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La última noche del año por Sorgin

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Iruka no tiene problema para aceptar en su interior las cosas que calla en el exterior. Comprende perfectamente que fue él quien invitó a Naruto a pasar el fin de año en su casa, y que, por ende, era inevitable que Sasuke fuese arrastrado también, pero que Kakashi estuviese sentado en la que iba a quedar como la última silla libre de su comedor es algo que aún no acaba de entender.

No puede negar que se conocen muy bien, quizás incluso demasiado. Lo que empezó como una enemistad y peleas verbales, en las que ambos se infravaloraban, acabó en un intercambio de puñetazos fruto de la rabia y la frustración. Sucedió una noche en la que Kakashi llegó tarde a entregar un reporte lleno de errores, sangre y oliendo a alcohol, Iruka le recibió con mala cara, gritos y recordándole lo inepto que era. Estaba seguro de que el mayor le había pegado más por decir en voz alta aquello que a solas le atormentaba que por su impertinencia. Le echó en cara que era culpa suya no haber podido retener a los tres gennins, que fue su inutilidad la que les hizo dispersarse en la inmensidad de ese mundo ninja, quedando a la suerte ante los peligros que podrían sorprenderlos en aquel mundo hostil.

El primer puñetazo estuvo a punto de romperle la mandíbula, de hecho, le partió un diente. Pero en lugar de recordar que a quien se enfrentaba era al ninja de los mil jutsus y alejarse lo más deprisa posible lo que hizo fue devolver el golpe sorprendiendo al otro. Kakashi continuó arreándole con todas sus fuerzas y él correspondió en igual medida hasta que le retorcieron el brazo y lo inmovilizaron con él a la espalada. Su cuerpo se movió solo, alzó el trasero y se rozó contra el pene de su contrincante y cuando éste aflojó un poco el agarré sorprendido, aprovechó para girarse empujarle contra una pared, bajarle la máscara y meterle la lengua hasta el fondo. La reacción no se hizo esperar y menos de treinta segundos después estaba subido en la mesa con Kakashi comiéndole la boca y la ropa desapareciendo por momentos.

El polvo fue corto, malo e intenso. Ninguno dijo nada cuando acabaron, ni siquiera se despidieron. Kakashi recogió los muebles, dejó lo que habían tirado de mala manera sobre el escritorio y sin acabar de vestirse se teletransportó lejos de allí. Y él, simplemente chistó cabreado y colocó aquello que faltaba en su lugar para marcharse de allí despacio, como si nada hubiese sucedido.

Un par de días después el ninja de los mil jutsus, entregó un nuevo reporte, en las mismas pésimas condiciones que el anterior, pero Iruka solo suspiró y le pidió quedarse a rehacerlo. Volvieron a quedarse solos al cierre, y aunque no hablaron sobre lo sucedido la tensión en el ambiente era palpable. Especialmente cuando Kakashi le rozó el moratón de la mandíbula, que él mismo había causado. Fue un gesto delicado que hizo que ambos cruzaran una mirada de comprensión. Tan solo una disculpa por parte del mayor no hizo falta más para que esa noche acabaran en el apartamento del moreno donde el jounin se quedó dormido entre las sábanas.

Podría haberle echado, pero no tuvo valor para hacerlo al ver sus pronunciadas ojeras y sentir cómo sus brazos se aferraban a él con desesperación. Así comprendió que ambos se sentían solos y culpables por aquello que no pudieron evitar. Aquella mañana le invitó a desayunar sin hacer preguntas ni comentarios groseros, simplemente fingió que era normal que el otro estuviese allí. Y así sus extraños encuentros se convirtieron en rutinas, aunque no estaba en sus planes celebrar las fiestas con él. Eso fue cosa de Naruto.

El rubio sonrió con alegría cuando le invitó a presenciar lo que definió como la gran humillación de Kakashi-sensei. Sasuke había sido arrastrado, literalmente, de vuelta a la aldea. Y tras un coscorrón por parte de la quinta y un juicio en el que se desestimaron los cargos ya que, por mucho que dijesen que se había marchado voluntariamente, todo el mundo había visto como era sacado en un barril sellado, se concluyó que no se le podía acusar de ningún cargo contra Konhoja, salvo la de ser tonto de solemnidad. Un par de meses de vigilancia y la condena de tener a Naruto veinticuatro horas a su lado fueron suficientes para darlo por rehabilitado y obligarle a unirse a los escuadrones de misiones. Y, sin embargo, quedaba el mismo problema con el que se había encontrado Naruto en el pasado, Sasuke seguía siendo gennin. Como medida excepcional, y ya que ambos habían ayudado a salvar el mundo, se les concedió el título de jounin, pero para el portador del Kyubi eso era del todo injusto y provocó lo suficiente al moreno como para que aceptase enfrentarse a su antiguo maestro y quitarle los cascabeles. Lo harían juntos como un equipo, habían invitado también a Sakura, pero está se había reído y negado a partes iguales, aunque aceptó acompañarlos para curarles las heridas después, y es que si no hubiese sido por ella hubieran perdido sus brazos en su último y estúpido duelo.

