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Oportunidad por dark kirito

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# Oportunidad #
Jibaku Shonen Hanako-kun pertenece a AidaIro, escrito en el móvil, errores son sin querer, muchísimas gracias a Yayoi y a todos los que leen por el apoyo :3.
Oportunidad
Las oportunidades no se obsequian, se ganan.
Jibaku Shonen Hanako-kun.
Gemelos Yugi
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En un jardín.
Un par de pequeños de unos tres años corren emocionados, uno delante del otro.
—¡Vamos Tsukasa! ¡Se que puedes alcanzarme! — le grita animado el mayor.
El mencionado asiente con la cabeza sin borrar la gran y hermosa sonrisa que decora su rostro. Enfrente, a solo unos pasos, a unos pocos segundos está la persona que más admira, al que ve con gran amor, cariño y devoción, con el ser que le hace sentir más seguro y protegido. Podría caer un meteorito en su casa y estaba seguro de que Amane podría apañárselas. ¿Cómo es que su hermano parece tener la solución a todos los problemas? No tiene ni la más remota idea, quizá sea un ángel o algo similar enviado por Dios. Ah~ que afortunado, no todas las personas deben contar con semejante bendición.
Solo un esfuerzo más y…
—¡Ay! ¡Ja, ja, ja, ja!
Los gemelos se van de lleno al suelo cuando Tsukasa se lanza sin más contra el otro en una suerte de proyectil, el otro posa la mano en cabeza ajena a la vez que ambos ríen.
—¿Estás bien? — interrogan al mismo tiempo.
—¡Sipi! — dice en más chico —¡Con Amane siempre estoy muy bien!
—Pues yo también estoy muy bien con Tsukasa.
Se abrazan en una inocente demostración de afecto tan característica de su tierna edad, contemplan el cielo, dicen una que otra tontería disfrutando la compañía durante un tiempo considerable que transcurre cual agua y que jamás es suficiente.
—¡Amane! ¡Tsukasa!
A lo lejos se escucha la voz de la madre que les busca, sonríen de nueva cuenta. Ha llegado la hora de la comida y ni cuenta se han dado. El mayor se pone en pie y ofrece la diestra a su gemelo.
—Vamos, no preocupemos a mamá.
—¡Sipi! Además — hace una mueca traviesa —Hizo donas.
—¿Donas? ¡¿Enserio?! — abre la boca atónito.
—¡Si! — exclama alzando la brazos con efusividad — ¡Donas!
—¡Donas!
—¡DONAS, DONAS, DONAS, DONAS! — emiten al unísono con ahínco al tiempo que van rápidamente a donde su progenitora.
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Momentos como ese nos llevan a pensar que la vida es buena, que es preciosa y brillante pero, cuando uno experimenta la mayor alegría también se da cuenta de lo frágil que está puede ser y lo caprichoso que es el destino.
Los gemelos continuaron su vida con normalidad, no era extraño verlos correr, rodar, arrastrase y meterse por cualquier lugar de esa enorme morada. Sin embargo, a últimas fechas el más grande no parecía tan entusiasta, ¿acaso tendría problemas? ¿Habría algo que le quitara el sueño? No, Tsukasa no permitiría algo así, debe haber algo que pueda hacer. Amane le ha salvado desde que tiene memoria con su sola existencia, llegó la hora de devolver un poco.
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Corredor principal, días después.
Los gemelos van tomados de la mano al tiempo que sonríen y tararean una pegajosa canción.
—Hay que levantarse temprano para comer el desayuno~ — el más joven.
—Rico, rico desayuno con muchas donas~ — el otro.
En esas iban cuando el primogénito paró en seco.
—¿Amane? — ladea la cabeza confundido.
—Recordé que tenía que decirle algo a papá, ¿podrías adelantarte?
—Mmm… — hace un dulce puchero — Debo cuidar de Amane.
—No tardaré, lo prometo y jamás rompería una promesa; no me quiero comer mil agujas — hace un gesto muy gracioso que provoca la risa ajena.
—¡Está bien! ¡Confío en Amane!
Apenas Tsukasa sale de escena, el niño se deja caer al piso, está mareado, todo le da vueltas y ciertamente le invade el temor pero, nunca mostraría esa faceta a su hermanito, su pequeño tesoro sin importar que tengan la misma edad.
