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Canción para un esposo triste (SNARRY) por OldBear

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Notas del capitulo:

Advertencia:


SAD FIC.


Fic inspirado en la cancion: "Canción para una esposa triste". Hay varias versiones, yo usé la de Sophy. Les dejo el link y el video. https://www.youtube.com/watch?v=1GL-SbFGsGA


Infidelidad: ojo en este punto. Este no es un fic moral. Si no te gusta este tema no leas el fic, o por lo menos escuchen la canción primero para saber de qué trata, pues no hay un discurso ético sobre este punto.


Creé un fic con el mismo nombre y temática, pero es del fandom de marvel (Stony). Para que no crean que plagie un fanfic XD


 

Capítulo Único.


La penumbra envolvía la sala de forma absoluta, o por lo menos, eso fue lo que pensó Snape, que sentado en el sofá frente a la puerta de entrada no podía ver nada. Aunque ese detalle realmente no le molestaba, se preguntó si su sala de estar siempre había estado tan oscura en las noches, o si solo era un reflejo de cómo se sentía en aquel momento. Pensar aquello en un momento como ese era absurdo, lo sabía; pero era mucho mejor que pensar en lo que estaba a punto de hacer.


Su sala poseía una chimenea que podía encender con tan solo un giro de su varita si realmente no quisiera estar en la oscuridad; sin embargo no se sentía capaz de hacer el más mínimo hechizo. Su hijo dormía en su respectiva habitación en el segundo piso, así que no serían impedimento para su charla. Además, siendo casi la una de la madrugada, era muy difícil que se despertara.


Sintió el característico zumbido mágico de la casa cuando alguien se aparecía dentro de sus protecciones, y supo que Harry había llegado. Esperó poco tiempo hasta que lo escuchó tararear una melodía mientras se acercaba cada vez más a la puerta de entrada, y se preguntó cuándo había sido la última vez que escuchó a su esposo tararear algo cerca suyo.


Se irguió mejor en el sillón, pero no sé atrevió a ponerse de pie. No estaba seguro de que sus piernas no fallaran. Cuando supo que Harry había subido las escalinatas y estaba frente a la puerta, la madera se abrió dando lugar a un sonriente Potter, quien borró su alegría en cuanto divisó a Severus tras encender la luz.


—¿Severus?


—Te estaba esperando.


—¿Qué estás haciendo ahí?


—Teddy ya se fue a dormir y... Me gustaría que hablemos.


Harry cerró la puerta tras de sí luciendo tembloroso, asustado. Algo extraño de ver en el Auror, pues después de la muerte de Voldemort nada le asustaba.


—No lo sé Severus, estoy un poco cansado. —Intentó disimular su nerviosismo, volver a su habitual confianza, pero no lo lograba—. Quizás mañana.


La resolución de Severus falló por un momento. Sus ganas de ignorar todo, cerrar los ojos y hacerse el desentendido crecían a cada momento. Quería seguir fingiendo que Harry le amaba, que Harry le adoraba como el primer día en que hicieron el amor... quería seguir fingiendo que su esposo no tenía a alguien más. Y Severus sabía que Potter jamás le dejaría si se lo pedía, si fingía que nada sucedía. Todo podía quedar ahí, ellos podían fingir.


Pero eso no era justo para ninguno de los dos.


—No trates de evitar la situación—dijo firme, o eso intentó—. No soy ingenuo, Potter.


—No sé de qué "situación" hablas, Snape.


Severus soltó una sonrisa triste, desolado.


—Harry, por favor, si crees que no se que pasa, es que no lograste conocerme durante todos estos años. Y eso es bastante doloroso.


9 años y 11 meses de matrimonio; apenas faltaba una semana para celebrar su décimo aniversario. A decir verdad, había pensado mucho en sí esperar o no pero, ¿de que valía eso ya? Sería una celebración vacía, sin alma. No valía de nada. Aquel matrimonio se había terminado. Las señales fueron claras aunque él no las quiso ver hasta tiempo después.


Él había perdido el amor que otra persona ya poseía.


Recordar que Harry lo amó una vez como ahora estaba amando a esa persona era quizás lo que más le dolía. Porque él pensó que podría ser dueño de ese amor por toda la vida. Porque se pensó que los rumores sobre el Chico que Vivió eran falsos. Porque pensó que lo que se decía de que el león era un rompecorazones solo eran habladurías, pero se equivocó enormemente.


—Sé que tienes un amante.


La sencillez con la que soltó aquella frase lo asustó a sí mismo, pues se había creído incapaz de decirlo con tanta facilidad.


—¿Cómo puedes decir eso? No se quien te ha inventado...


—Harry, calma. —Lo cortó—Yo no estoy enojado, ¿sabes? No necesitas mentir.


Potter pareció tranquilizarse cuando escuchó que el otro estaba calmado, pero se pudo notar como temblaba ligeramente. Un silencio pesado los envolvió por lo que pareció una eternidad hasta que el auror decidió hablar.


