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La complicada vida de Draco Malfoy por Orseth

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Al día siguiente:

 

 

            -¡Mi gente no ha podido localizarlo, ya buscaron en todas partes, incluidos los hospitales privados y nada! –exclamó el abuelo caminando de un  lado a otro en su estudio.

            -Los niños ya nacieron, es un hecho –dijo el sanador Floyd  sentado en un sofá bebiendo un té.

            -¡¿En qué andan metidos esos dos?! ¡No lo entiendo!

            -¿Seguirás sin reportar su desaparición?

            -Lo haría si pensara que corren algún peligro, como un secuestro o algo así, pero esto no es algo externo, es cosa de Barnett, lo sé…

            -¿Y qué harás?

            -Yo no sé qué pasa pero alguien si sabe y me lo va a decir –dijo tomando papel y pluma.

 

 

________________

 

 

“Ven ahora mismo a la mansión, quiero hablar contigo”

 

           

            Andreas suspiró con desaliento y resignación, por como habían ido las cosas, esa carta del abuelo Allister no le sorprendía en lo absoluto e incluso se había tardado en llegar.

 

 

_________________

 

 

 

            -Ama, carta para  usted.

            Ayla tomó la carta deteniendo su nervioso andar por su invernadero abriendo ansiosa el sobre.

            -¿Será de Barnett? ¿Por qué no tiene remitente?

 

            “Sí quiere saber que está sucediendo, venga a esta dirección en cuanto reciba esta carta, y por favor venga sola, no le haré daño, confíe en mi, juro por mis hijos que solo deseo contar la verdad”

Atte. Draco.

 

 

            -Zuni.

            -¿Sí ama?

            -Trae mi bolso y mi abrigo, voy a salir.

            -En seguida.

 

 

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            -Barny voy a matarte –pensó Andreas con el puño en alto, listo para tocar la puerta del estudio del abuelo Allister.

            -Adelante.

            Cuando Andreas entró, vio a Allister fumando un puro mientras miraba por la ventana dándole la espalda.

            -Hola abuelo ¿cómo estás?

            -Cierra la puerta y siéntate.

            Carraspeando nervioso, obedeció mientras Allister se sentaba detrás de su escritorio.

            -Y bueno… ¿querías verme?

            -Comienza a hablar.

            -No entiendo de qué… -respondió intentando sonreír.

            -Me vieron la cara de estúpido mucho tiempo y eso, mi querido muchacho es algo que no tolero, si en algo me conoces, sabes que es mejor no seguir haciéndolo -La débil sonrisa de Andreas terminó por apagarse- Y bueno, puedes comenzar.

 

 

________________

           

 

 

            Cuando Ayla llegó a la dirección que le indicaba la carta, vio un edificio viejo ante ella, cruzó la ajetreada avenida y tocó.

            -Hola –saludó Draco cuando abrió- pase.

            -¡Draco estás bien! –exclamó abrazándolo.

            -Sí… y los niños también –respondió sonriendo.

            -¿Están aquí, puedo verlos?

            -Claro.

            -Pero primero lo primero, hablemos, debo saber lo que sucede ¿está Barnett contigo?

            -No, pase por aquí.

            La guió hasta una pequeña sala en donde ya había una tetera y un par de tazas listas.

            -¿Has estado viviendo aquí? –preguntó viendo la habitación, que aunque limpia dejaba mucho que desear en su aspecto con sus paredes descascaradas.

            -No, este lugar lo rentó un amigo para que yo pudiera hablar con usted.

            -Y así no descubriera el lugar en el que te estás quedando.

            -Pues sí, también eso –respondió con una pequeña sonrisa mientras servía el té.

            -¿Qué sucede Draco, donde está Barnett?

            -¿En dónde está? No lo sé, pero le juro señora MacLeod, que lo que le voy a contar ahora, todo es verdad.

