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La complicada vida de Draco Malfoy por Orseth

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            Pasaron dos días y llegó la consulta de Draco y sin más remedio, tuvo a Barnett ahí para llevarlo al hospital.

            -Buenos días sanador Potter –saludó Barnett dándole la mano cuando entraron al consultorio.

            -Buenos días.

            -Hola –saludó Draco intentando no parecer apenado de que Barnett estuviera ahí.

            -Sé que es raro que yo esté aquí –dijo Barnett sentado a un lado de Draco- pero me he perdido muchos momentos de mis hijos y de Draco y ya no lo haré más, espero no molestar.

            -Está bien, no te preocupes –respondió Harry abriendo el expediente de Draco y haciéndole preguntas para después extraerle un poco de sangre y hacer sus respectivos análisis, luego lo hizo pasar a la sala de revisión para mirar el desarrollo de los bebés.

            -Así que esos son mis niños –dijo Barnett  viendo la imagen tridimensional que flotaba sobre el vientre de Draco.

            -Sí, esos son y están perfectamente sanos –respondió Harry satisfecho mientras movía su varita haciendo que la imagen rotara.

            -No cabe duda de que Allister y Ayla son unos dignos MacLeod.

            Draco y Harry se miraron al instante y el rubio no pudo evitar preguntar:

            -Perdón ¿Quiénes?

            -Los niños…Barnett  Allister y Ayla,  serán dignos integrantes del clan MacLeod.

            Harry no dijo nada, solo vio como el redondo rostro de Draco fue tornándose rojo, sin embargo Draco no  dijo nada, solo se mordió los labios dejando que la consulta terminara.

            -La próxima consulta será dentro de dos semanas ¿bien? Ya estamos en el último mes y debemos asegurarnos de que todo siga bien.

            Draco asintió en silencio mientras Harry hacía sus anotaciones, cuando la consulta terminó, se levantó y solo se despidió de Harry con una pequeña sonrisa.

            -Nos vemos.

 

 

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            Cuando llegaron al departamento, Barnett dijo:

            -Ya es hora de comer ¿quieres salir o pedimos algo? Podemos pedir algo también para tu vecina.

            -Mis hijos ya tenían nombre desde antes de que tú decidieras hacer tu maldita entrada triunfal –exclamó apenas Barnett terminó de cerrar la puerta.

            -¿Cómo?

            -Que mis niños no se llamarán… como sea que los hayas llamado –dijo agitando las manos y negando con la cabeza- él se llamará Scorpius y ella Cissy ¿me escuchaste?

            -Pero…

            -Los nombres de mis bebés los elegí yo solo porque su padre no estaba presente en nuestras vidas para elegirlo juntos, así que ahora no pretendas tomarte atribuciones que no te corresponden… sí, sé que son tus hijos y no puedo impedir que estés en sus vidas, pero hay cosas, como sus nombres por ejemplo, en los que no permitiré que te entrometas ¿entendiste?

            -Tranquilo Draco, está bien, como tu digas… pero tranquilízate, te estás exaltando y puede hacerte mal- Draco respiró aliviado de que Barnett no discutiera más sobre el asunto y además tenía razón en que si no se calmaba, le iba a dar algo, así que exhaló un suspiro cansado y se dejó caer en el sofá- Entonces ¿salimos o pedimos algo?

            -Pidamos algo, estoy cansado y no quiero salir.

            -¿Pido también para tu vecina?

            -Claro, abre ese cajón y pásame mi cartera por favor.

            -No seas ridículo Draco, no me pesa pagar por su comida.

            -Gracias.

            Cuando la comida llegó quince minutos después, Draco agarró su cestita y metió lo que había pedido para ella.

            -Sí quieres se la llevo yo.

            -No, yo lo haré, ella te odia por lo que me hiciste.

            Barnett rodó los ojos y comenzó a sacar la comida de ambos; Draco entonces salió y entró al departamento de Becky.

            -Becky hora de comer… ¿Becky? –dejó la comida en la cocina y entró a la habitación de Becky.

 

 

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            Barnett pegó un salto cuando Draco entró al departamento gritando:

            -¡Barnett ayúdame, Becky está en el suelo y no la puedo levantar!

