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Fuego y miel por 1827kratSN

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—Roncabas.

El británico bostezó mientras se acurrucaba entre las almohadas.

—¿Y por qué no me despertaste?

—No quería interrumpir tu descanso, querido.

—Si roncaba debiste moverme un poco.

—No quería que despertaras de mal humor.

Portugal soltó una risita.

—Sé que a veces despierto molesto, pero piensa un poco en ti.

—Lo hago —el británico se cobijó bien—. En recompensa tú harás el desayuno y yo dormiré un rato más.

—A veces creo que mientes solo para pecar de perezoso.

—Me lo merezco.

—Lo sé —le dio un beso—. Bien, me encargo del desayuno. Te llamaré cuando esté listo.

Había días en las que el perfeccionista británico no existía, cuando lo veía despeinado por la mañana, sin cambiarse el pijama, bostezando sin pena, un poco aturdido sin saber la hora en la que estaba, a veces ni la fecha recordaba, caminaba descalzo por la sala, y apenas podía llegar despierto al comedor.

Portugal amaba esos días.

Porque su alfa parecía ser uno de esos niños que disfrutaban de las vacaciones de verano para descuidarse un poco, y con gusto se unía a UK. Sentándose en la sala para ver televisión, comiendo cereal con leche sin cuidado, acomodándose bajo una manta si hacía frío, y perdiendo el tiempo hasta el medio día antes de decidir salir a pasear y comer algo poco saludable.

Era adorable.

Cuando tenía suerte, UK estaba tan relajado que ronroneaba por la mínima muestra de afecto que le cediera. Disfrutaba mucho de sentir esa vibración mientras su pareja se desplomaba entre sus brazos, a veces hasta él lo acompañaba y se burlaban de la susurrante sonata que formaban los dos.

—Pareces un gatito, King.

—Quisiera ser un gato —respondía entre suspiros y un largo quejido final.

—¿Para dormir todo el día?

—Y para bañarme con la lengua.

Portugal estalló en carcajadas porque no se esperó esa respuesta.

—No hablas en serio.

—No… Si fuera un gato preferiría bañarte a ti con mi lengua.

—Eso ya lo haces a veces.

—No he escuchado que te quejases.

—No lo hago.

Se quedaron en silencio, Portugal creyó que UK se durmió otra vez, pero lo vio acomodarse un mechón y se atrevió a seguir con la plática.

—¿Te gustaría tener púas en la lengua como los gatos?

—No.

—¿Por qué no?

—Porque la sensación rasposa no es de mi agrado. A mi padre Irlanda tampoco le agrada mucho, por eso tiene un convenio con mi madre para evitar ese contacto con algunas excepciones.

—Uh… —Portugal intentó procesarlo, pero no pudo—. ¿Qué?

—¿Qué?

El lusitano tuvo que abandonar su cómoda posición con UK casi recostado completamente sobre él, y tomar asiento para que le explicaran lo último dicho.

—¿Tu padre tiene lengua de gato?

—Mi madre la tiene —aclaró con pereza, haciendo una mueca por moverse así de repente.

—¿Eso es posible?

—Para algunos alfas sí, en omegas es muy raro pero suele suceder dependiendo del linaje del cual desciendan —restregó su ojo derecho y miró a Portugal—. ¿No lo sabías?

—No.

—¿Ninguno de tus antiguos amores tuvo ese tipo de característica?

—No.

—Qué raro —el inglés lo pensó un poco—. Creí que frecuentabas a representaciones de fino linaje o a alfas de sangre azul.

—No responderé a eso, King, pero… En serio no sabía que la lengua de gato existía para entes como nosotros.

—Ah… Bueno —volvió a desplomarse sobre Portugal—. Ahora ya lo sabes.

—La siguiente vez que vea a uno de tus padres le preguntaré qué se siente tener una pareja con una lengua así.

—Perderás el tiempo, querido —bostezó—. Ellos no te responderán.

—¿Por qué?

