—Hijo mío, ¿puedo hacerte una pregunta?
—Sí, papá —Brasil sonrió, pero se puso serio al ver la expresión pensativa de su progenitor—. ¿Pasó algo? Estás muy serio.
—Me preguntaba… —Portugal hizo una mueca—. ¿Te gustaría ser hermano mayor de nuevo?
Pero tal vez fue muy brusco al decir aquello, porque Brasil escupió su almuerzo.
—Vaya, solo era una pregunta, tampoco te alteres tanto.
Le dio palmaditas en la espalda para que no se ahogara.
—Lo siento —Brasil carraspeó—. Es… Me tomaste por sorpresa.
—Bueno, solo quería saber tu opinión.
—No creí que pensaras en tener más hijos.
—Para serte sincero, últimamente lo he pensado.
—¿Es por UK?
—No me está presionando si eso te preocupa.
—No me preocupa, sé que el señor UK no te presionaría por ninguna razón. Pero tu nueva idea es por él, supongo.
—En cierta forma, pero aun es una idea.
—Bueno… Creo que no me caería mal ser hermano mayor otra vez —sonrió—. Suena divertido.
—Sí, también creo que sería divertido.
—Papá, si fuera tú me preocuparía más por el lado del señor UK —soltó una risita forzada al pensar en eso—. Sus hijos son… inteligentes, pero cada uno ha sido consentido mucho por su padre.
—De Canadá no me preocupo, seguro que estará feliz, de Nueva Zelanda tampoco... Pero Australia... Y tal vez USA, que a pesar de no ser hijo de King es como si lo fuera —Portugal se tocó la barbilla y soltó un suspiro.
Brasil detuvo su intención por beber su jugo para preguntar impresionado.
—¡¿USA no es hijo de UK?!
—¡Sí! También reaccioné así. Me enteré hace apenas un tiempo.
—¡Es una locura!
—Sí.
—Apenas ayer vi a USA hacer un berrinche porque UK no le dio un regalo de navidad.
Portugal rio divertido, conocía esa historia porque UK se la contó con detalles. USA había insinuado por meses querer un modelo a escala de un avión muy específico, pero el británico había fingido no haber puesto atención y finalmente haber olvidado el regalo ansiado del norteamericano.
Maldad de King.
Pero al final el regalo fue enviado por correo, así que USA al regresar a casa obviamente tendría su obsequio. La risita divertida y suave de su alfa era la cereza del pastel para la llamada puntual del hijo que no es hijo quien reclamaba aquel malicioso engaño que arruinó su perfecta noche, y finalizaba con un “gracias” muy emocionado.
Sí.
King era un buen padre.
Y estaba seguro de que crio buenos hijos.
—Creo que tú eres el menos problemático de los hijos de King.
—No estaría tan seguro —Canadá rio bajito.
—No hagas que me arrepienta de reunirme contigo.
—Si te hace sentir mejor, no le haré caso a papá Francia y no te haré una broma en la fiesta de año nuevo.
—Ya es algo —negó divertido.
—¿Para qué me necesitaba, Portugal?
—Bueno, tengo una duda —jugó con sus dedos.
—Parece ser importante.
Respiró profundo antes de mirar a Canadá.
—¿Qué opinas de ser hermano mayor?
—Es una tortura, yo prefiero ser el hijo menor.
—Ah.
—¿Por qué?
—Curiosidad.
—Espero que no sea porque papá y tú van a tener un bebé —Canadá se encogió de hombros y sonrió—. Sería peligroso.
—Me intriga saber por qué.
—Australia se pondrá muy celoso, USA ni se diga, y los demás… Bueno… No sé —bebió su juguito con calma y suspiró por el agradable sabor a naranja.
—Wow… —Portugal se arrepintió de creer que todo sería fácil—. King tiene cachorros complicados.
—Sí —Canadá sonrió—. Es que nos peleamos por la atención de papá.
