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Invierno por Helsic

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Notas del fanfic:

¡Bienida(o)s a una nueva historia... aunque no es tan nueva jaja. Resulta que di con un fanfic que escribí en el 2001 y creí había perdido. ¡Pero lo encontré en una página viejísima de yaoi y decidí releerlo! Como era de esperarse, el fic estaba lleno de errores de ortografía y redacción, sin contar que, se sentía muy OOC ya que el mundo de KOF ha cambiado mucho y durante la época existían muy pocas traducciones de la historia del juego. Sin embargo hay muchas escenas que me gustan y la trama general del fic también es linda. Es un fic bastante romántico y lo quise corregir, editar y volver a publicar.

1. DESTINO

 

Aquella mañana de invierno había sido inusitadamente fría a pesar de que la estación apenas comenzaba, un adolescente de cabellos castaños tatareaba una canción, mientras seguía el ritmo golpeando un pie contra el borde de la cama con los ojos cerrados. Con los audífonos dentro de sus orejas y su banda de rock favorita a todo volumen, intentaba olvidar la molestia que sentía.

Él teléfono vibró en su bolsillo y lo miró con desgano. Había un mensaje de Benimaru.

"Te espero hoy en mi casa a las 6 de la tarde. NO TE ATREVAS A FALTAR"

Kyo arqueó una ceja releyendo el mensaje, adivinando que el rubio quería celebrar su cumpleaños, era bastante obvio y aunque Kyo no estaba de humor para celebrar nada, Benimaru no tenía la culpa de la situación por la cual estaba pasando con su familia. Así que se obligó a responder el mensaje prometiendo que estaría en su casa sin falta.

Se levantó con una sensación de vació en el estomago, bajo las escaleras de madera con adornos dorados y finalmente llego a la sala principal de la mansión Kusanagi, en ella habían unos enormes sofás de color azul índigo con un par de cojines, en la mitad, había una mesita de vidrio con un adorno floral que servia para colocar el Té cuando venían las visitas. Observar esa sala le traía malos recuerdos.

No le gustaba mucho estar en su casa , no desde el día en que Saisyu le comunicó que debería matar al último descendiente del clan enemigo, en ese momento inclusive había deseado escapar de casa e irse a vivir solo, sin embargo siendo un estudiante, si se iba de casa y se independizaba ¿Cómo iba a conseguir trabajo para pagar una renta? No era tan tonto como para salir huyendo de casa sin pensar en las consecuencias.

Kyo recién había cumplido 14 años, cuando Saisyu le había llamado a su despacho y con una expresión seria le había invitado a sentarse. Como siempre su padre llevaba el kimono verde olivo con el emblema de la familia bordeado en las mangas. Su madre Shizuka estaba sentada a un lado de su padre en el tatami vistiendo un sobrio kimono con delicados bordados florales.

- Siéntate hijo, lo que debo decirte es de suma importancia – Kyo obedeció y se sentó en silenció – Como sabes, eres el último descendiente y has mostrado gran habilidad controlando el fuego ancestral de la familia desde muy pequeño – Comentó sobándose la barba – Así que debes convertirte en el nuevo líder de Clan Kusanagi , yo ya estoy viejo para estas cosas...-

- Eso ya lo sabía... – Replicó Kyo con una mueca, para nada le gustaba el hecho de responsabilizarse de un clan tan grande, en realidad no le gustaba ningún tipo de responsabilidad.

- Sin embargo, el clan Enemigo, también tiene a un último descendiente que se convertirá en el próximo líder... – El joven Kusanagi miró a su padre algo desconcertado, sabía la historia de ambos clanes porque lo habían hecho estudiar libros aburridos y antiguos desde pequeño.

- Eso también lo sabía ¿A donde quieres llegar con esto? – Comentó con desidia Kyo mientras cruzaba su pierna derecha sobre la otra y observaba como su madre empuñaba las manos sobre sus piernas con fuerza conteniéndose.

- Tienes que matarlo – Respondió Saisyu sin más preámbulos. Los ojos de Kyo se abrieron como platos con la sorpresa y se levantó, simultáneamente Shizuka también se levantó como para calmarlo pero Kyo avanzó un par de pasos hacia su padre.

