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Hungry heart por shiki1221

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Notas del fanfic:

Parte del reto artístico literario del grupo “Shhh narusasu sasunaru”. Las palabras que me tocaron fueron: chueco, chiquito y picoso.

Two shot. AU. Romance. Humor. Deporte. SNS. MCM

Notas del capitulo:

Disclaimer: Los personajes son propiedad de Masashi Kishimoto y sólo la historia es de mi autoría.

 

Cap 1: Con animadores como esos…

Era un partido muy reñido el que se estaba llevando a cabo en el estadio de futbol. La tensión se vivía momento a momento. El público llenaba cada asiento del lugar y el silencio reinaba. El segundo tiempo había finalizado y tenían que jugar los tres minutos extra dados por el árbitro para poder desempatar. El marcador iba cero a cero y la pelota estaba moviéndose en dirección a una de las porterías. Los atacantes subían junto a Naruto Uzumaki, el delantero de la selección japonesa. El equipo contrario preparaba la defensa marcando a los compañeros del rubio para cerrarle el paso al mismo tiempo que impedían cualquier jugada o pase. Los ojos azules estaban fijos en su objetivo, sus músculos se tensaban y la respiración agitada denotaban el gran esfuerzo que estaba haciendo a esas alturas para no rendirse faltando tan poco.

Mientras el partido se desarrollaba en la cancha, en los asientos especiales se encontraban su manager, Menma y los gemelos Uchiha quienes habían ido a darle ánimos. Esa área se encontraba cerca de la cancha, normalmente allí sólo se encontraban los jugadores de reserva, el técnico y algunos cercanos que formaban parte del equipo de Uzumaki. Por ello, es que Menma como su manager tenía pase de estar en ese lugar. Y como favor especial solicitado por los hermanos Uzumaki, se les permitió a sus parejas estar allí. Claramente había cierto favoritismo dado a ellos, siendo que ningún otro jugador tenía tal privilegio. Sasuke estaba sentado viéndolo todo con rostro estoico a pesar de la tensión del juego. Él no era fanático del deporte y aunque había aprendido acerca del mismo por su novio y hermano, no tenía esa pasión por los partidos. A diferencia de su escandaloso gemelo, el cual era incapaz de mantener la boca cerrada.

―¡Métela en el arco como se la metes a mi gemelo! ―gritó a todo pulmón mientras hacía sonar una corneta con los colores del equipo de Naruto.

Los que se encontraban cerca de su posición voltearon a verlo con los ojos abiertos, no por la revelación. Ya sabían que Naruto gustaba de ambos sexos por igual, lo que les tomó desprevenidos fue la forma de hablar del azabache. Siendo ese un partido que Japón jugaba de visitante tenían muy arraigada la imagen de calma y seriedad como reflejaba su gemelo. Lo más común era ver a la fanaticada latina siendo la más escandalosa al jugar futbol. Así que no podían criticarlo ni regañarlo sin pecar de hipocresía. Cualquiera que hubiera ido a un partido de fútbol o siquiera haya presenciado uno desde la comodidad de su hogar por la televisión, sabía de la existencia de fanáticos que insultaban con fuerza a los jugadores y cualquier familiar disponible. Allí nadie podía hablar de tener la boca limpia, pues cuando se dejaban llevar por la ira, una boca sucia era el menor de los problemas. Y el azabache no perdía oportunidad en quejarse de cómo había socios del club que merecían ser vetados por los disturbios en el estadio. Principalmente los problemáticos eran los extranjeros. Los oriundos de Japón no eran tan acérrimos al futbol, así que más allá de insultos en momentos de mucha tensión, no pasaba. Sin embargo, cuando se trataba de gente extranjera, sí habían muchos mobiliarios destruidos.

Charasuke en eso compartía el sentimiento con su gemelo, nunca entenderían por qué en otras partes del mundo se rompían asientos, locales cercanos al estadio, rayaban estatuas o se golpeaban mutuamente. Les parecía demasiado salvajismo por un deporte que, en teoría, se trataba de disciplina y técnicas con una pelota. Y hablando de técnicas, el rubio tenía el balón en esos momentos y corría con él esquivando a los defensas que se le interponían en el camino. Su compañero Kiba estaba libre luego de haber flanqueado a uno de los defensores rivales. Estaba corriendo a la par evitando a toda costa ser marcado a la espera de un posible pase o alguna treta para engañar a los oponentes con un pase falso. Todo dependía de lo que decidiera Uzumaki acorde a como se presentara la situación. El joven de ojos azules estaba a punto de llegar al arco. Hizo saltar la pelota usando su muslo derecho y dio una fuerte patada para rematar. Sin embargo, falló el disparo y el balón golpeó en el travesaño. Un grito de frustración se hizo oír de parte del equipo japonés y el comentarista también expresó su decepción por la oportunidad perdida por tan poco.