            Y así, Draco le contó desde el momento en que conoció a Barnett, su romance, su tiempo en el departamento, incluso el bochornoso asunto de los “anticonceptivos fallidos”, su reacción cuando le dijo sobre su embarazo, su vida posterior y como Harry lo ayudó; su reencuentro extraño con Barnett y lo que pasó el día en que desaparecieron juntos, incluida la pelea en las escaleras y lo que escuchó en la clínica de la cual había escapado, su casi muerte en el restaurant y el nacimiento prematuro de los bebés dejándola horrorizada.

            -Pero Draco… ese Barnett no lo conozco ¿es verdad todo lo que me has dicho?

            -Lo juro por mis hijos, no tengo porqué mentir; cualquier caza fortunas desearía casarse con un MacLeod, pero yo no… no lo quiero, no lo amo y me aterroriza el poder que él tiene para actuar con impunidad… señora Ayla, usted fue madre y tuvo la desgracia de perder a su hijo… no sé como obtuvo la fortaleza para seguir adelante, pero por favor… yo no quiero perder a los míos –añadió con los ojos inundándose de lágrimas- Si voy a Azkaban jamás los volveré a ver…

            -No irás a Azkaban, querido… -dijo tomándole las manos mientras lloraba también- y tampoco los perderás, hablaré con Allister y lo pondré al tanto de todo; sea lo que sea que intente hacer Barnett, los niños no se separarán de tu lado, tienes mi palabra.

            -Gracias… de verdad muchas gracias.

            -¿Pero porqué no me contactaste antes? Moríamos de preocupación.

            -Estaba recuperándome, además no sabía si me creería, estaba muy angustiado.

            Entonces un llanto comenzó a escucharse desde la otra habitación.

            -¡Oh por  Merlín! –exclamó poniéndose una mano en el pecho.

            -Sí –dijo sonriendo mientras se limpiaba la nariz con un pañuelo- Ese es Scorpius, venga, conozca a sus bisnietos.

            Quien lloraba era efectivamente Scorpius, quien dejo de hacerlo al momento de ser tomado en brazos por su padre.

            -Cariño conoce a tu abuela –dijo ofreciéndoselo a la anciana.

            -Por todos los cielos –dijo recibiéndolo- eres hermoso… Evander estoy cargando a tu nieto… hijo mío, estate tranquilo cariño, yo me encargaré de que estén bien.

            Momentos después cambiaron de bebé en lo que Draco alimentaba a Scorpius.

            -Por fortuna sus horas de comer se fueron modificando, antes querían hacerlo al mismo tiempo y me volvía loco, pero ahora Cissy come una hora después, me da tiempo a reponerme.

            -¡Eres una muñequita preciosa! –dijo sentada en la mecedora- Oh cariño, me volverás loca, ya me tienes en tus manos.

            Draco miraba la escena sonriendo, no confiaba en los MacLeod, pero su instinto le decía que podía confiar en ella y si contaba con el apoyo y protección de la matriarca de la familia, estaba a salvo.

            -Por cierto… ¿Qué pasó con mi pez?

            -Nos lo comimos.

            -¿Qué?

            -Es una broma –respondió riendo, sintiendo que por fin  se le había quitado una pesada losa de encima.

            Y después de estar un buen rato, tuvo que despedirse.

            -Me siento mucho más tranquilo contando con su apoyo.

            -Te avisaré cuando te presentes en la mansión ¿Dónde puedo contactarte?

            -Envíe la carta aquí, me llegará.

            -Bien querido, pronto sabrás de mí.

 

 

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            Cuando Ayla llegó a la mansión, justo se topó de frente con Allister en el salón principal.

            -Tenemos que hablar –dijeron al mismo tiempo, sorprendiéndose de la sincronía.

            -Pero vamos a mi salón de té, necesito tranquilidad ¡Zuni!

            -¿Sí ama?

            -Llévame una taza de té.

            -Y a mí un whisky.

            -Sí amo.

 

 

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            -Ya sé dónde está Barnett –dijo el abuelo después de beber un sorbo de su trago.

            -Y yo sé dónde está Draco.

