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Una noche especial (Morby). por Yakaylex2

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Notas del fanfic:

El nombre de Regular Show y sus personajes son propiedad de su respectivo autor (el grandioso J. G. Quintel y Cartoon Network). Fanfic sin ánimo de lucro. Hecho por una fan para fans.

Notas del capitulo:

Hola amigos. Aquí con una pequeña historia escrita para estas fechas especiales. No esperen ver terror, ni sangre o muerte. Ya saben que ese no es mi estilo XD. Pero si habrá un toque de romance y lemon, esta vez de manos de mi querido arrendajo Mordecai y mi tierno mapache Rigby. ¡Que la disfruten!

31 de octubre - Noche de brujas


- ¿Estás listo, mapache? - Le pregunto desde el otro lado de la puerta del baño.


- Ya casi, viejo. Solo me falta ponerme el sombrero y listo. - Sale del baño y veo su tonto disfraz.


 - ¿Qué se supone que eres? - Lo miro confundido.


- ¿Acaso no lo ves? Soy un pirata. - Dice orgulloso.


- Viejo, ¿acaso tenemos diez años? - Me miro en el espejo y miro mi cara desfigurada. - Tenias la oportunidad de disfrazarte de algo más genial y lo arruinaste.


- ¡Oye! - Me dice molesto. - Ser pirata es algo genial y...


- ¡Nada de eso! Esta era nuestra noche especial. Nos vamos a divertir a lo grande. Además de que habrá muchas chicas y será una oportunidad especial para ti. - Rueda los ojos con un gesto molesto. - Bueno, no me hagas caso; después no me vengas llorando de que eres el único soltero en la casa. - Tomo mi ropa y termino de ponérmela.


- No sería el único. - Me dice molesto. - ¿O acaso ya regresaste con Margarita o con CJ? - Me mira con una mueca burlona.


- Eso se terminó. - Le digo de prisa.


- ¿Por qué? - Me pregunta curioso.


- Porque yo...


- ¡Oigan ustedes dos! ¿Qué rayos hacen? - La voz de Benson, siempre irritada, interrumpe nuestra discusión.


- Nos estamos preparando para la fiesta, Benson. - Dice Rigby orgulloso, mientras señala su disfraz.


- ¡Qué fiesta ni que ocho cuartos! Ustedes solo irán a hacer limpieza. Pueden usar sus tontos disfraces para hacer el aseo.


- ¿Qué? - Gritamos los dos al mismo tiempo.


- Pero, Benson, -intervengo rápidamente - la fiesta es...


- La fiesta es única y exclusivamente para los amigos del Sr. Maellard y de Papaleta. - Dice fastidiado, mientras nos entrega nuestras escobas.


- Pero nosotros somos sus amigos... - Dice Rigby con un puchero. Se ve bastante tierno.


- ¡Pónganse a trabajar o los despido! - Grita dando un portazo. Ambos nos miramos y suspiramos.


Ocho horas después


- Estoy molido. - Dice Rigby mientras corre a acostarse en el sillón. Lo detengo antes de que lo haga.


- Ni lo intentes mapache. - Le digo molesto. – Venimos asquerosos después de limpiar esa estúpida fiesta. Por eso nos vamos a dar una ducha antes de sentarnos en cualquier sitio.


- ¿Juntos? - Me dice inocentemente.  Me sonrojó y desvío mi vista.


- No... no, claro que no. - Me mira y siento que mi corazón palpita violentamente. - Ve tu primero, mientras yo preparo algo para cenar.


- ¡De acuerdo, viejo! - Me dice, pero no se mueve. - Mordecai... - Veo su rostro un poco confundido. Lo miro interrogante. - Hazme el favor de soltarme el brazo.


- ¡Ah!, Lo siento amigo. - Le digo mientras lo suelto.  


- Gracias. - Me dice lacónico mientras corre al baño de la planta baja. Escucho el sonido de la regadera y me dirijo a la cocina.


Otra vez. Otra vez tengo esas extrañas sensaciones. ¿Por qué estoy viendo a mi mejor amigo de esa forma? Desde que terminé con el asunto de Margarita y CJ, Rigby ha aparecido frecuentemente en mis sueños. Al principio creí que se trataba de una tontería producida por mi mente confusa y mi corazón solitario. Pero conforme han ido pasando los días, me he dado cuenta de que estos sentimientos siempre han estado muy dentro de mi corazón. Ahora me percato de todos y cada uno de los movimientos de Rigby; de sus actitudes, de sus preferencias. Le gustan las cosas calientes, bien calientes y lo frío, bien frio. Es alérgico a los huevos y le encantan las hamburguesas. Hace pucheros como un bebé cada vez que algo lo molesta y disfruta mucho el hacer bromas. ¡Argh! Tomo mi cabello y trato de arrancarlo de mi cabeza. Es mi amigo solamente, mi amigo. Él no me ve de esa manera. Nunca hemos hablado de chicas, pero sé que jamás me haría caso a mí.


