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Un beso, una llamada y una carta. por Rather be

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Es increíble, por fin.

Por fin frente a mis ojos, estas. 

Estás tan... tan tu. 

Por fin, estoy frente a ti. 

Ya no huiré.

Ya no tiene caso.

Al fin, me di cuenta. 

Inhalo y exhalo, mientras aprieto mis manos tratando qué dejen de temblar. 

Por un segundo, encuentro serenidad en tu rostro, pero luego de verlo detenidamente por unos segundos, me quiebro en llanto. 

Aqui me tienes llorando frente a ti.  

Ya de nada servia mantenerme fria e indiferente frente a ti. 

Todas las palabras que tenia para ti, se esfumaron de mis labios. 

 

Es agosto, increíblemente es un hermoso día, soleado y cálido. Siempre durante esta estación del año, es fría e insufriblemente lluviosa.

Hoy parecía que era el día.

El día indicado para que sucediera, y así fue. 

Me encontraba sentada en la parte trasera del automovil, con una copa de whisky entre mis manos, sin apartar la vista de una pintoresca casa. 

Espere... un milagro. 

Diría que desconozco el motivo por el cual pase por ahí, pero estaría mintiendo. 

Tu casa, siempre me pareció que estaba demasiado retirada de la ciudad, algo que aún mantengo la verdad. 

Poco cambió desde la última vez, ahora estaba pintada de un cálido color pastel. El portón de madera cubre gran parte de la entrada, es de color oscuro, un poco maltrecho por los perros. Sonreí al ver salir unas patitas por debajo del portón. 

Sonrio, al ver como unos animados canes mueven sus colas y patitas tratando de alcanzarme con la vista.

Siempre te gustaron los animales, perros, gatos, incluso aves de todo tipo.

Aunque nunca entendí porque te comportas tan fríamente con los humanos.

Juraria que conocia a no mas tres de tus amigos, incluida claro.  

El coche estaba detenido hace rato, pero buscaba el coraje suficiente como para descender. Finalmente de un trago termino mi bebida, tomo el ramo de flores a mi lado, y bajé.

Una vez frente al portón, aplaudí esperando que alguien saliera. Encendí un cigarrillo, y espere. 

No me iría a ningún lado, hasta que salieras. 

Ya no era aquella joven veinteañera, a la que mandaste al diablo.

Aquella jovencita a la qué le rompiste el corazón. Ya no huiria.

Estaba lista para compensar todo esos años, que nos distanciamos.

Una distancia que nos impusimos. 

Una distancia que pusiste de mi. 

Yo.

Te amaba, realmente te amaba. Quebre el secreto aquella tarde, ojalá no hubiera quebrado nuestra amistad también como lo hice. 

Fui débil, al no poder mantener mi amor en silencio. 

Fui incrédula al pensar qué nada cambiaría. 

Todo cambió. 

Tu y yo. 

Pero ahora, no tenía prisa. 

Y luego de un tercer llamado a la puerta, un joven se acercó. 

-¿Puedo ayudarla?

-Si, hola... soy Alejandra Smith-

-Ah, si un momento, por favor…- el joven desaparece por la puerta. No me deja encender un segundo cigarro, el joven me hace seña con sus manos, me sorprende un poco. Una vez más cerca el joven susurra algo qué no llegó a oir bien y me invita a seguirlo a través del jardín. 

A travesamos una pergola cubierta por enredaderas y flores de diversos colores. 

Bajo mis pies, un camino de piedra, atravesaba las enormes extensiones de tierras, hermosas flores de diversos colores acompañan el sendero de piedra, a lo lejos árboles frutales eran cosechados por trabajadores rurales, miles de personas bajo sus cuidado, era realmente sorprendente. 

-Maldita perra- susurre apenas.

Viviana, ahora tenía bajo su control las grandes extensiones qué sus padres habían mantenido de generación en generación.

Junto con su esposo eran los dueños de varios viñedos, tengo entendido que hace 10 años controlaban el mercado vitícola del país.   

Supe qué se había casado con un rico propietarios vecino, y que habian tenido un hermoso varón, pero poco más. 

Desconocía los detalles, ya qué no nos hablábamos hace años.

Ya no como antes. 

Me cubro los ojos, con mis lentes oscuros, mientras el cálido sol, me provoca una leve jaqueca. El sol era tan calido y la leve caminata desde la entrada hasta la segunda casa que estaba mas retirada de la entrada. Me obligaron a detenerme un segundo, solo para recuperar el aliento. El joven que me acompañaba me acerco a la sombra de un gran arbol pocos metros de ahi.

