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La complicada vida de Draco Malfoy por Orseth

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            Según las indicaciones de Harry, cuando llegó se presentó en la oficina de recursos humanos, la secretaria ya tenía indicaciones y simplemente le dijo:

            -Sí señor Malfoy, su nuevo lugar de trabajo será en las cocinas.

            -¿Y cuál será mi función ahí?

            -Eso lo decidirá el elfo a cargo, venga conmigo, lo llevaré.

            Ella se levantó y salió de su oficina, Draco guardó silencio y simplemente la siguió; cuando llegaron a una puerta, ella abrió y entró indicándole que la siguiera, ya ahí un elfo muy anciano se acercó presuroso al verla.

            -Elfo Tobby ¿verdad? –dijo ella.

            -Sí señorita.

            -Se le había avisado  que un empleado sería reasignado a su cocina, usted decidirá el lugar que ocupará, desde ahora usted se hará cargo ¿de acuerdo?

            -Genial –pensó Draco con resignación- ahora soy el subordinado de un elfo.

            -Sí señorita.

            -Bien, señor Malfoy éste será su lugar de trabajo desde ahora, cualquier cosa se reportará con el elfo Tobby.

            -Sí, gracias.

            Cuando ella se fue, él se quedó de pie mirando a su alrededor, fue cuando captó que todos los elfos ahí presentes, que fácilmente serían unos treinta, lo miraban entre curiosos y sorprendidos.

            -Emm… ¿Qué voy a hacer? –preguntó sin poder evitar sentirse incómodo por ser a un elfo a quien ahora debía rendirle cuentas, aunque completamente consciente de que precisamente los elfos eran los menos culpables de todo aquello.

            -¡Oh si! Soy Tobby señor y soy el elfo jefe de las cocinas de San Mungo –respondio el elfo estrujándose las manos.

            -Oye tranquilo ¿Por qué estas tan nervioso? Se supone que el nervioso sea yo.

            -¡Lo siento señor! Es que nunca he estado a cargo de un mago, nunca en la vida le he dado indicaciones a un mago, somos los elfos quienes obedecemos, incluso siendo yo el jefe a cargo, casi nunca trato con los sanadores del hospital.

            -Bueno… por ahora no me consideres un mago, mi magia está descompensada y no puedo usar una varita.

            -¿Por eso el señor está aquí?

            -¿No te dijeron el porqué fui reasignado? –preguntó sorprendido.

            -No, solo me dijeron “un empleado de intendencia será traspasado a tu área, ocúpalo en lo que sea”

            -Ya veo… bueno, estoy gestando, por eso mi magia está descompensada y el trabajo ya era muy pesado para mí.

            -¡Oh!

            -¿Y entonces que haré?

            -Pues… déjeme pensar, todos aquí ya tienen su función.

            Draco miró a su alrededor y sabía muy bien que los elfos eran quisquillosos en cuestión de deberes, los elfos de Malfoy Manor eran todo un caso a la hora de dirigir la mansión y se ponían como locos si alguien metía mano en su organizada faena, más aun en este caso cuando quien llegaba a perturbar el organizado trabajo de ellos, era un mago.

            -Mira… -dijo deseando aclarar el asunto para comodidad de ambas partes- esto es raro, lo sé, tanto para ustedes como para mí, no es fácil el que tú ahora seas mi jefe cuando hace años yo los consideraba menos que sirvientes, pero con el paso de los años la vida me ha enseñado que todos merecemos respeto, tanto ustedes que son elfos domésticos, tanto como yo, un ex mortífago… si nos respetamos todo irá bien ¿Qué te parece?

            A ese punto todos los elfos lo miraban en silencio, todos atentos a la conversación de su jefe con aquel mago.

            -Pues… me parece bien señor.

            -Tú solo dime que hacer y yo trataré de hacer mi mejor esfuerzo.

            -Eso es bueno señor.

            -Llámame “Draco”

            -¿Señor Draco?