Termino la sencilla cena y me dirijo al sillón. Pongo una película de terror en la televisión y me siento en el piso. Rigby aún no sale. Ese mapache desperdicia demasiada agua. Suspiro y me relajo. Mis músculos cansados comienzan a tranquilizarse y una especie de sueño me invade. No debo dormir, sé que no debo dormir. Pero lo hago, y comienzo a soñar como tantas veces. Rigby caminando a mi lado y yo tomando su mano; Rigby acercando su rostro al mio y yo al suyo; y finalmente, nos veo a ambos besandonos con ternura. Es tanta la emoción que siento lagrimas mojando mi rostro, mis piernas...


- ¿Qué?... - Pregunto suavemente mientras abro mis ojos. Allí está, con su sonrisa bobalicona, pero con algo de preocupación en su rostro.


- ¿Cómo que "qué", viejo? Llevo varios minutos tratando de despertarte. - Rigby lleva una toalla alrededor de su pequeño cuerpo, pero el agua gotea de su pelaje. Me sonrojo a más no poder. - En serio, amigo. ¿tienes fiebre? - Trata de colocar su mano en mi frente, pero de inmediato me incorporo.


-No te preocupes, voy a ducharme. - Y esta vez es mi turno de salir corriendo al baño.


Veinte minutos después.


Salgo de la ducha y noto que me he tardado algo más de lo habitual. Pero es que pasé varios minutos caminando de un lado a otro dentro de la regadera, tratando de calmarme. Me dirijo a la sala y noto que Rigby se ha quedado dormido. En otro tiempo, podría haberle arrojado una almohada en el rostro y recriminarle el hecho de que no me hubiera esperado para cenar. Pero son cosas que ya no me interesan. Lo miro y mi corazón se derrite de tanta ternura que me produce. Literal.


- Rigby. - Le llamo desde una prudente distancia. Ni se inmuta. - Rigby. - Lo vuelvo a llamar, esta vez, sentándome en el mismo sillón donde está acostado y tocando su brazo.


No hace ningún movimiento. Me asusto y acerco mi mano a su nariz, pero noto que aun respira. Suspiro. Su rostro está tan cerca, mi mano se siente demasiado caliente por la tensión de tener tan cerca su cuerpo y no poder sentirlo. Sin pensarlo, y con movimientos torpes, toco su rostro. Acaricio su mejilla, su frente, el contorno de sus labios... Tato de hacerlo lentamente para que no se despierte y parece que funciona. Acerco mi rostro a su boca y le doy un beso casto y pequeño. Sigue sin darse cuenta.


¡Argh! Quiero tirar de mi cabello y arrancarlo por tanta frustración. ¡Quiero hacerle tantas cosas! Duerme tan inocentemente mientras yo quiero comerlo de la cabeza a los pies. Y para agregar más tensión al momento, la casa estará completamente vacía durante toda la noche, ya que Papaleta se fue con su padre y los demás compañeros del trabajo se han ido a sus respectivas casas. Solo estamos él y yo... ¡Al diablo! Ya no puedo contenerme más. Si me rechaza no me interesa. No voy a perder mi oportunidad. Voy a decirle lo que siento y no me importa nada.


- Mapache... - Le susurro muy cerca de su oreja. Siento la suavidad de su piel. Acerco mi boca. - Si no te despiertas, te haré cosas malas. - Rigby no se despierta, al contrario, se acomoda de tal manera que su cuello queda descubierto.


Me emociono más de lo que debería. "Contrólate" me digo dentro de mi cabeza. Acerco más mi boca a su oreja. - Tú lo estás buscando, Rigby. - Tomo con mi mano su rostro y comienzo a lamer su oreja. Por fin puedo ver que su rostro se contare un poco. Me detengo, pensando bien las consecuencias de mis actos. Pero el solo verlo tan vulnerable hace que me excite aún más. Sigo lamiendo su oreja y voy recorriendo lentamente su cuello. Continúo con mi camino. Me entretengo un poco en lamer todo su torso, y después muerdo sin pudor su tetilla. "¡Ah!" Escucho ese gemido y todo se vuelve tan erótico. Alzo los ojos y veo que Rigby me mira con el rostro sonrojado, pero no me dice nada. Pienso que me voy a poner nervioso, pero no sucede, al contario, me invade una sensación de triunfo, como si yo hubiera ganado el juego.