―¿Así de chueco lo haces en la cama? ―gritó Charasuke con frustración golpeando sus propias piernas con las palmas de las manos abiertas.

―Descuida ―intentó tranquilizar Menma dándole pequeñas palmadas en la espalda al moreno―. Irán a penales y podrá ganar el partido aún ―alentó con un tono conciliador.

Siendo el manager de su propio hermano, el apoyo del Uzumaki era por partida doble. Desde lo profesional hasta lo personal, él deseaba con todas sus fuerzas que su hermano triunfara, pero para ello necesitaba tener la mente fría. Perder el control de sus emociones y su propia visión objetiva respecto a lo mejor para la carrera futbolística de Naruto sería altamente contraproducente. Por ello, a pesar de su intenso deseo de ver a su familiar ganando, era más controlado con sus emociones. Una cualidad muy útil cuando necesitaba negociar promociones, si había gente intentando pagarle menos o estafar a su hermano no podía mostrar todo su enojo o les daría mala imagen. Para su fortuna los más atrevidos e insultantes intentos de sacarles ventaja se dieron cuando eran novatos y el nombre de Uzumaki Naruto era apenas conocido. Ahora con su experiencia y su propia fama como un “manager demoníaco” dejaron de haber valientes intentando sacarles provecho sin ofrecer algo lo suficientemente bueno.

―No te confíes ―habló Sasuke ganándose una mala mirada por parte del rubio―, por experiencia te digo que no apunta bien bajo presión.

―Si no puede atinarle al único agujero que tiene mi hermano, menos al arco ―suspiró Charasuke bajando la cabeza con desesperanza por ganar el partido.

―Tu hermano es chiquito y estrecho por eso es difícil que le atine, el arco es grande y ancho ―consoló Uzumaki intentando subirle el ánimo.

Esta vez fue el turno de Sasuke de mirar mal al rubio idiota. Él no tenía ningún derecho de hablar de esa manera de su intimidad. Superaba con creces los derechos que tenía como cuñado. Seguir respirando luego de haber hablado de su problemita en la cama, era suficiente privilegio como parte de la familia. No obstante, suspiró apesadumbrado recordando el último de sus encuentros sexuales con su pareja. Uno que se dio precisamente la noche anterior.

Cualquiera diría que tener a un jugador de futbol como novio era una experiencia única y prometía mucho. Algunos mitos que rondaban acerca de los atletas era acerca de la resistencia, fuerza y potencia para complacer a una pareja en la cama. Simples mitos. Sasuke comprobó de primera mano que ese rubio cabeza hueca tenía una obsesión malsana con el futbol y no perdía hábito en ningún momento. Siempre que tuviera una oportunidad de entrenar, probar su resistencia o cualquier reto físico, Naruto lo tomaba. Además, así como era obsesivo con eso, también lo era respecto a los calentamientos antes de cualquier actividad física para evitar calambres o desgarres en sus músculos. Y cuando decía todas, era sin ninguna excepción a esa regla no escrita.

―Dobe ―llamó estando completamente desnudo recostado en la cama con ambas piernas abiertas―. ¿Por qué te tardas? ―exigió saber con molestia.

El moreno había tenido una cita espectacular con el rubio. No se quejaba en el aspecto romántico, pues Naruto siempre era detallista y algo cursi en ocasiones, mas siempre lo era buscando hacer algo de su agrado. Al inicio, Uzumaki había intentado ganárselo, ―o a punto de vista de Sasuke, comprarlo―, con sitios caros o salidas a lugares muy exclusivos. Uchiha no negaba de gustar de sitios con cierta elegancia. Le agradaban. La parte que lo ofendía era que el rubio quisiera consentirlo en exceso dándole cosas que no pedía ni necesitaba. ¿Le gustaba cenas de clase alta? Sí. ¿Le impresionaba que le regalara joyas, relojes o demás cosas que se le daban a las mujeres? No. Con el tiempo y unos cuantos regaños, el rubio fue entendiendo lo que le gustaba a Sasuke. Cualquier cosa cara no lo impresionaba. Él tenía gustos muy específicos y agradecía más aquello que tuviera utilidad más allá de lucirse.

