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Resurgir de las cenizas de Herbay, primera parte - La rebelion por pilaf chan

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Siete días después de la explosión, Riki ya podía caminar sin dificultades. Pasaba la mayor parte del día en los jardines cerrados de la clínica, acompañado ocasionalmente por Iason en su silla levitante. En realidad, al rubio no le gustaban mucho los exteriores y prefería la intimidad de su habitación, pero Riki era muy insistente.

Podía orinar sin la ayuda del molesto tubo, aunque todavía no se había acostumbrado del todo a la idea de tener que sentarse para hacerlo. Sus heridas estaban casi curadas y ya no sentía ningún dolor.

Era el día de la tan esperada prueba de la prótesis, Iason y Riki estaban esperando la llegada del médico.

***

Guy se estaba impacientando y poniendo nervioso. Sin poder salir de su habitación, llevaba días pidiendo hablar con alguien. Katze, Iason, el propio Júpiter, cualquiera que le revelara algo. En cambio, las únicas personas que entraban y salían de su prisión con olor a desinfectante eran los asistentes con las bandejas de comida y los enfermeros. Por lo demás, la puerta seguía cerrada.

También había mejorado mucho. Su cara y sus costillas aún no estaban del todo solidificadas y esa sensación de brazo fantasma probablemente nunca desaparecería, pero teniendo en cuenta que había llegado allí casi al borde de la muerte, se sentía bastante bien.

***

Primero se retiró la bota metálica del tobillo de Iason. El estado de curación parecía óptimo. Se realizaron pruebas para comprobar las respuestas neurológicas y el movimiento del pie, y todo fue normal.

Cuando Riki había oido hablar por primera vez de ‘prótesis robótica’, se había imaginado un artilugio lleno de luces, engranajes y mecanismos. Sin embargo, lo que trajo el técnico ortopédico parecía más bien una pierna de verdad en la que cada detalle había sido reproducido a la perfección, incluso el tono de la piel era exacto. Una vez colocada, no estaba claro dónde terminaba la prótesis y dónde empezaba el cuerpo original de Iason.

"Lord Mink, ahora debe enlazar sus circuitos cerebrales con los que están contenidos en el microchip de la prótesis. Una vez completada la sincronización, todo lo que tiene que hacer es enviar la orden de lo que quiere hacer como lo hacía con su miembro original", indicó el jefe de la clínica.

Iason mantuvo los ojos cerrados durante un par de minutos mientras hacía la conexión. Entonces, para satisfacción del personal médico y alivio de Riki, movió la pierna. Dobló y estiró la rodilla, el tobillo y cada uno de los dedos. Giró el pie a la izquierda y a la derecha.

Finalmente, se levantó. Riki se ofreció a ayudarle, pero Iason le apartó con suavidad. No necesitaba ningún apoyo. Los pasos que dio a continuación fueron firmes y naturales.

"Estará bien, creo que no se necesitarán más pruebas por el momento", le hizo saber al cirujano.

"Excelente. Tal y como nos pidió, no escatimamos en gastos y utilizamos de forma discreta e incógnita toda la mejor tecnología disponible en nuestro sistema estelar. La prótesis no necesita ningún tipo de mantenimiento, se alimenta de su propia actividad cerebral, es prácticamente indestructible, ignífuga, impermeable y no sufre el desgaste del tiempo. Puede llevarla de forma continua, pero si desea quitársela por su propia comodidad, puede hacerlo simplemente desconectando temporalmente la conexión neuronal". Dicho esto, el cirujano se despidió y salió de la habitación.

Iason y Riki se quedaron solos. Llevaban ropa cómoda y una bata, Katze se había encargado de todas sus necesidades y les había proporcionados varias mudas.

"Vaya, se ve... bien. ¿Puedo tocarlo?" Ante la señal afirmativa de Iason, Riki puso sus manos sobre la nueva adquisición de él. "Es cálido, y ligeramente aterciopelado al tacto. ¿Notas que te toco?"

"No, Riki, y ese es el único defecto de este tipo de equipo. No tiene sensibilidad, sólo sirve para cubrir las necesidades motoras. Creo que me lo quitaré durante nuestros momentos íntimos".

Iason estaba hablando de sexo. Riki se puso nervioso, aún no habían abordado ese tema. "Hablando de eso, yo..."

"Voy a respetar tus tiempos, Riki", le interrumpió el rubio. "Siempre que sean razonables. No te forzaré y te daré tiempo para que te acostumbres a tu nuevo aparato".

