Portugal estaba a punto de reírse de no ser por un detalle, uno especial. Era la cena formal para para mostrar su relación estable ante la alfa más apática y amenazadora que coincidentemente era la madre de UK.
Estaba nervioso, y eso le impedía soltar sus carcajadas ante lo que estaban preparando.
Si tan solo no se sintiera amenazado por Inglaterra.
—Es extraño que no te rías de esto, querido.
—¡Ya sé! —se quejó Portugal—. Pero tengo una crisis nerviosa.
—Tranquilo, querido, solo es una cena.
—¿En serio, King? —ironizó.
—Sí.
—King, mi amor —señaló—, estás preparando un bozal.
—¿Tiene algo de malo?
—¡Es un bozal! ¡Para alfas! ¡Y te lo vas a poner!
—Sí.
UK miró el artilugio de cuero, delgadas líneas negras que formaban el normal accesorio para evitar heridas que nadie quiere, las cuales podrían ser causadas por colmillos de un alfa enfadado. No entendía lo que era extraño.
—Es un simple protocolo.
—¡Es un bozal!
—Es una muestra de compromiso —explicó el británico.
—¿Cómo?
—Los alfas lo usan para mostrar su compromiso a evitar peleas y mantenerse calmados durante su reunión.
—No lo entiendo.
—Significa que no quiero pelear, y mis padres dijeron que mi madre también usaría el suyo.
—Entonces ¿es un símbolo de paz?
—Sí.
—Bueno, eso me tranquiliza un poco —Portugal se tocó el pecho y respiró profundo.
—Aunque también es por prevención, por si mi madre pierde la calma y quiere tu cuello como premio.
—¿Qué?
—Es broma, querido —le besó la mejilla.
Maldita broma. Maldito sentido del humor tan macabro que a veces el gran reino tenía.
Aunque confesaba que de cierta forma retorcida hasta eso le parecía muy atractivo, pero justo en ese momento no le gustó nada.
Portugal contuvo las náuseas durante la travesía, tuvo que parar el auto dos veces para tomar aire y reponerse. Es que Inglaterra era de aquellas alfas cuyo aroma fuerte a sándalo te mareaba e incomodaba, como si fuera una estrategia infalible para confundir tu mente y poco después tenerte a su merced. Manipularte. Torturarte. Apuñalar tu cuello.
—Estamos por llegar, ¿estás bien?
—¿Nos podemos excusar?
—No, querido, o será peor —UK le acarició los cabellos y dejó que su aroma se mostrara levemente para reconfortarlo—. Ella misma acomodó su agenda para recibirnos. Sabes que se pone de mal humor cuando las cosas no salen como ella quiere.
—Agradezco que hayas sacado parte de la personalidad de tus padres y no seas el completo reflejo de tu madre.
—Si te sientes tan mal, puedo ir solo.
—No, no —respiró profundo—. Será peor si no me presento, tienes razón.
—Estás pálido.
—Es…
Portugal suspiró antes de acomodar su mejilla en el pecho de UK y respirar pausadamente. Tal vez estaba armando un drama demasiado grande cuando las cosas eran más sencillas que eso.
—El bozal alteró mis nervios.
—Tranquilo —le besó la frente—. Solo lo usaré en casa de mi madre.
Portugal tomó entre sus manos el adorno ese y suspiró. Pidió que el chofer siguiera y se acomodó en el regazo de su alfa para calmarse. Las caricias en su cabello ayudaron mucho, los besitos que le robó al alfa también, y la promesa de agendar un viaje a una playa agradable fue la cereza del pastel.
Estaba casi completamente bien cuando se hallaron en la entrada de la mansión inglesa.
Fue entonces que UK acomodó sin prisa el bozal en su rostro, ajustando las correas para que no fuese incómodo, revisó que sus cabellos y su traje estuvieran bien colocados. Cuando Portugal terminó de revisarse también, se tomaron de la mano y tocaron el timbre para ser anunciados.
