Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Lo no vivido por Yae

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Descargo de responsabilidad: Los personajes de Naruto-NarutoShippuden pertenecen a Masashi Kishimoto.

1.- A veces.

 

 

 

A veces Itachi podía dormir toda la noche, sobre algún mullido futón o la fría grava. Sin pesadillas que importunasen sus sueños, solo tendido ahí, laxo y en estado de alerta por si algún enemigo apareciera de improvisto tratando de atraparlo con la guardia baja.

No es que los malos sueños perturbaran su ya forzado descanso de todos modos.

Había pasado años aprendiendo a lidiar con ellos, tanto como para que al menos ya fueran “tolerables”, hasta el punto de no despertarse sudando y con un ataque de pánico. Se sabía un asesino y es consciente de ello, no es como si a un ninja se le pudiese colocar un denominativo distinto, cuando la mayoría de sus misiones terminasen con el cadáver de alguien derrengado a sus pies.

No obstante, no es lo mismo el acabar con la vida de un criminal desconocido, cuya horrorosa historia está escrita en reportes, a terminar con la vida de conocidos y familiares…

Al tímido primo que se encogía en hombros cuando chocaban en un almacén o la bondadosa tía que en más de una festividad te obsequiase caramelos…

No es lo mismo…

Arrastrarse como sombra de cuento de terror, emergiendo entre las tinieblas con una espada para degollar a todo ser viviente de hogar tras hogar.

Han pasado tantos años… Itachi cree que puede vivir o al menos sobrevivir con esos recuerdos, con las memorias que pese a sentir haber actuado en “automático” aquella noche, lo rondaban casi todo el tiempo. Apartar llantos desesperados y gritos furiosos tan profundo en su cabeza como podía, para sentirse como un mero espectador cuando las imágenes de sus propias manos arrastrando a niños pequeños desde armarios surcaban demasiado cerca.

A veces no conseguía dormir debido a ello.

Despertando asustado y con nauseas que lo movían desde el suelo, devolviendo lo que haya en sus vísceras junto a la sangre que se le escapaba debido a su enfermedad, sangre en sus manos… aunque sea la propia…

Era un color tan desagradable…

Y era probable que esas noches fueran donde más ansiara que alguien permaneciera a su lado hasta el alba. Sin ser menester que alguna palabra se pronunciara, solo necesitando silenciosa compañía… como la confirmación de que aún es un humano y no un monstruo que ocasionó el horror en decenas de personas como última imagen que grabasen sus retinas.

Cuantos desdichados Uchihas estarían maldiciéndolo desde el mas allá.

Sin embargo, casi nunca hubo alguien.

No hasta que Kisame fuese asignado como su compañero, el robusto shinobi fungió como la alarma necesaria para recordarse lo que aun debía hacer.

 

 

—Ten.

Sasuke colocó en el kotatsu maltratado la humeante taza de té.

—Gracias —asintió con gesto afable antes de tomar la bebida, repasando con sus grises ojos la sonda clavada en su brazo derecho.

Dando otro sorbito a su té.

Estaba dulce.

 

 

 

Debío mantenerse como una muralla inamovible para que cualquier akatsuki u otro se pensase dos veces el atacar Konoha por la razón que fuere, para que los rumores de su despiadado genocidio se mantuviesen como un hecho atroz que espantaría hasta a los shinobis más duros.

Porque sí.

La historia de un líder anbu que exterminó a su clan entero en una noche por haber perdido la razón y ansias de probar su capacidad, era mucho mejor que contar la lamentable verdad…

Como un niño de trece años había buscado desesperadamente ayuda para matar a todas las personas con las que compartía un vínculo sanguíneo, por órdenes de su Hokage, huyendo y siendo incapaz de arrebatarle la vida a la persona más importante en su miserable vida.

Sasuke.

Itachi había tenido incontables noches de arrepentimiento para idear una y mil salidas diferentes para lo que hizo. Y las halló…

Escenarios inventados donde esa masacre no existía, donde Shisui no se vería obligado a entregarle su ojo, donde quizá… tan solo quizá, todo sería diferente. Donde no tendría que haber empujado a su hermano por un precipicio de odio y venganza. Aunque Sasuke siempre tuviese razones para odiarlo, el quitar el exterminio de su clan, habría sido un gran avance sin duda.

