional. Sin embargo, las clases quedarían inconclusas pues el profesor enfermó y no había forma de que alguien más pudiera impartirlas. Aun así, no podíamos abandonar el campamento, por lo que estuvimos casi una semana encerrados en esa enorme casa. Creí que podría ser mi oportunidad para estrechar los lazos con Yamato, pero un pequeño gran inconveniente no me permitía acerca ni un minuto a él: Sora.


- Tienes que decirle, Taichi. - La voz melodiosa y aguda de mi nuevo mejor amigo Daisuke, llegó hasta mis oídos.


- No puedo, ni siquiera sé si me gusta. - Suspiré. - Además ya tiene novia ¿recuerdas?


- ¿Sora? -Asentí. - Ella no tiene importancia. Además, Yamato cambia de novia como lo hace con la ropa interior, y créeme que su hermano dice que es un chico muy limpio. - Sonreí contra mi voluntad. - ¿Cómo no vas a saber si te gusta si te la pasas viéndolo como tonto, embelesado por horas y cada vez que escuchas su nombre suspiras como una colegiala? - Me sonrojé.


- Está prohibido que sienta algo así por él.  – Dije en un susurro, pero Daisuke me escuchó.


- ¿Quién lo dice? ¿La ley, la biblia? – Asentí. – Dios solo habla de amarnos los unos a los otros. No especifica hombre con mujer y viceversa.


- ¿Y tú que vas a saber? Solo tienes once años. - Suspiré. - Además creo que solo lo admiro por lo genial que es.


- ¿Y eso qué? Tú ya tienes catorce y no sabes diferenciar la admiración del amor. - Volví a sonrojarme, esta vez con más fuerza. - No te preocupes, yo te voy a ayudar. - Sentí su cálida mano en mi mejilla. Me invadió la nostalgia. Mi hermana Hikari - antes de fallecer, - hacía lo mismo.


Ahora que recuerdo ella es la razón por la que estoy aquí. Mis padres jamás me perdonaron el hecho de que por mi culpa Hikari muriera. La saqué al parque a jugar futbol conmigo para animarla pues se veía muy triste (yo no sabía que tenía neumonía). Por supuesto, su situación se agravó y murió. Mis padres simplemente se marcharon y fueron los vecinos los que escucharon mis gritos después de varios días de estar encerrado en mi casa. Fue una época muy dura.    


Al día siguiente, Daisuke y su amigo Ken nos propusieron a todos que jugáramos “El juego de los castigos”, mientras señalaban una botella de vino – de dónde la había sacado, quien sabe. –


- ¿Quieren que nos embriaguemos?, ¿A nuestra edad? - No me sorprendió que fuera Sora la que hablara. Con su puritana e inflexible voz. - Eso no está permitido en esta casa y ustedes lo saben...


- No Sora, ¡nada que ver! - dijo Daisuke con una suave risilla.


- El juego de los castigos, mis estimados, -Ken hablaba con una voz y una entonación bastante elegante - es aquel en dónde nos sentamos en circulo y hacemos girar una botella en medio de todos. Al que le toque la boquilla, será el que mandará al que le toque la base. Pueden ser solamente verdades o retos. - Pude notar la incertidumbre en unos y la emoción en otros.  


- Pero los castigos también pueden ser besos ¿correcto? - preguntó Mimi con su desbordante entusiasmo y sentí que el alma se me iba a los pies.


- Claro. - Respondieron los dos.


- Yo no juego. - Habló de inmediato Sora. - Recuerden que Yamato es mi novio y me parece incorrecto engañarlo de esa forma. -  Yamato no decía ni una palabra, solo me volteó a ver discretamente y me sonrió. No me pregunten porqué, pero lo hice.


- ¡Participa Sora! Si te tocara besar a alguien no necesariamente tendrá que ser en la boca. - ¡Imbécil! Daisuke me había puesto la oportunidad en charola de plata y yo lo había echado a perder. Pero, aunque me perjudiqué, también logré que todos participaran.


Así comenzó el juego. Al principio las preguntas iban desde las más tontas como "¿cuál es tu color favorito?" hasta las más “fuertes” como "¿quién de la casa te gusta?". A este paso todos nos aburriríamos pronto y jamás llegaríamos a los retos de besos. Daisuke también lo debió de haber pensado porque decidió jugar su carta maestra. Le hizo una seña a Ken y este asintió. Suavemente tocó el hombro de Sora.