—¡Dios santo!
Alguien le coge en brazos, le remueve y repite su nombre, en su actual condición no está del todo seguro de si es su madre o el padre, solo que la voz es familiar, tan familiar sin embargo, ahora todo es borroso, oscuro, pesado e inentendible.
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Alcoba de los gemelos.
Tsukasa lee con gran interés un libro que encontró hace poco en la biblioteca de la mansión, todavía no es que pueda leer con fluidez pero el lomo de aquel escrito decía algo como salud, era una enciclopedia médica que por obvias razones no pudo devorar en su totalidad pero si lo suficiente para hallar un dibujo de cierta planta y en la descripción palabras sueltas como: ayuda, mejorar, alivia y curar. Si no mal recuerda hay unas así en el jardín. Sale corriendo rápidamente con la ilusión de llevarlas a Amane que hace dos noches duerme con sus padres sin que nadie se haya tomado la molestia de dar razones. Una vez con el botín en mano va a toda velocidad hacia su hermano más se detiene a un costado del umbral, se escucha a una fémina llorar, la madre de los Yugi.
—Es todo lo que puedo hacer por ahora— un médico — Le pido que no realice más actividades físicas y que le tenga vigilado, a pesar de ello me temo que el chico ya… no sé recuperará.
—Mi madre también tenía… ¿no hay cura?
—Mucho me temo — agacha la cabeza — no creo que le queden más que un par de semanas.
La mujer se lleva las manos a la boca para evitar gritar, Amane lucha por respirar así que ni se ha dado por enterado de su crítico estado, lo único en lo que piensa es que debe reponerse para jugar con su hermano. Tsukasa estruja con fuerza las plantas entre las extremidades superiores, con un escalofrío que le recorre la espina y los ojos clavados en algún lugar de la nada. Seguramente hay algo que puedo hacer, se repite en la cabeza una y otra vez como si de un poderoso hechizo se tratase.
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Tsukasa camina por el corredor, con las ideas hechas un caos. No quiere ver a sus progenitores angustiados, no soporta ver a su hermano tan enfermo, con un pie al borde del abismo de la muerte. ¿Qué puede hacer? ¿Realmente habrá una solución? Se lleva la mano al pecho.
—Ey chico…
—¿Eh?
Tiene la impresión de que alguien le llama, quizá fruto de su imaginación pues no conoce a nadie con ese timbre.
—Ey chico. ¿Deseas salvar la vida de tu hermano? Puedo hacerlo.
¿Quién? ¿Cómo? ¿Dónde? Pero lo más importante…
—¿Puedes ayudar a Amane? — el rostro se llena de alegría — ¿De verdad?
—Es algo muy sencillo para mí, más todo tiene un precio. Vida por vida, salvo la suya y tú serás mío.
«—No necesito a un mocoso moribundo con el alma débil, ansío un alma llena de ilusiones, sueños, energía y el don del sacrificio, con todo un futuro por delante.»
«—Amane se pondrá muy triste pero…»
—Está bien.
—Nos volveremos a ver muy pronto ja, ja, ja.
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Habitación de los padres, durante la noche.
El gemelo más grande despierta de golpe, abre los ojos.
—¿Tsukasa?
—¿Mmm?
El mencionado le contempla desde el borde de la cama a la vez que da una mordida a un trozo de pay de manzana.
—Oh, ¿te sientes mejor?
—Ahora que lo mencionas… puedo respirar como siempre.
—Me alegra. ¿Sabes? Ya pronto será nuestro cumpleaños.
—¡Si! Papá y mamá nos darán muchos regalos.
—Aunque ya tengo lo que más quería — sonríe radiante.
—¿Y qué es? — interroga curioso.
—¡Es cierto! Le tengo que avisar a mamá que estás despierto — sale corriendo a toda velocidad.
El más grande le observa con ternura, ignorante de aquel diabólico trato.
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Finalmente llega el día del cumpleaños de los gemelos ahora sentados a la mesa.
Hay dulces, pastel, donas y deliciosos guisos, los progenitores brindan con licor mientras los infantes con jugo, se abrazan contentos, con las caras rebosantes de algarabía. Se da una conversación cálida y agradable. Los papás entregan los obsequios, todo fluye con naturalidad hasta que Tsukasa centra toda atención a su gemelo, le sudan las manos y traga saliva aunque no sea perceptible.