―Ocho, nueve, diez...una más y estoy listo ―avisó Naruto haciendo flexiones de brazos en el suelo al lado de la cama―. ¿Teme? ―preguntó curioso cuando lo vio acercarse hasta sentarse al borde de la cama.

Sasuke cerró los ojos con pesadez. No era posible. Sólo al estúpido rubio se le ocurría ponerse a hacer flexiones de brazos teniéndolo con una erección dolorosa en medio de las piernas. Habían llegado a la cama luego de la cita y tras varios besos fogosos la cosa había escalado al punto de desear ir más lejos. Sin embargo, los juegos previos y toqueteos indecentes se vieron interrumpidos por una sesión de flexiones para calentarse. Además, ¿por qué demonios fortalecía sus brazos? Es decir, esas extremidades apenas si serían usadas para la actividad física que se disponían a hacer. El joven de ojos noche se llevó la mano a la cara antes de bajarse de la cama y haciendo acopló de todas sus fuerzas arrastró al Uzumaki de regreso a la cama y lo tumbó en ella. Naruto estaba sorprendido por aquella repentina actitud de su novio, pero no se quejó ni expresó disgusto cuando el otro se subió encima de él.

―Ya me canse de esperar ―dijo Sasuke con una media sonrisa mientras le quitaba los bóxer al rubio con algo de brusquedad.

―E-espera, idiota ―pidió nervioso por el repentino cambio de roles―. ¿Qué haces? ―interrogó con sus ojos azules fijos en las expresiones de su demandante novio.

―Usuratonkachi ―llamó Uchiha sujetándole el rostro con una de sus manos apretando las mejillas del otro―. Soy hombre y me tienes insatisfecho, así que tomé el asunto en mis manos ―explicó de manera rápida y una mirada que dejaba en claro que no estaba de buen humor.

―Pero ya la tengo parada, podemos continuar ―dijo intentando sentarse en la cama siendo aplastado contra el colchón en respuesta.

―Espera ―dijo el azabache con un pequeño tic nervioso en el ojo―, ¿me estás diciendo que se te paró haciendo flexiones y no viéndome desnudo? ―interrogó en un tono gélido que hizo al blondo cuestionarse si saldría bien librado.

―¡Tú me enciendes tanto como un partido de campeonato! ¡Te perseguiría como balón en medio del partido si me dejaras! A ver… ¿qué más? ―preguntó al aire intentando pensar en más frases “románticas” para dedicarle―. ¡Ya sé! ¡Eres como un árbitro! Con tu pito sacas el animal que hay en mí ttebayo.

―Ya estás listo ―interrumpió Sasuke mientras se contenía para no golpearlo por las tonterías que acababa de oír. Por alguna razón esas frases tan ridículas le recordaban a su hermano y eso mataba por completo la pasión del momento―. Ayer estuviste abajo así que seguro sigues flojo ―le recordó relamiéndose los labios.

El joven de cabellos oscuros llevó sus dedos lentamente hacia la piel del otro. Sus yemas recorrieron con lentitud los fuertes y bien marcados músculos en los muslos del otro. Aunque nunca lo fuera a decir en voz alta ver a Naruto jugar le encendía. Le despertaba una gran lujuria verlo con el pantaloncillo corto corriendo haciendo que se marcaran los músculos y el sudor recorriera aquellos muslos tostados. Le gustaba imaginarse lamiendo cada parte de su cuerpo y era una fantasía que estaba a su alcance de ser cumplida. Estaba yendo lento y tanteando terreno. Si realmente quería negarse era su oportunidad de hacerlo. Sin embargo, al oír los leves gemidos que escapaban de los labios de su novio, se permitió seguir avanzando hasta llegar al borde de aquel apretado anillo de carne. Estaba algo estrecho y difícil de penetrar por culpa de la poca actividad que había tenido esa área durante los juegos previos, pero Sasuke se lo solucionaría ahí mismo.

―¡Sasuke! ―gritó Uzumaki al sentir los dedos abriéndose paso en su interior―. ¡Este no fue nuestro acuerdo ttebayo!