Por eso decir que no se arrepentía de lo hecho sería una falacia.

Una más de tantas dichas en su vida.

Demasiado curtido en desgracias, más de siete años desde aquella noche, ya eran más admisibles los insanos recuerdos, gritar desolado en la noche ya no significaba una imperiosa necesidad.

 

 

 

—Le dije que no.

Sasuke le habló, inclinándose hacia un lado para atrapar la atención de Itachi, fija en algún punto inexacto en la pared, demasiado lejos de las ventanas.

Itachi entonces lo miró, apreciando en detalle la expresión más madura en su hermano menor, consecuencia de los horrores vividos y cometidos. Su tiempo en prisión solo los habían acentuado, ahora lucía como un shinobi capaz de enfrentarse a cualquier situación, por más espantosa que esta pudiera llegar a ser.

Esos rasgos de los que era enteramente responsable.

También observó su ropa, algo avejentada y repetida hasta el cansancio. Consciente de que la que usaba estaba en la misma situación. Itachi resopló, bajito como para no ser oído.

Eran exconvictos de guerra de todos modos.

—Yo le dije que si —musitó terminándose el contenido de su pequeña taza de barro cocido.

Sasuke chasqueó la lengua, retirándose de su alcance en tanto se ponía de pie.

—Hay otras maneras —replicó antes de comenzar a deambular de un lado a otro.

Itachi abrió la boca para responder, pero Sasuke amenazó con el sharingan activado, quizá presuponiendo el “aun eres un shinobi de Konoha” que diría para persuadirlo. Así que se guardó sus palabras, dedicándose mejor a ver la bolsa de su suero que goteaba colgando desde una mesa, un simple y oxidado clavo sosteniéndolo en alto.

Aún quedaba algo de tiempo.

—Kakashi tiene razón —argumentó en cambio cuando ya no quiso quedarse callado.

—Kakashi puede irse a la mierda, no necesito más sermones para reformarme —escupió sus palabras algo más molesto.

Itachi enarcó una ceja ante la reacción, Sasuke podía haber reconocido sus errores y tal vez por culpa aceptar una misión que lo mandase hasta los confines de la tierra durante años, sin embargo, era por completo intolerable a la idea de ser monitoreado como cualquier shinobi que debe lealtad a una aldea.

—Es solo una misión —intentó razonar esta vez, calculando la distancia a la que Sasuke dejase la tetera aun con té, confirmando que estaba demasiado lejos como para levantarse sin tirar del suero para ir por más.

—No lo es —menos furioso volvió a dejarse caer delante, con negros ojos ahora observándolo a detalle —son meses, Itachi. Tal vez más que eso.

Eso era cierto, asintió dándole la razón el aquel punto. Itachi bien sabía porque Kakashi sugeriría aquella “misión”, para poder comenzar a entregarles algo de dinero sin que los ancianos de Konoha entorpecieran su ya dificultosa gestión como Hokage tras la guerra. Itachi estaba convencido de que podían sobrevivir con lo que cultivasen en la árida tierra tras la vieja casa que habitaban, unas coles y zanahorias debían ser suficientes.

Pero Sasuke necesitaba vivir, no sobrevivir.

Eso estaba bien para alguien como Itachi, alguien que como él estaría satisfecho con delirios de persecución y susurros fantasmales que de seguro lo asaltarían si hubiesen regresado a vivir al barrio Uchiha en la aldea. Pero eran ideas demasiado demenciales como para hacer partícipe de ellas a su hermano.

A Sasuke.

Así que no tuvo replicas cuando su excompañero anbu sugiriese una misión, para empezar a desenlodar sus nombres ante el concejo de Konoha, que hipócritamente se espantó cuando se les informó de cada detalle ocurrido aquella noche de la fatídica masacre. Hacerlo delante de las demás aldeas sería aún más difícil, asi que todos deberían permanecer en la mayor ignorancia posible, es probable que por ello Naruto fuese el único impedimento para que algunos kages no reclamasen por un castigo mayor que unos meses en prisión, debido a los crímenes de guerra acumulados.

