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Crushed little Star. por Starkiller

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Notas del fanfic:

Una peuqeña historia que surgió del aislamieto y la ansiedad, espero y la disfruten :)

Shingeki no Kyojin y sus personajes no me pertenecen sino a Hajime Isayama.

 

Notas del capitulo:

Holi, aquí escribiendo después de una eternidad, es la primera vez que me animo a escribir un long fic, solo pido paciencia para la actualización del fic.

Será lento pero constante c:

En aquella tarde lluviosa el más joven de los  Jaeger en lo único que podía prestar atención era en aquella mosca que se golpeaba una y otro vez contra el cristal en su vano intento de escapar de la habitación, deja escapar un suspiro, él podía entender perfectamente el sentimiento de asfixia que provoca el auditorio donde estaba, con sus luces de neón que provocan un brillo enfermo en todos los que tenían las desdicha de encontrarse ahí.

Sin dudarlo podría dar un riñón por salir de ahí y no solo eso, podría  daría un riñón la mitad de su hígado y su ojo izquierdo por jamás tener que volver a poner un pie en ese apestoso auditorio, tal vez sonaba ridículo y dramático pero  es que a él siempre el drama se le daba bien o al menos eso era lo que decían sus amigos.

Igual no había más remedio, tenía que regresar ahí por los menos una vez por semana esa era una de las muchas condiciones que Zeke le había impuesto después del “incidente”, o así era como su “hermanito” mayor  llamaba a la sobredosis que se provocó, Eren pensaba que eran exageraciones  el hacer un accidente más grande de lo que era pero solo le bastaba recordar la cara de pánico de Armin al encontrarlo ahogándose en un charco de vómito blanco para empujar aquellos pensamientos y obligarse a al menos tratar de escuchar la perorata que soltaba la persona enfrente de él.

Después de la breve introducción por fin llegó el momento que más temía, el presentarse ante todos y contar su experiencia, lo único que mejoró un poco su funesto humor fue el hecho de ver que no era el único nuevo, dos asientos más adelante se encontraba la otra nueva, una chica bajita que no pesaría más que un poodle miraba a un punto indefinido sin interés, al parecer no era el único que estaba ahí por obligación.

Eren trató de tomar nota de cómo la extraña se estaba presentando para no hacerlo tan mal él mismo pero lo único que logró rescatar de la perorata que soltó la chica fue su nombre, Historia eso y que  le daba un aire a su amigo Armin.

La pequeña chica terminó y se dejó caer en su asiento con un suspiro.

Era su turno, limpió el sudor de sus palmas e hizo un carraspeo, odiaba hablar enfrente de una multitud y más aún para contar sobre su patética persona pero prometió que haría un intento, pasó la lengua por sus labios antes de empezar.

—Mi nombre es Eren Jaeger, llevó un mes limpio— se detuvo ante los aplausos del auditorio y sucedió, la mente se le puso completamente en blaco y olvidó el discurso que había planeado en su cabeza, tomó demasiada consciencia  de los ojos que lo observaban y comenzó a sentir náuseas, volvió a secar el sudor de sus palmas en sus roídos jean y  no tuvo mejor idea que buscar con la mirada a  Hannes, su sponsor, para que lo sacara de aquella situación, Hannes solo lo miró y lo  instó para que continuara, pero ¿con qué? Al parecer su cerebro había decidido olvidar totalmente quién era él.

—Puedes sentarte Eren, cuando te sientas más cómodo podrás compartirnos más sobre tu experiencia—lo salvó Hannes al verlo ahogarse en sus propios nervios.

Al sentarse pudo escuchar un “idiota” proviniendo de la enana ¿cuál era su nombre? Ah sí, Historia, pues que le dieran a Historia y su ridículo nombre y a todos en aquella asquerosa reunión, odiaba estar ahí, odiaba a Zeke y a sus estupidas condiciones, odiaba a la chica nueva y se odiaba a sí mismo por obligarse a estar ahí.

Después de casi una hora de regodearse en su propia miseria y vergüenza por fin terminó la reunión, su primer impulso fue brincar fuera de sus silla y correr hacia la salida pero de nuevo la suerte no estaba  a su favor ya que  Hannes lo detuvo antes de siquiera alcanzar la puerta.

—Eren espera—dijo sosteniéndolo del brazo— Sé que esto es difícil y para algunos puede ser intimidante venir y hablar sobre sus problemas pero recuerda que estoy para tí si quieres hablar.

—Claro, gracias.—balbuceo en un claro intento de escapar pero Hannes no liberaba el agarre de su brazo

—Lo digo enserio Eren— Hannes se miraba mortalmente serio muy lejos de la imagen de bonachón que había proyectado la primera vez que se habían conocido, sin saber porque esto sólo aumentó el enojo del joven.

—Claro todos quieren ayudar hasta que ya no, mira Hannes de verdad aprecio muchísimo el ofrecimiento pero en verdad preferiría masticar cristal que pasar otro sábado encerrado aquí con otro montón de adictos hablando sobre lo miserable que es nuestra vida de adictos— soltó sin pensarlo, la había cagado y lo afirmo cuando vió la cara sorprendida de Hannes— Mierda, no quise decir eso, o sea venir aquí si es un dolor de muelas pero no es nada contra ti Hannes es solo que no ha sido un buen día—soltó apresuradamente tratando de arreglar su cagada y recordó las sabías palabras de Connie  “si la cagas no la embarres” entonces decidió callar de una buena vez.