            -Ok –respondio sonriendo sabiendo que no lograría más, pues aunque los elfos ya tenían un sindicato de trabajo, eso aun era relativamente nuevo y aun seguían sintiéndose los servidores incondicionales de los magos, más aun ese elfo anciano, así que “Señor Draco” era lo más de familiaridad que conseguiría- bueno y entonces ¿Qué voy a hacer?

            Tobby agitó su mano y en ella aparecieron una red para el cabello, una casaca blanca y zapatos anti derrapantes.

            -Tenga, por protocolo sanitario debe usar eso.

            -Bien.

            -También hay hechizos de limpieza de manos, también deben usarse por protocolo, pero como no puede hacerlos, se los aplicaré yo o cualquiera de los demás elfos, por lo demás… debo ver que puede hacer sin usar magia.

            -Podríamos empezar con un recorrido, así voy conociendo cómo funciona el sistema.

            -¡Buena idea señor Draco!

            Supo que los elfos recibían las indicaciones nutricionales de cada paciente, preparando ellos el menú para cada uno, tenían un sistema realmente bien organizado y casi nunca trataban con los sanadores, más que en ocasiones muy raras; al final lo pusieron a limpiar papas aunque para eso un elfo lo hiciera con magia y más rápido, era obvio que un mago sin magia era un tanto inútil ahí, pero los elfos eran amables y lo trataban con respeto, algo que no recibía desde hacía mucho y realmente lo agradecía.

            -¿Quiere probar? –preguntó un joven elfo acercándose a él con un plato con una rosquilla recién hecha.

            -Claro, gracias… ¡mmm está muy buena!

            El pequeño elfo dio saltitos de gusto.

            -¡Qué bueno que le guste!

            -La comida de hospital nunca me ha gustado, supongo que porque cuando estás enfermo, te quitan lo más rico de la comida, como grasas y azúcares, que por cierto es lo más delicioso; cuando tenía cinco años enfermé y me internaron un par de días, la comida no me gustó nada, supongo que era porque era un chiquillo muy remilgoso.

            -Los menús se preparan según las necesidades nutricionales de cada paciente, eso los ayuda a sanar más rápido.

            -Lo sé, pero ésta rosquilla está deliciosa, gracias.    

            -Es raro que un mago nos agradezca algo.

            -Lo sé, yo mismo nunca lo hice con los elfos de mi casa, los daba por hecho y la verdad es que los traté muy mal, si pudiera disculparme con ellos los haría.

            -¿Y por qué no puede?

            -Porque se los comió una serpiente gigante –respondio dándole fin a su rosquilla ante la mirada horrorizada del pobre elfo y de los que escuchaban la conversación- ¡Ah pero no fui yo quien se los dio a la serpiente!

            -¿Ah no?

            -Claro que no, “el que no debía ser nombrado” vivía en nuestra casa y él dejó que su serpiente se los comiera- En ese punto todos los elfos volvieron a dejar lo que estaban haciendo y lo miraban atónitos- ni mis padres ni yo podíamos hacer nada para evitarlo, seguro la cosa esa nos comía también… pero en serio, veo que tan mierda fui con ellos y de verdad me arrepiento.

            -Bueno, es maravilloso que lo haga señor Draco, lo importante es aprender.

            -Así es.

            Después de eso, todos los elfos fueron más que amistosos con Draco, parecían felices de demostrarle que bien cocinaban todos ellos, de ver que un mago finalmente declaraba que tratar mal a un elfo no era correcto, aunque los elfos de la vieja escuela opinaran lo contrario, lo bueno de las cocinas era que eran mayormente elfos jóvenes, con ideas nuevas de merecido respeto, aunque siempre con actitud servicial con todos; Draco peló papas, lavó vegetales, acomodó cubiertos, aunque todas esas tareas las realizan los elfos con magia y más rápido, se las asignaron para que tuviera algo que hacer y siempre sentado, hasta que llegó la hora del almuerzo, entonces pidió permiso para ir por su lonchera.

