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40 y 20 por OldBear

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Notas del capitulo:

Fic inspirado en la canción 40 y 20 de José José.

Harry Potter no me pertenece, no gano nada haciendo este fic.

 

¡Información espectacular! 40 y 20, una diferencia que hace sospechar a más de uno. El Salvador del mundo mágico en una relación con quién fue su antiguo profesor.

Aquello era lo que rezaba el titular de corazon de Bruja esa mañana de miércoles, y era parecido a lo que decían casi todos los demás medios que había llevado hasta su habitación. Severus bufó con disgusto y continuó leyendo el artículo para después tomar la edición de El Profeta de aquella mañana y dirigirse específicamente a la página 2, donde Rita Skeeter había expresado todo lo que sentía acerca de esa relación, y donde había anexado la foto que que desató la hecatombe.

Todos los esfuerzos que habían dedicado en mantener su relación oculta fueron en vano, y lo peor es que Snape se culpaba por aquello. Harry le decía que no le importaba, pues le encantaba que el mundo supiera que ellos se pertenencían el uno al otro; pero el maestro de pociones no podía evitar patearse por su desliz, pues él provocó que un impertinente reportero les tomara una foto en el justo instante que Severus se había inclinado para darle un rápido beso a Harry en el callejón Diagon. Y es que debían de tener mucha mala suerte, pues aquel acto solo tardó unos pocos segundos, pero aun así los habían atrapado. Severus se sentia estupido, idiota y culpable. El fue quien alentó a Potter en mantener todo aquello en el más perfecto secreto; y él mismo fue quien lo reveló.

Desde que aquello inició poco después de la caída de Voldemort, hasta casi cinco años después, habían logrado ocultar de la vista pública que entre ambos ocurría algo. Si no fuera porque el día anterior habían decidido salir por primera vez como una pareja normal, —aunque el plan había consistido en no llamar la atención —. Si Harry no se hubiese visto tan hermoso con los copos de nieve cayendo sobre sus mejillas… Quizás Severus no se habría tentado tanto en besarlo.

Ahora no se hablaba de más nada que no fuera la recién descubierta relación entre el niño que vivió y el que una vez fue servidor de Voldemort. Ahora todos especulaban qué tipo de hechizo o maldición había utilizado para engañar al muchacho, por que la mayor parte de la opinión popular se había inclinado por creer que aquello no podía ser amor real. Y aunque al principio pensó que las personas se opondrían a lo que tenían por el papel que jugó en el lado de la oscuridad, el rechazo colectivo se había enfocado más bien en otro punto: la diferencia de edad. Todos decían que a sus 45 años era demasiado viejo para los apenas 24 de Harry.

Decían que Harry tenía demasiadas cosas que vivir para estar con alguien tan viejo, que seguramente había sido abuso de poder por ser su maestro o que quizás era la referencia paterna que nunca tuvo.

—Mentiras Severus. Esas son todas mentiras.

Harry se cruzó de brazos frente al otro, mirando con desdén los artículos sobre el tema desparramados por la habitación. Snape aún seguía leyendo el artículo de Rita, en el que incluso la bruja se había atrevido a elaborar una lista de jóvenes candidatos que quedarían mucho mejor con el salvador del mundo mágico.

Severus miró a Harry por un segundo antes de dejar el dichoso artículo a un lado del sofá. El peso de todo lo que había leído le estaba golpeando con fuerza. Él no era tonto, ni tapaba el sol con un dedo. Snape sabía muy bien la diferencia en edad que los dividía. Desde que Harry lo visitaba en San Mungo mientras él se recuperaba de la mordida de Nagini, hasta el día en que el más joven lo besó en su último día de internamiento, él supo de esa distancia que estaba entre ellos. Pero había decidido afrontarla, o eso pensaba. Porque leyendo todo lo que en ese tiempo había pensado, se volvía a preguntar si era suficiente para alguien como el león.

—Ellos tienen razón.

—Por supuesto que no, debes de dejar de leer esas tonterías. Nunca le has hecho caso a las revistas de chismes. ¿Por qué empezar ahora?

Frunció el ceño, disgustado. Él también había leído todo lo que ponían aquellas revistas faranduleras, pero no aceptaba nada de lo que decían. No entendía por qué Severus se veía tan afectado, cuando al hombre jamás le había importado tanto el qué dirán.

—Soy muy viejo para ti.

Hubo algo en la mirada y en la voz de su amante que le hizo comprender un poco por qué se estaba dejando llevar por toda aquella sarta de estupideces. Severus no estaba dolido por lo que decían de él, estaba molesto por qué en verdad creía ser poco para él. Harry suavizó el rostro y acortó el espacio entre ellos, sentándose a un lado del otro en el sofá.

