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Angra Mainyu por Mascayeta

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Kingsley escuchó a la mujer que durante años apadrinó en el ministerio, la misma que en una tarde le acabó su vida y su carrera.

Hermione Granger se distinguió desde joven como alguien inteligente, demasiado noble y resiliente a los cambios que se presentaban ante ella, nunca abandonó a Harry y a Ron en las aventuras suicidas que Dumbledore les impuso como parte del entrenamiento en contra de Voldemort, desde los once años.

Por eso, decidió tenderle una mano, adiestrarla, enseñarle lo básico sobre leyes, pronto se vio mostrándole el manejo completo del ministerio y del Wizengamot, una lástima que en la ceguera ocasionada por el orgullo que sentía por las múltiples felicitaciones que recibía cuando se conocía un logro de su pupila. La vanidad bien está determinada como uno de los peores defectos del humano, y él no estaba exento de sentirla.

Por eso, ahora postrado en esa cama, oyendo a la Hermione, sin poder moverse, pero consciente de todo lo que ocurría a su alrededor, tuvo ganas de llorar, de ver qué tantos sacrificios por el dichoso bando de la Luz y el Trío de Oro de Dumbledore, únicamente le dejaron soledad y una sentencia de muerte de la propia mano que una de las líderes y ejemplos de lo que significaba libertad.

—Ministra es cierto que el estado de salud del señor Shacklebolt no presenta mejoría, y que hemos encontrado problemas en algunos órganos, pero ¿desconectarlo?, eso podría considerarse como asesinato.

—Es morir con dignidad —refutó Hermione cansada de la actitud del medimago, y al cual no le puso mucha atención en lo que le mostraba sobre el diagnóstico médico, su intención era disminuir el riesgo de una visita de Bertha Vogel y que descubriera la maldición que aplicó en quien fue su tutor—. Mire doctor, la familia del paciente lo abandonó por un delito que cometió, nadie sabe de esto, y para su fortuna, para la comunidad mágica él falleció antes de mi posesión. Le pregunto ¿Le parece justo que se enteren de ese incidente y lo lleven a Azkaban?

El mago se quedó mirando a Kingsley, con tristeza tuvo que darle la razón a la castaña, al igual que muchos en San Mungo, admiraba al hombre que allí se encontraba, claro que sabía la acusación que lo separó de su familia, para el personal médico del hospital que presenciaron la situación que se dio ese día fue horrible ver como la recuperación temporal del ministro, se detuvo convirtiéndolo en el “vegetal” que era ahora.

Hermione Granger no merecía la posición que ostentaba, era una vulgar arribista, una sabelotodo que pocas personas lograron ver debajo de esa actitud de “buena amiga” de Harry Potter. El medimago agradeció que la soberbia de la ministra evitara que lo reconociese como uno de los Hufflepuff que estudió en con Dennis Creevy, si contaba con suerte nunca la volvería a ver después del día siguiente, así que no perdía nada con exponer sus pensamientos.

—Le daré la razón, pero para que la imagen de Kingsley Shacklebolt se mantenga. Es mejor que en su tumba se digan sus logros y se evada la falsa acusación que una oportunista sangre sucia le hizo.

Granger por fin le colocó atención, fijó sus ojos en los del medimago que le mostró la tabla con el pergamino que debía aprobar para que la desconexión del paciente se hiciera, a más tardar, al día siguiente.

Se despidió tan pronto tuvo el requerimiento, luego enviaría la información de la hora, por si desea despedirse o avisarle a alguien del procedimiento. Hermione le agradeció, regresando su mirada al mago en la cama, en ese instante sintió lástima por Shacklebolt, la protegió y le enseñó bastante de política, desafortunadamente, no siguió su propio consejo, y confió demasiado en quien instruía como sucesor. Un digno relato que se asemejaba a la historia de Séneca y Nerón, la diferencia de ella con el emperador romano, es que no permitiría que su tutor escapara de la sentencia, y muriera cuando él lo decidiera.

—Sé que me escuchas, la maldición mantiene el cuerpo en estado vegetativo dejando el cerebro consciente de lo que ocurre en su alrededor —Kingsley pensó como la adorada ratón de biblioteca de Dumbledore, al fin comprendió que la magia no era blanca u oscura, simplemente era magia utilizada con fines correctos o incorrectos—. Me gustaría decir que lamento que mueras, pero no arriesgaré que la Asesora del C.I.M. sepa que estás aquí y descubra lo que te tiene así.