Naruto.

El único que se mantuvo fiel a sus convicciones casi hasta el punto de lo insano, Itachi agradecia que su hermano tuviese un… amigo así. Aunque la definición que el muchacho rubio parecía tener entre amistad y hermandad lo confundieran.

Solía visitarlos con fanatismo, sonriendo radiante cuando lograba que aceptasen los “obsequios” que traía de tanto en tanto.

Carne y vegetales como lo más recurrente, picando el gesto en el orgullo aun existente en Sasuke.

Itachi ya no tenía problemas con ello, su conciencia demasiado cínica como para rechazar la amabilidad de alguien tan honesto, preparando lo que este quisiera de comer como manera de retribución.

A veces se detenía a observarlo a conciencia.

Imaginando el futuro de Naruto de haber mantenido a sus padres a su lado. Pese a ello, su desinteresada abnegación hacia la aldea era admirable, sin que los maltratos y ofensas de los que fue blanco en tanto era un niño no lo afectasen ahora. Itachi se mantuvo al margen, echando vistazos esporádicos en aquel entonces cuando regresaba de sus misiones, para cerciorarse de que el hijo del cuarto Hokage estuviese “bien”.

No es que pudiese hacer más.

No es que su conflictuada vida de shinobi en esa época le permitiera más.

Ahora, Naruto, un héroe de guerra que había entablado las mejores relaciones con las demás aldeas, a la par de sus sorprendentes habilidades que mantendrían a raya cualquier intento bélico por los próximos años.

Vivían en un mundo plagado de guerras, a fin de cuentas.

 

 

—No iré.

La calmada voz de Sasuke lo devolvió a su entorno, los negros ojos de su hermano enfocados en su dirección, haciendo evidente el porqué de su decisión.

—Iré contigo —confirmó rápido, atreviéndose a posar su mano sobre el hombro derecho de su hermano menor, deseaba por una vez que Sasuke aun lo odiase, si es que en algún momento lo hizo, para que así al menos pudiese retomar su camino sin colocarlo como un impedimento.

Itachi planeó morir.

Estuvo planeando su propia muerte desde aquel momento en que decidió aceptar una misión tan estúpida como la de exterminar a un clan entero por una posible sublevación. No es que la enfermedad parasitando su cuerpo le permitiese mucho margen de maniobra.

Soportaría hasta poder elaborar el mejor escenario donde pudiese estar seguro de que Sasuke era lo suficientemente poderoso para mantenerse a salvo, arrancando esta vez él sus ojos para no ceder a la ceguera y volviendo como el asesino del genocida del clan Uchiha.

Podrían concederle un indulto y dejarlo volver.

Itachi estaba bien con eso.

Pero nada sucedió de esa manera.

Los escasos testigos de toda la verdad y la seguidilla de eventos mandaron por la borda su planeación.

Ah… hace tanto que nada le salía como lo planeaba.

Era un completo perdedor.

No le avergonzaba admitirlo, muy tarde había comprendido que hacerlo todo por su cuenta fue un fallo imperdonable. Nada digno de un prodigio cuyo intelecto y habilidades todos alabasen.

Quizá el recibir tantos elogios nubló en cierta manera su sentido común.

 

 

—¿Estás seguro? —Sasuke parpadeó, dudoso por sus exagerados intervalos de ensoñación.

Asintió—, lo estoy… —un; aun puedo ser un shinobi, ahogado antes de pronunciarse.

Itachi se sabía una sombra del ninja de renombre que fue una vez, el daño masivo sufrido tras su enfrentamiento a Sasuke y la guerra terminaron de agotar cualquier reserva que le quedase a su ya de por si debilitado cuerpo. Si bien Tsunade había conseguido la hazaña de volver a unir lo poco que quedase, el daño estaba hecho, sus ojos casi ciegos y su cuerpo demasiado tullido para soportar alguna pelea contra un adversario formidable otra vez.

Aunque aún fluyese chakra por sus canales internos, ni siquiera se atrevía a materializar el sharingan de nuevo, así que por ahora solo podía acumular toda la fuerza que restase, para el momento en que la necesitara en realidad.