- Sora-chan tengo mucha hambre ¿crees que puedas prepararme algo de comer, por favor? - Puso su mejor carita de niño pequeño, algo que sabía ella no podía resistir, pues, aunque fuera una pesada doble cara, su instinto maternal era notable. Sobra decir que era la única que sabía cocinar.


- ¡Claro! - De inmediato se puso de pie y todos nos volvimos a animar.


- ¡Yo te ayudo! – Joe, quien siempre había estado enamorado de ella, se ofreció a acompañarla. Sora volteó a ver a Yamato, pero este ni siquiera se inmutó. Un poco molesta, se dirigió a la cocina, seguida por Joe y Ken.


- Bueno, ahora que nuestra inflexible mini directora se fue -comenzó a decir un chico muy extrovertido y algo pervertido, llamado Junpei, - es hora de que nos divirtamos.


Comenzamos de nuevo con la ronda. Las preguntas se volvieron un poco más atrevidas, lo que lograba arrancar sonrojos al por mayor y una que otra risa nerviosa. Cuando comenzaron los retos, yo estaba más que animado. Y aunque me hubiera tocado oler una axila, lamer mi dedo pulgar y comer una paleta helada de un solo golpe, sabía que conseguiría algo bueno. ¡Por fin le había tocado a Daisuke mandar a Yamato!


- Yamato, tendrás que besar a alguien en la boca. - Todos comenzaron a gritar de emoción y a dar consejos del castigo, principalmente Junpei y Mimi que en ese tiempo eran los más "liberales" por decirlo así.


- No hay problema. - La voz de Yamato rebosaba de seguridad. Había besado a tantas personas que posiblemente uno más no le parecería importante. Trate de no mostrarme desilusionado.


- Será francés y durará por un minuto.  - Los gritos volvieron a escucharse. Pude notar un ligero sonrojo en él y mi corazón comenzó a palpitar de la emoción. Trató de volver a poner su pose de chico guay pero no me lo creía para nada.


- ¿Con quién? - Comenzó a mirar alrededor de la mesa y solo había dos chicas y seis chicos. Las probabilidades no eran muy buenas para él. Estaba a punto de ponerme de pie cuando Daisuke me dio una puñalada en mi corazón.


- Conmigo. - Dijo sin una pisca de temor.


- ¿Contigo? - A Yamato le pareció extraño que un niño tan pequeño - once años como les había dicho, pero con una apariencia como de diez - le hubiera pedido algo así. Daisuke me volteó a ver discretamente y me guiñó el ojo. Sentí que podía haber aún una esperanza.


- Estoy bromeando. Para hacer algo así tiene que ser con una persona a la cual le tengas mucha confianza. ¿Qué te parece con Taichi? - Los gritos esta vez fueron mucho más fuertes. Sería la primera vez que en la casa se besarían dos chicos. Me sonrojé.


- No hay problema, ¿verdad Taichi? - Me miró con aquellos profundos ojos azules y sentí que se me doblaban los pies. Asentí solo con la cabeza. Se acercó a mí y me susurró al oído - Solo cierra tus ojos y sígueme.


Hice lo que me pidió y poco después sentí su cálido aliento en mi mejilla, después frente a mí. Y luego ¡oh sublime momento! Sus cálidos y suaves labios estaban sobre los míos. En un beso lento y romántico. Todo se me olvidó y recordé con claridad el primer día que lo conocí, nuestra antigua amistad de niños y la relación tan poco estrecha que teníamos ahora. Supe que no podía perderlo. Supe que no quería separarme de él nunca más. Así tuviera que enfrentarme a toda esa bola de muéganos - y Sora - que no se le despegaban de encima. Lo haría todo por él. El beso -francés por supuesto - se había alargado demasiado, pero yo no quería separarme, ni siquiera abrir los ojos. Estaba demasiado avergonzado. Por fin un "Ejem" general nos despertó a ambos. Volteamos a verlos y pudimos ver las risas sofocadas de la mayoría de ellos. Mi rostro enrojeció tanto que no sabía dónde esconder mi rostro.


- Muy bien Yamato. Te pasaste como por medio minuto, pero te lo voy a valer porque si vi la lengua. - Daisuke era demasiado directo. No había en él medias tintas.


Después de eso, las chicas aprovecharon para besar al muchacho que les gustaba. Pero Yamato se retiró discretamente a las habitaciones. Sentí el codazo de mi amigo. Me levanté y un momento después estaba frente a su puerta.


Toc, toc.


- ¿Yamato? - Le pregunté dudoso.


