Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

A(R)MOUR (Traducción del fanfic de Sinnatious) por XIVA

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola a to@s!!! Vuelvo con otro episodio de “A(r)mour”, en la anterior entrega vimos que puede que haya un camino diferente para nuestro “demonio Kamijou”… Las cosas están yendo muy fluidamente… Tal vez demasiado bueno para ser verdad ¿No?... Veamos que nos depara los siguientes capítulos. Gracias por tomarse el tiempo de leer y espero les guste este episodio:

Capítulo 5

 

 

Por primera vez en muchas semanas, Hiroki no se despertó solo.

 

Por un largo minuto su cerebro dormido estaba convencido que todo el mes pasado había sido un horrible sueño, y que era la calidez de Nowaki la que percibía en su espalda y que era el brazo de Nowaki el que estaba colgado sobre su costado.

 

Excepto que los hombros de  Nowaki no eran así de amplios, y que su brazo no era tan pesado, y que no traía ese ligero olor a cigarrillos.

 

Ahí fue cuando la memoria sobre la noche previa se precipito de regreso con total claridad, y él se quejó.

 

¿En qué rayos había estado pensando? ¡Dios, ni siquiera habían estado bebiendo!

 

El sonido pareció haber despertado a Miyagi, mientras el brazo alrededor de su cintura se apretó, y una cálida bocanada de aliento le hizo cosquillas en los pelos de la nuca. “¿…Kamijou?”

 

El Profesor se oía casi confundido, pero no parecía inclinado a alejarse.

 

“Eres un cretino,” él dijo, a pesar de que no había un real fuego en esas palabras. “¿Te aprovechaste de mi por mi despecho?”

 

“Has estado deprimido durante semanas. Ya deberías haber superado la etapa de despecho.” La voz de Miyagi era ronca por el sueño y arrastrada por la pereza. “Además, lo disfrutaste, ¿Cierto?” Su sonrisilla era positivamente indolente.

 

“Estas en el rango de aficionado. No voy a poder sentarme apropiadamente todo el día,” Hiroki refunfuñó. El adolecía de algo ferozmente. Y no era de poca misericordia el que no tuvieran que impartir clases ese día.

 

El ceño de Miyagi se frunció. “Lo siento. No estaba pensando.” Ninguno de ellos lo hizo. “¿Esta así de mal?”

 

“Viviré. Pero no pensé que pudieras ser gay," murmuro Hiroki, rodando sobre su espalda. Seguro, el profesor siempre estaba coqueteando con él y abrazándolo y haciéndole bromas lascivas, y estaba esa ocasión cuando el volvió de la lluvia, pero eso fue...

 

Miyagi se encogió de hombros, y se arrastró a si mismo hasta sentarse, con las sábanas reuniéndose alrededor de sus desnudos muslos. "No lo soy."

 

...Ese era Miyagi en negación. El sujeto debe haber sido bisexual y estar completamente inconsciente de eso. Aun inconsciente de eso, aparentemente. "¿Entonces como explicas esto?" Hiroki le pregunto suspicazmente.

 

Su sonrisa se tornó lasciva. “Yo podre estar poniéndome viejo, pero aún tengo una libido saludable ¿Sabes?”

 

Treinta y cinco no es estar viejo. Especialmente no cuando el hombre en cuestión actuaba más juvenil que él la mayoría del tiempo.

 

“Idiota. No soy un paseo gratis. Si estás tan mal, deberías haber contratado a una prostituta.”

 

“Oi, Kamijou,” Miyagi protesto. Él se agacho, alborotando su cabello, para luego con cariño apartándolo de sus ojos. “¿Piensas tan poco de mí? Te hare saber que soy muy selectivo.” Sus dedos se detuvieron en su cabeza, aun enredados en sus cabellos, un peso terrible que tiraba de su alma como cadenas de hierro.

 

“Deje de convertir todo en una broma, Profesor.” Le miro mal, apartándole la mano.

 

Sin embargo, el Profesor no estaba llevando su usual sonrisilla de ojos brillantes. Su expresión se había tornado seria, endurecida… la clase de gesto que solo llevaba cuando se trataba de trabajo. Era el Miyagi que admiraba cuando había elegido inicialmente a Mitsuhashi para seguir con sus estudios. La silenciosa pasión en su mirada, su ingenio agudo, y su enfoque tipo láser, reservado enteramente para su campo de estudio. No había podido ver a este Miyagi con frecuencia, pero cuando lo hacía, le quitaba el aliento, y él se sentía de nuevo como un idiótico joven estudiante de primer año.