            Barnett se levantó y corrió al departamento de Becky encontrándola inconsciente en el baño.

            -Aun respira.

            -¡Ayúdala, llama a alguien por favor!

            Barnett usó un hechizo familiar que permitía auxiliar a cualquier miembro del clan MacLeod mandando un llamado de ayuda a su sanador de cabecera, permitiéndole encontrarlo donde sea que estuviese, por lo que dos minutos después un grupo de sanadores encabezados por el sanador Floyd se aparecieron en el pequeño departamento.

            -Ella –señaló Barnett- yo estoy bien, auxílienla a ella.

            El sanador Floyd no hizo más preguntas, se enfocó en atender a Becky mientras Barnett abrazaba a Draco, quien sin poderlo evitar se aferraba a él sintiendo que la angustia lo haría desfallecer en cualquier momento sintiendo las piernas temblorosas.

            -Tranquilo, ya está en buenas manos.

            -Debí venir a verla antes de irnos a la consulta –musitó angustiado.

            -Tu no adivinas el futuro, no es tu culpa, ahora respira profundo y mírame –dijo tomándolo de los hombros- el sanador Floyd es excelente y su equipo uno de los mejores de Gran Bretaña, si alguien puede ayudarla es él, así que intenta serenarte o te subirá la presión sanguínea y eso es malo.

            Draco tragó saliva y asintió mientras intentaba seguir el consejo.

            -Nos vamos –dijo el sanador Floyd.

            La habitación quedó vacía en cuestión de segundos dejándolos solos.

            -¿Podemos ir a San Mungo?

            -¿Te sientes mal?

            -No, para ver a Becky.

            -Ella no fue llevaba a San Mungo, el sanador Floyd la llevó a su clínica, pero si, podemos ir, vamos.

 

 

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            Llegaron media hora después pues Draco no resistía las “apariciones” por su estado, pero en cuanto llegaron fueron llevados a una sala de espera en donde les ofrecieron un té.

            -No quiero té.

            -Te hará bien.

            Draco asintió en silencio mientras Barnett recibía ambos vasos.

            -¿Cuándo nos darán informes?

            -Apenas la están atendiendo –respondió la enfermera- así que tardarán un poco, pero en cuanto pueda, les traeré información.

            -Gracias.

            Cuando quedaron solos, Draco no pudo evitarlo y sus ojos se llenaron de lágrimas.

            -No debí dejarla sola.

            -Entiendo que te sientas así, has cuidado de ella en estos meses… pero no es tu culpa, has hecho lo que has podido.

            -Pues debí hacer más –respondio con voz rota, odiándose por ser tan sentimental desde su embarazo- ella está solita y ningún maldito vecino hijo de puta se digna ir aunque sea a ofrecerle un vaso de agua… ella teje sus gorros y bufandas y luego ni se las pagan los muy bastardos… -Barnett le pasó el brazo por los hombros mientras Draco intentaba secarse las lágrimas que no dejaban de fluir- Gracias… -dijo sorbiendo la nariz mientras buscaba un pañuelo desechable en sus bolsillos- sino hubieras estado ahí…

            -No hay nada que agradecer –dijo dándole un pañuelo- ella es importante para ti, así que lo es para mí, no la conozco pero si ocupa un lugar importante en tu vida, debe ser por algo.

            -Yo me sentía tan solo… -exclamó después de sonarse la nariz- y ella fue la única que me tendió la mano…

            -Ella estará bien, ya lo veras –añadió apretándolo suavemente por los hombros- el sanador Floyd es muy bueno y tiene un equipo especializado, además ella es fuerte para haber resistido sola tantos años.

            -Sí, es cierto –dijo con una pequeña sonrisa intentando darse ánimos a sí mismo.

            Después de una hora, un hombre mayor vestido con túnica blanca llegó a la sala de espera.

            -Sanador Floyd –dijo Barnett poniéndose de pie y ayudando a Draco hacer lo mismo, pero el sanador Floyd los invitó a sentarse de nuevo.

            -¿Cómo está, estará bien? –Preguntó Draco- ¿Qué sucedió?