            Fue Ayla la que comenzó su relato y después Allister le contó lo que Andreas le había dicho.

            -Dios mío Allister ¿en qué momento nos equivocamos con ese muchacho?

            -No lo sé… solo sé que por el momento no va a aparecer, por lo que hay que ocuparnos de Draco y los niños.

            -Tiene miedo de Barnett… Allister, le prometí que nadie le quitaría a los niños.

            -Y nadie lo hará, dame la dirección, debo escribir una carta.

 

 

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            -¿Cómo te fue?

            -Muy bien debo decir –dijo Draco bebiendo un vaso de chocolate en la cocina de Grimauld Place- Prometió ayudarme.

            -¿Y confías en ella?

            -Sí, no la conozco pero mi instinto me dice que lo haga.

            -Pues espero que tu instinto no te falle.

 

 

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            -¿¡Qué hiciste qué?! –exclamó Barnett cuando Andreas lo fue a visitar.

            -¿Y qué querías que hiciera? ¡Tú tienes la culpa de haberme puesto en la mira del abuelo! –respondió enojado.

            -Mierda… -masculló desplomándose en el sofá mientras se cubría la cara- ¿y que tanto le dijiste?

            -¿Eso importa? ¡La mierda te explotó en la cara, deja ya de esconderte!

            -¿Y qué le voy a decir? –Respondió ceñudo mirándolo al fin- más aun ¿Qué crees que dirán ellos?... me echaran en cara que no soy como su precioso Calem.

            -¡Ah Barny! –dijo exhalando un suspiro mientras se sentaba a su lado- No sé hasta dónde piensas llegar con esto, solo sé que no puedes seguir ocultando quien eres.

            -Soy una mierda, eso ya lo saben.

            -No hablo solo de eso y lo sabes.

            -No… -dijo con amargura viendo el techo- de por sí ya me detestan… ¿Qué crees que sentirá al saber que su nieto es un maldito marica, de esos que tanto odian?... es mejor dejar enfriar las cosas.

            -¿Hasta cuándo?

            -No lo sé, el tiempo lo dirá… tal vez hasta cuando se congele el mundo.

 

 

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“Draco, Ayla me ha puesto al tanto de lo que sucede entre tú y Barnett; de él me ocupo yo, no tienes que temer nada, los niños permanecerán a tu lado, por eso es necesario que vengas a la mansión, te doy mi palabra que estarás a salvo”

“Atte. Allister MacLeod”

 

            Draco bajó la carta y suspiró con alivio pero también con pesar, por fin contaba con el apoyo del patriarca de la familia… pero tendría dejar Grimauld place.

 

 

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            Molly regresó a ayudar a Draco, quien temía bañar  a los bebés, sino hubiese sido por ella, se hubiera vuelto loco.

            -Vamos hermosa –dijo recibiendo a Cissy en una mullida toalla.

            -Hola ¿cómo van? –saludó Harry llegando del trabajo.

            -Terminamos de bañar a estos pequeños –respondió Molly- aunque Scorpius ya tiene rato y ya hasta se durmió ¿a ti como te fue?

            -Bien, todo sin problemas –dijo yendo a tomar a Cissy de los brazos de Draco- hola preciosa ¿cómo estás?

            Sonriendo Molly dijo a Draco:

            -Te dejo en buenas manos, debo irme porque Arthur anda resentido del estómago y debo ver que tome su medicina, pretende hacer trampa pero lo conozco muy bien.

            -Gracias señora Weasley.

            -Por nada querido, nos vemos mañana.

            -Adiós.

            -¡Adiós Harry!

            -Nos vemos y gracias por venir.

            Fue él quien le aplicó las cremas a Cissy y terminó de vestirla, luego le dio su biberón y la acostó en su cuna.

            -¿Quieres cenar? –preguntó Draco.

            -Claro, muero de hambre.

            Se dirigieron a la cocina y entre los dos calentaron la cena.

            -Recibí carta del señor MacLeod –dijo Draco sirviendo dos tazas de té cuando ya estuvieron sentados.

