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Los limites de JiHoon por DenisseZepol

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JiHoon no podía recuperar el aliento. Las cuerdas alrededor de sus muslos hasta su pecho lo mantenían abierto. Una vez más, tuvo la sensación de estar expuesto, sólo que esta vez, no le importaba. Se pasaría el resto de su vida desnudo si eso significaba que llegaría a experimentar más del placer que había experimentado en las manos de SeungCheol. 


 


Había pensado que las restricciones lo asustarían muchísimo, y lo hicieron un poco. Pero cuanto más tiempo estaba atado en la cama, más libertad sentía. Estaba atado, limitado y restringido. Podía dejar que todo siguiera igual y sentir. 


 


Y, oh jodido infierno, que si sentía. Parecía que cada toque único de las manos de SeungCheol en su cuerpo, cada lamida de su lengua o cada cepillada suave de piel contra piel, era amplificada y más intensa que cualquier cosa que jamás hubiera sentido. 


 


Estar con los ojos vendados solo mejoraba la experiencia. No podía decir en qué lado iba a tocarlo, ni cómo. La anticipación era un placer en sí misma. Y de alguna manera, JiHoon sabía que SeungCheol lo sabía. 


 


―Creo que debería mantenerte atado y clavado a mi polla, amor ―dijo SeungCheol cuando por fin dejó de moverse―. Te ves perfecto de esta manera. 


 


―Está bien ―le susurró JiHoon, no estaba muy seguro de con qué había estado de acuerdo, pero estaba dispuesto a decir cualquier cosa para mantener el placer. 


 


SeungCheol se rio entre dientes. ―Eso nos haría trabajar un poco más duro, a nosotros dos. 


 


JiHoon no entendía cómo SeungCheol, podía hilar dos palabras juntas y mucho menos hablar. Sentía como su cerebro era una papilla como su cuerpo. La sensación de la polla de SeungCheol estirando los músculos de su culo estaba más allá de todo lo que había imaginado. 


 


Si sólo el hombre se moviera. 


 


JiHoon estaba desesperado porque SeungCheol se moviese, respirara. Demonios, JiHoon estaba desesperado porque SeungCheol hiciese cualquier cosa. Si algo no sucedía pronto, iba a explotar. ―¡Amo, por favor! 


 


Todo el cuerpo de JiHoon se puso tenso cuando las caderas de SeungCheol se movieron hacia delante, introduciendo la gran polla del hombre más profundamente en su culo. 


 


―¿Es esto lo que quieres, amor? 


 


―Síííí ―susurró JiHoon cuando SeungCheol se hizo hacia atrás y la gruesa cabeza redondeada de su polla rozó su punto―. Oh, dioses, ¡sí! 


 


Sus manos se crisparon, en busca de algo a lo que aferrarse, pero estaba limitado por las cuerdas. Estaba restringido y rodeado casi totalmente por SeungCheol. Y por una vez, la sensación de tener su espacio personal invadido fue una sensación maravillosa. 


 


JiHoon gritó cuando SeungCheol comenzó a moverse. Apretó la frente contra el colchón y la utilizó como palanca para impulsar su culo hacia el hombre golpeando en él. Cada empuje era estremecedor, cada retirada agonizante. JiHoon no podía decir cuál le gustaba más. 


 


Por suerte, estaba limitado por lo que no tenía que elegir. Sólo tenía que estar ahí y dejar que SeungCheol hiciera lo que quisiera. JiHoon nunca se había sentido tan libre en su vida. Lo más difícil era cuando la polla de SeungCheol se estrellaba contra su apretado y dolorido agujero, JiHoon comenzó a sentirse en paz consigo mismo. 


 


Era una reacción extraña. Lo sabía. Sólo que no le importaba. Por primera vez en su vida, alguien estaba tomando las decisiones de sus manos y dándole órdenes que sólo le producían placer. ¿Podía haber algo más perfecto? 


 


―Quiero escucharte, amor ―dijo SeungCheol cuando comenzó una serie de compresiones rápidas y cortas. 


 


JiHoon abrió la boca y dejó que hasta la última gota de placer se derramase de sus labios. Sus fuertes gemidos llenaban el aire hasta que todo lo que pudo oír fue el sonido de sus propios gemidos y las bofetadas del cuerpo de SeungCheol contra el suyo. 