            -Pensé que comería con nosotros –dijo Tobby un tanto desilusionado.

            -Siempre lo hago en la azotea, ahí nadie me ve y me evito que sean groseros conmigo.

            -¡Eso aquí no pasará! –exclamó escandalizado.

            -Lo sé, así que si me dejan, sería un gusto comer con ustedes.

            -¡Claro que sí señor Draco!

            -Bueno, déjenme ir por mi lonchera.

            -Pero el almuerzo ya está preparado.

            -¿Puedo comer comida de aquí? –preguntó sorprendido.

            -Por supuesto señor Draco, los alimentos de aquí incluyen al personal de la cocina, venga, siéntese aquí.

            Los elfos se turnaban para comer, así que Draco se sentó en una mesa con diez elfos más, le sirvieron crema de chícharos, pollo frito con ensalada de papa, una limonada y una rebanada de pay de limón como postre, él estaba alucinado.

            -¡Estuvo riquísimo!

            -¡Gracias!

            El resto de la tarde siguió lavando vegetales, fue cansado pero los elfos lo animaban a sentarse cada vez que se sintiera cansado y él lo hacía sintiéndose muy agradecido, tanto así que aunque si se esforzó en su trabajo, el turno se le pasó rápido.

            -Vaya, que distinto es trabajar en un buen ambiente ¿mañana entraré a la misma hora o tendré otro turno?

            -A la misma hora señor Draco –respondió Tobby- que descanse.

            -Gracias Tobby, adiós chicos.

            -¡Adiós señor Draco! –respondieron al unísono toda la plantilla trabajadora.

            Regresó muy contento a su casa y esa noche se la contó muy animado a Becky mientras cenaban juntos.

 

 

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            Al día siguiente Harry despidió a su última paciente del medio día y se dispuso a ir a almorzar, pero entonces alguien tocó a su puerta.

            -El de intendencia quiere verlo –anunció Ada.

            -Se llama Draco Malfoy, Ada… puede anunciarlo así.

            -Sí, bueno… ¿lo dejo pasar?

            -Sí.

            Draco entró ante la mirada despectiva de la mujer y cerró la puerta, en la mano llevaba una cajita de cartón.

            -Sé que es tu rato de almuerzo –dijo Draco sonriendo- pero no tardaré mucho.

            -Siéntate.

            -Gracias, mira, te traje algo para comenzar –respondio abriendo la cajita y dándole un panquecito de nueces- quiero darte las gracias por la caja de alimentos que me enviaste… y por el trabajo por supuesto.

            -No hay nada que agradecer –dijo sonriendo mientras le hincaba el diente al panquecito- ¿y cómo te va ahora en tu nuevo lugar de trabajo?

            -Estoy en las cocinas bajo el mando de los elfos domésticos ¿puedes creerlo?... pero no es tan malo, de hecho son muy agradables y me tratan con respeto y amabilidad, quien lo iba a decir.

            -Entonces estas mejor.

            -¿Mejor? ¡Mucho mejor! Hasta puedo comer lo que quiera, tengo uniforme nuevo, desde casaca, pantalón y hasta zapatos anti derrapantes, en pesado pero me dejan descansar cada que lo necesito.

            -Eso es bueno, el esfuerzo que estabas haciendo antes no era bueno para ti.

            -Y todo esto me ha hecho pensar que el futuro no es tan terrible después de todo –dijo mientras Harry seguía comiendo- lamento haber dicho lo que dije de mis bebés.

            -¿Sobre qué?

            -Sobre la propuesta del innombrable… de haber deseado no haber continuado el embarazo.

            -Bueno Malfoy, estabas muy estresado, es normal que te hayas sentido así.

            -Sí ¿verdad? –Dijo quedándose callado unos momentos para luego sonreír- cuando tenga a mi próximo hijo estaré en una situación completamente distinta, esta vez lo planearé bien y no me dejaré endulzar el oído por cualquier idiota.

