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La complicada vida de Draco Malfoy por Orseth

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            Esa semana a Draco le tocó la lavandería y fue un verdadero suplicio, como ya no podía aplicar hechizos limpiadores ni ultra desinfectantes a la ropa hospitalaria desde hacía un tiempo, los demás empleados dejaban que recolectara la ropa y al final que él mismo la doblara y la repartiera de nuevo, algo que fuera por demás sencillo si pudiera usar su magia para eso sin causar estropicios, además sus compañeros también le habían dejado que limpiara la sala de desinfección de la ropa él solo sabiendo que tendría que hacerlo al mero estilo muggle, pues si usaba su varita, al menos habría una explosión y sabían que él no se arriesgaría a eso; pero no se quejaba y nunca les dio la satisfacción de que Erín lo regañara, pues se quedaba después de la hora de salida para terminar lo pendiente y que quedara bien, pero para el fin de semana estaba más que agotado, así que como ya había acostumbrado hacer, fue a sentarse a la banca del parque a tomar un poco de fuerzas.

            Pero esa tarde se sentía peor que de costumbre, deseaba tirarse en el piso y no saber nada, sabía que debía llegar a su casa para poder al fin descansar, pero sus piernas se negaban a obedecerlo, solo deseaba quedarse ahí y no moverse.

            -Malfoy ¿estás bien?

            Su largo cabello estaba sujeto con una liga y se ocultaba bajo su chaqueta, pero su fleco era largo y estaba cortado a la altura de su barbilla en suaves capas y que escapaban de la liga y que le ocultaba parcialmente el rosto, corte que se había hecho el mismo por falta de presupuesto; levantó la cara para encontrarse con Harry, que lo miraba preocupado.

            -Sí Potter, estoy bien.

            -Pues no te ves bien, la verdad.

            -Solo estoy cansado.

            -Son las ocho de la noche, no me digas que apenas saliste de trabajar.

            -Algo así.

            -¿Mañana trabajas?

            -Sí, descanso el domingo –respondio poniendo su mejor cara o al menos eso creyó, porque Harry se sentó a su lado y no se fue como pensó que lo haría la última vez.

            -¿Quieres que te acompañe a tu casa?

            -¿Y por qué harías eso?

            -No te ves bien ¿quieres que nos regresemos a San Mungo?

            -Estoy bien, deja de molestar –replicó comenzando a enojarse por la insistencia de Harry, así que decidió que lo mejor era irse ya- nos vemos mañana.

            Pero cuando se puso de pie, todo comenzó a darle vueltas, tanto así que Harry se levantó rápidamente y lo sostuvo a tiempo para que no se fuera de bruces.

            -Siéntate, tranquilo -Quiso replicar, pero sinceramente no encontró la energía para ello, en lugar de eso cerró los ojos y siguió las indicaciones de Harry- respira lento y profundo.

            Al cabo de unos minutos en los que se sintió mejor, quiso correr de ahí.

            -Me siento mejor, ya me voy.

            -Te llevo a tu casa.

            -¡No!...no, es decir… estoy bien, solo debo…

            -Ni hablar Malfoy –interrumpió serio- o es eso o nos regresamos a San Mungo a que te revisen.

            -Solo es cansancio Potter, nada que un buen sueño no repare.

            -Pues ya te dije, tú decides.

            Sabiendo que tan necio podía ser  y viéndolo tan decidido, supo que Harry no quitaría el dedo del renglón, así que sin más remedio decidió aceptar la ayuda.

            -Bien, suelo tomar la red flú que está a cinco cuadras de aquí.

            -¿Vives lejos?

            -Algo.

            -¿Por qué no tomas la del hospital?

            -Los empleados de intendencia no tenemos permiso para eso, a lo que me lleva a preguntar ¿Por qué no la usas tú? Ustedes si pueden.

            -Me gusta caminar, además aquí hay una red flú publica –dijo señalando un establecimiento.

            -No me dejan ¿ok?... el vigilante de la entrada sabe quién soy y no me dejan usarla, debo caminar cinco cuadras hasta la que uso siempre.

            Harry hizo una mueca y negando con la cabeza se puso de pie.