—Pero creo que tu padre es un buen padre.
—Eh… Sí.
Las diferentes respuestas de esos días lo dejaron con mayores dudas que certezas, y ahora ya no sabía si la idea repentina de tener un nuevo cachorrito junto a UK era su idea o solo presión de su suegra. Es que hasta antes de que Inglaterra lo mencionara, jamás se planteó aquella posibilidad.
Estaba estresado.
Y aunque sabía que debería discutir eso con su alfa directamente, tal vez para que entre ambos descubrieran el origen de sus raros cuestionamientos, no quería hacerlo. Si le generaba una ilusión marchita a King, una que cortaría después, sería cruel. Y si seguía con aquel pensamiento hasta presionar a su pareja para aceptar hacerlo, estaría obligándolo.
Era difícil.
—Canadá me dijo que tienes planeado tener un bebé.
—¿Me delató?
—Espero que tu plan me incluya.
El británico soltó una risita divertida y Portugal solo formó una mueca enfadada por la traición sufrida. Canadá perdió puntos con su padrastro. Ahora el secreto al parecer se volvió un chisme.
—Tus hijos no pueden mantener secretos.
—Jamás le dijiste a Canadá que era un secreto.
—Ah.
—Tu olvido fue tu perdición, querido.
Entonces Portugal se sintió peor, más idiota, porque rememorando su plática con aquel canadiense recordó que de verdad jamás dijo que esa plática fuera privada, solo de ellos dos.
Era un desastre.
Pero podía sacarle provecho.
Así que dejando todas las acciones infantiles, tomó de la mano a UK y se lo llevó a la cocina, porque debían charlar en serio, de frente, sin rodeos. Tal vez debió hacer eso desde el inicio, pero mejor tarde que nunca.
—¿Quieres tener un bebé conmigo?
—¿Es una duda o una proposición?
—Sinceramente no lo sé.
—Querido, la duda aquí es si tú quieres tener más hijos, o como suelen llamarlos: “cachorros”.
Sonrió divertido por la palabra, él no solía usarla con frecuencia, pero sabía que los otros sí.
—No lo sé, King.
—Querido, para nadie es secreto que adoro a los niños, tengo varios, unos más alejados que otros, pero así son las cosas.
—Entonces sí quieres.
—Solo si tú te sientes seguro y deseas tenerlos, querido.
—No me dejes la decisión a mí, siento que no puedo con eso.
—Si no estás seguro, significa que no es tu verdadero deseo o que aún no estás listo.
—Entonces no es tiempo.
—No —UK le tomó de la mano—. Deberías dejar de pensar en algo tan difícil, querido. Relájate y deja que el deseo surja como lo hicieron todos tus otros proyectos que amaste concretarlos.
—Sí.
—No es tan importante tener cachorritos propios por ahora.
Portugal sonrió, se levantó para ir hacia UK y sentarse en su regazo tal y como hacía cuando quería confort. Porque todo parecía tan claro ahora. Cedió un beso en la mejilla, soltó el aire y con ello todo el estrés por aquella idea que no tomaba forma se esfumó.
—Solo deja que fluya —susurró el británico.
—Gracias.
Se quedaron un rato en silencio, acariciando sus manos, jugando con sus dedos, calmando sus pesares. Se dieron apoyo mutuo sin emitir una sola palabra, y se amaron tanto como siempre hicieron.
Dejó de importar.
Se enfocaron entonces en prepararse para la llegada de un nuevo año, animados por escabullirse como los otros humanos y disfrutar del festejo bullicioso. Juntos como desde hace años. Solo ellos dos y sus pláticas para elegir donde ir a cenar o si preferían solo tomar una copa de vino en un lugar donde los fuegos artificiales se vieran adecuadamente.
Disfrutaron de su compañía.
Se dieron un beso.
Y dejaron que lo demás transcurriera.
De lo único que estaban seguros era que se amaban y juntos enfrentarían la vida que les tocó vivir.