Hermione pasó su mano por la frente del moreno, se dedicó a recordar los buenos momentos y a agradecerle por lo enseñado en los años que estuvo bajo su cargo, sin embargo, como bien se lo recalcó, hay ocasiones que la única manera de obtener beneficios de una situación es desviando las reglas, y él era demasiado honesto para hacerlo.

Por su parte, Shacklebolt prefirió echar en saco rota las frases melosas e hipócritas de la joven, en su mente se despidió de las personas que amó, y que por las mentiras de Granger, se alejaron. Su esposa, sus hijos, le dieron la espalda y él simplemente no pudo defenderse de la infame acusación. Rogaba a Merlín que cada una de las acciones de Granger las pagara en vida, merecía sufrir como lo hacían sus víctimas, una muerte rápida como la Voldemort o Bellatrix, sería un premio que no merecía.

—Lo único que me entristece es que no veras los cambios en el Mundo Mágico, pronto lo abriremos a los muggles, muchos desean conocer las maravillas que aquí guardamos.

El sarcasmo de la frase le planteó a Shacklebolt la probabilidad de que morir era una ventaja, pero también que las personas que quedaban, junto a todo ser mágico, sería convertido en un espécimen para estudiar y comprobar los beneficios que podrían extraerse de ellos, o bien, se tendría una nueva temporada de cacería de brujas, lo cual era más noble que meterlos dentro de un recipiente de vidrio para estudiarlos.

—Vendré mañana, tengo entendido que la señora Shacklebolt dejó un porcentaje para tu estadía aquí, ya sabes —se rió con descaro Hermione provocando el desespero imposible de expresar por parte del moreno—, para el pago del servicio de salud. Es increíble pensar que un hospital como este siga como un “elefante blanco” sacando dinero del Ministerio, pronto se convertirá en una clínica privada para los pocos sobrevivientes, si quieren tener el servicio, deben pagar por este.

Granger siguió hablando de los cambios que tenía planeado realizar, Kingsley seguía preguntándose para quien los haría, en el tono de voz de la castaña veía como sus sueños de grandeza y la necesidad de ser reconocida por la comunidad mágica, dieron como resultado alguien similar a Voldemort y a tantos mandatarios que embriagados de poder, eran incapaces de medir las consecuencias de sus actos y fijarse en los errores de sus planes para corregirlos a tiempo…

Debió quedarse dormido, porque el moreno no sintió cuando Granger salió de la habitación dejándolo sumergido en la tristeza y soledad que le embargaba desde que fue confinado a esa situación, la noche posterior a la ceremonia de presentación de los candidatos a Ministro, ¿Cuántos meses habían pasado? 

La cuenta la perdió después de que su esposa se fue, no quería torturarse por un recuerdo manipulado, una equivocación que se llevaría a la tumba. Lo mejor era dormir hasta que al día siguiente lo desconectaran de esas máquinas muggle que él mismo dio la orden de instalar, creyendo que de esa manera los magos podrían obtener una mejor calidad de vida. Al menos tendría de consuelo que Hermione por más que quisiera olvidar su origen, Bellatrix dejó la marca de deshonra en el brazo, una con la viviría por siempre. Esa idea le permitió buscar el reparador sueño, ya iría donde Merlín a rendir cuentas, al menos su muerte no sería dolorosa.

De repente Shacklebolt percibió como la habitación se enfriaba, un visitante que regresaba a despedirse, la misma muerte lo acompañaría en su viaje sin regreso, y no simplemente lo esperaría en la puerta del Seol.

—Tu aprendiz es hábil con la magia oscura, y eso que es una bruja de luz.

Curioso que la voz que escuchaba era la del menor de los Malfoy, eso se denominaba ironía, pero nada le sorprendía, Lucius pronto lo vería en el mismo lugar, así que era un recordatorio que no importaba de qué lado estuviese en la guerra, todos terminaban bajo tierra, comidos por gusanos y pudriéndose.

—Abre los ojos Kingsley, ya es hora de ir por tu venganza. 