- ¿Qué? – Exclamó el adolescente de cabellos castaños – ¿Tengo que matar a una persona en pleno siglo 21 por el prestigio de mi clan? – Saisyu asintió aun rascándose la barba cosa que lo enfureció - ¡Es una locura! – Gritó agitando sus brazos, su madre intentó calmarlo abrazándolo, pero Kyo se soltó del abrazo con brusquedad.

- La muerte de cualquiera de los dos decidirá cuál clan es el mas poderoso – Comentó Saisyu sombríamente como si no le importara en lo mas mínimo que su hijo corriese peligro – El torneo de KOF será el escenario perfecto para ello -

-¿Y lo dices tan tranquilamente? ¿Es que acaso no te importo? – Chilló Kyo mientras sus ojos se tornaban vidriosos sintiendo que el miedo lo envolvía. Siempre había tenido claro que su padre le había entrenado desde pequeño con la intención de defender el clan en caso de un enfrentamiento con los Yagami, pero ¿Matar a una persona? ¡Su padre no podía estar hablando en serio!

- Eres fuerte Kyo – El padre hizo una pausa y luego continuó – Lo derrotaras porque confío en ti y en el poder de nuestra Familia – El joven Kusanagi cerró los ojos tratando de controlarse para no hacer algo estúpido, sus manos temblaban y sentía como el fuego en su interior se revolvía inquieto gracias a la intensa rabia mezclada con miedo que estaba experimentando. ¿Cómo era posible eso? ¿Como podía su padre decidir su futuro sin consultarle a él primero?

- ¿Y si me niego a pelear? – Protestó nuevamente abriendo los ojos con fiereza, retando a su padre con la mirada, su madre le miró acongojada, sus ojos estaban vidriosos también como si estuviese a punto de llorar, ella comprendía perfectamente sus sentimientos pero no había nada que pudiese hacer en contra de una tradición de más de mil años.

- Él te matará... – La voz de Saisyu sonó vehemente. Kyo tragó saliva con los músculos de su cuerpo tensionados – Tu decides Kyo, obedeces a tu padre y al clan, o mueres en las manos de Yagami-

Kyo empuñó las manos con fuerza recordando todo lo sucedido en el despacho, habían pasado muchos años desde esa conversación, Kyo estaba a punto de cumplir 19, ya no era un niño impresionable y comprendía perfectamente las implicaciones de lo que significaba su responsabilidad como heredero y portador de la sagrada espada Kusanagi. Sin embargo entender la situación no significaba 'aceptarla', el moreno seguía sin poder asimilar la idea de matar a Iori solo por una estúpida tradición.

No era que le cayera bien el pelirrojo ni nada por el estilo, pero simplemente no quería matarlo, el no era un asesino. ¿Porqué no podía vivir una vida normal como cualquier otro chico de su edad? Kyo estaba dispuesto a renunciar a los lujos y las riquezas de su familia, si esto le permitía vivir una vida normal. Poco le importaba heredar esa mansión o tomar decisiones por el clan.

Continuó su camino por el lago pasillo cuyo piso era de madera, pasó por el lado de una empleada que se encontraba agachada brillándolo, esta lo saludó con una venia, Kyo le sonrió sin ganas y se dirigió a la cocina, allí abrió la nevera, buscando algo para desayunar .

Cogió una rodaja de pavo relleno y lo metió entre dos panes tajados untándole mantequilla y crema de queso haciéndose un emparedado.

- Si querías algo de comer me lo hubieras dicho – Comentó una voz desde su espalda – Hubiera llamado a un sirviente para que llevara un desayuno de verdad a tu habitación – Shizuka se encontraba de pie vestida de manera casual con un kimono sencillo color rosa claro.

- Yo puedo solo, no soy un bebé – Contestó de mala gana mordiendo un pedazo de su emparedado – ¿Que quieres? -

- Solo quería darte un feliz cumpleaños hijo y decirte que toda la familia se reunirá hoy para... – Kyo la cortó maleducadamente con un gesto de su mano.