—¿Amane… me quieres?
«—¿Me perdonas por lo que voy a hacer?»
—¡Claro que sí! ¡Te quiero un montón! ¡De aquí a la luna y más lejos!
—¡Wuaaaaa! — se lanza en un efusivo abrazo que les tumba en el piso.
—¡Amane! ¡Tsukasa! — gritan los adultos alterados.
—Estamos bien — asegura el mayor, el otro reposa en su pecho.
—Nunca dejes de quererme.
«—Por favor, no me olvides.»
—Te lo prometo.
—Gracias.
En algún punto del festejo el menor se aleja del grupo, se adentra a una habitación.
—Es hora.
—Bye, bye Amane…
Poco después el mayor entra a la alcoba, no hay nadie ahí pero tiene un sentimiento de nostalgia.
—¿Tsukasa?
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Han transcurrido seis meses desde aquel día.
Los padres de los Yugi han buscado al segundo hijo por todas partes, incluso han pegado carteles y ofrecido recompensas pero es como si la tierra se lo hubiera tragado. Ambos adultos se han centrado enteramente en Tsukasa, olvidando casi por completo al primogénito que en lugar de sentirse desplazado, extraña de sobremanera a su otra mitad. ¿En dónde está? ¿Porqué no regresa? Ya no puede seguir esperando, si los demás no le hallan lo hará por su cuenta. Sale al jardín con intención de abandonar la propiedad cuando a lo lejos ve a un policía que sostiene de la mano a… a… es la madre quien coge entre los brazos a un pequeño de rostro conocido más el aura que emite… ¿Todos esos meses han cambiado a su hermano al grado de volverlo irreconocible? Porque bien puede jurar que ese no es Tsukasa.
—¡Amane!
El recién llegado se aproxima con velocidad y le estruja con las extremidades superiores.
—Volví Amane.
La frase provoca escalofríos en el aludido, no debería sentirse así.
—Si… — responde con torpeza sin atinar a cómo reaccionar.
—Vamos a casa — interrumpe la madre al borde de las lágrimas — Preparemos una sorpresa para papá, estará tan feliz al regresar del trabajo.
Y no fue distinto, los adultos se regocijaban, no cabían de emoción más no era igual con Amane que incluso se sentía ajeno a la situación.
—¿Dónde estuviste? — pregunta la mujer.
—En un lugar muy lejano y oscuro…
—No te fuerces — expresa nervioso el hombre — debió ser muy duro, lo importante es que estás aquí.
—Si, estoy aquí.
Una vez más Tsukasa produce un sentimiento negativo en su gemelo.
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Los días pasan, la convivencia se estrecha y la madre también se da cuenta de que esa cosa no es su hijo, le ha llevado a múltiples santuarios para que le exorcicen pero los sacerdotes y doncellas le han tirado de loca, ignorándole; los más amables le piden que busque ayuda psicológica. Ella se repite que no está desquiciada y en su estado de constante alerta ha notado que la cosa siempre busca la compañía de su otro hijo. ¿Acaso también a el planea llevárselo?
—Amane, mamá necesita tu ayuda — le indica al niño que juega con su hermano.
—También voy.
—No te preocupes Tsukasa, con Amane es suficiente.
La mujer se gira y sigue su camino pero si las miradas mataran, la de esa cosa podría apuñalarla en el acto, no hace falta ver el rostro de aquello para sentir todo su odio. Amane no entiende porque su madre le sostiene de la mano con tanta fuerza.
«—No te lo llevarás también.»
Con el paso de las semanas ya no es sólo la madre, el padre también está convencido de que ese ente no es su amado hijo perdido pero, no pueden ir de buenas a primeras a contarle al primogénito, en primera no es algo posible, situaciones como estás no deberían ocurrir, menos aún tienen el valor de romper el corazón del pequeño de nueva cuenta, ya sufrió demasiado la primera vez con el abandono, con los sentimientos con los que tuvo que lidiar solo, no se puede repetir. Llegados a ese punto toman una decisión, el continuar con la farsa lo más convincente que les fuera posible al tiempo en que, hacían distancia entre los gemelos para proteger al mayor y reanudaban la búsqueda de su adorado Tsukasa, el real. Aún así todo resultó contraproducente, “Tsukasa” pasaba tanto tiempo alejado de su gemelo que no podía contenerse al estar en su compañía, llegando a herirle en numerosas ocasiones aunque claro, al final unas disculpas siempre eran ofrecidas, mismas que Amane aceptaba por culpabilidad.