 

“No estoy bromeando.” El saco un cigarrillo del bolsillo de su camisa – que estaba envuelta en la mesa de noche – y la encendió. Hiroki estaba muy hipnotizado por el cambio de postura para invocar cualquier amonestación. “Yo solo he tenido une que otre amante antes de mi matrimonio, ¿Sabes? El sexo casual no es lo mío. Y no cualquiera me gusta.” Sus dedos encontraron el camino de vuelta a su cabello, asentándose allí como si su cabeza fuera el reposamanos personal de Miyagi.

 

Hiroki podía escuchar la historia en esas palabras, pero no pregunto.

 

Él había tenido su propia historia, después de todo. La mayoría de ella mala. Akihiko, Shinoda, Haruhiko… Nowaki ahora, también. El no querría hablar de ella tampoco.

 

“…No necesito tu lastima,” Hiroki eventualmente murmuro en el intenso silencio.

 

Miyagi bostezo, y le alborotó el cabello una última vez. “No soñaría con tenerte lastima.” El retiro las cobijas de encima. “Pero tu necesitas desayunar.”

 

 

.………………….

 

 

Hiroki había estado seguro que iba ser cosa de una sola vez.

 

Miyagi estaba disfrutando mucho desengañarlo de esa noción.

 

“¿Estás aquí de nuevo?”

 

Miyagi alegremente le empujo su acostumbrada ofrenda de comida para llevar en los brazos del hombre más joven. “Apenas te vi hoy en todo el día.”

 

“¿Y cómo esto está relacionado?”

 

Su superior le sonrió, se inclinó hacia él, y le dio un pico en los labios. Hiroki espurreó y se limpió la boca, e inconscientemente le dio a Miyagi la oportunidad de adentrarse y retirarse los zapatos antes de que cualquier seria protesta pudiera ser ejercida.

 

“¡Eso fue totalmente inapropiado! ¡Sabes que trabajamos juntos!”

 

“No estamos en el trabajo ahora,” Miyagi le indico alegremente, poniéndose cómodo en la sala. “Además, tomo mi trabajo muy en serio.”

 

Hiroki apretó los dientes, pero no pudo recolectar un buen argumento en contra. El coqueteo típico de Miyagi podría haberse intensificado un poco, pero en el momento en que cualquiera de ellos tenía algún trabajo real que hacer, todo era como siempre. Por mucho que el Profesor tratara todo como una broma, era refrescante ser recordado de que él tomaba su trabajo seriamente.

 

Claro que lo hacía. De otra forma él nunca se hubiera ganado el respeto de Hiroki a regañadientes.

 

No significaba que no fuera una mala idea involucrarse con su superior. Era la peor. No tenía exactamente un gran historial con las relaciones, y empezar otra tan pronto parecía listo para el peligro. Que tenía la capacidad de afectarle la única parte de su vida que él consideraba sagrado, la única parte que lo mantenía cuerdo…

 

Pero una vez que Miyagi tuvo la lengua dentro de su boca, se hizo muy, muy difícil recordar esas preocupaciones.

 

Maldito sea ese hombre por besar tan talentosamente.

 

“Siéntate,” Miyagi le ordeno. “Come.”

 

De alguna forma petulante, el accedió – más que nada porque él había aprendido para entonces que Miyagi podía ser tanto infinitamente paciente como infinitamente molesto cuando se comprometía a entrometerse.

 

“Nunca habría pensado que serias del tipo mama gallina,” le ironizó

 

“No lo soy. No soporto a los niños,” fue la respuesta impertinente.

 

Eso los hacia iguales.

 

El atacó su comida con vigor, no tanto por interés en comer sino más que nada para terminarla lo más pronto posible. Era mejor que tener a Miyagi tratando de alimentarlo, o tratando de ponerlo en la cama… especialmente desde que había un aparte de el que empezaba a sospechar que el viejo estaba cansándolo deliberadamente cada noche.

 

Miyagi trato de persuadirlo a conversar, como era normal, pero Hiroki no se sentía con ganas esa noche. Además, él estaba determinado a no dejar que eso se volviera más complicado de lo que ya era, y una vez que empezaban a hablar del trabajo el inevitablemente bajaba la guardia y entonces el profesor – Aun insistiendo que no era gay – empezaría a manosearlo y robarle besos y Hiroki se encontraría a si mismo dejándose llevar con eso. Porque por ese corto momento, él podía dejar de pensar y solo olvidar sobre Nowaki y su desastrosa vida. Ese tipo de confort físico podía ser adictivo.