- No quiero – Ella bajo su cabeza con una expresión claramente triste – No quiero que me celebren mi cumpleaños y tener que aparentar que soy feliz – Shizuka iba a protestar pero Kyo continuo – Iré a casa de Benimaru –

- Pero hijo...hace mucho tiempo que no compartimos tiempo familiar con tus tíos y primos – Se quejó la madre

- No me interesa - Contestó secamente y terminándose el emparedado con un par de bocados, salió de la cocina para encerrarse de nuevo en su habitación, dejando a su madre sola.

Odiaba tratar a su madre de esa manera, siempre había tenido una excelente relación con ella, sin embargo no lograba perdonarle el hecho de que, ella apoyase a Saisyu en la estúpida idea de continuar con la tradición. ¿Porqué tenía que seguir las órdenes de unos ridículos viejos anticuados?

El invierno apenas comenzaba, pero a pesar de ello, esa mañana una buena capa de casi 30 centímetros de nieve había caído en toda la ciudad, aún así no se sentía del todo mal ese frío, Kyo había dejado la mansión momentos después de terminarse el desayuno y había terminado caminando por las concurridas calles de Osaka. Llevaba sus manos enguantadas en los bolsillos de su abrigo color crema y bajo ella un suéter de lana de cuello de tortuga negro. Quería estar solo, por más que trataba no podía apaciguar la molestia que sentía para con sus padres.

No soportaba el hecho de que controlaran así su vida.

Porque mandarlo a matar a Iori Yagami ciertamente era una forma de controlar su vida. Lo peor de todo era que, desde el primer torneo en el que Iori había aparecido, no había dudado en amenazarlo de muerte, lo que dejaba en claro de que el heredero del clan de la luna si estaba dispuesto a acabar con su vida.

Kyo suspiró, recordando que las únicas palabras que había cruzado con él eran insultos. En otras circunstancias hubiera querido ser amigo del pelirrojo, o por lo menos no haberlo conocido nunca y vivir sin el temor y la angustia de saber que si no lo mataba seria asesinado por el de todas maneras.

Alzó el rostro y divisó un pequeño café en la esquina de la calle contraria, con el frío que hacia un café caliente no estaría nada mal. Aún faltaban un par de horas para la cita en casa de Benimaru así que decidió matar el tiempo en un lugar cálido. Atravesó la calle y finalmente llego a la pequeña cafetería.

***

No sentía el frío de la nieve, a pesar de que los copos ocasionalmente caían en su rostro, en realidad se había acostumbrado a tal punto a ese perpetuo frío interno que parecía recorrer sus venas, que la temperatura externa le tenía sin cuidado. Desde que el fuego púrpura se había manifestado en su interior, esa sensación de frío se había instalado en su cuerpo y ni siquiera en los días más calurosos de verano desaparecía. Por eso, caminar por las frías y concurridas calles le tenía sin cuidado, con las manos en los bolsillos, Iori intentaba ignorar esa inquietud que se había formado en su pecho.

Sin darse cuenta se detuvo frente a una cafetería. La tibieza que prometía el interior de la misma le llamaba y sintió un irresistible deseo de entrar y tomarse algo caliente.

El interior estaba cálido y la gente conversaba animadamente en las mesas, una camarera se le acercó y le pidió disculpas por la falta de asientos, solo había un puesto libre en una mesa donde estaba sentada otra persona. Iori divisó la mesa al fondo, al lado de una ventana, había un abrigo color crema sobre el asiento y se encogió de hombros dándole a entender a la mujer que no le importaba. Iori solía ignorar a la gente a su alrededor de todas formas.

Se sentó en asiento libre y se desabrochó el abrigo, la camarera le ofreció el menú y se alejó a atender otras mesas. Iori traía una camisa color vino-tinto y una bufanda gris, mientras ojeaba el menú distraídamente se fue desanudando la bufanda, entonces la persona a la cual pertenecía el abrigo blanco había regresado a la mesa y cuando el pelirrojo levantó el rostro con expresión indiferente, sus ojos rojos se encontraron con los avellana que lo miraban con el mismo desconcierto.

- ¿Qué demonios? - Exclamó Kyo frunciendo el entrecejo con expresión sorprendida, venía del lavabo y justo se encontraba a Iori Yagami sentado en su mesa. ¿Cómo podía tener tan mala suerte?

