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Todo por Riki por Arwen Diosa

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Atrapados.
 
Aliso su chaqueta, compuso su cabello rojizo y se preparó mentalmente para la reunión que tenía por delante, Katze sabía que Iason podía ser difícil, es más esa palabra se quedaba corta para describir las mil formas en las que el Blondie podía ser aterrador. Katze le temía y respetaba en igual medida, tanto cómo también estaba agradecido por mantenerlo con vida después de su transgresión esos lejanos días donde todavía era un mueble. Fácilmente pudo haber muerto ese mismo día sin una palabra de consuelo. Pero no, Iason le dio la oportunidad de demostrar su valía y él la tomó, hizo su propio dominio en el bajo mundo de Amoi, aunque el verdadero líder siempre fue el mismo Blondie.
Siendo la hora exacta llamó a la puerta y unos segundos después Cal abrió. Katze sonrió a quien consideraba su amigo, el jovencito de cabellos rubio cenizos, pero no fue correspondido.
-¿Pasa algo?
Cal negó con la cabeza de forma  imperceptible e hizo una reverencia leve.
-Te esperan en el estudio, Señor.
-Gracias – respondió de inmediato. Katze no necesitaba más explicaciones, Cal estaba así de nervioso por el retorno de Iason, todo este tiempo estuvo sirviendo en la casa de Raoul y realmente se hicieron amigos ¿Entonces Iason estaba de  muy mal humor? 
Antes de abrir la puerta, fue sujeto por la chaqueta, Cal lo miró con ojos muy grandes.
-Ten mucho cuidado – dijo en un susurro, el pelirrojo evitó mirarlo sorprendido mientras la puerta se abría y revelaba el interior de esa oficina. 
Una imagen muy conocida para Katze de Iason trabajando detrás de su amplio y lujoso escritorio de madera oscura.
Se acercó hasta quedar cerca del escritorio, el saludo protocolar con reverencia y esperar instrucciones. 
Ya había previsto ésta mañana que Iason podía estar muy estresado por la condición de Riki, no era para menos. Pero la recomendación de Cal mandó los primeros atisbos de presentimiento ansioso… 
La habitación estaba varios grados por debajo de lo normal, o Katze sentía que transformaba el oxígeno en hielo que mandaba cristales helados a cada rincón de su cuerpo. Iason no dijo nada, solo lo miró. No en una mueca aburrida, era una mirada intensa.
Cuándo Iason se puso de pie, Katze se sintió como una presa acechada, quizá ya cazada y a punto de ser asada, porque sabía que no podía correr a ningún sitio.
-¿A quién pertenece tu vida, Katze?
Su cuerpo se irguió, y con tranquilidad respondió – A usted, Amo. 
-Es bueno que no lo hayas olvidado. Te salve de la eliminación ante tus fechorías, te saque de Eos como el primer mueble que traspasa esas puertas sagradas y se mantiene con vida.   Permití que empezaras una nueva vida usando tu ingenio. Pero nunca dejaste de ser mi mueble ¿Me equivoco?
-No señor – Katze no se atrevió a levantar la mirada, nunca había ido en contra de Iason. Sólo una vez se permitió algo de felicidad propia, algo para él mismo ¿Era posible que Iason lo sepa? 
Y la orden llegó, seca como el desierto e inflexible como una vara de acero.
-Quítate la ropa.
Un hombre como él, que aprendió a leer a las personas por sus diversos negocios en Ceres, en este momento no estaba orgulloso de su instinto de saber que algo andaba muy mal, porque no le sirvió de nada ¿Entonces Iason sabía de su cirugía reconstructiva? ¡Maldición! 
Pero las caídas sirvieron para aprender, pensaba Katze mientras se despojada de su ropa con calma y sin retrasos que aumentaran el enojo de su Amo. Cada prenda era doblada y depositada en el suelo frente a él. Agradecía que en su bolsillo tuviera sus píldoras para el dolor, sabía que las iba a necesitar apenas salga de aquí. 
Esperaba que al menos tuviera la oportunidad de lavarse y quitarse el rastro excesivo de maltrato antes de ver a Raoul. No quería atravesar los pasillos de Eos con sangre en la cara y cojeando como un perro atropellado. 
Quitó el cinturón, se sacó los pantalones, doblar, dejar en el suelo y por último, su ropa interior.
El primer golpe en la cara no fue sorpresivo, sabía que llegaría en esa misma fuerza aterradora. Lo inesperado fue sentir las olas de enojo que emanaba Iason, el silencio helado que le impidió a Katze quejarse del siguiente golpe que lo derribó sobre el escritorio.
Su cabello fue atrapado en un puño y lo obligó a mantenerse de pie. 
Iason lo miró a los ojos atrapando los suyos, pero continuó en silencio sin atreverse a hablar, solo su respiración forzada sonaba lastimosamente en su nariz bloqueada por el flujo de sangre. 