—Yo... yo lo siento. No sé qué sucedió, creo que...


Severus sintió como su pecho se oprimía, y entendió que la valentía que había pensado tener no era tan fuerte al escuchar a Harry aceptar su culpa. Él lo sabía, por supuesto que lo sabía, pero no podía negar la parte de él que deseaba mantenerse en negación; algo que ya no podía ser.


Sintió sus ojos escocer, pero detuvo aquel llanto en seco, y aclaró su garganta dos veces para asegurarse de que su voz no saliera cortada. Se puso de pie antes de volver a hablar, sintiendo que se hundiría en el sofá en cualquier momento.


—No intentes inventar una explicación, te aseguro que no es necesario.


Silencio en la sala nuevamente. Severus solo podía comparar aquel momento con el tiempo donde se detestaban y mantenían conversaciones cortas con espacios muertos de por medio. Volvían a ser dos extraños.


—Quiero que sepas que esto no es culpa tuya. —Quizás aquella fue la primera frase firme de Harry aquella noche. Se notaba su sinceridad y su anhelo de que Severus no se culpara. —Tú... tú no hiciste nada malo, todo esto, todo esto es solo culpa mía.


Severus no pudo evitar sonreír ante la gracia que le producía ese pensamiento. Él tampoco culpaba a Harry, no podía. El chico le había dicho desde un principio "no se si pueda cambiar" y él había creído torpemente que podría cambiarlo. ¿Quién de los dos era el culpable entonces? Exhaló y pensó, por un momento, en que lo mejor era no buscar un responsable.


No lo culpaba si su corazón ya no le quería. Tampoco pelearía por aquello, ¿de que serviría? No podía luchar por quien ya no deseaba permanecer a su lado. Lo amaba con toda su alma, eso era seguro, y estaba mas que seguro que jamás podría deshacerse de ese amor tan inmenso, pero no podía evitar aquello. Harry no era suyo, y quizás nunca lo fue. Harry era del mundo, y él fue un iluso al creer que podría haberse quedado con él.


Recordaba bien todo lo que los había llevado hasta ese momento. En algún momento durante la guerra contra el señor Oscuro, después de la muerte de Dumbledore, Harry descubrió las verdaderas lealtades de su profesor de pociones. Tuvieron que reunirse de forma secreta después de que Harry se graduara de su último año para discutir planes de batalla, y quizás la soledad que ambos sentían en aquel momento les hizo unirse más. Después de la batalla que terminó con Lord Voldemort, cuando Severus se recuperaba de las heridas dejadas por los mortifagos, Harry lo visitó. La charla que sostuvieron se convirtió en un beso robado, el cual continuó cuando el maestro salió del hospital. Harry le había dicho que no sabía cómo enamorarse, que no podía ser fiel; y Severus sonrió despreocupado, creyéndose capaz. Un año después adoptaron a Teddy, pues Andrómeda era ya demasiado anciana para seguir cuidando de un niño tan pequeño.


Al adoptarlo sabían que debían modificar sus vidas, pues alguien más dependía de ellos. Severus renunció a Hogwarts, pero le prometió a McGonagall que siempre la ayudaría con las pociones que necesitará la enfermería. Eso les permitió mudarse a una cabaña más alejada de todo, pues no tenía que estar yendo todos los días a dar clases. Se dedicó más a la elaboración de las pociones, y gracias a su habilidad obtuvo varios boticarios a quien surtirles.


Harry continuó con su trabajo de Auror, pero gracias a la caída del señor oscuro los casos de grandes disturbios fueron mermando con los años. Cuatro años después de su primer beso se casaron, en una ceremonia tan pequeña y secreta, que solo fue presenciada por dos testigos.


Los años pasaron entre alegrías, caricias y discusiones ocasionales pues, después de todo, ellos siempre habían sido opuestos en todo.


No fue sino hasta unos cuantos meses antes de esa noche que Severus notó la diferencia.


Quiso creer que las salidas a altas horas de la noche y las cartas que escribía a solas eran cosa del trabajo. Quiso creer que cuando llegaba muy entrada la noche y salía a cada tanto eran cosas de ministerio. Trató de convencerse que sus largos periodos a solas era porque sus recuerdos de la guerra habían vuelto. Pero cuando Hermione —quien había logrado llegar al puesto de Ministra de Magia — le bromeó diciéndole que dejara a Harry respirar, pues no estaba rindiendo en el trabajo ni asistiendo a las reuniones, supo lo que sucedía.


Se había dado cuenta que las caricias en la cama no eran las mismas, pero prefirió creer que lo estaba soñando. No dijo nada cuando Harry dejó de abrazarlo para dormir, ni cuando su beso de despedida en la mañana fue reemplazado por una sonrisa incómoda. Pero supo lo que sucedía.


El perfume que Harry usaba al inicio de su matrimonio y que tanto le gustaba, ahora solo se lo ponía en sus salidas nocturnas.