            -Ella es una persona mayor, hay enfermedades geriátricas y el Ictus es una de ellas, tanto muggles, como squibs o magos la padecen por igual.

            -¿Y qué es eso?

            -Es una enfermedad cerebro vascular, es sin duda una de las enfermedades más habituales en ancianos, su origen reside en la obstrucción o rotura del algún vaso sanguíneo  encargado de llevar sangre al cerebro, se reduce así el flujo de sangre al cerebro y las células nerviosas dejan de funcionar; esto es conocido también como un infarto cerebral, los síntomas más habituales cuando una persona sufre un Ictus son los hormigueos en algún lado del cuerpo o cara, perdida del habla, dificultad en la visión y pérdida de coordinación, así como dolor de cabeza.

            -Ay Dios mío… -musitó poniéndose una mano en la frente- entonces ella está… ¿cómo quedará, se pondrá bien?

            -La ventaja que tenemos los magos es que somos ligeramente diferentes fisiológicamente a los muggles y aunque la señora es squib, no es una muggle tampoco, así que la medicación indicada le ayudará mucho, también la ventaja fue la rápida respuesta a su accidente cerebro vascular… qué bueno que nos llamaste rápido Barnett.

            -¿Cuándo podrá verla Draco?

            -Por ahora está dormida, no tiene caso, pero si gusta verla para su tranquilidad, puede hacerlo ahora.

            -¿En serio? Me gustaría mucho.

            -Claro –dijo haciéndole una seña a la enfermera- llévalo a la habitación de la señora y luego que te ayude a llenar el expediente con sus datos personales.

            -Sí señor.

            Cuando Draco y la enfermera se fueron, el medimago miró a Barnett.

            -Tú abuelo ya me ha puesto al tanto.

            -No me sorprende.

            -¿Quieres que aprovechemos y hagamos la prueba de paternidad de una vez?

            -Con el debido respeto señor Floyd pero ¿acaso quiere que me manden al diablo? ¿De verdad cree que éste es un buen momento?

            -Cierto, no lo es, es sólo que soy muy práctico.

            -Y yo no soy estúpido, así que no, es mejor esperar.

            -De acuerdo, cualquier cosa, avísame.

            -Gracias.

 

 

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            -Hola bella –saludó Draco acariciándole la frente a una dormida Becky- lamento no haber estado ahí cuando te sentiste mal, lo siento… -añadió ya con las lágrimas bañando sus mejillas otra vez- debí estar ahí… debí preguntarte como te sentías… pero estarás bien, ya lo verás… yo me ocuparé de eso, te lo prometo.

            Después de estar ahí un buen rato, finalmente salió encontrando a Barnett afuera de la habitación.

            -La clínica te enviará una lechuza cada seis horas comunicándote su estado.

            -Gracias.

            -Ahora debemos ir a casa, debes descansar.

            La verdad es que si se sentía agotado, los pies y la cabeza le mataban y deseaba recostarse.

            -Sí, necesito ir a casa.

            -¿Te sientes mal?

            -Me duele la cabeza.

            -Vamos con el sanador Floyd, que te dé algo para eso.

            Sentía que la cabeza se le partía en dos, así que sin poner la más mínima objeción accedió, luego se fueron al departamento de Draco, en donde Barnett se ocupó de ayudarlo a cambiarse y a acostarse.

            -Me quedaré aquí, cualquier cosa que necesites, estaré pendiente ¿de acuerdo? –dijo acomodándole las mantas.

            -Barnett… -dijo suspirando suavemente- si me mudo contigo… ¿llevarás a Becky a la casa Cambridge?

            -Por supuesto, ella no se quedaría aquí sola, hay atención especializada en esa casa y tendría atención médica 24/7.

            -¿Pero y si las cosas no funcionan entre nosotros?

            -¿Qué quieres decir con eso? Claro que funcionarán.

            -Barnett…

            -Pero entiendo lo que quieres decir –añadió acomodándole un rubio mechón sobre su frente- Y por ti  haré un juramento inquebrantable de que pase lo que pase entre nosotros, ella no estará desprotegida y desde el momento en que entre en esa casa, no será molestada en cuestión de pagos ni falta de atención hasta el final de sus días, descuida.

            -¿Lo prometes?