            -Vamos a la de aquí, esta vez te dejarán entrar.

            -¿Vas a usar tus influencias Potty? –pregunto intentando sonreír mientras se dejaba arrastrar por Harry.

            -¿Por qué no?

            Cruzaron la calle y mientras Harry lo sostenía del brazo llegaron hasta el establecimiento, en el cual apenas el vigilante los vio, reconoció a Draco.

            -Oye tú…

            -¿Algún problema con que el caballero use esta red flú?

            -Sí, no se permiten mortífagos.

            -Olvídalo Potter, yo puedo…

            -No hay ninguna ley que prohíba que…

            -No me importa, puedes llamar a los aurores si quieres, veremos a quien le dan la razón –dijo el tipo.

            -Bien, me encargaré de que…

            -¿¡Eres Harry Potter?! –exclamó una mujer que iba pasando acompañada de otra.

            -¡Sí, sí es, mira su cicatriz! –exclamó la otra mujer con grititos contenidos.

            Ante esto, el vigilante puso atención a su frente y reconoció a aquella cicatriz tan característica.

            -¿Me puedes regalar un autógrafo? –preguntaron las mujeres.

            Y justamente ese fue uno de los motivos por el cual Harry emigró del país hacia varios años y en ese momento no estaba de humor para hacerlo, sin embargo sabia que tampoco podía negarse si quería que aquello no pasara a más, así que con rostro serio firmó unas agendas que las chicas llevaban haciéndolas irse muy contentas para luego mirar al vigilante, quien al menos tuvo la decencia de mostrarse apenado y no decir una palabra más, por lo que Harry tomó del brazo a Draco y entró a la pequeña estación, en donde le pidió la dirección a Draco de su casa.

            -No tengo chimenea en mi casa, salgo a unas cuadras también.

            -Bueno, dime cual.

            Cuando entraron a la chimenea, salieron a otra en un barrio realmente feo, caminaron en silencio por donde le iba indicando Draco hasta llegar a un edificio de fachada lamentable, con pintura descascarada y gente sospechosa en las esquinas.

            -Aquí está bien Potter, gracias.

            -No, te dejo en tu casa.

            -Pero…

            -Pero nada, vamos.

            Entraron y subieron las escaleras pues el ascensor estaba descompuesto, subieron tres pisos y caminaron hasta detenerse en una puerta.

            -Aquí es, ya puedes dejarme, de aquí no me pierdo.

            -¡Draco estaba muy preocupada! –exclamó Becky asomándose e intentando acercarse con paso lento con ayuda de su bastón.

            -Calma Becky, no corras, te puedes caer.

            Con mano un tanto temblorosa abrió su puerta y entró, siendo seguido por su mala suerte por Harry, quien ayudando ahora a Becky, entró.

            -¿Eres amigo de Draco?

            -¿Has estado pegada a la puerta para oír mi llegada, chismosa? –preguntó Draco desplomándose en el sofá y dejando caer la cabeza en el respaldo.

            -Estas paredes son como cartón, no hace falta que esté pegada a la puerta… por Dios cariño, te ves fatal, te he dicho que en tu condición no debes trabajar tanto.

            -¿Condición?

            -Bueno Potter, ya estoy en casa –se apresuró a responder levantando la cabeza- te lo agradezco mil, te has ganado el cielo ¿ahora podrías dejarme dormir?

            Harry exhaló un suspiro y asintió.

            -Bien, me voy, que descanses ¿irás a trabajar?

            -Por supuesto, estoy bien, solo necesito dormir.

            -Bien, pero antes debes presentarme a esta bella dama.

            -Oh si, esta bella dama chismosa se llama Becky.

            -Hola –exclamó Becky riendo mientras le daba la mano a Harry- soy Becky Hopkins  a tu servicio.

            -Mucho gusto señora Hopkins.

            -¡Oh no querido, llámame Becky! Así me llama el lagarto gruñón que está aquí.

            Harry comenzó a reír.

            -Bien Becky, yo me llamo Harry Potter, pero llámeme Harry.

            -¡Oh! ¿Tú eres el famoso Niño que vivió? –preguntó haciendo que Draco rodara los ojos.