Ya no era aquella joven, que tenia de sobra energia. Recuerdo cuando gane aquella competicion en el colegio de carrera de 100 metros.

Dios, de eso ya hace años. Aunque tambien recuerdo como te pusiste roja, cuando aquel joven se te acerco para hablar contigo. 

Tu sonrisa, y tu mirada fija en sus labios, te provocaron un involuntario sonrojo.

Y yo, bueno... lo admito. Moria de celos. como queria gritar y golpear a aquel sujeto, en su lugar concentre todo mi odio en aquella carrera. 

Mi frustracion se convirtio en una medalla. y tu sin saberlo.

 Respiro hondo mientras me ayuda aquel joven a retomar la caminata, miro a mi alrededor. 

El campo durante está época era muy ruidoso y lleno de luz, aunque de alguna manera me reconforta ver tanto verde, hace más de 40 años qué vivo en la ciudad, y por mucho qué me lo repitan ya estaba cansado de tanto asfalto. 

 Aunque mis dias de oficina, me permitio un departamento propio, y una gran envidia por parte de mi hermana. 

40 años habían pasado.

Vaya cuan largo fue el camino que tuve que atravesar,  yo sola.

Claro que ahora tenía poder, dinero, hijos y nietos maravillosos.  

No me faltaba nada.

Sin embargo...

me pregunté

¿Qué hacía aquí siguiendo a aquel joven?. 

¿Qué esperaba encontrar atravesando estas tierras llenas de vida, tan lejanas de mi vida cotidiana?. 

¿Que harias al verme?

No puedo evitar recordar cómo corríamos por estas tierras cuando éramos jóvenes.  

Como en aquella laguna a lo lejos... nadabamos, pescabamos y mas de una vez nos refriamos por lo frio de sus aguas. 

Pasábamos largos veranos juntas. 

Acampadas llenas de magia, insectos y cuentos de miedos que nos helaban la sangre. 

Cuidabamos los potrillos de tu familia, tu favorito… Mancha corría muy rápido,  tenía un color miel majestuoso.  siempre te mosqueabas cuando te ganaba, una chica de ciudad como yo cómo podría. 

 Cielos, lo recuerdo tan... tan claro ahora. 

Una noche nos emborachamos, con el "secreto" alijo de bebidas de tu padre.

Y la charla se puso... divertida, luego salio el tema de nuestros  sueños, proyectos a futuro que esperabamos lograr. 

Sin embargo, cai en cuenta de que  no serian iguales.

Y que tal vez, nunca volveriamos a cruzarnos. Y senti algo en el pecho que no entendi... 

Queriamos ser exitosas, vivir viajando, en fiestas y siendo perseguidas por los paparazzis. Vivir en apartamentos lujosos. tener parejas supermodelos, etc.

 Tu serias una famosa actriz, y yo una exitosa empresaria.

Sin embargo...no mencionaste nunca, casamiento, niños ni mansiones como las que tenias ahora. 

Alocarnos y ser felices juntas era lo qué más me gustaba de nuestros proyectos, pero... 

Una tarde de discusión,  me dijiste que huir era lo que mejor hacía. 

Huir de responsabilidades de todo tipo, laborales, familiares.

¡Cobarde!

-No lograras nada en la vida, si vives huyendo!-

-Viviras y moriras sola, aburrida y vieja-

-No te ries de nada. No lloras siquiera por el amor de dios- 

Si, huir era lo mío.

Quede atonica, era como escuchar a mi madre.

No esperaba escucharlo de ti...mi amiga... cielos.

Entonces lo hice, deje de huir... y te bese.

Te bese, para callar aquella voz que decia que solo huia. 

No huiria mas. 

Te amaba con desesperación.  Y no lo ocultaria mas. 

Sin embargo aquella tarde hace 40 años, pensé...

No se que pensé,

¿Qué tal vez sentíamos lo mismo?.

Vaya error. 

Tu cara de disgusto, y un golpe directo a mi nariz, me demostró qué aquel día seria el último.

Dios, jamas pense que tendrias la mano tan pesada. 

Aquel dia, se convirtio en el último de nuestra amistad y el comienzo de mi solitaria vida. 

Mi soledad me trajo muchas... demasiadas alegrias, tristezas existos y fracasos que deseaba refregartelos por la cara. 

Queria demostrarte lo que te perdiste al rechazarme.

Queria escupir esa bella cara tuya.

pero tambien sentia esa necesidad de... hacerte mia. 

