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Las estaciones del amor por Orionrp1-

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Notas del fanfic:

Esta es una adaptación de un pequeña obra propia que pronto tendrá su propia animación, espero recibir su apoyo en el canal de Youtube.

Notas del capitulo: ¡Hola! Antes de que prosigas con la lectura, te invito a pasarte por el link que está en la descripción de mi biografía. Allí encontrarás el resto de mis redes sociales y algunos datos interesantes ??‘?
 

Era una tarde lluviosa cuando esta historia comenzó. 
De la lluvia no se sabe si era por una causa natural o si era el mismo cielo llorando por sus hijos caídos en combate, pero si puedo dar constancia de que la familia de aquel castillo estaba aterrada por lo que ocurría fuera de sus murallas. Pues no todos los días se libraba una batalla que decidiría el destino, y si bien las cosas siempre casi siempre habían sido favorables para ellos, esta vez no parecía que el destino les aguardará algo bueno y aunque para el pequeño príncipe las cosas nunca fueron fáciles, esta vez todo apuntaba que él seria el premio para quien se proclamará vencedor. 

Incluso allí, en plena guerra, podía verse que no era más que un niño asustado, alguien no apto para la lucha pese a haber nacido en una familia en cuyas venas corría la sangre de grandes comandantes. Aun así, mostraba otras grandes virtudes que bien podrían haberle servido para gobernar, pero que solo servían en tiempos de paz, algo casi impensable para la sanguinaria época en la que llegó al mundo. 

Pese a todo eso y de ser un omega frágil, el príncipe Izuku nunca había pasado por un mal trato. Todo lo contrario, pues era considerado el mayor tesoro de sus padres y su nacimiento habia sido considerado un milagro al ser ellos muy mayores como para concebir. Así que podría decirse que creció rodeado de amor, en un hogar cálido donde nunca tuvo un mal ejemplo y en un reino donde su padre jamás fue cruel con sus leales y mucho menos con la pobre reina, cuyo corazón siempre se llenaba de preocupación cada vez que su amado esposo debía conducir a sus soldados en la guerra. 

Ella la odiaba, no le gustaba exponer así la vida de los soldados y tampoco la de su esposo, pero las cosas habían sido así desde que tenía memoria, nada podía cambiarse cuando ya todo tenía casi un siglo de haber comenzado. Porque incluso en sus primeros años, ese conflicto bélico había sido considerado una pérdida de tiempo, algo de lo que avergonzarse, pues una sola palabra pudo haberlo terminado, pero dicha palabra nunca fue pronunciada y las generaciones futuras tuvieron que sufrir por sus antepasados.

Por esa razón, es que en esa horrible tarde de diciembre, en un afán de protegerlo y hacerle ver que pronto todo terminaría. la reina abrazaba a su pequeño hijo, el cual no mostraba más que unos ocho años de existencia y un rostro que a cualquiera le hubiera parecido hermoso. Eso último lo había heredado de su madre, y las doncellas solían decir que nunca existió una princesa más hermosa que la señora Inko en su juventud. Pero no es tiempo de bagatelas, pues mientras ocurría semejante drama en el corazón de la reina, otra mujer también tenía miedo por su futuro.

Y es que en el campo de batalla no solo había hombres jugándose la vida, también había mujeres valientes que se habían enlistado para darle fin a esa guerra. Una de ellas era Mitsuki Bakugou quien, como cinco generaciones atrás, seguía al lado del rey sin mostrar su verdadero sentir y aunque había dejado un hijo en casa, tenía la confianza de que estaría bien cuidado si en esa batalla le ocurría algo como a varios de sus familiares. Ella no se mostraba conforme con la guerra, pero de su victoria dependía que su único heredero jamás probará los sinsabores de causar una muerte. 

No había duda de que estaba preparada para sacrificar su vida, tampoco de que amaba el honor de ser la mano derecha del rey, podría decirse que Mitsuki estaba preparada para todo, para todo menos lo que ocurrió al final de la batalla. Porque cuando todos estaban esperando una victoria absoluta en ese último día, una baja cambio el destino de todos para siempre.

Porque cuando todo terminó, los que estaban en el salón del trono escucharon un gran grito, como si hubieran herido a un gran señor feudal. Entonces el príncipe se aferró a su madre, temeroso de lo que pudo haber ocurrido con la batalla, con todo el miedo que puede sentir alguien condenado a muerte. 

Pero quiso el cielo que al abrirse las puertas del gran salón, no fueran los enemigos quienes entrarán, sino el poderoso rey Hisashi conduciendo a un séquito de soldados que habían vencido. 

— ¡Padre! — Izuku se soltó de los brazos de su madre y corrió hacia el fornido hombre que nunca dudaba en tomarlo en brazos — ¡Padre has ganado otra batalla! — la sonrisa del pequeño príncipe pronto se desvaneció al llegar junto al rey, porque si bien todavía se mostraba fuerte ante sus soldados, había una gran herida en su costado — ¡Padre! ¡Padre! ¡Alguien haga algo! 

Nadie se atrevía a moverse de lo conmocionante que era dicha situación, como si siempre hubieran esperado que el rey fuera un ser inmortal destinado a llevarlos a la paz. Sin embargo, el príncipe Izuku sintió una enorme tristeza al ver a su padre con una herida de tanta magnitud.

— No hay nada que hacer — le interrumpió el rey — mis días están por terminar, pero tu reino debe ser estable... — podía notarse el dolor que atravesaba el cuerpo del hombre, pero este aun no podía ni quería darse por vencido — debes ser un buen.... debes ser un buen muchacho y cuidar de tu madre. No te pido que tomes venganza por mi muerte, pero ten cuidado en quien confías.

— Padre, no diga eso, mis años son pocos y... — el niño detuvo sus palabras al ver que la sangre no parecía detenerse pese a la gruesa tela que su padre apretaba contra la herida — Padre...

Parecía que estaba a punto de llorar, aunque no era el único, porque la propia reina había notado la situación y dudado en avanzar hacia su esposo.

— Debes ser un buen rey... — sus voz era firme, digna de la que debería tener un monarca con todos esos años de experiencia — confia solo en mis leales y....

— ¡No! — con un enorme pesar, Izuku se abrazó a él y comenzó a llorar de la impotencia — ¡No puedo hacer esto sin tu apoyo!

— Basta — dijo el general Toshinori, quien no se había separado del rey y de una forma abrupta tomó al príncipe y lo separó de su padre — deja que nuestro señor tenga dignidad en sus últimas palabras.

En cualquier otro día, las duras palabras de su maestro de armas le hubiera hecho llorar aun más, pero al ver como su padre ya pronto no podría mantenerse de pie, el príncipe Izuku se tragó sus lamentos, aunque sus lágrimas siguieron corriendo por sus pálidas mejillas, como la prueba más fiel de que amó al hombre que lo cuidó a pesar de ser un omega y no un alfa.

La situación tampoco era agradable para el valiente guerrero, él nunca se imaginó que llegaría a tener que despedirse de su amado hijo de una forma tan poco honrosa. Él esperaba morir de viejo, de ver crecer a los hijos de su hijo, pero el tiempo pronto se le agotó y solo pudo decir unas últimas frases.

— Izuku Midoriya, aquí, frente a todos mis leales, jura que serás un buen rey.

 


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