―Una y otra, otra y otra vez te he dejado ir arriba y siempre te pones a ejercitar ―se quejó con la nariz arrugada por la molestia de recordar que no era la primera vez que le hacía eso―. Sé un buen chico y ya déjame cogerte ―sugirió mientras sus labios jugaban con la oreja del blondo.

―Estoy estudiando la mejor forma de hacértelo ―alegó Naruto defendiéndose de los reclamos.

―No puedo creer que esta cosa tan chiquita, sea tan buena como para llevarme al límite de tener que esperar a que te acomodes ―suspiró el moreno con su mano masajeando con cuidado el miembro erecto de su amante.

―¡Espera a que apunte y verás lo picoso que puedo ser! ―gritó entre jadeos.

―Pero te tardas mucho ―protestó Uchiha frunciendo un poco el ceño sin dejar de estimularlo.

―Vale la pena cuando lo logro ―prometió Naruto retorciéndose debajo de aquellos dedos tan expertos―. Es importante estirar las piernas y brazos, apuntar y meterla . Es gol asegurado ―exclamó consiguiendo una mala mirada de parte del otro.

―¡Suficiente! ―exclamó Uchiha apartándose por completo del cuerpo de su novio.

No es que Sasuke no amara a aquel rubio, pero esas costumbres tan obsesivas con el futbol le estropeaban momentos en los que deberían dedicarse el uno al otro. Uzumaki por su lado no es que tuviera problemas en ser el de abajo, le daba igual, no sería menos homosexual por ir arriba al fin y al cabo seguía acostándose con otro hombre. Su problema radicaba en que se sentía culpable de no poder darle una buena noche a su novio. Cuando su Teme era el activo siempre se encargaba de llenarlo de mimos y llevarlo a orgasmos que jamás sintió en su vida, pero cuando era él quien intentaba hacer lo mismo siempre era “regular”. Soltó un suspiro frustrado por aquella mala noche entre ellos. Al siguiente día tenía un partido importante, así que no pudo seguir con aquella pequeña pelea por ser quien diera placer.

―Si tarda tanto en apuntar en la cama como lo hace antes de un penal seguro que para cuando lo logra, mi gemelo está más frío que cerveza recién servida ―comentó Charasuke sacando a su gemelo de sus recuerdos.

―Nuestra vida sexual no es asunto tuyo, idiota ―insultó Sasuke para recordarle en donde estaban.

Aunque estuvieran en asientos especiales, no dejaba de ser un sitio público. Al Uchiha más serio no le apetecía ser la comidilla de las cámaras o paparazis por descuidos de Charasuke. Esa gente sin moral vivía del chisme y de meterse en las vidas personales de cualquier famoso. Aun le sorprendía que no hubiese algún escándalo con Naruto y Charasuke, siendo que ambos se volvieron buenos amigos y solían salir juntos. Los ojos oscuros de Sasuke entonces viajaron hacia Menma, su actual cuñado. Siendo el manager del rubio seguramente haría un control de daños impecable, pero ¿cómo se lo tomaría si hubiera realmente un escándalo entre sus hermanos? No podía evitar preguntarse si realmente había superado la desconfianza que tenía en ellos cuando los conoció.

―¡Mi asunto es Naruto! ―gritó Charasuke en respuesta mirándolo mal―. ¡Como su fan número uno tengo ciertos derechos a quejarme y a culparte si no está de ánimos óptimos para este partido! ―exclamó acusándolo con su dedo índice.

El azabache señalado tan sólo alzó una ceja con curiosidad. El reclamo le tenía sin cuidado, a pesar de que su hermano no tenía apariencia de ser fan de los deportes, desde hacía mucho tiempo se interesó intensamente por el futbol. No le gustaba practicar dicho deporte, ―en eso los primeros juicios de valor sobre su persona como alguien amante de estar limpio y bonito, coincidía perfectamente―, pero amaba ver a otros jugarlo. Charasuke podía pasarse horas viendo repeticiones de partidos sin aburrirse e incluso repetía varias veces los clips de los goles o penales que más le gustaban. También tenía la mal sana obsesión de recapitular los fallos de los árbitros. Un grave error era llevarle la contraria respecto a cuando era penal y cuando no. El valiente que osara desafiarlo tendría que soportar horas de video y cuestionamientos sobre la carrera del árbitro, si tenía muchos fallos habituales o si tenía algo personal contra un equipo.