            -Si quieres pídele un autógrafo.

            -No querido, con verlo en persona me basta.

            -Bueno, me voy, que descansen.

            -Adiós y gracias por traer a Draco, estaba preocupada.

            -No hay que agradecer, nos vemos.

            Cuándo quedaron solos, Becky le puso una mano en la frente  a Draco.

            -No tienes fiebre.

            -Por supuesto que no, solo estoy cansado.

            -Cariño, esto no es bueno para ti.

            -Es peor quedarme en la calle por no poder pagar el alquiler.

            -Pero…

            -Además nadie me da empleo, conseguí éste con mucho trabajo, no puedo perderlo.

            -Pero cariño…

            -Tranquila mujer, estaré bien, no creas que no noté que andabas de calzón fácil con Potter, yo lo vi.

            Becky empezó a reír.

            -Me gustaría, es un chico muy pero muy guapo ¿nunca hubo nada entre ustedes?

            -Claro que no, Potter es hetero.

            -Pues es muy lindo.

            -Y metiche.

            -Vamos querido ¿cómo te habrá visto para haberte traído hasta aquí?

            -No muy mal, es San Potter después de todo.

            -Bueno, bueno, como sea, te prepararé algo de cenar mientras te bañas y luego a la cama ¿entendido?

            -No Becky, te puedes quemar.

            -No soy tan inútil, ya lo verás, anda, obedéceme.

            Sin más remedio Draco obedeció.

 

 

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            Al día siguiente, a la hora de su almuerzo, Draco fue llamado por Erín.

            -¿Y ahora que hice?

            -Eso quisiera saber, el sanador Potter me pidió que te dijera que te espera en su consultorio.

            -¿Y para qué? esta semana no me toca su limpieza.

            -¿Y yo que voy a saber? Le pregunté si hiciste algo malo y dijo que no, pero que por favor me encargara de que recibieras el mensaje y fueras para allá.

            Haciendo una mueca, no le quedó más que obedecer, así que con lonchera en mano se dirigió al consultorio de Harry.

            -El intendente está aquí –dijo Ada como si anunciara algo repugnante.

            -Hágalo pasar por favor.

            Cuando Draco entró se sintió incómodo, pues de alguna forma intuía que algo no le iba a gustar.

            -Hola Malfoy ¿cómo estas hoy?

            -Estoy, que ya es ganancia ¿Qué sucede Potter?

            -Adelante, toma asiento –respondio señalando la silla frente a su escritorio.

            -¿Vas a tardar?

            -No, anda.

            Sin más remedio se sentó dejando su lonchera en el suelo.

            -¿Y bien?

            -No quiero parecer entrometido pero… ¿hay algo en lo que pueda ayudarte?

            -¿De qué hablas?

            -De tu salud.

            -Oh vamos Potter, solo porque ayer estaba cansado no significa que esté al borde de la muerte –exclamó rodando los ojos.

            -No es solo ayer Malfoy, son varias cosas, comenzando con que no usas magia y cuando lo haces, te sale mal, tienes mal semblante, te ves agotado y con lo que Becky dijo ayer, me confirmó que hay algo.

            -Pues no hay nada.

            -Malfoy…

            -Entiendo tus buenas intenciones Potty, pero no hay nada que investigar -Pero el rostro ojeroso de Draco no iba a disuadirlo tan fácilmente y Draco lo sabía, por lo que añadió- He recibido noticias de mis padres, mi padre no está muy bien de salud y eso me ha quitado el sueño, nada más.

            -Sé que no quieres que me entrometa en tus asuntos y de verdad lo entiendo, pero tampoco puedo hacer caso omiso si puedo ayudarte en algo.

            -Y yo te lo agradezco, pero no hay nada que ayudar, mis padres están lejos y no me queda más que esperar y si eso era todo ¿podrías dejarme tomar mi almuerzo por favor?

            Harry exhaló un suspiro, sabía que Draco no podía reaccionar de otra manera pero esperaba hacerle llegar su mensaje.

            -Sí necesitas algo, no dudes en decirme.

            -Pues gracias –respondio con una sonrisa forzada y salió de ahí.