- Estoy ocupado, Taichi. - Se oía bastante molesto. – No puede entrar nadie.


- ¡Quiero disculparme! - ¿Disculparme, de qué?, ¿De haber disfrutado el beso o de haberme dado cuenta de que siempre había estado enamorado de él? - Abrió la puerta y por primera vez en su vida no me miraba a los ojos.


- ¿De qué? - Me preguntó suspicaz.  - Soy yo quien debe ofrecerte una disculpa, por haberte dado ese beso frente a todos. Te juro que nadie le va a decir a Sora, solo era un juego y...


- Para mí no fue un juego... - Lo dije muy suavemente, como queriendo que no me escuchara.


- ¿Cómo? - Pude ver la duda reflejada en su rostro, sabía que no podría arrepentirme de lo que había dicho.


- ¡Para mí no fue un juego! - Le grité. - Ha sido lo más maravilloso que me ha pasado en la vida porque me gustas y... - Me detuve abruptamente. Por fin me vio a los ojos, pero con una intensidad tan profunda que me asusté. ¡Seguramente querría golpearme! Comencé a correr de regreso, gritando como un tonto "¡Lo siento!" pero Yamato no se quedó atrás. Estuve a punto de escapar de él cuando justo en las escaleras se abalanzó sobre mí, lo cual fue un movimiento estúpido, ya que ambos rodamos por ella. Afortunadamente no era muy larga, pero si sentí un ligero dolor en mi rodilla. Abrí mis ojos y pude notar a Yamato encima de mí. Me sonrojé nuevamente y traté de incorporarme, pero su peso me lo impidió.


- ¿Estás bien? - Le pregunté suavemente. Esperaba que se pusiera de pie de inmediato, antes de que alguien más llegara, pero no lo hizo. Se recargó en mi pecho y volvió a unir sus labios con los míos. Tenía una fuerza magnética, era un movimiento tan natural, como si lo hubiéramos hecho toda la vida. Correspondí a su beso durante varios minutos hasta que tuvimos que separarnos por la falta de aire.


- Está prohibido. - Me dijo en un susurro.


- Lo sé. - No podíamos romper las reglas, no teníamos otro hogar y mucho menos dinero para irnos de allí.  


Después de eso se puso de pie y me ayudó a levantarme. Me abrazó por largo rato y después beso mi mejilla.


-No quiero que nos separemos otra vez. -Me dijo con una voz tan suave, que no le había vuelto a escuchar desde hace tiempo.


- Yo tampoco. - Mi voz se escuchó un poco más ronca. Unos minutos después escuchamos el barullo. Todos venían desde la otra parte de la casa. Con agilidad volvió a besar mis labios rápidamente y subió las escaleras. Yo me quedé parado como idiota, pero con una enorme sonrisa en los labios.


Después de eso, y aun cuando el Club ya había sido cancelado, comenzamos a pasar más tiempo juntos. Sin embargo, una sombra amenazaba con eclipsar nuestra luz. Daisuke sospechaba que, si nos veían de pronto tan unidos, de inmediato atarían cabos y sabrían que había algo más entre nosotros. Lo cual a mí no me hubiera importado, pero si llegaba a los oídos de Sora -con quien por cierto Yamato ya había terminado -, nuestro futuro sería incierto. Además, Yamato tenía un hermano pequeño -Takeru- que necesitaba de un tratamiento médico bastante caro y no quería perjudicarlo.


Pasaron los días, las semanas y los meses. Tratábamos de fingir que nuestros sentimientos no eran tan intensos, que solo eran de amistad. Incluso muchas veces Daisuke y Takeru nos acompañaban en nuestras citas, para no despertar sospechas. Siempre acabábamos en el viejo cobertizo y allí pasábamos grandes momentos -con uno que otro beso mientras los chicos estaban distraídos, la verdad. - Celebramos nuestros respectivos cumpleaños con las galletas de la cena como pastel, y fue así que llegamos a los quince (Yamato y yo) y doce años -Takeru y Daisuke -. Sin embargo, lo bueno siempre acaba. Una noche en la que me dirigía hacia el cobertizo como tantas veces, una voz me habló desde las sombras.


- ¿Qué haces aquí, Taichi? - Una voz inconfundible.


- Na... nada Sora. - ¿Por qué le teníamos tanto miedo - respeto, si era una niña igual que nosotros?


- Ya es muy tarde para ir al cobertizo con Daisuke, Takeru y Yamato, ¿no crees?


- Iba... Voy yo solo. - Le respondí.