            -¿Y qué dice?

            -Que de Barnett se encarga él, que no me preocupe, que los niños permanecerán a mi lado, pero para eso debo regresar a la mansión.

            -Sí, era de esperarse ¿y qué vas a hacer?

            -Pues… regresar.

            -Claro.

            Ambos se quedaron en silencio unos minutos mientras comían, entonces Harry dijo:

            -Siéntete bienvenido cuando lo necesites.

            -Gracias Harry.

            Después de esa cena el ambiente ya no fue el mismo, cuando terminaron de comer cada uno se fue a su habitación.

            -No quiero irme –pensó mientras miraba a Scorpius dormir en su cuna- hacía mucho que no me sentía tan bien.

            Pero sabía que ese no era su lugar, que estaba usurpando el lugar de otra persona y debía hacerse a un lado.

            -En fin… -pensó exhalando un profundo suspiro- no tiene caso demorar lo inevitable.

            Sin embargo esperó lo que restaba de la semana para irse, deseaba aprovechar cada instante en casa de Harry, sintiéndose de alguna forma parte de su familia pues se permitió fantasear un poco sobre lo que sería si el que llegaba cada tarde a casa no fuese su amigo, sino su amante… que el que cargaba a los niños era su padre, no el tonto de Barnett; sabía que eso era imposible pues Harry incluso era un hombre casado, pero aun así se permitió soñar lo que no podía ser.

           

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            -Hola mi amor –saludó Harry a Scorpius cuando llegó de trabajar, llevaba un par de sonajas que dio a cada bebé- aun no las pueden sostener, pero las vi de camino y no pude resistir.

            -¿De camino? –Preguntó sonriendo- ¿hay tiendas de artículos de bebé en tu camino a casa?

            -Sí, las hay.

            El resto de la semana era así, con Harry llegando con juguetes y ayudándolo a bañar a los niños, luego cenando juntos en un ambiente tranquilo y relajado en la cocina e inevitablemente llegó el fin de semana.

            -Listo –dijo Draco acostando a Cissy en su cama, junto a Scorpius, ambos durmiendo después de comer.

            -Tan lindos, quien diría que son unos pillos –exclamó Harry acostándose junto a ellos.

            -Es cierto –respondió acostándose del otro lado, quedando de costado, mirándose de frente- gracias Harry, tu casa la sentí como un hogar.

            -No tienes que agradecer –dijo mientras sus dedos jugueteaban con un listón en la ropita de Cissy- ven cuando quieras y si necesitas ayuda, aquí estoy.

            -Lo sé –dijo poniendo su mano sobre la de Harry.

            Harry la tomó y entrecruzó sus dedos sin dejar de mirarlo; se miraron sin decir nada hasta que Scorpius se removió entre sueños.

            -Lo pondré en la cuna –dijo Draco levantándose.

            -Bien.

            Uno cargó a Scorpius y el otro a Cissy y los acostaron en la cuna sin dejar de sonreír como bobos.

            -Los extrañaré un montón.

            -Puedes visitarnos Harry, ya lo sabes.

            -Sí, pero no es lo mismo –respondió recostándose de nuevo en la cama mirando al techo.

            -Eso es cierto, no lo puedo negar –dijo imitándolo.

            Permanecieron de nuevo en silencio un par de minutos, hasta que Draco se giró para mirarlo.

            -¿En serio no tendrás hijos?... serías un gran padre, Harry.

            -Pues… es que… ya me comprometí a seguir el estilo de vida de Rachel –respondió girándose también quedando frente e frente otra vez.

            -¿Pero no te frustrarás? ¿Crees que ella en un futuro cambie de idea?

            -No lo creo, ella es muy firme en sus decisiones.

            -Ya veo… -dijo poniendo sus manos bajo su mejilla como si fuera  a dormir- eso es muy respetable.

            -Sí, por eso no puedo decirle que cambie de idea.

            -Ojalá… ojalá Barnett fuera como tú.