Iruka también fue invitado a ver el espectáculo y se maravilló de lo mucho que sus pequeños habían cambiado. Aunque se notaba que jugaban más que peleaban no por ello dejaba de ser espectacular. La velocidad que utilizaban era asombrosa y por un momento Naruto fue capaz de igualar las habilidades del cuarto Hokage, sin embargo, en ningún momento le robó a Sasuke el honor de recuperar los cascabeles. Tardaron casi cuarenta minutos y para cuándo lo consiguieron la ropa presentaba rasguños, quemaduras y manchas de sangre. Sakura cumplió lo prometido y les curó e Iruka les proporcionó un pequeño tentempié y toda el agua que pudieron beber.

Era el último día del año y la muchacha se disculpó para marcharse a prepararse ya que esa noche cenaría con su familia. Sus primos, sus abuelos, sus tíos se juntarían en una velada familiar que al resto les parecía extraño. Sasuke era el único que recordaba las felices fiestas al amparo de una extensa familia. Naruto nunca lo conoció y el moreno creció solo junto a sus padres. Solo al mirar a Kakashi se dio cuenta del dolor que también le invadía al recordar a la familia pérdida. Aun así, todos se alegraron por la jovencita y la despidieron con frases corteses cargadas de buenos deseos. Fue cuando ésta desapareció que Naruto se permitió girarse y confrontar a su compañero de equipo. Iniciando la frase con un insulto cariñoso le informo que cenarían juntos esa noche y cuando el otro trató de oponerse le colocó un dedo en los labios y le aseguró que Iruka-sensei ya contaba con él y que habría comida de sobre. Y en ese momento una pequeña bombilla se encendió en el cerebro del menor.

- ¿Con quién vas a cenar Kakashi-sensei? - Fue la frase lapidaria que trastocó los planes de todos.

- Con unos amigos. - Respondió mostrándose feliz, pero Naruto le señaló con el dedo y expuso lo que todos pensaban.

- ¡Pero si tú no tienes amigos! - Kakashi abrió los ojos desproporcionadamente y Sasuke se llevó una mano a la cara mientras Iruka le gritaba que era un irrespetuoso y que se disculpará. Pero todos sabían que Naruto decía la verdad.

Esta sería la primera Navidad desde la muerte de Asuma y Kurenai cenaría con su hija en casa de sus padres. Guy cenaría con la familia de su alumno Lee y a él se le acotaba el círculo de amistades con las que podía contar en aquellas fechas, seguramente para aquella hora Anko e Ibiki estarían borrachos. Y Tenzo andaba de misión junto a Sai.

- No vas a cenar solo está noche Kakashi-sensei. Eso sería muy triste y nosotros te queremos mucho. ¿Puede venir a cenar Iruka- niisan? - La nomenclatura con la que se refirió a él les dejó a todos descolocados y sin embargo el aludido se encontró cabeceando alegremente. - Ves, ya está solucionado. Cenaremos todos juntos. - Con una sonrisa enorme en el rostro Naruto les dejó marchar tras arrancarles la promesa de llegar a una hora concreta.

Aquella tarde Iruka tuvo más trabajo del esperado. Con ayuda de su hiperactivo ex-alumno preparó una cena mucho más elaborada de la que tenía en mente. Los entremeses fueron colocados con esmero y se utilizó la vajilla de fiestas, además de vestirse con un kimono que hacía tiempo no lucía. Iruka se peinó con un moño bajo y Naruto trató de que todo su pelo quedase arreglado, pero al no conseguirlo lo mantuvo como siempre.

Sasuke llegó apenas unas horas después de despedirse dispuesto a ayudar en lo que hiciese falta. La ropa que traía se notaba que había pertenecido a Itachi, pero nadie hizo comentario alguno. Naruto recogió el pastel que este traía y lo metió en la nevera sorprendido de que hubiese conseguido algún dulce con tan poca antelación, fue entonces cuando comprendió que se trataba de un pastel casero y se alegró de que Sasuke tuviese tantos recursos. Kakashi llegó poco antes de la hora acordada, para sorpresa de todos quienes creían que deberían esperarle muertos de hambre.