―Me sorprende que a pesar de ya cumplir dos años como tu cuñado sigas siendo un fanático tan empedernido ―comentó Sasuke con un bufido al verlo gritando a todo pulmón.

Su gemelo ni siquiera lo escuchó. Estaba demasiado ocupado gritándole a un jugador por errar un penal. Siendo un compañero de Naruto, las críticas del moreno eran extra duras. Habían errado un penal y dependían de la suerte para que el contrario también errara o pronto les sacarían la ventaja tres de cinco necesaria. A Sasuke le interesaba únicamente observar cuando le tocara a su novio patear. Sin embargo, no pudo evitar mirar los gestos de su hermano. Su fanatismo fue lo que los llevó a ese momento y a la relación que tenían en esos momentos con los gemelos Uzumaki. Aburrido de esperar el turno de patear de Naruto, el joven de ojos obsidiana se dedicó a recordar cómo se habían conocido.

Como era costumbre de fin de semana aquel domingo Charasuke estaba gritando a todo pulmón a la pantalla de la televisión. La mayor parte del tiempo no le era tan desagradable compartir el departamento con su gemelo. Compartieron el vientre materno, así que algo de práctica en compartir espacio con ese idiota ya tenía. Aun así no dejaba de molestarle cargar con las responsabilidades del gemelo mayor, siendo que él era dos minutos menor que el otro. Solía molestarse de que su querido gemelo le recordara que era el menor cuando se trataba de sacar ventaja e intentar esclavizarlo por ser “menor en la jerarquía de hermandad”. Mas sus padres solían remarcar que el responsable era él y por ello, la responsabilidad caía sobre él. Cuando se inscribieron a la Universidad de Tokio para tener sus respectivas carreras, se decidieron a rentar un departamento cercano a la misma. Sus padres pagaron sólo uno para los dos. Si Sasuke quería irse tendría que pagarse su departamento por su propia cuenta y siendo sincero, era de mucha ayuda no tener que sacar un trabajo a tiempo parcial para cubrirlo, pues la carrera de economía demandaba más tiempo del que previó.

―¡Era penal! ¡Eso era penal, maldito ciego! ―gritó Charasuke con gran frustración por ver a su jugador favorito recibiendo una patada alevosa que no fue cobrada―. Ese arbitro ya está vendido, lo está haciendo porque él era parte del equipo visitante. ¡Ese desgraciado no supera sus fallas cuando era futbolista!

―¿Cuál es la necesidad de gritarle a la televisión? ―preguntó Sasuke sentándose en el sofá cerca del otro para ver que no destruyera nada… de nuevo.

Una mala costumbre de Charasuke era pegar saltos imprevistos de su asiento y acercarse rápidamente a la televisión cuando se enfocaba en el jugador estrella de la selección japonesa, Uzumaki Naruto. Ya había perdido la cuenta de cuánto dinero invirtió su hermano en comprar mercancía suya; posters, tarjetas, tazas, camisetas y quien sabe cuántas cosas más. Siempre había algo nuevo que coleccionar y era la única razón por la cual su hermano se dedicaba a trabajar arduamente. De lo contrario estaba seguro que estaría de vago. Repentinamente un grito más agudo de lo normal hizo a Sasuke poner atención a su hermano.

―¿Qu…?

―¡Cállate y escucha! ―ordenó Charasuke subiéndole al máximo al volumen del televisor mientras se repetía el anuncio.

“Huawei presentó la campaña #HaciendoRamen, para que fanáticos de Uzumaki Naruto puedan ganarse un viaje y conocer al futbolista personalmente.

Quienes quieran participar deben ingresar a este sitio y compartir qué locura harían a cambio de conocer a Uzumaki Naruto, el nuevo embajador global de la marca.

Los interesados tendrán que subir una foto y un texto que explique de qué son capaces con tal de compartir un momento con su ídolo.

El participante que presente la propuesta más original se ganará un viaje con todos los gastos pagos para él y un acompañante y formará parte de un Meet and Greet exclusivo de Huawei con el mejor jugador del mundo.

―¿Puedes creerlo? ―interrogó con sus ojos brillando de entusiasmo e ilusión―. Tengo una oportunidad única e irrepetible para conocer a mi ídolo ―expresó soñador con ambas manos juntas como si orara―. ¡Gracias, Dios por bendecirme con esta oportunidad! Prometo dejar de rezarte antes de un examen o cuando rompo los adornos de serpiente de Sasuke.