- ¿Estabas fingiendo, no es cierto mapache? - Niega con su cabeza, pero noto que es una mentira. - No me mientas, Rigbebito.


- ¡No soy Rigbebito ni te estoy mintiendo! - Me grita con su dramatismo acostumbrado. - Me despertaste con ese mordisco. ¿Me puedes decir que te suced...? - Pero ya no le permito seguir hablando. Junto mi boca con la suya y lo beso directamente. El movimiento es un poco torpe al principio, incluso chocamos nuestros dientes.


- ¡Abre la boca, Rigby! - Le grito molesto mientras él se incorpora.


- ¡La estoy abriendo, Mordecai! - Me grita de la misma manera.


- Apuesto a que no sabes besar. - Le digo burlonamente.


- ¡Claro que sí sé! - Me contesta histérico.


- Demuéstralo. - Le digo simplemente. Entonces Rigby se abalanza sobre mí y esta vez él lleva el control de la situación. Toma mi rostro con sus manos y me besa con bastante lujuria.


Me gusta. Lo tomo de la cadera y lo acerco a mí. Comenzamos a besarnos profundamente. Solo se escucha nuestra respiración entrecortada y el sonido de nuestras lenguas al chocar. Su sabor comienza a invadir mi boca y me fascina. Quiero probar todo de él. Sigo besándolo mientras siento como su mano recorre todo mi cuerpo hasta llegar a mi cadera. Mete con habilidad su mano bajo la toalla húmeda y aprieta con fuerza.


- ¡Ah, Rigby! - Grito y es como si le diera una orden. Comienza a mover su mano con más fuerza y velocidad.  - Rigby, Rigby... - Es lo único que puedo susurrar. Se acerca sin detenerse y siento su boca sobre la mía. Seguimos besandonos. - ¡Ah, Rigby! - Le digo en un fugaz momento y me sonríe burlonamente.


- Me encanta como dices mi nombre, viejo. - Me mira y me sonrojo. ¿A dónde ha quedado mi valentía y mi desinhibición?


- Cállate, Rigby. - Trato de golpearlo en el hombro, pero me detiene, ¿desde cuándo es tan hábil?


- No debes ser grosero con tus amigos, Mordecai. - Me mira con un fuego en sus ojos. Noto que baja su cuerpo, de tal manera que su cabeza queda cerca de...


- ¿Qué... que haces? - Le pregunto nervioso.


- No tengas miedo, viejo.  - Acerca su boca y me sonrojo por completo. - Te gustará.


Siento el vaivén de su boca sobre mí, succionando con fuerza. Acaricia con sus manos la parte inferior y el placer aumenta. Siento que por primera vez Rigby me está ganando, pero estoy tan excitado que no me importa. - Rigby... Ah... me voy... venir... para... - Rigby me mira y vuelve a sonreír maliciosamente.


- Está bien Mordecai, te haré ese favor. - Se aleja de mí y se relame los labios. Rebusca entre los almohadones y saca un pequeño sobre. Lo abre con la boca y yo me sonrojo. - Pero te va a costar caro.


- ¿Qué...? - Le pregunto y siento como levanta mis piernas, dejándome en una situación algo vergonzosa. Se coloca el preservativo y lo miro sorprendido. - ¿Qué haces?


 - Te voy a hacer mio. - Me lo dice con tal seriedad que la temperatura de mi cuerpo aumenta demasiado. Se acerca a mí y yo no puedo reaccionar. Siento su mano untando algo frio en mi trasero. - Tú relájate y te haré sentir bastante bien. Cómo es tu primera vez lo haré con calma. - Lo miro sorprendido. ¿Desde cuándo era tan varonil?


 Comienza a prepararme y de mi escapan algunos gemidos lastimeros. En mis sueños más intensos yo era el que lo hacía mio, pero ahora... Siento como Rigby comienza a entrar en mí.


- ¡Ah, Rigby! - Grito, pero no es que me duela, simplemente es una sensación extraña... extrañamente placentera.


- Tranquilo, Mordecai... - Susurra mientras comienza con un lento vaivén que poco a poco va aumentando de velocidad. Siento demasiado placer.


- ¡Ah, Rigby! - Abro los ojos y logramos hacer contacto visual. Pero en lugar de sonrojarme me atrevo a pedirle. - Dame más, Rigby.