—Por si no lo has notado, querido, mi familia es muy reservada.

—Ay, no, ¡maldición! —Portugal bufó antes de recostarse de nuevo en el sofá—. Me voy a quedar con la duda.

—Oh… Si tanto te interesa… Puedes preguntarle a USA. Aprovecha hoy en la noche, porque tiene un negocio aquí cerca.

—¿En serio?

—Él heredó las púas en la lengua por parte de mi madre… Aunque si quieres saber cómo se siente… Mejor deberías preguntarle a su pareja.

—¿Quién es?

—URSS.

Fue entonces que Portugal no pudo evitar levantarse de golpe por la impresión, tan exaltado que UK en su faceta perezosa no pudo preverlo y la desgracia sucedió.

El británico terminó en el suelo.

Derramado como un bulto cualquiera.

Estampado contra el piso, boca abajo y sin moverse.

Portugal soportó la risa y se disculpó.

—Ahora desearía no haberte dicho nada —UK se quejó desde el suelo.

—Me alegra que me lo dijeras —le dio la mano para ayudarlo a levantarse—. Pero por qué no me dijiste antes.

—No preguntaste, querido.

—King, ¿te molestaría que vaya a buscar a tu hijo para preguntarle? Solo será un ratito y volveré al instante.

—Eh… No.

Pero antes de que Portugal saliera corriendo y lo dejase solo, UK aclaró algo más.

—Pero USA no es mi hijo.

—¿Qué?

—Es mi hermano.

Se dio un largo silencio antes de que Portugal hablara, es decir, boqueara entre jadeos que intentaban convertirse en palabras. Mientras tanto, UK se volvió a acomodar en el sofá y cambió los canales hasta que alguna película captó su atención, hasta tuvo tiempo de revisar su reloj y pensar en qué quería para almorzar y qué restaurante quería visitar.

—¡¿TU HERMANO?!

—Querido, estoy a tu lado, no es necesario que grites.

—¡Pero King!

—¿Qué?

—¡Pensé que USA era tu hijo!

—Eh… No.

—¡Pero…! —manoteó al aire sin encontrar coherencia en su gran revelación—. Lo vi contigo cuando era pequeño y…

—Mamá lo dejó a mi cuidado.

Otro largo silencio analizando la situación.

Si se trataba de Inglaterra tenía sentido. Era una mujer ambiciosa y ocupada desde hace décadas, y UK adoraba a los niños.

—¿Hay algo más que yo no sepa y que quieras compartirlo para provocarme un ataque al corazón?

—Eh… No.

—King —suspiró.

—Aunque ronques te amo.

—¡King!

—Está bien… —se resignó a confesar—. Mi madre está enlazada con todos mis padres.

—¿Qué?

—Eso es todo.

—¡King!

—Hay algo más —desvió la mirada a la televisión—. Me gusta cuando te sonrojas, porque el calor se esparce por tu cuello y me parece adorable.

—Este ha sido un día muy loco para mí.

—Hay una cosa más que no sabes, querido.

—¿Qué es?

—Quisiera que te quedaras conmigo hoy, en el sofá.

Portugal sonrió resignado, regresando sobre sus propios pasos, acomodándose junto a su alfa. Dándose tiempo para procesar lo que descubrió ese día.

—Está bien, dejaré la curiosidad para después. Me quedaré contigo todo el día.

—Gracias.

Porque pocas eran las veces que UK era caprichoso y exteriorizaba sus deseos, y eran las pocas veces en las que Portugal sentía que verdaderamente mimaba al británico. Y eso era más importante que el chisme del día.

Aunque fuera un chisme muy jugoso.

 

 

Notas finales:

Me fumé el cap.

Di mi mejor esfuerzo. El día veinticuatro fue especialmente difícil, no solo porque la temática salía de mi línea de narrativa, sino que por motivos personales no me gusta la fecha. Aun así, espero que les haya gustado el capítulo, y que por lo menos les haya sacado una sonrisa. 

 

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