— Esas son solo cosas que dice la gente. Sabes muy bien que no es la primera vez que inventan cosas acerca de mí o de ti mismo. No comprendo por qué dicen que este amor es prohibido. Eso es estúpido. ¿Qué importa que tengas 40 y yo 20?

Severus suspiró. Harry nunca lo había visto tan vulnerable, tan...desolado. Ni siquiera cuando estuvo recuperándose de la mordida de Nagini en una cama de hospital.

—No hay mentira en esas palabras.

Los ojos de Snape se dirigieron a una de las revistas en el suelo que comentaba que él era otoño en la primavera del más joven. Demasiado poético para su gusto, pero demasiado verdadero también.

Harry le quitó la revista de las manos y la desapareció con magia sin varita, al igual que todos los demás que estaban en la habitación. El mayor no se sorprendió, pues era de los pocos que sabían la verdadera fuerza del muchacho y el verdadero dominio que había alcanzado en la magia. Antes de que pudiera decir nada más el muchacho se había acercado lo suficiente para tomar su rostro entre sus manos y besarlo. Severus correspondió el beso con rapidez, nunca había podido dejar de corresponderle a Harry, ni siquiera cuando estaba verdaderamente enojado con el más joven.

Potter rompió el beso suavemente, pero siguió sujetando el rostro de Severus, pues quería que lo mirara bien mientras le hablaba.

—¿Sabes por qué todo lo que dicen es falso? Porque ellos no te conocen como yo. No saben lo dulce y atento que eres conmigo; no saben como me haces sentir, lo especial que eres conmigo. Dicen que eres otoño por que ellos no saben que guardas un verano... que cuando me miras, me quemas.

Mordió su labio inferior en una sonrisa, la cual se amplió más cuando sintió la mano del mayor buscar su cintura.

—Demasiado cursi, Potter.

¿40 y 20? A Harry jamás le había importado la diferencia de edad, y tampoco le importaría nunca. Severus era para él y él era para Severus, y él defendería aquel amor de las garras de quien fuera, incluso de las propias inseguridades de su pareja. El maestro de pociones le había salvado de muchas en el pasado, era hora de que Harry también le salvara de sus propias dudas.

—No pienses mas en eso ¿No es acaso el amor lo que importa? Yo no necesito saber lo que diga la gente, y tú tampoco deberías necesitarlo.

Severus miró a Harry y, sin decir nada más, volvió a besarlo.

 

 


 

Un par de semanas después de que se descubriera lo de su relación, se celebró el baile navideño con motivo de los cinco años luego de la caída del Señor Oscuro. El salón dispuesto para la fiesta estaba magníficamente decorado desde el suelo hasta el techo, y habían sido invitadas tantas personas que era casi imposible creer que estaban todos reunidos en el mismo sitio. Entre los invitados era lógico que estuviesen los miembros de la Orden, los Weasley y, principalmente, Harry y Severus.

Al principio Harry se negó a ir. No estaba dispuesto a aparecer en un sitio donde la mayor parte de las personas —quitando a los miembros de la orden y los Weasleys— estarían ofendiendo a su pareja. Pero Severus, luego de aquellos días en los que pensó bien, resolvió que una de las cosas que siempre había deseado desde que empezaron a salir era tener la oportunidad de dejar de esconderse. No quería tener a Harry oculto, y sabía que el menor se merecía el derecho de tener una relación como la de cualquier otro. Harry lo amaba, y él había sido demasiado estupido por dejarse afectar por toda aquella basura propagandista, por lo que debía reponerle de alguna forma, y aquello era siendo el hombre que Harry merecía: alguien valiente que luchaba por aquel amor.

Por lo que ahí estaban, tomados de la mano entre todos los invitados mientras hablaban de algo sin importancia con Hermione y Ron a su lado.

Severus mantenía el rostro relajado mientras escuchaba las murmuraciones de la gente, pues desde que habían llegado a la fiesta fueron el centro de atención de todos. No le importaba escuchar las exclamaciones de que entre ellos existía una gran diferencia, ni cuando alguien de forma descarada susurraba cerca de ellos que uno tenía cuarenta y el otro veinte. Hermione y Ron estaban más alterados que él mismo, y en muchas ocasiones ellos habían tenido ganas de gritar o incluso maldecir a los chismosos que les rodeaban, pero Severus les detenía de forma calma diciéndoles que nada de eso le molestaba.

¿Y Harry? Harry era más que feliz, pues se dio cuenta que aquella era la primera vez que salía como la pareja oficial de Severus Snape, y aun con todo lo que sucedía a su alrededor se sentía orgulloso de ese hecho, pues para él no había nadie mejor que quien fue su maestro de pociones.

