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Makenai por Almogavar

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Notas del capitulo:

Tengo años sin escribir nada nuevo, espero disfruten esta historia. 

Basado en Sailor moon de Naoko takeuchi

 

Makenai

 

By: Almogavar

 

 

 

 

 

Episodio 1: Los hermanos Kou

 

Había pasado gran parte de la tarde encerrado en su habitación, tratando inútilmente de guardar para sí las ganas de gritar y que el estrés abandonara de una vez por todas su cuerpo, de reojo observó el reloj en la mesilla, aún faltaba poco más de 4 horas para que las clases terminaran, seguramente Taiki estaría pegado como lapa a Seiya.

 

Que complicado era tener un estúpido recelo a su hermano, porque pese a todo lo quería.

 

Frunció el entrecejo y se levantó finalmente de la cama en la que aún seguía recostado, el aroma a sexo aún era evidente en él, desnudo avanzó por la habitación hacia el ventanal, sin pudor alguno lo abrió de par en par y la brisa le despejó la frente, los espesos mechones grises se expandieron y ahogó un grito cuando le vio ahí.

 

Apoyado en una de las esquinas, fumando un cigarrillo, el entrecejo fruncido y un rictus de asco en los labios.

 

Lo observó detenidamente, grabando en su retina cada aspecto de él.

 

Esos cabellos chocolate.

 

El brillo acerado en la mirada violeta.

 

El uniforme de la escuela desarreglado.

 

Permitió que cruzara la calle y con sus propias llaves abriera la puerta, aun quieto, con los dedos aferrado a las cortinas, desnudo lo esperó.

 

El primer golpe le tumbó a un lado, dolió mucho más ver el inicio de lágrimas en él, la decepción le obligó a cerrar los ojos y permitir que hiciera de él lo que quisiera.

 

No tenía la más mínima intención de defenderse, ni de dar una excusa que ni siquiera él llegaba a comprender del todo, se había dejado llevar, no había un culpable en esto, seguramente de nada le serviría a Taiki escuchar que la primera vez, que “SU” primera vez no había sido del todo consensuada. Que incluso había sido él quien le orilló a beber de aquella copa cuando lo vio besando suavemente los labios de una compañera de grupo inferior.

 

Las otras veces contadas como escurridizas, trató de pasar desapercibido ante el asedio de Jack, ante las llamadas y mensajes constantes, ante las veladas amenazas.

 

Jamás creyó desear que no frenara cuando lo hizo, cuando desde su altura le vio, aun con la furia, aun con los puños apretados.

 

-Nunca creí que me avergonzaría de ser tu hermano…- Espeto apenas en un murmullo, aquellos ojos que solo eran cálidos eran un espejo pulido en el que podía observarse, desnudo, abrazado a sus piernas, con sangre en el mentón y esas lagrimas que no sintió caer.

 

Se incorporó lentamente, Taiki tomó la ropa desperdigada en la habitación aventándosela en la cara.

 

Comenzó a vestirse, aun aturdido por todo lo que había pasado.

 

Sintiéndose extrañamente libre.

 

Porque a partir de hoy ya no tendría que fingir.

 

Aunque para ello había pagado caro el haberles fallado.

 

Taiki aun de pie le daba la espalda, incapaz de controlarse, la furia había sido la que opacó las demás sensaciones.

 

Se odió mucho más de lo que despreciaba en ese momento a Yaten.

 

Y un terror visceral se disparó cuando le vio tomar cada una de las prendas que había a la vista con la intención de irse. Algo hizo clic en él y esa moral de la que tanto le orgullecía palideció.

 

Era rabia pura la que lo llevó a teclearlo y aventarlo a la cama, la camisa aún estaba sin abotonar y el terror en la mirada de su hermano era tal que solo le excitó más.