Queria que me pertenecieras.

Queria que me amaras.

Soñe con tocar tu cuerpo años. pero que recibi? desprecio y años de rencor. 

Supongo que entendi eso de que del amor al odio hay un solo paso. 

Cielos, como te odie y ame a la vez. 

No recibí jamás una llamada, aunque es cierto qué cambié miles de veces de direcciones, pero sí hubieras querido me encontrabas, como lo hiciste el dia de ayer.

No entendí qué quería,

40 años habían pasado. 

No entendía el porqué me llamaste. Tu voz sonaba tan en calma. 

-Hola?

-¿Hola Ale? soy Viviana queria invitarte a mi casa en la ciudad del este, recuerdas la que queda cerca del mar?

-ehm... si.

-Excelente, el proximo sabado a las 3 pasara un coche al aeropuerto. 

-No hace falta, estoy por la zona. Me acercare yo misma. 

-Excelente, hasta entonces. 

 

No entendí nada, pero aún así viaje, vine a por ti.  

¿Patético no?

 

-Aquí estamos- el joven abre una pesada puerta de madera de dos metros de alto, la habitacion estaba llena de flores, estaba todo en silencio, las largas cortinas negras llegaban hasta el piso. 

Las largas alfombras llegaban hasta donde estabas. 

-gracias- susurro, el joven apenas murmura- ¿quiere qué le traiga una bebida?

-por favor- digo mientras dejo unas flores en la cercania.  

-en seguida, tómese su tiempo. 

No respondí, sólo me quedé inmovil mientras a lo lejos te vi. Recostada dentro de esa horrible caja de madera, a la qué llaman ataud. Estabas tan pálida y en paz. Estabas ahí y yo aquí.

Te observo, busco en tu rostro… algo que me diera la tranquilidad de que todo esto era una mentira...

 

Ojalá hubiéramos sido más clara, ojalá hubiéramos hablado más. 

Yo hui, es cierto, pero estaba aquí.

Rompí en llanto.

era demasiado tarde.  

Mi amiga, mi confidente.

Mi esperanza de liberar aquella enorme carga que llevo a cuesta por años.

No podre liberarla jamas. 

Mi vida malgastada. 

 

-ejem...disculpe, esto es para usted- el joven se acerca con una carta.

 

Abro el sobre. Una única hoja estaba doblada en un trozo muy pequeño, lo desenvuelvo lentamente mientras mis lágrimas caen en mis mejillas. 

lo despliego del completo, pero sólo unas palabras entiendo. 

 

Querida Ale.

Finalmente lo entiendo. Tarde mas de cuarenta años en descubrir algo que estaba claro por aquel entonces. 

Aquella noche, en la que me besaste y te confesaste frente a mi. 

Temi lo peor. Temi perder todo. Herencia, estatus, familia.

Fui ruin y te desprecie. Lo siento.

Queria mantener mi vida, las apariencias y solo logre una vida de total infelicidad. 

Espero que sepas perdonarme, se que un lo siento no lo compensa. Pero se que me entenderas, despues de todo has tenido todo. 

Aun escucho y veo tus exitos en la tv, radio y periodicos. Eres sorprendente. 

Una noche, fui a cenar a un restaurante, en el que estabas. Fue sorprendente ver como una moltitud a tu alrededor pedia una foto y tu atención.

Junte el coraje suficiente para acercarme a saludar. Porque capaz seria una linda sorpresa. pero fue ahi cuando vi, como un joven hombre apuesto rodeo tus cintura con sus brazos y poso frente a ti y la prensa. 

Te veias tan radiante, tan hermosa y feliz que pense que no seria justo que me acercara y molestara. 

¡Estabas con un hombre! pense... bueno el punto es que aquella noche, entendi que tal vez aquello hace tantos años, tu timido beso, no significo nada para ti.

Solo algo insignificante del pasado.  Que debia quedar ahi, en el pasado...

 


Te maldeci por lo bajo.

-¡Ah, por un demonio!-  suelto involuntariamente mientras mis lagrimas caen sobre mis mejillas. 

Trate vanamente por romper la carta, pero mis manos... mis manos temblaban de impotencia.

Trato de acercarme a la silla mas cercana. Cubriendo mi rostro caigo en cuenta de que en el fondo se que la unica a la que debo odiar es a mi misma, por estar ahi.

por no intentar pelear por nuestro debil y timido amor, que ambas dejamos morir, sin darle una oportunidad. 

 

Notas finales:

Gracias por leer. 

 


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