Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Fuego y miel por 1827kratSN

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

Después de los agitados días, con el cansancio a cuestas, la piel sensible por las mordidas y la suciedad, su alfa se ponía de mal humor. Era adorable. Portugal se reía entre dientes al escucharlo maldecir muy bajito y soltar quejas o refunfuños porque tenía que levantarse.

Aun así, UK siempre era un alfa amoroso, y resignado se levantaba a las ocho de la mañana de forma puntual.

Le cedía un beso en la mejilla, se salía del cuarto aun restregando sus ojos y se dirigía a preparar la tina con agua tibia para que ambos se asearan en el cuarto que usaban normalmente, porque la bañera del cuarto de invitados era más pequeña y no cabían los dos. Recogía algunas cosas que dejaron abandonadas en el pasillo, preguntaba qué quería su omega para desayunar, y volvía para ayudarlo a levantarse.

Y lo hacía completamente desnudo.

Portugal soportaba sus risitas debido a ese comportamiento tan desvergonzado. Él solo se quedaba recostado, mirando todo con atención, y esperando a que UK lo ayudara a trasladarse hasta la habitación ajena a su nido. Lo hacía por capricho y porque después de esos fogosos días sus piernas no estaban del todo bien. Le dolía muchas partes del cuerpo, pero adoraba sentir que aun escurría el néctar ajeno por su magullado trasero.

De no ser por los anticonceptivos que ambos consumían, y por la cantidad de veces que sucumbían al placer de la carne, especialmente en sus celos, hace tiempo que habrían tenido bebés.

Representaciones prevenidas valían por cuatro.

Sonreía muy feliz al ser llevado en brazos, siendo mimado y adorado, para deslizarse delicadamente en la tina con aquella agua en perfecto estado. Soltaba un suspiro satisfecho, estiraba sus brazos para que UK entrara al agua y lo abrazara. Y aunque el ceño fruncido indicaba que el alfa seguía de mal humor, siempre correspondía a los cariños y se entregaba al confort del agua caliente.

—¿Por qué tan enfadado, King? —le acariciaba el ceño para borrar esa arruga.

—No me gusta el dolor corporal después del ejercicio.

—Y vaya que hicimos ejercicio —se burlaba.

—No debería quejarme —suspiró y dejó que las manos de su pareja le acariciaran las mejillas—. Tú eres el más… arruinado con eso.

—Al contrario de ti, el dolor de mi cuerpo está ligado a la satisfacción sexual, por lo que me gusta.

—No entiendo cómo puedes hacer eso.

—Es malicia.

—Quiero tener tu nivel de malicia.

—Si así fuera, no saldríamos de casa jamás, y andaríamos desnudos las veinticuatro horas.

UK rio bajito.

—Tendría muy buena condición física.

Ahora fue el turno de Portugal para reírse.

—No me quejo de tu estado actual, cariño.

Reposaron un ratito más en el agua caliente antes de que el británico empezara a limpiar cada porción de piel de Portugal usando una suave esponja con el jabón favorito del omega, todo mientras cedía besitos mariposa en aquellos labios. Se dedicaba a cuidar de su más grande tesoro. Y cuando el uno estaba limpio, el otro tomaba la tarea, siempre entre risitas recordando lo que habían hecho en el nido, lo que hicieron en la cocina o en otro lugar, lo que harían después.

Y cuando sus pieles se volvían pasas blanquecinas, era el inglés quien salía primero para buscar toallas limpias y al menos su ropa interior. Cargaba a Portugal para trasladarlo a su cama, se aseguraba de que todo estuviera bien y le secaba los cabellos sin apuro. Terminaba con la penumbra al abrir parcialmente las cortinas, se colocaban pijamas limpios, y al ritmo de Portugal bajaban al comedor para prepararse algo rápido para desayunar.

—Deja la limpieza para después y recuéstate en el sofá conmigo.

—Solo un rato.

—Sí, cariño —sonreía—. Solo ven.

Pero se quedaban dormidos con la televisión prendida, abrazados, a veces con los dedos entrelazados, disfrutando del confort que les cedía el otro, con el agradable calor de la calefacción, perdidos en el letargo post-celo.

Portugal solía despertar mucho después, un poco perdido, suspirando al sentirse solo, pero escuchando el ruido en la cocina en señal de que su alfa estaba limpiando o cocinando el almuerzo. Pero no tenía tiempo de protestar porque siempre se daba cuenta de la manta suavecita que lo cubría y del plato con bocadillos sobre la mesita de centro, justo en su campo visual, además, siempre había una taza de té servida.

No tenía que hacer más que estirar su mano para tomar un bombón o unas galletas caseras, podía quedarse acurrucado en el sofá, incluso el control remoto del televisor estaba a su alcance. Le gustaba el sabor hogareño en sus papilas y sonreía ampliamente cuando UK dejaba sus labores para ir con él y cederle un beso.

—¿Necesitas algo, querido?

—No por ahora.

—Estaré pendiente —un beso más—. Seguiré limpiando. Avísame si quieres subir a la habitación u otra cosa.

—King —le compartía un bocadillo—. Gracias.

—Me gusta cuidarte.

—Me gusta que me cuides.

Cuando sentía su cuerpo más descansado, Portugal también se unía a las tareas de limpieza, empezando con el nido. Sentado en el suave centro principiaba a ordenar las cosas, separar todo por color o material para lavarlo, riéndose por alguna memoria lasciva, disfrutando de organizar su propio desorden.

UK llegaba a acompañarlo después.

A veces se quedaban en casa, en otras salían a pasear un ratito o a comer fuera.

Se la pasaban juntos ese día y los dos siguientes también hasta que sus sistemas se regularizaran.

Ya después se pondrían al corriente con sus tareas aplazadas, pero en su descanso ni sus celulares respondían.

Todos sus colaboradores tenían la clara advertencia de no llamar a menos que fuera una emergencia de muerte, así que tampoco había mucha actividad en sus teléfonos.

Portugal creía que todos deberían tener una pareja como King.

King pensaba que tener a su pareja como prioridad era esencial.

Y ambos se perdían en su perfecta nube de felicidad y amor.

No había fallas.

Todo era muy bonito. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).