 

Posicionarse entre sus piernas resultó adictivo, quizás no debió haber presenciado la escena un par de horas atrás cuando le vio justo de la misma manera en la que estaba ahora. Las mejillas sonrosadas en la pálida piel, aquellos ojos tan vivos, los labios entreabiertos.

 

-¿Crees que te dejare ir así de fácil?....-

 

Aunque lo deseó no pudo gritar, había tal seguridad en él. La ira bullendo, la rabia deformando ese rostro.

 

Solo cerró los ojos y un reguero de calientes lagrimas bajo por su sien.

 

-“Tu no”…- Pensó, gritó dentro de su mente, rompiéndose a su paso aquello que aun mantenía intacto.

 

-¡¡¡Tadaima!!!...-

 

El grito de Seiya congeló a Taiki, dando oportunidad a Yaten de tomar la mochila y salir corriendo de la habitación, pasando a un desconcertado oji azul quien trató de seguirle.

 

-¿Qué fue lo que paso?...- Sabia sin tener que ver que Taiki estaba ahí, tal como lo había sospechado, callado, incapaz de sostenerle la mirada, recriminándose por lo que estuvo a punto de hacer y odiándose por estar molesto con Seiya al haberlo evitado.

 

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Kentaro sabia que cumplir caprichos no era lo suyo, caminaba por la calle burlándose de si mismo, ya no era hora siquiera para que Yomi estuviera despierto, antojado de un helado que sabia no estaba en la nevera.

 

Había por lo menos 3 secciones de esa calle totalmente oscuras.

 

El alumbrado era pobre y justo esa noche la luz de luna era opacada por negros nubarrones que auguraban tormenta.

 

Un relámpago de pronto se dejo escuchar y un estremecimiento le cortó la respiración cuando vio una escena que se le antojo como un deja vu.

 

Aun de espaldas era difícil no reconocer en él a quien años atrás fuera el causante de la tristeza de su hermano.

 

Tenia ahora acorralado a un chiquillo quizás un año mayor que su hermano, esos dedos alrededor de su cuello, la mirada perdida del otro chico lo cegó, no había un motivo para tener que intervenir, pero lo hizo, atrás quedaron las bolsas del supermercado.

 

No necesitó intervenir.

 

Le soltó al escuchar quizás ruido de sirenas.

 

El chico resbaló por la pared.

 

Y entonces la lluvia se dejo venir, fuerte, inclemente.

 

Y aun en medio pudo ver esos ojos de un verde que jamás había visto comenzar a cerrarse.

 

Y sin importar que no le conocía avanzó hacia él, alzándole en brazos no pensó en nada más que en ponerlo a salvo.

 

Cuando llegó Yomi le esperaba, con un par de toallas y el desconcierto en sus pupilas.

 

Pese a eso dejó que pasaran al departamento y en silencio le ayudó a secar a su inesperado invitado.

 

-Te explicaré mañana…- Prometió, afanado en secar al chico que había dejado en el sofá. Las mejillas lucían rojas como manzanas y comenzaba a delirar.

 

Estaba seguro que seria una noche larga.

 

Suspiró fastidiado, no podía seguir tomando a resguardo a gente que no conocía. Por más que sus impulsos dijeran lo contrario. Era consciente de la turbación de su hermano, quien pese a todo había ido a su habitación para traer mudas secas para el chico que aun seguía inconsciente.

 

Una hora después había cedido lo suficiente la fiebre como para dejarle descansar en la habitación de invitados, yomi se encontraba seguramente en la cocina, preparando una nueva dotación de te y galletas.

 

Sonrió al encontrarlo de espaldas, totalmente concentrado en colocar una a una las galletas en los platos.

 

Abrazarle por la espalda era lo que necesitaba, oler sus perfumados cabellos le traían esa paz que tanto necesitaba.

 

-Necesitaba esto…- Ronroneo suavemente en su oreja, envolviendo con suavidad sus caderas depositó un suave beso en la comisura de sus labios…-Eres la calma tras la tormenta chibi…-

 

Yomi solo cerro los ojos, disfrutando de ese contacto que hace un año le quemaba.