 

“Fuuaaa, estas tan hosco hoy.” Miyagi bostezó, dejando a un lado el ahora vacío recipiente de comida para llevar. “Vas a adquirir esas arrugas en el ceño si no te cuidas.”

 

“Sabes, no tienes que estar aquí aguantando mi compañía,” Hiroki le gruñó. “Sigues viniendo hasta aquí, metiendo tu nariz en los asuntos de otras personas y durmiendo en sus casas y trayendo comida, y luego te quejas de eso. ¿No tienes un lugar propio donde quedarte?”

 

“Tienes razón,” Miyagi concordó.

 

Hiroki hizo una pausa. Concordar no había sido la respuesta esperada.

 

“¡Seria mucho más simple si solo te vienes y te quedas conmigo!”

 

“¿...Qué?”

 

El profesor casi saltó sobre sus pies, con más entusiasmo juvenil del que cualquier académico de treinta y cinco años debería haber tenido. “¡Pero qué gran idea! ¡No sé por qué no lo había pensado antes!” Se dirigió al pasillo hacia la habitación. Hiroki se quedó luchando para levantarse de la mesa para seguirlo. Cuando lo pudo alcanzar, Miyagi estaba alegremente sacando una bolsa de lona de su armario y tirando ropa dentro.

 

“¡Oye! ¡No le esculques las cosas a los demás! ¿Qué estás haciendo?”

 

“¡Empacando, por supuesto!” El rebuscó en el armario. “Hmm, no, no necesitas esto, no necesitas esto… definitivamente necesitas esto…”

 

“¡No accedí a nada de esto!” Irritado, le arrebato las prendas. “En serio ¡Y no solo tire las cosas por todas partes Profesor!” El empezó a doblar los pantalones y organizarlos apropiadamente, olvidando que se suponía que no debería estar siquiera empacando.

 

“¿Por qué no? ¡Es una grandiosa idea! Tengo una cama más grande, un apartamento más amplio, y vivo más cerca de la universidad. Y obviamente no puedes arreglártelas por tu cuenta.” Le señalo la bolsa de basura que estaba en el pasillo. “Ni siquiera has estado sacando la basura.”

 

“¡Es solo la de ayer!”

 

Miyagi simplemente desapareció en el baño, y reapareció con sus brazos llenos de artículos de aseo que dejo caer en la colcha. “¿Sabes? Así es como se empieza. Olvidas la basura un día, luego se vuelve una semana, y después antes de que te des cuenta, te has convertido en un recluido.”

 

“¡No me voy a convertir en un recluido!” Hiroki objetó. “¿Y qué estás haciendo? ¡Sacaste la mitad de lo que hay en el baño! ¡No necesito nada de esto!” El recogió su cepillo de dientes y su champú y los devolvió al gabinete de medicamentos.

 

Así fue como Hiroki de repente se encontró a si mismo quedándose en el apartamento de Miyagi.

 

 

…………………

 

 

“¡My sweet honey!” Miyagi apenas abrió la puerta de la oficina le tacleo/placó. “Yo sé, yo sé, apenas puedes quitarme las manos de encima, ¡Pero no te emociones demasiado! Solo olvide mis notas para la próxima clase ¡Ah, allí están!” Con un brazo aun abrazado alrededor del profesor asociado, él se agacho y las arrebató de su mesa.

 

“¡Profesor!” Hiroki le siseó.

 

“¿Hm?” Miyagi solo hasta entonces pareció notar al invitado en la oficina, y rápidamente abandonó sus ostentosas insinuaciones. “¡Oh! Es tu amigo. No me pongan atención, ya estoy de salida.” El inclino la cabeza a Akihiko, luego le revolvió el cabello a Hiroki una vez más antes de salir de la oficina, rebuscándose un cigarrillo, sosteniendo sus papeles y tratando de abrir la puerta, todo al mismo tiempo. De alguna forma lo consiguió y la oficina se silenció una vez más.

 

Akihiko frunció el ceño pensativamente a la espalda de Miyagi. El autor y el profesor ya se habían cruzado antes, después de todo – Akihiko entraba de rondón en su oficina con mucha frecuencia – pero nunca habían interactuado más allá de intercambiar nombres y ocasionalmente cigarrillos. “Es no es el mismo tipo con el que andabas.”