            Harry lo miró y sonrió diciendo:

            -Fue un tonto al no ver lo que tenía en frente.

            Y de nuevo sus ojos no pudieron apartarse, hasta que Harry se enderezó y sin poder detenerse puso sus labios sobre los de Draco, quien solo cerró los ojos y abrió la boca.

            Fue el beso más maravilloso que recordaba haber recibido, la lengua de Harry recorría su interior haciéndolo estremecerse, le pasó los brazos por el cuello mientras sentía el agradable peso del sanador sobre su pecho; pero así como fue iniciado, el beso fue interrumpido.

            -¡Lo siento! –Dijo Harry levantándose- ¡no quise aprovecharme…!

            Draco quedó desconcertado por unos segundos, pero supo recomponerse rápido, por lo que se sentó acomodándose el cabello.

            -No, no pasa nada.

            -Lo siento de verdad –exclamó de nuevo saliendo rápidamente del cuarto.

 

 

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            -¡Qué idiota, que idiota! –Masculló caminando de un lado a otro cuando llegó a su habitación mientras se mesaba el cabello- ¿pero que hice?

            Exhaló un profundo suspiro al tiempo que se pasaba las manos por la cara intentando recuperar la calma.

            -Mierda… que estúpido… ¡que estúpido!

 

 

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            Draco en tanto se había quedado sentando en la cama cruzando las piernas en flor de loto mientras miraba distraídamente sus manos, jugueteando con sus dedos… finalmente exhaló un suspiro sintiendo pesar al ver que Harry se había mostrado arrepentido.

            Por un lado su corazón latía acelerado al haber recibido un beso inesperado, pero por el otro se sintió destrozado al verle la cara de arrepentimiento, por lo que decidió que su partida al día siguiente era lo mejor.

 

 

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            En la mañana ya tenía todo listo, por lo que después de dar de comer a los niños salió de su habitación encontrando a Harry en la cocina, quien se comportó como si nada mientras terminaba de preparar el desayuno.

            -¿Les avisaste a los MacLeod que llegarías hoy?

            -Sí, la señora Ayla quería venir por mí, pero no quise.

            -No te preocupes, yo los acompañaré, es complicado con los dos niños.

            -Gracias.

            -Bueno, pues desayunemos, hice huevos fritos con tocino y panqueques de avena con frutos rojos.

            -Se ve muy bueno.

            Se sentaron a comer en un ambiente un tanto raro, sin embargo ambos se esforzaron por llevar una conversación normal hasta que por fin lograron hacer a un lado lo incómodo de la situación fingiendo que nunca había pasado.

            -¿Qué harás cuando Barnett llegue a la mansión?

            -Yo creo que nada, los abuelos serán los que se encarguen de él.

            -Esta casa estará vacía cuando se vayan, creo que incluso Walburga Black extrañará los llantos de los bebés –dijo sonriendo.

            -Y yo extrañaré esta casa –respondió quedándose callado después.

            -Pues ya te dije –exclamó carraspeando unos momentos después- puedes venir cuando quieras, me encantará verlos.

            -Eso haré.

            Terminaron de desayunar y fueron a la habitación por sus cosas.

            -Bueno, es hora –dijo Harry.

            Draco sonrió levemente y  dejó que Harry aplicara hechizos para miniaturizar todas sus cosas y guardarlas en su mochila, luego cada uno cargando un bebé, salieron de Grimauld Place.

 

 

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            -¡Draco que gusto que ya estés aquí! –dijo Ayla recibiéndolos en el salón principal, besó a Draco y a Cissy y luego miró a Harry, quien sostenía a Scorpius- Señor Potter, le debemos mucho por cuidarlos.

            -No me deben nada, es mi amigo e hice lo que tenía que hacer.

            -Allister está a punto de llegar, tuvo que salir por un asunto, pero no tarda.

            -Entonces me voy, solo quería asegurarme que estarán bien.

            -Y lo estarán señor Potter, lo estarán, de nuevo gracias –dijo recibiendo a Scorpius.