La orden fue acatada de inmediato, pero no fue lo único que hizo el moreno, se levantó con rapidez para dirigirse al baño, transcurrieron unos treinta minutos para que Draco lo observara salir secándose el rostro y la cabeza recién rasurada.

—Perdón la demora, pero necesitaba un buen acicalamiento, los hechizos limpiadores nunca igualaran un buen baño—. Draco sonrió desde el sofá donde se hallaba sentado acariciando el mango del bastón que lo hacía lucir similar a su progenitor, solo que este era un Dragón cuyos ojos lucían dos piedras de luna—. Te escucho Malfoy, y espero que la propuesta sea convincente.

—Esa noche no me delataste, tal cual como te pedí le dijiste al heredero Black de mi presencia, una que ignoró hasta hace unos días —Kingsley comprendió a quien tenía enfrente, era el Vengador, pero a diferencia de esa ocasión ahora parecía uno con el platinado—. Draco es mi protegido, nadie y menos la sangre sucia le hará daño, pero necesito pruebas de alguien más, y ahí es donde tu ayuda se hace imprescindible.

El exministro escuchó la historia de la divinidad, el trato era sencillo, Angra se encargaría de Granger, de que él pudiese reencontrarse con su felicidad, a cambio de conocer como Molly Weasley atrapó a su hermano, el gran Aramazd.

—El dinero no es problema, aquí tienes una bolsa mágica de donde puedes sacar lo que requieras —Kingsley agarró el monedero en cuero con el sello de Gringott y el número de la bóveda, la fortuna de Bellatrix y Rodolphus Lestrange—. Un placer hacer negocios contigo, ya sabes, los que están de mi parte puede obtener la justicia sobre quienes la merecen.

El moreno asintió con la cabeza, conjuró su Patronus para llamar uno de los colaboradores más fieles que tenía dentro del Ministerio,  Malfoy le extendió la mano, la corriente helada y la sensación de que sus secretos estaban siendo revisados con minucia se hizo palpable una vez más, igual que esa noche que significó su sentencia de muerte por ayudar a Hermione Granger.

Las voces en el corredor determinaron a los hombres dentro de la habitación que era la hora de concluir el encuentro, cuando entró la Auror Innia Vane, el abrazo le demostró que no se equivocó en escogerla como su confidente. El medimago cerró la puerta con llave, pidiéndole a Kingsley que le permitiera hacer los respectivos análisis mientras daba gracias a Merlín por la recuperación milagrosa, en la misma medida que le ofrecía su completa colaboración en lo que necesitase, desde fingir su muerte hasta sabotear a la “dientes de castor”.

El exministro escuchó la carcajada limpia y sincera de Draco, sólo cuando era un niño de diez años en un evento donde Lucius y Narcissa lo llevaron, pudo ver esa expresión tanto en él como en sus padres, tan contagiosa que de pronto todos se vieron riendo. Kingsley le agradeció, y una vez más Angra lo comprobó, Shacklebolt era un buen ser humano.

 

La mañana siguiente trajo con el respectivo dolor de cabeza de la resaca de Harry por la forma como bebió al saberse tan cerca de su mayor deseo, salió de la habitación encantada con el sello de poder de los Black para encontrarse de frente con Ginevra que lucía radiante, hacía demasiado tiempo que no veía a su esposa como algo más que la asesina de James, pero esa mañana tenía algo extraño, retrocedió cuando la sintió sobre sus labios, sin embargo, no lo hizo a tiempo, siendo atrapado en un demandante beso que correspondió aunque su mente le gritaba que se detuviera.

—Mis padres se excusan por lo de anoche —dijo Ginny al separarse limpiando el labial que quedó alrededor de la boca de Harry—. Toma un baño, te espero abajo, y para que puedas leer lo que una lechuza del Ministerio te trajo.

—¿Hermione?

La pelirroja negó explicando que a todo el que había tratado de desatar el paquete de la pata del ave, esta lo atacó.

Para Harry el mensaje debía ser de la Asesora determinando la hora del encuentro en el Ministerio, así como la llegada de Malfoy. En el instante que pensó en el ojigris, un ardor en su omoplato lo aturdió, al ver de nuevo a Ginevra, se le hizo tan hermosa como en sexto año, le sonrió deslizando los dedos por el brillante cabello, se le asemejó a una llama.