 

“No,” Hiroki dijo. No había sentido en negar la naturaleza de su relación. Su amigo de la infancia era demasiado agudo cuando se trataba de alguien más que no sea el mismo.

 

Akihiko le enarco una ceja de forma expectante.

 

Hiroki suspiró, y volvió a esculcar los gabinetes, como había estado haciendo antes de haber sido dramáticamente interrumpido. “Si debes saberlo, rompimos.”

 

“Con el que era ridículamente alto, ¿Cierto?”

 

“¡Como si tu pudieras acusar a otros de ser ridículamente altos!” Hiroki no era exactamente bajo, pero ciertamente se sentía así ciertos días. ¿Cómo rayos fue que termino siendo rodeado de gigantes?

 

Akihiko hizo un pequeño sonido de interés con su garganta. “¿Entonces que paso?”

 

Y las personas lo acusaban de ser imprudente/grosero.

 

Rígidamente, Hiroki le comentó, “Es difícil seguir viviendo con alguien que te engaña.”

 

El esperaba alguna replica ingeniosa, tal vez alguna observación filosófica, y posiblemente algunas preguntas inquiriendo sobre su bienestar, pero por primera vez, Akihiko permaneció silencioso.

 

Hiroki finalmente localizo el libro que había estado buscando, y se lo empujo al novelista. Akihiko lo tomo con cuidado, como si estuviera hecho de cristal en vez de papel, y lo sostuvo ante su mirada por un largo momento.

 

Extrañamente, sus ojos estaban brillantes de comprensión y empatía.

 

Hiroki volvió a su escritorio para revisar su planificador de clases. Akihiko se acomodó a sí mismo en el sofá.

 

Ellos no hablaron por el resto de la tarde.

 

 

…………………

 

 

Miyagi se abotono su camisa mientras caminaba por el pasillo, fresco y espabilado por su ducha matutina.

 

El pauso justo pasando la entrada de la cocina, disfrutando de la imagen que aún no perdía la novedad.

 

Era esa clase de escena sobre la que los poetas escriben. Teniendo a Kamijou sentándose en la mesa de la cocina, disfrutando de una taza de humeante y fragante café, su cabello oscurecido por estar húmedo por la ducha que se había tomado y las gotas de agua resbalando por su cuello, solo para ser atrapados por la suave toalla de algodón que colgaba en sus desnudos hombros…

 

Esto, Miyagi decidió, había sido una de sus mejores ideas.

 

“¡My sweet honey! ¡Buenos días!” Él se internó en la cocina y se inclinó para atrapar a su colega en un abrazo.

 

Allí estaba el parpado crispado. “Profesor…”

 

“¿Que? ¿Sin beso mañanero?” Miyagi se burló, luego rápido como un relámpago, le robó uno de la esquina de su boca.

 

Kamijou espurreó, pero sus mejillas estaban sonrosadas. Miyagi sonrió y batió una rauda retirada, antes de que las protestas del profesor asociado pasaran de avergonzadas, pero secretamente complacidas a absolutamente irritadas.

 

Miyagi estaba aprendiendo rápidamente exactamente dónde estaba el límite y se deleitaba en burlarlo en cada oportunidad.

 

“¡Y una jarra de café caliente ya esperando por mí!” declaró con exagerado deleite. “¡Esto debe ser verdadero amor!” Se ocupo a si mismo sirviéndose una taza, tarareando una alegre tonada en voz baja.

 

Kamijou refunfuñó algo ininteligible, pero casi con seguridad insultante. Miyagi sonrió un poco más ampliamente. Su profesor asociado estaba comportándose más como él mismo cada día que pasaba. “¿Ya has comido, Kamijou?”

 

“…No tenía hambre.” Había algo de petulante en su tono de voz.

 

“El desayuno es la comida más importante del día ¿Sabes? Vamos, te hare algo.” La cocina se invadió de sonidos del traqueteo de platos y de puertas de puertas de alacenas siendo cerradas. En poco tiempo, dos platos preparados fueron introducidas en la mesa del comedor.

 

“… ¿Tostadas?” Kamijou se veía incrédulo.

 

“¡Oye! Soy un soltero. No hay verdadero sentido en aprender a cocinar algo más elaborado si no tienes a quien cocinarle.”

 

Los ojos de Kamijou se detuvieron brevemente en la foto que se erguía encima del librero como para disputar contra ese argumento, pero no preguntó, en vez de eso se ocupó a si mismo con ponerle mantequilla en su tostada. “…Al menos no está quemada, supongo.”

