Se dice en ocasiones que el tiempo es relativo, que a veces lo puedes considerar que transcurre mucho más rápido de lo normal y en otras ocasiones, bastante lento, pero en realidad, es el mismo pasar de las manecillas del reloj.
Suponiendo que esto nos hace madurar, el hecho de que los días pasen y uno llegue a cambiar, nos volveremos diferentes.
Tenemos gustos distintos cada día, lo que ayer amábamos, hoy lo podemos repudiar.
Lo que alguna vez negamos, lo aceptos.
Nuestro “Yo” del pasado, ¿Cómo podría reaccionar a nuestro “Yo” actual?
Son preguntas que a veces tienen respuesta, otras todavía no.
Amamos sin medida la primera vez, nos aferramos a ese hecho, creyendo que nada puede cambiarlo, pero lamentablemente en la mayoría de los casos es efímero.
Ese primer amor es finito, se vuelve cero por muchas cincuentas.
Y claro el mejor de los casos seria solo alejarse pues las cosas no funcionaron, pero en otras te arrebatan ese dulce sentimiento sin pedirlo.
Lo peor, es quien amas a tal grado de volverse tu mayor fortaleza, perdió las fuerzas por protegerte.
Volviendo la fuerza en debilidad y está en el impulso para destruir todo lo que te ha hecho daño y quien te ha quitado ese amor, que merecía desde luego crecer, volverse uno tan fuerte y poderoso.
Promesas incumplidas, corazones rotos, un abismo de muerte los separa.
Pues tú estas en este mundo y la otra persona ya jamás volverá.
Te odias por no protegerla, por no poder haber sido más fuerte, por el hecho de no haber destruido antes a quien te quito la persona que amas.
Por esa razón, al fin caes en su trampa, asesinas al maldito que destruyo a tu último rayo de luz que permanecía en esta oscuridad, quien te dio alegrías, buenos recursos, un respiro de tanta miseria.
Con la ilusión que se mantiene en tu corazón de que volverías a lado de una persona importante, de la mano de una que amas, para los tres poder formar de alguna manera una familia.
Pero la lucha es inevitable, te sientes miserable y deseas desurtirlo todo, borrar el porqué de la muerte de tu amada.
Sin embargo, igual el tiempo cambio esa mentalidad, de pensar que podría perder a la otra persona que aún le queda.
Y por esto, decidir ser alguien que luchara y protegerá entre las sombras, sin servir a nadie, solo manejándote a tu voluntad, sin olvidar a quien has amado.
Porque si, nunca la olvido…
Se mantiene en su corazón, torturándole su recuerdo, aun sin importar quién se atreviera a meterse en su vida, nadie ocupara el lugar que ella se ganó.
Que con su dulzura, calidez, y delicadeza, surgió el sentimiento tan grande que aún se lamenta hoy en día, cierto caballero de bronce.
Ikki se fénix, seguirá lamentándose el amor perdido.
Uno que jamás se le dio oportunidad de darse a conocer o florecer, pues se le arrebatado y se arrastró por el mismo infierno.
Pero, cual su armadura, como el fénix, resurgió de esa penumbra, ese infierno plagado de tormentos, para ser otro.
Si bien ahora el ave fuera de guala es estable, no significa que pueda olvidar del todo el daño vivido.
Y eso se ve aun en su ostro.
Que solo cambia al ver a su hermano menor Shun, pero no por eso se quita el sufrimiento que ha mantenido guardado.
Del cual jamás habla, solo una vez fue capaz de mencionarlo, pero ni una lágrima derramo, aunque quien lo escucho supo que debió ser algo horrible, lo consoló aunque no se lo pidiera.
Se entienden perfectamente, son hermanos después de todo.
Ikki se ha sacrificado en varias ocasiones por su hermano y si, por los demás de bronce, pero… La única persona que hubiera deseado que jamás se sacrificara por él, lo hizo y no volverá.
Bueno… Puede que eso cambie.
El tiempo es difuso y confuso, incierto de igual forma, pero… No siempre será cruel, a veces da una esperanza, una bendición, aunque… Existe un precio.
---Santuario de Atena---
Ya había pasado aproximadamente un año y medio desde la guerra santa del siglo XX, se ha estado restaurando a como se puede el santuario, a paso lento a veces, otras acelerado, pero quienes han sobrevivido mantienen aún su esperanza puesta en su Diosa.
Quien se supone en esta ocasión, no se alejara, incluso intentando hacer su mayor esfuerzo, a lo que la Atena de este siglo puede.
Después de todo, no está del todo acostumbrada, y esta reencarnación a este trato y su cosmos no está ni a la mitad a lo de sus anteriores ella, pero no por eso se desprecia lo que esta logrando.
Ella ha visto el sufrimiento de quienes le han servido en este mundo.
La guerra arrebato a muchos caballeros, principalmente a los dorados.
Los rostros de quienes quedaron con vida, los lamentos que parecían jamás detenerse.
Vio que mucho extrañan y anhelan, que igual deben tener sus deseos de los cuales jamás el destino les traerá.
También contempla como al final, a pesar de un camino incierto, se logre un milagro.
Como es que Seiya recuperara a su hermana perdida, y aunque esta no tuviera sus recuerdos en las mejores condiciones, ambos pudieron rencontrarse al volver a este mundo.
Claro que Seiya obtuvo la única recompensa que deseaba.
Otros perdieron a quienes amaban.
Algunos sufren la perdida desde tiempo antes.
Ciertos apenas lo conocieron, al verse aferrados a una persona, a una figura paternal que jamás podrá ser reemplazada.
Claro en sí, no existe ninguna guerra buena, si todos mueren, no lo es…
Y es doloroso y tormentoso para aquellos que aún queda en este mundo.
Se dice que se debe luchar por aquellos caídos, pero… Se deberá seguir adelanté por los que aun están aquí y aquellos que todavía no nacen.
Con el pasar del tiempo, Atena ha dejado mucho de lado su primera personalidad o mejor dicho su corazón, aquel frio, analítico, que solo demostraba envidia y superioridad por si título de “Diosa de la guerra estratégica”.
Ahora se ha vuelto más humana, con un poder que aún no controla del todo, pero ha estado practicando, entrando su propio cosmos, para que no solo sea un catalizador para sus caballeros o suficiente en la batalla, ella como una Deidad, bien podría hacer uso de muchas habilidades que aun duermen en su interior.
Y con un triunfo sobre el Dios Hades, aquel que reina sobre los muertos, tal vez, pueda dar un regalo a aquellos que le han servido fielmente, a pesar de todo lo que antes ella hubiera hecho.
Pues sí, en algún punto ella también les quito algo, y ahora de mayor, quiere intentar darles más de lo que ellos han sacrificado por su causa.
Puede que no esté por completo su cosmos, pero intentarlo no cuesta nada.
O ¿Tal vez si?