            -Lo prometo, en la próxima visita que le hagamos, aprovecharemos para usar al doctor Floyd como testigo para el juramento ¿Qué te parece?

            Draco sonrió agradecido y cansado y sin decir nada cerró los ojos y se durmió.

 

 

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            Cuando despertó, se sentó con algo de dificultad y miró la ventana viendo que ya estaba oscurecido, miró su reloj y vio que eran las dos de la mañana.

            -Hola ¿estás bien? –preguntó Barnett asomándose por la puerta que había permanecido abierta.

            -Sí… pensé que no había nadie –dijo frotándose la cara.

            -No iba a irme dejándote así –respondió entrando y sentándose en la cama- ¿desapareció el dolor de cabeza?

            -Sí.

            -¿Tienes hambre?

            -No ¿has recibido noticias de Becky?

            -Sí, está estable.

            -Qué bueno –dijo exhalando un suspiro.

            -¿Quieres un té?

            -Sí, pero primero voy al baño.

            Se levantó y fue al baño, cuando regresó encontró a Barnett en la habitación con dos tazas de té y galletas en un platito.

            -Tú nunca me llevaste ni un vaso de agua a la cama –exclamó subiéndose de nuevo a ella.

            -Sí, fui un imbécil, ya lo sé… ¿pero no crees en que la gente pueda cambiar?

            El mismo había cambiado tanto que simplemente no pudo refutar ese punto, así que solo se encogió de hombros y bebió de su té.

            -Por cierto Draco, sobre lo de mudarte… ¿podemos empezar a hacer arreglos sobre eso, que te parece esta misma semana?

            -¿Tan pronto?

            -¿Pronto?... ya comenzaste el octavo mes.

            -Pues sí, es verdad.

            -Pero hay algo que me gustaría decirte… no te mudarías al departamento.

            -¿Y entonces? –preguntó extrañado mientras tomaba una galleta.

            -Iremos a la mansión MacLeod.

            -¡¿Qué, estás loco?!

            -No Draco, ese es tu lugar.

            -¡Pero hablas de la mansión MacLeod, ahí viven tus abuelos!

            -Sí, ese es el punto… ya les hablé de ti y de los niños -Draco en ese punto ya no pudo decir nada, solo se le quedó mirando boquiabierto- ¿Qué esperabas?... ¿Qué les ocultara que tengo dos hijos por nacer?

            -¡Pero…! ¡Tú dijiste que tu abuelo odia a los homosexuales!

            -Ese es el punto, tú no eres homosexual, eres intersexual y él no tiene prejuicios contra el tercer sexo.

            -¿Y qué hay de ti? ¿También le dijiste que te gusta meter el pito en culos que solo tienen pene?

            -¿Quieres que me mate? Obviamente no… pero Draco, él te ha aceptado y a aceptado a sus nietos ¿no es grandioso?

            Draco dejo la galleta y el té en la charolita que Barnett había llevado y volvió a frotarse la cara, de repente se estaba sintiendo abrumado.

            -Es demasiado Barnett, dame un respiro.

            -Estarás bien –dijo tomándole una mano- además ahí estarás respaldado por la familia.

            -Pero no conozco a nadie, me sentiré un extraño.

            -Pero serás parte de esa familia, además date tiempo, nadie espera que te sientas adaptado de buenas a primeras.

            -No lo sé, cuando acepté mudarme pensé que era al departamento.

            -Mi abuelo quiere conocerte y aun no sé de mi abuela, no hablé con ella, pero seguro el abuelo ya lo hizo y estará ansiosa también, créeme, serás recibido con los brazos abiertos -Draco exhaló un profundo suspiro y se dejó caer en las almohadas- Descansa cariño, en la mañana desayunaremos y luego iremos a ver a Becky ¿Qué te parece?

            Draco asintió en silencio y después de recibir un beso en la frente, Barnett lo dejó solo.

 

 

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            Al día siguiente desayunaron en un restaurante y luego fueron a la clínica.

            -La mantenemos en sedación por ahora –dijo el sanador Floyd- pero está estable y tiene buenos pronósticos, además Barnett me dijo donde será llevada después, en casa Cambridge recibirá continuación de su tratamiento, terapia y supervisión todo el tiempo, con todo eso su organismo comenzará a recuperarse, por lo que se ve no tenía nada de eso.