 

 

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            Esa tarde de nuevo se quedó al último para compensar lo que le había faltado con la encomienda de dejar limpio para el día siguiente, casi ni había comido y estaba sumamente cansado, así que en cuanto terminó salió de ahí, pero estando a punto de entrar al ascensor, escuchó que alguien lo llamaba.

            -Hola Malfoy, ya es tarde ¿cómo estás? –preguntó Harry, quien también ya se iba en esos momentos.

            -Bien.

            -Muero de hambre, oye tu vecina me cayó muy bien.

            -Sí, es genial… -respondio mas a fuerza que de ganas mientras esperaban el ascensor.

            -¿Ella vive sola?... ¿Malfoy?

            Harry volteó a verlo cuando éste no le respondió y lo encontró con una mano en su cara y una palidez que asustaba.

            -¡Malfoy! –pero Draco ya no respondió, sintió que todo le daba vueltas y si Harry no lo pesca, hubiera ido con su humanidad al suelo.

            Harry lo levantó en brazos y lo llevó hasta un sofá que estaba cerca mientras le gritaba a la enfermera que estaba en la recepción que trajera una camilla.

            -No… no… es-estoy…

            -Tranquilo Malfoy –dijo Harry haciéndole la cabeza hacia atrás mientras le checaba los signos vitales con su varita.

            La enfermera llegó al cabo de un par de minutos con un camillero, pero Draco se negó a ser subido en ella.

            -Estoy bien… -Pero antes de que pudiera seguir hablando, las nauseas le invadieron y comenzó a vomitar.

            Harry apareció un cuenco mientras le frotaba la espalda.

            -Tranquilo, estarás bien.

            Al cabo de cinco minutos, Draco se sintió mejor.

            -Ya estoy bien… gracias.

            -Sube a la camilla.

            -No quiero, ya me voy.

            -¿Puedes levantarte?

            -Sí –respondio poniéndose de pie, pero sintiendo las piernas de gelatina.

            -Bueno, pues vamos –dijo Harry dirigiéndose de regreso al piso.

            -No, yo ya me voy.

            -No te irás así, vamos a una habitación.

            -¿Qué? claro que no.

            -No armes escándalo, no te dejaré ir así, vamos a una habitación para que te revise.

            -¡No!... es decir… estoy bien Potter, no hace falta que me revises.

            -Bueno, sino yo, otro sanador, pero no puedo dejarte ir así.

            Viendo que definitivamente no lo dejaría, no tuvo más opción que aceptar; así que con paso lento se dirigieron a una habitación.

            -¿Quieres que llame a otro sanador? –preguntó cuando lo sentó en la cama.

            Draco  tardó en responder, deseaba  realmente que ni él ni ningún otro sanador lo viera, sin embargo no era tan tonto como para saber que en su caso, ningún otro sanador lo trataría con respeto, excepto Potter.

            -No.

            Harry tomó una silla y se sentó frente a él.

            -No hace falta ser adivino para saber que algo te pasa, estás demasiado delgado y demacrado, tu magia errática… Malfoy, me gustaría saber que otros síntomas tienes para poder ayudarte, soy gineco obstetra sí, pero también soy sanador general, puedo ayudarte.

            Draco inclinó la cabeza, no deseaba hablar, no quería estar ahí y nadie sabía lo que le pasaba a excepción de Becky, pero al parecer ya era inevitable.

            -Van a despedirme –dijo con voz baja.

            -¿Quién va a despedirte?

            -¿Cómo quien, genio? Pues mi jefa.

            -Nadie puede despedirte por estar enfermo, va contra la ley.

            -No estoy enfermo.

            -¿Entonces? -Draco exhaló un suspiro y se cruzó de brazos mirando a un lado- Malfoy…

            -Soy intersexual.

            Harry se quedó callado ante la revelación de Draco, nunca esperó aquello, sin embargo tampoco era como si aquello fuese algo insólito, era una condición muy rara, pero sabía que había casos así, aunque el último caso de  intersexualidad atendido en el hospital de Estados Unidos donde trabajaba había sido aproximadamente hacía tres años, así que a él no le tocó atenderlo.