- Tus deseos son órdenes, viejo. - Me dice mientras sale de mí. Me indica que me acomode en otra posición y ahora está detrás de mí. Yo me encuentro de rodillas. Comienza nuevamente ese vaivén y lo siento cada vez más profundo. - Te volverás adicto a mí. - Me susurra y esas palabras hacen que toda la atmosfera se cargué de energía. 


- ¡Ah, Rigby! - Suelto gemidos y gritos de placer a más no poder.


- ¡Mo... Mordecai! -  Escucho que a Rigby le pasa lo mismo.


- Por favor Rigby, ya no puedo más. ¡Ah! - Le grito con fuerza. - ¡Estoy a punto de estallar!


- ¡Hagámoslo juntos, Mordecai! - Comienza a aumentar sus embestidas y pronto llegamos al clímax. Después de un momento, Rigby sale de mí y con cuidado me ayuda a desprenderme de la toalla que aun llevaba en la cadera (por suerte no me la quité, de lo contrario hubiera hecho un desastre en el sillón).


- Gracias. - Le dije y me sonríe, para después dirigirse al baño. Me recuesto en el sillón tratando de concentrarme en la película, pero la sensación de Rigby en todo mi cuerpo hace que no me pueda concentrar en nada. Cierro mis ojos y escucho que Rigby sale del baño, pero misteriosamente no se acerca.


- ¿Rigby? - Le preguntó aun con los ojos cerrados.


- Lo siento, viejo. - Me dice deprimido. - Me dejé llevar y te arrastré con...


- Me gustas... - lo interrumpo. Me incorporo un poco del sillón y lo veo justo detrás de donde estoy yo.


- ¿Qué?  - Me pregunta sorprendido. Lo miro y me doy cuenta de que hay dos facetas que ahora conozco de Rigby. Y debo reconocer que las dos me encantan.


- Que estoy enamorado de ti, Rigby. - Le digo mientras veo la impresión en su mirada. No me detengo. - Me gustas desde hace tiempo, pero no había querido decirte nada, porque ni siquiera sé si estás enamorado de alguien o si pudieras corresponderme...


- Solo he estado enamorado de una persona, viejo. - Se acerca y veo otra vez sus inocentes ojos llorosos. – Tú.


- Debiste decírmelo, mapache. - Veo que está a punto de protestar y levanto la mano para detenerlo. - Así no hubiera perdido un tiempo valioso con Margarita o CJ.


- Tu también debiste decírmelo, amigo. -  Rodea el sillón y se sienta en mis piernas. Lo abrazo de la cintura como al principio. - No hubiera perdido el tiempo con Aeleen.


- ¿De verdad, tú y Aeleen? - Asiente mientras me echa los brazos al cuello. Permanecemos de esta manera durante largo rato, escuchando de fondo los gritos de histeria de la película. Después de un momento, tomo el control remoto y apago el televisor.


- Rigby... - Comienzo a decir, pero me interrumpe.


- ¿Vamos a tu cama, Mordecai? - Lo miro y me sonrojo. Vuelve a tener esa llama en sus ojos. Nos incorporamos y comienza a arrastrarme por las escaleras.


- Pe... pero, ¿y la cena? - Le pregunto torpemente. Se detiene de improviso y yo hago lo mismo. En esta posición, él queda ligeramente más arriba que yo, así que al darse la vuelta me roba con facilidad un beso. Le correspondo y lo vamos profundizando poco a poco. Suelto un gemido de puro placer en su boca y de inmediato se pone alerta.


- Puede esperar, ¿o no crees, viejo? - Me dice con una sonrisa pícara. - Después de todo tiene que ser una noche especial. - Asiento con una sonrisa en mi rostro y le aprieto la mano.


- Por supuesto, mapache. – Nos dirigimos con prisa a la habitación que compartimos. Sería la mejor noche de brujas de la historia.

Notas finales:

Bueno, hasta aquí la historia. Lo que comenzó en mi cabeza como un Mordecai por Rigby, terminó completamente al revés. Y eso se lo debo principalmente a una escena del manga "Triangulo de cuernos" de Hashigo Sakurabi, en dónde el novio de apariencia uke (Yuuya) seduce completamente al chico con apariencia más seme (Seigo). Son historias muy cortas que aparecen en los mangas de “Mi rival más deseado”. Ampliamente recomendada a esa autora. Si no la han leído, hoy es un buen día para hacerlo.


 Recuerden siempre ¡arriba el Morby!


Bueno amig@s, espero que pasen unas festividades geniales. ¡Nos vemos en la siguiente historia!


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