 

-Ha sido una larga noche…- Murmuró mas para si que para su hermano mayor, sin deshacer el apretado abrazo le llevó a su habitación, esta noche como todas las que restaban de su corta vida le apetecia pasarla con él, sintiéndose protegido en sus brazos.

 

 

                                                                  °°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°

 

Cuando Yaten despertó finalmente ya era de madrugada. Todo le daba vueltas, lo vivido tan solo unas horas atrás era desgastante, el dolor de cabeza y garganta quedaron relegados en el fondo de su mente, abrir los ojos implicaba para él un gran esfuerzo y el nudo en su garganta solo incrementaba los síntomas.

 

Creyó durante una fracción de segundo haber visto los ojos violetas de Taiki.

 

Tan ingenuo de su parte pensar siquiera que Taiki se tomaría el tiempo de seguirle.

 

No habría necesitado disculparse.

 

Tan solo el hecho de haberse topado con Jack y su risa hiriente lo habría arrojado a los seguros brazos de su hermano mayor.

 

Los ojos comenzaron a arderle y las lágrimas fieles compañeras de sus últimas noches comenzaron a deslizarse libremente, los labios temblaban.

 

Un atisbo de lucidez lo alertó, enviando adrenalina a su cuerpo enfocó la mirada en la habitación en la que se encontraba, recordaba muy poco, solo fugases instantes, invadidos por el terror al sentir en su costado la navaja de ese enfermo.

 

Costándole más de lo que esperara se incorporó un poco.

 

Abrió con suavidad la puerta y salió hacia un desierto pasillo, el tic tac de un reloj martillaba sus sienes y la lluvia afuera constante golpeteaba en el pulido cristal, estaba oscuro, mas no lo suficiente para permitir ver el amplio lugar en el que se encontraba.

 

El cabello se deslizó un poco hacia la izquierda y el roce provocó en él un estremecimiento.

 

-No es prudente que te vayas…- De girar un poco más rápido se habría desnucado, tras él, apoyado en una de las puertas se encontraba el hombre más bello que jamás había visto, piel palida, cabello tan negro que brillaba y unos ojos amatista tan profundos e hipnotizantes que le dejaron sin aliento.

 

-¿Por qué?....- No tenía una pregunta fija en su mente, el cual era un remolino intenso de emociones que no había podido digerir, verle ahí no le asustó contrario a eso, su voz y presencia provocó en él un sentimiento que no sabia identificar.

 

Para kentaro la confusión era lógica, había sufrido alguna clase de abuso, las marcas en brazos y piernas lo dejaban muy claro. No tenía una respuesta concreta a lo que preguntaba, la hora no era la adecuada y estaba seguro que era cuestión de minutos para que un somnoliento Yomi apareciera tallándose los ojos.

 

No estaba dispuesto a que su sueño fuera afectado, avanzó hacia el chico y le guio una vez más hacia la habitación.

 

-Son las 4 de la mañana…- Susurró, indicándole con un gesto a que entrara…- Mañana hablaremos, descansa…-

 

Y Yaten no pudo hacer más que dejarse llevar, sentado en la cama le vio partir, cerrando tras de sí la puerta y llevándose con él ese temor.

 

Al parecer las cosas podrían mejorar aunque sea un poco.

 

Cansado volvió a recostarse, basto cubrirse con las sabanas para quedarse profundamente dormido.

 

La mañana le sorprendió gratamente.

 

Abrió los ojos cuando un delicioso aroma le recordó que tenía 24 horas sin comer.

 

Frente a él, un chiquillo de castaños cabellos y ojos azules le sonreía tímidamente, en sus manos una bandeja con el desayuno. Sentarse en la cama resultó lo más lógico. Un gesto bastó para que comiera, ante la complacida mirada del niño que sonreía de una manera tan calida que resultaba imposible.

