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Una caja de rosas gemelas (Traducción finalizada) por yuniwalker

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A la mañana siguiente, justo después de limpiar, Viola vio a los aldeanos reunirse en la iglesia.

"Hola padre."

"...Hola."

Sin embargo, abrió mucho los ojos al verlos viniendo hacia la entrada uno tras otro. No era un día festivo, así que ¿Por qué había tantos?

Mientras Viola pareció estar un tanto desconcertado por la situación, descubrió que las sillas en la catedral se estaban llenando lentamente hasta que pronto no hubo ni un solo hueco vacío. Por supuesto, ni siquiera observando podía darse una idea de la situación porque la gente no le daba pistas. Eran hombres, mujeres, niños y niños, incluso algunos ancianos. Es decir, no había un patrón.

"¿Estás bien?"

Safils, que había terminado de preparar el altar, pareció ignorar el hecho de que la iglesia estuviera tan increíblemente abarrotada el día de hoy. Viola se alzó de hombros y dijo:

"Sí, estoy bien."

Pero se dio cuenta de que los ojos de los aldeanos estaban enfocados en Safils y en la manera en la que se había subido la sotana. Incluso si eso era algo que él había hecho cientos de veces en el pasado, seguro que cuando lo hacía él parecía algo cautivador e incluso algo sexy.
Después de todo, en este pueblo con poco entretenimiento y aún menos chismes, la existencia de un nuevo sacerdote pareció ser el foco principal de atención durante toda la semana.

"Entonces comencemos".

La voz de Safils era ronca. Y mientras Viola se dirigía al altar, la anciana, que siempre llegaba primero a la iglesia, se acercó un poco al centro y dijo:

"Creo que ese sacerdote se parece muchísimo al maestro que vive en la mansión cerca del lago".

Se refería a Roofs. Sin embargo, él sabía mejor que nadie que el hombre que lo seducía todas las noches y el sacerdote que estaba a su lado, eran en realidad muy diferentes.

"Todos, oremos".

El servicio de la mañana se llevó a cabo en un ambiente solemne. Y después de las oraciones más importantes, Viola finalmente pareció lo suficientemente decidido como para presentarlo ante todos los seguidores de la iglesia y también, aprovechar para anunciar la apertura de la sala de penitencia.

"¿Está bien si quiero confesarme hoy con usted, padre Safils?"

Preguntó una mujer, quien vivía cerca del pie de una montaña. Tanto así, que en realidad no venía a la iglesia muy a menudo.

"Puedo hacerlo de inmediato si quieres". Safils sonrió a la mujer que se inclinaba en su dirección y luego dijo: "¿Está bien, padre Viola?"

"Por supuesto. Hazlo".

La mujer fue guiada al confesionario de la iglesia de inmediato. Los ojos de Viola se abrieron cuando vio que otros aldeanos, todas mujeres, levantaron la mano diciendo que también querían hacer lo mismo.

"Claro que sí. La piedad es digna de todos."

Safils inclinó la cabeza y abrió la puerta de la sala de penitencia.

Ese día había un flujo constante de personas que visitaban el confesionario. No obstante, podía decirse que entendía muy bien el sentimiento de las mujeres al querer confesarse con un cura extranjero tan guapo y bien hablado como lo era Roofs. Era más emocionante que ir con Viola.
Hasta ahora, siempre había aldeanos que deseaban arrepentirse cada vez que llegaba un sacerdote de otras tierras y sin embargo, tenía que decir que nunca antes la gente se había reunido tan deprisa cómo ahora. Además, fue agradable ver a la gente, que parecía estar preocupada, cambiando su expresión en cuanto se abría la puerta de la sala de confesiones. Era como si finalmente su vida se hubiera renovado. No podía explicarlo bien, pero era bueno.

Viola lo miró por un momento y luego se dirigió hacia el patio trasero de la iglesia. Como Safils se iba a hacer cargo de las personas por un buen tiempo, entonces él iba a aprovechar el momento que tenía libre para preparar todas las cosas necesarias para su propia clase con los niños.

La iglesia estaba más animada que de costumbre, probablemente porque la gente no dejaba de llegar a la iglesia. Además, incluso después de que los niños regresaron a sus casas y el guardó el pizarrón y los libros, descubrió que todavía había gente esperando en las butacas por una confesión del padre Safils. Era tan exagerado, que Viola pensó que el pobre hombre debía estar exhausto para ese momento por lo que decidió que debería tratar de darle a comer algo que supiera tan rico como para levantarme el ánimo. Para recoger algunas verduras que pudiera ocupar en una sopa, fue al jardín principal, con una canasta en la mano, y se detuvo justo donde estaban los capullos de rosa. Lo había hecho porque, además de que las zanahorias estaban justo al lado, pensó que podía florecer pronto y quería asegurarse de que el aire no las fuera a tumbar. Buscó un palito y saco un hilo de su bolsillo delantero.