- No estarán fumando allí, ¿verdad? - Salió de entre las sombras y pude notar la desconfianza en su mirada. - Han estado muy raros.


- ¡Nada de eso! - Reaccioné de inmediato. - Estoy estudiando para una obra de teatro y les he pedido ayuda a ellos.


- ¡Ah, muy bien! - Sonrió – Si, me enteré en la sala de profesores. Me alegra que hayas encontrado un empleo. Por cierto, quiero presentarte a alguien. Alguien que de seguro te gustará. Bueno de hecho le he dicho que estabas disponible y se muere por conocerte.


- Yo no estoy disponible. - Le dije, pero de inmediato me arrepentí.


- Ah, ¿no? Y ¿quién es la afortunada? O ¿puede que sea afortunado? - Su voz se oía crispada. - ¿Puede que sea Yamato?


- No es él... - No tenía fuerza para decirlo.


- ¡Por supuesto que sí! - Gritó, jamás la había visto así. - ¿Sabes el ejemplo que les puedes dar a los más pequeños? -  Agaché la mirada. -No me habría importado el hecho de que Yamato hubiera terminado conmigo porque él siempre ha sido de esa manera. ¿Pero que lo hiciera para irse contigo? Es repugnante que dos chicos estén juntos, ¿sabes? Dios nos hizo para ser parejas del sexo contrario y nadie debería interferir con estos mandatos.


- ¿Quién lo dice? - Le pregunté desafiante. - ¿Un montón de ancianos en una iglesia tergiversando antiguas enseñanzas a su antojo? ¿O quién?


- ¿Que te parecen mis padres? - Me sonrío con frialdad. - Que son los que se encargan de alimentarnos a todos, de educarnos, de vestirnos... Y por supuesto del tratamiento médico para el asma de Takeru.


- No... - mi voz se quebró. Me tenía a su merced. Jamás haría algo para lastimar a Yamato o a su pequeño hermano. - No es Yamato. Nosotros solo... somos amigos... vamos allá... a practicar nada más.


- ¡Es bueno saberlo! - Me volvió a sonreír con su falsa mirada maternal. - Por un momento creí que sí eran algo. Cómo dudaste sobre los mandatos divinos y todo eso...


- ¿Quién es la chica? - Le pregunté abruptamente, era la única forma en la que podría quitármela de encima.


- Se llama Izumi Orimoto. Te va a agradar. - Comenzó a caminar hacia la casa. - Mañana tendremos una cita doble. - Se detuvo y volteo a verme. Mi corazón se detuvo por un instante. No comprendía. - ¿No lo sabías? Yamato me imploró que volviéramos, así que somos novios de nuevo. Y ahora tu comprometido con mi mejor amiga. ¡Quién lo hubiera dicho!


- Ah... - No atinaba a decir nada.  ¿Quién era ella para decidir sobre nuestro futuro? ¿Sólo porque sus padres nos proveían de alimento y comida? Bien pagado estaba con todo con el trabajo que hacíamos para ellos.  


- Y por cierto hoy es la última noche que pueden pasar en ese cobertizo. Mañana lo van a tirar.


- ¿Qué?


- Se van a ampliar los dormitorios. Habrá una restructuración. - Sonrió con frialdad. - A partir de mañana te irás al dormitorio de los más pequeños. Ya sabes serás el encargado. Un gran honor para ti. - Mentía. Ser un encargado en los dormitorios era el peor castigo que podrían darte. Era peor que ser su mamá. Era como ser el criado personal de nuestros compañeros. - Además vas a estar más cerca de Daisuke ¿no te parece bien?


- Pero, él tiene doce años. ¿Por qué...? - Un estremecimiento recorrió mi columna.


- Bueno, últimamente estaba pasando demasiado tiempo con Takeru, así que te ayudará con tus actividades. - Comenzó su marcha. - Los niños deben portarse bien con los demás niños.


La enormidad de su acción me provocó nauseas. A otro idiota con ese cuento de que no le había molestado que Yamato la hubiera dejado. Aunque ahora que lo reflexiono ella misma lo dijo, no hubiera tenido problema, pero como lo hizo por mí, ahora quería vengarse. Lo tendría por las buenas… O por las malas.

Notas finales:

Bueno hasta aquí el primer capítulo. Como podrán ver se trata de un Yamato x Taichi y un Daisuke x Takeru. Espero que les vaya gustando esta historia. Decidí hacer dos capítulos porque conforme iba escribiendo la historia se iba ampliando. Nos vemos en el siguiente.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).