 

-Mi nombre es Yomi…- Se presentó, la sonrisa que le obsequió iluminó aun mas su rostro…-Kentaro, mi hermano fue el que te encontró anoche y te trajo a casa…- Era intimidante tener los ojos verdes de su invitado frente a él.

 

-Yaten kou…- Murmuró mas para si, que para el chiquillo, aturdido un poco al ver a Kentaro en la puerta, tomando al parecer una taza de café…-Muchas gracias por ayudarme…-

-Tu ropa estaba empapada…- Adentrarse a esa habitación le parecía extraño, pero la necesidad de hacerlo le animo a hacerlo…-No sé que pudo haberte pasado pero si quieres te puedes quedar…- La invitación estaba abierta, él sabría si quería tomarla o irse.

 

-Claro!!..- Saltó gustoso Yomi, sujetando sin pensar las manos del chico que sorprendido ante el acto se sonrojó intensamente…-Mi hermano siempre esta fuera, podemos hacernos compañía…- Yaten asintió, sintiendo la calidez de su tacto.

 

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Había perdido ya la cuenta de las tazas de té que había tomado esperando que Yaten volviera, fue una noche infernal y no era capaz de cerrar los ojos y dormir tan plácidamente como seguro Taiki dormía.

 

El silencio en él era inquietante. Tan solo en la mañana anterior la llamada que recibió le cambió el semblante.

 

Debió haber intuido que se trataba de Yaten, solo él llevaba a otro extremo la cordura de su hermano.

 

Por suerte su madre había tomado un turno doble y no sabia que no había llegado.

 

Aun estaba sentado, cubierto apenas con una frazada cuando vio a Taiki de pie junto a la puerta, aun con el uniforme.

 

-Voy a salir…- Murmuró, aun sin voltearse a verle.

 

El lento pasar del tiempo le estaba volviendo loco, necesitaba despejarse y caminar mientras buscaba rastro de Yaten parecía lo más correcto, había dado vueltas en su habitación, destrozando la de Yaten en busca de pistas que lo guiaran para encontrarle.

 

Todo en vano.

 

Encontró solo, bajo la almohada una foto de ellos dos, abrazados tan estrechamente que dolia.

 

Porque aun en sus nudillos la sangre ya seca de su hermano le destrozaba.

 

Estaba tan enojado, tan decepcionado de Yaten que no midió un solo segundo que le estaba dañando y estaba tan asustado que habría sido capaz de reclamarle como si fuera un objeto.

Durante la madrugada, sin pensar en el frio colándose por el ventanal, esperaba verle doblar en la esquina, con ese aire ausente, leyendo uno de esos libros a los que era tan asiduo y que ahora descansaban rotos a sus pies.

 

Pero la había cagado.

 

Lo violentó, insultó y rebajó.

 

Mientras observaba aquella tarde, hundido hasta los huesos por esos celos enfermizos. Deseó estar en el lugar de Jack y tomar aquello que se le ofrecía.

 

Anheló poder besar esos labios, acariciar esa sedosa piel.

 

Hundirse en él.

 

Amarlo de esa manera que sabia estaba prohibida.

 

Y lo único que logro con ello fue asustarlo.

 

Estaba tan asqueado de si mismo, de pensar siquiera que estuvo a un milímetro de poder besarlo.

 

De que lo habría tomado sin tomar en cuenta si estaba de acuerdo o no, para hacerle pagar cuando en realidad entre ellos no había una relación intima.

 

Se convenció que tenia que hacerlo pagar por entrometerse en la relación de Seiya.

 

-Tengo que buscarle…- Musitó, alisando inexistentes arrugas en su uniforme, tembloroso cuando la lluvia intensa se coló por la ventana y mojó los libros regados.

 

Incapaz de reaccionar estuvo ahí, de pie.

 

Recordando ese instante.