―¡¿Mis qué?! ―gritó dándose una idea de por qué repentinamente habían desaparecido sus amados adornos.

―¡Prometo reponerlos! ―aseguró Charasuke con las manos aun juntas―. ¡Pero déjame vivir lo suficiente para conocer a Naruto! Luego de eso podré morir en paz ―juró de manera solemne.

―¿Siquiera esos concursos son reales? ―preguntó el menor con escepticismo―. Apuesto a que es algo falso ―comentó pensando en lo que había aprendido respecto al manejo de finanzas―. Si yo estuviera orquestando eso, prometería esa oportunidad para que los incautos compren mucha mercancía, luego elegiría a alguien del staff para que actúe como “ganador” para hacerlo ver legítimo y como sería falso me ahorraría pagar viajes desde quien sabe dónde, hotel, comida, estancia y demás. Es el plan perfecto ―explicó de manera vanidosa por su estrategia para ahorrarse el dinero.

Ellos aun eran jóvenes adultos de veinte años recién iniciando el estudio de sus respectivas carreras, por lo cual no perdían oportunidad en intentar aplicar lo que iban a aprendiendo. A Sasuke le servía de práctica aplicar sus nuevos conocimientos sobre economía en la distribución del dinero que enviaban sus padres. Los maestros les hablaban sobre pérdidas, fondos de emergencia, inversiones a futuro y demás, haciendo fácil para Sasuke relacionarlo a su día a día. Por ejemplo, había implementado un frasquito donde Charasuke destinaba el diez por ciento de lo que ganaba en su trabajo a tiempo parcial. Si rompía alguna cosa de la casa el dinero allí recaudado se destinaba a reponer lo destruido. Si todo permanecía intacto podía usarlo para costearse su obsesión con su jugador de futbol favorito. Esa era la estrategia del menor para que su gemelo destruyera menos cosas y ahorrara para sus gustos sin quedarse en números rojos.

―Eres diabólico ―dijo espantado mientras se llevaba una mano al pecho de manera dramática―. Ojala nunca estés a cargo de ningún evento así, sólo jugarías con los sueños e ilusiones de fanáticos ―regañó con un puchero.

―En cuestión de números, ahorrarse el viaje y estancia de dos personas sale más rentable que hacer publicidad honesta ―contradijo con seguridad respecto a sus ideas.

―Eres un pecho frío ―murmuró Charasuke volteando a ver su teléfono celular para buscar el sitio web oficial para el concurso que acababa de ver.

―No entiendo nada de tu jerga futbolística, pero por si acaso eso eres tú ―contestó Sasuke enojado por… lo que fuera que le haya dicho su hermano.

Había algunas cosas que había logrado entender o memorizar de tanto que oía a su hermano repetir o decir. Una de esas pocas cosas que entendió era cuando un jugador estaba en posición adelantada. O cómo se sacaba la pelota cuando salía de la cancha. Había llegado a pillarle algunas reglas. Como esa de que si un jugador patea el balón fuera de la cancha le corresponde al rival sacar desde esa posición. No es que tuviera interés en aprenderse a fondo el deporte, pero en ocasiones servía para calmar a su hermano. Si Sasuke conseguía señalar algo que al otro se le hubiera pasado por alto, podía tenerlo callado reflexionando sobre por qué no vio algo que su gemelo sí. Por muy relajado que fuera Charasuke no dejaba de ser un Uchiha con gran orgullo por aquello en lo que se apasionaba. O en otras palabras se obsesionaba.

―Es que el futbol sigue siendo mi pasión y ver a mi cuñado triunfar lo hace aún más emocionante ―comentó Charasuke sacándolo de aquel recuerdo.

―Si te apasiona tanto, ¿por qué nunca lo has practicado? ―preguntó Menma con curiosidad.

A pesar de llevar mucho tiempo conociéndose y siendo pareja, el moreno siempre evitaba ese tema. Según Sasuke, su hermano gustaba demasiado de verse bonito y reluciente, por ello no perdía su tiempo en esas cosas que implicaban sudar, ensuciarse y demás. Por mucho tiempo Uzumaki creyó que tenía toda la razón, Charasuke ciertamente evitaba mucho todo lo que implicara el esfuerzo físico. Sin embargo, a veces lo veía tan inmerso en los juegos de Naruto que era como si viviera el sueño a través de él. Cuando lo conoció, lo primero que pensó el manager Uzumaki fue en que era un fanático obsesivo o en su defecto un homosexual con tendencia de “botinera”. Ya había perdido la cuenta de la cantidad de mujeres que se hicieron ricas y famosas sólo por acostarse con un reconocido jugador de fútbol. Y su hermano siempre estuvo en la mira de varias, por lo cual no descartaba que hubieran algunos hombres dispuestos a lo mismo.