Hannes parpadeo un par de veces antes de soltar una carcajada, ante la cara de incredulidad del menor se detuvo mientras se aclaraba la garganta —Me alegro que hayas comenzado a externar tus pensamientos muchacho comenzaba a preocuparme que te sentirías demasiado intimidado por las reuniones, es bueno que tengas un espíritu tan… apasionado, aún así, Eren para lo que necesites tienes mi número— decía el hombre mientras se despedía con la mano y se enfilaba a la mesa donde había café y panecillos varios.

Eren suspiró, al parecer la metida de pata no fue tan grave, incluso hizo reír a Hannes, le tomó unos cuantos segundos recordar que estaba emprendiendo su huida, caminó el escaso metro que le faltaba para salir y abrió la puerta, el aire frío de la tarde lo recibió si fuera por él se habría marchado de inmediato pero había quedado con Zeke para almorzar y tenía que esperarlo como el perrito faldero que se sentía en esos momentos.

Resignado encendió un cigarrillo esperando que el olor que quedará impregnado en su ropa y cabello molestará a Zeke, tan distraído estaba que cuando tocaron su hombro pego un brinco tirando el cigarrillo, mierda ese era su último cigarro yaciendo en la asquerosa calle, estaba a punto de tener un colapso ¿qué más le podía pasar? Solo faltaba que lo orinara un perro para coronar ese día.

—No quise asustarte pero ¿podrías prestarme tu encendedor?— Escuchó una voz grave al lado suyo estuvo a punto de morder a quien sea que estuviera ahí pero al girar con su mejor mueca de enojo no vio a nadie hasta que bajó la mirada y vio al más bajo estuvo a punto gritarle, ¿quién se creía espantándolo así? Antes de hacerlo reflexionó ¿en verdad valía la pena pelear con un extraño? Realmente no y estaba seguro que era alguien de su grupo y no quería tener problemas tan pronto con alguien, resignado a calmar su furia de otra forma le tendió el encendedor.

—Tú eres el mocoso que se congeló ¿no es cierto?— preguntó el extraño mientras aceptaba el encendedor.

—Sí así es, yo soy el imbécil que se quedó pasmado y más importante que eso me debes un cigarrillo— dijo mientras recibía de vuelta el encendedor, aprovecho para darle una mejor mirada al extraño, le impresión que a pesar de su estatura se viera tan amenazante tal vez eran los ojos grises que parecían desollarlo vivo o  la mueca de fastidio que le estaba lanzando en estos momentos.

—Y yo que pensaba que no podías hablar—soltaba el desconocido mientras le tendía un cigarro.

Eren lo miró con detenimiento esperando que de alguna manera aquello fuera un trampa o un ofrecimiento engañoso, sus años de junkie le habían enseñado que no debía confiar en la amabilidad de los extraños.

—Lo vas a tomar o qué—le apuraba el más bajito —al parecer solo reaccionas en ciertos lapsos de tiempo.

El más joven rodó los ojos mientras tomaba y encendía el cigarrillo después de una larga calada por fin se dignó a hablar.

—Si a veces tengo momentos de lucidez cuando esta enfermedad que me aflige me deja en paz

—¿Así y se podría saber cuál es ese terrible mal que te atormenta?

—Ser un imbécil crónico mi buen señor —soltaba Eren mientras se jalaba de los largos cabellos castaños con fingida pesadez, su interlocutor lo miro, pestañeo un par de veces antes de soltar una carcajada seca.

—Creo que muchos de los que estamos aquí sufrimos de lo mismo ¿tu nombre es Jaeger cierto?

—Si, fue el único dato que pude recordar estando allá.

—Por aquello de congelarte no te sientas tan imbécil muchos antes que tú han hecho el ridículo además no es fácil enfrentarse al juicio de la gente aunque esa gente también sean un montón de adictos, lo que importa es que lo intentas y eso mocoso si requiere valor— le decía Levi mientras terminaba su cigarrillo y buscaba donde botar la colilla, aquel extraño le había levantado los ánimos y mejorado su mañana, una sonrisa escapó de sus labios.

—Tal vez podrá sorprenderle pero esto es lo más alentador que me han dicho en toda la mañana.

—De nada, soy un ferviente creyente de que la violencia es la mejor manera de educar a los mocosos descarriados.

Eren divertido por el pique que traía con el extraño estaba a punto de replicar cuando escuchó la bocina del auto de Zeke, de repente se sintió muy abochornado por la presencia de su hermano mayor y rápidamente se dirigió al auto de este casi olvidando despedirse de su nuevo “amigo” se giró y se despidió con la mano y ya dentro del auto recordó que ni siquiera había tenido la cortesía de despedirse y antes de que su hermano arrancará sacó medio cuerpo por la ventanilla del auto.

—Oh mi violento señor si usted logra sacar un poco de consideración con este pobre imbécil y podría proporcionar su honorable nombre, solo si su amabilidad y nula paciencia se lo permiten— gritaba Eren desde el auto de su hermano ante la mirada confusas de las personas que transitaban por ahí.

El pelinegro frunció el ceño al ver el espectáculo que estaba montando el más joven y levantó el dedo medio mientras el castaño con un puchero agitaba la mano en su dirección mientras que el chofer del auto trataba de meterlo dentro del auto, resopló y se maldijo por ridículo.

—Levi, ese es mi nombre, ahora deja de gritar, mocoso imbécil.

 

Notas finales:

Muchas gracias por leer.

Alguna sugerencia, tomatazo o algo en los reviews :)

Nos leemos en el siguiente episodio.


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