            -Bien –dijo con voz tranquila- pero eso no explica tus malestares, aunque suele pasar que en los periodos tengan molestias así ¿estás en tu periodo?

            -No –respondio con rostro enrojecido y mirando a un lado sin descruzar los brazos a modo de escudo, pero Harry no insistió, intuía que Draco necesitaba tiempo para hablar, así que se quedó callado- yo… -dijo al cabo de unos minutos y mirando a todos lados menos a Harry- estoy gestando -Eso si impactó a Harry, quien se quedó sin habla por unos instantes- ¿ya me puedo ir?

            -Por supuesto que no.

            -¿Vas a decirle a la administración? 

            -Claro que no, es información confidencial.

            -Porque me despedirían por ello.

            -No pueden despedirte por eso, es ilegal.

            -Pero no lo es el que no renueven mi contrato… escucha Potter, nadie me daba empleo, conseguí éste casi suplicando, no puedo perderlo –dijo intentando ocultar su angustia- nadie debe saberlo.

            -¿Cuántos meses tienes?

            -Cuatro.

            -¿Cuatro? –Exclamó sorprendido y alarmado- Malfoy ni se te nota, estás muy bajo de peso.

            -Uso ropa holgada.

            -Aun así… definitivamente debo hacerte un chequeo completo.

            -No Potter, no hace falta.

            -¡Casi te desmayas! Sí no te atrapo vas a dar al suelo.

            -Solo fue un mareíto.

            -Eres un inconsciente –exclamó negando con la cabeza.

            -Además ya me checaron.

            -¿Quién?

            -Fui a una de las clínicas gratuitas del centro.

            -¿Y qué te dieron?

            -Ganas de no regresar nunca.

            -¡De medicamentos Malfoy, de medicamentos!

            -Tranquilo Potter –respondio alzando ambas cejas- ya casi me pegas.

            -Pues merecido lo tienes.

            -No soy tan obtuso, mira, de hecho aquí cargo la cajita –respondio sacando una cajita de su bolsillo y entregándosela.

            -Mmm ácido fólico con Descurainia Sophia –leyó acomodándose las gafas- Sí, es correcto que te hayan dado esto ¿Qué más?

            -¿Qué más? ¿Tenían que darme algo más?

            -¡Por supuesto! Necesitas vitaminas y complementos vitamínicos ¿en serio sólo te dieron esto?

            -Sí.

            -Con razón estás anémico, no hace falta un examen para adivinarlo, mira como tienes la piel y las uñas –exclamó tomándole una mano y examinándola, a lo que Draco la retiró incómodo de tanto escrutinio.

            -Potter por favor, ya es tarde y estoy cansado, quiero dormir.

            -Es correcto y tienes razón –respondió poniéndose de pie, a lo que Draco suspiró aliviado haciendo lo mismo- ¿A dónde vas?

            -Pues a mi casa.

            -¿Y quien dijo que te ibas a ir esta noche a tu casa?

            -Yo Potter, yo lo digo –respondió caminando hacia la  puerta siendo detenido por el brazo por Harry.

            -Malfoy, no seas inconsciente.

            -¡Pero ya estoy bien! No soy inconsciente.

            -Por favor –dijo entonces cambiando de tono sabiendo que de otra manera no iba a poder convencerlo- sólo esta noche duerme aquí.

            -Nunca me dejarían usar una habitación.

            -Yo lo estoy autorizando.

            -¿Bajo qué concepto? Te cuestionarán y yo no quiero que nadie sepa mi condición.

            Harry exhaló un suspiro e inclinó la cabeza derrotado, si había alguien más terco que una mula, ese era Draco Malfoy.

            -De acuerdo –dijo entonces- pero te acompaño a tu casa.

            -No inventes Potter –respondió rodando los ojos y caminando hacia la puerta- no soy una doncella desvalida… embarazada sí, pero no desvalida.

            -Di lo que quieras, si quieres tu culo fuera de aquí, será conmigo acompañándote.

            Viendo que tampoco lograría disuadir a Harry, ya no dijo nada y simplemente salió de la habitación ante la mirada curiosa del par de enfermeras que estaban en la recepción.

 

 

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Notas finales:

Hasta la próxima semana  ^^


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