¡Perdón! No creí que te molestaría tanto…, las ideas de posibles formas de calmar a Iason sonaban peor en su cabeza, además, nunca había funcionado intentar dialogar con el Blondie, si este estaba convencido de algo. 
Katze decidió guardar silencio hasta que se le ordene lo contrario.
Pero Iason tampoco dijo nada, no es que esperara que de pronto le cuente sobre sus razones, muchas veces los muebles son solo sacos de boxeo ante transgresiones imaginarias ¿En qué le afectaba la cirugía reconstructiva que tuvo? No descuido sus demás obligaciones, ni una sola se vio desplazada. Tampoco tenía la obligación de cuidar mascotas. ¿Entonces qué?
Pero Iason continuó sin decir nada.
De pronto soltó su cabello,  se alejó unos pasos en el mismo silencio mortal lo contempló unos segundos y fue hacia la puerta.
-Sígueme.
Iason caminó sin mirar atrás, pero consiente de que Katze, desnudo y con la nariz sangrante le seguía el paso. Cal tuvo la prudencia de no expresar ningún sentimiento ante la imagen que presenciaba, mejor para él si no quería ser el siguiente.
Atravesaron el largo pasillo en silencio, Katze a dos pasos de distancia. El sonido de sus pies descalzos amortiguado por la gruesa alfombra, tan silencioso como una sombra que sólo su respiración lo acompañaba. 
Katze había parado la hemorragia usando sus dedos como pinzas sobre su nariz mientras caminaba, Iason nunca se giró y aprovechó esos segundos. Se detuvieron frente a una puerta que se deslizó ante la presencia del Blondie.
-Entra.
No se atrevió a ir en contra, apenas se asomó la oscuridad como una cueva dilato sus pupilas, pero su apreciación o vacilación duraron muy poco. Un empujón sobre la espalda lo hizo caer sobre manos y rodillas a un piso frío, duro y liso. 
La puerta se cerró quedando solo en la oscuridad.
 
 
Raoul Am miró el reloj en nueva cuenta, tamborileando los dedos sobre la mesa con algo de preocupación ¡Bien! Sabía que la reunión de Katze con Iason podía ser larga, ¿Esto no era demasiado? Pronto marcaría la media noche y los avances en su relación lo dejaban seguro que Katze no lo habría plantado en una cita. Quizá antes cuando estaba cortejando al pelirrojo obstinado, podía apagar su comunicador o hacerse imposible de rastrear. Ahora no. 
No quería llamar a Katze por si continuaba con Iason y se haría difícil de explicar para el pelirrojo. 
Su relación no era un terrible secreto para Raoul, quería compartir con su amigo los sentimientos que sintió nacer en él muy parecidos a los que tenía su hermano por Riki.
“-Iason, si te dijera que amo a Katze” era su turno de usar esa línea. 
Pero sabía que no era el momento, Iason estaba angustiado por Riki, y había marcado su tratamiento como la máxima prioridad de todas, Raoul no podía decirle simplemente que ahora dedicaba su mente y tiempo con gusto y placer a un ex mueble… a SU ex mueble.
Raoul esperaba que la conversación de la propiedad de Iason sobre Katze sea amistosa y reveladora. Él no quería ser Amo de Katze, ese era Iason y no interferiría con su trabajo, solo quería que Iason a su vez permita al pelirrojo algo de libertad en su vida.
Bueno, pensaba Raoul, esa conversación tendría que ser pospuesta hasta que Riki se recupere. Esperaba que sea pronto realmente. Hasta entonces la discreción tendría que ser su aliada para no dejar de verse con Katze.
Raoul se emocionó cuando su comunicador sonó. Pero se machito rápido pues no era el pelirrojo.
-¿Iason?
- Estoy de camino a tu departamento.
La llamada se cortó.
Extrañado Raoul marcó de inmediato a su pelirrojo, escuchando varias veces como la llamada ingresaba y se cortaba tras infinitos toques, siempre sin respuesta ¿Qué pasó? 
Pronto su mueble, un joven llamado Elder abrió la puerta haciéndose a un lado con el cuerpo doblado en un saludo, ingresó el Primer Rubio de Amoi. Sereno y frío como siempre. Sin dejar entrever sus razones intercambiaron algunas palabras de saludo con Raoul e ingresaron a la sala de te, donde el joven mueble dispuso bebidas calientes y luego vino tinto cuando se solicitó. 
Estaban en un desafío de control, eso entendió Raoul. La tranquilidad de Iason se parecía a la que precedía la tempestad, pero nada lo delataba excepto la familiaridad que se tenían. 
Raoul empezó a ponerse nervioso cuando guardaron silencio por demasiado tiempo y Iason sacó su comunicador, poniéndolo sobre la mesa, sin esperar demasiado proyectó una pantalla mediana sin que se interpusiera entre ellos. 