Iori observó a Kyo de arriba a abajo como sin dar crédito a lo que veía, de todas las personas en el mundo que podían haber estado sentadas en esa mesa ¿Como podía ser el maldito de Kyo? Ni siquiera cuando lo buscaba a propósito lo encontraba tan fácil.

Por un momento pareció como si Kyo no se fuera a sentar, pero luego con una mueca molesta el moreno se dejó caer en la silla y se cruzó de brazos en silencio. La camarera volvió con una humeante taza de capuchino para Kyo y la dejó en la mesita, luego miró a Iori expectante, el pelirrojo recordó que aún no había ordenado y pidió un té negro con leche de soya sin azúcar. La chica volvió a retirarse con una venia cortés.

Ambos jóvenes se quedaron en silencio, como si realmente no encontraran nada que decir. El Kusanagi simplemente no sabía qué hacer, porque definitivamente no quería pelear con Iori, no en esa cafetería y mucho menos en su cumpleaños. No tenía idea de porqué el pelirrojo le había buscado en ese sitio, pero lo más probable era que quisiera pelear, al fin y al cabo esa era la única razón por la cual lo buscaba.

La camarera volvió con el pedido de Iori y lo dejó sobre la mesa. El vapor del té negro y del capuchino se elevaban en el aire mezclándose en algún punto, finalmente fue Iori el que dirigió su mano, cogió la taza atrayéndola hacia sí mismo y bebió.

- ¿Qué pasa Kyo? – La profunda e inquietante voz del pelirrojo lo sobresaltó un poco - ¿Por qué no te tomas tu capuchino? – El tono irónico estaba presente en su voz – ¿Te incomoda beberlo en la misma mesa conmigo?

- ¡Tch! – Bufó Kyo, cogió despreocupadamente la taza con su mano izquierda y se la llevo a los labios – Te crees demasiado importante – Agregó bebiendo un poco del exquisito café italiano – Además ¿Qué carajos haces aquí? ¿No puedo ni tomar un café en paz sin que me hostigues? -

Iori frunció el ceño sintiéndose molesto por la implicación. No había ido a ese lugar en busca de Kyo, aquel encuentro había sido pura casualidad, pero era natural que Kyo reaccionara de esa manera, luego del KOF96, Iori le había buscado en un par de ocasiones para retarlo en el colegio.

- Tú eres quien se cree demasiado importante – Comenzó Iori con sarcasmo - No he venido a buscarte, al parecer el destino nos hace una mala jugada – Le informó.

Era extraño pero en ese momento no sentía el usual deseo de pelear con él. Era como si, las voces en su interior se hubiesen cayado y pudiese pensar con claridad. Kyo soltó un bufido claramente incómodo con la situación. Entonces el pelirrojo notó algo mientras observaba la expresión enojada del castaño.

Podía sentir la energía de Kyo.

La energía emanaba de su cuerpo y lo envolvía haciéndole sentir tibio, aplacando el perpetuo frío en su interior.

¿Cómo era eso posible? Pensó llevándose el té a los labios, ignorando a Kyo quien había sacado su móvil y parecía estar escribiendo un mensaje. ¿Porqué la energía de Kyo se sentía tan agradable? Parpadeó cayendo en cuenta de que, sin ser consciente de ello había sentido la necesidad de entrar a esa cafetería, porqué el calor que emanaba Kyo lo había llamado. Era como si su fuego lo llamara.

Frunció el ceño y desvió la mirada hacía a un lado recordando que, a veces sentía un implacable deseo por buscarlo y pelear. El deseo podía aparecer de repente y sin aviso, como si fuese una necesidad, algo que interrumpía lo que fuera que estuviese haciendo, para obligarlo a ir en busca de Kyo. Había comenzado a sentirse así desde principios de ese año y no comprendía muy bien porqué. ¿Tendría que ver con su energía?

- Esto es muy extraño – Dijo al fin Kyo luego de lo que pareció una eternidad y ambos llevaban las bebidas por la mitad. Iori había estado sumido en sus pensamientos, intentando analizar que era lo le hacía sentir la energía de Kyo y el castaño sin darse cuenta de ello, lo había observado en silencio preguntándose que carajos pasaba por la mente de su rival en esos momentos. Ciertamente resultaba fuera de carácter ver a Iori 'tranquilo' y pensativo.