 

Miyagi apreció la discreción. Discutir sobre su antigua maestra era algo para lo cual aún no estaba preparado para hacer.

 

Especialmente con Kamijou. Él era su maestra reencarnada – Su intenso amor por la literatura, su fiero temperamento, sus incomodas negaciones y su imperfecta armadura. La semejanza en sus manierismos era irreal algunas veces. Incluso ligeramente se parecían físicamente.

 

Él simplemente veía como Kamijou era totalmente su tipo – a pesar del pequeño detalle de su género. Pero, su colega tan sensitivo como estaba en ese momento, probablemente solo lo vería como una sustitución.

 

Miyagi se puso sombrío ante ese pensamiento, sorbiendo su café en un silencio pensativo. El aun encontraba a su subalterno llorando, algunas veces – lagrimas silentes en el baño o en la habitación, cuando este creía que estaba solo y nadie se daba cuenta.

 

Pero tal como cuando Kamijou veía la foto en el librero, Miyagi sutilmente nunca decía nada al respecto. Ellos eran hombres adultos. Ellos tenían sus propios secretos, y su orgullo.

 

“¿Qué hay de ti, Kamijou?” le preguntó, curioso. “¿Sabes cocinar?”

 

El respondió con un gruñido, luego después de un momento añadía, “Soy suficientemente bueno, pero no tanto para presumir. Nowa-” Se corto a sí mismo, sus ojos se vidriaron al recordarlo.

 

Miyagi tomo otro sorbo de su café – que ya se estaba volviendo tibio para entonces – y lo esperó.

 

Pronto, Kamijou se sacudió y rápidamente cambio de tema. “Oye,” murmuró, sonrojándose ligeramente aun si tenía la vista fija en los restos de la tostada a medio comer. “Estaba pensando… Si vamos a estar… así… entonces…”

 

“¿Entonces…?” Miyagi le daba pie.

 

Las palabras se tropezaban ante el apuro, como si cuanto más rápido pasaran, más rápido podría dejarlos atrás. “…Entonces tú también podrías llamarme por mi nombre.”

 

Miyagi sonrió. Todo está en las pequeñas victorias.

 

 

…………………

 

 

De alguna forma, se sentía como si se estuviera encarrilando de nuevo.

 

Lo cual no parecía tener ningún sentido para Hiroki, ya que parecía estar atascado en algún limbo inmobiliario. Por los últimos dos meses él había estado más o menos viviendo en el apartamento de su superior. El aun pagaba todas las facturas por su cuenta, volvía ocasionalmente al suyo para recuperar algunos libros en particular, recoger el correo y llevarse algunas mudas más abrigadoras mientras el clima empezaba a cambiar, pero raramente dormía o comía allí. Se había convertido en una bodega de almacenamiento glorificado.

 

“Deberías solo mudarte conmigo,” Miyagi le sugirió. “Estoy seguro que puedo encontrarle una habitación a todos tus libros aquí en alguna parte.”

 

“¿Y que terminen oliendo a cigarrillos en una semana? No gracias,” Hiroki se burló.

 

Habiendo dicho eso, era impráctico, teniendo todo otro apartamento que apenas usaba. Tal vez era paranoia, o algún valor sentimental persistente. Como cuando el mantuvo su apartamento previo por todo un año, por si de casualidad Nowaki podría volver y necesitara encontrarlo.

 

Lo cual no tenía mucho sentido en esta situación. Si tenía que ser lógico al respecto, deshacerse del lugar o al menos mudarse a uno más pequeño, sería la reacción apropiada. Despojarse de los recuerdos y cortar esa vía de contacto con su ex pareja. Y aparte ahorrar algo de dinero.

 

Miyagi se encogió de hombros y dejo el tema, dirigiendo su atención de vuelta a su libro. Ellos estaban sentados en el horriblemente incomodo sofá en forma de L, Hiroki con sus anteojos para leer posados sobre el puente de su nariz mientras examinaba cuidadosamente la pila de entregas para calificar que había traído consigo. Miyagi se había tumbado a su lado con una novela, gradualmente migrando hasta que termino con su cabeza encima del muslo de Hiroki. “Eres demasiado flaco,” le comentó, removiéndose en su lugar. “Estas en los puros huesos.”

 

“Disculpa por ser tan incomodo,” Hiroki se quejó. “¿Sabes? Tú tienes otras dos sillas y el resto del sofá para sentarte.”

 

“Aun así eres más cómodo. Ah, No sé porque accedí a comprarlo sin haberlo probado antes.”