El hombre vestía con un elegante atuendo típico, pero su cabello húmedo goteaba sobre sus hombros. Con la delicadeza de un buen profesor Iruka le regañó por poner en peligro su salud y corrió a buscar una toalla con la que envolverle la cabeza. Naruto por su parte le quitó las botellas de sake que traía y las metió a enfriar. El moreno quiso protestar por el alcohol, pero al mirar de nuevo a sus dos antiguos alumnos se dio cuenta de que hacía mucho que habían crecido y de que probablemente aguantarían el alcohol mejor que ellos mismos.

La cena transcurrió alegre entre anécdotas y cumplidos para el anfitrión y su menú. También el postre de Sasuke tuvo su momento de gloria e Iruka se sorprendió al sentirse tan a gusto en tan variopinta compañía, a pesar de las protestas de los jóvenes por no poder ver el rostro a quien fuese el capitán de su equipo. Y es que, a pesar de comer con aparente normalidad ninguno de ellos logró descubrir aquella carta. El hombre río y se disculpó mil veces, pero justo cuando iba a quitarse la máscara para gozo de sus antiguos alumnos, Naruto se cayó sobre la mesa armando un gran estruendo y el momento de la revelación pasó sin consumarse.

Iruka se carcajeó al escuchar las protestas de Sasuke, quien infló los mofletes, ofendido. A su lado el rubio trató de disculparse mientras maldecía su suerte y el hombre buscaba poner las entre los dos. Más que una maldad la máscara en el rostro de Kakashi era una costumbre. El espejo le recordaba cada mañana lo mucho que se parecía a su padre y esa apariencia que al principio le creaba resintiendo había terciado ahora en añoranza, así que al final sin pensar mucho en ello se la dejó puesta.

Los cohetes comenzaron a sonar y el cielo se iluminó con brillantes colores. En el jardín los perros del jounin miraron al cielo con curiosidad mientras sus oídos descansaban del estruendo gracias a un jutsu de contención de ruido cortesía del clan Inuzuka. Kakashi e Iruka tomaron asiento en el porche mientras que Naruto arrastró a su amigo hasta el jardín y gritó de júbilo señalando los que más le llamaban la atención, hasta que fueron los gritos de Sasuke, insultándole lo único que se escuchó.

- ¿Y qué esperabas que hiciese? - Cuestionó a modo de disculpa. - La tradición dicta que si le robas un beso a una persona en Año Nuevo seréis una pareja feliz y unida el resto del año. Eso significa que no tendré que preocuparme por que vuelvas a intentar escapar de aquí.

- Pero ¡cómo pueden salir tantas tonterías de tu boca! Para empezar, ¡Tú y yo no somos pareja! ¿Y para que iba a irme ahora que empiezo a sentirme a gusto aquí?

- ¡Lo ves Sasuke! Es por el beso, esta funcionando. ¡Deja que te de otro para asegurarnos de que la magia funcione todo el año! - Gritó y el moreno se sonrojó violentamente ante el comentario mientras le empujaba lejos de sí, aunque sin demasiada fuerza.

- Déjame en paz dobe. – Pidió sonrojado.

- Nunca. Te amó teme. – Declaró con firmeza y Sasuke le dio un suave beso para poder callar los nervios que aquella declaración le habían provocado.

- Por fin. - Susurró Iruka girándose para enfrentar a Kakashi y comentar la bochornosa declaración de amor que acaban de presenciar, pero los labios del jounnin sobre los suyos fueron suficientes para silenciarlo.

Allí, con los ojos cerrados, el gran ninja del que se narraban leyendas alabando su valor, se encontraba temblando, esperando el rechazo que sabía tendría que llegar. Asustado, vulnerable, confundido. Iruka tardó unos segundos en procesar la información sin estar seguro de si lo que les unía era la soledad, la lujuria o algo parecido al amor. Temeroso correspondió al beso notando como el cuerpo del otro se relajaba. No sabía cómo definir aquella relación, pero estaba seguro de que lo descubriría a lo largo del año.

- Feliz año nuevo Iruka-koi. - Se arriesgó Kakashi y todo se fue a la mierda en la cabeza del moreno al darse cuenta de que ya el también estaba enamorado.

- Feliz año amor mío.
Notas finales:

Feliz año a tad@s, os deseo que el que próximo sea mejor qu el anterior.


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