Para la menor de las Weasley el percibir ese amor de nuevo en los ojos de Harry, fue el mejor de los regalos. Amaba a sus padres, pero cualquier cosa era opacada por conseguir la atención de su obsesión, porque hace mucho lo reconoció, el amor que sentía por el ojiverde era enfermizo.

Sostuvo la mano de Potter que la atrajo hacía sí pidiéndole acompañarlo en el baño, ella rió de manera seductora, claro que anhelaba estar de manera íntima con su cónyuge, pero también quería conocer el contenido de la carta del Ministerio, así que Ginevra prefirió actuar con sensualidad para dejarlo deseando por más.

Quince minutos después Harry se encontró con Hermione y Ginny en el comedor, el ambiente era tenso entre las dos mujeres, la lechuza se acercó al azabache para estirar la pata donde estaba atado un pequeño paquete reducido, al quitarlo se transformó en un portafolio donde se mostraban las condiciones que la Asesora del C.I.M. colocaba para que el niñero de los Potter Weasley fuese recibido en horas de la tarde.

De igual manera, se encontró con una noticia que le cambió el semblante.

—Murió Shacklebolt en la madrugada —susurró con tristeza, era de los pocos Aurores amigos de Dumbledore que sobrevivieron a la Batalla de Hogwarts—. Debido al estado de su cuerpo optaron por cremarlo de inmediato.

—¿Estado de su cuerpo? —cuestionó Hermione extrañada por la afirmación, el día anterior el mago se veía bien.

—Según el informe de los Aurores, Kingsley tenía destrozado el hígado y los riñones, prácticamente murió por una deficiencia en el funcionamiento de los dos órganos. Una enfermedad silenciosa.

No hubo más comentarios, sin embargo, para Hermione no pasó desapercibida la interacción de la pareja, el comportamiento de Harry distaba mucho de lo normal, parecía bajo un hechizo de amor, lo cual comprobó cuando el azabache comenzó a asentir ante el requerimiento de Ginevra de revisar las bóvedas y hacer el papeleo para que ella pudiese también ser la albacea de los niños, incluido Teddy.

Un apasionado beso fue el punto final a la muestra de poderío de la pelirroja sobre Potter, Granger desvió la mirada procurando que su rival de amores creyera que se daba por vencida, nada más alejado de la realidad, lo que sea que haya utilizado, ella lo descubriría para utilizarlo en contra de la Weasley, aún tenía cartas en la manga que le darían el triunfo.

No obstante, en ese instante tendría que aparentar, la venganza por la humillación de la noche anterior sería un plato que iba a disfrutar tan pronto como viera a Ginevra en una celda en Azkaban, a Molly y Arthur igual que como los conoció, sin un galeón viviendo en el pabellón psiquiátrico de San Mungo, hasta que la deuda por su actuación consumiera la fortuna Prewett y enriqueciera la propia.

A las diez de la mañana la Ministra y Potter llegaron al despacho de Bertha Vogel, al entrar donde la bruja se encontraron con Pansy Parkinson y Blaise Zabini. Para Harry no fue sorpresa, pero para Granger sí, quien comenzó a pensar que ese día podría marcarlo como el peor de su existencia.

La Asesora explicó que debido a las condiciones en el tratado que se firmó, el señor Malfoy completaría el pago de su deuda con trabajo.

—Señora Asesora el contrato decía que tan pronto él cediera su fortuna, iría a Azkaban, junto con sus padres.

—La corregimos Ministra, los señores Malfoy rindieron declaración en el ministerio francés, sus recuerdos fueron suficientes para demostrar que NUNCA vendieron a su hijo.

La afirmación de Zabini hizo que Granger apretará los puños, el informe le fue entregado por Vogel que se mantuvo impasible mientras la veía leer. La castaña negaba cada una de las afirmaciones, nada de lo que planeó para destruir a los Sangre Pura —como se lo propuso desde que dejó Hogwarts—, le estaba saliendo como deseaba.

—¡Es mentira! ¿Me puede explicar que significa esto?