―Yo amo el fútbol, pero me es imposible practicarlo por mí mismo ―comentó Charasuke cerrando los ojos unos momentos.

No se estaba perdiendo de nada, después de todo el arquero estaba cambiando para darle turno al equipo rival. Así que hasta que se posicionara y el jugador diera sus pre calentamientos antes de dar la gran patada, tenía unos momentos libres. Instantes en los que podía perderse en la oscuridad de sus propios parpados sin riesgo de perderse de alguna jugada o movimiento de relevancia.

―¿Acaso tienes alguna historia cliché sobre una lesión que arruinó tu carrera o algo así? ―cuestionó Menma con un tono más curioso del que pretendía.

No es que quisiera sonar como alguien insensible respecto a la situación de su pareja. Es sólo que le era imposible no recordar todas aquellas películas, novelas, dramas y demás historias donde había un personaje amante de un determinado deporte siéndole imposible practicarlo a causa de una lesión. Recordaba sin dificultad una película sobre un perro que moría múltiples veces, cuyo dueño se lesionó frustrando sus posibilidades de obtener una beca para el beisbol. En otra ocasión, un drama sobre un estudiante de preparatoria incapaz de jugar básquetbol a causa de una rotura en los ligamentos en su hombro. No eran sus historias favoritas, pero conocía ejemplos de sobra por Naruto. Él sí disfrutaba de ver a las personas luchando por sus sueños y siempre lloraba cuando no lograban superar los obstáculos. Aun si el personaje principal conseguía otras cosas, si no podía practicar el deporte que tanto amaba se deprimía un par de horas.

―Nunca lo he visto sudar en un sitio que no sea un sauna ―comentó Sasuke con burla.

Él no temía estar hiriendo los sentimientos del otro o estar hincando una vieja herida. Siendo hermanos se conocían perfectamente y tenía muy en claro que su hermano jamás se lesionó. De haber intentado practicar algún deporte habría sido el primero en darse cuenta. Y de haber estado lesionado sin dudas también estaría enterado. Con lo dramático que era su gemelo y especialmente sus konekos, le habrían acosado a él para preguntarle por el estado del otro azabache. Estuvo atento a la respuesta de su familiar ciertamente curioso. Él también tenía esa duda desde hacía mucho tiempo, pero siempre que le preguntaba recibía la misma respuesta. Qué no era lo suyo, qué amaba ver el deporte, qué vivía el suyo a través de otros y muchas otras cosas más. Le costaba mucho creerlo. Por dicho motivo, pese a sus comentarios sarcásticos, seguía atento a la posible explicación a esa duda tan persistente.

―Ya se los dije, amo el fútbol, pero no estoy interesado en que me recompense por el amor que le profeso ―dijo con aire romántico sosteniendo una rosa en su mano.

Charasuke se mantuvo con los ojos cerrados unos momentos más ignorando la expresión en el rostro de los otros dos. Ellos no entendían su amor hacia el deporte y su obsesión hacia los jugadores de dicho deporte. Estaban en la misma situación que muchos al saber de su pasión por el deporte. Todos buscando algún sueño frustrado o alguna decepción que lo llevara a eso. Confundían su fanatismo con aquella peligrosa tendencia de algunos padres de vivir sus sueños a través de sus hijos. Ellos sí representaban lo peor de las decepciones. Siendo incapaces de superar que aquello no conseguido en su infancia/adolescencia no podrían obtenerlo en sus hijos. Generalmente moldeaban a propósito a sus hijos para compartir sus gustos y en caso de rebelarse sólo les esperaban duras confrontaciones. Contrario a esos casos la explicación de los sentimientos de Charasuke era mucho más sencilla. Aun recordaba aquel día en que todo inicio. Siempre tan vivido, tan presente y tan intenso como la primera vez. Cada vez que veía a Naruto jugando un partido, esa sensación revivía haciendo a su corazón acelerarse recordando aquella pasión en su interior.

 

CONTINUARÁ…

 


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