Harry era igual con sus hijos, pero ya no era igual con él. Harry era igual con sus amigos, pero ya no era igual con él. Harry estaba siendo igual con su nuevo amante como alguna vez fue con él.


Levantó la vista, Harry lo miraba expectante, como si esperara que en cualquier momento la calma en Severus se terminara. Así que jamás se esperó la pregunta que le hizo.


—Solo hay algo que quiero que me digas. ¿Quién es?


Harry pareció dudar, pero eventualmente Severus lo sabría, ¿o no? Era lógico que tuviese dudas.


Dijo el nombre de su amante casi en un susurro, o por lo menos eso pareció. Snape sonrió al darse cuenta que había acertado con sus sospechas.


—Es un hombre agradable—terminó diciendo —¿Le has dicho que no sabes amar?


Harry asintió despacio, recordando las palabras de su amante:—Me ha dicho que entenderá llegado el momento.


—Espero que te quiera mucho mientras duren.


Sus palabras eran sinceras, había tenido suficiente tiempo de reflexionar que no odiaba de ninguna forma al amante de su esposo. Él no habría podido entrar en aquella relación si Harry no lo hubiese deseado.


—Prometo que no te faltará nada. —La seriedad en el rostro del Gryffindor no dejaba lugar a dudas—, ni a ti ni a Teddy. Puedes dejar de trabajar si así lo deseas.


—Siempre me has dicho eso.


—Y ahora lo reafirmo. Nada te faltará jamás, mi bóveda siempre estará dispuesta para ustedes.


Sería inutil refutar con Harry en ese sentido, Severus lo sabía y realmente no tenía las fuerzas para llevar la contraria.


Harry dio un paso hacia delante, como si quisiera acercarse y tocarlo; y Severus se preguntó si le daría el último abrazo. Lo deseó y temió al mismo tiempo, pues no sabía que podía suceder. Pero Harry vaciló, y no se acercó más, sino que se quedó inmovil, dudoso. Y Snape comprendió que era mejor así.


—Lo mejor será que te marches ahora. —Se sentó nuevamente mientras hablaba, delimitando mejor el espacio entre los dos. Evitando cualquier contacto que pudiera provocarle daño—. Cuidate, y recuerda abrigarte al salir, está muy frío fuera.


Harry sonrió de forma sincera, como si recordara un agradable momento de su pasado.


—Tu siempre has tenido que recordármelo.


—Los leones no son capaces de usar el sentido común. Pero ya no estaré para eso.


Quizás aquello no era del todo cierto, pues sabía que aunque ya no estarían el uno para el otro de la misma forma, sus vidas siempre se mantendrían unidas de una forma u otra. Ya sea por su hijo, el hecho de que sus amigos y familia se habían vuelto la misma —pues los Weasley habían acogido a Snape como uno más—, sus obligaciones con el mundo si alguna catástrofe los requiriera, o simplemente sus recuerdos. Y ambos sabían eso.


Severus logró ver una sonrisa triste en el rostro de Harry antes de que este se girara y le diera la espalda, recorriendo el camino que lo separaba de la puerta.


—Quisiera venir mañana para buscar mis cosas... y hablar con Teddy. Me gustaría explicarle todo.


—Puedo encargarme de eso.


—No, te debo eso por lo menos. Debo hacerme responsable de mis actos. —Un silencio, más pesado que los anteriores, siendo el indudable prólogo de la inevitable despedida—. Severus, solo quiero que sepas que te amé de forma real todos estos años. Fui inmensamente feliz. Gracias... por todo.


Severus Snape, aun siendo tan valiente como era, no tuvo el valor de ver al amor de su vida abrir la puerta y cerrarla para marcharse, así que bajó la vista, perdiendo de aquella forma la última mirada que Harry le dedicó. Él solo pudo quedarse en aquella sala, inmovil, escuchando los pasos que cada vez se alejaban más de él. Y luego, el zumbido característico de cuando alguien usaba la aparición dentro de los límites de la casa, demostrando que Harry se había ido de los límites, del hogar que habían compartido.


Sabía muy bien que no sería la última vez que vería a Harry, pero sí que aquella noche era la última en ver a su esposo.


Esa noche no sería el final de todo. No se moriría por esa despedida aunque así lo estuviese sintiendo. El tiempo pasaría, quizás su corazón sanaría, o por lo menos aprendería a latir sin dolerle. Teddy entendería, con el tiempo y mucho amor, que aunque sus padres estuvieran separados, él seguiría siendo amado por ambos. Las flores que plantaron juntos en el jardín trasero se marchitarían, pero habrá otras nuevas en algún momento. El mundo no se detendría, nunca lo hacía, aunque su corazón roto le diera esa impresión.


Severus se percató que volvía a estar en completo silencio, y un sentimiento de desolación que hace mucho no sentía le embargó.


Y, al sentirse solo, lloró.


Fin.


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