Era necesario
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Wei Ying dejó escapar un fuerte quejido al sentarse finalmente, tras un breve pero ajetreado rato, estuvo a poco de caerse de aquella gruesa rama, pero al final logró estabilizarse lo suficiente para no terminar en el suelo con un hueso roto, o dos.
Realmente echaba de menos su fuerza, poder y agilidad anteriores, aunque ver triunfar a su hermano aliviaba en gran medida esa agria sensación.
La verdad es que no se arrepentía de nada
Quiso dar un bostezo aburrido, no obstante el artefacto alrededor de su cara se lo impidió, hiriéndole la mandíbula en el proceso. Subió una mano hacia su mejilla, queriendo sobar la piel lastimada aún cuando sabía que eso era prácticamente imposible.
Maldito bozal.
Y mil veces más maldita la energía resentida.
Siempre se jactaba se ser el inventor del cultivo demoniaco, amando la seguridad y el poder que el sobrenombre de Patriarca de Yiling le había dado, pero todo venía con un precio, y el suyo era nunca volver a estar en paz.
Desde aquel ataque de pánico aunado a su celo, hacia ya una semana, las cosas para él habían ido en picada. Su humor era cada vez peor, se volvió mucho más sensible a las emociones negativas y explotaba en ira, tristeza o dolor por cualquier tontería, justo como en los Túmulos Funerarios.
Todo llegó a su punto álgido durante esa mañana; Wangji, A-Yuan y él se encontraban paseando por Gusu, el pequeño estaba maravillado con todo lo que tenía alrededor y lo demostraba arrastrando al omega de un lado a otro, mostrándole cosas que el otro seguramente había visto un montón de veces antes.
El día iba bien, sin nada destacable, no más allá de su, a este punto, regular migraña, al menos hasta que ese tipo apareció.
— ¡Pero qué milagro, Wei Wuxian, el terrible Patriarca de Yiling está en las calles! Seguro comenzarán a llover monedas— parloteó Su She, burlesco— ¿Los ancianos de Lan te han soltado un poco la cadena?
Wei se dio media vuelta, buscando rápidamente con la mirada el paradero de su familia; se estaba desesperando, las únicas dos veces que habló con ese imbécil le había dejado muy en claro que lo consideraba inferior, y hoy no se encontraba en posición de soportar estupideces.
Pero claro, Su era un idiota que no sabía leer el peligro, pues él y los dos cultivadores que le acompañaban le bloquearon el paso.
— ¿Te atreves a ignorarme cuando de buena fe vengo a decirte un secreto?— preguntó el líder de Su, su voz llena de sarcasmo— Por ahí escuché que Jin Zixun te está buscando, está realmente enojado contigo, me preguntó qué has hecho esta vez
La tranquila expresión en Wuxian se volvió agria conforme le iba escuchando; no pudo evitar mostrar su repulsión hacia él, pues se había escrito en todo su rostro.
— Dudo mucho que hayas venido hasta acá para darme un aviso inútil, no eres tan amable— respondió, rindiéndose.
— Eres más inteligente de lo que creí, Wei Wuxian— le halagó irónicamente— Vengo a revisar una propuesta con el clan Lan, nada que te incumba
Oh.
Oh.
Una sonrisa malvada surcó las lindas facciones de Wei— Así que tú eres quien pidió la mano de Hanguan-Jun ¿No es así?— risitas traviesas florecieron en su garganta, mientras el alfa le veía entre molesto y extrañado.
— Como dije, Wei Wuxian, es algo que no te incumbe— soltó irritado.
— Lamento informarte que no puedes casarte con él, Lan Zhan es mi prometido, nos hemos unido y estamos a unas semanas de celebrar nuestra boda— dijo, contento por el cambio de color en el rostro de Su, parecía que había visto un fantasmas, a quien también deseaba volver a matar con todas sus fuerzas.
Las crueles risas entretenidas cesaron de tajo al escuchar las siguientes palabras venenosas de She:
— Normal que eligiera a alguien como tú siendo el estúpido arrogante que es, ¿Quién diría que el señorito perfecto iba a ser tan fácil como para acostarse y marcarse antes del matrimonio? Me imagino que no debes ser el primero en pasar por su cama, Wei Wuxian, no estés tan orgulloso de tener eso contigo
Y el aludido vio negro.
Antes de que Wangji supiese qué estaba pasando, vio a los dos sujetos que usualmente andaban con Su She salir disparados por los aires; mientras el propio She estaba siendo alzado por algo invisible que le tomaba del cuello, asfixiándolo. Solo lo había descuidado cinco minutos.
— Discúlpate— le ordenó, iracundo.
La presión infligida fue tanta que, en su desesperación por tomar aire, el otro abrió de más sus túnicas, mostrando las horribles heridas que cubrían todo su pecho.
Al verlo, la gente comenzó a susurrar:
— ¡Es la maldición de los mil agujeros!
— ¿No Jin Zixun la tiene?
— ¡Sí, está buscando al responsable!
— ¿No había dicho que era el Patriarca de Yiling?
— ¡Pero es Su She quien la tiene, Wei Wuxian es inocente!
— ¡Seguro quiere inculparlo para comenzar una pelea!
— ¡Wei Ying!— le llamó Zhan desde atrás.
Wuxian soltó al otro alfa apenas sus ojos se cruzaron con los afligidos de su prometido, enviándolo lejos con sus compañeros. Agotado mentalmente decidió cargar a Sizhui, tomó al omega de la mano y, sin decir una sola palabra, los arrastró de regreso a Los Recesos.
Lo que más odiaba de todo esto era la mirada de preocupación en el rostro de su prometido, le quemaba la forma en que su expresión era tan dolorosa, al punto en que casi parecía sufrir con él.
Por eso sugirió utilizar el horrible bozal, al menos por lo que quedaba de día.
Ahora traía una incómoda pieza de metal macizo en la mitad inferior de la cabeza, era dura como el infierno e increíblemente dolorosa, pero ver a Lan Zhan más tranquilo hacía que valiera la pena.
— ¡Papá!— escuchó la tierna voz de Sizhui llamarle, junto al ruido de sus pequeños pasitos destrozando las hojas secas del bosque.
— ¡Por acá!— gritó desde arriba— ¡Dame un segundo!
Tras un par de saltos entre ramas terminó cayendo de pie sobre el suelo, haciendo una mueca adolorida al instante, seguro de haberse lastimado algo en el intento. Yuan le esperaba pacientemente a un lado de Wangji, quien jugueteaba con una llave entre sus dedos, la llave que abría el bozal que portaba en ese momento.
Entendiendo al instante se recogió el cabello lo mejor que pudo al tiempo que daba media vuelta, mostrando el cerrojo en su nuca. Zhan se acercó, metió la llave en la cerradura y giró.
— ¿Qué pasó?— le inquirió su omega, tomando el pesado bozal en sus manos.
— Ese idiota te insultó— respondió el otro, tajante, limpiándose con la manga de la túnica el sudor acumulado en sus mejillas.
— No me importa
Wei se irritó.
— ¡Ya sé que no lo hace porque siempre has sido así y estoy seguro qu-
Sus réplicas se callaron en seco al sentir los suaves labios de Wangji sobre los suyos, dejándolo en blanco.
— Solo me importa lo que tú pienses de mí— confesó, tomando cariñoso un mechón de su cabello suelto para pasarlo por detrás de su oreja. Su mano era cálida, relajante sobre la piel lastimada en su cara— Vamos a cenar
Wuxian asintió.