Aun así, estaba cansado.

Demasiado agotado como para volver a levantar un kunai y fingir que dos guerras no habían envejecido su espíritu. Pudiendo verse como un “hombre” de veinticuatro años, pero sintiéndose como un anciano, tan agotado de la vida, que el quedarse a dormir bajo la sombra de un árbol sin temor a ser atacado era su mayor aspiración.

Los niños no deberían ser enviados a las guerras.

 

 

 

Sasuke volvió a levantarse, soltando un suspiro largo y procediendo a acomodarse el desordenado cabello.

—Es mejor que nada, así les cerramos la boca por el momento a esos ancianos. Pero no quiero a un anbu respirando en mi nuca, que corra a contarles a todos cuando maldiga a uno de esos seniles inútiles.

Esta vez le sonrió suave como respuesta, Itachi no podía calmar sus temores allí, era inconcebible que los mandasen de misión sin alguien que los supervisara. Siendo los últimos Uchiha, era demasiado pronto para que los dejen deambular por el mundo con tantos interesados en el sharingan, que, aunque no pudiesen arrebatarle nada a Sasuke, el simple hecho aún podría ocasionar algún tipo de tensión bélica innecesaria.

 

 

Itachi esperaba poder retirarse algún día, pese a tener latentes los sentimientos que lo moverían a defender su aldea si fuera necesario, añoraba pasar lo poco que le quedase de vida en alguna cabaña cerca de un lago, rodeado de algunas gallinas y huertos radiantes. Y sin poder compartir su sueño con nadie, era más que improbable que alguien pudiese relacionar una vida tan campirana con él.

 

 

 

Luego de aquel día comenzó a preparar lo poco que tenía antes de que marchasen a rumbos desconocidos, a pequeñas aldeas en los confines donde los enviarían hasta que Kakashi pudiese calmar lo más posible el descontento general y encontrar una manera de que pudiesen vivir de nuevo en la aldea.

O al menos eso fue lo que le dijo.

“—Renovaríamos el distrito Uchiha para ustedes”

Había mencionado como si fuese un buen soñador.

¿Pero realmente quería volver a vivir allí?

 

 

La puerta corrediza sonó haciéndole virar, Sasuke acababa de regresar con bolsas de papel en manos.

—Hablé con Kakashi —mencionó de inmediato, dejando las cosas sobre el agrietado kotatsu, una vez desparramadas, la carne seca y provisiones fueron visibles —me ha dado algo, necesitamos comprar muchas cosas. Dijo que no necesitamos presentarnos en la aldea antes de irnos.

Al decir aquello le vio morderse un labio, seguramente dolido de algún modo por tener que ser escondidos ante el ojo público, aunque fuera inevitable. Unas cuantas acciones heroicas no pueden borrar todos los rumores esparcidos durante años y más activamente durante la guerra, habían demasiados muertos y familiares de estos, que encantados escupirían improperios a cualquier Uchiha restante para responsabilizarlos por ello.

Madara era un Uchiha al igual que Obito.

Así que más terror no podía infundir cualquiera que llevase su apellido, porque, aunque se hacían hechos titánicos esfuerzos por ocultar su entera responsabilidad, las noticias volaban, los rumores las exageraban.

Los Uchiha siempre fueron como una bomba viva lista para estallar, para devorar todo a su alrededor como un demonio voraz y emular la peor desgracia del mundo. Tenían buenos antecedentes en ello, haciendo palidecer y minimizando masacres realizadas por shinobis de otras aldeas.

 

 

 

—Lo peor es la escolta —resopló relamiéndose los labios.

Itachi no tardó en tomar la tetera ya algo fría para servir lo que quedase de té desde el desayuno y ofrecerlo.

—Van a encajarnos a un par de anbus que no he visto en la vida —masculló enfadado en tanto bebía—, pero eso no es lo peor.

«¿Podría ser raíz?» Itachi se cuestionó por la expresión incómoda de Sasuke, inclinándose a un lado, severamente confundido.

—Irá Naruto.

Cuando soltó al fin aquel nombre, Itachi respingó. Casi soltándose a reír por el dramatismo de su hermano. Pero su afable expresión enternecida no duró lo suficiente.