            Draco le sonrió y se acercó a él mientras Ayla se retiraba susurrándole cosas al bebé.

            -Y bueno… supongo que nos veremos pronto.

            -Claro.

            -Gracias Harry.

            Draco lo miró con aquellos profundos ojos grises llenos de anhelo y tristeza, o eso fue lo que le pareció, lo que le hizo sentir un hueco en el estómago aunado al pesar que sentía en el pecho.

            -Me voy Draco, llámame cuando quieras.

            -Lo haré.

            Harry tomó fugazmente un mechón de pelo que escapaba y luego se dio la vuelta; Draco lo miró hasta que desapareció y luego aspirando profundo se giró y le sonrió a la abuela para luego dirigirse a su habitación.

 

 

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            -Está todo preparado para tu llegada y de los niños –dijo Ayla entrando a la habitación.

            -Gracias… ¡Ralph!

            -Sí, Zuni no dejó de alimentarlo.

            -Gracias por eso –dijo mirando cariñosamente a su pez dejando a Cissy en la cama para luego comenzar a sacar las cosas de un bolso, que uno de los elfos comenzó a agrandar y a acomodar en su respectivo lugar- la cuna la quiero en mi habitación.

            -Sí amo.

            -¿Todo bien? –pregunto al verlo sentarse en la cama mientras sacaba cosas con cierto desgano.

            -Sí, todo bien… ¿y Barnett?

            -Aun no da señales de vida, pero tranquilo, no te hará daño -Puso a Scorpius en la cuna y se sentó junto a él tomándole la mano- Aquí estás seguro, este es tu lugar.

            En eso entró Allister haciendo que Draco se pusiera de pie.

            -Draco…

            -Señor… buenos días.

            Allister sonrió y le palmeo el hombro para luego mirar a Cissy en la cama, quien dormía plácidamente.

            -Mira querido, ella es Cissy –dijo Ayla tomándola y dándosela a su marido- es la nieta de Evander y Lisa.

            Allister miro a la pequeña bebé y sonrió mientras caminaba hasta la ventana.

            -Así que tú eres mi bisnieta…

            Entonces Scorpius comenzó a lloriquear en la cuna, haciendo que Draco lo cargara, por lo que al instante se calmó.

            -Tranquilo cariño, todo está bien, solo cambiamos de casa.

            Ayla tomó a Cissy para que Allister pudiera tomar al niño.

            -Scorpius… -musitó recibiéndolo en brazos- así que tú eres mi Scorpius –sonrió para luego volver a caminar con él por la habitación susurrándole palabras cariñosas mientras Ayla le sonreía a Draco.

            -Listo, ya es su esclavo.

            -Te oí Ayla.

            -Niégalo querido.

            Allister sonrió mientras Draco le señalaba la mecedora.

            -Siéntese ahí, estará más cómodo.

            Allister lo hizo pasando un buen rato con cada niño mientras Draco conversaba con Ayla.

            -El sanador Floyd tiene a un médico especializado, será quien atienda a los niños, también quiere darte un chequeo a ti.

            Ya había pensado que lo último no era necesario, que retomaría su atención con Harry, pero después de lo sucedido la noche anterior, supo que ya no podría, por lo que decidió acceder.

            -Bien.

            -Draco –dijo Allister- esperaremos hasta que Barnett aparezca para registrar a los niños, sin embargo debes saber que están bajo mi protección, que los planes de Barnett no sucederán y que no debes preocuparte de Azkaban, tú no regresarás ahí.

            -Gracias, es un alivio saberlo.

            -Dile a Ayla todo lo que necesites, además aumentaré tu mensualidad, habrá cosas de los niños que solo tú sabrás que necesitan, así que necesitarás libertad financiera para ocuparte de ello.

            -¡Oh pues… gracias!

            -Y cuando los niños estén debidamente registrados, entonces hablaremos de Malfoy Manor ¿de acuerdo?

            -Sí señor.

 

 

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