            -¿Piensas tener más hijos?

            -Sí… mira, no se lo digas a nadie y si lo haces, lo negaré rotundamente pero… la verdad es que siempre tuve envidia de Weasley.

            -¿De Ron? –exclamó sonriendo incrédulo.

            -Sí, de Ron… -confirmó con una débil sonrisa mientras jugueteaba con sus dedos sobre el escritorio- de todos sus hermanos… aunque me burlaba de su numerosa familia, en el fondo yo siempre desee haber tenido más hermanos, no haber sido hijo único.

            -Sí, no es tan genial ser hijo único.

            -Yo jugaba con mis primos que solían quedarse en Malfoy Manor un par de veces al mes, con Blaise y uno que otro amigo pero, cuando regresaban a sus casas volvía a quedarme solo, mi madre siempre procuraba estar conmigo pero no es lo mismo… así que decidí que yo tendría una numerosa familia, que no tendría un solo hijo, pero claro, mi idea de una familia exitosa no era ésta precisamente, sino una en donde yo fuera el jefe de familia, algo así como mi padre lo fue aunque yo fuese quien pariera a los hijos –añadió riendo- pero bueno, no siempre se obtiene lo que se desea –añadió exhalando un suspiro- pero en el futuro procuraré tomar mejores elecciones.         

            -Eso espero.

            -¿Y tú Potty, deseas hijos?

            -Claro, en esto no somos tan distintos, siempre me sentí solo, mi familia muggle fue una mierda conmigo y está de más decir que por eso los Weasley son como mi familia, Ron es como un hermano y yo quiero formar algo así.

            -¿Y cuántos hijos quieres tener?

            -Bueno, no es solo decisión mía pero me gustaría unos tres ¿y tú?

            -Unos cuatro.

            -¿Cuatro? –exclamó sorprendido.

            -Sí, aunque bueno, eso es solo un decir, no sé como sean los dolores de parto y si me quedarán ganas de parir otro hijo después de eso, pero quiero una familia grande.

            -Nunca lo pensé de ti.

            -Bueno, yo nunca pensé verte convertido en sanador de señoras.

            -Buen punto –dijo riendo.

            -Por cierto Potter, conocí  tu novia.

            -¿A Rachel? –preguntó extrañado.

            -Sí, compré una revista.

            -¡Ah ya!

            -Es realmente hermosa.

            -Sí.

            -¿Es más alta que tú?

            -¿Por qué lo preguntas?

            -Bueno, es que una mujer así parece que la hicieron por metro, al menos creciste algo desde la escuela, en el colegio parecías un pigmeo.

            -¡Claro que no!

            -Oh vamos, recuerdo que te miraba hacia abajo, ahora al menos ya estamos a la par.

            -Bueno si, crecí un poco.

            -Y realmente me sorprende que terminaras con una mujer así, tan expuesta a la publicidad, en el colegio parecía molestarte cualquier mención de ti en los diarios.

            -Es que eran puras noticias amarillistas y falsas… y si, no soy muy afecto a la publicidad y el trabajo de Rachel se basa en eso, pero ¿Qué puedo decir? Es parte de, además ella es genial.

            -Puede ser… aunque creo que la comadrejita pegaba más con tu estilo.

            -¿Sigues llamándola así?

            -¿Por qué no? seguro ellos siguen llamándome hurón.

            -Bueno…

            -¿Lo ves? –Harry terminó por sonreír y concederle ese punto a Draco- Eres un hombre bueno Potter, me has ayudado cuando nadie más lo hizo… lo que me lleva a pensar… -Harry lo miró curioso esperando lo que Draco fuese a decir- ¿Por qué eras tan odioso en la escuela?

            -¡Yo no era odioso!

            -¡Oh claro que sí! –dijo sonriendo.

            -¡Claro que no!

            -Lo eras Potty, puedes preguntarle a cualquiera menos a Granger ni a Weasley porque eran de tu club de fans pero a los demás puedes hacerlo.