—Ministra —dijo Pansy con una gran sonrisa—, el señor Malfoy hace meses no es la cabeza de los Sagrados Veintiocho, es James Isolt IV, quien reside en Nueva York, y ejerce sus deberes a través de su mejor amigo y apoderado, es más, creo que usted conoce muy bien a esta persona.

Hermione se sostuvo de Harry que le ayudó a sentarse para que pudiese entender lo que Parkinson seguía narrándole la vida de los Isolt y por qué estaban en América.

La actitud soberbia y llena de satisfacción de la azabache le dolían a Granger, debido a que se dio cuenta que siempre tuvo el poder en las manos, pero que no supo reconocerlo.

—Como lo oye señora Granger, quien está designado como cabeza de los Sagrados Veintiocho, y que usted denigró tantas veces es el Sangre Pura Cameron Weasley nee Sandoval.

La respiración de Hermione se volvió superficial, estaba teniendo un ataque de pánico, no podía pasarle esto. Comenzó a llorar aferrándose a Harry que le pedía calmarse, ella bufó divertida, el ojiverde solicitaba algo imposible.

Granger dio por sentado que todo saldría según sus planes, debía demasiado dinero a empresas de muggles para las cuales trabajaban mestizos, sangre sucias y squib, a quienes engañó prometiéndole una venganza sobre quienes pertenecían a una sociedad que los rechazó e insultó, separándolos de todo lo que ganaron con años de esfuerzo, facilitando que les deportaran o exiliaran.

No le quedaba más que aceptar las disposiciones, cuando firmó los pergaminos accediendo a lo ordenado por el C.I.M., también se le prohibía hacer cambios en el Estatuto del Secreto, ya que ella era una Ministra temporal hasta las elecciones, las cuales se fijaron para realizar en un plazo máximo de seis meses, tiempo en el que se abriría una investigación sobre cada uno de los candidatos, incluida en el proceso, por lo tanto, sería separada del cargo que asumiría Bertha Vogel.

Una vez se legalizaron los convenios, la asesora procedió a enviar la información a El Profeta, la única parte que mantendrían en reserva sería la del niñero de los Potter, uno que fue llevado al despacho bajo estrictas medidas de seguridad.

Harry al ver a Malfoy hizo un gesto de dolor por la marca en su espalda, maldita Ginevra, a pesar de querer estar con su destinado el hechizo le provocaba sensaciones negativas hacía él. Era irónico saber que ahora que lo tenía en sus manos, la pelirroja encontró la manera de interponerse de nuevo entre ellos.

Draco percibió la corriente cálida proveniente de Potter, era similar a la de Angra en cuanto a la magia ancestral, sin embargo, la tristeza que removió a la divinidad dentro de él, que le indicó que el ojiverde estaba siendo manipulado por un encantamiento.

«Te dejaré disfrutar de Scorpius y de Albus, pero cuando necesite tu cuerpo, lo tomaré sin avisarte, como anoche».

Draco sonrió mentalmente, no podía reflejar sus emociones delante de los presentes, tenía la entrada a la casa de Potter y estar al lado de su hijo para recuperarlo, si debía entregar su cuerpo y el control total de su mente, lo haría sin dudarlo, con tal de poder disfrutar ser padre.

Granger no era tonta, había asegurado la totalidad de lo que quedaba de la minada fortuna Malfoy, pero no contenta con eso, dejó por escrito el interés que tenía de poseer a Potter a través de sus hijos, era claro que si quería adoptar a Scorpius, lo haría también con Albus, y muy a su pesar, Teddy tarde o temprano sería abandonado por el matrimonio.

Draco levantó las manos para que le quitaran las esposas, el Auror Largman realizó la operación leyendo sus derechos y deberes en el tiempo que cumpliese su labor en la casa del Salvador del Mundo Mágico, miró a su nuevo guardián preguntando por la madre de los niños, Ginevra Potter.

—Mi esposa no tiene injerencia en la crianza y cuidado de mis hijos, cuando estemos en la casa te explicaré lo que debes saber, ¿Puedo hacerlo señora Vogel?

La bruja asintió, terminaron de legitimar el asunto para marcharse, la única que se le prohibió retirarse fue a Hermione, la castaña suspiró con hastío, ese día hubiese sido mejor no salir de la cama.


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