-Tu casa – dijo Raoul ante la conocida imagen vista en la pantalla.
Sin responder, Iason miró a Raoul como quién atraviesa algo con los ojos.
-¿Cuánto de tu tiempo le dedicas a Riki? – preguntó Iason juntando los dedos bajo la barbilla.
-Hermano, no tienes que preocuparte por eso. Lo tengo bajo control. Riki está en el mejor lugar para recuperarse, con mi equipo estamos trabajando para sanarlo por completo.
-Creí haber dicho que te dedicarías personalmente sólo a él, Raoul. Tu eres Blondie y eres considerado un genio…
-Pero mi equipo sigue mis órdenes y está bajo mi control.
-No, si fuera así de infalible, Riki ya estaría a mi lado. Has tenido demasiadas distracciones.
Estaba por responder pero Raoul cerró la boca, demasiada afirmación en esa oración, tanta seguridad ¿Iason lo sabía? 
-Los tratamientos necesitan tiempo… - intentó ser razonable en su campo, Iason no podía refutar sobre su ciencia – No puedo apresurar su organismo, es importante que entiendas que cada tratamiento responde a un diagnóstico serio…
-Si, lo sé – respondió Iason y cuando estaba por ser interrumpido, Raoul volvió a cerrar la boca cuando puso sobre la mesa el conocido comunicador de Katze – Como sé de tú distracción. Pero no más, ahora te ayudaré a sentirte motivado.
Algunos toques y la imagen en la pantalla cambió.
Eran cámaras de visión nocturna. En la penumbra veían con facilidad que Katze se había trasladado hasta toparse con una pared y se quedó sentado contra ella, abrazaba sus piernas y tenía metida la cabeza casi entre sus muslos en un intento de atrapar el calor que se le escapaba del cuerpo.
Raoul lo vio, desnudo y tembloroso.
-No entiendo – alegó el Rubio de ojos verdes, tras segundos de silencio. Iason rio entre dientes sin gracia - ¿Cómo me sentiré motivado? 
- Casi convincente Raoul. Pero se muy bien que has estado perdiendo el tiempo con mi  mueble – la pantalla se dividió a la mitad y en la parte lateral se reprodujeron las imágenes de Raoul y Katze besándose en la habitación de Riki - ¿Acaso dejarás que te explique todo? Puedo hacerlo. 
En la pantalla los murmullos y promesas de amor sonaron acaramelados, pero no lograron que Raoul cambiará su  expresión ajena. Menos cuando la imagen de los besos se disolvió y Katze encerrado, tiritando llenó el ambiente.
-Te conozco lo suficiente para saber que de alguna manera, que ahora no me interesa, has estado involucrado con Katze de una forma no superficial. Que mejor para mí encontrar algo que te impulse lo necesario para lograr lo que quiero… cuando Riki despierte completamente sano, liberare a Katze de ahí. Creo que así, tendré toda tu atención enfocada en tu único objetivo.
- ¿Qué? ¿Piensas llevarte todas mis distracciones a partir de ahora? Katze no era más que eso – Raoul sostuvo su delgada copa de vino con dos dedos, balanceo un poco el líquido y bebió con calma – No necesito de esto Iason. Riki se recuperará sin más intervenciones de las que tiene. Me insultas al creer que podría ser menos que perfecto en mis labores sean cuales sean las circunstancias. 
-¿Entonces Katze no representa nada para ti?  - era una pregunta que Raoul no iba a responder, la evidencia de unos besos arrebatados no demostraban nada profundo en sí, pero Iason mostró el comunicador de Katze, que ahora estaba sobre la mesa atiborrado de mensajes entre ellos, un intercambio amoroso de palabras de un historial de hace meses atrás – Además de esto, apenas supiste que vendría, llamaste a Katze varias veces ¿Tanta atención a alguien que no es nada más que un pasatiempo? 
-Como te imaginarás quería sexo esta noche – dijo Raoul restándole importancia, mientras se levantaba de hombros y miraba sin interés la pantalla – No puedes culparme después que tú mismo me hablaste de la naturaleza de la relación con tu mascota. 
-Si es así, Katze  proporcionará algo de distracción a esta noche.
Iason hizo algo en su comunicador y Raoul miró en la pantalla.
Un leve chirrido de un extremo de la habitación alertó a Katze, levantó la cabeza intentando distinguir algo entre la pesada oscuridad. Unos segundos después cubrió su boca y nariz con una la mano, poniéndose de pie. Intentó alejarse o retroceder, caminó a ciegas tanteando la pared con la otra que no cubría su rostro, en busca de alguna rendija que significará la salida. Lagrimoso y tosiendo cayó de rodillas al suelo. Mientras se desplazaba sobre sus rodillas, intentaba alejarse de la nube de gas tóxico que cubría toda la habitación.