"¿Qué haces aquí?"

Pero de la sombra de una valla envuelta en enredaderas de rosas, apareció Safils. Fue justo como si hubiera esperado allí todo este tiempo.

"Eso iba a preguntarte a ti."

"Terminé hace un segundo".

"Seguramente necesitas un descanso".

Safils asintió lentamente.

"Esta ciudad es... Creo que nadie aquí es realmente un pecador."

"¿Qué quieres decir...?"

Sin embargo, estaba prohibido hablar sobre sus pecados y la penitencia que habían recibido gracias a eso. Y pensando que estaba tratando de romper una regla de oro, se puso tan nervioso que decidió mirar para otra dirección antes de que se le ocurriera meter la pata mucho más de lo que ya lo había hecho hasta ahora.

"No lo sé. La gente es ingenua".

Safils también estaba muy concentrado en acariciar el capullo de las rosas.

"No lo había pensado."

Para Viola, que había estado aquí casi desde que nació, este pueblo era el estándar para todo. Había mucha gente agradable y amigable por ahí, pero ¿En realidad eran cómo los describía Safils? ¿Y basado en qué exactamente?

"Es antinatural..."

El viento alborotó el cabello de Viola y Safils al mismo tiempo.

"¿Qué es antinatural?"

Cuando Viola preguntó, Safils pareció rascar su cabeza por un momento como para pensar en una manera amable de hablar sobre esto. Miró hacía un lado y se aproximó:

"¿Han nacido bebés últimamente?"

Después de todo, seguramente conocía que la iglesia del pueblo también era el único lugar donde se recibían los registros de matrimonio y nacimiento.

"No. No en el último año más o menos."

Después de la muerte de su padre, Viola nunca bautizó a nadie más.

"Pero hay parejas jóvenes ¿No?"

"Sí, tienes razón."

Había un montón de trámites matrimoniales en la oficina de la iglesia, pero era verdad que nunca había oído hablar de un embarazo.

"¿Cuál crees que sea el problema?"

"… Incluso si me preguntas, no lo sé."

Sacudió la cabeza, así que Safils le dio la respuesta más simple:

"Significa "nada de sexo". Satisfacen sus corazones con besos y abrazos y listo. Son personas lamentables que no conocen el placer. Que no conocen sus cuerpos."

No tenía idea de lo que Safils estaba tratando de decir. Los hombres y mujeres casados ​​tenían que dedicarse a la actividad sexual para dejar descendencia. Eso no era algo malo. Pero si empezaban a hacer ese tipo de cosas por placer, eso era simplemente algo promiscuo. Viola no lo dudó porque eso se lo enseñaron en la iglesia desde que pudo ser capaz de hablar correctamente así que, no. En realidad no entendía que estaba tratando de enseñarle.

"Perdóname. Creo que me pasé un poco con todo lo que dije."

Safils bajó ligeramente las cejas y miró a Viola. Al parecer se sintió mal al darse cuenta de que él había estado con la boca cerrada todo este tiempo.

"No. Es solo..."

Pero antes de decir nada, Safils había acomodado la mano en la espalda de Viola igual a si tuviera miedo de que fuera a huir de un momento para otro.

"¿Qué piensas de lo que dije?"

En ese momento, Viola parpadeó. ¿Tenía una expresión tan preocupada en su rostro cómo para hacer que Safils lo abordara de esa manera?

"Yo..."

Quería responder que no tenía ningún problema al hablar de sexo. Pero la verdad era que no podía mentir sobre esto. El pecado que había cometido fue sobre la cama de su habitación y se trató de algo lo suficientemente feo como para hacer que se le olvidara. Después de todo, había comenzado a sentir como si no hubiese forma de encontrar el camino correcto después de haberlo perdido por un momento de debilidad. Safils no dijo nada.

"¿Es algo malo?"

"No sé si es algo malo."

Pero pensó que Safils era un sacerdote viajero y que rara vez se verían a la cara en el futuro. Tal vez él era lo que necesitaba para intentar hacer que esa pequeña espinita que tenía en el pecho no doliera tanto. Viola asintió, como si intentara convencerse a si mismo de que esto era lo que se tenía que hacer, y luego preguntó:

"¿Me puedes escuchar por un momento?"