¿Por qué Naruto?

Era un héroe de guerra, el jinchūriki de nueve colas. ¿A razón de que podrían mandarlo por ahí en compañía de ellos? ¿con que motivo?

Itachi se levantó con algo de lentitud palpando los escasos muebles para buscar la muleta que aun utilizaba para desplazarse, hasta que la cicatriz dejada por el enorme shuriken fantasma que Sasuke le clavó en la pierna durante su pelea, ya no entorpeciera su marcha.

—¿A dónde vas?

—A ningún lado, pero necesito hablar con Kakashi —explicó ahorrándose el honorífico de “san” usado con su excompañero.

—¿Tampoco te convence lo de Naruto, no es así?

—Vaya, vaya. En verdad eres un magnifico adivino, Sasuke.

Itachi abrió un poco más los ojos cuando la figura del sexto Hokage entrase por la puerta abierta, vestido tan casualmente con las ropas blancas como si no fuera un escándalo que estuviese donde estaba ahora.

—Itachi —su apenas perceptible venia hizo que Itachi se inclinara aún más a modo de saludo.

—Hokage-sama —como si aún debiera obediencia a un título, haciendo espacio para que el otro adulto se sentase en el lugar que ocupase hace nada.

—No me llames así, Itachi —sonrió aun debajo de su máscara, con claras intenciones de aligerar la situación.

Sasuke torció los labios optando por cruzarse de brazos, expectante por lo que su antiguo maestro tuviese para decir.

—¿Cómo va todo? —se decidió a preguntar primero.

—Bien —Itachi respondió, tomando una taza limpia para servir el cada vez más frio té que quedaba. Ofreciendo la bebida con cautela.

 

No es que la presencia de Kakashi allí lo incomodase, compartieron bastante antaño, como antiguos miembros de anbu, ambos eran por completo consientes de las decisiones “descabelladas” que en ocasiones los altos mandos debían tomar.

Exterminio.

Como el mejor ejemplo.

—¿Por qué Naruto? —Sasuke bufó, tomando un par de ciruelas que resbalaban de las compras que acababa de hacer para introducirlas en su boca y masticarlas con lentitud.

Itachi frunció levemente el ceño a sabiendas de que la fruta no estaba lavada.

—El insistió —Kakashi bebió de su té frío.

—¿Por qué?

Sasuke repitió su pregunta e Itachi comenzó a hacer conjeturas. No debería sorprenderle en realidad que Naruto insistiera en acompañarlos en cuanto supiese que Sasuke estaría involucrado, sin embargo, no era razón suficiente para que Konoha se permitiese la ausencia tan prolongada de su mejor arma…

Desde luego que no era correcto catalogarlo como tal, Naruto no era más que un adolescente atrapado entre circunstancias excepcionales.

Igual que Sasuke.

Arrastrados a responsabilidades exorbitantes desde demasiado jóvenes.

No era extraño porque un shinobi pocas veces llegaba a la vejez siendo por completo activo en sus tareas, la mayoría prefería retirarse como maestros o líderes de alguna aldea de ser posible, antes de perecer en el campo de batalla.

—Aunque Naruto insistió, yo estuve de acuerdo.

 

 

 

.

 

 

 

 

Notas finales:

 

Saludos.

¿Otro fic?

Así es, debo decir que siempre había querido escribir en el universo ninja, pero debido al final y a… Boruto. Como que seguí posponiendo la cosa.

Al final me dije; para eso están los canon divergentes. Y heme aquí.

Esto se podría considerar un “Slow Burn”, el ship principal sigue siendo NarutoxItachi, como esto es una divergencia, me tomaré algunas libertades sobre el canon que iré aclarando conforme vaya avanzando la cosa. Como creo que puedo asegurar que este es mi último long fic, los capítulos no tienen una extensión definida (me conocen, no suelo hacer capítulos demasiado cortos), aun así, habrá algunos más breves que otros.

Espero les haya resultado interesante, si es así nos leemos en el siguiente.

Cualquier duda o sugerencia es bienvenida, cuídense mucho y felices fiestas.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).