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Reflejo por tashigi94

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Banana fish y sus personajes son propiedad de su autor. Escrito sin ánimo de lucro, por y para fans.

 

Ha pasado mucho tiempo, pero no el suficiente como para que Ash olvide a su primer agresor. Nunca podría hacerlo. Sus manos ásperas, su aliento apestando a alcohol, sus ojos... En esos ojos, Ash se vio reflejado como un niño sucio y perverso por primera vez. A lo largo de los años, muchas personas le mostraron una imagen similar en sus pupilas: hombres como Dino o sus clientes, personas desconocidas o incluso su propio padre.
Eiji siempre lo mira como si fuese algo más que un trozo de carne, como si pudiera ver a través de su piel contaminada.
Ash ni siquiera recordaba que había algo bajo la superficie.


*


— ¿Te doy miedo?
— Nunca.
Ash sabe cuándo la gente le miente; le han engañado tantas veces que ha aprendido a leer a las personas, a descubrir un alma retorcida detrás de una cara amable o unas palabras bonitas. Sin embargo, por más que se esfuerza en buscar una mentira, un doble sentido o una intención oculta en las palabras de Eiji, no encuentra nada. Eiji dice la verdad.
Eiji no le tiene miedo.
Eso es raro.
Ash está acostumbrado a que la gente le tema. Ha visto el miedo en los ojos de personas cercanas a él, como los miembros de su pandilla o sus aliados. Miedo disfrazado de respeto, admiración, obediencia... Pero miedo, al fin y al cabo. Ha visto el miedo en la cara de sus víctimas y se ha visto a sí mismo como un asesino en unos ojos a punto de apagarse.
Es bueno que la gente te tenga miedo. Es mejor ser un cazador que una presa, aunque a veces ambos extremos se entrelazan como los cordones de sus zapatillas.
Ash está acostumbrado a que su reflejo le devuelva la imagen de un asesino, un arma, un demonio, un monstruo, un gato callejero que se defiende a zarpazos.
Pero ahora, Eiji lo mira como si fuese algo más, y un temblor se apodera de sus manos manchadas de sangre.

 

*


Ash ya no es un niño. Dejó de serlo antes de tiempo; le robaron la infancia y le destrozaron la inocencia a martillazos. Sin embargo, a veces, vuelve a ser un crío asustado en los ojos de los demás. Un pájaro con las alas rotas, un juguete desgastado de tanto manosearlo, un recordatorio de lo podrido que está el mundo.
Hay gente que le mira con lástima, como si fuese un cristal roto; apartan pronto la mirada, porque sus pedazos están afilados y cortan.
Ash odia que le miren con lástima. Odia que le recuerden lo que es, lo que le han hecho, lo que ha hecho.
En los ojos de Eiji, Ash no es una víctima. Es un superviviente, un luchador; alguien a quien proteger, pero también alguien a quien admirar.
Ash empieza a pensar que quizá, solo quizá, pueda construir algo nuevo con sus pedazos rotos.


*


El atardecer siempre es bonito en esa parte de la ciudad, pero lo es aún más cuando se refleja en los ojos de Eiji. El mundo entero es mejor desde sus ojos, más cálido, más puro, más libre, por eso a Ash le gusta mirarlos y sorprenderse de cómo son las cosas a través de ellos.
Ash también se ve diferente en los ojos de Eiji.
Cuando Eiji le mira, siempre ve algo más, algo que las otras personas no pueden ver, ni siquiera el propio Ash.
Ash quiere saber, así que se lo pregunta.
— Bueno, para empezar, no eres ninguna de esas cosas que has dicho – contesta el japonés, frunciendo levemente el ceño en un gesto de incomprensión, de incredulidad, como si le pareciera imposible definir a Ash con alguno de esos términos.
— Entonces, ¿qué crees que soy? - pregunta Ash. Quiere saberlo. Necesita saberlo.
Eiji no duda en responder.
— Ash – dice, como si fuera algo obvio. En cierta forma, lo es. Es la respuesta más simple y a la vez más compleja que Ash podía esperar — Es tu nombre, ¿no? - pregunta ante la expresión perpleja del rubio.
— Bueno, mi verdadero nombre es Aslan – replica el americano.
— Aslan – repite Eiji, marcando cada sílaba con su acento absolutamente encantador — Es un nombre bonito – añade con una sonrisa.
Cuando Eiji sonríe, se forman unas pequeñas líneas a ambos lados de sus ojos.
A Aslan le gusta cómo se ve su reflejo en los ojos cálidos de Eiji.

 

 

Notas finales:

Y después se mudaron a Japón, se casaron, tuvieron hijos, Shorter resucitó con un paracetamol y todos vivieron felices hasta el infinito :'v


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