            -No eran de mi club de fans –exclamó sonriendo irónico.

            -Lo eran Potty, lo eran y tú eras un pesado insufrible consentido del director –Harry abrió la boca atónito- incluso nos robó la copa anual dándoles puntuaciones ridículas a ti, a weasley y al gordo dueño del sapo.

            -Neville.

            -Ese.

            -¡Pero…!

            -Andaban por todo el castillo haciendo de las suyas y Dumbledore se hacía de la vista gorda.

            -Eso no es cierto –dijo riendo mientras negaba con la cabeza.

            -Claro que sí, pero bueno… al menos ya no eres así.

            -Nunca lo fui.

            -Sí lo fuiste.

            Harry iba a seguir protestando cuando vio a Draco riendo, entonces negó con la cabeza diciendo:

            -Eres un idiota.

            Draco rio con más ganas y entonces se levantó.

            -Me voy, solo me escapé por unos minutos.

            -Nos vemos.

            Cuando Harry quedó solo, volvió a reír.

 

 

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            Draco caminó por un pasillo, realmente iba contento, las cosas pintaban mejor, hasta que se encontró de frente con Erín.

            -¿Qué haces aquí, no deberías estar trabajando? –preguntó ceñuda.

            -Lo que haga o deje de hacer te debe vale tres kilómetros de verga ¿no crees? –ella abrió la boca atónita.

            -¿¡Cómo te atreves?!

            -¿Y qué, cómo vas con tu gran romance? –Preguntó sonriendo mientras se cruzaba de brazos- ¿sigues regalando esos horribles chocolates corrientes o ya cambiaste de táctica? Tal vez yo podría darte unos consejos… como usar multijugos y cambiar de cara y cuerpo por ejemplo.

            -Infeliz…

            -O simplemente podría funcionar no ser tan hija de puta.

            -¡Maldito infeliz! –gritó alzando la mano, mano que Draco interceptó.

            -Puedo reportarte por esto ¿sabes? Me estás agrediendo y estoy gestando, podría significar una buena sanción.

            -¡Nadie le creerá a un mortífago!

            -Nadie excepto Harry Potter… ¿y quién es Harry Potter? –Continuó soltándole la mano mientras él hacia un gesto de interrogación- ¡oh sí, es el sanador estrella de San Mungo!

            -Vete al diablo mortífago de mierda, no siempre tendrás a Potter de tu lado –concluyó alejándose de ahí.

            Draco siguió su camino pensando en esas últimas palabras, él sabía muy bien que no siempre iba a contar con Harry, pero mientras pudiera ¿por qué no?

 

 

________________

 

 

 

            Esa noche, cuando Harry ya estuvo listo para dormir, tomó polvos flú e hizo una llamada; una hermosa rubia le contestó en la chimenea.

            -¡Harry mi amor!

            -Hola hermosa.

            -Justo iba a llamarte –dijo ella con una toalla en la cabeza- acabo de bañarme y quiero darte una noticia maravillosa.

            -¿Qué cosa?

            -¡Seré un ángel de Victoria Secret!

            -¿¡En serio?!

            -¡Sí! –Dijo aplaudiendo escuchándose otros aplausos también- estoy muy emocionada y esto merece una celebración.

            -Definitivamente ¿Quién más está contigo?

            -Nikky.

            -¡Hola Harry! –dijo otra voz, la mejor amiga de Rachel.

            -Hola Nikky ¿Cuándo será el evento, Rachel?

            -Dentro de cuatro meses.

            -Tenemos que hacer algo.

            -Tengo tiempo este fin de semana, puedo ir, cenamos, tenemos una noche romántica y me voy el domingo ¿Qué te parece?

            -Me parece fantástico.

            -Hecho.

 

 

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            -Así que será fin de semana romántico –dijo Nikky cuando ella terminó su llamada con Harry.