 

Cuando el ventanal se abrió y ante él se mostró desnudo, etéreo, tan inalcanzable.

Y ahora estaba ahí. Con el corazón en un puño, observando la madera de la puerta, con Seiya atrás, muerto de la preocupación. Sin saber siquiera que Yaten había destrozado su vida.

 

-Yaten estaba en la cama con Jack…- Quiso acallar su voz, pero no pudo.

 

Seiya se acercó a él, sujetándole de un brazo, no había sorpresa, ni dolor.

 

Solo una tristeza en el fondo.

 

-Ya lo sabía..- Eso era algo que no esperaba y Seiya lo comprendió…-¿Por eso pelearon?..-

 

El silencio solo lo molestó, era al final un tema que solo les concernía a ellos dos. Recordó entonces el rostro desencajado de Yaten, el llanto, la tristeza y desesperación mucho más grande que aquella vez en que vio a Yaten siendo violentado por su “novio”.

 

Taiki, confundido comenzó a contarle lo que había pasado, a medias, tratando a su vez de comprender la situación, de que Seiya le explicara los motivos que tenia para no estar decepcionado de él, para que incluso la relación que ambos tenían como hermanos mejorara.

 

Pero no obtuvo la respuesta que necesitaba.

 

Solo un golpe que le giró el rostro y la decepcion en su rostro mucho antes de que entrara en su habitación.

 

Necesitaba buscarlo, hablar con él y aclarar las cosas.

 

Eso quizás pensó Seiya ya que salio de su habitación con la intención de buscarle, rogando por no encontrarlo en casa de su ex.

 

                                                         °°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°

 

Estaba literalmente en el último piso y la vista no podía ser más asombrosa.

 

Pese a ello, su mente estaba perdida.

 

Lejos de todo lo que le rodeaba.

 

Como siempre, desde que tenía 5 años pensaba en Taiki.

 

En que no sabía cómo regresar o siquiera si esto era correcto. Todo se había complicado, la seguridad de estar a salvo lejos de Jack le daba un respiro, Kentaro había sido su salvador y Yomi era eso que no sabia que necesitaba.

 

Suspiro y alzo la mirada hacia el cielo, comenzaba a oscurecer, yomi estaba en su habitación y kentaro seguramente trabajando. No les conocía y a pesar de eso haría lo que fuera para protegerlos.

 

Aunque no sabia como hacerlo.

 

No había sido capaz siquiera de defenderse a si mismo.

 

Solo se había refugiado en su personalidad arisca, esa que no servia de nada al momento de estar en problemas.

 

-¿Todo bien?...- Su voz apenas un murmullo no le sobresaltó, quizás lo que no esperaba era el abrazo. Sentirlo era refrescante, era algo que necesitaba y a lo que se aferró sin pensarlo siquiera.

 

Volverse y enfrentarlo fue sencillo.

 

Besarlo quizás era lo que había anhelado esa mañana y lo que sintió fue indescriptible.

 

Había algo en él, en sus labios y su toque, en la electricidad que le erizó la piel, en la premura de esos labios que instaron a abrir los suyos y de esa lengua que impetuosa le sedujo.

 

Enlazo tras su cuello los brazos y se abandonó al contacto.

 

-No lo hagas si te sientes obligado…- Tenia la voz agitada, aun asi aquellos ojos amatistas calidos, tan diferentes a los de Taiki.

 

-Es raro para ti que lo desee?...- Replicó a su vez, los labios le palpitaban y el cuerpo aun se estremecia solo con el toque de sus dedos…-No sé como explicarte sin que parezca algo inapropiado… yo jamás….-

 

Un beso lento bastó para acallarle.

 

Comprendia los motivos de Yaten, pero no los propios.

 

Fue un impulso, una necesidad por borrar de ese niño esa tristeza y el peso de un secreto que no se atrevia a develar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Continuará…….

 

 


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