 


―Así, precioso ―murmuró SeungCheol mientras acariciaba con sus manos los brazos atados de JiHoon―. Así, perfecto. 


 


―Amo ―Gimió JiHoon. 


 


―Creo que voy a mantenerte así, JiHoon. 


 


JiHoon no sabía cómo sería eso posible, pero lo era todo para él. 


 


―Cada vez que estés conmigo, serás atado de alguna manera, limitado para mi placer. 


 


―Sí, Amo. 


 


―¿Te gusta esa idea, amor? ―preguntó SeungCheol mientras continuaba empujándose―. ¿Quieres estar limitado para mi placer, para que pueda tocarte cuando quiera y como quiera? 


 


JiHoon tragó con tanta fuerza que su garganta le dolió. ―Sí, Amo, por favor. 


 


―¿Estás listo para correrte, amor? 


 


¡Oh, dioses! Estaba listo. JiHoon no pensaba que fuera a durar el tiempo suficiente para que su Amo le diera la orden. Estaba luchando muy duro para no correrse, pero la sensación de la polla de SeungCheol empujando en su culo, estirándolo y llenándolo, le estaba haciendo más y más difícil hacer lo que le había ordenado. 


 


Y no quería decepcionarlo, cuando el hombre le había dado tanto placer. Quería regresar y experimentar una y otra vez. Infiernos, no quería irse nunca. Si pudiera hacerlo a su manera, se quedaría atado y atravesado por la polla de SeungCheol. 


 


―Por favor, Amo ―se quejó JiHoon. 


 


―Ya que lo pides tan agradablemente... 


 


JiHoon gritó cuando las manos de SeungCheol se apoderaron de las cuerdas que iban por la mitad de su espalda. La frase ‘montado duramente’ de repente llegó a su mente cuando SeungCheol comenzó a montarlo como un poseso. Estaba usando las cuerdas anudadas en su columna para hacer palanca atrayendo el cuerpo de JiHoon en su contra. 


 


JiHoon se dio cuenta de que no podía llegar a su polla. ¿Cómo se suponía que iba a correrse si no podía llegar hasta su polla y masturbarse? ―¿A-Amo? 


 


―Córrete. 


 


Fue un simple orden. Una pequeña palabra. Y fue lo suficientemente potente como para extraer el orgasmo de JiHoon directamente. Su grito de liberación hizo eco a través de la habitación mientras la presión detrás de sus huevos explotaba de la parte superior de su polla. 


 


Pero no terminó ahí. SeungCheol, al parecer, no había terminado con JiHoon. Continuó follándoselo con un ritmo rápido, llenando el culo de JiHoon una y otra vez con su gruesa polla. La polla de JiHoon no se suavizó. 


 


Justo cuando pensaba que no podía soportarlo más, e incluso abrió la boca para pronunciar su palabra de seguridad, SeungCheol se congeló encima de él. Las manos de SeungCheol se tensaron alrededor de las cuerdas, tirando de ellas hasta el punto del dolor. 


 


―Córrete, amor. 


 


¡Oh, diablos! 


 


JiHoon gritó cuando su polla entró de nuevo en erupción ante la orden. El placer barrió a través de él y se vio agravado por los chorros de esperma que SeungCheol disparaba en el condón que rodeaba su polla. A pesar de la delgada capa de látex, entre ellos, JiHoon podría sentir cada chorro caliente. 


 


JiHoon estaba en la cama, jadeando cuando su orgasmo empezó a desvanecerse. Manchas de luz brillaban en su visión cuando abrió los ojos. Parpadeó rápidamente hasta que desaparecieron. Inclinó la cabeza y trató de echar un vistazo a SeungCheol. La venda se había deslizado de sus ojos, y JiHoon pudo ver a SeungCheol perfectamente. 


 


―Ssshh, amor ―cantó en voz baja mientras acariciaba la piel sensible de JiHoon con sus manos―. Sólo quédate así por un momento y recupera el aliento. Te voy a liberar en un minuto. 


 


JiHoon gimió, medio en señal de protesta, medio en señal de alivio, cuando SeungCheol se retiró de él. Oyó un pequeño gemido que venía de SeungCheol y un momento después, el sonido de un condón lleno siendo arrojado al contenedor de basura. 


 


JiHoon trató de hacer lo que le había ordenado, y sólo se quedó allí, pero cuando el hombre salió de la cama y salió de la habitación, comenzó a sentirse incómodo. ¿Dónde infiernos iba SeungCheol? ¿Sólo iba a dejarlo allí, atado, ahora que había conseguido lo que quería? 