            -Sí, tenemos semanas sin vernos y lo extraño mucho –respondio mientras se quitaba la toalla de la cabeza y comenzaba a secar su larga cabellera rubia.

            -¿Cómo van los planes de matrimonio?

            -En espera, ambos tenemos mucho trabajo, sobre todo yo con algunos contratos ya firmados.

            Nikky vio a su amiga pasar su varita sobre su cabello y abrazando una almohada dijo:

            -¿Y cómo va el asunto de la familia, ya se pusieron de acuerdo?

            Rachel dejó de hacer lo que estaba haciendo y se quedó quieta mirando su varita, luego miró a Nikky haciendo una mueca de desaliento.

            -No… él desea hijos y yo no.

            -¿Y piensas seguir adelante con él? Es decir… los deseos de cada uno no son como solo comprar una casa y ya, estamos hablando de hijos, ninguno merece ceder.

            -Lo sé Nikky, lo sé… -dijo exhalando un suspiro- pero lo amo tanto, nuestros planes de boda se han pospuesto por trabajo, pero en el fondo sé que ambos lo hemos hecho por éste asunto inconcluso, no quiero perderlo, sé que el merece tener la familia que desea, pero yo también merezco la vida que he planeado para mí.

            -Ay amiga, la tienes difícil.

            -Muy difícil.

 

 

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            Al día siguiente, en una visita rápida a las cocinas, Harry le dio los bonos de beneficencia a Draco.

            -Son al portador, dice Hermione que ella me los dará y que yo te los entregue, no necesitas identificación para usarlos.

            -Gracias Potty y agradécele a Granger de mi parte.

            -Lo haré, nos vemos.

            Esa noche Draco entregó sus bonos a Becky, pues aunque ella si tenia bonos de ayuda, no le eran suficientes.

            -¿Estás seguro cariño? Necesitas alimentarte bien por tus pequeños.

            -Estoy bien Becky, con la comida que me dan los elfos es más que suficiente, además con lo que me ahorro en gas y luz me alcanza, tú tranquila.

 

 

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            Ese fin de semana Harry fue a la estación a recibir a Rachel, que en cuanto lo vio esperándola en el andén, corrió a abrazarlo.

            -Hola mi amor –dijo abrazándolo.    

            -¡Hola preciosa! –Respondió dándole un beso y comenzando a caminar a la salida- ¿cómo fue tu viaje?

            Llegaron a Grimauld Place y cenaron una comida que él cocinó especialmente para ella, pues eran sus platillos favoritos.

            -Estuvo delicioso.

            -Qué bueno que te gustó.

            -Siempre me gusta lo que haces.

            Sonriendo coqueta lo tomó de la mano y lo condujo al sofá en donde sentándosele en las piernas comenzó a besarlo, Harry correspondió y pronto se encontraron caminando al dormitorio en donde tuvieron sexo gran parte de la noche.

            Al día siguiente desayunaron con Ron y Hermione en un restaurante.

            -Te ves fantástica Rachel, te felicito por tu nuevo contrato –dijo Hermione alzando su jugo de naranja- brindo por tu éxito.

            -Gracias Hermione, esto es muy importante para mí, un nuevo peldaño en mi carrera.

            -Y te lo mereces, has trabajado muy duro por ello –dijo Harry.

            -Gracias amor.

            -¿Solo estarás este fin de semana? –preguntó Ron.

            -Sí, me gustaría quedarme más días pero  tengo una sesión de fotos mañana en la tarde.

            -Bueno, ya habrá mucho tiempo cuando vivas aquí.

            -Eso espero.

            Charlaron un buen rato más hasta que el joven matrimonio Weasley tuvo que irse y ellos dieron un paseo por la ciudad tomados de la mano.

            -La ciudad es hermosa, solo he venido un par de veces por trabajo y nunca he tenido tiempo de recorrerla como debe ser.

            -Ya tendremos tiempo.

            -Claro amor –respondio ella sonriéndole y dándole un beso.

            Esa noche  regresó a Nueva York.

 

 

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