- ¿Qué cosa? - Preguntó Iori de manera distraída, se había quedado mirando su taza.

- Que no pareces un perro rabioso – Comentó Kyo con tono burlón – No me habría imaginado que el Yagami que conozco, pudiese comportarse civilizadamente en una cafetería -

- Eso es porqué no me conoces – Respondió Iori, su rostro pensativo cambiando a uno de molestia otra vez.

Kyo abrió la boca y luego la volvió a cerrar pues no encontró nada suspicaz que decir, Iori tenía razón, no lo conocía. El pelirrojo había aparecido en su vida hacía dos años y antes de eso, había sido como un especie de 'coco', con el que sus padres lo asustaban cuando era pequeño, siempre había escuchado hablar del la existencia del heredero del clan de la luna, pero solamente hasta el torneo de KOF95, esa idea de quien era él, se había materializado. A parte de la intrincada historia de los clanes, Kyo no conocía a Iori como persona.

De hecho hasta ese momento ni se había imaginado a Iori teniendo necesidades básicas como cualquier otro humano, como buscar un sitio caliente para pasar una gélida tarde invernal.

- No es mi culpa que siempre te comportes como uno – Se quejó Kyo desviando la mirada hacía un lado y tomando la taza entre ambas manos, el capuchino se estaba enfriando y el heredero Kusanagi se concentró fugazmente en calentar las palmas de sus manos sin llegar a crear llamas, Iori lo notó y parpadeó al sentir la concentración de su energía – Siempre que nos encontramos quieres pelear ¿Cómo habría de conocer alguna otra faceta tuya? -

La energía que emanaba de las manos de Kyo, era invisible para el resto de comensales en la cafetería, pero Iori podía ver un brillo dorado que envolvía la taza y generaba una agradable tibieza que se esparcía hacía él y lo envolvía.

- ¿Qué haces? - Se quejó Kyo cuando Iori había colocado una mano sobre la suya. La mano de Iori se sentía increíblemente fría, como la mismísima nieve que caía afuera. Arqueó una ceja desconcertado y el pelirrojo retiró la mano tan rápido como la había puesto sobre la suya.

Acto seguido Iori se levantó de la mesa abruptamente, tomó su abrigo y se fue del lugar sin decir nada más.

***

Iori observó la nieve tapizando el suelo de ese parque, algo en la blancura perfecta de sus cristales lo transportaba a la dicha, en los días nevados, cuando la gente sensata se resguardaba abrigada en sus casas, el salía a caminar por las calles. De niño también amó la nieve, en las mañanas gélidas y en las tardes opacas, correteaba por el pequeño bosque que bordeaba la mansión Yagami y solo regresaba cuando su padre le obligaba a continuar con su odioso entrenamiento.

Se había alejado ya lo suficiente de esa cafetería, había deambulado por las calles por casi una hora, deseaba alejarse de lo que fuera que la energía de Kyo le hacía sentir, porque era demasiado agradable y no le gustaba sentirse así cerca de la persona que tenía que matar.

Su padre nunca había sido claro sobre la razón por la que debía encargarse del heredero Kusanagi, sin embargo desde que había cumplido 6 años, le había obligado a entrenar. Recordaba los constantes gritos iracundos de su padre cada que Iori invocaba el fuego anaranjado para defenderse. Sin importar la situación, siempre terminaba malherido, porque su padre se enfurecía al ver las llamas doradas brotar de sus pequeñas manos, pero el no tenía la culpa, el fuego se manifestaba para protegerlo, era producto del miedo que le producían los ataques de su padre.

- No... no lo hago a propósito ¡Lo juro! - Se había quejado el pequeño Iori, que no tenía más de 8 años en ese momento. Takehiko lo miró con el ceño fruncido, sus ojos rojos entrecerrados en una expresión tan fría como el mismísimo helaje del invierno. Le había atacado con una serie de puños en el pecho y en el estomago, el pequeño pelirrojo se había aguantado las ganas de llorar, pero no había podido controlar que el fuego dorado se manifestara en sus manos, envolviéndolo como en una barrera protectora. El fuego siempre acudía a él en momentos de estés y miedo.