            -No, vive sola y de una pensión muy baja –dijo Draco.

            -Tranquilo, ella mejorará.

            -Gracias.

            Barnett le dio una mirada significativa al sanador, quien cerrando el expediente de Becky se puso de pie.

            -Tengo un paciente esperándome, nos vemos después.

            Cuando quedaron solos en su oficina, Barnett se giró para mirar a Draco.

            -Draco, tengo una petición que hacerte, es algo importante para mi abuelo, ya no para mí.

            -¿Y ahora qué?

            -Sólo hay un requisito que mi abuelo pide para aceptarte en la familia.

            Draco frunció el ceño al escuchar aquello, por principio de cuentas él no había pedido “pertenecer” a la familia.

            -Mientras que no sea ofrecer un hijo mío en sacrificio al Dios MacLeod….

            -Claro que no –exclamó riendo al tiempo que le tomaba una mano- es solo una prueba de paternidad.

            -Lo sabía –respondió quitando su mano- No podía ser tan sencillo ¿no?

            -Ponte en su lugar, si tú estuvieras en mi situación ¿Qué haría Lucius Malfoy, incluso Abraxas Malfoy? -Draco no respondió, solo apretó los labios y se cruzó de brazos mientras giraba el rostro, en ese punto Barnett tenía la boca llena de razón, si la situación fuera así, su padre y sobre todo su abuelo, hubiesen sido capaces de sacar las entrañas del bebé y estudiarlas bajo microscopio para constatar que en verdad fuese un Malfoy- ¿Lo pensarás?

            -Déjate de dramas, que tu sanador lo haga de una puta vez –espetó sin siquiera mirarlo.

            Barnett sonrió mientras se ponía de pie y le besaba la coronilla.

            -Gracias cariño, sabía que entenderías.

 

 

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            Rato después Draco estaba sentado en una camilla con Barnett, una enfermera y el sanador Floyd.

            -Sólo necesitaremos una muestra de sangre –dijo el sanador mientras la enfermera sacaba una jeringa y lo pinchaba mientras él se la sacaba a Barnett que estaba sentado a un lado.

            Luego el sanador puso la sangre en un plato de cristal y murmuraba un hechizo, haciendo lo mismo después con la sangre de Draco, quien miraba todo con un gesto de resignación.

            -Veamos… -musitó el sanador Floyd más que nada para sí mismo mientras apuntaba su varita y mezclaba las muestras sanguíneas.

            -¿Cómo sabremos el resultado? –preguntó Barnett.

            -El color que resplandezca sobre las muestras nos lo indicará.

            -¿Y cuál es?

            Pero antes de que pudiese responder, una resplandeciente luz azul eléctrico  brotó del plato de cristal iluminando los rostros de los presentes.

            -¿Y bien? –volvió a insistir Barnett intentando no parecer ansioso.

            -Que estos niños… -respondió el sanador Floyd con una sonrisa- son MacLeod hasta el tuétano.

            -¡Vaya, no son del portero! –exclamó Draco haciendo que el sanador Floyd lo mirara extrañado y Barnett con el ceño fruncido.       

            -Bueno… -dijo el sanador- haré el certificado y te lo entregaré cuando se vayan- dijo  a Barnett- por ahora me retiro.

            -Gracias señor Floyd… oye Draco –dijo cuando quedaron solos- antes no eras tan sarcástico.

            -Y tú no eras tan idiota.

            -Draco… -dijo con una sonrisa forzada.

            -¿Crees que todo va a ser igual que antes? –dijo tirando la torunda de algodón que tenía presionado sobre el brazo donde lo habían pinchado- No Barnett, el Draco que conociste y que celebraba cada palabra y mirada tuya como un caniche callejero, se fue en el momento en que lo tomaste del brazo y lo arrojaste a la calle.

            -Draco yo…

            -No te conocía realmente y es obvio que tú a mi tampoco, así que haznos un favor a ambos y no pretendas que somos un lindo matrimonio.

            Y sin decir más se levantó y salió de ahí.

             

 

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