«—Es mi hermano, claro que lo es. ¿Quién más podría ser?»
El primogénito escondía todas las lesiones, durante tanto tiempo… solo una persona sabía de ellas, un profesor en la escuela que más o menos intentaba ayudar pues sabía que ese niño tenía un futuro muy brillante y que ninguna de sus acciones lograría cambiar nada, solo ese hombre conocía su realidad y aunque prácticamente nada hacia, en su interior si se preocupaba.
«—Será un gran profesor, ¿qué te altera Tsuchigomori?»
Amane para esas fechas ya era un adolescente cansado con una familia desgastada. Los padres llegaron a su límite al no hallar a su hijo… menos cuando llegó cierta mañana… aquella mañana decisiva.
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Amane bajaba por las escaleras adormilado, al llegar al gran salón que estaba de paso para la cocina, se topó con un bulto en el piso, abrió los ojos al máximo y retrocedió aterrado, llevándose las manos a la boca para ahogar un grito, la masa sanguinolenta era su madre, más el golpe en la espalda al hacerse para atrás no fue duro como esperaba así que viró y cayó de sentón, atónito, pálido y lleno de náuseas. De una viga colgaba su padre morado por la falta de oxígeno y con una gruesa soga atada al cuello.
—¿Por… porqué…?
—Se dieron cuenta de los malos padres que son y qué con ellos solo corrías peligro, pero no te preocupes Amane, por fin estamos solos — el menor le tomaba del rostro — eres mío.
—Tú… tú…. — balbucea aún perdido en sus cavilaciones — ¡Eres un monstruo! ¡Tsukasa jamás haría algo así! ¡El nos quería!
—¿Así como tú me quieres? — sonríe grotesco con una mirada siniestra.
—Lo sabía, tu no puedes… ¿en dónde está mi hermano?
—Delante de ti, ¿acaso no me ves?
—¡No juegues conmigo! — se le abalanza.
—Ah~ que magnífica expresión.
—¡REGRESALOS! ¡LOS QUIERO DE VUELTA! ¡MAMÁ! ¡PAPÁ! ¡TSUKASA! — le sostiene por los hombros y azota en reiteradas ocasiones contra el mosaico, completamente fuera de sí.
—¡Eso es Amane! ¡Me gustas mucho así!
—¡CÁLLATE!
El mayor corre a la cocina y busca en los cajones, encuentra el cuchillo más grande y vuelve con el otro, extiende el cuchillo en su dirección, tembloroso, dudando y convertido en un mar de lágrimas.
—Aún si mi muerte trajera al Tsukasa de tus recuerdos de vuelta, no tienes la valentía, solo eres un cobarde que da pena. No puedes tomar la vida de nadie.
Amane cae de sentón, no deja de llorar pero el cuerpo no le responde, prácticamente convulsiona de coraje, miedo y frustración. Le ruega a sus extremidades que hagan un esfuerzo pero nada. El otro le coge del mentón, clava sus ámbares en los contrarios deleitándose con el dolor.
—Eres tan transparente, tan fácil de leer, en verdad me encantas. ¿Tanto quieres salvarlo? — coge las manos de Amane que aún tienen el cuchillo y se apuñala en el pecho — si hubieras esperado un poco más, siendo un fantasma podrías ir a él pero no ahora que eres un asesino. Te amo…
Todo fue demasiado confuso para Amane, solo podía ver el cuerpo de toda su familia, sus manos llenas de sangre y únicamente podía llorar.
«Que inútil.»
Se la paso así durante horas hasta que se decidió a terminar con su vida, la que consideraba una ofensa a los demás miembros de su hogar pero antes, debía entregar sus sueños a la única persona que le tendió la mano, estaba agradecido con el, aún si Tsuchigomori jamás se daba por enterado. Al retornar a casa realiza una llamada.
—¿Si? ¿Operadora? Solo quiero informar que hubo un incidente en casa de los Yugi, la dirección es… Si, todos están muertos, los padres y los dos hijos.
—¿Qué? Espere un momento, ¿quién habla?