-Vas a matarlo – comento Raoul viendo la pantalla a través de su copa de vino, ni una de sus hermosas facciones se alteró – Supongo  que has considerado que su muerte no será una gran pérdida,  tomando en cuenta que maneja el Mercado Negro de forma impecable. 
-Nadie es irremplazable. El Mercado Negro existió antes de él y será así después. 
-Como te dije, estas perdiendo el tiempo en esto. 
Katze había empezado a arrastrarse sobre su estómago hasta llegar a un extremo de la pared, encontrando la imperceptible rendija de la puerta. La visión que tenían ambos Blondies era de sus piernas largas y su espalda, con el rostro ceñido a la pared. Por la forma que se movía parecía que estaba vomitando.
-Bien, si es así, vamos a darle fin de una vez por todas. Esa fue una advertencia, ahora mataré a Katze. De todas formas me decepcionó y no me sirve más.
Raoul vio la pantalla una vez más, y luego los dedos de Iason sobre su comunicador, todo como en cuenta regresiva.
Todos los pensamientos de Raoul moviéndose como engranajes, pero ningún pensamiento coherente era importante. Iason tenía razón… había encontrado una debilidad, una forma de lograr que hiciera lo que quisiera, alguien por el que estaba dispuesto a volverse una marioneta que sólo cumpliera órdenes.
Según Iason, una motivación para sanar a su mestizo.
-Bien – dijo poniendo una única mano sobre la de Iason, dientes apretados y cejas fruncidas – No lo lastimes más. Haré lo que quieres.
Iason no ocultó su complacencia, no dudó de su plan, sólo era muy gratificante ver a una estatua de acero doblegándose a su crisol. No iba a negar que Raoul fue resistente.
-No hay muchas reglas. Cuando Riki este completamente sano y despierto, soltare a Katze.
-Eso llevará tiempo – renegó Raoul empezando a sentir el peso de las circunstancias en las que estaban – No puedes esperar que de pronto se ponga bien, cada tratamiento necesita ser estudiado y requiere de largos plazos para ver los efectos de las medicinas ¡No es de la noche a la mañana!
-¡Precisamente por eso lo hago! Ahora estarás más que enfocado en la salud de Riki. Si él muere, el destino de Katze será el mismo. 
-¿Dónde estará? ¿Cómo lo mantendrás? Katze es una criatura elegante, inteligente y sofisticada ¡No puedes tenerlo así! Como un animal – Raoul apretó los dientes de golpe al darse cuenta que había revelado demasiado, la mueca de satisfacción de Iason se lo comprobó. Todo este tiempo había arañado su alma al ver a Katze sufrir. Pensó: Katze es un hombre fuerte, él resistirá esto. Era peor si demostraba su verdadero interés y preocupación, sería entregarse en bandeja dorada a los planes retorcidos de Iason. 
¿Cuánto daño podría causarle a Katze para conseguir que Raoul lograra despertar a Riki? 
Era una pregunta que no quería ni plantearse.
-Veinticuatro horas – dijo el primer Rubio sólo moviendo las pupilas de su copa de vino a los ojos de Raoul  – tienes ese tiempo  para traerme avances importantes. Un día en el que Katze estará bien y sin problemas. Caso contrario me veré obligado a subir la apuesta.
-¡Te das cuenta lo que haces! Me estás chantajeando a mí, a tu amigo – Raoul se puso de pie poniendo las manos con fuerza en la superficie.
-Te lo hiciste tu mismo – respondió Iason sin vacilación  – al no hacer tu trabajo me obligas a encontrar la forma, ¿Qué piensas que harás ahora?¿Buscar ayuda? Hazlo, diles tu argumento, que tengo a mi mueble en mi casa, siendo castigado por una cirugía que transgrede las normas y que tú estás siendo obligado a hacer tu trabajo.
Cuando Iason salió, dejó la pantalla prendida con la imagen de Katze que se había sentado con la espalda contra la pared, las piernas estiradas, se sujetaba el pecho y respiraba con fuerza. Rostro empapado de lágrimas, vómito embarrado en la barbilla, vio rastros de sangre en su nariz y ligeramente hinchado el tabique, más sangre seca bajando por el pecho y las manos.
Para Raoul fue la imagen más  desgarradora que vio jamás… hasta ahora. 
Él no estaba en ese cuarto oscuro como Katze, pero también estaba atrapado ¿Tanta era la desesperación de Iason por tener a Riki? ¿O no permitiría a nadie más ser feliz si él no lo era? 
En una nube roja de rabia ciega y sin control, el departamento de Raoul Am, más que todo la delicada sala para tomar te, fue destrozada. El joven mueble, no se movió a pesar del pánico creciente cuándo cada objeto se hizo añicos contra la pared.
 
Notas finales:

Gracias por leer.


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