El mestizo no podía creer lo que sus oídos acababan de oir. Iason siempre había tomado lo que quería sin pedirlo, tanta consideración no era propia de él. "Lo que has dicho es... bonito. Es la primera vez que declaras que no quieres forzarme. Pero... ¿no te molesta? Quiero decir... que ya no tenga pene..."

Iason tomó el rostro del hombre entre sus manos y lo silenció con un beso. El primero desde que Riki fue secuestrado. "Te quiero a ti. Tu espíritu, tu cuerpo y tu alma. No me importa tu pene", y volvió a besarlo.

Riki jadeó. Con ese gesto, Iason podía reducirlo a una gelatina temblorosa y anular su voluntad en segundos. Sin embargo, a diferencia de lo que siempre había hecho desde que se convirtió en mascota, esta vez el mestizo respondió al beso. Introdujo su lengua en la boca del rubio y le rodeó el cuello con el brazo.

Cuando se separaron, la mirada de Iason mostraba una evidente satisfacción. Era la primera vez que Riki tomaba algún tipo de iniciativa en sus interacciones íntimas, normalmente se limitaba a reaccionar de forma pasiva.

"Ahora sería un buen momento para cambiarse de ropa, mascota, tenemos un pequeño asunto pendiente del que ocuparnos. Vamos a hablar con tu ex".

***

Guy estaba tumbado en la cama de espaldas a la puerta. Como no le habían proporcionado ropa y no sabía dónde estaban sus viejos trapos, sólo llevaba el uniforme del hospital: un camisón claro de color verde azulado que se abrochaba en la espalda con una hilera de botones.

Al oír el sonido de la cerradura, imaginó que era el asistente con la bandeja del almuerzo y se quedó donde estaba, haciéndose el dormido. No tenía ganas de hablar con nadie.

Grande fue su sorpresa al escuchar la familiar voz de hielo pronunciar su nombre. "Buenos días, Guy".

Se sentó para enfrentarlo. "Iason Mink", siseó con odio. "Por fin mi carcelero se digna a visitarme", añadió, haciendo una profunda reverencia sarcástica.

"Supongo que la atención y el tratamiento que se te han proporcionado en esta clínica fueran de tu agrado", respondió el rubio en el mismo tono irónico.

"¡No más juegos! ¿Por qué me salvaste? ¿Por qué hiciste que me curaran?"

"Porque ese era el deseo de Riki", reveló Iason con mucha calma.

Ese nombre tuvo el efecto inmediato de poner a Guy de pie. "Maldito bastardo, ¿por qué Riki? Estaba a salvo. ¡Lo había liberado de ti! ¿Dónde está? ¿Qué le has hecho?"

"Al parecer, Riki fue a Dana Burn a buscarte, interrumpiendo nuestra interesante sesión de castigos". Iason se detuvo unos segundos, disfrutando plenamente de la ardiente mirada de Guy. "Y me pidió que te pusiera a salvo. Considera que sigues vivo sólo por cortesía de tu antigua pareja".

La expresión de Guy se transformó en una mueca de angustia. Con el alma destrozada, forzó una sonrisa amarga para no estrellarse. "Así que... sigue siendo un esclavo ... una mascota asquerosa. Todo fue para nada..."

Una furia incontrolable se apoderó de él. Se lanzó sobre Iason - que aún no controlaba del todo su nueva extremidad - tirándolo al suelo, y comenzó a golpearlo con el único brazo que le quedaba. Eran poco más que palmaditas insignificantes para el rubio y no se molestó en rechazarlo.

"¡Maldita tostadora, te voy a matar! ¿Por qué Riki? ¿Por qué no lo dejas en paz? ¿No te has divertido ya bastante con él? Puedes tener todo tipo de muñecas sexuales, ¿por qué él? Ya ni siquiera tiene pene, ¡deja de atormentarlo!"

Riki - que había estado de pie detrás de la puerta - entró corriendo, agarró a Guy por las solapas y le dio una bofetada en su ya magullada cara, reabriendo una fractura y haciéndole gritar de dolor.

"¡Pedazo de mierda, si alguien aquí piensa que soy una muñeca sin cerebro, eres tú! ¡Te lo dije en Apathia! ¡Te lo dije en Dana Burn! ¡Tienes que mantenerte al margen de esto! Soy capaz de cuidar de mí mismo, ¡no necesito que me salven!" Gritó, con su estómago contraido y sus puños cerrados, resistiendo el impulso de golpearlo de nuevo.