Colgó y fue por el mismo cuchillo que le quitó la vida a su hermano falso, atravesándolo en un pulmón, cortando la yugular, con sus últimas fuerzas fue y se aventó a la basura, eso era lo que merecía. Si aquel ser no hubiera tenido algún tipo de interés en su persona, sus seres amados no habrían acabado así.
—Perdón.
Dejó escapar algunas lágrimas y también falleció.
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En el cielo.
Dios escucha el amargo llanto de un alma quebrantada.
—¿Qué sucede? — interroga amoroso.
—Yo no debería estar aquí, mate a mi familia, seguramente mi hermano también… para ocupar su lugar aquello lo…
—¿Quieres verlo?
—Quiero salvarlo.
—El renunció a su vida por ti y te has suicidado.
—¿Eh?
—¿Ya no recuerdas? Estuviste a punto de morir por una enfermedad pero ese no era tu destino. Esto es lo que hacen los humanos con el libre albedrío. Pobre niño que te has involucrado con espíritus. Te daré una oportunidad, realiza un trabajo para mí, mantén el equilibrio entre humanos y espíritus y perdonaré todos tus pecados, podrás ver a tu hermano, el también es un inocente, solo necesitas hacer…
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En la actualidad.
Kako, el misterio escolar que custodia el pasado observa en silencio a Hanako, los demás hacen lo mismo.
—Me parecía raro que uno de los espíritus que vigilan la escuela no haya muerto aquí. Las almas quedan ancladas a su lugar de fallecimiento que debía ser tu casa — Tsuchigomori — Así que has roto la unión de este mundo con el otro para que al ser restaurada no exista la barrera que no te deja salir de la escuela, incluso conociste a una sacerdotisa con gran poder espiritual, capaz de romper yorishiroos o… purificar la casa roja. Mmm djiste que ya no irías a ningún lugar…
—Estando muerto cualquier lugar es ninguno. Pero aún hay algo que debo hacer y por fin llegó la hora — sonríe confiado — ¡Haku-jodai! — se pone su capa.
—Hace décadas que no veía esa expresión en tu rostro, si que estás motivado. Pero no creas que irás solo, no está vez.
—¿Uh? ¿Enserio? Es más cómodo para mí. — hace ojitos de cachorro.
—Eso no funcionará.
—¿Con quién crees que hablas? — dice el zorro de las escaleras de Misaki.
—Con o sin título — Shijima.
—Somos los siete misterios de la academia — Mitsuba.
Hanako agacha la mirada un segundo, luego empuña su cuchillo y lo apunta al frente.
—Disculpa la tardanza, voy a salvarte como tú hiciste por mi.
«—Aún te amo Tsukasa, jamás te olvidé.»
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En la casa roja.
Hanako y compañía pudieron llegar al lugar con facilidad, demasiada para ser sinceros y eso gracias a la conexión que Teru creó con ayuda de la reliquia robada en aquel templo, una vez todos en el lugar los entes demoníacos intentaron acabar con todos, engañándolos, golpeándolos en las heridas más profundas del alma hasta casi volverlos locos, aunque de por si carecen de sentido común, haciéndolos pelear entre ellos donde el encuentro más increíble fue entre el experimentado exorcista y el séptimo que finalizó con este como vencedor usando una distracción ruin pero nada de eso importaba, Hanako solo escuchaba las palabras de Nene y Minamoto que trabajaban en la purificación del lugar con la ayuda de un recuperado Tetsu que… ¿se había dejado vencer?
—¡No te detengas!
Mientras Tsukasa se había quedado dormido al sentirse extrañamente agotado, se tallaba los ojos y veía a alguien entrar a la habitación, era muy alto y distinto a como lo recordaba, pero no lo dudó un instante.
—¡Amane! — se lanzó a sus brazos sin dejar de llorar —¡No deberías estar aquí pero te extrañe tanto!
—Yo también — si bien no deja fluir las lágrimas, el dolor se refleja perfectamente en sus pupilas — No pude hacerlo bien, perdóname, soy…
—Mi hermano, siempre eres lo mejor para mí.
Hanako le abrazo aún más fuerte, que distinto a aquel encuentro con aquella cosa, puede sentir el calor, los latidos aún siendo solo alma y la emoción de su hermano tal cual lo recuerda hace más de cincuenta años. Por fin juntos.