 


―¿Amo? 


 


SeungCheol volvió a entrar por la puerta por la que había salido con un paño mojado en la mano. Arqueó una ceja hacia JiHoon mientras se acercaba a la cama y empezaba a limpiarlo, limpiándolo desde la cabeza hasta el culo. 


 


―¿Creías que te había dejado, JiHoon? 


 


JiHoon sintió que su cara se sonrojaba cuando se encogió de hombros. 


 


―Te dije que nunca te dejaría atado, JiHoon. ―Pero, lo hizo ― JiHoon protestó. 


 


―Solo fui al baño para coger una toalla. No me iba. ― SeungCheol arrojó la toalla hacia la puerta del baño y luego se sentó en un lado de la cama. Comenzó a desenrollar las cuerdas, cuidando de frotar la piel de JiHoon mientras lo hacía―. Tienes que aprender a confiar en mí, JiHoon. 


 


JiHoon asintió. ―Lo intentaré, señor. 


 


―Vas a aprender, amor, te lo prometo. 


 


En el momento en el que estuvo libre, JiHoon se sacó la venda de la cabeza y rodó sobre su espalda para poder ver el rostro de SeungCheol mientras hablaban. Necesitaba saber que el hombre estaba diciéndole la verdad y no sólo decía lo que pensaba que quería oír. 


 


―Sé que se necesita tiempo para construir ese tipo de confianza, y estoy dispuesto a ser paciente, JiHoon. Pero tienes que intentarlo. No estoy dispuesto a esperar por siempre para que confíes en mí. 


 


JiHoon asintió, tenía demasiado miedo de que SeungCheol se enojara con él si expresaba los temores que crecían dentro de él. Ahora que ya no estaba atado, no se sentía tan seguro como lo había hecho cuando SeungCheol lo estaba follando. 


 


Esto era diferente. Esta no era una fantasía hecha realidad. Esto era real. SeungCheol fácilmente podría tener a cualquier hombre que quisiera. Por qué lo querría con un jodido loco que no podía soportar que invadieran su espacio personal, JiHoon nunca lo sabría. 


 


―Lo intentaré, Amo, se lo prometo. 


 


SeungCheol sonrió, e incluso llegó a sus hermosos ojos de color gris claro, pero también había un poco de tristeza. ―Lo sé, amor. No espero menos de mi sub. Sin embargo ― SeungCheol se volvió y agarró algo de la mesita de noche. Cuando se volvió, sostenía una cuerda de color gris trenzada en su mano―. Creo que esto te ayudará. 


 


―¿Una cuerda trenzada? 


 


―Es algo así como un collar, pero no lo es. Quiero que la uses cuando no estemos juntos. Creo que te va a ayudar a recordar que me perteneces, y que siempre estoy contigo de alguna manera, y que soy el único autorizado a entrar en tu espacio personal y empujar tus límites. 


 


JiHoon tragó saliva al ver a SeungCheol atar la cuerda trenzada alrededor de su muñeca. Era gris, pero de tres diferentes tonos de gris, desde el gris claro hasta el gris oscuro. JiHoon podía sentir los ojos de SeungCheol en él cuando miró la pulsera de cuerda, girándola alrededor de su muñeca con la otra mano. 


 


De repente, JiHoon se sintió mejor. No se sentía tan vacío como lo había hecho cuando SeungCheol le había quitado las cuerdas. Sintió calma, paz y cansancio. Cansado y un poco dolorido. Le sonrió a SeungCheol, tratando de reprimir el bostezo que amenaza con brotar libre. 


 


―Gracias, Amo. 


 


SeungCheol sonrió. ―De nada, amor. Ahora, métete debajo de las mantas para que podamos conciliar el sueño. Los dos tenemos que trabajar mañana, y quiero follar ese dulce culo tuyo antes de salir para el trabajo. 


 


―Sí, Amo. ―Se rio JiHoon cuando se deslizaba bajo las sábanas. Al instante sintió a SeungCheol meterse debajo de las sábanas, y deslizarse detrás de él. El brazo de SeungCheol llegó a su alrededor, la mano del hombre descansaba sobre el pecho de JiHoon. Este se quedó mirando el brazalete de nuevo, su corazón latía un poco más rápido. 


 


―Gracias, Amo.


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