Ensordecido por el dolor que le hacía zumbar los oídos, Guy sólo pudo pronunciar algunas sílabas fragmentadas. "Aaah ... Riki ..... Tú... no estas... en… ti... te lavaron... el cerebro..."

"¿Es eso lo que piensas de mí, Guy? ¿Que soy tan fácil de controlar? ¿Te parezco una marioneta sin voluntad? ¿Crees que si realmente hubiera querido escapar de Apathia, teniento la oportunidad de hacerlo, no habría tenido el valor de cortar yo mismo ese maldito anillo?"

"... Apathia... te obligó a hacer esas cosas... ¡me utilizó para chantajearte y llevarte de vuelta!"

Iason intervino con su habitual tono tranquilo y controlado. "En cuanto al pequeño espectáculo ofrecido en Apathia, supongo que fue un error. Asumo esa parte como mi responsabilidad por tu estado mental alterado y tus acciones. A Riki no se le suele pedir este tipo de actuaciones. No había considerado los sentimientos humanos y el resentimiento que tal acto podría generar, sólo quería que abandonaran sus intentos de traerlo de vuelta. En cuanto al tema del ‘chantaje’, puede que tengas razón, pero Riki necesitaba un pequeño empujón para aceptar sus verdaderos sentimientos".

Riki se sonrojó. Todavía no lo había reconocido, pero era cierto. "Eso es, Guy. No podía vivir más en Ceres... sin..." ‘...Iason’, quiso añadir, pero el orgullo se lo impidió.

A pesar del dolor que seguía palpitando, Guy consiguió recomponerse un poco. "No me jodas. ¿Quieres que crea que toda esta mierda es real? ¿Que es una jodida historia de amor entre una máquina diabólica y un bastardo de barrio convertido en puta mascota? No sé cómo eso funcione en Tanagura, Sr. Cabello de oro, pero en Ceres no secuestramos a las personas. ¡No las torturamos con un maldito anillo! ¡No les ponemos un rastreador! No les obligamos a hacer cosas que no quieren hacer. ¿Tú, Riki, realmente quieres ese tipo de ‘amor’? ¿Qué pasa con tu maldita libertad?"

Riki escuchó atentamente las palabras de Guy. ¿Cómo podría culparlo? Sin embargo, toda aquella enrevesada situación era lo que era e incluso él había empezado a comprenderla sólo recientemente.

Iason era un Blondie. A pesar de todo el poder, la influencia y la riqueza que tenía, debía vivir constantemente bajo el estricto control de Júpiter. Tenía que acatar las reglas de Tanagura, y eran reglas totalmente insensatas para un mestizo de los barrios bajos.

La falta de libertad era lo único que le había impedido dejar de odiar a Iason hasta ahora... o al menos lo había sido hasta Dana Burn. Ahora sentía que algo había cambiado. "Es... complicado", dijo solamente.

"Supongo que Riki ya no es una mascota, ya que no vamos a volver a Eos, ni a Apathia", señaló Iason.

"¿Qué coño significa eso?" preguntó Guy.

"¡Significa que Iason no puede volver donde Júpiter, después de tu puta idea de hacer volar todo, imbécil!" Riki se contuvo de nuevo de las ganas de pegarle. "Está... mutilado. No puede presentarse así delante de Lambda 3000. Le jodería el cerebro y nos mataría a ti y a mí por ser la causa."

"¡No entiendo!" Guy miró a Iason. Parecía entero y sano.

"Su pierna... no la tiene más. Es... una prótesis..." A Riki todavía le costaba hablar de esto. "No pudo cargarme porque te estaba llevando a ti, y cuando una viga estuvo a punto de derrumbarse sobre mí, volvió para salvarme, quedando aplastado en mi lugar".

Hizo una pequeña pausa y el tono de su voz se volvió solemne. "Los tres estamos oficialmente muertos, Guy. Estamos, en cierto modo, conectados. Tú, yo y Iason. Los tres perdimos una parte de nosotros en Dana Burn. Los tres hemos cambiado ahí dentro. Ahora compartimos un destino común".

Permanecieron en silencio. Lo que Riki acababa de decir era impactante. Nuevo. Extraño.

"Yo... creo que necesito... pensar", fueron las palabras finales de Guy.

Riki e Iason salieron de la habitación.


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