- ¿Cuántas veces debo repetirte que no debes invocar ese fuego? - Exclamó su padre con expresión severa y una llama púrpura se formó en su mano iluminando la habitación tenuemente – Enfréntame con el fuego de un verdadero Yagami -

- Pero... ¿Cómo? Por más que lo intento... - Gimoteó Iori haciendo desaparecer las llamas doradas, estaba a punto de llorar, sentía un nudo en la garganta pero temía que si lloraba su padre se enojara aún más ¿No era eso como demostrar aún más debilidad?

- Si no puedes controlar el fuego púrpura, nunca podrás derrotar al heredero Kusanagi – Sentenció su padre – Así que deja de quejarte y atácame como se debe -

- Pero... - El pequeño pelirrojo se miró las manos nerviosamente, su padre seguía de pie en medio del dojo, vestido con su acostumbrada hakama negra con enormes medias lunas blancas en las mangas, Iori sabía que estaba esperando que lo atacara con una técnica Yagami, pero él no estaba seguro de poder invocar las llamas púrpuras. Estas nunca habían acudido a él, por más que lo había intentado.

- ¡Te he dicho que me ataques! - Gritó Takehiko y la voz atronadora le envió un escalofrío que lo hizo temblar de miedo. Tragó saliva mordiéndose el labio inferior y corriendo hacía su padre con las manos abiertas como garras.

Fuego dorado una vez más surgió de sus manitas.

Y Iori no estuvo seguro de si esta vez iba a poder aguantar las ganas de llorar. Su padre había esquivado los garrazos y contrarrestado su fuego dorado con el púrpura, una explosión se creó cuando ambas llamas se habían encontrado y el cuerpo de Iori fue lanzado un par de metros hacía atrás en el tatami.

Su visión se había vuelto borrosa. Probablemente gracias al golpe que se había dado en la cabeza. Luego de eso había perdido el conocimiento.

No le gustaba rememorar su niñez, pero en ese momento le servía para recordar el porqué odiaba a Kyo y el porqué, matarlo era la única manera de librarse de esa maldición. Si mataba a Kyo iba a poder vivir su vida como quisiera. Podría dejar atrás el legado de su maldito padre y ser completamente libre.

Su mano se aferró a la pequeña caja que tenía guardada en el bolsillo interno de su abrigo. Haber compartido un momento tranquilo con Kyo de esa manera tan casual y haber experimentado la calidez de su energía, había sido completamente inesperado. Lo único que debía sentir hacía el castaño eran ganas de acabar con su vida, no había espacio para nada más.

Levantó la mirada y el sol invernal pareció burlarse de él desde el cielo. Los rayos del sol no le alcanzaban, no lograban calentarlo. Solo la energía de Kyo lograba eso.

Sonrió amargamente, comenzando a caminar de nuevo.

Continuara.

Notas finales:

 

Notas finales:

Ok, para quienes no conozcan a fondo la historia de KOF, me he tomado algunas libertades basadas en especulaciones de cosas insinuadas por SNK, más no confirmadas al 100%. En el final de la KOF96 Iori produce llamas doradas y Chizuru explica que, el clan Yagami (Antes llamado Yazakani) en el pasado compartió el mismo fuego que el clan Kusanagi, pero solo cuando aceptaron el pacto con Orochi, el fuego se volvió púrpura. Sin embargo, Iori al parecer, puede escoger que fuego usar a voluntad.

En una de las novelas oficiales de la KOF97, se explica que el fuego Kusanagi esta derivado del sol y por consiguiente es como una energía cálida que atrae a los seres vivos. También en la novela explican que el poder de Kyo le permite exorcizar malos espíritus con sus llamas. Ya que su energía tiene una habilidad purificadora. Entonces me gusta imaginar que esa es la razón por la cual, Iori se siente atraído hacía la energía de Kyo. Ya que Kyo tiene el poder de purificar a Orochi y aliviar su dolor.

En la novela de la KOF98, Iori es 'guiado' por las llamas/energía de Kyo hacía él *-*

FANART:

Kyo de 14 años sin poder asimilar las órdenes de su padre.

Iori de 8 años ;O;

Iori quitándose la bufanda en la cafetería.

Kyo 'calentando' el capucchino con las manos *-*


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