—Ejem… — Teru se aclara la garganta — Muy lindo y todo pero, ¿ahora qué? ¿Cómo se arreglará el desastre que han hecho?
—¿Hemos? — le mira el séptimo decepcionado de manera ligeramente graciosa — Pues tu contribuiste.
—¿No tienes miedo del castigo? — Minamoto.
—Para nada joven, Tsukasa vale toda la pena.
—Hanako-kun… — Nene aprieta la tela de su vestido entre las manos, mismas que sostiene el aludido entre las suyas.
—Y no lo habría logrado sin mi estupenda asistente, muchas gracias Yashiro, fui muy feliz al conocerte.
—¡No lo digas así! ¡Suena como un adiós y yo no…!
—Tampoco yo pero eso solo depende de Dios y lo que decida hacer conmigo.
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En el colegio.
Nene sale del aula de camino a los sanitarios cuando a sus oídos llega una conversión.
—¿Lo has escuchado? Si tienes algún problema puedes ir al baño de mujeres, tocar la puerta tres veces y preguntar por Hanako-san. Cumplirá tu deseo pero a cambio pide …
—¿P-pide…?
—Donas, le gustan mucho.
Yashiro sonríe, vaya que el precio por un deseo ha bajado bastante, seguramente porque ya no existen tan fuertes restricciones entre humanos y espíritus buenos, a los malos aún se les exorciza. La chica toma el picaporte y escucha unas animadas risas, al entrar se encuentra con una cálida escena, de los hermanos en plena demostración amorosa pues Tsukasa no deja de besuquear la mejilla de Amane.
—Me da mucho gusto verlos tan contentos Hanako-kun.
—¿Me dices a mí? —Amane.
—¿O a mi? — Tsukasa.
—Es un poco confuso que ambos sean ahora el séptimo misterio… Tsukasa-san será Hanako-san y Hanako, Hanako-kun.
—Oh, jo, jo, jo, así que somos más cercanos, ¿eh? — le dice Amane con fingida sensualidad.
—Es natural, tenemos más tiempo de conocernos. Aún así espero que nos llevemos bien Hanako-san.
Este le sonríe con amabilidad.
—A mi ya me agradas, cuidaste de Amane en mi ausencia.
—Solo tres años y podrán ir al cielo — la chica — aunque los voy a extrañar.
—Te estaremos esperando, seguro que nos encontramos de nuevo — el más joven.
—Aunque por ahora…. — el mayor muy divertido con un trapeador en la mano — a limpiar.
—¡YA NO QUIERO LIMPIAR MÁS BAÑOS!
—Quizá podría encontrar la manera en que lo hagas para siempre — Amane pensativo.
—¡NOOOOO!
Tsukasa es testigo de la escena, siempre supo del destino de su hermano, era imposible que no lo hiciera pues aunque estaban en distintos planos espirituales, aún estaban en la misma casa. No fue grato enterarse a través de aquel espíritu que le secuestró, que su persona favorita se había quitado la vida y lanzado a la basura, mucho menos el no haber podido consolarle en su forma espiritual puesto que jamás llegó a verlo, sentía que sus acciones egoístas le habían acorralado, sentía que le había fallado y que quizá le odiaba y le había olvidado pero, todo este tiempo, solo estuvo buscándolo. Toma la mano de Hanako-kun que aún molestando a Nene le aprieta con fuerza. Aunque no lo parezca uno siempre está pensando en el otro, porque hay un vínculo indestructible entre ellos y ese es el amor, el amor que todo lo puede así tenga que hacer sacrificios, desvirtuar y torcer la realidad, los gemelos solo deseaban estar juntos para siempre y Dios escuchó el más profundo e inocente deseo en el corazón de ambos, porque sin importar los contratos con entes demoníacos, o el que jamás buscaran hacer el mal a nadie a pesar de su tragedia, y que incluso protegieran a los que les rodeaban, le hizo merecedores de otra oportunidad.
—Te amo Amane.
—También te amo Tsukasa.
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Notas finales.
Este no es un fic que trate de buscar teorías ni nada, solo es algo que quería escribir y me gusta centrarme en los sentimientos :3. Muchísimas gracias por leer :3. Nos leemos en otra de mis historias. Y sipi, se que va rápido, un día con más calma quiero hacer otra historia de esta parejita que me gusta aunque con más romance 7//////7.


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