A diferencia de UK, Inglaterra usaba un bozal color blanco, suponía que era de su gusto para que no desentonara con su vestido formal del mismo color. El que la alfa vistiera de un color que simbolizaba la paz era buena señal.
Escocia, Irlanda y Gales le brindaron a Portugal una suave sonrisa como tratando de calmarlo, y después de los saludos formales todos pasaron al comedor donde la cena sería servida. Todo muy normal, pero extremadamente silencioso y con etiqueta estricta. Gracias al cielo no había olvidado sus enseñanzas y supo comportarse correctamente.
—No me gustó el escuchar de su unión por comentarios ajenos.
Portugal sintió un escalofrío por las palabras tan directas que le dirigió Inglaterra, y por fin levantó la vista. Estaba tan nervioso que no se había dado cuenta que solo los omegas en esa casa tenían sus platos servidos, por el contrario de UK e Inglaterra que solo tenían una taza de té servida y cuyo líquido humeante no había sido tocado siquiera.
Debía ser por los bozales.
—Lamentablemente no puedo controlar que los humanos difundan tan rápido las nuevas noticias —UK permanecía sereno.
—Me hubiese gustado que me informaras tu plan para unirte a Portugal antes de hacerlo —la mirada directa y fría de Inglaterra alteraría a cualquiera, menos a su hijo.
—Es algo muy privado, estaba en mi derecho de guardarme la información.
El ambiente se volvió más tenso mientras esos dos se replicaban las decisiones tomadas, Gales parecía muy divertido por la situación y Portugal le devolvió la sonrisa cuando sus miradas se encontraron. Fueron largos minutos de vaivén entre regaños y respuestas.
—Sabías de mi interés por Portugal desde hace mucho, madre.
—Un romance juvenil que no creí perdurara.
—Lo hizo.
—No está del todo mal —Inglaterra miró unos segundos a Portugal.
El omega casi palideció por la frialdad de esa voz, pero supo controlarse y parecer tranquilo. Confiaba en que UK lo defendería hasta el final.
—Aun si te oponías, el lazo está hecho, madre.
—¿Y la adaptación?
—Aun inestable.
—Bien.
—Bien.
—No tengo más que decir.
—Creí que discutiríamos más, madre.
—Ya se me pasó en el enfado, y analicé mejor la situación.
—¿Y qué concluiste?
—Que está bien.
Ambos alfas sin expresión que leer en sus rostros, peleando por decir lo último antes de finalizar la plática, en una interacción extraña que terminó cuando ambos, y al mismo tiempo, quitaron la primera correa y en sincronía alejaron el bozal de sus rostros para colocarlo al lado derecho de su taza.
Pero se tenía que decir algo más
—¿Hijos? —Inglaterra soltó aquella palabra antes de beber de su taza.
—No —fue la respuesta inmediata de UK antes del primer sorbo.
Portugal no tuvo siquiera tiempo de ahogarse con su bebida, o Irlanda de soltar una risita. Fue tan improvisto que hasta Escocia se vio confundido.
—Con su vínculo, podría ser una posibilidad.
—Portugal y yo hemos tomado las medicinas adecuadas para que no suceda.
—Las medicinas fallan —bebió otro poco—. Espero hijos de tu parte.
—Es un tema que no he discutido con mi pareja, y por ahora no creo que sea de interés.
Gales parecía muy a gusto e interesado en la plática de los alfas, elevando sus cejas a veces, y sonriendo poco después.
—¿Matrimonio?
—No.
—¿Por qué?
—A Portugal no le gusta la idea.
—Estoy en desacuerdo.
—No decides en esos temas, madre.
—Piénsalo bien.
—Lo platicaré con Portugal cuando sea necesario.
Fue una velada extraña, Portugal siendo solo espectador de una pelea verbal entre madre e hijo. Pero salió bien. Aunque como normativa para seguir con el protocolo de paz, ni UK ni Inglaterra probaron bocado y se conformaron con una sola taza de té amargo.
Raras tradiciones de alfas que nadie más que ellos conocían.
Y fue raro saber que Inglaterra lo aceptó como pareja de UK así de fácil.