 

Hiroki puso sus ojos en blanco, y volvió a revisar sus registros con las calificaciones marcadas. Esta es la primera clase de estudiantes de tercer año de la tomaba cargo – habiendo sido manejados exclusivamente por Miyagi en el pasado – y estaba poniendo el doble de esfuerzo para asegurarse de ser minucioso con sus observaciones.

 

Ahora él ya podía incluso pasar todo el día sin pensar en Nowaki. Con la seguridad del tiempo y la distancia, él podía ver que era para mejor. Siempre había sentido esa tensión en su relación – un profesor asociado y un estudiante donde ambos estaban en muy diferentes etapas de sus vidas. Nowaki había sido impaciente para alcanzarlo, y de ninguna manera Hiroki lo habría dejado alcanzarlo. A Nowaki en verdad le agradaban los niños, quería una familia, y Hiroki no podía sopórtalos. Nowaki era pura fisicalidad, abiertamente afectivo, y le gustaba salir al parque, e ir a caminar, o practicar deportes, mientras Hiroki estaría feliz con solo estar encerrado en una biblioteca con una pila de libros todo un fin de semana y vacilaba incluso de tomarle la mano en público.

 

Su relación habría muerto eventualmente debido a esos miles de pequeños cortes incluso si Nowaki no hubiese encontrado alguien más. De alguna forma, esto podría haber sido una misericordia.

 

Aun así, hubiese deseado que su ex pareja le hubiese dejado romper en sus términos. Entonces cuando él hubiera querido, y tomo la decisión de dejarlo ir. Pero él no quería ser ese tipo de hombre que constantemente miraba al pasado con esos “hubieras” y “tales veces”. Esto era la realidad. Él no podía ponerse melancólico y desanimado y consumirse como un cachorro abandonado enfermo de amor en un trágico cuento infantil. Él estaba listo para seguir adelante y aceptar el presente y poner todo ese sórdido asunto y todas sus malas decisiones en el fondo de su mente.

 

El dio una mirada al profesor usando sus piernas como una almohada con el rabillo del ojo.

 

Si él estaba siendo honesto, era solo gracias a Miyagi de que él había llegado a este punto tan pronto. Su gratitud era profunda, y Hiroki tenía que admitir que ya no era solo era confort y lujuria y respeto por la grandeza académica lo que lo retenía allí. En algún lugar en la mitad de ese complejo embrollo de emociones, había nacido un afecto genuino, cuando él estaba seguro que ya no era capaz de sentirlo.

 

Así que, por supuesto justo cuando el empezaba a recuperar algo de confianza, justo cuando el empezaba a sentirse cómodo, un escuálido mocoso con cabello color arena apareció en su oficina para estropearlo todo.

Notas finales:

Bien… ese ultimo pedazo… Tengo nervios… No tengo un buen presentimiento…. ¿Ustedes que creen? Me alegra que Kamijou este avanzando y este poniendo de su parte por adaptarse a algo que le aleje de la depresión, aunque fuera prácticamente forzado por Miyagi… Pero aun creo que todo paso demasiado rápido, tanto que creo que Hiroki no ha pasado todo el duelo apropiadamente para saltar a otra relación… Esperemos a ver que pasa con Miyagi porque siento que no es del todo claro el porque el busco eso con Hiroki, y esperemos que no sea por simple soledad…

 

Sobre “Mientras no tengamos rostro” solo puedo comentar que ha habido avances pero ya saben quiero que se encajen en la historia de forma fluida porque aunque no lo he decidido, quiero incorporar breves capsulas del punto de vista de otros personajes en cada capitulo a partir del próximo, tendrán que averiguar de quien se trata porque será en primera persona, pero el punto de vista principal siempre será el de Shinobu. Lo hare porque tengo pensado asi agilizar la dinámica de la historia, porque pienso hacerla mas corta o si no estaré de anciana terminando esta novela jeje. Asi que suplico paciencia por el siguiente capitulo. Es mas fácil traducir que continuar una historia propia asi sea con personajes prestados -_-

 

Agradezco Meloyan, me alegra que sigas esta historia y sigas pendiente de las aventuras y desventuras del pobre demonio Kamijou. Tambien agradezco a las lectoras fantasmas, espero que algún dia me escriban un lindo review o aunque sea para acosarme por mi otra historia, o para decirme que no les gusta, lo tomare con cariño. Listo! Los estaré esperando en el siguiente capitulo.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).