Su garganta estaba muy apretada debido a la tensión.

"Por supuesto."

Safils asintió suavemente y tomó la mano de Viola.

"¿Usamos la sala penitencia?"

"Sí... Pero no en la catedral. Por aquí..." Viola señaló la puerta de la sala de penitencia. En un lugar muy apartado del sitio donde había follado hace dos días con Roofs. "Allí me siento más cómodo".

"De acuerdo."

Viola se miró los pies, dio un paso adelante e hizo que Safils abriera la puerta derecha de una pequeña casita de madera que casi ya nadie utilizaba. Después de verlo entrar, Viola deslizó la puerta de la izquierda, se sentó en una silla redonda y esperó a que su acompañante hiciera lo mismo. Pero ya que era la primera vez que estaba en condiciones de confesar, las yemas de sus dedos temblaban tanto por la tensión que tuvo que tomarse más tiempo del acostumbrado.

Sintiendo la presencia de Safils más allá de la tela, Viola respiró lentamente y dijo:

"Es la primera vez que hago esto."

"Rezaremos juntos".

Después de recitar la oración básica, Safils leyó la biblia para él en un intento por hacerlo sentir cómodo. Su voz era suave y hermosa y era en realidad, muy diferente de la que ponía Roofs.

"Cree en la misericordia de Dios, y confiesa tus pecados."

"Sí."

Viola enderezó su postura. Luego cerró los ojos y abrió la boca:

"Terminé siendo agredido sexualmente en la iglesia."

Safils se movió del otro lado, pero no dijo nada. Viola dejó de hablar por un minuto:

"No fue por acuerdo. Pero no pude resistirme y no pude parar..."

Recordando la temperatura corporal de Roofs, quien lo empujó imprudentemente contra la pared, Viola se llevó la mano a los labios y volvió a intentar respirar muy lento. Fue apuñalado en el culo y sacudido con fuerza como fue su voluntad así que los recuerdos de esa vez seguían siendo bastante vívidos. Sin embargo, si lo único que hubiera sentido en ese momento hubiese sido dolor, entonces definitivamente su corazón no habría estado tan congestionado y confundido como ahora:

"Debe haber sido muy difícil”.

La voz de Safils era tan cálida que sintió como si lo abrazara con ella.

"Te felicito por tener la fuerza para confesar".

Con una voz simple, hubo una señal de Safils levantándose de su asiento a través de la tela.

"Viola".

Al oír que lo llamaba por su nombre, Viola levantó el rostro, que había estado inclinado hacia abajo, y suspiró con la misma fuerza del inicio. No debía decir eso dentro de la sala de confesiones ya que supuestamente debía hablar de una manera que siguiera con el ritmo del anonimato. Lo había hecho a propósito para generar una reacción.

"Más que eso, la actividad sexual no es un pecado."

Miró fijamente como la tela del confesionario se levantaba frente a sus ojos hasta hacer que el rostro de Safils apareciera de lleno por la ventana.

"Se trata de conocer tu cuerpo y el del otro, amarse y exaltarse. El sexo no es malo."

"Pero..."

A Viola siempre se le había enseñado que la sexualidad era un pecado y que el semen o los fluidos de la mujer eran indecentes. Sin embargo, Safils lo negó en un segundo.

"¿Pero? ¿Piensas de otra manera?"

"..."

Incluso cuando se le hizo esa pregunta, Viola no pudo responder bien. Era un sentimiento que sacudió sus raíces, que eran mucho más profundas que la fe que podía llegar a tener por alguna institución o por su Dios.

"Si fuera realmente malo, entonces también sería un pecado tener hijos. Pero dejar descendencia nunca es algo incorrecto."

Entonces, la mano de Safils, asomando por la ventana, buscó la de Viola hasta que la tomó.

"Nunca hubo nada que perdonar".

Al ver la sonrisa que se dirigía hacia él, algo se rompió dentro de Viola. Las comisuras de sus ojos se calentaron y las lágrimas corrieron por sus mejillas tan rápidamente que lo dejó sin aire. Quería ser perdonado por Dios o por alguien que le hiciera sentir mejor consigo mismo, así que Viola tomó la mano de Safils con fuerza y se aferró a ella como si fuera lo que necesitara para respirar. Quería expresar su gratitud, pero no podía hablar correctamente.

"Dime algo, padre Viola."