Incluso bailaron un par de canciones bajo la atenta mirada de muchos, quienes no podían comprender cómo el chico que vivió podía estar con un mortifago que le doblaba la edad.

Aquello no parecía que pasaría a más de lo que ya era, hasta que alguien con un horroroso perfume y un fuerte taconeo se detuvo junto a ambos luego de que terminaran de bailar. Rita Skeeter les sonreía a ambos con aquella malicia que siempre le caracterizaba, y su presencia llamó más la atención de los presentes, incluso Ron y Hermione volvieron a ponerse junto a ambos, para apoyarles en caso de que lo necesitaran.

—Mira con quién tengo el honor de encontrarme, con la pareja del momento. —Ella levantó las manos de forma exagerada, y Harry pudo ver como su famosa vuela pluma se encontraba lista—. Espero que no estén muy molestos por lo que dije acerca de su relación.

Severus afianzó su agarre en la mano de Harry y contestó de la forma más calmada que pudo:

—No solemos perder nuestro tiempo con trivialidades como las que salen en tu revista, pero si nos dices más o menos de qué trata lo que publicaste, podría decirte ahora mismo lo que pienso.

Harry lo miró controlando una sonrisa, sintiéndose orgulloso de la seguridad con la que estaba actuando su pareja, mientras que Rita se estaba enojando al sentirse menospreciada.

—Bueno, no es algo que solamente digo yo. Somos muchos los que no entendemos cómo alguien tan inocente como el señor Potter puede estar con alguien que ha vivido tanto, y que ha tenido experiencias que no son del todo…

Harry sintió cólera inmediata, pues odiaba cuando acusaban a Severus de su pasado cuando no lo conocían del todo. Quiso decir algo que la ofendiera, pero un mejor pensamiento llegó a su cabeza y, antes de que alguien pudiese decir algo más, él sonrió de forma descarada y habló:

—¿Es que acaso no lo entienden? Por eso es que funciona, lo principal está en mi juventud, pero lo mejor es su experiencia.

Terminó guiñándole el ojo a la mujer de tal forma que ella entendió rápidamente a lo que se refería, y se sintió orgulloso cuando Rita solo se quedó quieta mientras se sonrojaba. Escuchó la risita de Hermione a sus espaldas y, sintiendo que había sido suficiente por aquel día, arrastró a su pareja hasta fuera, pues ya era momento de volver a casa.


Los titulares de aquella mañana luego de la fiesta eran más variopintos que cuando la prensa se enteró de su relación, especulando más a fondo acerca de la intimidad de la pareja y de las habilidades del exmortifago en la cama. Pero esta vez Severus no perdió su tiempo leyéndolos, pues aquella mañana de domingo había decidido que no necesitaba levantarse temprano, y decidió que quedarse en la cama un rato más con Harry era posiblemente la mejor de las ideas.

—Si me sigues mirando así tendrás que repetir todo lo que me hiciste anoche — habló Harry con voz adormilada, mientras abría los ojos lentamente. Se pegó al cuerpo de su pareja, buscando más de su calor—. Y cuando digo todo, me refiero a todo…

Severus sonrió y besó el hombro expuesto de Harry, justo encima de la mordida que le había hecho la noche anterior. ¡Que tonto había sido por dejarse llevar aquellos días por palabras sin sentido! Nunca debió dudar de lo que existía entre ambos, nunca debió dudar del bien que le hacía al más joven.

En aquel preciso momento, sintiéndose el hombre más pleno del mundo, Severus pronunció las palabras que durante cinco años jamás se había atrevido a pronunciar, y que sólo Harry le decía:

—Te amo.

Harry sintió como todo su sueño se esfumó y se incorporó mejor en la cama para ver atentamente a su pareja. En todo el tiempo que habían estado juntos jamás había escuchado aquellas palabras de la boca de Severus. El maestro le había demostrado sus sentimientos en varias ocasiones, pero siempre con acciones, nunca en palabras. Y, aunque pensó que no le hacía falta escucharlo para saber los reales sentimientos de Severus, no podía negar lo bien que se sentía.

Se acercó hasta alcanzar sus labios para expresarle con un beso toda la felicidad que había en su corazón, pues aquel te amo le había dejado sin palabras con las que pudiera expresarse. Y sin embargo, no las necesitaba.

Porque el tiempo que habían pasado juntos era suficiente para conocerse demasiado. Y, aunque pudieran dudar, sabían que el amor que se tenían era más que recíproco.

Y es que al final, después de todo lo que habían vivido, sus edades eran solo un número sin mucha importancia. Lo que verdaderamente contaba era que ambos se pertenecían el uno al otro, y eso jamás iba a cambiar por mucho que uno tuviese cuarenta y el otro veinte. 

 


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