"¿Qué quieres que te diga?"

Viola preguntó con voz temblorosa.  Estaba dispuesto a responder cualquier cosa que supiera.

"¿El hombre que te sostiene tiene la misma cara que yo?"

Ante la pregunta de Safils, Viola asintió.

"Ya veo."

Pero Safils, asintiendo con la cabeza también, como si entendiera algo, de repente pareció ser una entidad desconocida en lugar de un hombre amable. Viola trató de sacar la mano que lo sostenía, pero en cambio, lo tomó de la muñeca de tal forma que no pudo moverse otra vez.

"¿Como estuvo?"

"¿Qué quieres decir?"

Sin entender el significado de su pregunta, Viola se encogió de hombros como si la voz acabara de haces trizas sus oídos.

"¿Cómo te sentiste de ser abrazado por ese hombre? ¿Fue fuerte? ¿Fue amable?"

"... ¿Por qué estás diciendo...?"

Esta vez, Viola apartó la mano de Safils de un golpe.

"Pregunto porque quiero saber."

Viola se estremeció ante la repentina voz de Safils:

"No puedo.... No quiero pensar en eso."

Sacudió la cabeza y se apartó de nuevo. De verdad era imposible responder a tal pregunta. No podía ni imaginarse hablar con él de algo que todavía le daba vergüenza.

Viola levantó la cara ante el sonido de la puerta abriéndose. Entonces, vio a Safils de pie, con la espalda contra la luz naranja del atardecer y el cabello moviéndose de un lado a otro por la brisa.

"¿Por qué no quieres pensar en ello? No has pecado, no es algo malo. Confiésalo todo y busca la salvación de tu corazón."

"Pero..."

Viola se cubrió la cara con ambas manos. Solo pensar en eso era doloroso. Y por más que escuchara que la actividad sexual no era pecado, le molestaba que alguien como él, que era un sacerdote, hubiese tenido una relación con alguien de su mismo sexo. Más aún, que le encantara.

"¿No quieres hablar?"

Viola asintió en silencio.

"Está bien. Entonces voy a tener que preguntarle a tu cuerpo directamente."

"..."

Viola se estremeció cuando sintió que le acariciaba el muslo y entonces, sus ojos se encontraron con los suyos, quien lo estaba mirando fijamente, de una forma tan desesperada que hasta se quedó sin respiración. Tenían el mismo calor que los de Roofs.

"Voy a irme a mi habitación."

Pero Safils lo agarró de la mano antes de que huyera.

"No. No hasta que me enseñes lo que hiciste."

"¿Estás loco?"

Viola empujó a Safils del hombro y trató de irse de ese cuarto. Sin embargo, era imposible moverse al estar siendo presionado con tanta fuerza.

"¿Por qué estás haciendo esto? ¡También eres un sacerdote!"

"Sí, lo sé." Safils sonrió y asintió. "Pero no hay nada que podamos hacer para huir de nuestros deseos. Eres el recipiente que yo... El recipiente que nosotros estábamos buscando."

Recipiente. Viola dudó de sus oídos ante la palabra tan familiar. También había oído eso de Roofs.

"¿Qué significa eso?"

Su voz temblaba hasta el punto de ser patética. La mano de Safils cayó de su mano y la ocupó ahora para envolver la cintura de Viola. Luchó con sus dedos y pies para escapar, pero fue imposible.

"¡Oye!"

Los ojos de Viola se agrandaron cuando la parte delantera de su cuerpo se acercó. Y eso fue, más que nada, porque la zona que estaba en contacto con él pareció estarlo quemando. El cuerpo de Safils estaba increíblemente excitado para ese momento.

"Si no me enseñas, entonces voy a investigarlo yo mismo. Lo bien que te sientes de tener un cuerpo junto al tuyo. Lo mucho que gritas."

Abrazó su espalda, luego su lengua lamió su nuca y su cinturón se desató rápidamente hasta caer a sus pies.

"No hagas esto. Ah..."

"Tienes una piel bonita. Me dan ganas de seguir acariciándote."

Le levantó el borde de la ropa y comenzó a desabotonar su túnica. El pensamiento de lo que iba a pasar a continuación cruzó nuevamente por la mente de Viola porque, después de todo, lo mismo sucedió hace dos días...

"Por favor..."

Viola agarró el brazo de Safils y le suplicó.

"Sabes que no puedo."

"Al menos... La puerta..."

Todavía no se ponía el sol, por lo que tan siquiera quería evitar que alguien lo viera. Safils le hizo caso.


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